Partida Rol por web

Tras descansar un rato, comer y beber un poco de agua, estaban preparados para tratar de llegar hasta la colina, en la que podrían sorprender a los ladrones. Llego la noche y había que ponerse en marcha. A las palabras de Glaín, Rilwen respondió:-Yo creo que deberíamos ir todos, excepto uno de los hermanos, que tal vez podrían quedarse con Orejas. Y pienso que lo mejor es ir hasta donde el acantilado sea muy bajo o desaparezca y subir entonces hasta llegar a la colina que pensamos es el puesto de guardia de los ladrones. Y habrá que tener cuidado y sigilo, fundamentalmente cuando nos acerquemos a la colina. Es una buena caminata, así que mejor que nos pongamos cuanto antes en marcha.-Aunque era el camino más largo, también era el mas seguro y con un poco de suerte les permitiría pillar desprevenidos a los ladrones que estuvieran de guardia, eso si no hacían demasiado ruido.

- Marchemos pues. Parecía que esta vez había más consenso que en las anteriores ocasiones, y cuanto antes nos moviésemos, antes llegaríamos. Además propuso: - Los elfos suelen ver bien por la noche. Obvió que también eran bastante sigilosos. - Así que yo cerraré la marcha. Sabía que su armadura era una fuente de problemas, así que estando lo más lejos de la cabeza, más alejaría las posibilidades de detección de "La Misión".

- ¿Que si estoy bien? Eso debería preguntarte yo a ti. En las antiguas canciones que nos cantabas el otro día nunca se mencionaba que un elfo se tropezara. 

- Es que esas cosas suelen obviarse en las canciones. - Le respondió a la beornida. - Ahora bien, es un secreto profesional - Le dijo. - Tendrás que hacerme el favor de guardar muy bien este secreto. - Agregó y guiñó un ojo mientras la beornida reía. Luego le escuchó decir que se apresuraran a ocultarse. 

- Agáchate Gallind, esto no es normal. Al final va a resultar que los viejos ojos de Gláin no le han jugado una mala pasada.

- Si, no debemos bajar la guardia, aún estamos en tierras enemigas. - Soltó rápidamente mientras buscaba refugio tras unas rocas. 

- Pues si eso es lo que haremos, yo también iré. - Y escuchando al robusto enano. - Es verdad lo que dices. Mis ojos están acostumbrados a la luz de las estrellas. Por lo que mi compañia no supondrá problema alguno. Hemos caminado este mundo desde la noche de los tiempos, y siempre tendremos algo de amor por los cielos nocturnos. - Dijo susurrante el elfo a las palabras del enano. Lo llenaba de orgullo que hablaran de su gente. - Rilwen, si crees que puedo ayudarte en algo solo tienes que pedirlo. Estaremos detrás de ti, solo tienes que guiarnos. - Y dicho lo mismo se puso a seguir la comitiva. 

Rilwen era sabedora de que en ocasiones se le pasaban cosas por alto, tener que buscar el mejor camino para llegar hasta la colina dando un rodeo para evitar el acantilado, había hecho que se centrase mucho en el viaje. Así que en voz baja les dice a sus amigos:-Yo estoy muy pendiente de elegir el mejor camino, así que mejor que el resto intente estar atento a el entorno, no vaya a ser que nos pillen por sorpresa.-Y continuó como mejor pudo, conduciendo al grupo hasta la colina. También era posible que los ladrones habrían visto algo y alguno de ellos se hubiese ido para avisar al resto, así que era de gran importancia capturar a alguno vivo. No solo para que les guiase a su campamento y les dijese cuantos eran, sino también para saber si alguno de ellos había vuelto para avisar de su presencia.

Rilwen echa un último vistazo a la colina desde el lugar donde estáis ocultos los seis y no divisa nada. Decide que la mejor opción para llegar a la colina es seguir el Gran Camino hacia el este un trecho y después virar hacia el norte, donde el risco desciende hasta casi desaparecer. Una vez en ese punto, solo hay que volver hacia el oeste y empezar a subir la colina por el lado este. Parece que es el camino más seguro y en el que menos esfuerzos deberéis de realizar. Los demás estáis de acuerdo en su decisión, así que veis como se da la vuelta y empieza a caminar por el pinar hacia el sur, para salir al Gran Camino. La seguís sin rechistar, ocultos por la espesura de los troncos y los arbustos. Orejas se ha quedado en el mismo lugar en el que estaba antes, tumbado y tranquilo, tapado con una manta por encima.

Solitario a estas horas de la noche, el Gran Camino está iluminado por la luz de la luna. Los árboles proyectan extrañas sombras sobre el suelo y crujen y se estremecen con la brisa. Unos murciélagos aletean sobre sus copas. Cuando habéis dejado los pinos atrás, un viento mordiente hace volar vuestras ropas. Una sombra pasa sobre vosotros silenciosamente para posarse en el prado de vuestra izquierda. Triunfante, el búho se eleva de nuevo sin hacer ruido, con un ratón entre sus garras. Vais lo más sigilosamente posible y en fila india, con el enano cerrando la marcha. Rilwen no está siendo muy sigilosa ahora, pendiente como está en encontrar el mejor camino para virar al norte. Después de andar un buen rato, llegáis a la altura de la colina. Seguís un poco más, hasta dejarla atrás y abandonáis el Gran Camino, avanzando hacia el norte, a través del prado. Aquí el risco prácticamente no se ve, oculto por la exuberante vegetación. La hierba cada vez es más alta , llegando a medir como un hobbit, y esconde baches y piedras, dificultando el camino, incluso para hombres y elfos. Poco a poco vais avanzando, primero hacia el norte y después hacia el oeste.

El paseo estaba resultando más largo de lo que había pensado, pero merecía la pena el rodeo para tratar de llegar a la colina de la forma más segura, y ver si allí estaba el dichoso puesto de guardia de los ladrones. Llegados a un punto la hierba era muy alta, eso les permitía que agachándose un poco se pudieran poner a cubierto. Por fin llegaron hasta el lugar donde apenas había acantilado y tendrían que subir un terreno un tanto difícil para llegar hasta la meseta donde estaba la colina. Antes de llegar a esa parte, se detiene y en un susurro dice a sus compañeros.-A partir de ahora, tratemos de no hacer ruido, estamos cerca de la colina, y podríamos ponerles en guardia. Eso si es que hay algún ladrón allí, cosa que no sabemos, pero que suponemos que así debería ser.-Y marco con cuidado sus pasos, para que sirviesen de ayuda a sus compañeros. 

Cerca estaban, pero ella aún no había visto nada, de todas formas aquella colina era el lugar idóneo para poder vigilar toda la zona, y por lo tanto el lugar idóneo para que los ladrones habrían establecido su puesto de guardia.

El tintineo de la armadura del enano era un incesar. Se estaba empezando a hacer incómodo incluso para él, así que tomó una determinación. - Avanzad un trecho, y cuando sea seguro, me hacéis una señal, y yo me muevo hasta la posición que me indiquéis. Incluso aconsejo esto. Que nos movamos por turnos, ocupando la posición del que va delante, y así pondríamos más distancia, y si hace ruido uno, siempre será menos que si lo hacen dos o tres en el avance. - Así de paso, ponemos más distancia y yo que soy el más ruidoso, quedo más alejado. Su momento llegaría en la hora de repartir tortas, y por eso caminaba con ellos, para ser un luchado más en el equipo.

Rilwen asintió a la propuesta de Gláin, ya iban en fila, pero dejar algo más de espacio entre ellos, les prevendría de hacer demasiado ruido.-Si Gláin, será mejor que dejemos algo más de distancia entre nosotros, sobre todo en esta parte final donde ya estamos cerca de la colina.-Aunque las distancias tampoco deberían ser muy grandes, para que pudieran ayudarse pronto en caso de encontrarse con problemas, lo que era muy probable. Era una pena que los hermanos medianos no estuvieran más activos, uno de ellos podría haberse adelantado en el tramo final, para observar el posible campamento, e informarles de lo que viese. Ella no era tan diestra, pero tendría que valer, no tenían otra cosa.

Cercanos, o lejanos. Hagan como gusten, pero ya decídanse que estamos próximos a llegar. - Señala la colina con su mano. - Lo mejor ahora mismo es no hablar tanto. - Dijo y comenzó a andar entre las hierbas. Le gustaba la idea de deslizarse entre la hierba alta. Pensaba que así seguramente tuviesen las de ganar. Solo le preocupaba lo que había mencionado Rilwen. - Y si ya nos han visto y han enviado a alguien a dar la alarma. - Se aferró a su bastón pensando lo peor, pero a continuación apartó esos malos pensamientos de su cabeza y dió lugar nuevamente a la alegría que lo caracterizaba. - Adelante - Dió a entender con señas a sus compañeros, y continuó avanzando. 

Tal vez fuera el miedo a los bandidos, tal vez fuera la expectación por ver la cima de la colina o tal vez fuera el no haber pegado ojo desde la noche anterior. Fuera por lo que fuera, los movimientos de Tatharina eran más torpes que de costumbre. Pese a haber seguido las indicaciones de Rilwen y Gláin en cuanto al posicionamiento y, aunque sus pasos eran firmes en el terreno desigual, los crujidos de la maleza se imponían por encima de la calma de la noche. Se sentía atrapada y miraba constantemente a la cima de la colina, como si en cualquier momento un par de ojos brillantes fueran a asomar por el borde. No queda otra. Tengo que seguir avanzando aunque eso suponga hacer más ruido. Las manos le temblaban, la vista se le nublaba. Su pulso estaba desbocado. Estoy demasiado expuesta, tal vez si llego al acantilado no me vean. Pero también podría esconderme en la hierba y quedarme quieta. Tal vez así no me verían. La joven estaba paralizada en medio de la hierba, mirando en todas direcciones e incapaz de dar un paso más.

Vais avanzando despacio, de uno en uno, siguiendo los movimientos de Rilwen. Dejáis unos metros hasta el que os precede, tal como había comentado Gláin. Poco a poco recorréis el prado, semiocultos por la alta hierba, aunque no sin algún incidente. El enano tropieza con una rama y cae, raspándose las manos, pero sin apenas hacer ruido debido a lo mullido de los hierbajos. Tatharina al final decide avanzar casi acuclillada para que no la vean. Mientras que los demás pasan sin dificultad. Quitando algún pequeño roedor que sale corriendo o el vuelo de algún pajarillo nocturno, no escucháis nada más.

Cuando llegáis al pie de la colina, el aullido de unos lobos se oye muy lejano. Aunque la colina es bastante empinada, su desnivel no está cubierto de hierba y, si bien resulta agotadora la escalada, no es peligrosa. Esparcidas por la ladera hay una serie de arbustos y rocas grandes en las cuales podéis ir ocultándoos. Veis que la cima está coronada por peñascos. Empezáis la ascensión hacia lo alto y tras un tiempo que os parecen horas, raspones y arañazos mediante, lográis llegar a la cima. Os desplegáis por ella sigilosamente.

Tras un rodeo y varias horas de caminata en mitad de la noche, logramos más o menos de forma sigilosa llegar hasta la cima de la colina. De momento ni rastro de ladrones, comenzamos a explorar la zona con cautela, ni un susurro en mitad de la noche, cualquier cosa nos puede delatar. Hacía ya un buen rato que nadie hablaba, y a medida que nos habíamos ido acercando a nuestro destino, la tensión había ido en ascenso. ¿Estarían allí los ladrones? ¿Cuántos serían? ¿Nos habrían descubierto? Estas y muchas otras cuestiones no paraban de sonar en la mente de Rilwen. Pero la montaraz se repuso y busco calmarse para afrontar estos últimos metros de la mejor forma posible. Era muy probable que allí mismo pudieran encontrarse algunos ladrones, y tenían que pillarles por sorpresa y capturarles.

Con gran cuidado avanzo buscando donde podían encontrarse los ladrones, espada en mano, por si se encontraba con ellos de frente. Pero sin dejar de buscar en el terreno alguna huella o pista de lo que allí habría ocurrido, ya que si este era el puesto de guardia, debería haber huellas, restos de fuego, en fin, huellas de su actividad.

El enano había sufrido una ... "humillación" en el camino, y esto había hecho que su mal humero creciese lo suficiente como para empezar a pensar en no dar cuartel a los asaltadores estos. - Seguro que son unos cobardijos y solo tienen centinelas en su guarida, y no han puesto nada en el puesto de observación. De todas maneras, no les vale de mucho vigilar a los viajeros, si no pueden asaltarles porque no ven.

Desde la distancia, que no era mucha, intentaba pisar donde ya otro hubiera pisado, porque el tropezón que había sufrido le dolía más en la moral que en el cuerpo. Aún así, al detenerse, paró como todos, en intentaba ver algo.

Tras un ligero ataque de pánico en la espesura, la joven consiguió recomponerse y volver a centrarse en la misión. Un pie tras otro, siguiendo las huellas que cuidadosamente había dejado Rilwen, consiguió llegar a la cima del peñasco. Allí, sin perder tiempo, hizo un examen preliminar del terreno y, sin encontrar amenazas a la vista, decidió ocultarse en las sombras para seguir investigando el posible campamento. Advirtió como sus compañeros cogían posiciones y se iban abriendo en abanico para cubrir más terreno. Esbozo una ligera sonrisa. - Casi parecemos profesionales.

Tatharina era bien consciente de sus limitaciones, en una noche cerrada como era, sus ojos de bien poco le servían. Sin embargo, un oído entrenado a veces te permite ver cosas que de normal pasarías por alto. Hizo un alto en cuanto se sintió a salvo y comenzó a explorar el paisaje acústico del lugar. Si un bandido estaba roncando, ella lo sabría.

Debemos irnos con cuidado. - Decía el elfo, mientras observaba los alrededores. Escaló detrás de sus compañeros y cuando alcanzaron la desnuda cuesta se desligó de la marcha dando un rodeo para hallar buenas rocas donde esconderse. - Será preciso que ninguno de un paso en falso. - Se dijo para así mientras que aprovechaba la ligereza natural de su estirpe. 

Poco a poco y no sin mucho esfuerzo lograron llegar a la cima, unas risitas aparecían en la cara de Lily, cada vez que Gláin tenia dificultades, si se resbala no hay quien lo pare hasta abajo, pensaba y seguía sonriendo. 

Luego la sonrisa desapareció de su rostro al comprobar lo difícil que también se le hacia a ella. Casi se resbala un par de veces, pero intento mantener la compostura para simular. 

- Vamos ya casi llegamos - susurra dando ánimos a sus compañeros. 

El aullido de lobos lejanos le escarapela un poco la piel, unos arañazos mas por ahí y por acá les permiten llegar a la cima, en donde automáticamente Lily saca la honda junto a una piedra y se despliega junto a sus compañeros. 

Os desperdigáis por la cima de la colina, yendo de peñasco en peñasco u ocultándoos entre los arbustos. Observáis, escucháis y avanzáis; pero no detectáis a nadie. Os vais acercando a donde Gláin y Lily vieron la silueta del bandido. Detrás de unos peñascos, próximos al risco, hay un pequeño montón de leña y un círculo de cenizas. Las cenizas están frías y el puesto de vigilancia parece desierto, porque es un puesto de vigilancia. A la luz de la luna, algunos de vosotros veis que son visibles unas pisadas de botas junto al montón de leña. Avisáis a los demás para que se acerquen.

Seguís el rastro de las pisadas, que os lleva hasta el otro lado de la colina. En mitad de la ladera llegáis a la entrada de una gran caverna. Saliendo de ésta hay pisadas de caballos, que dejan un pequeño rastro que se dirige hacia el norte, bajando por la colina serpenteando. Dentro está demasiado oscuro para ver nada, pero huele a caballo. Los elfos y enanos, acostumbrados a la oscuridad, pueden ver paja, estiércol de caballo y anillas de metal en la pared.

Podéis ver que las pisadas parecen ser de dos personas, humanos, por el tamaño y la forma. También las huellas de los caballos informan de que son dos.

Es obvio que el puesto de guardia ha sido usado recientemente, así que Gláin y Lily tenían razón en que habían visto a alguien aquí arriba. Desde esa posición está claro que pueden abarcar mucho terreno alrededor. Pero, ¿por qué ahora no hay nadie? ¿Os habrían descubierto? Le dais vueltas a ésto y algunas sacáis conclusiones. ¿Qué sentido tiene vigilar por la noche? Los bandidos no pueden ver el Gran Camino. Quizás se vayan al anochecer para volver al día siguiente y seguir vigilando de día.

Tenéis también el rastro de los cascos de los caballos, pero es difícil seguirlo por la noche. El terreno de piedra dificulta que las marcas se queden grabadas en el suelo y se puedan seguir. Parece que van y vienen en caballo, dejándolos después dentro de la cueva.

Tras tantas precauciones, les costo un buen rato llegar a la cima de la colina. Y allí encontraron los restos de una hoguera y del puesto de guardia. Había pasos de dos personas y el rastro de dos caballos, que guardaban en una cercana cueva. Como de noche no podían vigilar los caminos, estos se habían ido a descansar a algún otro sitio o a su campamento. Se dio la vuelta y  se dirigió a sus amigos:-Parece que de noche se van a dormir a otro sitio, tal vez a su guarida, y de día vienen a vigilar la zona. Pienso que lo mejor es que nos escondamos y esperemos a que regresen para capturarles y obligarles a que nos lleven a su campamento. Podemos escondernos en la cueva donde guardan a los caballos, y cuando lleguen les capturamos. La única duda es si ellos nos vieron y han vuelto a dar la alarma, pero nada hay que podamos hacer para solucionarlo. ¿Qué os parece si nos escondemos en la cueva y esperamos a que lleguen para capturarles?-Era un plan sencillo, pero si no les habían visto, y era una posibilidad a tener en cuenta, ya que habían actuado con gran cautela en la zona que sabían vigilada, volverían y podrían capturarles.