Partida Rol por web

Jotun se agazapa cuando ve que el imperial va a disparar. El ruido de los disparos blaster retumba por todas las paredes a su alrededor, pero por suerte ningún disparo lo alcanza.

Cuando el espía abre de nuevo los ojos ve como su enemigo se está escapando por el túnel. ¡Hay que detenerlo en cuanto antes!

A toda prisa desenfunda la pistola blaster de Able y apunta hacia el fugitivo. ¡Blam!

Tras su sorpresa inicial, consigues reaccionar a tiempo y abres fuego sobre el soldado imperial a la fuga que cae al suelo con un agujero humeante en su armadura

Nada te impide ahora huir de la base...

Dejando atrás al imperial caído, atraviesas la salida de mantenimiento abandonando la base. Únicamente tienes en mente alejarte de la instalación lo máximo posible antes de poder abandonar el planeta con la información que has obtenido.

Aún vas vestido con las ropas del oficial Able lo cual puede serte de cierta ayuda en el sector en el que te encuentras...

¡Bravo! Jotun observó con satisfacción como el soldado caía tendido al suelo. Sin esperar ni un segundo de más, el joven espía salió corriendo por su lado. A escasos metros les esperaba un poquito de libertad, pero tan solo un poquito. Al fin y al cabo aún se encontraba en Coruscant, en el corazón mismo del Imperio Galàctico.

¿Qué haría hora? Su plan inicial presuponía que iba a salir de esa base sin ninguna alarma sonando, que se podría dirigir al Puerto Espacial de Coruscant con tranquilidad y que podría viajar tomándose un merecido respiro.

Pero ahora nada de eso iba a ocurrir. Tarde o temprano –él tenía esperanzar de que fueses más bien tarde- alguien hallaría alguno de los soldados abatidos, o al mismo Able, que ya lo había reconocido como Vandel Darfold. Tenía que salir de allí lo más pronto posible...

Con una fachada de tranquilidad que no deja translucir el nerviosismo que sientes en tu interior, echas a andar alejándote poco a poco de la base hasta que dejas de oír el molesto zumbido de la alarma. Nadie te detiene mientras sales del sector en el que te encuentras y consigues llegar a barrios más habitados de la ciudad-planeta.

Mientras caminas por entre la gente puedes ver como aquellos que se cruzan contigo mantienen las distancias, incluso agachando la mirada cuando pasan a tu lado. Tardas unos segundos en darte cuenta que se debe al uniforme de oficial imperial que llevas puesto.

A tu alrededor puedes ver varios establecimientos en los que se vende prácticamente de todo...

Casi no se podía creer que ya se estaba alejando dela base imperial. A medida que avanzaba –y lo hacía al mayor ritmo que podía sin llegar a correr.La presencia de militares había disminuido mucho y ahora prácticamente solo se cruzaba con civiles. ¡Lo estaba consiguiendo!

Pero aún faltaba una parte clave: salir del planeta sin ser detenido ni rastreado.

En cuanto vio un comercio con ropa se adentró de inmediato. El sitio estaba mal iluminado y la ropa parecía de broma –¿un gorro con 6 orejeras? ¿a quién esperaba vender esto aquí en Coruscant?-, pero después de rebuscar un rato finalmente encontró ropa adecuada para él.

Ya vestido con unos pantalones negros, una camiseta cómoda y una cazadora naranja*, salió de nuevo a la calle en dirección al Puerta Espacial.

El trayecto se le hizo eterno, pero finalmente llegó delante del imponente edificio. El tráfico de naves era imparables allá arriba en el cielo y Jotun rezó para que pronto él también estuviera en cualquiera de ellas.

En cuanto entró en el edificio y antes de ir a comprar ningún pasaje, el espía se detuvo unos minutos para observar la estación. Quería detectar si había movimientos extraños, como por ejemplo más patrullas imperiales de las que había cuando él llego al planeta.

Tras haberte cambiado, dejando atrás el uniforme imperial, te diriges hacia el puerto espacial de Coruscant con la intención de abandonar el planeta y dar por finalizada tu misión.

El enorme edificio bulle de actividad, tal y como es lógico teniendo en cuenta la enorme cantidad de vuelos que aterrizan o despegan continuamente.

Antes de dirigirte a comprar un pasaje, dedicas unos instantes a observar el ambiente del interior del edificio. Puedes ver como multitud de personas deambulan de un lado a otro, con prisa y sin apenas prestar atención unos a otros... también ves a guardias imperiales realizando controles de identificaciones y equipajes... nada ha cambiado desde que llegaste a Coruscant hace un mes que te haga sospechar que el nivel de seguridad haya aumentado como consecuencia de tu misión...

El espía resopla. Hacía ya unas cuantas horas que había escapado de la base, así que Able ya debía de haber iniciado su búsqueda y captura. El aeropuerto espacial era un sitio evidente por dónde empezar a buscarlo así que no se podía fiar de la aparente normalidad que se respiraba en la estación.

“Bueno, al menos todo este ajetreo me ayudará a pasar inadvertido.”

Pero lo peor no era solo el riesgo de que hiciera saltar las alarmas en cuanto diera su nombre –el falso, por supuesto-, sino que aun en el caso de que consiguiera despegar, aún era posible que su nave fuera interceptada por la flota imperial. El Imperio podía funcionar como una maquinaria muy bien engrasada, cuando era necesario.

Jotun empezó a andar en dirección a las taquillas –no quería estar más tiempo sospechosamente parado-. Iba a improvisar una huida un tanto diferente de la que había previsto inicialmente.

Esperó en la cola hasta que fue su turno.

-Buenos días, –le dijo al aburrido vendedor de pasajes- venía a hacer una pregunta. Tengo que transportar una carga una tanto especial hacia Mon Calamari, pero ya he tenido malas experiencias previas y esta vez quisiera tomar algunas precauciones ¡No se asuste! Se trata de un pequeño escarabajo dorado del planeta Aleen. Ahora está durmiendo –digo mientras me palpo suavemente el bolsillo superior izquierdo de mi chaqueta- y no causa ninguna molestia, pero en cuanto despierte… -Jotun menea la mano para enfatizar la gravedad del asunto- Mire, en cuánto despiertan, los escarabajos dorados de Aleen chillan como un wookie. Chillan continuamente y sin parar hasta que pasan unas diez horas, y entonces se ponen a dormir otra vez. Créame, no le gustaría oírlo. ¿Y para que querrá alguien viajar con una criatura así, no? Me imagino que se está preguntando en silencio. Bueno, pues le explicaré que tengo pensado montar un pequeño negocio con estos bichejos, pero me tiene que disculpar si no le doy más detalles. Creo que voy a ganar un buen puñado de créditos con esta idea, así que por ahora me la voy a guardar para mí, jeje.

Bueno, a lo que íbamos. El problema de viajar con este insecto en un vuelo tan largo como el que planeo hacer, es que tarde o temprano el escarabajo se va a despertar, y entonces el viaje se vuelve insoportable para el resto de la nave. Por eso le decía que había tenido malas experiencias anteriormente, especialmente viajando en las grandes compañías.

Yo solo le quería preguntar si conocía algún piloto de por aquí que estuviera dispuesto a llevarme a mí personalmente hasta Mon Calamari. Algún intrépido piloto con nave propia que aceptase cualquier tipo de viaje si está bien pagado. ¿Qué me dice? ¿Conoce a alguien a quien pudiera contratar hoy mismo?

El vendedor de billetes te mira con cara aburrida mientras le cuentas tu historia sobre los escarabajos de Aleen.

- Si, si, si... - asiente con total indiferencia. - Yo sólo vendo billetes... si quiere buscar pilotos, hágalo en otro sitio. Si quiere un billete, dígame su destino. Si no, apártese de la cola que tengo mucho trabajo...

Jotun se aparta de la cola un tanto decepcionado. No había conseguido ninguna indicación sobre dónde encontrar un piloto audaz que le llevase hasta Mon Calamari. De todas formas no estaba dispuesto a abandonar su plan tan fácilmente, así que apretó el paso para continuar preguntando.

Tras la negativa del encargado de los billetes de darte ninguna información sobre pilotos que puedan responder a lo que buscas, abandonas el puesto de venta con una mueca de enfado. 

Te dispones a continuar tu búsqueda por ti mismo...

Jotun estuvo paseando por los talleres un buen rato. Estuvo hablando con todo tipo de mecánicos, ingenieros, transportistas y hasta contables. Intentaba explicarle una historia diferente a cada uno de ellos, por no dejar demasiadas pistas detrás de sí, pero los resultados siempre eran los mismos. No, no y no.

Más tarde salió al exterior del aeropuerto, pensando que quizás en los aledaños de las instalaciones podría encontrar servicios relacionados con el viaje espacial, pero no tuvo mejor suerte. Habían pasado ya varias horas, y Jotun sentía que estaba perdiendo un tiempo valiosísimo. Finalmente se dio por vencido y aceptó que tendría que arriesgarse a coger un vuelo convencional.

Para su desgracia, ahora estaba en peores condiciones que cuando llegó aquí: había dado tiempo a sus enemigos para reorganizarse y además había dejado un rastro de pistas por todas partes.

Cuando se alejó del último hombre con quién habló -un viejo sordo que redecoraba piezas de naves a modo de obras de arte demodé-, Jotun se dio por vencido y se dirigió finalmente a comprar su billete de huida.

¿A qué precio le costaría ahora?

Hastiado por la falta de resultados de tu búsqueda de un piloto que pueda sacarte del planeta, te diriges con resignación al puesto de venta de billetes para adquirir tu pasaje en un vuelo comercial.

Tras esperar unos minutos en una cola de varias personas, compruebas con alivio que los empleados de venta han cambiado y ante ti ya no se encuentra el hombre que te atendió antes sino una joven de aspecto amable, que te explica que aún estás a tiempo de coger el último vuelo del día que sale de la capital, aunque este no pasa por Mon Calamari, sí que hace una escala en Ord Mantell, lugar en el cual tienes contactos que puedan ayudarte.

Afortunadamente, tienes créditos suficientes como para comprar tu billete, por lo que únicamente te queda pasar el último control de seguridad para poder acceder a la nave...

Jotun enfiló la cola que daba entrada a la nave. Allí estaba el control, ya lo podía ver. El corazón le latía como si fuera un tanque de combustión explosiva pero sabía no tenía alternativa. Quedarse en este planeta sería un suicidio, porque nadie podía escapar de las garras del Imperio en su propio corazón. Por más bien que se escondiera, tarde o temprano lo encontrarían. Tenía que aprovechar el caos y la confusión que debían reinar aun en la base de seguridad para intentar escapar de Coruscant.

Palpó por unos instantes el panel de datos que tanto le había costado conseguir y luego pensó en Elna. Eso le dio valor. Ella estaba en alguna parte de la galaxia, y cualquiera que fuera el precio que él debía pagar para volver a reunirse con ella, sería incomparable con el dolor que le causaba la desaparición de su amor.

Paso a paso te diriges hacia el control de acceso a la dársena del espacio puerto en la que se encuentra la nave que te sacará del planeta permitiéndote escapar de las garras del Imperio.

Con gran alivio para ti, pasas entre los soldados aburridos sin llamar la atención una vez que comprueban la validez de tu billete. Al parecer, las noticias de tu aventura en la base no se han extendido al resto de las fuerzas planetarias y puedes abandonar el sistema con tranquilidad.

Cuando la nave entra en el hiperespacio te permites el lujo de respirar con tranquilidad...

FIN