Partida Rol por web

Supuso que Pullap acompañaría a Stana hasta la enfermería o algo porque antes de darse cuenta* se encontraba con Kegan en pleno corredor, con el toque de queda ya olvidado y la boca torcida en una mueca.

- Gracias - accedió cuando comentó que la acompañaba. La verdad es que no era el mejor momento para andarse con remilgos ni autosuficiencias -. Que va, si tiene que ver con lo de la poción-bomba quieren hacer daño a los alumnos en general, seguro que éste ataque ha sido un simple aviso, sino le hubieran hecho daño de verdad. La pregunta es quién y porqué y puf, no tengo ni idea. Y lo peor es que no parece una broma. Tendremos que andarnos con cuidado.

Cerró la puerta tras despedirlos y caminó de nuevo hacia la cama. Estaba preocupado.

- Esto no pinta bien.- le comentó- Un ataque con desmaius, un hechizo que hemos practicado bastante en el último mes. ¿Qué será lo siguiente? "Esta vez el objetivo sois vosotros"...- leyó 

Se sentó en el borde de la cama, intentando llegar a alguna conclusión racional.

Cerró la puerta tras despedirlos y caminó de nuevo hacia la cama. Estaba preocupado.

- Esto no pinta bien.- le comentó- Un ataque con desmaius, un hechizo que hemos practicado bastante en el último mes. ¿Qué será lo siguiente? "Esta vez el objetivo sois vosotros"...- leyó 

Se sentó en el borde de la cama, intentando llegar a alguna conclusión racional.

No veía qué ocurría, pero escuché que Sean se despedía y cerraba la puerta. Esperé unos segundos para asegurarme de que estaba solo. Entonces noté su peso en la cama y cómo el colchón ceía ligeramente. No se sentaría en la cama si hubiese alguien más. Empezó a comentar en voz alta sus preocupaciones -a compartirlas conmigo - y me arrastré de debajo de la cama apareciendo entre sus piernas. Me di la vuelta, quedándo con la espalda en el suelo y mirándole a él.

Lo que decía de los conjuros, sumado a lo de la poción me hacían pensar en algo que seguro él también pensaba. Algo que habíamos sospechado pero que nadie se atrevía a darlo por sentado.

- Es alguien de séptimo curso. - dije convencida, pronunciando lo que nadie se atrevía al parecer. - Y tenemos que hacer algo para saber quién. No soy miss simpatía, pero tal vez va siendo hora de intentarlo si no queremos que nos vuelvan a coger desprevenidos. A no ser qué tú tengas alguna idea mejor...

Sean observó a Emily. La chica estaba en lo cierto. Era lo que él llevaba pensando un tiempo. No eran conjuros ni pociones sencillas y tenían esa conexión. Él estaba de acuerdo. Debían de hacer algo ya, porque por experiencia, el tercer aviso ya empieza a ser más fuerte.

- Hazlo pero ten cuidado. No debes confiar en nadie.- primera regla de los aurores: no te fíes ni de tu sombra.- Ten en cuenta que todos son sospechosos. Piensa bien en quién confiar.

Él también estaría alerta, pero estaba claro que Emily podía sumergirse en el grupo de séptimo con más facilidad. Si bien también estaría en mayor peligro.

Tras la noche de bienvenida a los Oceans, llegó el nuevo día. Los alumnos de séptimo tenían clase de Transformaciones a primera hora pero antes de nada se reunieron, como era habitual, en el Gran Comedor para coger energías en el desayuno. Quizás debido a la fiesta, muchos se presentaban somnolientos.

Henry Mitchel, ya vestido con las ropas de Slytherin, con la corbata mal anudada - se notaba que jamás se había puesto una- charlaba de manera amistosa con los que le rodeaban. Adriana había bajado con Mia y ambas charlaban, serias, al lado de Kegan, sobre lo ocurrido la noche anterior. Bella se unió a la mesa de Ravenclaw, intentando charlar con Beth y Marian, al lado de Emily y Eileen. 

Lucas, por su parte, había sido el primero en llegar al Gran Comedor aquella mañana. Charlaba con Albert, cerca de Katherine, Tabatha y Vilma. Anwen estaba tan perfecta como siempre, en su zona y con su típico grupo. Su hermano bostezaba sin parar aquel día. Y Williams estaba al lado de Stana, a quien le preguntaba Roy en aquellos momentos que si estaba bien.

El único que faltaba en aquella gran sala era Max, a quien no se le veía por ninguna parte. Incluso Meredith andaba desayunando, charlando con Teagan.

Justo en ese momento llegó el correo y la cantidad de lechuzas que sobrevolaron las mesas fue incluso más numerosa que en otras ocasiones. Eileen tuvo dos cartas, Emily una, Anwen dos, Williams dos, Vilma una, Meredith recogió las dos de Max, Kegan dos y Tabatha dos también.

Roy estaba serio. Más serio que de costumbre y más aún después de la gran noche que había pasado junto a Anwen. Pero en aquellos momentos estaba centrado en Stana que le respondió con un escueto "bien" a su estado. 

- El profesor Pullap me ha dicho que anoche atacaron a Stana.- informó Roy a Anwen. Ambos eran prefectos y era su responsabilidad mantener el control en su casa y cuidar de los demás alumnos Slytherin.- Morgan y Porcher la encontraron y la llevaron con el profesor.

Antes de entrar al Gran Comedor, y siguiendo las instrucciones de Max, Meredith desilusionó al chico, avisándole de que se diera prisa en lo que fuera porque podría desaparecer el hechizo cuando menos lo esperase. 

Aunque los demás no pudieran verle, Max estaba en el Gran Comedor también. Su objetivo, Anna, charlaba en esos momentos con varias compañeras de Gryffindor.

Correteando por todas partes para encontrar a Aen, había pasado la noche hasta que di con él: estaba tirado en el suelo, inconsciente. Tras mucho lloriquear por todas partes por fin conseguí que me ayudaran a llevarlo a la enfermería. Sin embargo, las dudas siguen volando por mi mente ¿Quién le haría aquello a mi Aengus? ¡Si él era un buenazo!

En el gran comedor, no desayuné nada. Y eso que habían ciento de cosas de mi agrado, pero estaba preocupada y permanecía más callada de lo habitual. Entonces, una lechuza me trajo una carta y yo, con el plato vacío, la cogí y abrí el sobre.

Era una carta escueta pero bien escrita y firmada:

Como ayer huíste no me atreví a volver a acercarme. ¿Cómo estás? ¿Estás mejor? Estuve buscándote hasta que tuve que ir a mi sala común.

Henry Mitchel

El desayuno. Ese momento tan importante del día y con el que recargan las pilas para poder aguantar toda la mañana. Se sirve un buen tazón con cereales variados y un par de tostadas con margarina. También un buen vaso de zumo de naranja para comenzar el día con energía. 

Todo parece estar como siempre... menos Vilma, que parece preocupada por algo. No está en su estado habitual. En ese momento, llega el correo. Ella tiene dos cartas. Normalmente, solo tiene una cada semana y la contestación de sus padres cuando les escribe. Pero esa carta la recibió la semana pasada. Es raro. Pero no le da muchas vueltas. Abre las cartas para ver lo que dicen.

La primera carta es de su madre:

Hola mi hijita,

¿Qué tal? Ya sé que hablamos hace poco, ¡se me olvidó darte una buena noticia! En Navidad se casa tu prima Phoebe. Está muy ilusionada y no para de preguntarme si vendrás. Te adjunto la invitación. ¡Puedes traer a un acompañante! Un abrazo.

Te quiero mucho.

La otra carta era más escueta, pero la letra era muy conocida también:

¡Buenos días! He madrugado para no perder la costumbre de enviarte cartas. Espero que tengas un buen día y que demos un paseo luego.

L

A dos personas de distancia, Lucas miraba a Tabatha, sonriendo.

Me sorprendo mucho ante la carta ¿Por qué no me lo dice a mi en persona? ¡Si estamos al lado! ¿Tanto lo preocupé? Que tierno... Pero no, debe de ser mi enemigo. Aunque... Tan solo estaba hablando con Anwen ¿Por qué no iba a poder hablar con ella?

De su misma medicina, escribo una carta y se la ato a la lechuza para que se la entregue inmediatamente.

Cita:

Al llegar esa mañana al comedor no tardé en empezar a servirme un buen desayuno y llenarme una taza de café, a pesar que nunca bebeía café. Antes de dar el primer sorbo, sin emabrgo, decidí que no era buena idea y dejé la taza frente a Eileen.

- Aquí tiene su café señorita Morgan. - le dije mientras le robaba su taza para llenarla con zumo de naranja.

La chica nueva, Bella, parecía estar haciendo buenas migas con Marian y Beth, lo que era beuna señal. Tenía una media disculpa que ofrecerle, así que cuándo vi un momento de silencio, aproveché para hacerlo.

- Perdona lo de ayer, no se me da bien eso de presentarme como las personas normales. Y a mis amigas tampoco. - añadí mirando a Eileen con una ceja levantada, pues entre ella y Williams me habían dejado una reputación que daba pena frente a ella.

En ese momento llegó el correo, incluyendo una carta para mí. Sonreí sin ni siquiera mirar de quién era. Sólo había una persona que me escribía cuándo estaba en Hogwarts, pues el resto de mis relaciones estaban todas aquí. Escribá poco, siemre estaba viajando y ocpado, pero que de vez en cuándo sacase el tiempo para escribirme decía que le importaba. Abrí el sobre sin perder la sonrisa para leer la carta.

Había llegado el momento. Estaba completamente desilusionado y dentro del comedor con Anna a tiro. Sabía que lo que intentaba era difícil pero al menos tenía el amparo de la desilusión para protegerme en caso de catástrofe. Y el rencor que sentía hacia aquella mujer manipuladora y abusiva era más poderoso que el temor a un nuevo castigo.

Intenté concentrarme y apuntar bien, moví la varita mientras intentaba transmitirle mi deseo de que el hechizo se produjera.

Esto de los hechizos no verbales es difícil...

Apuntó desde el pasillo entre las mesas de Gryffindor y Hufflepuff hacia Anna, pero nada ocurrió. La chica continuó hablando como si nada con sus amigas en una charla más que animada. Y cuando menos lo esperaba... ¡se hizo visible! ¡Qué justo había estado!

Y de pronto... ¡pluf! Max hizo aparición en medio del pasillo entre Gryffindor y Hufflepuff. Algunos, los más cercanos a él, se asustaron y dieron un leve respingo. Otros ni siquiera se percataron, concentrados en sus cosas.

La chica le sonrió de forma amistosa.

- ¡No te preocupes! Me gustó vuestra forma de presentaros.- le extendió una tostada con mermelada con buenísima pinta.- Ten, el pago por si acaso he roncado esta noche.- bromeó.

Beth:- No le des de comer... si le tiendes la mano te come el brazo- bromeó Beth. Estaba de especial buen humor aquella mañana. 

Querida Emily,

Espero que estés bien. Amy me contó lo que hiciste en el colegio también. Me siento muy orgulloso de ti. ¡Has logrado una medalla por los servicios especiales a la escuela! Pocos pueden presumir de ello. 

En cuanto a lo de los Morgan, moví todos los hilos que pude y al final el resultado me parece justo. Al menos están en casa, aunque te seré sincero. Hay algo que me escama en todo esto. Intentaré investigar más a fondo. Además, han comenzado a llegar extrañas amenazas al ministerio. El ministro está preocupado. Le veo pálido y algo ausente. Si esto continúa así pronto habrá una nota de prensa.

Pórtate bien y sobretodo estudia mucho. Es el último año y tienes que dar lo mejor de ti. Nos vemos en Navidad, y ten cuidado.

Te quiere,

               papá

PD: Mamá está de viaje. Irá a no sé qué premios de Oscars o no se qué. Dice que te quiere mucho y que comas saludable.