Partida Rol por web

- Un momento - más allá de que el "plan" parecía tener sentido Andrew no estaba demasiado cómodo con la idea de entrar a la mansión - Es que esa niña... como explicarlo, no he podido enfocarla de ninguna manera -

El becario, más allá de su impotencia ante las injusticias que se ve obligado a soportar a diario en la oficina se siente seguro de sus propias dotes fotográficas por lo que intente explicarse - Quizás no soy un profesional, pero se como usar estas máquinas y no hubo forma de que su imagen quedara retratada en las fotografías. Fue... extraño - completa encogiéndose de hombros.

- No lo sé, quizás la bandera esté allí y debamos entrar, pero creo que no debemos separarnos. Lo de las fotos puede ser casualidad, pero... como decirlo. No es mejor que permanezcamos juntos? Solo tardaremos un poco màs en revisar la casa -

Mientras habla, lentamente, se dirige hacia la ventana y observa a la distancia el piso, tanto cerca de la puerta como de la escalera - Yo revisaría primero este piso, aunque.. -

Mientras caminaba hacia la casa, le daba vueltas a una cosa que había dicho Alexander. No era todo eso de que los sindicatos tenían que ver con su comportamiento en el trabajo, ni tan siquiera de que hubiera dicho abiertamente la idea que tenía de ella. Realmente le importaba poco lo que él o nadie pensara de ella, ella tenía sus razones y a quien no le gustaran, que protestaran al cabrón del mandamás. Pero había una cosa que no entendía. ¿Qué tenía que ver un serial killer con la reunión busca-banderitas en la que estaban inmersos? Pero vamos, tampoco iba a preguntarle porque intuía que la respuesta iba a ser tan espesa como el comentario y no tenía ganas de pensar más de lo necesario, solo quería encontrar a la pequeña y terminar con aquella pantomima.

Llegó junto a la pared de aquella casa, se acercó a la ventana y miró hacia dentro, con curiosidad. Tenía que reconocer que el decorado estaba genial, estaba conseguido. Se puso de puntillas, intentando ver más por la ventana, mientras escuchaba a sus espaldas a Alexander que pasaba como una exhalación y se metía dentro de la casa, sin más.

Se volvió un segundo hacia Julio-¿Y  a este que le pasa? Se le ha subido algo a la cabeza, ¿será alérgico a la niebla? Te acaba de llamar Gandalf y, a ti-dijo mirando al becario-Peter Parker. ¿Y yo no tengo mote? Ardo en deseos de saber que prota de peli me asigna a mi-les hizo una señal a los dos, sobre todo a Julio, para que no pasaran de la puerta-Si quiere hacer de héroe, allá él. Ese por conseguir un ascenso se tira por un  barranco sin pensar en las consecuencias.

Y Julio soltó aquel comentario, como los que el solía hacer, así si más, como si nada, pero el notición ya habia sido aireado. Se aguantó la risa. Nunca se había imaginado aquello. Ya lo comentaría en la oficina y le daría la publicidad que se merecía a su debido tiempo. 

Pero fue el tono del becario el que le hizo volverse hacia él, aguantándose las ganas de darle una colleja. Cuanto le quedaba aún por aprender a aquel chico, un par de hervores.

- A ver, todo esto está preparado. No me seas lelo. Que si nos quieren meter miedo se lo habrán currado bien. El jefe tiene medios y pasta para hacer que esta jornada le salga redonda. Lo que tenemos que hacer es reventarle el tema, que no vea que nos afecta. Y ya veré si se puede denunciar que una empresa haga trabajar a una menor un sábado por la tarde. Pero lo que dices, Andrew, me gusta más que lo que dice Alexander. No nos vamos a separar y solo subiremos si la niña no está en la planta baja. Y, en ese caso, por supuesto que tu no subes si ves que no puedes, Julio. Esfuerzos innecesarios por esta empresa, ni medio.

Joanne se acercó a la puerta y la abrió del todo, mirando al interior desde el quicio. Alexander se había ido directo hacia la unica puerta que había en aquella planta y que estaba cerrada pero, ella, antes de entrar, miró alrededor, a todo lo que su vista abarcaba desde alli. No quería que la asustaran de nuevo, era lo que su jefe perseguía con aquello, y no se lo iba a poner nada fácil. Así que antes miraría a ver por donde le podía venir la sorpresa. De todas formas no había prisa, a la niña no le pasaba nada. 

Je, que se piensan, ¿que somos estúpidos? Una casa abandonada y quemada en mitad del bosque, ¿con luz?. ¡Y con calefacción!  No te jode. Con ese detalle la has cagado, ¡jefe de mierda!

En la Casa...

Alexander entró, el primero, sin aparentar vacilaciones. Y se dirigió directamente a la puerta cerrada, que abrió. Julio le siguió, pero ante la sugerencia de que él y Joanne subieran a la planta superior, se detuvo frente a las escaleras. Andrew no lo tenía nada claro, entró pero propuso permanecer juntos, nada de separarse. Y Joanne permaneció en el quicio de la puerta, observando desde allí el interior del vestíbulo.

La puerta cerrada que Alexander se apresuró a abrir conducía al comedor que ya habían visto por la ventana. Ni rastro de la niña allí. Pudo observar los muebles que quedaban con algo más de detenimiento, confirmando de cerca lo que ya había visto de lejos. Algunas sillas alrededor de una mesa chamuscada, algunos estantes llenos de polvo y telarañas, y una gruesa aunque desvencijada alfombra sobre el suelo.

Sólo en un rincón se veían unos zapatitos infantiles, llenos de moho, debían llevar allí montones de años. No había nada más remarcable, allí no estaba la niña. 

Ahora si que miro a Julio enarcando una ceja ante su comentario e insinuación. -Mira Gandalf, antes de soltar patrañas sin sentido ni pruebas mejor cállate la boca, y en el hipotético caso de que fuera cierto, ¿Qué tendría que ver a quién me llevo a la cama para hacer mejor o peor mi trabajo? No me seas retrogrado anda y barre esta casa que para eso es lo que vales.- Le digo al viejo celador, que no se de donde mierdas ha sacado esas insinuaciones, supongo que al ser yo tan perfecto el único insulto posible para su obtusa mente es que soy gay, hay que ser patético...

Luego Peter Parker comenta que a la niña no la ha podido enfocar y que es raro, asiento a sus palabras pues si que algo raro es, más Joanne insiste en que es cosa de la empresa, pero algo me dice que no, aunque preferiría mil veces que fuese cosa de la empresa.

Pero hacemos de tripas corazón, al menos yo, que voy a la vanguardia y me meto en la casa. A ver, es demasiado real para ser un montaje, la casa se ve quemada y destrozada, se ve abandonada a primera vista y la luz que emite es la que se proyecta de afuera, abro la puerta del comedor y esta chirria levemente, al entrar huele a moho y cerrado. Hay telarañas y polvo, me acerco a la mesa y toco el negro del quemazón en la madera, lo huelo y atestiguo que es real, así como el polvo en los muebles. -Joder, pues esto es bastante real, así como el moho en los zapatos de la niña.- Les digo girándome hacia ellos. -Y como es obvio, aquí no esta la niña.- Añado más como retórica que como hecho.

Me acerco a una de las sillas y lanzo una patada a la base y a las patas para desarmarla y hacernos con unas "armas improvisadas". -Bueno, son meros palos, pero oye, así se conquisto en el paleolítico.- Comento encogiéndome de hombros ofreciendo un palo a cada uno.

-Si es un montaje al menos sabrán que sabemos defendernos, y si es lo que parece... Bueno, no creo que un palo resuelva nada, pero al menos yo me siento más seguro así.- Comento antes de mirar a las escaleras de caracol que suben. -¿Seguimos con el plan? Al piso de arriba... Ya se, yo primero por si pasa algo que me lo coma yo ¿no? valientes...- Añado dirigiéndome a las escaleras.

Las palabras de Joanne sorprendieron al becario - Si quiere meternos miedo, conmigo lo ha conseguido. Pero denunciarlo. ¿No será un poco mucho? - Andrew meneó la cabeza tratando de entender como es que la empresa pudo funcionar en algún momento si quienes la administraban resultaban tan poco serios en sus reacciones.

Con todo la reacción de Alexander, más allá de sus gestos grandilocuentes le resultó más acertada, o por lo menos algo más racional. Por un momento estuvo a punto de rechazar el "arma" que le ofrecían, después de todo si las cosas llegaban a ese punto estaba dispuesto a salir corriendo del lugar y prefirió continuar con su, no tenía claro si útil o inútil, sesión fotográfica.

Sin embargo, tras pensarlo un momento guardó la cámara en uno de sus bolsillos y tomo la pata de la silla devenida en maza que le acababan de ofrecer - Para defendernos no, pero quizás pueda ser útil para otra cosa - comentó antes de utilizar la punta de la madera para enganchar uno de los pequeños y mohosos zapatos.

- Esto es demasiado raro, pero quisiera asegurarme - aclaró mientras, evitando tocar con sus propias manos el calzado salía de la casa y buscaba las huellas de la niña - Está claro que no pueden coincidir, pero mejor asegurarse, ¿no? - dio a entender su idea mientras se aseguraba que el zapato no cayera de la punta donde lo había enganchado - Después de todo está claro que este calzado está abandonado desde hace demasiado tiempo -

Julio notó como un escalofrío le recorría el cuerpo de arriba abajo, esa sensación de aquella semana que tuvo la gripe y alcanzó los cuarenta grados de fiebre regreso durante un efímero segundo a su cuerpo.

Sabía que a día de hoy, con las máquinas y ordenadores modernos eran capaces de imprimir y crear auténticas maravillas, como en las películas, pero tenía una sensación de que ahí había algo más.

Uisss, pues sí que son más sensibles, como suelen decir… - le dijo a Joanne cuando el cigarritos empezó a excusarse.

Miró entonces hacia arriba, hacia el piso superior, y torció la boca mientras tomaba una decisión.

He escuchado algo arriba. – no pensaba contarles que había un sótano, que seguro que luego el espejitos corría a decir que había sido cosa suya. – Vamos a echar un vistazo.

Se dirigió hacia las escaleras que ascendían y miró otra vez a Joanne mientras el crío salía de la casa, al parecer aún no había pasado la época de jugar con muñecas. ¿Sería también...?

Ése no va a denunciar a la empresa nunca, ¿no ves que es familia de Nicolás? No sé si sobrino, primo segundo o del estilo…

Andrew tomó con la pata de silla que su compañero le había tendido uno de los zapatitos enmohecidos. Se dirigió a la puerta de entrada, para salir a comparar las huellas de la niña con el zapato, si es que podía... porque la niebla era ya una mole gris, globulosa, a las espaldas de Joanne, que se había quedado inmóvil en el umbral. 

Y...

De pronto un sonido escalofriante sonó acompañando al movimiento implacable de la puerta, que se cerró sin que el muchacho pudiera llegar a comprobar nada, y empujándolo hacia dentro junto a Joanne, que saltó hacia delante y casi cayó al suelo.

Mientras tanto, armado con una pata de silla, Alexander se había dirigido hacia las empinadas escaleras de caracol que ascendían al piso de arriba, seguido de cerca por Julio. Ajenos a lo que ocurría abajo, se asomaron a un espacio mucho más destrozado por el incendio que el que habían encontrado en el piso inferior. 

No parecía haber nada que ver allí, la niña desde luego no estaba, y si habían habido habitaciones alguna vez, el incendio lo había arrasado todo.

Sin embargo Julio siguió adelante como si tuviera muy claro lo que debía mirar, o buscar. En un rincón, tras unas tablas chamuscadas, había un viejo arcón. 

Lo abrió sin esperar opinión de su compañero, y rebuscó en su interior vacío, por lo menos en apariencia. En realidad Julio notaba una compulsión que le inducía a buscar donde no parecía haber nada... y ¡Clac! Un resorte cedió, para desvelar un pequeño cubículo con una llave de hierro, vieja y repleta de telarañas.

Joanne miró alrededor y no vio nada que justificara que hubiera otro susto en ciernes, así que se relajó.

Con sorpresa, vio como el mobiliario pasaba a ser piezas desperdigadas por el suelo a manos de Alexander, pero no dijo nada. Ya vería cuando le pasaran la factura de la silla, ¿o se creía en serio que no la iba a recibir?

-Sensibles no sé, pero tonto como el que más…-le contestó a Julio poniendo los ojos en blanco-Pero, Alexander, en serio crees que alguien aquí dentro nos va a hacer daño? Hay formas más fáciles de despedir a la gente. No creo que el asesinato o el dejar a alguien en silla de ruedas esté contemplado como método de despido dentro del decálogo de maneras dictatoriales de hacer las cosas de esta empresa.

Andrew se dirigió hacia ella llevando una de las patas de la silla en su mano y, enganchada a ella, un par de pequeñitos y mohosos zapatos. Joanne frunció el ceño y lo vio venir-Que pasa, ¿qué te has cagado? ¿vas afuera a medir esos zapatos con las huellas de fuera? Si es evidente que van a coincidir…-negó con la cabeza y resopló cuando Julio dijo quién era Andrew, familiarmente hablando, claro. Ahora ya le quedaba claro también la postura que podía seguir el becario en aquella pruebecita, aunque no cambiaba mucho la idea inicial que tenía de él y de todos los becarios por definición. Siempre venían a ver que culo lamer para quedarse en aquella empresa después del periodo de practicas. Se adelantó un poco para dejarle paso, que hiciera lo que quisiera y se volvió hacia el bedel que ya estaba subiendo las escaleras y casi se perdía ya de vista-¿Has escuchado algo arriba, Julio? ¿Te ves con ganas de subir? Pues venga, arriba, yo te sigo. Que si hay foto cuando encontremos a la niña, quiero salir y…..

Ocurrió todo al mismo tiempo.

Escuchó un sonido escalofriante a sus espaldas y como algo la empujaba por la espalda. Dio el mayor respingo de su vida y saltó hacia adelante como nunca pensó que pudiera hacerlo para ponerse a salvo de lo que fuera que le venía por detrás, haciendo equilibrios para no caerse de bruces en aquel suelo lleno de polvo y ceniza. Se volvió como un resorte a mirar y se encontró con el becario en el suelo y la puerta cerrada.

-¡ME CAGO EN LA PUTA!-le gritó-¡MENUDO SUSTO ME HAS DADO! Pero bueno, ¿tú no te ibas?-lo miró unos instantes y después a la puerta cerrada. Lo volvió a mirar en el suelo y miró de nuevo a la puerta. Compuso la escena, había visto muchas películas de miedo y aquella actividad estaba siendo de manual-Déjame adivinar. Te han cerrado la puerta en las narices para que no salgas. Y doy por hecho que no se puede abrir. ¿Qué te apuestas? ¡Venga arriba y levántate! No pienso ayudarte que tengo las lumbares jodidas.

Con el susto aún en el cuerpo, se adelantó, pasó por encima de Andrew e intentó abrir la puerta para demostrar su teoría.

He picado. ¡He picado! Y me he llevado un susto de muerte. Eso pasa por bajar la guardia, pero no voy a darle otro regalito a San Jefecillo Bendito. A partir de ahora, el becario siempre a la vista, o este me mete en otra situación como esta. ¡Mierda! Que le acabo de dar lo que querían a estos. Pero ea, venga, que no se note que me dura aun el susto en el cuerpo.

- ¿Que yo te he asustado a ti? - el rostro de Andrew se coloreó mostrando una mezcla de morado y rojo mientras buscaba la forma de expresar su sorpresa, indignación e impotencia ante la acusación - ¿Acaso crees que a mi esto me gusta? Parece que no alcanza conque inventéis parentescos que no existen que demás me queréis echar la culpa de lo que sea que está pasando -

Tras ponerse de pie, abandonando el zapato y la pata de la silla, y obviamente sin esperar la ayuda de la inútil que lo acusaba de ser pariente del jefe "de donde pueden haber sacado esa idea tan ridícula" encaró hacia la escalera para subir la misma rápidamente - A donde van? - preguntó sorprendido al notar como el bedel se aproximaba velozmente hacia un arcón y trasteaba en el mismo.

Dudando si tomar nuevamente la cámara para seguir con su labor de fotógrafo o si coger la linterna para iluminar el lugar, optó por la segunda opción.

Tras pulsar el botón que la encendía movió el rayo luminoso a través del destrozado ambiente, sin tener claro que es lo que estaba buscando - Supongo que es mejor asegurarse que no haya ratas ni ese tipo de cosas - comentó mientras su vista seguía la luz y trataba de verificar que no hubiese nada peligroso en el lugar.

Cada vez tenía más claro que esto no era parte de la empresa, o eso, o se estaban gastando un pastón en FX para asustarnos, y parece que con Peter Parker lo habían conseguido, el becario coge la pata de silla que le ofrezco, pero la quiere usar como "pinza" para coger un zapato de la supuesta niña y comprobar las huellas, ¿really? pienso enarcando una ceja.

Para colmo, el celador hace alarde de su mente plana, pongo los ojos en blanco ¿de verdad se creía sus propias mentiras? Cojo mi cartera y le tiro 20$ con desprecio a Gandalf. -Toma, cómprate una vida ya que la tuya esta tan vacía que te tienes que inventar la de los demás.- 

Joanne sigue creyendo que es cosa de la empresa, a ver, no la culpo, cualquiera en su sano juicio preferiría creer eso a que hay algo paranormal o extraño aquí como parece. -¿No te das cuenta Clary Fray que esta casa no aparece en los mapas? Míralo tú misma en tú mapa. ¿Cómo va a ser cosa de la empresa si ni siquiera se sabe la existencia de éste antro?- Comento ya que al mirar antes el mapa para marcar el desvío que hicimos hasta aquí, en el mapa solo había bosque, ni el claro, ni la casa marcada.

Gandalf y yo subimos al piso de arriba, mientras se quedan Clary Fray y Peter Parker abajo, una vez arriba la cosa pinta peor que abajo, más Creepy no puede ser, estaba todo destrozado y parecía que el incendio se había cebado con esta planta, como si aquí hubiese surgido todo.

Gandalf se adelanta y se va hacia un arcón, parecía poseído o algo, porque sabía exactamente donde buscar hasta dar con una llave llena de telarañas. -Pues si aquí tampoco esta la niña nos tenemos que haber dejado algo, seguramente haya un sótano abajo, porque aquí sería jodido ¿verdad?- Le comento a Gandalf frunciendo el ceño. -¿Cómo sabías que aquí había una llave? ¿No estarás metido en ésto no? ¿Tú que opinas de toda esta mierda? Y por favor deja de lado tú odio hacia mi y contesta con sinceridad.- Pregunto y comento serio, esto se estaba complicando y veía que al final íbamos a pasar la noche en este sitio y no volveríamos hoy a casa, y mira que me jodía tener que pasar más tiempo del necesario con estos capullos ya que tenía mejores cosas que hacer que demostrarles que era el mejor.

Julio ni se molestó en hacer amago de coger el billete que le lanzó miraespejos, concentrado como estaba en su intención de subir al piso de arriba, sabiendo que había algo para él. Algo más importante que aquel petulante engreído.

La situación era peor que en el piso de abajo pero el bedel era capaz de apreciar una belleza en aquella estancia. Quizá el ser alguien más cercano a la decrepitud que uno de esos mozalbetes que creían poder comerse el mundo le hacía ser capaz de apreciar las cosas por cómo podían haber sido que por cómo eran en realidad.

Habitación… esquina… arcón… resorte… ¡llave!

Julio sonreía mientras se erguía con la llave en una mano, limpiándola con cuidado con la otra, ajeno completamente a las voces de sus dos compañeros en el piso de abajo.

¿Te gustaría saberlo, eh? – contesto a Alexander mientras tomaba las escaleras de nuevo hacia el piso inferior.

 Llegó para escuchar las últimas palabras del becario.

Si lo que no te gustan las ratas, estás en la empresa equivocada, por mucho enchufe por el que hayas entrado.

Entonces levantó la llave para que todos la vieran y la usó para señalar la alfombra.

¿Qué tal si los jovenzuelos levantáis eso para poder abrir la trampilla que hay debajo?

No, la puerta de la entrada no se abrió, dejando claro que la intuición de Joanne iba por buen camino. O malo. Estaban encerrados allí dentro, ya fuera por obra de la mente retorcida de algún jefe de la empresa... o quizá por obra de alguna mente retorcida, otra mente retorcida. 

La niebla en el exterior era ya tan densa y alta que ocultaba la vista en cualquier ventana, con la noche ahora avanzando sobre ellos a pasos agigantados. La oscuridad en el interior de la casa se hizo palpable, tomó cuerpo. Casi no podían verse unos a otros, sólo la luz de la linterna de Andrew bailaba de aquí a allá, enfocando el suelo, las paredes, los rostros de uno u otro.

No había nada útil que ver, pero sí que enfocó alguna rata escabullirse entre tablones, más de una, en realidad. Escuálidas y grises.

Alexander mencionó un posible sótano, y Julio sabía lo que había visto. Y tenía una llave. 

Bajó con ella, como con un trofeo. Pero, si la niña había salido hacia un sótano, ¿Había cerrado con llave tras ella...? 

La alfombra bajo la mesa del comedor desveló su secreto. En una de las esquinas, algo levantada, todos pudieron ver ahora el por qué de las palabras de uno y la actitud del otro. Allí había una trampilla de madera, en la piedra, una entrada a lo que con toda seguridad era un sótano.

Levantaron la alfombra y allí estaba. Una trampilla, en un estado bastante conservado. Y sin cerradura. Podía levantarse sin esfuerzo, a no ser el del peso, que era bastante. Entonces, ¿de dónde era la llave...? Bajo ella, cuando alguna linterna enfocó hacia el fondo, se abrían unas escaleras que descendían perdiéndose en la oscuridad...

Y entonces escucharon claramente unas voces espectrales, unas voces indefinidas pero firmes, angustiadas, que decían:

"¡Salvad a la niña! ¡Por favor! ¡Salvad a la niña...!"

Ruedo los ojos con la actitud de Gandalf, es gracioso como con tan poco, la gente que no esta acostumbrada, se cree poderosa. Bueno, le dejaré sus 15 segundos de fama, tampoco es que vaya a eclipsar ni nada parecido. Bajamos al piso central, a nivel de suelo, donde por cojones debe de estar el sótano, pero la noche avanza inexpugnable y ensombrece la estancia al punto que apenas nos vemos.

-Ok, hay palos y con jirones de ropa podemos hacer tela y "craftear" antorchas, funcionarían mejor con algo de alcohol o licor, pero deduzco que no tenemos de eso ¿verdad?- Comento antes de que a Gandalf se le haga el culo pepsicola® con abrir la trampilla. -Yo tengo un Zippo y barritas energéticas por si acucia el hambre, aunque habría que racionarlas pues solo tengo dos.¿Tenéis vosotros algo más de ayuda aparte de lo puesto?- Expongo y pregunto, ya que vamos a pasar aquí un periodo de tiempo no menos que hasta el amanecer...

Mientras éstos se deciden yo voy armando un par de "antorchas", para eso rasgo y rompo mi camiseta por las mangas y la tela la envuelvo en la punta de un par de patas de silla, quedándome con la que ya tenía yo a modo de arma, pero sin tela claro.

-Ya que vamos a bajar, habrá que hacerlo de la forma más segura posible.- Digo una vez abrimos la trampilla y se ven unas escaleras de piedra que bajan de forma serpenteante hasta la oscuridad mas absoluta... Unas voces nada naturales nos hablan y hace que se me ponga el vello de la nuca de punta, más la piel se me pone de gallina. -Joder, quizás esto es lo más extraño que me ha pasado en la vida. Andrew, por favor, préstame la linterna, bajaré primero, si no he vuelto en una hora sabéis lo que tenéis que hacer... Esperarme un poco más, que seguramente me haya perdido aquí abajo...- Me río para aliviar tensión, aún estaba dudando de si es planeado o no por la empresa, pero esta claro que no nos podemos quedar parados. 

-Si me seguís manteneos a cierta distancia, con las antorchas, Peter Parker eres el encargado de mapear lo que veamos para no perdernos en caso de que esto sea muy tocho. ¿Seguís sin querer llevar un palo? hay un par de sillas más.- Pregunto a Gandalf y a Clary Fray. -Es mejor tenerlo y no necesitarlo que necesitarlo y no tenerlo.- Añado encogiéndome de hombros antes de bajar por las escaleras una vez Peter Parker me deja o no la linterna, si no fuera así, pues con una antorcha...

Joanne intentó abrir la puerta, primero suavemente y después con todas sus fuerzas, mientras a sus espaldas le caía el chapetón que estaba soltando Andrew por su boca.

-Yo no te echo la culpa de nada, Andrew. Pero asustar, me has asustado. Pero no pasa nada, es lo que quieren. ¿Lo ves? Ya lo dije, cerrada a cal y canto. Lo que no sé es donde estaba escondido el lila que ha tenido que cerrarla o atrancarla por fuera. No vi a nadie antes de entrar aquí-se volvió hacia Andrew con un gesto de triunfo en su rostro por adivinar lo que iba a pasar, pero se encontró que estaba sola.

Tiene miga el asunto, anda que ha esperado el becario a salir corriendo tras estos dos. Queda claro que me tiene en la lista de personas a las que no merece la pena hacer la pelota. ¡Cuánta razón tiene! Si al final hasta va a ser listo el chaval.

Miró a su alrededor y, aunque se resistía a reconocerlo, no se sintió tranquila. El silencio era pesado, cada vez había menos luz y el techo crujía de una forma sospechosamente peligrosa. Lo quiso relacionar con los pasos de sus compañeros de actividad en el piso superior y no pudo evitar formar una imagen en su mente que hizo que una sonrisa tonta asomara a sus labios.

El techo se abría con un estruendo ensordecedor dejando paso a sus tres compañeros que caían desde las alturas. De repente se encenderían las luces, aparecería gente por todas las esquinas, sirenas de ambulancias y policía, su jefe sería detenido por poner a sus empleados en peligro de muerte. Sería arrestado, se pudriría en la cárcel y el gobierno reflotaría la empresa, donde ella se jubilaría con su sueldo íntegro en unos años.

Bueno, yo y esos tres de arriba, no voy a mandarlos al otro barrio por ver al jefe entre rejas, ellos no tienen culpa de trabajar en la empresa en la que trabajan. Pero verlo en la cárcel estaría más que bien, ¡sí señor!

Se aproximó a las escaleras y se detuvo junto al primer peldaño, escuchando las voces en el piso de arriba. Aunque no entendía bien lo que decían, no parecía que estuvieran en peligro ni nada similar y tenía claro que, si hubieran encontrado a la niña, las voces de Alexander dándose a sí mismo la enhorabuena, estarían resonando ya por toda la casa. Miró a su alrededor y fue cuando se dio cuenta de que la niebla andaba ya a la altura de media ventana y oscurecía ya descaradamente. Estaba sola. Era el momento adecuado. A saber cuándo tendría otra oportunidad. Metió la mano dentro de su chaleco y sacó su pequeña petaca de licor. Le dio solo un sorbo, rápido, y volvió a guardarla, pero le supo a gloria.

Por tu preciosa celda en la cárcel, queridísimo jefe.

Justo a tiempo. Alguien bajaba por las escaleras. Se apoyó en la pared y disimuló estar esperando pacientemente a que alguien tuviera la decencia de volver a bajar a por ella.

-¡Julio! Que sorpresa, al final te decidiste a subir, y yo al final me decidí a quedarme. ¿Qué es eso? ¿Una llave? -preguntó sorprendida viendo como el bedel llevaba una llave en su mano, en alto, como si fuera algo sagrado.

Tras Julio, bajaron Andrew y Alexander y vio, aún más sorprendida, como los tres se dirigían a la alfombra del salón, la quitaban y aparecía una trampilla de madera. Se fue junto a ellos, se cruzó de brazos y arrugó el ceño mientras miraba a unos y a otros y a la trampilla en el suelo.

-Os dejo un rato solos y descubrís Troya. ¿Había un manual de instrucciones ahí arriba?-preguntó mientras se asomaba a las escaleras de caracol que se abrían hacia las entrañas de la casa-Tienen mala pinta, los escalones son altos y resbaladizos. Y no hay barandilla y creo que... -se calló radicalmente al escuchar el comentario sobre el alcohol. Su mano estuvo tentada de comprobar si la petaca seguía a buen recaudo pero, al ver a Alexander romperse la ropa y comenzar a ¿hacer antorchas? puso los ojos en blanco y suspiró, tranquila-Alexander, primero, si vas a enseñar chicha, que sea en serio, no solo bíceps. Segundo, ¿tienes el curso de scout o no? Porque no me hace gracia salir todos achicharrados... teniendo esto-movió delante de él la linterna que les habían dado con el equipo a cada uno de ellos, la encendió y apuntó a la cara del rubiales-Así que guarda tu mechero, esta casa es de madera y ya se ha quemado una vez. Y no tengo ganas de oler a chamusquina de aquí a casa, no me apetece tener que poner una lavadora al llegar, que bien tarde que vamos a hacerlo-señaló con su cabeza a la ventana donde ya no se veía el exterior.

Las voces surgieron entonces de la nada, inesperadamente. Y volvió a asustarse. Pero esta vez fue un susto sutil que no hizo que gritara como antes, pero sí que su sangre se moviera más lentamente por sus venas. Miró con los ojos como platos al resto. Por la cara que todos tenían, no era la única que acababa de escuchar aquello.

Solo ha sido un sorbo, eso no da para tanto. Tú tranquila, otra jugarreta más de esta empresa de ocio empresarial. Sí, va, es eso. ¡Sí! También es de manual, voces acojonantemente de ultratumba. ¿He vuelto a picar? ¡Hay que joderse!

Fueron unos segundos de silencio hasta que consiguió moverse y mirar a las escaleras que se adentraban en la oscuridad.

-Tengo que reconocer que se lo están currando bien, eso ha sido convincente.

Otro ruido llamó entonces su atención, más cercano, más vivo, más real. Moviendo rápidamente la linterna en la dirección la que lo había oído, varios pares de puntos brillantes parpadearon al ser enfocados. Joanne se quedó tiesa viendo aquellas cosas peludas, sucias y llenas de bichos. Ratas. Por ahí no pasaba.

-Vale, de acuerdo. ¿Una hora? ¿Una hora? Alexander, a ver, hay dos opciones, bajar o quedarse aquí con esos bichos. Ya me estoy hartando y esto deja de ser divertido. Esos bichos son de verdad. Esos bichos transmiten enfermedades, ¡muerden! ¿Y los sueltan aquí? ¿Sin más? ¡Esto es increíble! Además, si arriba habéis leído las instrucciones y sabéis que tenemos que bajar, yo aquí arriba no me quedo con esas alimañas del diablo. Tira para abajo que yo te sigo. Y los demás, detrás y evitando que esas cosas piojosas nos sigan.

Antes de bajas con sus compañeros, el becario sostuvo la linterna bajo el brazo e intentó tomar un par de fotos adicionales en el primer piso "¿Para la web? ¡Ja! ¿Quien va a creerse esto?" se planteó para sus adentros antes de seguir al viejo bedel y al joven trepador escaleras abajo, tratando de olvidarse de lo que estaba viendo.

Las palabras de Joana, sorprendentemente tenían sentido, por lo que, por una vez se encontró apoyando lo dicho por la resentida - ¿Antorchas? No es más sencillo usar las linternas que nos dieron. Como mucho podemos usar solo un par por ahora, por si se le acaban las baterías, pero... ¿antorchas? -

Si bien al joven becario no le agradaba demasiado discutir con los empleados de la empresa, no puedo menos que, aprovechar el envión de sus palabras previas, apoyando a la mujer, para continuar con su sorprendente rebelión - Toma tu propia linterna y, si quieres, ocúpate también de los mapas. Yo seguiré con las fotos. Después de todo esa es mi tarea -

Como para dar más peso a sus palabras volvió a trabar la linterna bajo su brazo y enfocó con sus cámara a las ratas que habían provocado la reacción de Joanne. Rápidamente tomo un par de fotos, esperando que el flash ahuyentara a los roedores antes de volver a tomar la linterna

Las voces fueron, sin embargo, la gota que derramó el vaso, Que la delirante pensara lo que quisiera, pero para Andrew sonaron demasiado fantasmales. Quizás "reales" no fuera la mejor palabras para describir sus sensaciones al escucharlas, pero dudaba que se tratase de ningún efecto especial. De hecho, tuvo la sensación que los problemas acababan de empezar, por lo que añadió - Y olvídate de ir solo, ni una hora ni cinco minutos. Nos guste o no, estamos juntos en esto -

Envalentonado por su propia reacción completó - En la oficina puedes intentar dar las ordenes que quieras. Aquí solo estamos nosotros cuatro. Y las voces - "Y las ratas" obvió agregar

Tras dudar si debía, pese a todo tomar nuevamente la pata de la silla como arma, finalmente lo hizo "Si tengo que darle un golpe a esas ratas mejor tener con qué. Ni pienso intentarlo con las manos" se planteó para sus adentros. Tras encontrar la forma de acomodar "la maza" en su cinturón insistió - Bueno, adelante, yo les cuido las espaldas, si tanto miedo le tienen a estos animales yo voy último -

Aquel guapito seguía con la actitud de ser el que guiara a todos aunque claramente ninguno de ellos supiera qué estaba pasando exactamente en aquella casa en medio de ninguna parte.

Al menos parecía haber aprendido que esa actitud prepotente y despectiva solo le servía cuando había mandamases que le diesen palmaditas pero que, cuando solo había currelas, jugaba en su contra.

No le dio tiempo a explicarle la estupidez que era ponerse en modo cavernícola a hacer antorchas improvisadas de mala manera, ya que Joanne se encargó del asunto.

Mejor guardar el alcohol para coger un poco de brío. – no pudo evitar dejar caer, recordando la cantidad de botellas que habían sacado de la papelera de Joanne a lo largo de los años.

Miraba las escaleras con desconfianza, aún rememorando ese escalofrío que le había recorrido de arriba abajo y sin poder explicar cómo había sabido llegar hasta aquella llave o qué estaba pasando en aquella casa.

La niña… las llaves… y ahora esa voz instándoles a salvarla.

Si no fuera porque el muchacho ya lo había intentado, habría abierto la puerta y tomado las de Villadiego. Un carajillo en el bar viendo el partido seguro que le tranquilizaría del todo.

Pero ahí estaban, sin poder salir y sin saber qué demonios pasaba.

No te preocupes, chaval. – dijo dándole una palmada antes de empezar a descender tras Alexander.

Uno tras otro fueron bajando las escalera, iluminados por los haces brillantes de las linternas. 

El sótano era algo más grande que la casa, al parecer, excavado en la piedra, pero mejor conservado que la casa en sí. Había en primer lugar un par de puertas abiertas. Una daba a una habitación bastante espaciosa que debía haber sido una especie de depósito de víveres, o almacén. Allí se apilaban cajas, toneles y recipientes, ahora vacíos seguramente roídos y consumidos por el tiempo y las ratas. 

La otra puerta daba a una especie de corredor inquietante, de aspecto completamente distinto al resto de lo que habían visto. Era también de piedra, bien pulida, pero con alguna talla en ella. Y en el fondo del corredor, entre columnas, una puerta metálica, pesada. Y cerrada con llave.

Joanne escuchó perfectamente el comentario de Julio. Sabía a qué se refería pero, ni era el momento de hablar de ello ni le apetecía dar pistas de lo que llevaba con ella. No se había traído su petaca para que el contenido acabara mojando la ropa de Alexander y jugaran a hacer antorchas ni nada por el estilo.

Así que cerró la boca y, haciendo como que no se había dado por aludida, comenzó a descender con cuidado aquellas escaleras débilmente alumbradas por la luz de su linterna y la que llevaba Alexander delante de ella. Su mano izquierda siempre apoyada en la pared y su vista en los escalones procurando no perder su escaso equilibrio y acabar rodando escaleras abajo y terminar con un par de costillas rotas.

Cuando se terminó aquel tramo y llegaron al sótano, se encontraron con algo que Joanne no se había esperado. Una habitación amplia y un pasillo, al final del cual, la luz de las linternas alumbró una puerta metálica.

-Vale, un intento de bodega o despensa y, entiendo, que la llave de Julio abrirá aquella puerta, no veo más, a no ser que tengamos que descubrir otra trampilla secreta por algún sitio. ¿Qué decía sobre esto las instrucciones que habéis leído en el piso superior? ¿Hablaban de abrir una puerta o de buscar algo más escondido? Es que si es esa puerta es muy sencillo, ¿no? Pero mira, antes terminamos, ¡que ahora verás para subir esas escaleras con lo empinadas que están!

Mientras hablaba, fue pasando la linterna por la habitación que intentaba reconstruir una despensa. Buscaba ver si había más ratas, no quería tenerlas cerca ni pisarles el rabo sin querer. Era una de las cosas más asquerosas que se podía imaginar y, con solo pensar que podía pasar, se le ponía el estómago del revés. Con suerte, podría encontrar ella algo que les ayudara a terminar rápido con aquello, quizás descubrir un interruptor de la luz sería divertido para reventar la broma, o una cámara de vídeo.

Estaría divertido. Asi estos tres se tranquilizarían un poco, los veo un poco nerviosos...

Así que, pensando en que también estaba en su mano salir rápido de allí, empezó a mirar no solo en las esquinas, sino a peinar con la linterna mucho mejor aquella parte.

-Menudo asco. A esto no le han pasado un trapo desde hace tiempo. O no tienen a mucha gente que coja esta actividad o se lo han tomado demasiado en serio, aquí hay polvo para no parar de estornudar hasta mañana. Y las telarañas están muy bien conseguidas. Casi parecen de verdad. Pero poniendo una puerta metálica allí, en mitad de ese pasillo, se han cargado un poco el escenario. No pega ni con pegamento. Una puerta de madera antigua, llena de carcoma, con grabados esotéricos, arañazos de animales, sangre... no sé, algo más de acorde con todo esto hubiera estado mejor, creando ambiente, ¿no os parece? Se sale del estilo de la parte de arriba, todo de madera... Pero no sé, antes, cuando la he alumbrado un instante con mi linterna, no la he podido ver bien, está lejos, lo mismo de cerca sí que es tenebrosa y espeluznante. ¿Quien va?. Julio, ¿vas y pruebas a abrirla? Si por casualidad no se abre no tiene sentido que vayamos todos hasta alli-apuntó, a la vez que dirigía la luz de su linterna hacia su rostro y ponía cara de estar asustada.

Clary Fray me pregunta si tengo el curso de los Scouts y que hago haciendo antorchas si tenemos linternas, ups, la verdad es que era verdad que teníamos linternas y no me había dado cuenta ya que solo me preocupe del mapa y la brújula... -Ejem... Bueno, en verdad soy Eagle Scout y es cierto que tenemos linternas, pero con las antorchas ahorramos las pilas que quizás luego nos hagan falta. La diferencia entre una antorcha y una linterna son significativas: La linterna solo lanza un foco de luz y la antorcha tiene una luz de área, así que para andar es mejor la antorcha y para buscar algo es mejor la linterna.- Aclaro encogiéndome de hombros.

Aunque Clary Fray sigue empeñada que Gandalf y yo hemos visto algo parecido a unas instrucciones o algo y niego con la cabeza. -No Clary Fray, no hemos leído nada arriba, tan solo Gandalf encontró la llave y si seguimos buscando a la niña por lógica tendría que estar abajo en el sótano.- Contesto nuevamente mientras Peter Parker se envalentona y me suelta algo así que aquí no les puedo mandar pues esto no es la oficina y que bajan conmigo al sótano, asiento con la cabeza, mentiría si no me siento un poco más seguro así...

Una vez abajo vemos lo que parece ser una bodega o almacén y "la cámara de los secretos", Estaba claro el camino a seguir ya que en la bodega poco podíamos hacer. -Pues parece Clary Fray que hay que ir a la puerta de la cámara de los secretos, ¿Alguien sabe Parcel?- Bromeo. -Pero es por pura lógica, y te repito que no hemos leído nada arriba, Gandalf te lo puede confirmar.- Reitero a Joanne, que parece empeñada en que esto es obra de la empresa y cree que por alguna razón Gandalf y yo estamos metidos.

-Hmmm... He estado pensando que el monstruo reptante es una serpiente, pero creo que puede ser un cocodrilo también, eso acojonaría mucho a una niña, mucho más que una serpiente, a no ser que sea un jodido Basilisco que dudo mucho...- Reflexiono en alto para después mirar a Gandalf. -¿O la abres tú o me pasas la llave?- Le digo empezando a caminar hacia la puerta con el palo en ristre por lo que pueda haber tras la puerta.

-¡Niña! ¿¡Andas por aquí!? ¡Caroline ve hacia la luz!- Llamo a la niña a ver si nos oye y nos facilita este juego del gato y el ratón que nos estamos marcando...