Partida Rol por web

2 ABY.

Despertaste con un tremendo dolor en tu cabeza. El calor sofocante de los dos soles delante de tí, en el horizonte, te hicieron saber que aquel lugar era Tatooine, un pequeño planeta, muy apartado en el Borde exterior. Delante de tí había un computador, y tú estabas metido en una cabina de pilotaje, en un caza estelar de un pasajero. El morro estaba destrozado y las dos alas a los lados encajadas en la arena sobre la que habías caído. El caza era un model FC o "Forma de Capa" un viejo artilugio estelar de la época de las Guerras Clon, o tal vez anterior". No había ningún droide instalado en la misma, y los controles y pantalla principal no funcionanba. Era como si llevaras allí unas horas, pues tu cabeza estaba nublada, como tu vista, y tenías ganas de vomitar por el sofocante calor de los soles. Apretaste un botón delante del computador... ¡FSSSSHHHHHHH! la cabina se abrió hacia arriba, pero no sentiste fresquito... más bien arena colándose en los orificios de tu rostro...

Me duele todo a horrores, miro hacia un lado y al otro. Sólo se ve arena y dunas, un planeta rocoso. Estoy en un desierto, no cabe duda. ¿Qué me ha pasado? miro el morro y veo que está destrozado y hundido. He tenido un accidente, tampoco cabe duda. No recuerdo prácticamente nada, sólo leves fragmentos. De lo que estoy seguro es de que me he estrellado aterrizando, no despegando. Eso creo al menos.

Al abrir siento el impacto del sofocante calor como una bofetada. El aire es asfixiante, tengo una sed atroz pero compruebo que apenas me queda agua, habrá que racionarla. Lo primero será comprobar la nave, busco a mi alrededor algo más e intento conectar el panel de mandos a ver si puedo averiguar algo más antes de abandonar la nave.

Aún perturbado, aprietas los botones del panel de mandos. Sin embargo éste no funciona, no se enciende. Activas las grabaciones audibles de emergencia, una especie de caja negra típica de cargueros y cazas estelares. Tan sólo puedes oir, dado que también parece dañada, tu voz gimiendo y gritando justo después de un impacto... de disparo naval. También algunas maldiciones y luego un chasquido muy grave, justo el momento del impacto. Pero no obtienes ninguna información de importancia. El calor sofocante te obliga, pasados unos segundos, a salir de la nave, o te achicharrarás ahi dentro como un mono-lagarto kawakiano empalado sobre una hoguera...

Una vez fuera, todo el paisaje te parecía igual. Al norte podían verse unas grandes montañas rocosas, desfiladeros colocados allí eones atrás, secos y áridos; y justo en el extremo o puesto se dibujaba una gran planicie, a mucha menos altura de la duna donde estabas, como un grandísimo valle justo a tus pies. Veías pequeños puntos de poblaciones o granjas allía abajo, a decenas de kilómetros. No muy lejos de ti viste uno par de banthas, unas criaturas peludas y autóctonas del planeta.

¡Maldición!

Pienso en que lo mejor sería ir hacia la planicie, hacia las granjas. Quizás alguien pueda decirme dónde estoy y dónde puedo encontrar la ciudad más cercana. Por otro lado, está el tema del agua, necesito agua. Miró su bláster y a los banthas. Podía matar uno y comérselo, beberse sus líquidos, pero luego lo pensó mejor. Era más fácil montarlo, así que se acercó e intentó subirse a ver si podía utilizarlo como montura.

Primero me acerco y trato de tranquilar a la bestia, pasándole las manos por el lomo para que confíe en mí. Luego discretamente me encaramo y trato de montarla poco a poco, como para que no se dé cuenta de lo que hago...

Los dos banthas estaban allí, masticando algo entre sus mandíbulas. Te acercaste con el máximo sigilo posible, y luego trataste de hacerte con uno de ellos. Tras tocar el lomo agarraste bien su pelaje largo, lo cual facilitaba la monta. Una vez arriba, creyendo que ya estaba todo conseguido, la bestia se sacudió y caíste de espaldas... !Estaba claro que, fueras quien fueras, no te dedicabas a domar criaturas espaciales! Entonces caíste hacia atrás, golpeándote la cabeza. Los banthas salieron huyendo por las dunas...

FUNDIDO EN NEGRO.

* * *

Entonces te despertaste.

Seguías en los llamados Eriales de Jutland, la cordillera rocosa que estaba junto a tu posición y las dunas en las que te habías estrellado. Sin embargo, no recordabas cómo estabas ahora disfrutando de cierta sombra, al abrigo de una roca. Los soles de Tatooine seguían brillando en lo alto. A tu lado había un tipo, un anciano de aspecto jovial, pelo blanco y envuelto en unas túnicas blancas y marrones, muy polvorientas y carcomidas.

Parece que has despertado... -te dijo con cierta sonrisa-. ¿Estás mejor? -te dolía la cabeza, y el anciano te hizo saber que tenías sobre tu ceja una gran brecha-. No tiene buena pinta, pero creo que sanarás del todo pronto. ¿Cómo te llamas?

Me dolía todo cuando desperté, vi al hombre y me revolví, tenía miedo. En seguida comporbé que era amigable o que no tenía intentaciones violentas al menos. Decidí decirle la verdad

- gracias...tuve un accidente. Mi caza se estrelló. Cuando me desperté... no recuerdo nada, ni quien soy ni de dónde vengo ni a qué he venido a este planeta... -recordó que no sabía nada -¿estoy en un desierto o este planeta es todo...así? ¿cómo se llama este planeta? tengo sed...

¡Tatooine...! -dijo el anciano, con cierta sonrisa-. Sin duda que te has estrellado en el peor sitio para gozar de ayuda... O en el mejor para esconderse, je je.  Me llamo Ben -añadió-,  y vivo no muy lejos de aquí. Creo que necesitas descansar. Esos banthas casi te aplastan nada más salir huyendo. ¿Porqué no vienes a mi casa?-entonces te ayudó a levantarte- y esperó a que te decidieras.

Se puso en pie y se tambaleó casi volviendo al suelo, por fin pudo dominarse y recuperar el equilibrio totalmente, sacudió la cabeza y dijo - Eres muy amable...Ben. Gracias, me has salvado la vida. Tatooine, no recuerdo nada. Sólo recuerdo algo, un nombre, desconozco que relación tengo con él. Kramus Argen. ¿Lo habías oído antes Ben?

Ben se mesó suavemente la barba con la mano, y se te quedó mirando.

Será mejor que vayamos a mi casa -respondió ante tal nombre, mirando a un lado y a otro del desierto y los desfiladeros-: no es menester hablar de ese nombre aquí. Entones te llevó por lo alto de los desfiladeros cercanos. Tras unos veinte minutos andando tu piel escamosa e hidratada (como siempre debía ser), se transformaba poco a poco en rígida y seca. Suerte que llegásteis a una choza plana, de una planta aparentemente (tal vez tuviera algún pequeño sótano), y el tal Ben entró en ella.

Entra, te hidratarás y podremos hablar -te invitó-.

Tras ofrecerte un refrigerio y mirarte con más cautela tus heridas, estuviste descansando un buen rato hasta que te dormiste. Aquel lugar era increíblemente fresco y en realidad dormiste un par de horas cómodamente. Luego el viejo Ben siguió hablándote.

Kramus Argen... -repitió el anciano inmerso entre aquellas paredes encaladas de blanco que era su hogar-. Sólo una persona dos personas en esta Galaxia conoce ese nombre y sabe a quién hace referencia... -te dijo-. Uno soy yo -confesó-, y el otro es quien dice llamarse así, el propio Kramus Argen -entonces comprendiste que el tal Argen era una especie de pseudónimo de alguien, un nombre falso o un nombre en clave-. Argen era un caballero seguidor de la Fuerza... ¿Sabes qué es eso? -te preguntó, aunque luego suspiró: no recordabas nada-. Bueno... La Fuerza es un campo de energía metafísico y omnipresente creado por las cosas que existen, el cual que impregna el universo y todo lo que hay en él, manteniéndolo unido... Los Caballeros Jedi mantenían el lado Luminoso de la Fuerza frente al Lado Oscuro... Kramus Argen fue un superviviente de la Orden 66* a quien, en secreto, estuve tiempo atrás enseñando los Caminos de la Fuerza cuando aún era un padawan para mí... No he vuelto a saber nada de ella desde hace mucho... Por cierto, mi nombre es Ben Kenobi -decía añadiéndote el apellido-. ¿Tal vez Kramus sea una... amiga tuyo?

- La fuerza... sí, en Mon Calamari se recuerdan las historias de los caballeros Jedi de la Antigua República. Antes de que el Imperio- recordó vagamente que el Imperio había subyugado cantidad de mundos. ¿Eran unos tiranos? o simplemente establecían quizás el orden y el control en una galaxia anárquica -lo recuerdo. Fueron todos masacrados en Corusant y allí donde les encontraron. Pensé que todos habían muerto. Así que quedó una...

Intentó hacer memoria, apretó y frunció el ceño hasta que se hizo daño y negó con la cabeza -no lo recuerdo. Pero entonces... ¿ella no está aquí en Tatooine?

Bueno, sobrevivieron... sobrevivimos unos cuántos... repartidos por toda la Galaxia. Proscritos -añadió con pesadumbre-. No, no está aquí, se marchó de este lugar cuando completé su entrenamiento. Sólo hay un motivo por el que conozcas a Kramus Argen... me atrevería a decir que tú... -entonces se quedó callado, quieto-. Sí... tú. La noto, es... ¡La Fuerza! -dijo con energía-. ¡La Fuerza converge contigo! ¡La presiento! ¿Acaso tampoco sabías eso, joven?

Entonces el viejo Ben se levantó, marchó a una sala contigua y trajo en pocos segundos un refrigerio refrescante de color amarillenta que olía bastante bien, y te la ofreció.

- ¿LA FUERZA? ¿YO? no puede ser... no siento nada.. no me acuerdo de nada. Me duele la cabeza. Entonces... ¿porqué estoy aquí? Un momento. ¿Eres un Jedai Ben? -le miraba como si hubiese visto a un Dios calamar. Tomó el refrigerio con manos temblorosas y bebió a pequeños sorbos.

Así es, lo soy -en realidad te lo había confirmado hacía un momento, pues él se sentía proscrito en la Galaxia-. la cuestión es quién eres tú... ¿no crees? Te contaré algo más. Hace una semana hablé con los jawas de este planeta, un pueblo de pequeños seres chatarreros... El caso es que me hablaron de un caza similar al el tuyo, el que estaba allí, cerca de donde te encontré... El transporte estaba destrozado, y ellos pudieron aprovechar sólo unas partes ¿demasiada casualidad? Creo que lo primero que deberías hacer, joven, es saber quien eres... Tal vez tú también estés en peligro, o ahora todos lo estemos -aunque no lo dijo, el tal Ben se refería a que tal vez, si tu eras usuario de la Fuerza como sospechaba, puede que hubieras sembrado una estela que los llevara hasta ese planeta...- Quizá esos Jawas, sepan algo más del ocupante de la otra nave -entonces se mesó la barba-.

Tras un rato descansando en aquella choza, pudiste reponer fuerzas.

Así que jawas... depredadores.

- Muchas gracias por tu ayuda Ben. No sé qué decir... tienes razón en todo. Iré ahora mismo a hablar con ellos. Ya me siento mucho mejor, de hecho. Me has salvado la vida. ¿Sabes dónde puedo encontrarles? - preguntó poniéndose en pie para irse. En cuanto obtuviese la información pensaba ponerse en marcha, no había tiempo que perder.

Iré contigo, si no hay inconveniente. Los Jawas van de acá para allá, buscando beneficio y chatarra. Creo que sé donde encontrarlos en esta hora del día: de Camino a Mos Espa... Venga, quizá podamos averiguar algo de esas criaturas -dijo levantándose-. Entonces salísteis de la pequeña cabaña del caballero jedi. La choza, en lo alto de un acantilado, dejaba ver en dirección norte un gran valle, y al final de él el caballero señaló el destino final de los Jawas. Bajaremos por aquí, y tal vez veamos su sandcrawler...

* * *
Tras una media hora de caminar, lentamente por el lento paso del caballero y el tuyo debido a la recuperación*, el caballero se percató de algo, deteniéndose sobre una duna. Entonces se acercó a tí, y señaló en el horizonte cercano, sobre una colina rocosa...

Allí... ¿los ves? En realidad no veías nada, el golpe había trastocado tu cuerpo, sí; pero el calor sofocante de los soles de Tatooine nublaba tus grandes retinas, y parecía que en esa jornada no verías nada. ¡Parece que vienen, muchacho! -te dijo el caballero-. Moradores... ¡Moradores de las Arenas! -ya habías oído acerca de esos tipos (no sabías dónde ni cuánto hacía), pero sabías que los bandidos Tusken, llamados también así, no eran un pueblo excesivamente conciliador-. Procedentes de la dirección que señalaba Ben, un vehículo repulsado se acercaba hacia vosotros. En cuestión de unos minutos estaban ya a suficiente distancia como para dispararos. Sin embargo, se detuvieron y bajaron tres sujetos del vehículo. Portaban unas extrañas lanzas curvadas en sus extremos. Dos de ellos llevaban este arma, pero el tercero llevaba una especie de antiquísimo bláster de pólvora o algún material de explosión en bajo cañón... Entonces quedaron mirandoos, haciéndoos unas extrañas señales con las manos, a modo de intento de comunicación, al parecer.

No conocerás el lenguaje de estas criaturas, ¿verdad? -preguntó el anciano por si la Casualidad se diera-.

Gracias por acompañarme Ben. No tengo palabras- no dejaba de repetir lo mismo. Pero es que era la pura verdad. No recordaba nada, no sabía cómo había llegado hasta allí ni porqué perseguía a una de las últimas jedi de la galaxia. Estaba tan confuso, le dolía tanto la cabeza.

Hizo visera con las manos pero no vio nada hasta que ya estuvieron más cerca y el caballero jedi ya le había dado una precisa descripción. Intentó ver si podía discernir algo de lo que decían

-creo haber oído hablar de ellos. Espero no tener problemas- recordó que tenía un bláster y que si tampoco le fallaba la poca memoria que tenía, los jedis eran poderosos guerreros. No debería temer a los moradores entonces. Iban bien armados. Pero aún así, preferia evitar cualquier tipo de enfrentamiento.

No entendiste muy bien los aspavientos con los brazos y manos de aquellos individuos. El viejo Ben no sabía muy bien, al parecer, ese lenguaje, por lo que trató de hacer acopio de memoria y pericia y tratar de hablar con ellos de la misma forma.

Algo pasa... -decía mirándote ahora-. Éstos Tusken señalan que no estamos solos, ni ellos ni nosotros, pero no he logrado discernir quién más hay por aquí -miró a un lado y a otro-. Entonces extrajo el anciano unas especie de bayas pequeñas, secas y arrugadas, y se las entregó. Seguramente fuera algún pequeño tributo por la información. Al sacarlas viste la espada láser colgada de su cinturón.

Semillas de Kofhk, una planta seca aromatizante que crece cerca de mi choza. Son muy apreciadas por ellos, pero allí no se atreven a acercarse... -dijo con cierta sonrisilla-. Creo que debemos darnos prisa en nuestro camino -añadió-.

Los Tusken se alejaron por donde habían venido, y seguísteis al norte dirección Mos Espá. Tras alcanzar una cima rocosa, a la vuelta había una gran mole en mitad de una duna. Era un transporte reptador, alto y marrón, que debía atravesar las dunas sobre la arena con una majestuosidad y practicidad pasmosa.

Un sandcrawler. He visto varios. Los transportes de los Jawas -decía-. Sin embargo, el vehículo estaba marchándose. Muchacho... habrás de correr si quieres averiguar más información sobre tí mismo... yo soy bastante viejo y a pesar de la Fuerza no puedo correr como quisiera... ¡aprisa! -Te dijo mientras el transporte se alejaba-.