Partida Rol por web

Ígneas profundidades

Futuro incierto

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22/01/2009, 10:35
Audrey Osborn

Tras atender las palabras de su compañera con expresión seria, y de, por qué no decirlo, alegrarse de que acepte con esa resolución, no puede más que asentir a lo que la mujer le dice, a la totalidad de su mensaje.

Y sentir alivio, como otras veces, en otros trabajos, no la ha decepcionado. Siempre acepta, demostrando ser una mujer decidida.

Audrey recuerda cuando ella era así, cuando su trabajo era un sitio más en el que repartir su fuerza. Cuando se enfrentaba a cualquier problema laboral con decisión, le daba igual la magnitud de la desgracia a intentar solucionar, siempre se tiraba la piscina sin dudar. Y luego se lo contaba a James, cenando a la luz de una vela en aquella cúpula marina…

Las manos que se encuentran apoyadas en la mesa tornan a sendos puños. No es momento ni lugar. Ahora su pena tiene que seguir guardada, ahora tiene que hacer algo que no le resulta imposible, organizar. –Lo mejor, creo yo, es que Art se encargue del cumplimiento de los protocolos y que tú, averigües que creen los heridos que ha ocurrido, centrarte en lo que ha pasado en si, pero… disimulando. Ya sabes como están las cosas. Estaré disponible para lo que necesites, llámame al móvil para lo que sea.- Mirándola circunspecta, para añadir a continuación: - Haz lo que estimes oportuno. Confío en tu criterio. Gracias, Lily.- Esboza una sonrisa triste, agradecida de verdad, dándole un poco de aliento, ya que, aunque no parezca que lo necesite especialmente… ¿Quién le dice que no es una mujer que a aprendido a disimular ante los demás sus sentimientos? Tanto que parezca que no existen.

Algunas lo hacen.

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27/01/2009, 08:15
Master Indio

Lily asintió levemente antes de volverse y salir del despacho. No añadió nada más, no era necesario hacerlo. Ahora tenía una tarea que cumplir y se volcaría en ella para conseguir los mejores resultados, aunque para ello tuviera que afrontar los rostros de pena y desesperación que encontraría en el lugar de los hechos.
Era una mujer decidida, aunque su aspecto y el dulce rostro que le había tocado portar, herencia de su madre, le restara credibilidad en ciertos aspectos y ante personas que no la conocieran realmente.
Era algo que le disgustaba, pero no rehusaba utilizarlo en su beneficio cuando lo creía conveniente. Puede que en el día de hoy le sirviera de ayuda.

Mientras tanto, Audrey volvió a quedarse sola con sus pensamientos y rodeada de unos muros que no tenían nada que ver con las paredes que conformaban su despacho.
No, los muros que la tenían encerrada, y que ella había levantado de forma casi voluntaria, eran mucho más robustos que cualquiera que pudiese ser creado por la mano del hombre.
Tampoco su cometido era el más generalizado. Normalmente los muros de una prisión se crean para mantener a los reclusos en su interior, pero las barreras creadas por Audrey tenían la función de contener al mundo entero en el exterior.....si nada entraba, nada podía dañarla nuevamente.
Por desgracia, los recuerdos se encontraban junto a ella, dentro de la barrera.

Al otro lado del ventanal, que le daba acceso a la visión de una porción de la ciudad, la vida continuaba para algunos, con sus penas y alegrías. Para otros, sin embargo, aquella clase de sentimientos habían llegado a su fin.
Así eran las cosas, el mundo fuera y Audrey dentro. Pero no siempre las cosas son como se esperan, y de repente la vida irrumpe nuevamente, haciendo recordar que uno nunca está solo del todo, por mucho que lo desee.

Y así lo hizo saber el sonido del teléfono que resonó en la quietud del despacho. Audrey lo había mantenido cerca despues de hablar con Art, por lo que no le fue complicado mirar la pantalla digital para observar el número que allí aparecía.
Carlee. Siempre había tenido el don de la oportunidad, aunque eso no quedaba claro si era algo bueno o malo. Simplemente aparecía en los momentos que era más necesaria, se creyera así o no.
Existía un fuerte vínculo entre las hermanas. Y aunque podían pasarse más de un mes sin verse, la escritora nunca dejaba que Audrey olvidara que ella estaba ahí.

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27/01/2009, 10:50
Audrey Osborn

Todavía tiene un regusto amargo en la boca cuando Lily desaparece, cuando se marcha hacia el camino que ella se ha negado a recorrer. Oficialmente no ha hecho nada malo. Ha delegado, se supone que los jefes hacen eso. Además, confía en Lily…. Entonces… ¿Por qué se siente así? ¿Por qué es todo tan complicado? Se supone que las defensas están para ayudar a hacerlo todo mejor. Para poder hacerlo. Para que la cúpula marina y su vida en ella no caigan, con estrépito, sobre su cabeza…

El ruido del teléfono la saca de su breve ensoñación particular, bajando la mirada y reconociendo el número inmediatamente. El rostro de su querida hermana acude a su mente, con total nitidez.

Su familia. Sería bastante complicado vislumbrar lo que habría sido de Audrey si no hubiesen estado a su lado. Posiblemente hubiese encontrado un trabajo menos altruista, ya que no tendría los valores que le han inculcado sus padres, eso lo primero. Puede que incluso hubiese estudiado otra carrera... y conocido a otra gente…. Pero en lo que es imposible adivinarlo es con respecto a la época en la que Audrey ya no daba para más. Cuando sólo quería, con todas sus fuerzas, desaparecer. Nuestra chica no estaría delante de este teléfono sin la inmensa ayuda que le brindaron en aquel momento. Eso seguro.

Sonrío, enternecida porque ha vuelto a acertar, como si un ángel la hubiese avisado de que su hermana pequeña la necesita. Pero no, el ángel es ella. Siempre ha estado ahí, pese a que no siempre ha recibido la respuesta que se merecía. Algo sobre lo que nunca ha hecho el más mínimo reproche, demostrando una vez más la clase de persona que es.

Uno de los mayores pilares con los que cuento ahora mismo, uno que ha estado desde siempre. Suspiro. Normalmente, y como broma para con ella lo hubiese cogido y dicho algo de forma profesional, me gusta que sea ella y soltarle un “-Audrey Osborn. Dígame…-” imaginando la cara que pone tras escucharlas. Algunas veces hasta sonrío tras decirle esas palabras.

Pero ahora no, no tiene ganas, ahora es demasiado grave lo que ha escuchado y asimilado como ha podido. Ha habido una desgracia y no hay lugar para bromas, aunque sean inocentes y en el ámbito familiar.

El auircular es descolgado rápidamente. -¿Carlee?... Hola cariño…. ¿Cómo estás?- echando balones fuera. Como siempre.

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01/02/2009, 18:55
Teléfono

Desnuda - respondió rapidamente la risueña voz de su hermana al otro lado del teléfono. Era una broma que solía utilizar cuando mantenía una conversación telefónica, aprovechando que su interlocutor no podía verla. Despues de eso disfrutaba de los segundos en los que la otra persona era capaz de encontrar las palabras para contestar. Únicamente con sus padres evitaba realizar aquel tipo de contentaciones, ya que ellos no entenderían ese sentido del humor.
Hubo incluso una ocasión, de la cual aún seguían riendose tanto Carlee como Audrey, en la que le llamó su editor, un hombre ya entrado en años y con ciertos problemas de salud, y al recibir aquella respuesta incluso se le había caído el auricular......"si es que la imaginación no siempre es buena" solía decir la escritora.

Pero Audrey ya estaba acostumbrada, por lo que Carlee no esperó reacción alguna por su parte y simplemente continuó con la conversación con toda naturalidad - He estado pensando que hace ya casi una semana que no nos vemos y que deberíamos comer juntas hoy, así que te llamo para que decidas la hora para que pase a buscarte.

Estaba claro que, desde luego, no había pregunta por su parte. Aquello era un simple "hoy quedamos, y me da igual lo que digas".
La hermana pequeña sabía por experiencia que, si le daba la oportunidad, Audrey se escaparía de la situación de forma elegante, justificando la falta de tiempo con cualquier asunto que la tendría totalmente ocupada.

De hecho - prosiguió - creo que debería ir a buscarte ahora mismo. Me acabo de levantar - era lo bueno de la profesión literaria, que no tenía horarios que cumplir, únicamente plazos - y no veo lógico que desayune para ir a comer dentro de un par de horas, así que si voy ahora yo retrasaría el desayuno y tú adelantarías la comida. ¿A que es buena idea?

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02/02/2009, 14:36
Audrey Osborn

Con una simple y clara palabra su hermana había aniquilado cualquier intento de Audrey de mantener la seriedad todo el tiempo. O la tristeza. Se llevó a toda velocidad la mano a la boca, haciendo un esfuerzo, casi sobrehumano, de reprimirse la carcajada que le producía las excentricidades de su hermana que no sabía por qué, pero todavía le sorprendían de vez en cuando.

Negó con la cabeza mientras volvía a serenarse, mirando hacia la puerta, por si alguien la estaba viendo. Agradecida de que Lily ya no se encontrara en el despacho. Definitivamente su hermana tenía el don de la oportunidad.

Carraspea un segundo, con una media sonrisa en la boca y después, un suspiro profundo para serenarse del todo. Ha habido veces en las que se han tirado toda la tarde así, diciendo una tontería tras otra. Pero Audrey sabe que su hermana acabará ganando. Antes estaba más igualada la cosa, pero ahora, la escritora es la más alegre de las dos. Eso sin contar la tarde tan mala que lleva la hermana pequeña. Aún así cree que la mayor se merece un pequeño toque de atención. Baja la voz un poco, para asegurarse de que es una conversación privada.

Tanto como buena idea, no sé yo… Si hubiese tenido que esperar para comer a verla a usted, ahora mismo estaría desmayada en cualquier esquina, señorita Osborn, que son casi las nueve de la noche...- Sonriendo un poco y negando con la cabeza, preguntándose donde tenía la cabeza la escritora algunas veces. ¿En que hora vive? En ninguna, obviamente. Y ya está, no se va a permitir más ligerezas, no hay tiempo para eso, y ciertamente, como ya se comentó anteriormente, tampoco tiene ganas.

Ya en serio, tengo un poco de lío, Carlee, ha ocurrido algo y quiero hacer algunas cosas antes de salir de aquí.- El tono es fácilmente reconocible por la mayor, esta vez no está diciendo una excusa, es de tener algo que contar… más tarde. Haciendo entonces, más que una pregunta, un ruego: -¿Me invitáis a cenar en, aproximadamente, hora y media? En vuestra casa.- Si Audrey tiene algo claro en su cabeza ahora mismo, es que no quiere un restaurante o cualquier otro sitio multitudinario.

Son varios los motivos, unos más importantes que otros, el principal, siempre es el mismo: se le sigue acelerando el corazón al entrar en uno, tras recorrerlo con la mirada, nerviosa por el rostro que pueda encontrar en él. Objetivamente hay muy pocas posibilidades, pero… hoy no quiere arriesgarse a que haya ninguna.

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02/02/2009, 21:33
Teléfono

¿Siiiii? ¿Tan tarde es? - la voz sonaba un tanto confusa, al tiempo que se escuchaban unos ruidos al otro lado de la línea hasta que resonó un golpe seco y una maldición de la escritora - ¡Maldito aparato! Si es que este despertador no me quiere ni ver....nos aborrecemos mutuamente, pero vaya, tienes razón.....uffff, debe ser que la fiesta de ayer se alargó más de lo que pensaba.

Carlee era dada a casi cualquier tipo de diversión, pero algunas veces era su profesión la que le obligaba a asistir a determinadas fiestas que podían servirle para mejorar sus relaciones públicas. Dado que no tenía una hora fija a la que levantarse, podía disfrutar plenamente y alargar la jornada todo lo que su cuerpo aguantase.
Despues dormía durante un día entero, cuando no eran dos, y se levantaba preparada para continuar con su vida como si nada hubiese pasado.

La hermana de Audrey mantuvo silencio mientras esta le expresaba sus deseos, pero no dudó en hablar en cuanto esta pareció terminar. Y su tono se mostraba ahora algo más serio - No me gusta nada tu tono de voz. ¿Te ha pasado algo a tí? ¿Estás bien? Ya sabes que puedes contar conmigo para lo que sea ¿verdad? - cuando Carlee se aceleraba era debido a querer decir tantas cosas a la vez que le faltaba el tiempo para hacerlo. Esto provocaba a veces que fuese difícil entenderla, pero no para alguien que había crecido junto a ella. No, para Audrey no suponía ningún problema - Puedo acercarme a buscarte si quieres y venimos a casa, no hay problema.....algo tendré por ahí para alimentar a mi raquítica hermana.

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03/02/2009, 10:08
Audrey Osborn

La pelirroja sonríe levemente al imaginarse la batalla particular de su hermana con el contestador. ¿Qué habrá hecho el pobre para llevarse tanto golpe? Pues… existir. Con eso es suficiente.

Se resigna, parece que hoy va a ser la tarde de esperar a que todo el mundo despierte para hablarles. ¿Está rodeada de locos o por el contrario lo es ella? Primero Art, luego Carlee, ¿Quién será el próximo? Bueno, por probabilidades podría ser Martina... pero a ella no va a llamarla.

De fiesta en fiesta y tiro porque me toca, esa es la vida de su hermana mayor. Que estilos de vida tan diferentes tienen, que maneras tan opuestas de afrontarla. También parece muy distinto lo que la disfruta la una y la otra. Realmente pueden existir todas las diferencias que se quieran, pero ellas se adorna, en si mismas, dando igual todo lo demás.

Audrey se masajea la sien izquierda con la mano correspondiente, mantiene los ojos cerrados esos instantes, mientras sigue sosteniendo el teléfono con la derecha. Sentándose por fin y comenzando a hablar, lo primero, para tranquilizar a su hermana, sintiéndose un poco culpable de ser un sumidero de preocupación para sus seres queridos. –Sí, sí, cariño, estoy bien, no me ha pasado nada.- Prefiere no darle la información por teléfono. Habrá tiempo durante la cena.

No es necesario que me recojas, he venido en coche hoy, además, no sé cuanto me queda por aquí, no quiero que tengas que esperarme. Intentaré llegar sobre las diez y media. ¿De acuerdo?... Acuérdate de vestirte, ¿eh?- Una minúscula complicidad para corroborarle que se encuentra bien, algo que, con el paso del tiempo, se ha convertido en una costumbre para ella.

Menos mal que ha cogido el coche, hoy está cansada, quiere llegar pronto a su casa, no por hacer nada especial, eso hace mucho que dejó de ocurrir, sólo para relajarse un poco. Si es que no se complica lo del derrumbamiento, claro.

Llegaré en cuanto pueda, Carlee.- Suspira cuando su hermana acaba de hablar. “Raquítica”, que ganas de guerra tiene, pero claro, para ella el día acaba de empezar.

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04/02/2009, 22:41
Master Indio

Muy bien - respondió sin mucha seguridad. No parecía haberse tranquilizado excesivamente por las palabras de Audrey, pero Carlee sabía hasta donde podía estirar de la cuerda y esta vez no forzó la situación - te espero aquí entonces. No tardes.

La conversación había terminado. Ambas lo sabían y por ello ninguna intentó alargar el momento sin sentido alguno, llenando el silencio de palabras vacías. Ya tendrían tiempo para hablar más tarde.
Debido a lo unidas que estaban, que incluso había veces podían llegar a saber lo que pensaba la otra, ninguna se sorprendió cuando la otra colgó el teléfono que tenía entre las manos.

Y allí estaba Audrey. Sola en su despacho y sin nada que hacer por el momento. Había delegado tareas hasta el punto que ahora se vería obligada a enfrentarse con sus propios pensamientos.
Oh si, tenía opciones diversas, pero la mayoría obligarían a que tuviera que relacionarse con otras personas.
Pero eso vendría despues.....si llegaba el momento.

Ahora era el momento de disfrutar de la soledad, aunque aquella mujer hacía tiempo que había olvidado el significado de aquella palabra.....disfrutar....¿qué era eso? Ella había disfrutado en otro tiempo, si. Lo había hecho de un sueño, pero lo malo que tienen los sueños es que primero vienen pero despues se van, o lo que es peor, se transforman en pesadillas.

Un despacho, una mujer y un compañero.....el silencio.

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05/02/2009, 20:34
Audrey Osborn

Suspiro tras cerrar el auricular. No es mi intención preocuparla, nunca lo es, pero nunca acabo de conseguir que eso no ocurra.

Me reclino hacia atrás, dando un par de toques en la mesa con el bolígrafo que acabo de coger de nuevo. Aislándome de lo que no es profesional, ahora quiero trabajar otro poco. Se lo debo a todas las personas que no están ya. Esa gente que no volverá a cenar con sus seres queridos.

Humedezco mi labio inferior, lo soy, una afortunada, según vemos como están las cosas. ¿por qué no lo disfruto? ¿Por qué tengo que seguir lamentándome por algo? O de todo…. la maldita objetividad que intento mantener en el trabajo no soy capaz de usarla en lo demás. Que además es donde más falta me hace.

Con un movimiento de la mano derecha, con las yemas de los dedos, me aparto el pelo de la cara. Un gesto sin sentido en realidad, ya que siempre vuelve. Pero lo hago igualmente.

Y ahora sí, Audrey Osborn, la abogada eficiente tiene que ponerse a funcionar de nuevo.

Enciendo el ordenador, mientras cojo la libreta en la que apunto las cosas pendientes, las importantes, escribiendo mientras el ordenador se pone a punto: INFORME. EMPERADOR. Tras lo cuál, empiezo a teclear, buscando información sobre el edificio, lo que internet ofrece y lo que la base de datos de la ONG tenga para mí. Adelantar un poco las tareas de mañana. Si encuentro algo productivo, quizás pueda pensar en eso cuando llegué a casa, y no pensar en otras cosas que no conducen a nada.

El tiempo pasa, y como tantas otras veces, el trabajo me absorbe, divido la hora y media que me queda entre buscar y apuntar en el cuaderno lo que considero relevante y mirar los últimos avances sobre lo que ha ocurrido en un canal de noticias, buscando todo lo que pueda ayudar para el informe. Mañana quiero ser de las que más sepa sobre el mencionado edificio. Sobre su historia.

Empezar el cuadro desde el nivel mas bajo, el lienzo en blanco.

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08/02/2009, 22:31
Master Indio

Poco tiempo y demasiada información en la que sumergirse, eso era lo que Audrey tenía por delante. Sin embargo nada podía desviarla, en aquel momento, de su objetivo. Así era ella, concienzuda cuando la tarea que tenía delante se mostraba complicada.
Era su forma de ser y siempre lo había sido.....lástima que ese mismo denuedo no pudiese ser utilizado para solventar otra parte de su vida, aquella que no era la laboral.
Seguramente, de haberlo hecho, ahora no tendría que añorar todo lo que había ido perdiendo.....o quizá sí, eso era algo que ya nunca podría saber.

Apartó a un lado aquellos pensamientos y se sumergió en líneas y líneas de información concerciente al edificio que se había derrumbado hacía unas horas.
Aunque no lo pareciera era un trabajo extenuante, pues debía leer una y otra vez la misma información procedente de diversas páginas, gastando preciosos minutos de su tiempo para descubrir que, en realidad, no obtenía nada nuevo.
Una y otra vez se hundió en lo escrito por otros, teniendo que apartar la información que parecía veraz de otra que no lo era, rebuscando entre las verdades y mentiras procedentes tanto de otro tiempo como de hacía sólo unos minutos.

Finalmente, cuando pasó el tiempo que se había marcado, su bloc de notas aparecía repleto de notas, algunas tachaduras y apuntes a pie de página.
Le dolían los dedos de apretar fuertemente el bolígrafo, y los ojos de mantener la mirada fija en la pantalla.
Releyó las notas para comprobar lo que había sacado en claro.

El edificio Emperador databa de hacía treinta años. Había sido un edificio emblemático, pues con sus ciento treinta pisos fue el más alto construído hasta aquel momento, y así lo había sido por el margen de diez años, cuando comenzó una competición por edificar lo más alto posible, como si quisieran tocar el extremo más distante de la cúpula.
El arquitecto, un tal Sommerset, era en aquellos tiempos un joven ambicioso, que se había dedicado en cuerpo y alma en el objetivo que se había marcado. Lo consiguió, y aquel había sido el mayor éxito de su carrera pues la fama le fue esquiva desde entonces. Nunca volvió a realizar nada parecido y desapareció de las portadas y libros de historia arquitectónica.
El Emperador, por su parte, había albergado en su interior un diverso abanico de funcionalidades, desde oficinas hasta viviendas, todas ellas de lujo.
Todo el mundo quería disponer de un pedazo de aquel edificio, pero eso fue antes de que el sector norte cayera en desgracia y el dinero buscase lugares más propicios donde aposentarse.

No había sucedido de la noche a la mañana, claro estaba, pero poco a poco, las calles que rodeaban su ubicación sucumbiendo a la decadencia y lo arrastraron al olvido, como a todo y todos los que allí que se encontraban en la actualidad.
Poco más podía decirse de aquel lugar, excepto que, al parecer, la calidad de los materiales utilizados en su construcción fue excelente, apenas reparando en gastos para conseguir la mayor seguridad posible. No en vano existía el temor de derrumbe ante su magnificencia. Un temor que no se había convertido en certeza hasta el día de hoy.

Por otro lado, muy diversas fuentes se hacían eco de terrible suceso acaecido, y todas de muy diferente índole.
Estaban aquellos que hablaban de la antigüedad del edificio, y otros que señalaban acusadoramente al grupo subversivo llamado Hijos del Sol.
Incluso pudo encontrar unas cuantas líneas firmadas por voces anónimas que indicaban pertenecer a dicho grupo, plasmando allí que ellos no habían tenido nada que ver y que todo era culpa de aquellos que dirigían Hoffnung.
Esta culpabilidad apuntaba a dos distintos hechos. El primero en su pasividad a la hora de mantener el sector norte y a los que allí vivían, pero la segunda, mucho más acusadora, indicaba que el derrumbe del edificio Emperador había sido algo provocado, con intención de acusar a aquellos que pretendían mostrar a la sociedad las carencias de su clase dirigente.

En la televisión sólo parecía existir una versión. Allí no se hablaba de los treinta años de antigüedad que tenía el rascacielos......y la decadencia del sector norte parecía que era un dato a omitir constantemente. No, allí únicamente se hablaba de la "posibilidad" de un ataque procedente de los Hijos del Sol.
Era algo que no se afirmaba, pero era tan constante la reiteración del nombre de ese grupo con el del edificio, que difícilmente nadie que escuchara las noticias podría separar ambos nombres.
Aquello parecía un juicio público, y el acusado ya había sido condenado.

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12/02/2009, 13:32
Audrey Osborn

La tarea elegida se empieza a desarrollar, con paciencia y entrega. Sin prisa pero sin pausa. Los ojos recorren sucesivamente las letras, escudriñando lo que se sabe, leyendo entre líneas, sabe que sino, no sacara prácticamente nada en claro. Nada verídico.

La expresión del rostro es de seriedad durante todo el tiempo que dura la labor, comprobando impotente que todo el mundo proclama que los hijos del sol son los responsable, hecho que no hace mas que meter en su cabeza que es todo lo contrario, ha ido tantas veces contra corriente que a veces es la única forma de seguir adelante. Es demasiado sospechoso que todos apunten a lo mismo, que no barajen, y lo que es peor y clama al cielo, que no las estudien otras posibilidades. Así sólo conseguiran que vuelva a producirse de nuevo. En cualquier caso, demuestra la nula variedad ideológica existente bajo la cúpula. También quienes son los tesoreros del poder.

Apunta varias preguntas que no han podido ser contestadas por falta de tiempo, más hilos que hilvanar, más respuestas que conseguir: -Constructora del edifico. Desde cuándo vive gente allí. Último informe sobre el estado de habitabilidad del edificio: Responsable y fecha. Más datos sobre “Los hijos del sol.”-

El tiempo ha pasado rápidamente, eso normalmente solo ocurre en el trabajo. Por eso no le importa echar horas extras. Al mirar el reloj se sorprende de que ya casi sea la hora a la que había quedado con Carlee. Va a llegar tarde, y encima sabe que su hermana ni se va a extrañar. No es la primera vez y, prácticamente una certeza, no será la última.

Suspira mientras se frota, cansada, la cara. Se relajada en el sillón durante un momento, apagando el ordenador a la vez. Se acabó, tiene que volver al mundo que la oprime la mayor parte del tiempo. A las penas que carga. Otra vez no hay más excusas.

Me incorporo lentamente cuando he apagado todo, cuando he recogido las cosas que hay sobre la mesa. Cuando son realizados los últimos retoques, recorro la distancia hacia la salida, metiendo el móvil en los pantalones, en modo vibrador, para asegurarme de que sabré cuando me llamen. Lo prometí, disponibilidad constante, no voy a fallarles en eso. Apago la luz del despacho y salgo. Dejando la puerta cerrada tras de mí.

Notas de juego

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16/02/2009, 23:51
Master Indio

El vehículo de Audrey se encontraba en el segundo sótano del edificio, al cual se podía acceder directamente utilizando el ascensor.
Desde allí tenía únicamente unos pocos metros, pues su plaza estaba realmente bien situada.
No era un coche ostentoso, más bien todo lo contrario, pero lo mantenía limpio y eso ya era más de lo que hacían muchos.
En realidad no le importaba demasiado. Era funcional y con eso bastaba.

Abrió la puerta del conductor y se introdujo en su interior, dejando su bolso y demás pertenencias sobre el asiento que situado a su lado.
El aparcamiento se mostraba completamente vació, al menos en lo que a personas se refería, puesto que allí casi siempre había coches aparcados.
Ya fuese por unos u otros motivos, el edificio nunca se encontraba realmente vacío. Cuando no era un departamento el que iba de cabeza con excesivo trabajo, le tocaba el turno al siguiente.

Giró la llave y el motor arrancó al instante, sin siquiera un quejido de sorpresa. Al menos debía reconocer que no todo en su vida fallaba, aunque no le sirviera de consuelo que fuese el motor de un simple coche.
Encendió las luces y se puso en marcha en dirección a la salida, donde se encontraba una barrera que únicamente se alzó, permitiéndole el paso, cuando pasó su tarjeta de acceso por una ranura habilitada a tal efecto.

Desde allí no tardaría demasiado tiempo en llegar a la casa de Carlee, ubicada en un barrio no excesivamente lujoso, pero en el cual se disfrutaba de una gran variedad de servicios y de la posibilidad de encontrar diversión siempre que se quisiera.
Diversión.....difícil separar aquella palabra de la imagen de su hermana. Una imagen que podía parecer frívola a cualquiera que no la conociera y que ella explotaba para su carrera de escritora.
Le gustaba ser controvertida y que se hablara de ella por lo que escribía.

El excaso tráfico que circulaba por las calles a esas horas le permitió llegar antes de lo esperado, aparcando en la acera de enfrente del edificio donde habitaba Carlee.
Era un edificio no demasiado alto, comparado con otros que poblaban la ciudad. Este no tenía más de cien pisos y era uno de los más modernos de aquel sector.
La vivienda de su hermana se encontraba en el piso cuarenta y siete.

Se acercó hasta el portal, pudiendo observar el portero electrónico que le permitiría entablar contacto con ella.
Sin embargo, tambien disponían de conserje, por lo que no le era necesario avisar de su llegada si no quería, ya que este la conocía de otras veces que había venido de visita.

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17/02/2009, 13:19
Audrey Osborn

Los familiares pasillos y escaleras son recorridos a paso algo rápido, con despedidas breves y corteses de las personas que todavía se encuentran en el edificio, las que todavía están intentando solucionar el desastre que se ha producido hace algo más de dos horas.

Hacía tiempo que no salía con los problemas del trabajo hasta el sótano, normalmente justo al cruzar la puerta desconectaba de ellos y volvía a los suyos. Pero claro, está acostumbrada a eso: a darle vueltas y vueltas en su cabeza a aquello que cambia la rutina con brusquedad, a las cosas que le entristecen y que no tiene razón de ser que ocurran. Lidiar con la tristeza y la impotencia siempre es un problema para ella, y eso que ha entrando bastante…

Nada más entrar en el coche enciende la radio del mismo, sintonizando la frecuencia de un canal de noticias que, casualidades del destino, en ese momento tiene sonando una canción, las alegres notas van invadiendo el reducido espacio del vehículo. Pero no el corazón de su conductora.

Tras los protocolos para salir del bloque, pasa a las calles de Hoffnung, un ambiente que siempre está estable, nunca se ha sentido en ese lugar una lluvia o una nevada, o una simple brisa del viento. Debajo de la cúpula es imposible disfrutar de esos pequeños placeres naturales. ¿Quién sabe?... A lo mejor la hubiesen consolado de alguna manera en los momentos oscuros de su vida…

El viaje se realiza sin incidentes, bastante más breve de lo esperado. El derrumbamiento no está cerca, no ha provocado que el tráfico esté cortado en esa zona, nada de atascos que podrían hacerla llegar más tarde de lo que ya llega. Todavía con el pensamiento pendiente de aquel sector y de sus habitantes, posibles actuaciones, recopilaciones más exhaustivas que realizar… conversaciones pendientes… Es realmente sorprendente que su desgracia particular haya quedado relegada tanto tiempo. Pero claro, la magnitud de la otra produce escalofríos. Y es mucho más reciente.

Cuando ya he aparcado, dejo el cuaderno en la guantera del coche y salgo, cruzando con cuidado la carretera, mirando a ambos lados, mientras me pongo la chaqueta y me cuelgo el bolso. Cuando llego a la acera elevo la mirada hacía arriba, a la interminable fachada del edificio de la querida Carlee, es increíble la altura que están alcanzando las residencias de la ciudad, que este edificio sea de los normalitos. En días como este… sinceramente, da miedo. Al mirarlo me fijo, agradecida, en cada uno de los detalles que demuestra que se encuentra en perfectas condiciones, sin síntomas de abandono. Ella está a salvo. . El primer pensamiento que transmite paz en bastante tiempo.

Al regresar a la planta baja, veo a través de los cristales al conserje, lo saludo con la mano, para que sepa que quiero entrar. -Disculpe… ¿Me puede abrir?- No digo su nombre, no tengo ni idea de cuál, es, si mi hermana lo ha mencionado alguna vez, yo desde luego ahora mismo no lo recuerdo. Acompaño las palabras con una sonrisa aprendida en el transcurso de los años, educada y cordial. Preguntándome, como tantas otras veces, la cantidad de quejas de los vecinos que habrá escuchado este hombre por las frecuentes (y ruidosas) fiestas de mi hermana….

Me preparo para entrar, para la cena, para enfrentarme al interrogatorio de la otra chica Osborn…. Pero reconozco en mi fuero interno que tengo ganas de verla, que posiblemente aliviará un poco la carga que llevo.

No sería la primera vez.

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17/02/2009, 23:31
Master Indio

El hombre entrecerró los párpados al percibir una presencia al otro lado de la puerta, olvidando que sus gafas pendían, inútiles, de su mano derecha, acompañando al periódico que sujetaba su contraria.
Era un hombre de avanzada edad, pero para realizar su trabajo los años no eran inconveniente alguno. Simplemente debía encargarse de la recepción y de lidiar, de vez en cuando, con los comerciales que se empeñaban en realizar un servicio puerta a puerta.
Oh no, en su edificio no. Los inquilinos del edificio no debían ser molestados a no ser que lo hubiesen expecificado con anterioridad.

Su rostro demostraba que ya comenzaba a prepararse para una nueva contienda, sin darse cuenta que, a aquellas horas, era bastante complicado que aún hubiese alguien empeñado a vender cualquier tipo de producto.
Sólo salió de su error cuando ya se encontraba a apenas un metro de la puerta, reconociendo a la persona que esperaba en el exterior y  apresurándose a franquearle la entrada.

Señorita Osborn - saludó con una sonrisa al tiempo que se apartaba a un lado para dejarla pasar. Por supuesto no recordaba el nombre de todos los visitantes de los inquilinos, pero Carlee era dada a hablar con todo el mundo, por lo que su familia era muy conocida para el conserje. Eso sin contar que no era la primera vez que Audrey acudía a visitarla - Siempre es un placer verla.

Según se se accedía al vestíbulo, podía apreciarse la amplitud de aquel espacio, al igual que el cuidado con el que era mantenida la decoración.
Paredes laminadas de madera y un suelo pulcro, formado por baldosas blancas y marrones, le daban una apariencia acogedora. No como una casa, por supuesto, pero sí mucho más de lo que acostumbraba a verse en Hoffnung.
Al fondo, junto a la pared, destacaba un pequeño mostrador que era usado por el hombre que acababa de recibirla.
Desde allí podía controlar la puerta de entrada y los dos ascensores que se encontraban a la izquierda, por no mencionar la escalera de la pared contraria.

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18/02/2009, 14:01
Audrey Osborn

Me paso una mano por el pelo mientras el hombre se acerca, sacudiendo la cabeza y… manteniendo la sonrisa cuando me sé reconocida.

Asiento cuando me abre la puerta de entrada. -Muchas gracias.- Cojo aire y paso al interior del edificio, notando el leve cambio de temperatura, mirándolo todavía. La mente sigue en blanco, nada, ni una remota idea del nombre de este señor. Que desastre eres, Audrey.... En todo.

Me adentro en el amplio portal. La expresión amable no desaparece cuando lo escucho nombrarme, no me planteo lo que pueda saber sobre mí, lo que ha podido contarle Carlee, no siento ningún temor, pondría la mano en el fuego por su discreción para conmigo, siempre. Si la ha mantenido incluso con respecto a nuestros padres, pese a que eso le creaba un conflicto interior, con las demás personas mucho más.

La nota amarga, que no se llega a reflejar en los ojos ya que estoy demasiado acostumbrada, es por algo bien distinto: Señorita calificativo para las mujeres solteras, vale que es una muestra de educación, pero no por eso duele menos escucharlo.

Hola, buenas noches…- sonriendo otro poco, para compensar la amnesia tan tonta que me ha entrado y correspondendiendo a la cordialidad del hombre. - Que amable es usted siempre. ¿Qué tal va todo?- Agradecida de contar con algunas frases que, pese a ser tópicos, las personas mayores suelen agradecer. Y encantarles responderlas.

Los adultos de edad avanzada que siguen trabajando transmiten cierta ternura. Es encomiable lo en serio que se toman su trabajo, la seriedad, disciplina y orgullo con que lo desempeñan. La mayoría intenta aplazar con todas sus fuerzas la merecida jubilación. Sobre todos los que no tienen familia. He visto varias veces casos de este tipo, se niegan a sentirse inútiles y denuncian a las empresas, pero esas querellas se consideran injustificadas prácticamente siempre, no hay nada que hacer en el juicio. ¿Quién puede culpar a alguna de las dos partes implicadas?

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18/02/2009, 23:24
Master Indio

Pues como siempre....más o menos. - respondió cerrando la puerta tras pasar Audrey al interior. En realidad no hubiese sido necesario que se acercara, pues en el mostrador tenía a mano un interruptor que permitía abrir la puerta simplemente empujándola, pero era un hombre hecho a la antigua usanza, cuando todavía importaba el trato humano y no la comodidad. - Los achaques propios de la edad. Últimamente tengo problemas para conciliar el sueño. Es como si parte de mí se resistiera a perder un solo minuto durmiendo y así no dejar pasar nada importante de lo que me quede por vivir. Y algo va a pasar, eso seguro.....lo siento en los huesos.

El hombre volvía lentamente hacia el mostrador donde le aguardaba la lectura que le había estado entreteniendo durante, aproximadamente, la última hora.
De paso acompañaba a Audrey hacia los ascensores, aprovechando cuando pasaba por su lado para pulsar el botón de llamada.
Sí, un caballero a la antigua usanza, desde luego. Incluso pareció dudar para esperar la llegada del ascensor junto a ella, pero finalmente continuó caminando, rodeando el mostrador para colocarse tras él.

Un solitario trabajo el suyo. Viendo a mucha gente a lo largo del día, pero posiblemente pocos se paraban a hablar con él. Un simple intercambio de saludos y cada cual seguía con su vida.
A buen seguro que pocos se interesaban por su salud, y debido a eso había soltado aquella parrafada aún a sabiendas de que, en realidad, a su interlocutora le importaba bien poco......apariencias, eso era lo que importaba y se debían mantener.....las apariencias.

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19/02/2009, 13:30
Audrey Osborn

Asiento con expresión de comprender a que se refiere. Seria. Arrepentida ya de la pregunta que se me ha ocurrido hacerle, digiriendo la sincera respuesta del hombre. Intimidad y con desconocidos… malo, Audrey.… -Bueno… usted tómeselo todo con calma, y cuídese mucho.-

Nos adentramos juntos por el acogedor vestíbulo, observando la familiar decoración del mismo y notando el cambio del tipo de suelo mientras me adentro. Mantengo su paso sin que parezca que me incómoda seguir el suyo lo más mínimo, en silencio. El caballero ha expresado una sensación completamente contraria a la que me acompañó a mí por mucho tiempo: Yo lo que quería era dormir, desaparecer sin mirar atrás. Suspiro bajando la cabeza levemente. Tampoco reconozco ese presentimiento de que algo va a suceder… para mi todo lo que ocurre es más de lo mismo, situación calmada… pero no por ello agradable. Por lo menos en mi vida personal. Obviamente en lo demás sí, para muestra, hoy. Que mi existencia sea apática no quiere decir que lo sea para toda la ciudad.

Sonrío mientras llama al ascensor. Más ternura mientras se va camino a su puesto. -Gracias…- Y espero frente a las puertas, a que se abran, momento en el que me adentro en la cabina. Girando para quedar de cara a la puerta.

Hasta luego, buenas noches.- Sin gritar pero lo suficientemente alto para que me oiga. Las puertas se cierran, y me giro a pulsar el número del piso. Mirando hacia arriba, hacia donde se marca cada planta superada. Suspiro mientras se va elevando, para que negarlo, estoy algo inquieta, las visitas a Carlee siempre me producen esta sensación, siempre hay una mezcla de sentimientos al saber que voy a verla en breves instantes. Pero….

Definitivamente, tengo ganas de que esto ocurra.

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20/02/2009, 13:02
Master Indio

Limpio y silencioso, tanto como aparentaba serlo el resto del edificio, el ascensor fue elevándose por el camino que recorría desde el mismo momento de su instalación. Así lo atestiguaban los dígitos que iban cambiando en muda suma mientras los ojos de Audrey permanecían fijos en ellos.
Un aumento de cantidad que más bien parecía una cuenta atrás. 30….31….32…cada modificación en los dígitos le acercaba más a su destino, el cual había sido determinado por el dedo de la mujer que se encontraba en su interior.

Un sonido musical fue la única indicación recibida, antes de que se abrieran las puertas, para poner en conocimiento de la pasajera que había llegado al piso seleccionado.
Así fue como Audrey pudo acceder a un pasillo que ya conocía por sus visitas anteriores. El espacio entre paredes era considerable, de unos dos metros, más que la mayoría de los edificios construídos.
Su decoración podría considerarse incluso sobrecargada, con aquella mullida alfombra de color granate, decorada con diversos dibujos floreados que contrastaban con su tonalidad beige.
En ambas paredes, a una distancia uniforme entre ellos, se encontraban colocados unos apliques que aportaban una cálida luz, provocando que su entorno se tornara aún más acogedor.
 
Entre ellos se sucedían las puertas a uno y otro lado, sin aparente diferencia entre ellas. No, los inquilinos expresaban sus gustos en el interior de sus viviendas, pero de cara a cualquiera que paseara ante ellas, no podría sino intentar adivinar quienes eran y cómo vivían aquellos que se alojaban tras cada una de aquellas barreras que les distanciaban de la cotidianeidad.
 
Audrey, sin embargo, no tenía que adivinar nada. Sabía perfectamente qué puerta era la que debía encontrar y hacia allí se dirigió.
Se encontraba a la izquierda de los ascensores, prácticamente al final del pasillo.
Sus pasos no resonaron debido al esponjoso recubrimiento que pisaban. Nadie podía saber que un visitante había llegado, a no ser que se mantuviera constantemente observando pasar el tiempo por la mirilla.
Cuatro metros y llegaría hasta la entrada de Carlee, tres……algo extraño fue percibido por su subconsciente antes de su otra mitad, la racional, pudiera procesar lo que observaban sus ojos.
La puerta de la casa de Carlee se encontraba entornada.
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22/02/2009, 19:16
Audrey Osborn

Durante todo el tiempo que dura el ascenso mis ojos no se separan de los sucesivos números que van pasando, sin asimilarlos del todo, ya que la mente vuela a las imágenes del último encuentro, hace apenas una semana.

Cena agradable de los cuatro miembros de la familia, que además, tras convencerme mi hermana (o quedarme yo sin excusas coherentes) fue en un bonito y agradable restaurante, en el límite del sector Oeste. Un restaurante que proclama a las cuatro corrientes hacer la mejor comida con algas Espirulina. Lo cierto es que a mi no me resultó tan sorprendente, pero claro, en las cenas familiares lo menos importante es siempre la comida.

Me senté entre mis padres, mi hermana al frente, sonriente y dicharachera como siempre. No del todo sincera con ellos, ya que sigue sin contarles una parte muy importante de su vida. No lo entiendo, es uno de los grandes misterios de mi escritora preferida, lo cierto es que tampoco comparto que los engañe, pero bueno, es su vida, su elección y su secreto, y yo, por supuesto, lo respeto.

El pequeño banquete no fue una velada de grandes confidencias, más bien era sin pretensiones, pero adorablemente agradable. Una cena con risas, caricias y una breve puesta al día de la vida de cada uno de los presentes, ese era su fin. Ciertamente fue encantadora….

Con el ruido del timbre vuelvo al ascensor, con una sonrisa tierna en el rostro mientras las puertas se abren, saliendo y girando hacía la dirección adecuada del corredor, otra vez un pequeño cambio en el suelo que piso. Recorriendo con tranquilidad demasiados pocos metros.

La atmósfera se carga mientras los músculos se tensan al ver abierta la puerta que no debería estarlo. Existe un motivo para eso, ella no sabe que he llegado, mi presencia no le ha sido avisada, así que... Debería sonreír, reírme de la estúpida preocupación, es simplemente un descuido, conociendo a Carlee… Los pensamientos contradictorios van variando en ambos sentidos, sin que la tensión disminuya nada mientras acelero el paso, apremiada para comprobar lo antes posible, una vez más, el mal agüero sin motivo que llevo en el corazón. Deseando que eso ocurra con todas mis fuerzas.

Con expresión de evidente confusión coloco la mano en la puerta, echándola hacia la pared interior, apartándola mientras voy adentrándome en el familiar apartamento. En el hogar feliz de mi queridísima hermana. – ¿Carlee?.... ¿Shonna?... ¡¿Carlee?!...- El nombre de las dos mujeres que viven en él. Las sílabas se adentran con rapidez, rompiendo el silencio, invadiendo el espacio en un tono ciertamente alto, uno que demuestra la inquietud que siento. Pero eso no tiene ninguna importancia ahora.

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22/02/2009, 21:52
Shonna

Silencio. Una opresiva ausencia de todo a excepción de la, cada vez más angustiada, respiración de Audrey, que apenas podía controlar los nervios y eso se dejó sentir en la forma en la que llamó a su hermana y a la pareja de esta.
Por desgracia, para la salud mental de la abogada, ninguna de las dos respondió a la llamada que procedía desde la puerta de entrada.

Conocía la distribución de la casa, y ese recuerdo vino a ella en ese primer momento en que su corazón parecía oprimido por un puño desalmado.
Ante ella tenía un estrecho pasillo de unos dos metros, con la puerta doble de un armario justo a la izquierda, que a cualquiera que visitara el piso le haría pensar en que el resto de la distribución debía ser estrecha y poco aprovechable.
Pero nada más lejos de la realidad. Cuando terminaba ese pasillo se abría un amplio espacio que hacía las veces de distribuidor. Desde allí se podía acceder a cualquier parte de la casa....dormitorios a la izquierda, cocina y comedor a la derecha, y por último un enorme salón si se elegía la puerta del frente.
El salón disponía de unos amplios ventanales que permitían la visión de la calle por la que había accedido Audrey al edificio, aunque siempre solían mantenerse las cortinas corridas para evitar la entrada de una luz excesiva.

La zona de los dormitorios se conformaba con tres de ellos, aunque el más pequeño no era utilizado como lugar de descanso. Allí se encontraba el despacho utilizado por Carlee cuando se decidía a escribir. La hermana de Audrey no era de aquellos escritores que se autoimponen unas horas de escritura diarias, sino que accedía a la habitación cuando la inspiración la llenaba sin previo aviso.
No era una forma muy ordenada de trabajar, pero hasta el momento le había dado resultado.
En ese cuarto se encontraba un ordenador, situado sobre una mesa de oscura madera y unas estanterías donde Carlee guardaba, de forma ordenada, libros de escritores que la entusiasmaban y a los cuales recurría, alguna que otra vez, para buscar una guía en su manera de escribir.

Los otros dormitorios, cuyas puertas se encontraban en la pared contraria a la del despacho, es decir, la derecha, eran utilizados para aquello que habían sido creados.
El más grande era el utilizado por Carlee y por Shonna, mientras que el segundo era reservado para aquellos amigos o amigas que decidían pasar la noche en casa de la escritora.
Tambien existía en ese pasillo un baño completo para uso de invitados, puesto que el dormitorio principal disponía tambien de un area propia al acicalamiento.

¿Por qué le venían ahora todos aquellos pensamientos? ¿Acaso comenzaba a plantearse todos los lugares que debería recorrer para encontrar a alguna de las dos inquilinas del piso?
Era difícil obligar a sus largas piernas a que dieran el siguiente paso, como si estas se resistieran a encontrar algo que en su mente ya se estaba formando como una tremenda pesadilla.
No, otra pérdida más no.

Y entonces lo escuchó. Eran ruidos de pisadas procedentes del lado derecho, donde se encontraba situada la cocina.
Un instante despues una sombra se alargó en el suelo procedente de aquella misma dirección, para un segundo más tarde aparecer Shonna en el distribuidor donde desembocaba el pasillo de entrada.

Ah, ¡hola! - saludó alegre a la recién llegada. Pero su rostro cambió rápidamente cuando observó detenidamente a Audrey - ¿Qué te ocurre? Parece que hubieras visto un fantasma.