Partida Rol por web

Holly no puedes postear hasta que postee candy.

Equipo Refugiados junto a la fuente:

Dorian y Arthur se quedaron como lideres de aquel campamento de refugiados. Pronto les quedo claro que la gente no iba a volver al cine. Por mucha luz que hubiese. Seguía habiendo un peligro ahí fuera (Uno muy difuso e indeterminado) y no iban a sentarse a mirar una pantalla, preferían poder mirar hacia todos los pasillos y corredores, comprobando que nada se acercarse a ellos. Especialmente ahora que el chico que podía romper tablones a pelo se había ido. Además Cataclismo absurdo era una cagada que nadie entendía como había llegado a la gran pantalla.

Nota del director: lo siento, lamentablemente estais en el lugar más seguro y tranquilo de la escena. No puedo lanzaros monstruos como a los demás. Tendreis que rolear entre vosotros dos o con algun pnj de vuestra invención o encaminaros hacia otro sitio. Si quereis accion podeis ver al fondo del corredor movimiento (la escena delante del supermercado descuento) Vosotros elegís

Equipo charlando con los ajenos:

Dora Springfalls o mejor dicho "lo ajeno" miró hacia Juniper. Juniper quería saber y les preguntaba. -No somos Nada.- respondió.

Como las preguntas eran una cuerda que la mente de Juniper lanzaba a la suya, pudo hacer conexión y responder con total y absoluta sinceridad, sin usar palabras. Mente a mente. Juniper se desplomó inconsciente.

Juniper dejo de existir. Estaba liberado del tiempo, el espacio, las normas, la sociedad, su cuerpo, del capitalismo,... solo su autoconsciencia de si mismo le evitaba disolverse. No era oscuridad, era simplemente nada. Una eternidad donde no había pensamientos, ni formas, ni fronteras. Ajena al tiempo, ajena al espacio.

Y entonces llega eso. Como una gran explosión, una aguja clavada en su corazón. espacio, tiempo, calor, energía, estrellas, planetas, sentimientos, vida,... Sin piedad arrasa parte de esa nada que ya no es infinita sino "infinita menos el tamaño del cosmos". Es doloroso, agobiante. Cada brizna de césped, cada átomo, cada estrella definen existencia donde no debería haber nada.

El dolor se hace más intenso cuando lo que esta dentro empieza a explorar la nada, no pueden salir pero se comunican con ella, intentan drenar su infinito poder, su potencialidad para ser cualquier cosa. Lo más doloroso es que al mirar afuera contagian el tiempo hacia el exterior. Es un empalamiento que solo da agonía y escuece pero no les destruye. Una convivencia imposible. Mientras exista X esa nada será "todo menos X" ni siquiera el concepto de todo o nada le define, los conceptos y el pensamiento son innecesarios. Y si una parte de esa nada desarrolla voluntad o individualidad o conciencia del tiempo es al contactar con la realidad, al corromperse por estar en la frontera. Destruir la realidad es lo unico que aliviará su dolor.

La llave es lo que les cierra el paso. Mientras la llave esta activa solo pueden entrar en la realidad con invitación de alguien de dentro, pero cuando la llave se desactiva pueden entrar sin permiso.

Juniper sintió aquella paz, la liberación de la no existencia. Solo tenía que soltar su conciencia de si mismo y dejaría de existir para siempre, se acabo todo lo malo.

Pero a diferencia de lo que vivía en Dora Springfalls, él podía sentir belleza en el mundo, en las estrellas, en los postres. Incluso el dolor podía ser mejor que la nada.

Entonces lo escuchó. El sonido del océano. Una presencia detrás de él que empujaba con su fuerza a lo ajeno que ha entrado en su mente y le protegía. Sintió un fuerte abrazo de una entidad que irradiaba energía y pureza, era un brazo fuerte y musculoso cuya mano sostenia un tridente dorado. Aunque aquella no era su forma real, era lo que su mente interpretaba.

Y se sintió flotar dentro del agua, sobre él la superficie reflejaba la luz del sol. El Dios del mar, que protegía este sitio sagrado y evitaba que el enjambre de lo ajeno entrase, había salvado su alma. Pero si quería vivir tenia que nadar hacia arriba.

Querido Juniper, supongo que te imaginaras que no estas realmente en el mar. El dios oceano, guardian de este sitio sagrado que para vosotros es un centro comercal ha evitado que tu alma sea reclamada por lo ajeno. Pero aun asi la oferta de esa nada es real, si la aceptas dejaras de existir y todo lo malo (presión social, espectativas, dolor,...) desapareceran. Nadar hacia arriba no es algo fisico, es identificar lo bueno que hay en el mundo, lo que tu pj encuentra bello o agradable, o incluso aceptar lo malo y doloroso como algo que forma parte de la vida. que su alma elija la realidad.

Puedes hacer doble post. Uno privado donde describas "lo que te hace subir" y otro poniendo que despiertas, que vuelves en ti mismo. Es una oportunidad de definir a tu pj, pues ahora será consciente de que es lo que de verdad le hace amar la vida o incluso aceptar algo que antes le diese temor o rechazo y asumirlo como parte de la existencia. Además ha tenido contacto con un dios, empezando su viaje chamanico incluso antes de recibir los poderes.

Equipo "Ya no tan Al-one":

Al y Danielle caminaron juntos en busca de supervivientes desperdigados o algo que estuviese fuera de lugar. Era extraño recorrer el centro comercial totalmente iluminado y abandonado. Aquí y allá se veían pruebas del saqueo o de que la gente había salido corriendo. El silencio habría sido total de no ser por el hilo musical que volvía a estar en funcionamiento, en aquel momento emitía "So Am I" de Ava Max.

De repente escucharon un estruendo metálico. Provenía de la tienda de copia de llaves y otros artículos de ferretería. "Tenemos la llave que usted busca" decía el desafortunado cartel.

Al mirar a tavés de los cristales del escaparate vieron a una de aquellas cosas. Una pequeña esfera, como una canica que podían ver nítidamente a pesar de la distancia ya que era un objeto de infinita negrura, una brecha en la realidad que se sentía más que verse. Allí dentro no había tiempo ni espacio, era un agujero negro a la inexistencia y ni siquiera era realmente negro, sino más oscuro.

La cosa flotaba en medio de la tienda y emitía zarcillos de oscuridad hacia todas las direcciones, algunos de los cuales se movían con rapidez agarrando las diferentes llaves a la venta con sus cerraduras o candados o aun vírgenes a la espera de que se tallasen los dientes copiando una llave original. Todas eran descartadas con rapidez y arrojadas al suelo. Ninguna permitía destruir el universo, eran solo absurdos trozos de metal. Ambos jóvenes sintieron, como si pudiesen cortarlo en el aire y quedarselo de recuerdo, un fuerte odio y la sensación de impaciencia, de prisa.

Uno de los zarcillos se apoyaba en la pared, a escasos centímetros de la cabeza del cerrajero. este permanecía de pie apoyado contra la pared e intimidado por el intruso sobrenatural, Una mancha de orina cubría sus pantalones. La esfera se desplazó por el zarzillo, acercándose al humano. Seguía siendo el centro del que manaban todos.

-No lo sé.- lloriqueó el hombre. -No se donde está la llave. Hay muchas llaves en la ciudad, no las tengo todas. ¿La llave del cosmos? No sé que es eso.

- ¡Mierda! - Gritó Jesse mientras corría. - ¡Quieren la comida! - Alzó la voz aterrado mientras se colocaba la maleta por delante. 

Mientras seguía dándose a la fuga, abrió la maleta e introdujo la mano en busca de algo que pudiera calmar la sed de sangre comida basura, que experimentaban aquellos seres. Jesse agarró lo primero que encontró. Lo miró por encima. Se trataba de un paquete de yogures cero por ciento grasos. Lo lanzó hacia los glotones devoradores de calorías sin mirar atrás.

El pack de yogures golpeó contra el rostro de uno de ellos. La mayor parte de los obsesos por la comida se detuvo y se amontonó sobre el pack de yogures. Aquello tan solo les distrajo unos pocos instantes. Enseguida reanudaron la marcha dejando intactos aquellos alimentos.

- ¡Joder! - Exclamó Jesse. - ¡No sirve! 

El joven activista comenzó a buscar entonces a toda prisa en la maleta. Necesitaba otra cosa, otro tipo de alimento. Algo que saciara de verdad el hambre de aquellos vampiros de colesterol. 

- Leche desnatada, tofu, espárragos, judías congeladas ya no tan congeladas... - Nada de todo aquello podía acabar con la avalancha pero entonces... - ¡Donuts! - Alzó la voz esperanzado. Abrió el paquete de cuatro rosquillas mientras corría y las lanzó hacia atrás. Los cuatro bizcochos azucarados y con forma circular volaron hacia la estampida de gordos y Jesse cruzó los dedos para que eso sirviera de algo.

Se le erizó la piel al sentir el tacto suave y frío de aquella chica y aún así lo único que le importó fue la brevedad con que sucedió. Eran inusualmente atrayentes y, como ella misma, parecían estar de paso por la vida sin prestar atención a aquello que no fuera el presente, un hedonismo exacerbado mientras afuera el mundo se venía abajo, a lo cual la pelirroja no acababa de encontrar sentido, ya habría conocido antes a un grupo así en Daring de haber sabido que existían y, dadas las circustancias, se hacía más preguntas de las que iban a responderle, así que no perdió el tiempo cuestionándose.

- Ah, sabremos llegar, voy sobria, aunque vale, igual os ayudo -provocaban una fascinación dificil de ignorar, incluso Holly había cedido antes que ella y estaba haciéndose la manicura, y Candy no tenía mayor voluntad, así que se decidió a entrar acariciando de pasada el abdomen descubierto de la que estaba tan ilusionada con su top- Y... tuyo es -era una proposición interesante, ya se lo había puesto bastantes veces aquel verano, le gustaba la moda y no repetirse, y la idea de que quizá en aquel almacen hubiesen prendas de la nueva temporada... No podía dejar la oportunidad de hacerse con ellas antes que nadie.

Se deshizo de su crop y se lo entregó a la chica para luego explorar el monton de ropa. Iba fijándose en la figura de los componentes de aquel grupo, sabía tomar bien las medidas a ojo y fue escogiendo prendas para ellos, incluso para Holly, al tiempo que ella misma iba añadiendo algunas a la bolsa donde ya llevaba entre otros los bikinis que compró- Uuh, aquí hay algo bueno -al fin fue encontrando algo que le gustara, ya que había bastantes prendas pasadas de moda, cosas que le había visto puesta en fotografías de juventud a su madre- ¿Que os parece? -le estaba encantando mostrarse con aquellas prendas, en actitud divertida, por momentos olvidando lo que había en el exterior.

La música no era lo mejor, también parecía... anticuada, aún así no dudó en seguir el ritmo bailando mientras buscaba prendas e iba posando con ellas encima para los demás, riendo, haciendo comentarios graciosos y opinando del resto- Creo que esta es la que me llevaré puesta... -un top ajustado de lentejuelas plateadas con escote halter, claramente para salir de fiesta, con la espalda y parte del vientre al descubierto- Mmmh... ¿Sabeis esa sensación de...? Cuando alguien se fija en ti, y sientes química... -y empiezas a creer que le importas, que por unas horas os dais una tregua y ya no estás sola, porque su deseo eres tú y sólo tú- Así creo que me hará sentir este top -cuando alguien pose la vista en ella llevándolo. Sin embargo aquello la dejaba casi tan expuesta como el crop top que traía de casa, así que decidió ponerse encima una chaqueta que le recordaba a las que solía llevar Al, sólo que más femenina y rojiza.

Candy había dejado de grabar en algún momento para así poder compartir también con ellos sus propias fotografías- Se que soy un poco muy atrevida, jeje, pero es que me gusta así... Y cuando sabes que alguien te sigue y las ve, es como... algo íntimo ¿Entiendes a que me refiero? Saber que hay alguien que te mira, te presta atención... te desea... Me gusta -se mordió el labio- No me refiero a ser popular... Yo paso de eso, no necesito que el mundo entero me preste atención. Me basta con sólo una mirada, siempre que sea sincera -de aquellas fotografías muchas eran de días de playa y puestas de sol, hasta que fue llegando a las más recientes- Ah, este es Roland, un... "amigo" -dijo en tono sugerente, con algún pensamiento carnal cruzando su mente, aunque aquello trajo también lo sucedido en el fotomatón, y lo posterior, como si aquel ambiente azucarado le hubiese hecho olvidarlo.

- Oye, chicos, nos tenemos que ir... -les dijo a regañadientes, como quien busca una excusa para tomarse la penúltima de la noche- Ey, Holly -se acerco a su amiga e hizo lo posible por despertarla con delicadeza, no se creía que hubiese podido caer rendida tanta rapidez, sin duda había algo más en aquellos chicos y ejercían una influencia innatural que la propia Candy podía sentir- Hollyyy... -cuando consiguió tenerla de vuelta sólo restó despedirse con el afecto que la carateriza, regalando besos y abrazos a sus nuevos amigos, alguna mirada cómplice y, tras recibir instrucciones sobre como llegar, salir hacia la sala de seguridad- ¡Seguidme en instagram!

Al llegar allí se sentó en la silla con ruedas, dió una vuelta impulsándose hacia los monitores y pantallas de las cámaras de seguridad, fijándose tanto en las interiores como las exteriores- ¡Uy, pipas! -y mientras comía de una bolsa que alguien se había dejado allí, se puso a buscar si había megafonía, un teléfono fijo que funcionase para emergencias o alguna forma de ayudar a su amigo ahí fuera.

Y entonces ésta le abrazó: la nada misma.

Juniper se sintió en un hueco. Un espacio vacío entre dos mundos que se increpaban a través de su no ser, de aquella pura ausencia reflejada en cristales rotos. Sintió dolor y belleza, terror y alegría, sintió todo y a la vez nada, como una estrella fugaz ardiendo mil veces en infinita caída hacia un planeta y otro que le repelan. 

Sintió la nada consumiéndose a sí mismo en la inmensidad del vacío y se vió tentado por aquello. Qué sencillo y qué placentero sería simplemente atender a su llamado; dejar de existir. Todos sus recuerdos, todo su sufrimiento, todo sería disuelto y el mundo seguiría girando, inexorablemente, sin él. Habitaría en los recuerdos de sus contemporáneos para luego simplemente dejar de ser, su nombre perdido y olvidado en los vaivenes de la historia. Qué fácil era todo, y qué sinsentido era la vida.

Estaba a punto de hacerlo, de dejarse llevar por el llamado del abismo, hasta que súbitamente su consciencia se vio inundada por un millar de sensaciones y recuerdos inconexos. Sintió el característico aroma salitre del océano, de aquellas playas que le habían visto crecer, reír y llorar. Escuchó la voz dulce de su madre, el calor del fuego despertando sus entumecidas extremidades. Escuchó la risa de sus amigos, los insultos pronunciados en voz baja, la sensación pegajosa en sus mejillas después de haber llorado. Todo el dolor y toda la alegría de su vida, los horrores del mundo y la bondad que parecía brotar aún en sitios inhóspitos. Sintió deseo de existir. Por lo que había vivido y, sobre todo, por lo que aún no. 

El mundo se desplegaba frente a él con todos sus misterios y posibilidades, con todos sus secretos mejores guardados, con todas las aventuras inesperadas. Con todo el dolor y el amor. Juniper comprendió que aquello sería una eterna lucha por la libertad de su propio cosmos y sus átomos más pequeños. 

No se sintió nadar hasta la superficie, sino que ésta vino hacia él. La luz de los rayos solares atravesando la oscuridad del océano le permitió admirar aquellos brazos que le guiaban. Cuando su travesía llegó a su fin, Juniper quiso girar para agradecer a aquella deidad antigua, pero sólo logró atisbar los destellos de su tridente en un efímero segundo antes de despertar.

No. Nada de aquello tenía lógica. Ningún tipo de lógica. Kelly había jugado suficiente a juegos de rol como para saber que lo que estaba pasando allí no era ni medio normal... y estaban fallando todas las tiradas de dados. Cuando su estómago rugió, sus manos se aferraron con más fuerza al carro de la compra cargado de libros. Que por cierto, no eran comestibles. 

Están infectados -dijo de pronto, mirando a Plissken y a Jesse. 

Le hubiese gustado deleitarse con las palabras de Plissken, sobre que ella protegería a aquella niña si a él le pasaba algo. Aunque a Plissken no iba a pasarle nada, por encima de su cadáver. Miró a la chiquilla y le sonrió con amabilidad, aunque no era momento de ponerse especialmente simpática. 

Y es posible que sea contagioso -a juzgar por sus tripas, el hambre había sido repentino, y aquellas personas no estaban actuando de un modo normal, ni siquiera si realmente tuvieran hambre. Estaban actuando como unos malditos zombies deseosos de carne humana. 

Tomó el brazo de Jesse. 

Tenemos que salir de aquí. Volvamos con los demás. 

Miró a Plissken al decir aquello, y retrocedió apartándose aun más de las rejas. Sí, ya sabía que no tenía ningún sentido, ¿pero acaso tenían una explicación mejor para explicar su comportamiento? Kelly los escucharía atentamente, pero alejada de aquel lugar. Puede que debiera volver a la librería a buscar libros sobre medicina y patologías. 

— ¡AAAAAAAAAAAAAHH! — Como el vagido de un recién nacido, Juniper anunció su regreso a este mundo en un grito que le salió desde lo más profundo de su ser, desde sus entrañas. 

La visión de su cuerpo inerte momentos antes en la fría losa del centro comercial se vio irrumpida por su abrupto despertar. El adolescente recuperó el control de su cuerpo y se incorporó para quedar casi en posición fetal. Se sintió empapado de sudor. La sangre raptó, rápida, hasta sus mejillas, al igual que el llanto. Lo sintió subir desde la boca de su estómago y no pudo evitarlo. Juniper echó a llorar de manera desconsolada, lloraba a causa del terror y también de la belleza. Lloraba por su propia existencia y todo lo que le deparaba.

— ¿Qué..? — No tenía sentido demandarle explicaciones a la nada, tampoco su mente podía hilvanar una oración. Se sentía profundamente conmovido y alterado, casi como fuera de sí mismo. Abrazó sus rodillas con fuerza, como intentando protegerse del peligro que representaba el mundo exterior. 

Divisó el rostro de Alvar, el único más o menos conocido, pero nada más. Recobró memoria de dónde estaba y todo lo que estaba pasando, y lejos de recuperar la compostura, su llanto se agudizó aún más y escondió su rostro. Ahora temblaba del terror.

Al ver la reacción de los refugiados Dorian frunció el ceño y en un murmuro dijo:

- Zorras asquerosas... ojalá se los coman... - era evidente que no hablaba con nadie pero Arthur al estar al lado podía escucharlo sin problema, seguidamente Deveraux se volvió a subir encima de la mesa y con un carraspeo previo empezó a hablar - ESCUCHADME ZORRAS - gritó en un primer momento para hacerse notar y que la gente dejara de cuchichear - LA GENTE HA DECIDIDO QUE LA PROPUESTA DEL CINE ERA MALA Y QUE NO SE VA A MOVER - se detuvo un momento para reir y volver su mirada hacia todos los presentes - HA DEBIDO HABER UNA CONFUSIÓN, YA QUE NO ERA UNA PROPUESTA, VAMOS AL CINE O SI NO LOS SEGUIDORES DEL PADRE DAGON NOS COMERAN A TODOS, Y NO PIENSO DEJARME COMER POR UN ATAJO DE IDIOTAS QUE SE CREEN QUE EL LUGAR MÁS SEGURO ES EN MITAD DE UNA PUTA FUENTE, PODEMOS VER TODOS LOS FLANCOS, ESO SOLO SIGNIFICA QUE HAY MÁS DE UN FLANCO, IMBÉCILES, EN EL CINE SÓLO TENEMOS QUE VIGILAR LA ENTRADA, NO 20 PUTOS ACCESOS QUE NI SIQUIERA PODEMOS PROTEGER, ASÍ QUE MARCHANDO Y EN SILENCIO... - Deveraux estaba notablemente enfadado y su paciencia parecia haberse acabado, si es que alguna vez la había tenido...

Sin mayor dilación se bajó de la mesa y con un gesto hizo saber a los refugiados que deberian acompañarlo, su similitud con un dictador era algo temible

Aquel escena principalmente le sirvió a Roland para una cosa: saber que, pasase lo que pasase, debía mantener un cuerpo diez. No podía acabar como esos gordos. Cuando vio a los robustos individuos intentar quitarle la mochila a Jesse, retrocedió un par de pasos para alejar a Martha de los posibles obesos caníbales.

-Jesse, ten cuidado. Estos gordos son peligrosos -le indicó al activista, pensando en posibles alternativas por si tenían que hacerles frente-. Si por si acaso nos siguen, busquemos un extintor o una manguera anti-incendios. Algunos llevan las camisas muy sudadas. Dudo que les guste que les mojen.

Plissken ni siquiera se había dado cuenta, pero cuanto más hablaba, más comenzaba a ver al grupo de gordos como una especie de criaturas salidas de una invasión que como unos simples vecinos con sobrepeso del pueblo. Aunque lo que más le sorprendió fueron las palabras de Kelly. Ella era la más inteligente del grupo, por lo que Roland supuso que, aunque no había vivido una situación como esa, debían aplicarse las mismas normas que él mismo conocía por la ficción.

-Debe ser un virus que sólo afecte a un determinado grupo de personas -sugirió, aunque no muy convencido. No sólo eran personas con sobrepeso, pues también estaba allí del tirillas del gimnasio-. ¿Es posible que se trate de un virus que actúa contra las personas obsesionadas con bajar caloría? ¿O contra las que tienen ansiedad por comer?

En esos instantes, Roland sólo podía pensar en una cosa. Si la teoría de Kelly era correcta y los rechonchos clientes eran contagiosos, ¿qué podía suceder si uno de los gordos mordía a alguien?

Al sentir cómo Coop me sigue le lanzo una mirada y bufo. No se puede decir que me disguste su compañía pero probablemente estará más segura con el montón de gente dispuesta a sacrificarse por ella que con alguien que podría saltar en cualquier momento, más aún dada la situación actual. No obstante ralentizo mis pasos unos segundos para que me alcance con facilidad.

Voy al cerrajero.

Le explico mi siguiente movimiento.

Al llegar a la tienda de llaves, por la que en realidad pasaba sólo como mera curiosidad, la escena que se dibuja ante mí consigue que algo provoque un cortocircuito en mi cerebro al intentar comprender la totalidad de la imagen. La versión para cualquier persona normal sería que un monstruo se había colado en busca de una llave dimensional mientras el aterrorizado vendedor lloriqueaba por perdón. La versión mía era un "estamos jodidos".

Mi mirada va a la de Coop y luego a la criatura, y regresa a Coop. ¡Mierda! No puedo huir así como así. Maldigo ahora mismo. Sé que nadie me culparía pero ella no se merecía dejarla atrás.

Dame tu reloj, Coop, ahora.

Extiendo mi mano para que me lo entregue. Si no lo hace, sin cortarme, cogeré uno de los relojes que estuviesen en el mostrador (aunque implique romper un cristal) para arrojarlo contra el vacío que representaba el ser de tentáculos y coger otro enseguida. Con una voz autoritaria comienzo a hablar, al principio son cosas ininteligibles, una especie de murmullo gruñendo, aunque entre ellas algunas palabras sí que pueden entenderse con claridad.

... Ahora he arrojado en tiempo en tí, maldita basura. Tic tac ¿lo escuchas? ... ¿Duele? Tranquilo, sólo es el principio. Dolerá más con el tiempo. Ahora estás en mi terreno. No habrá llave de la existencia para tí, sólo ... esta sensación que te atenaza por dentro. Soy Al... ... Gracias por ser mi pasatiempo hoy. Te doy diez segundos para retirarte. ... Y has gastado dos ya.

Había visto una película similar con mi tutora, con un ser ultrapoderoso al que un científico mago derrota con algo parecido. Claro, que el científico contaba con una piedra verde ultrapoderosa y yo... yo cuento con una cara muy dura. Agito el reloj en mi mano, amenazante de volverlo a lanzar. Lo que tengo claro es que mi instinto de supervivencia me dice que mejor no tirarme al vacío por ahora y con la otra hago un muy sutil gesto al tipo para que se esconda o huya.

Espacio y tiempo duelen nos. Ahora he arrojado en tiempo en tí, maldita basura. Tic tac ¿lo escuchas? Cada segundo, cada uno, pasando y haciéndote consciente de él, bastardo. ¿Duele? Tranquilo, sólo es el principio. Dolerá más con el tiempo. Ahora estás en mi terreno. No habrá llave de la existencia para tí, sólo tiempo. Incluso si regresas no desaparecerá de tu interior esta sensación que te atenaza por dentro. Soy Al... y soy uno de los hechiceros más poderosos de esta maldita realidad. Gracias por ser mi pasatiempo hoy. Te doy diez segundos para retirarte. Diez tics. Y has gastado dos ya.

Equipo exploración:

Candy pasó un buen rato con aquellas ¿personas? -La chica que llevaba el top que hasta ahora era suyo le dio un golpe amistoso en el brazo -¿A que sí tía? A mi me pasa igual. Cando nos subimos al escenario o posamos para las fotos es como si la atención de quien nos vea me diese algo de fuerza. Me los imagino deseando ser yo, tener mi ropa puesta y que les quede tan bien como a mi y vivir mi vida

-Uh es guapo- dijo otra de las dos chicas mirando las fotos de Roland. -Oh muy guapo.- Bromeo uno de los dos chicos, probocando una carcajada de su excompañera de baile y un -uoohhh- generalizado. Al poco se volvieron a besar. Por lo que Candy había entendido eran pareja desde el instituto, lo habían dejado despues de fundar la banda pero habían tenido un apasionado reencuentro durante el viaje a la cabaña en la montaña aunque lo hablaron y lo dejaron estar como amigos hasta su ultima gira.

Rieron, hablaron y compartieron sus sentimientos. La pelirroja pudo sentir que le agradecían que les escuchara. Y eran divertidos, aunque estaban totalmente desfasados. Tuvo que explicarles que era instagram y otras series sociales. Por desgracia la cobertura no volvía y no pudo mostrárselo en vivo, pero la escucharon con atención, sorprendidos. Disfrutaron mucho con la musica moderna que escucharon en aquel aparato.

-¡Si seguro que nos haremos una cuenta!- Se despidieron de ella, tras darle indicaciones de donde estaba la garita del guardia.

Candy no se iba a manos vacías, se llevaba una bolsa llena de ropa que, si tenia suerte, de retro estaría de moda muy pronto. Y si no, siempre podría hacer alguna sesion con un filtro que hiciera parecer las fotos digitales viejas fotos echas con una cámara de verdad. En el otro brazo se llevaba a Holly que caminaba como sumida en un sueño. Como a una amiga que ya no ha aguantado más despierta en la discoteca y camina medio zombi hacia la cama.

Cuanto más pensaba en lo ocurrido menos lógica le veía a aquel grupo de gente, pero por otro lado se sentía viva como nunca. Como cuando te toca alguien en el asiento de al lado del avión que resulta que es una persona superinteresante, que te cuenta cosas que te emocionan o incluso cambian tus perspectivas pero que sabes que nunca vas a volver a ver en tu vida

-Yo te espero ahí- dijo la pelirroja en un murmullo señalando a la fuente de Neptuno. O más concretamente un banco junto a la misma. -Junto al dios estamos seguros, es muy fuerte.

Candy, libre de la sonambula, y luciendo su nuevo look noventero caminó hasta la sala del tipo de seguridad. La sala era un cuartucho sin ventanas donde varias pantallas mostraban diferentes imágenes del interior y el exterior del edificio. Decoraba la habitación varios folios impresos pegados con celo a la pared. Todos capturas de pantalla de las camaras enfocando a chicas de buen ver. Candy conocía a muchas de las chicas por el instituto. También había alguna mujer un poco más mayor pero de buen aspecto. La relación común entre todas las fotos eran los escotes.

Las pantallas le revelaron el enjambre de insectos que patrullaba el exterior, a Dorian subido a una mesa gesticulando a los compradores y a Danielle entregándole su reloj a Al junto a una ferretería.

Para tu proximo turno eres omnnisciente, puedes ver lo que prefieras ver, pero candy solo tiene dos ojos, no puede seguir todo.

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