Partida Rol por web

Luigi llegó a unos 3 metros de la tienda por la calzada de la calle, dio un volantazo y encaró el morro del coche al interior de la tienda. Dejó de dar gas con lo que la inercia del propio vehículo lo llevo al interior.

Por unos instantes pensó en darle rienda suelta a todos los HP de aquel motor, pero recapacitó. A parte de los daños que pudieran sufrir el y su primo, había demasiado peligro de llevarse por delante alguno de sus dos colegas, sin olvidar al pobre Genaro... Sin duda eso, les daría una oportunidad a los tipos que invadieron su territorio, pero confiaba en que el salto de cristales, y volar de cajas de fruta o quizás alguna estantería que estuviera mas en el medio, dado el desorden, llevara instintivamente a esos tipos a esconderse y cubrirse momentáneamente. Tiempo que esperaba fuera suficiente para que sus compañeros se subieran al coche, o al menos a los estribos del mismo.

Haz fuego de cobertura, pero agacha la cabeza Filippo, que aquí las tortas son del calibre 38 y si te estropean tu cabeza dura, no podré repararla como a un coche.

El mismo Luigi, una vez encarado el coche, se ladeo para salir de línea de tiro franco, mantuvo embragado el coche y dejó puesta la marcha atrás, mirando de dejarlo todo listo para salir cagando leches de ese maldito local.

Venga venga, saltad al coche, al estribo o entrad, rápido, joder!!!! Vaciar los cargadores que no asomen su sucia cabeza...

Filippo hizo lo propio. Mientras que Luigi se abría paso a través de la tienda, disparaba tiros por la ventanilla intentando ya no dar, sino al menos causar dificultad a aquellos entrometidos para que no pudieran evitar que recogiesen a sus compañeros y salieran de allí quemando rueda. Dada la situación, parecía lo más aconsejable. 
 

La locura desatada en la frutería Schilliamini continuaba in cescendo conforme pasaban los segundos. Enzo cogió las botellas y las abrió para que la mezcla comenzara a humear y las lanzó por el suelo de la tienda para cubrir mayor espacio. En cuestión de segundos una humareda tóxica empezó a cubrir todo. Enzo agarró de la pechera a Genaro sacudiéndolo para hacerle entrar en razón, pero el frutero estaba totalmente ido. Tuvo que tirar de él para sacarlo de allí.

De pronto, la cristalera reventó y el coche de Bacoli hizo su entrada estando a punto de atropellar a Enzo y Genaro, quienes se dirigían hacia la salida. Afortunadamente Luigi pisó el freno justo a tiempo. El impacto contra las cristaleras y los soportes de madera de estas hizo que Filippo se llevara un buen golpe en el costado, nada grave. Luigi, tras el frenazo se dio con el volante y estuvo a punto de dejarse los dientes allí, aunque por fortuna no tendría mayores secuelas que un buen moretón en la cara.

Filippo abrió fuego de cobertura, que junto a la estampida y el humo que empezaba a cubrir el loca, hizo que los matones se agacharan tras el mostrador y no dispararan en esta ocasión. Luigi se desgañitaba gritando a Enzo y Sal para que subieran al coche.

El estruendo del coche de Luigi destrozando la cristalera sobresaltó a Sal más que nada hasta entonces. Al oír que llamaba a Enzo se incorporó y se apresuró, sin dejar de apuntar hacia el mostrador, a meterse en el coche; iba a elegir el asiento trasero, pero finalmente optó por dejárselo a Enzo, que parecía arrastrar a Genaro hacia allí, y se sentó al lado de Luigi, tieso como un palo, el brazo derecho levantado con el arma todavía encarada hacia los matones que se ocultaban a pocos metros. Las botellas soltaban grandes fumarolas y el aire empezaba a hacerse irrespirable. Se subió el pañuelo hasta el puente de la nariz con la mano libre.

La mierda de las botellas hacía algo. Más que humo negro, eran una especia de columnas de neblina de esa transparente, como cuando hace mucho calor en verano y a lo lejos el asfalto se desdibuja. Empezaba a escocer respirar. Por suerte, cuando giró la cabeza hacia delante lo vio venir...

¡¡CATACRAM!!

El marco de la puerta se partió en dos, los faros de un turismo con un lado descuajeringado le pasaron por la izquierda junto con una lluvia de cristales, melocotones y cajas. Le dio el tiempo justo para agarrar a Genaro del pantalón y quitarse del medio echándose echándose sobre unas bolsas de manzanas. Desde el suelo vieron a través de la ventanilla cómo, en el frenazo para no llevárselos por delante, Luigi se comía el volante. No pareció inmutarse y sacudiéndose la ostia en un vuelo, se puso a hacerles gestos. Enzo sonrió viendo a los primos, y se permitió echar una ojeadita de puro sadismo hacia mostrador ¿os gusta? hijos de mala madre. Por suerte en ese mismo lado Filippo disparaba a lo loco, y Sal ya aparecía por el otro. Aprovechó el infierno desatado los Bacoli para abrir la puerta trasera y empujar a Genaro dentro. Con el traje lleno de cristales y despeinado - cof  subió al estribo, agarrando el marco de la ventana pasando el brazo izquierdo dentro. En cuanto Genaro metió medio cuerpo, grito Fuera ¡FUERAAA!. En el derecho, qué colgaba pegajoso y un poco demasiado suelto, sujetaba un revolver empajado de sangre.

Cuando Luigi, vio como todos estaban en el coche, más o menos, y oyó la voz de Enzo dándole aviso de que le diera caña. aceleró, y soltando el embrague, empezó a recular, ya que la marcha atrás ya la había dejado puesta para no perder tiempo.

Lo suyo era correr, y por todos los ángeles, arcángeles, querubines y serafines que eso iba a hacer... 

Vámonos de aquí...disparad zafarrancho.

El mismo saco su lupara por la ventanilla y descerrajó un disparo, no pensando alcanzar a nadie. Su concentración era con el volante, pero igual eso haría pensárselo dos veces a esos matones, antes de asomar la cabeza, que eso te la volaba si te alcanzaba.

A filippo le dolía considerablemente la contusión debida al choque, pero se aguantó el dolor y se incorporó. 

Ahora con más decisión, asomó el brazo por la ventana para disparar al enemigo más cercano, intentando dar cobertura a Enzo y Sal.

-¡Vamos, vamos, vamos! ¡Figli di puttana!

Se escucharon más disparos mientras Enzo metía a Genaro en el coche y Luigi ponía marcha atrás para salir de allí pitando. Algunos los disparaban ellos, con Filippo cubriendo la retirada, y otros los disparaban los matones desde el otro lado del mostrador, sin apuntar si quiera. El humo y la situación tensa hacían que los disparos no encontraran objetivo y las balas se estrellaban contra la madera, la pared, el techo o atravesaban lo poco que quedaba ya de la cristalera.

Cuando todos estuvieron dentro del vehículo, Luigi salió a toda pastilla de allí, con intención de poner la mayor cantidad posible de tierra entre ellos y los matones. Entre tanto, don Genaro Shilliamini iba en el asiento de atrás, mirando por la ventanilla trasera hacia su negocio destrozado, lloriqueando y lamentándose de lo que acababa e ocurrir mientras perjuraba y recordaba a todos y cada uno de los familiares de todos los implicados en aquel destrozo, tanto los matones como ellos.

-¡Figli di puttana! ¡Hai distrutto il mio negozio!¡Questa è la mia rovina! - Se lamentaba sollozando el frutero.

Como no podía ser de otra manera, el tiroteo había alarmado tanto a los transeúntes y vecinos, especialmente después del alunizaje del coche, que alguien llamó a la policía. Escucharon la sirena desgañitándose todavía lejos de allí, pero cada vez más cercana.

Deje de llorar como una plañidera Genaro. Era su negocio o usted, y veremos si llegamos a ayudar a su familia, y al cabezón de su sobrino!!! Y como siga mentando a mi santa madre quien le va a descerrajar un tiro en la puta cabeza seré yo mismo, maldito desagradecido!!! 

Porque cojones he de jugarme yo la vida por un frutero cobarde, llorica, que solo tiene agallas para ir insultando.

Bueno hay que coger alguna calle secundaria y salir de esta zona antes de que llegue la policia.

Alguna idea? Como va ese brazo Enzo?

Yo abogo por ir a mi taller, dejar este coche, que me va a dar mucho trabajo para dejarlo arreglado, curar esa herida y ir lo antes posible a ver a Luciano o a Joe Masseria. Esto no era lo que nos dijeron y creo que no somos quienes debemos de encargarnos, sinceramente, pienso que hemos hecho más de lo que cabría esperar de nosotros.

Luigi giró por una calle detuvo el coche momentáneamente para que Enzo pudiera entrar y sentarse.

Que alguien le cubra con un pañuelo esa herida o vas a teñir toda la tapicería de sangre, por favor.

Mentalmente Luigi se concentró y empezó a callejear de forma y modo que se apartó de las avenidas principales, sin dejar de moverse. La policía iría por las grandes avenidas y solo se distribuiría buscando por las callejuelas, una vez supieran que había ocurrido, y con suerte, si pillaban a los matones, dejarían de buscarles a ellos, sobre todo si podían darparte a los "jefes" para que tocaran las teclas necesarias de la comisaría.

-Mira viejo, si hubieras dicho la verdad desde el principio, esto podría ser muy diferente. Tendrías tu mano y tu negocio enteros y podríamos haberle tendido una trampa a esos gorilas. Eliges mal a tus amigos y peor a tus enemigos. 

Filippo escuchó la sugerencia de su primo.

-Sí, tira. Hay que sacar de la vista este coche. Alguien pudo dar la descripción. Luego iremos a hablar con el Don. 

-No corras mucho, Luigi. No queremos llamar la atención.

La voz de Sal sonaba débil, algo más ronca de lo habitual. No reaccionó a los gritos de Genaro. Sería que podía entender al hombre. Sólo miró un momento al asiento trasero a Enzo, a su brazo. Posó torpemente el revólver en el regazo y se encendió un cigarrillo. Le costó. Pudieron ver que le temblaban las manos.

Miró a su izquierda, a Luigi, cuando mencionó su taller como destino. Podría resultar comprometedor para él, pero lo cierto es que probablemente no pudieran seguirles la pista hasta allí. Asintó de manera casi imperceptible, como desentendiéndose.

Se quedó quieto, mirando por la ventanilla largo rato, callado. La tensión del momento se iba difuminando y daba lugar a un tremendo cansancio.

-Creo que lo he matado.

No, nada de correr. Llegar al taller con tranquilidad, y después tapar el coche con una lona. Mañana me pondré ha repararlo y adecentarlo.

Oye Sal, ninguno quería esto, pero ya os dije que nos metíamos en una liga que no era de nuestro nivel. No te culpes de lo que no te culpa ninguno. Eras tu o el, o debería decir ellos o nosotros... Y a partir de ahora deberemos mirar hacia atrás, porqué vendrá alguno con malas intenciones, para vengar a esos mierdas...

Pero este es "nuestro barrio y nuestra gente", y creo que no ha de venir gente de fuera a jodernos. Sí, hiciste lo que debías, sin duda, todos lo hicimos excepto el viejo.

El tono de Luigi era tranquilo, el susto iba pasando y todo parecía volver a estar bajo control. Al menos por el momento.

Se agarró cómo pudo a la ventana y en medio de los tiros y el movimiento, un madero casi le levanta la frente. En la calle, pudo ver gente en los balcones, otros mirando por las ventanas. Luigi paró un segundo a 20m de la frutería. Lo justo para meterse atrás cerrando la puerta. Genaro seguía con las manos en la cabeza mientras Enzo ponía la parte de atrás hecha un Cristo. Se quitó la americana.  La manga entera de su camisa blanca estaba pingando, desde el puño hasta el antebrazo, y el puto frutero seguía lamentándose como si él fuera un pobre hombre inocente. Ya está bien Genaro, has hecho suficiente. Fottuto coglinone, codardo... le puso la palma de la mano ensangrentada en el lateral de la cara apartándolo... di merda. AaaAaAAaaaahhh. Levantar el brazo le causaba un dolor insoportable.  

Esss... una mueca de dolor... tupendo ¿a ti que te parece? respondió a Luigi con sorna quitándose la americana como pudo. Verse el brazo no ayudó en absoluto. Tenía un buen destrozo y tonalidades de sangre que no había visto nunca. Enrolló la camisa. - Ayúdame, le dijo a Filippo mientras se la anudaba en el brazo. Hizo lo que pudo y mirándolo con un gesto entre dolor y de miedo puro y duro - Aprieta, ¡aprieta joder!, y tiró de su lado. GGMMMMMMMMMAAAAAAAAAA. fff resplobaba fff. Al acabar se peinó con las manos en un acto reflejo, dejando una marca de sangre en la cara y se dejo caer, exhausto. Unas callejuelas más adelante, dejaron de oír tanto jaleo. Parecía que habían salido de ahí. Luigi intentaba recapitular y animar, a su manera, a Sal, para quien todo parecía transcurrir demasiado deprisa. - No empieces a dar lecciones ostias... dijo en su dirección entrecortado y medio sonriendo, sin energía para discutir. Se incorporó en camiseta interior, sudado y tan blanco como sus tirantes. - Vamos al a taller. Si la llevo dentro... me vais a tener que llevar a Scarpatto’s para que la saque uno de los suyos*, pero... respiró... antes... se echó en el asiento. Aaaahhiimmm... hay que hablar con este, y ver qué cojones queremos hacer. le dio una palmadita a Genaro en el pecho, y cerró los ojos para engañar al dolor... ahora si que lo vas a contar todo Genaro, ¿eh? ¿si o no?

Las sirenas de la policía hicieron reaccionar rápidamente a Luigi que dobló en el primer cruce y empezó a callejear para alejarse de las avenidas principales por las que la policía iría. Habían liado una buena, no cabía duda de ello. La frutería necesitaría grandes arreglos, y don Genaro no tenía dinero suficiente para acometer la reforma. Sí tenía una gran deuda con Don Massería, y temía que lo sucedido le hiciera contraer otra con el tal Verocchio. Su cara de preocupación lo decía todo. Sentía que era hombre muerto. Y le preocupaba que su familia corriera su misma suerte. Apenas reaccionaba a las palabras y empujones que Enzo le daba.

Luigi conducía despacio para no llamar la atención. Eso logró que pasaran desapercibidos, pero también que el viaje se les hiciera eterno, especialmente a Enzo que perdía gran cantidad de sangre en el asiento trasero y se sentía más débil por momentos. Sal se sumía en sus pensamientos, percatándose de que era probable que el tipo al que había disparado estuviera muerto. Filippo y Luigi mantenían el tipo con la adrenalina todavía palpitando en sus sienes. Luigi tuvo que hacer un esfuerzo para no pisar el acelerador a tope, pero finalmente lograron llegar al taller del mecánico sin ningún percance.

Muchachos, en el baño hay vendas y material para desinfectar heridas. No es la primera vez que me sajo un dedo con algún hierro de un coche viejo. Vamos a hacer una primera cura para desinfectar y limpiar. Luego hay que ir a ver a un doctor, pero no puede ser el hospital. Demasiadas preguntas. 

Ideas?

Yo creo que podríamos ir a la consulta de Don Alessandro Dante. Ese hombre no hace preguntas, queda cerca, y este brazo necesita un remiendo más rápido que tarde, o necesitaremos pintura para darle color al pobre Enzo.

Don Genaro, no se mueva, por su bien. Y no piense en la frutería carajo!!! Está vivo todavía, ya veremos como se arregla todo esto.

Esto te va a escocer Enzo, lo cual no es mala cosa, quiere decir que estás vivo chico. No conozco muertos que se quejen... Toma por si quieres morder algo...

Luigi le dio unas gasas para que se las pusiera en la boca y mordiera.

Bien, si no hay mejores ideas, por mi, podemos llevar primero a Enzo al doctor, y luego ir a dar parte a Luciano o al Big Boss, con el viejo Genaro y apoyar su versión de la extorsión recibida.

A falta de la protección que no recibió, se ha visto envuelto en las circunstancias actuales. Igual con suerte Joe Massería tiene a bien ayudarle a reconstruir su tienda y condonar la deuda. No se...

Luigi hablaba de pie hacia todos lados, moviendo cosas de un sitio a otro. Sal se había sentado en una mesa cabizbajo, a dos sillas de Genaro que miraba al suelo, en estado de shock. Parecía un saco inerte de arena, o grasa.

Muchachos, en el baño hay vendas y material para desinfectar heridas

Enzo se echó en una silla pequeña tapizada con un par de almohadillas rojas, como las del teatro, en medio del pasillo de la parte de atrás que daba al baño. Era pequeño y parco, pero limpio. Bajo una luz eléctrica, Filippo rebuscaba en los cajones. Apareció con una botella de cristal y unos paños. - aaaaahhhhhh, Enzo se aflojo el nudo de la camisa... y un hilo de sangre empezó correr por una herida negra, circular. La sangre seca ahora dejaba ver bien el orificio de entrada. - Echa, echa, le dijo a Filippo... ¡ossssstiAS! Al colocar un paño limpio en la parte posterior no encontró uno igual. Les iba a hacer falta ayuda. – mierda... ¡No ha salido! gritó hacía el otro lado de la sala

Yo creo que podríamos ir a la consulta de Don Alessandro Dante. Ese hombre no hace preguntas...

Con el brazo limpio, en cabestrillo y envuelto en dos paños apretados, se acercó a la zona de las herramientas, donde había una mesa larga y maquinaria con planchas. Luigi seguía hablando con Sal y Genaro.... eh, eh para el carro, que es eso del Doctor Dante… ¿no será un cuchitril de esos baratos que te gustan a ti eh? No me jodas... los miró con inquietud... uno del Scapatto’s... oye, no jodáis eh... imploraba, mirando de uno a otro asustado y lleno de dudas.

… A falta de la protección que no recibió, se ha visto envuelto en las circunstancias actuales. Igual con suerte Joe Massería tiene a bien ayudarle a reconstruir su tienda y condonar la deuda. No se...

Se giró a recoger una silla y vio las estrellas. agff... me cago en la mía mammma, dijo apretando el puño. Mi danno por culo, andiamo... hizo una mueca sorda, apretando los dientes mientras pasaba, vai, andiamo al Dante, al que sea*... pero espeta Luigi, haz el favor ¿qué dices de hacer con él? ¿queréis llevarlo a Lucky, así por las buenas? preguntó mirando primero a Sal y Filippo que ya se sentaba a su lado, y luego a su izquierda, donde Bacoli se apoyaba en el vehículo cubierto con una lona marrón ¿estás seguro? Como os pasasteis el plan... respiró hondo, estaba cansado, así que fue al grano... no sé que ostias os ha contado o que está pasando aquí dijo mirando a Genaro y dandole un toquecito ¿me lo puede explicar? ¿quién cojones eran esos tipos Genaro? usted ha estado pagando a un tal Verrochio ¿no? ¿desde cuando? ¿por qué? preguntó mirando a los otros, y luego al frutero otra vez, ¡eh! le llamó suavemente la atención. ¿por qué no se lo ha ido a explicar a Luciano? Mire, somos la única razón por la que sigue vivo, le dijo amigablemente, pero si quiere que le protejamos a usted, y a su familia, es el momento de ser honesto. Callar no le ha venido bien, y bueno, las cosas siempre pueden ir a peor.

Una vez en el taller, ocupando una silla desvencijada y mugrienta y encendiendo un cigarrillo tras otro, Sal obervaba la escena. Genaro estaba abatido, se consideraba un hombre acabado. Puede que no le faltara razón. Filippo parecía ausente, sin soltar palabra, sin hacer un gesto, como un maniquí, desde que todo había terminado. Luigi se esforzaba por atender a Enzo, que aullaba como un gorrino el día de San Martino. Contra todo pronóstico, sonrió. Ver a aquellos dos colaborando le alegraba de verdad. Sólo había hecho falta una herida de bala.

-Dante, Dante... no me suena. Se esforzaba por hacer memoria, y se vanagloriaba de conocer bien la calle, pero finalmente se dio por vencido; no sabía de ningún matasanos de confianza (por su capacidad facultativa y por su discrección de cara a la bofia) a una distancia asumible. Se encogió de hombros. Le pareció buena opción. Mejor, seguramente, que un camino incierto hasta Scarpatto's, donde difícilmente tendrían un médico de guardia preparado para socorrer al primer matoncete herido que se presentara.

Pero sí reaccionó cuando Luigi habló de llevar a Genaro ante Luciano.

-¿Estás loco? -le espetó-. Si quieres también le hacemos un recorrido turístico y le presentamos a sus amistades. No, no creo que... bueno, que al jefe le parezca bien que le llevemos a Genaro a su... casa.

Enésimo cigarro. Se frotó los ojos enrojecidos. -La información de hoy es importante para Lucky, seguro; pero a la larga querrá cobrar igualmente lo de este. Lo que tenemos aquí es un aplazamiento, en el mejor de los casos. En el peor, puede que nos toque a nosotros apechugar con la gentileza.

Hablaba como si Genaro no estuviera allí; o creía que no se enteraba de nada, o no le importaba. Miró a enzo y se dio cuenta de que no se había enterado bien de toda la historia. Le hizo un resumen.*

-Parece que hay un nuevo gallo en el corral. El tal Verrocchio. Quiere proteger a Genaro a mitad de precio, el hijoputa. Aquí nuestro frutero dice que quería pagar a todo el mundo, a ese hijoputa y a don Masseria. Lo que todavía no he entendido es por qué te revolcaron el local, Genaro, y le untaron el morro a tu sobrino, ¿no pagaste? Ni por qué volvieron cuando estábamos nosotros allí.** ¿O es que hiciste un trato con ellos para montar un pequeño paripé y jodernos bien? No hay problema, viejo, ya nos enteraremos.

Se calló las sospechas de Luigi; no era bueno airear esas cosas ante Genaro. Calada tras calada, Sal recuperaba la sangre fría. Se colocaba el traje y se atusaba el cabello. Se pasó la mano por la cara, notando la barba que despuntaba. Seguía habiendo una sombra en su mirada, pero parecía pensar con lucidez. Tampoco tenía claro cuándo habían entrado en la frutería aquellos tíos; debió ser después de que dejaran Gino's tras el rifirrafe con Luigi, o algo hubieran notado (o no).

-¿Os parece que nos dividamos? Alguien acompaña a Enzo a ver a ese Dante, otro se queda con Genaro aquí, y otro va a contar al jefe lo sucedido.

Lo cierto es que Filippo estaba moderadamente satisfecho de como había salido aquello. Había sido un desastre, pero habían salido con vida y por momentos, llegó a temer que eso no fuera posible. Y nadie podría acusarles de haberla cagado porque su encargo era inviable. 

Más tranquilo, en el taller de Luigi, pudo analizar la situación en retrospectiva. Había muchos cabos sueltos en todo aquello y no acababa de fiarse de Luciano. 

-Estoy de acuerdo en la primera parte. Primero debemos lamernos las heridas, no vayan a ir a peor. Luego...no sé si sería conveniente ir a Luciano o a Maseria directamente. O quizá a Frank Costello. Pareció muy razonable cuando hablamos con él. Si ésto es una jugada de tapadillo de Luciano por menoscabar el poder de Maseria, igual irle a él con el cuento podría ser contraproducente. Él seguramente nos podrá orientar. 

eeeeeco… eco… asentía a los comentarios de Marrone argumentando que el frutero era mejor tenerlo guardado. Miró a Filippo de soslayo cuando, como su primo en la frutería, volvió a enmiendar al jefe delante de extraños.

Vero Sal, mejor no ir de paseo ¿eh Genaro? y se piensa usted bien la respuesta a que hacían otra vez esos tipos ahí a la hora del cierre mientras le damos parte al jefe. Frank, Luciano o quien sea ¿eh? La historia es sencilla, un grupo de hijos de puta estaba extorsionado a Genaro y nos ha tendido una emboscada. Le hemos jodido, y sacado a Genaro de ahí.

Si esperamos a la noche, lo mismo puedo acompañaros Scarpatto’s dijo con un gesto de circunstancias.  Me gustaría verles la cara* Hizo un gesto quitándole importancia con la mano... pero vete a saber. Si no, me parece bien dividirnos Sal. ¿ese Dante donde está? le dijo a Luigi ¿hace falta transporte no? de paseo no sé yo.... con esta pinta... sonrió de forma un poco mórbida, en camiseta interior, con el brazo envuelto y muy mala cara

Don Genaro alzó las manos en un gesto defensivo y se encogió asustado cuando Enzo le dio el toquecito. No fue un toque muy exagerado, ni nada que pudiera hacerle daño al frutero, pero el hombre estaba asustado y se esperaba que después de ese toque viniera un puñetazo directo a la mandíbula o alguna cosa peor. Después intentó responder a las preguntas de Enzo olvidando que el músico no había estado presente cuando le explicó lo ocurrido al resto.

-¡Ya os dije la verdad! Esos cuatro de antes vinieron la semana pasada a mi tienda y me dijeron que trabajaban para un tal Rodolfo Verocchio. Me dijeron que si seguía pagando las tasas de protección de Don Masseria en lugar de a ellos matarían a mi familia y a mí. Me ofrecían pagar la mitad que a don Masseria, pero no les pagué por eso. Tuve que hacerlo, tenía miedo por mi familia y... al final les pagué. Pero no quería traicionar a Don Masseria, ya os lo dije, yo quería pagarle a él también. ¡Nunca me he saltado un cobro, maldita sea! Pero, joder, no tengo tanto dinero...

Sal intervino contando parte de aquella historia y recordando que Enzo no había estado presente cuando Schilliamini se lo contó a ellos. Aún así dejó caer la insinuación de que don Genaro podía estar conchabado con los cuatro tipos de Verocchio, algo que al frutero pareció ofenderle enormemente. 

-¡Questo è falso! Esos hijos de puta vinieron esta mañana y me dijeron que me habían visto hablando con vosotros. Y que para que no me olvidara de que ya no le tenía que pagar a don Masseria le dieron una paliza a mi sobrino. ¡Si han vuelto a aparecer es porque os han visto a vosotros de nuevo! ¡Oh, Madonna! ¡E ora il mio fruttivendolo è finito!

Sobre las sospechas de Filippo de que Luciano podía estar detrás de todo eso, el frutero no quiso opinar. Bastante tenía con la situación actual como para que además le acusaran después de decir que Lucky iba organizando asaltos contra los negocios de su propia familia.