Sweetfalls

Hola. Mi nombre es Dora Springfalls y me alegra compartir con vosotros mi historia en el primer numero de "Gente de Daring City. Everybody is somebody" Seguramente muchos me conocereís por el proyecto de mi vida: Sweetfalls.

La panadería de mi abuelo siempre ocupó un lugar en mi corazón. Él era un hombre muy trabajador que durante toda su vida madrugó muchísimo para hacer el pan que durante el resto del día vendía con una sonrisa. De él aprendí a amar el trabajo duro y con dedicación, a cuidar los detalles y a mimar los alimentos.

Panadería en los 50

Cuando mi abuelo falleció no pude permitir que el fruto de su trabajo se perdiera, así que convencí a mis padres de que me dejasen a mi hacerme cargo del local. Era joven e inexperta pero tenia claro que no iba a traicionar mis raíces. Con algo de dinero que pude reunir de aquí y allá empecé el proyecto

Panadería en los años 80

Por supuesto al ponerme al cargo del negocio lo oriente hacia un estilo más moderno y sofisticado, acorde con los nuevos tiempos de Daring. Le cambie el nombre a Sweetfalls, un juego de palabras con mi apellido.

Hoy en día los productos de repostería ya no son un articulo de primera necesidad como el pan en época de mis abuelos. Incluso mi abuelo, de corazón conservador, ya se habia abierto a producir varios tipos de pan distintos para elegir y a tener un surtido de dulces.

Hoy una pieza horneada es una experiencia de disfrute. Y eso es lo que ofrecemos aquí, experiencias para compartir en nuestro local o para llevar.Mis creaciones son inspiraciones originales. Como empresaria no descanso nunca, siempre llevo una libreta para apuntar todo lo que se me ocurre. Si veo algo bonito o gracioso me pregunto ¿Podría hacerlo en una tarta o un cupcake? Busco ideas que gusten a mayores y pequeños por igual.

Creaciones para mayores y pequeños

Lo que más me gusta es el trato con el cliente, saber que estás vendiendo arte que endulzara un momento especial.

Actualmente compagino mi actividad empresarial con mi familia que es lo más dulce de mi vida. Tengo un marido al que adoro y que me apoya en todo y dos angelitos: Martha y Robert

sweetfalls hoy

Hola. Mi nombre es Dora Springfalls y me alegra compartir con vosotros mi historia en el primer numero de "Gente de Daring City. Everybody is somebody"

A la derecha de mi entrevista tenéis un anuncio de mi tienda, así que el que no sea imbécil se imaginara como he aparecido en el primer numero.

Seguramente muchos me conocereís por el proyecto de mi vida: Sweetfalls.  La panadería de mi abuelo siempre ocupó un lugar en mi corazón. Él era un hombre muy trabajador que durante toda su vida madrugó muchísimo para hacer el pan que durante el día vendía con una sonrisa. De él aprendí a amar el trabajo duro y con dedicación, a cuidar los detalles y a mimar los alimentos.

En realidad odie toda mi vida que mi madre me mandase a veces a trabajar con él antes de ir a la escuela, odio madrugar y si aprendí algo del abuelo es que trabajar duro no te trae mas que ojeras y dolor de espalda.

Cuando mi abuelo falleció no pude permitir que el fruto de su trabajo se perdiera, así que convencí a mis padres de que me dejasen a mi hacerme cargo del local. Era joven e inexperta pero tenia claro que no iba a traicionar mis raíces. Con algo de dinero que pude reunir de aquí y allá empecé el proyecto

Lié a mi marido para que me avalara en el préstamo hipotecario. No fue difícil venderle el proyecto. El muy inútil hace todo lo que yo le digo.

Por supuesto al ponerme al cargo del negocio lo oriente hacia un estilo más moderno y sofisticado, acorde con los nuevos tiempos de Daring. Hoy en día los productos de repostería ya no son un articulo de primera necesidad como el pan en época de mis abuelos. Hoy una pieza horneada es una experiencia de disfrute. Y eso es lo que ofrecemos aquí, experiencias para compartir en nuestro local o para llevar.

Me cargué encantada los putos baldosines blancos, hasta le pedí a uno de los obreros que me  dejase darle un par de mazazos a la pared. Todo en el local era mierda de pobres y miseria. La nueva decoración la elegí por catalogo y una empresa la instaló en un par de días. Todo de colores brillantes e iluminación natural. Con ese lacado como de plástico que se limpia casi solo. A ver es que mis padres pretendían vender el local, aprovechando la burbuja de los 90, pero yo intuía que el negocio que fuese a montar el que lo comprara, podía hacerlo yo también. Soy rubia pero no idiota, no sé si me seguís.

Mis creaciones son inspiraciones originales. Como empresaria no descanso nunca, siempre llevo una libreta para apuntar todo lo que se me ocurre. Si veo algo bonito o gracioso me pregunto ¿Podría hacerlo en una tarta o un cupcake? Busco ideas que gusten a mayores y pequeños por igual.

Hay una empresa en Portland que produce las magdalenas de las narices. Son caras, pero solo se las venden a una tienda por sector y son muy monas de ver. Y no están malas. Vienen congeladas, solo hay que hornearlas un poco y pegarles los adornitos que también vienen en bolsas de plástico. Las más graciosas y naiff las pongo en el estante de abajo del escaparate para que las vean los crios y las mas "serias" arriba para los padres.

Lo que más me gusta es el trato con el cliente, saber que estás vendiendo arte que endulzara un momento especial.

Hago lo que todos, darle coba a la gente para que una puta magdalena adornada parezca especial, pero vamos que la gente tampoco es tonta y muchos clientes las compran porque la caja con el emblema de mi tienda demuestra un estatus económico.  "Ey ha traído magdalenas que valen a 8 Dolares la unidad a la fiesta, esta persona maneja dinero" No engaño a nadie, solo sigo la ola.

Actualmente compagino mi actividad empresarial con mi familia que es lo más dulce del mundo.

Me he contratado un par de personas para que hagan todo por un sueldo no muy alto y yo a vivir la vida. Por suerte desde que mi marido se echo una amante de la que se supone no se nada me deja bastante en paz. Mis dos hijos son un demonio y una bruja, pero les tengo cariño no soy un monstruo

Hogar de los Hart

Los Hart viven en un piso cochambroso en la Calle de los Nudos, en un edificio de tres plantas donde debajo funciona una tienda. El suyo es un departamento de techos bajos y tres habitaciones llenas de luz que no ha sido renovado desde los años cuarenta. En las paredes rajadas se ven manchas de humedad y los suelos de madera están opacos y llenos de rayones. En los rincones se acumula pelusa y a lo largo de los rodapiés, como si fuese musgo. Todos los domingos Juniper y Vanora realizan limpieza profunda y 'purifican' el sitio quemando diferentes hierbas e inciensos, mientras que su enorme gato mantiene las cucarachas a raya, pero la mayoría del tiempo el sitio parece un ático acogedor y descuidado. El típico lugar donde uno esperaría encontrar tesoros perdidos, como fotografías antiguas, un viejo tocadiscos, puntas de flecha en alguna maleta polvorienta, el esqueleto de algún animalillo.

Al entrar, te encuentras en un pequeño salón con paredes inclinadas y ventanas de buhardilla. Hay alfombras viejas y raídas por todas partes, mientras que en toda superficie disponible encuentras candelabros de plata deslustrada, plantas, libros apilados. Todo tiene un aspecto desordenado, las mesas están abarrotadas de papeles, ceniceros, botellas de whisky, cajas de chocolatinas, plumas sucias, caléndulas marchitas. La distribución del departamento es extraña, con ventanas inesperadas, pasillos que no conducen a ninguna parte y puertas donde tienes que pasar agachado.

La habitación de Juniper, a juego con el resto del departamento, también es un sitio desordenado y acogedor. Sin embargo, el adolescente afirma que en su caos encuentra su orden, y todo está justo donde debería estar. Su cama consta de dos colchones de plaza y media y un millar de mantas. Las plantas ocupan toda superficie posible, mientras que frente a su escritorio ha colgado múltiples espejos que ha encontrado en la basura de algún ricachón de Daring Island. A Juniper le gusta coleccionar objetos antiguos, pues cree que todo cuenta una historia diferente. La habitación está impregnada de un suave olor a pachuli, lavanda y marihuana.

Las brumas de Avalon

"Las brumas de Avalon" es la tienda esotérica más antigua de Daring City. Se encuentra situada en el pintoresco barrio de los Nudos. Un lugar que conserva el espíritu de la ciudad anterior al boom inmobiliario y la brusca expansión urbana. La tienda comparte un pequeño callejón lateral con un negocio de suministros de marinería y  una tienda de cerámica.

El interior desconcertara al asiduo a este tipo de tiendas. La decoración es más propia de una vieja botica que de una tienda moderna de artículos mágicos. En ningún sitio se apilan montañas de productos, muchos de ellos de plástico o producidos en serie. Por el contrario las piedras semipreciosas, las velas ritualizadas y ese tipo de artículos abandonan el armario para ser mostrados solo por petición del cliente. Las hierbas medicinales y reactivos para pociones no de venden en bolsas de x gramos, sino que la dueña los mide con una bascula antigua y los entrega en bolsas de papel reciclado. Tampoco es un sitio donde cualquier libro tenga cabida solo por tratar de magia. La dueña solo encarga aquellos que, tras leerlos, considera que contienen alguna verdad o enseñanza.

Para el típico zumbado new age está tienda es un sitio de magia negra: Iluminación tirando a escasa, muebles viejos de madera oscura, una dependienta que no va a dorarle la píldora con charla sobre la paranoia conspiratoria que este de moda...  De hecho, no hay ninguna política buenrollista en el inventario, aquí se venden velas tanto blancos como negras.

Por supuesto los que conocen el lugar tienen otra opinión. Hada, la dueña, es una persona muy querida y respetada en los Nudos de la que se dice que tiene un corazón de oro aunque un fuerte carácter chapado a la antigua.

La trastienda es una sala amplia donde se ofrecen algunos cursos esotéricos, clases de yoga o donde la señora Hart, amiga de la dueña, lee las cartas o las manos.

La mansión de Danielle

La mansión de los Cooper en la isla no es su vivienda habitual, ni siquiera su residencia de vacaciones más frecuentada. La familia adquirió el terreno y levantó una lujosa residencia vacacional durante el boom inmobiliario de la isla. El lugar fue empleado por el matrimonio como punto estratégico para ofrecer fiestas y como apoyo a viajes en yate.

Debido a la tranquilidad de la isla y su auge entre los ricos la familia paso a residir aqui durante un par de años, aunque enseguida se cansaron del constante ir y venir hasta el continente y volvieron a su mansión a las afueras de Nueva York. La hija del matrimonio, Danielle, se quedó en la isla. En teoría hasta terminar el curso escolar de aquel año. La Madre de la señora Cooper se mudó a la mansión para cuidar de la pequeña y disfrutar la playa que le sentaba bien a la salud. Ambas parecen haberse integrado muy bien en Daring y permanecieron aqui, incluso después del fin de curso.

Cuando Penny murió, su nieta ya tenía suficiente edad para vivir sola. Danielle se quedó aquí. Vivió sola desde los 16 en la mansión sin más influencia de sus padres que alguna esporádica visita y una visa oro con la que podía permitirse cualquier antojo.

La construcción de una planta es un edificio moderno y luminoso, cuyo corazón es la piscina. El lujo no se ostenta en el tamaño de la mansión, que "solo" cuenta con tres dormitorios, sino en el acabado de calidad y la comodidad que ofrece.

Hasta la fecha, Danielle ha ofrecido varias fiestas en el lugar. Ser invitado a una de ellas ha sido el sueño de cualquiera que quisiese ser alguien en la jerarquía social del instituto.