Adiós infancia... Adiós

Habían pasado dos semanas desde el asalto a la casa donde tenían a Caranta y su posterior ejecución. Era 31 de diciembre de 1929 y faltaban pocas horas para entrar en un nuevo año y dejar atrás la década de los años veinte. El grupo estaba tomando unas cosas en el Scarpato's después de encargarse de un moroso que no quería pagar las cuotas y había obligado a que Amadeo se luciera con los puños de nuevo. 

No había muchas ganas de celebración después de los acontecimientos relacionados con Caranta, y de que el grupo sobrellevara su duelo como buenamente podían. Era tarde y quedaban pocos clientes en el local cuando de repente sonó el teléfono que había tras la barra y Gerardo Scarpato contestó a la llamada, asintió un par de veces y se dirigió al grupo tendiéndoles el auricular. 

—Que se ponga uno de vosotros. 

-Vero? vero? en la noche de Fin de Año?... Grrrr. Puede ir uno de vosotros?- dijo Luigi mirando a su primo y a Sal... -Yo estoy ocupado contando los miles de músculos que tiene Carisi en los brazos-

Posiblemente Bacoli era el menos afectado del grupo por la muerte de su amigo de la infancia. Aun tenia algo de jaqueca producido por la herida de bala en su cabeza, que a su vez fue consecuencia de la traición de Caranta... Y no se lo acababa de perdonar, aun así sentía cierto remordimiento por no haberlo podido ayudar cuando era el momento y evitar que hiciera esa estupidez.

esas Navidades había enviado un buen regalo a su casa. Massería se portaba bien con él y los chicos, si respondías. Tuvieron una buena prima y Bacoli decidió dar buena parte de ella a sus hermanos y de paso que le llegara a su madre...

La relación con ella no era buena, pero era su madre, lo quisiera ella o no... y un hombre debía hacer lo que debía para sacar a su familia adelante...

Con aquel dinero su hermana se aseguraba poder ir a la facultad. A su hermano pequeño le regaló un guante de Baseball y un bate... y además lo llevo a un equipo de barrio, bastante bueno, gracias a algunos contactos, para que el chaval pudiera entrenar...

El resto fue para arreglar un coche que adquirió... El primero que consiguió lo tuvieron que jubilar tras lo de la cabaña, ya que quedó expuesto...

Eh Amadeo, no te gustaría ir al puente de Brooklin y tomarte un par de cervezas allí a la luz de los fuegos artificiales de la ciudad?

Filippo se encontraba rebuscando trocitos de guanciole en sus linguini a la matriciana cuando Gerardo les avisó de la llamada. Ante la negativa de Luigi fue él quien se levantó. 

-Ya voy yo-dijo con resignación-. 

Lo cierto es que era una buena excusa para levantarse y perder el plato de vista. Gerardo Scarpatto bordaba la matriciana, pero aquel día Filippo no tenía hambre. 

Se dirigió sin más dilación al teléfono. 

-Sono Filippo, pronto...-dijo a través del micrófono. 

Algunas noches durmiendo mal, más tabaco y alcohol que de costumbre y un regusto amargo en la boca y la conciencia. Aquello era el bagaje que le había dejado el asunto de Caranta. Eso, y una actitud algo más retraída, si aquello era posible. La vida seguía entre extorsiones, amenazas y saludos de respeto y miradas sobre el hombro.

Y allí estaban de nuevo, en Scarpato's, en Nochevieja. La cosa estaba todavía relativamente tranquila cuando sonó el teléfono. Filippo respondió, y Sal lo miró con ojos expectantes, o tal vez temerosos, mientras encendía el enésimo cigarrillo el día.

La ya familiar voz de Luciano se escuchó al otro lado de la línea cuando Filippo tomó el auricular que le tendía Scarpato. 

—¿Quién eres?... Ah bien. Escucha, ha habido un problema grave. Es Roberto... Le han disparado. Está en el hospital en estado crítico, no sabemos si vivirá —a pesar de lo trascendental de sus palabras su voz sonaba fría, calmada, como era habitual en Luciano—. Id a su casa, el tirador todavía está allí. Ya sabéis que debéis hacer. 

Filippo pudo escuchar una voz de fondo que se dirigía a Luciano para decirle "van a meterlo en quirófano". Y tras esas pocas palabras, Luciano colgó sin dar tiempo a réplica. 

Al escuchar la voz de Luciano un nudo se le hizo un nudo en la garganta a Filippo. Por fortuna, no necesitó decir nada más porque apenas acababa de procesar el mensaje de Luciano, este le había colgado. No pudo evitar sentir cierta satisfacción inconfesable al saber lo acaecido a Roberto. Se dirigió a sus compañeros para ponerlo al día.

-Era Luciano. Le han disparado a Roberto en su casa. Está grave. Luciano dice que el tirador aún sique por allí y quiere que vayamos a encargarnos de él. 

—Me gustan los fuegos artificiales. Suenan como las bombas en la guerra, pero hacen que la gente sonría —dijo, respondiendo a la propuesta de Luigi.

No era muy dado a filosofar, pero las cervezas estaban empezando a hacerle sacar al Platón que llevaba dentro. El recado de Filippo, sin embargo, hizo que la Atenas interior del Gigante ardiese hasta los cimientos, sacándole de su embriaguez.

Se crujió el cuello, atemorizando a algunos parroquianos que aún seguían pegados a sus bebidas.

—Bueno, otra ocasión de lucirnos, supongo.

Algo había entendido directamente del auricular (lo esencial), y la explicación de Filippo terminó de completar una información que puso en alerta a Sal. -En todo esto hay algo muy raro... -musitó a sus compañeros. Todo era raro: la traición de Caranta, que no se le iba de la cabeza por más que se esforzaba en pasar página; ahora el atentado contra Roberto, que maldita fuera su estampa, pensó el jugador, si no tenía alguna relación con lo anterior. Y ese no era el estilo de los federales... Alguien estaba ocultando algo a alguien, y a Marrone le temblaba el espinazo al sospechar que él estaba entre los segundos. Algo de lo que podría depender su vida y su muerte.

-¿Alguna idea de cómo vamos a hacerlo? -dijo mientras salían de Scarpato's. Había encendido otro cigarro con la colilla del anterior. -¿Sabéis dónde es, cómo llegar y por dónde acceder? ¿Necesitamos ir a por alguna... herramienta?

Filippo tomó la pregunta de Marrone y se dispuso a contestarla.

-Si es un francotirador, se habrá apostado en algún edificio cercano. Buscaría un punto elevado desde el que observar y me iría moviendo de uno a otro intentando averiguar desde dónde disparó. Pero no debemos pararnos demasiado. Va a ser difícil que siga allí para cuando lleguemos pero las órdenes que tenemos son esas y no debemos descartar ninguna posibilidad ¡Venga, vamos!

Tal y como decía Filippo, no había tiempo que perder. El jefe se lo había encargado a ellos y sabían perfectamente que si en un par de horas no estaba solucionado llamarían a un segundo grupo que iría a rematar la faena y eso les dejaría en una posición muy difícil delante del Don y los demás jefazos. Por fortuna la casa de Roberto no estaba demasiado lejos, apenas a cinco minutos de Scarpato's. 

El edificio de Roberto Masseria era una bonita casa de dos plantas con un pequeño jardín en la parte delantera y una valla en la parte posterior. Era una casa bonita, con un tejado que según se decía habían traído las tejas desde la misma Sicilia. Una enorme puerta les aguardaba en medio de una paz en la que no pareciera que hubiera ocurrido ningún intento de asesinato, a juzgar por la tranquilidad que se respiraba. 

A diferencia de Filippo, Sal opinaba que el asesino podría estar en la casa. También hizo notar otra cosa que no le cuadraba: cómo sabían sus jefes que el tirador seguía allí? Así que llegó al lugar nervioso, mirando a todas partes en busca de amenazadores brillos de arma de fuego, amenazadoras cortinas ondeando en ventanas abiertas, coches sospechosos con gente todavía más sospechosa dentro, de otra gente merodeando por la zona con aire... Sí, sospechoso también. Y amenazador.

Toda precaución le parecía poca, y se mostraba renuente a entrar en la casa de Roberto Masseria, como si la puerta le pareciera una gran boca siniestra dispuesta a engullirlo para siempre.

Muchachos, esto me huele mal... Me da a mi que tenemos un "topo" de cierto rango en la Familia... Si no como se entiende que primero pillen a Caranta haciendo el canelo, luego Roberto sea cazado en su propia casa por un franco tirador?

Si eso fuera fácil, a día de hoy Massería sería un simple recuerdo y su enemigo de siempre el "señor" de la ciudad, o viceversa...

Podemos caer muchos hombres de ambas familias, pero los Dones, no suelen exponerse de esta forma...

Mirad, pienso que nosotros somos excesivamente prescindibles, usables y sacrificables, y que esa gente sin escrúpulos, no dudarán en meternos en un berenjenal.

Para nuestra desgracia ninguno tenemos suficiente inteligencia como para buscar la formula que nos salve el culo...

Me atrevería a decir que Caranta tenía más utilidad que nosotros, y mirad donde está ahora... Y aquí estamos un mecánico, un aprendiz de Carnicero, un jugador y un púgil que está lejos de disputar un campeonato nacional siquiera.

Deberíamos porfiar de todos y de todo, y buscar detalles que nos revelen que esta ocurriendo y quien está detrás de todo, y hacerlo rápido o la mierda nos va a llegar al cuello en poco tiempo...

Tampoco destacaba el grupo por sus habilidades con las armas, así que un enfrentamiento directo nos llevaría al agujero irremediablemente. Carisi era bueno en lo suyo, ciertamente, pero no era mejor que una bala en la cabeza... y ni todo el coraje de Luigi podrían detener a un asesino profesional... Quizás Sal, tendría una posibilidad de escurrir el bulto y huir a otra ciudad lejos de aquí, pero también eso era dudoso... Por último, Filippo, joven e inteligente, comprometido con la causa, pero muy verde y honorable para salir bien de esta...

Mierda chicos, si podemos hacernos con ese tipo, no lo matéis, vamos a arrancarle todas las uñas hasta que cante... Quiero saber quien narices le ha pagado por su trabajo y como a obtenido el chivatazo, lo entendéís? nos va la vida... o jugamos con un paso por delante o no nos irá mejor que a Caranta!!!

Deberíamos ir a por algo de equipo... 

Carisi asintió.

—Mi general decía que a veces el enemigo usaba "cabezas de turco" para que ignorásemos el peligro real. Caranta pudo ser precisamente ese chivo expiatorio para evitar que pillásemos al topo de verdad. Si es como sugieres, Luigi, será mejor que nos cubramos bien las espaldas, sí.

Si había algo que el gigante odiase con todo su ser era el politiqueo y las mentiras. Él era un hombre sencillo que iba de frente. ¿Para qué enmarañar un asunto cuando podías resolverlo con un directo a la mandíbula?

-Obviamente llegar hasta Caranta no podía ser tan sencillo. Pienso como tú, primo, que tiene que haber alguien más y esto solo alimenta esa idea. Pero será mejor que nos mantengamos a cubierto. Si hay un francotirador, a poco que nos acerquemos quedaremos expuestos. 

Filippo revisó de lejos los edificios colindantes pensando cuál podría ser la opción mejor para plantar un francotirador para disparar contra la ventana de Roberto. Desde ese lugar como poco, podrían ver el interior del apartamento sin exponerse. 

Acudieron al lugar con la mosca detrás de la oreja, preocupados por si estuvieran cayendo en alguna especie de trampa. A poco que pensaban sobre las circunstancias en las que se estaban viendo envueltos, todo les parecía demasiado raro y extraño como para que fuera trigo limpio. La idea de que se estaban metiendo en una trampa circuló entre las diferentes cabezas. Pero apenas había tiempo que perder, tenían que llegar cuanto antes a la casa de Roberto y encargarse de aquel asunto. 

Sal echó una ojeada a toda la calle, muy atento a lo que pudiera relevar cualquier mínimo detalle. A esas horas, los vecinos se encontraban terminando los preparativos para las fiestas navideñas o habían salido a cenar a casa de sus familiares, por lo que en el exterior de las casas, en aquella calle principal, todo estaba tranquilo y sumergido en una calma que les ponía incluso más nerviosos. Sal se percató que las luces de la casa de Roberto estaban encendidas, pero por lo demás todo estaba normal, no parecía que hubiera nadie apostado en una ventana con un rifle esperándoles ni nada semejante. Los coches aparcados en la calle estaban vacíos, no había nadie sospecho circulando por allí, todo era normal.

Chicos, deberíamos comprobar sitios altos que rodeen la casa... y vigilar desde allí.

Otra cosa, no pensemos solo en coches... Un asesino con sangre fría podría largarse sin llamar mucho la atención en una simple bicicleta.

Otra cosa, me imagino que Roberto puede tener telefono en su domicilio... Podemos hacer una llamada desde un bar para ver que o quien contesta?

También se me ocurre que podríamos cortar la luz de la manzana. Eso ciertamente nos complicaría una búsqueda, pero si alguien nos espera, tampoco nos verá... Y los que jugamos con desventaja somos nosotros... igualar la balanza me parece inteligente... En el maletero tengo unas herramientas y mi escopeta...

Alguna otra idea? Ya visteis que la entrada directa, no nos fue muy bien cuando lo de Caranta...

Salvatore miró a Luigi de hito en hito cuando mencionó la bicicleta. Desde luego, el mecánico nunca dejaba de sorprenderle...

-¿En bicicleta? Si se larga, como si lo hace a la pata coja; ¡a mí lo que me preocupa es que nos espere! -dijo, entre sicilianos aspavientos. -Pero si nos espera subido a una bicicleta con una escopeta en la mano lo veremos, si es en un coche, no; pero no es el caso, así que da igual.

Volvió la mirada a la ventana del palacete Masseria antes de continuar.

-Lo que sí es buena idea es lo de llamar por teléfono... Eso sí, pensemos algo que decir, no vaya a ser que nos respondan, que podría ser. Lo de cortar la luz me parece más complicado, a lo mejor porque no entiendo de esas cosas... ¿Tú te ocuparías, Luigi?

La mirada en la ventana, de nuevo. El jugador dudaba, dudaba...*

Filippo seguía dándole vueltas al asunto y no le acababa de encajar. Era todo muy extraño. Un asesino que se quedaba en el lugar del crimen más de la cuenta, un jefe que contaba con ello...¿Por qué?

-A ver...si fuese un simple asesino, se lo habría cargado y se habría marchado. Si sique aquí es porque quiere algo más. Algo que hay en el piso de Roberto. Y sospecho que Luciano sabe qué es. Si no ¿por qué habría de quedarse?¿Y porqué Luciano sabía que se quedaría? No tiene ningún sentido. Cortar la luz y entrar en el piso con linternas quizá sea buena idea. Lo de llamar,...bueno, por probar lo que sucede. Venga, empecemos por ahí. 

Si supongo que me encargaría yo, Sal. Una cosa es arreglar y otra romper, jejeje. Lo segundo es mucho más fácil. Supongo que cortando unos cables o algo así será suficiente, pero hay que acercarse a la caseta del transformador general y entrar, o abrirlo... y para eso si necesito a un especialista... Esa maldita cerradura...

Bien, luego debemos usar linternas, pero vigilad, seremos un blanco fácil si las encendemos, asi que hay que hacerlo con vista...

Cierto, si llamamos debemos pensar en algo, o directamente escuchar y luego colgar sin decir nada... No sea que nos reconozcan la voz...

Bien, nos dividimos en dos grupos, o vamos todos juntos? Yo creo que mientras yo y el que abra la puerta de la caseta, vamos a ella, los otros dos deberían controlar la zona y nuestra espalda... Y recordad, un rifle produce destellos, asi se averigua porque zona está el franco tirador, verdad Carisi?

Venga vamos!!!

Luigi propuso un par de ideas sobre cómo proceder a continuación: llamar por teléfono era una y reventar la luz de toda la manzana era otra. Las casetas de los transformadores estaban bien protegidas, pues no serían los primeros en querer hacerle una faena así a la corriente del barrio o manipularla para robar electricidad o cualquier cosa del estilo. Por eso los candados que custodiaban aquellas puertas eran gordos y de buen calidad. 

La llamada la pudieron hacer desde una cabina pública que había no muy lejos de allí. Pidieron a la operadora que les pusiera con el número de Roberto Masseria y en unos segundos la línea estaba dando tono. Sin embargo, nadie cogió el teléfono en todo el rato que estuvieron a la espera.