Partida Rol por web

En cuanto los dos jóvenes salieron al aire libre les recibió una noche fresca, aunque no fría. En el cielo despejado  se veían algunas estrellas, solo aquellas que podían competir contra el alumbrado del centro comercial y la ciudad.

En el parking reinaba la tranquilidad, sin la musica del centro comercial ni de las diferentes tiendas ni el barullo de personas hablando y riendo. Solo los pasos de alguien que, aquí o allá,aparcaba su coche o se subía al mismo para abandonar aquel templo del capitalismo con el maletero lleno. Tras los sucesos que acaban de vivir, aquella calma parecía irreal.

¿Era real lo que acababan de vivir o fue todo un sueño?

Roland abandonó el centro comercial, móvil en mano. Divisó a Dannielle no muy lejos de la salida. La saludó con un gesto de mano para que se percata de dónde se encontraba y se aproximó a ella con paso rápido.

-Danny... -dijo, en tono preocupado, al llegar hasta la chica. Le puso una mano sobre su brazo, mientras la observaba con nerviosismo-. Antes, en el centro comercial, tú... ¿Viste lo que sucedió?

Danny corría todo lo que podía, hasta que por fin le divisó. Fue entonces cuando se detuvo y se llevó una mano al pecho, el corazón le iba a mil, pero aún así sintió gran alivio al verle bien. Se acercó a él más calmado y le escuchó atentamente.

¿Que si lo he visto? ¡Ha sido de locos! Y tiene pinta de no haber acabado... Dijo en tono más preocupado. Tenía pinta de ser el comienzo de algo muy chungo.

-No. Estoy seguro de que sea lo que sea, no ha acabado -le dijo a Danny, con una palpable preocupación, mientras recordaba que unos seres translúcidos habían brotado del cuerpo de los gordos y del tirillas del gimnasio-. Pero será mejor que no digamos nada de esto a nadie. Nos tomarían por locos o pensarían que queremos llamar la atención...

Aprovechando la cercanía de ambos estando a solas, Roland no evitó la tentación de acariciar el rostro de la chica con el dorso de su mano mientras la miraba a los ojos.

-Oye, yo... -buscó las palabras adecuadas para decírselo, aunque no sabía cómo hacerlo. Era extraño, pero esa seguridad que el rey del instituto mostraba frente a todas las chicas del pueblo se desvanecía rápidamente en presencia de Cooper-. Si alguna vez necesitas ayuda, si algo como esto vuelve a pasar, solo tienes que avisarme. Por el móvil o por donde sea. No... no soportaría verte convertida en algo como lo que le sucedió a la señora Springfalls...

Cuando Roland le confirmó que eso no había acabado, Danny se autoabrazó en señal de defensa. Apartó la mirada aunque le siguió escuchando. Asintió aún sin mirarle a lo de no decir nada y se quedó pensando en ello. Por supuesto que no les iban a creer y hasta pensarían que en alguna fiesta loca se habían metido vete-a-saber-qué. Los adolescentes tenían bastante poca credibilidad.

Fue hasta que él le acarició la mejilla que ella no volvió a dirigir su mirada a él. A medida que hablaba los ojos de la rubia se iban agrandando más. No, no, no... no te pongas sentimental ahora. Se decía, no muy segura si a él, o a ella misma. Intentó quitarle importancia.

No, claro, ni a mi ni a nadie. Yo tampoco quiero que nadie acabe así. Dijo sonriendo y apartando la mirada brevemente. Ella ya tenía asumido que no podía aguantársela durante mucho tiempo. Entre todos nos ayudaremos y apoyaremos. Dijo asintiendo, autoconvenciéndose de que no era algo entre ellos dos. Sin embargo, no retrocedió ni un paso por su cercanía.

Roland percibió cómo los ojos azulados de Danny se agrandaban a medida que él hablaba y cómo luego sonreía y apartaba levemente la mirada, aunque mantenía su posición, sin apartarse. Para el muchacho, aquellos gestos por parte la reina del instituto fueron suficientes para hacerle pensar que tenía una oportunidad con ella.

No dijo una palabra más, pero colocó su dedo índice sobre la barbilla de Cooper para que ella le mirase a los ojos. Movido tal vez por lo que acababan de vivir hacía apenas una hora atrás y por la incertidumbre de no saber qué podía sucederles a continuación, Roland aproximó su rostro al de Danny y la besó en los labios, suave, con dulzura, mientras sus brazos rodeaban la espalda de la joven.

Danny siguió con los ojos abiertos, aunque poco a poco los fue cerrando dejándose llevar y hasta llegó a corresponder el beso brevemente, con la misma dulzura. Para ponerle fin poco después.

Puso una mano en el pecho del chico para poner distancia, y aunque no era mucha y aún seguían pegados, fue lo suficiente como para que ella bajase la cara y contuviese el aliento. Como si quisiera retener algo dentro. No pasó mucho hasta que expulsó el aire en forma de suspiro.

Se habían dejado llevar por lo que acababa de pasar en el centro comercial, ya está, nada más. No... solo consiguió susurrar.

Roland se extraño ante la reacción de Danny. ¿Había malinterpretado sus gestos? Había notado cómo ella se había dejado llevar para, posteriormente, poner fin a aquel breve beso. El rey del instituto no la entendía.

-Danny... -dijo, mirándola a los ojos, mientras intentaba comprender su reacción. Sus manos se apartaron del cuerpo de ella, para darle la distancia que necesitaban. Las siguientes palabras del joven brotaron un tanto ahogadas de su garganta, como si se hallase cada vez más confuso-. ¿Por qué...?

Danny se mordió el labio. Entendía la confusión del chico, porque hasta ella estaba confundida. Sin embargo, no tardó en responder, ya que esa pregunta era una que sí podía contestar.

¿Que por qué? ¿Por que es lo que todo el mundo espera? ¿Por que es un cliché? Y ... sobretodo... porque ambos sabemos que solo soy un capricho para ti... Dijo con bastante seguridad, pero como si cada palabra le doliera.

-A la mierda el mundo, Danny -dijo Roland, en tono firme-. No me importa lo que piensen los demás o lo que esperen de nosotros... Lo que me importa es lo que siento yo, y lo que sientes tú...

El rey del instituto se apartó ligeramente de Cooper. Si ella no quería nada con él, lo que menos pretendía es que pudiera sentirse agobiada o asfixiada por estar tan juntos. Ante todo, era un caballero.

-No eres ningún capricho, Danny. Me gustas, pero si crees que sólo eres un capricho para mí, ahí no hay nada que yo pueda hacer -declaró el muchacho, frustrado por la negación de la reina. El cuerpo de Roland se relaja y respira hondo.

Cuando Roland empieza a hablar, Danny le mira fijamente y no le interrumpe. No podía negar que el chico tenía razón, pero aún así... La primera vez que termina, parece que la chica se piensa unos segundos si decir algo, abre la boca pero no le sale nada. Y luego el chico prosigue, así que vuelve a cerrarla.

"No hay nada que yo pueda hacer" Se le repite en la cabeza. En realidad sí que podía hacer algo: demostrárselo. Mil y una veces había vivido la experiencia de que las palabras se las lleva el viento. Pero el hecho de demostrárselo era algo que ella no iba a pedir. No sería justo. Su rostro se entristece porque parece que Roland se ha dado por vencido y que esto es una despedida. Su mano se mueve inconscientemente hacia él, cogiéndole de la camiseta. Y con este gesto, su cuerpo da un paso hacia él.

Pero no quiero que te vayas... Susurra bajando la mirada, sin saber muy bien que significaban esas 6 palabras, pero sintiéndolas muy ciertas.

Roland estaba pensando en despedirse, marcharse a casa, contarles a sus padres cualquier mentira piadosa que se le ocurriese sobre lo que había pasado en el centro comercial y descansar hasta la mañana siguiente. Sin embargo, la acción de Danny le sorprende cuando ella le agarra por la camisa. Se sorprende al escucharla decir que no quiere que se vaya y enarca la ceja, un tanto confundido.

-¿Y entonces...? -le dice, permaneciendo a su lado. La ve bajando la cabeza y, aunque intenta descifrar qué le sucede a la chica, no lo consigue-. Danny, no me voy a ir...

No sabe por qué lo hace, pero Roland posa entonces sus manos sobre los hombros de la chica para, acto seguido, tratar de darle un cariñoso abrazo mientras acaricia el cabello de Danny. No sabe qué le sucede, pero siente que la joven le necesita a su lado en esos momentos.

Lo entendía, entendía perfectamente la confusión que ella estaba causando en él. Pero es que no podía ser de otra forma ya que ni ella misma se entendía. A medida que pasaba tiempo con él, iba descubriendo ella misma lo que necesitaba de él. Así que digamos que iba improvisando sobre la marcha y esas cosas no solían salir bien.

Se dejó abrazar, y además le correspondió al abrazo, apretándole contra ella cuando las manos pasaron a su fuerte espalda. El chico pudo notar entre sus brazos como la chica suspiraba. Sentía que si le pasaba algo, ella se moría.

¿Me lo prometes? ¿Nunca? Consigue susurrar de nuevo.

Roland no entendía qué se le pasaba ahora por la cabeza a Dannielle, pero se sentía en la necesidad de consolarla. Le acarició el cabello con gesto suave y luego le dio un beso en la frente. No era un beso pasional, ni romántico, sino más bien cariñoso, fraternal.

-Te lo prometo -le dijo, con ternura. Observó su reloj. Era tarde y suponía que sus padres podían estar preocupados, pero tampoco quería abandonar súbitamente a la reina del instituto si ella atravesaba unos instantes en los que estaba tan sensible-. Danny... ¿quieres que te acompañe a tu casa? No me siento nada bien dejándote aquí así.

Sonrió brevemente ya que la respuesta había sido de sus agrado. Pero fue breve por las siguientes palabras del chico. Una vez volviesen a la realidad, todo volvería a ser como antes, el rey y la reina, lo típico. Mientras siguiesen aquí, podían ser simplemente Danny y Roland un rato más. Pero probablemente si se negaba, confundiría más al chico.

¿Quieres irte ya? Dijo con voz algo decepcionada. No podía culparle.

Roland arqueó una ceja.

-Tenemos clase mañana, Dany -le recordó, en un tono que le hizo sonar totalmente como un chico responsable-. Aunque lo más seguro es que por ser el primer día, no hagamos nada. Pero creo que necesitamos descansar después de la nochecita de hoy...

El rey del instituto se disponía a marcharse pero tampoco se sentía bien dejando a Dannielle sola después de lo sucedido en el centro comercial. Le ofreció su mano.

-Vamos, te acompaño a casa. Si quieres, podemos seguir charlando por el camino.

Danny bajo la cabeza y simplemente asintió. No culpaba al chico por no insistir, pero no podía evitar sentirse decepcionada. ¿Era egoista? Definitivamente sí. Era un verdadero querer y no poder. Empezó a caminar a su lado en silencio, con la cabeza aún baja. No sabía qué decir, no sabía qué hacer.

Cuando estoy contigo, simplemente no quiero volver al mundo real nunca. Solo me pasa contigo. Dijo con algo de pena, sincerandose, y encogiéndose de hombros. Era una especie de explicación al porqué de su pequeña pataleta cuando él propuso volver.

Roland escuchó cómo Danny se sinceraba mientras comenzaban a caminar en dirección a la casa de la chica. Le sorprendió verla mostrándose de esa forma, apenada y pareciendo tan insegura, una imagen que desde luego no solía proyectar de cara al resto de Daring.

-Te entiendo, Danny -le dijo el rey del instituto, pasándole un brazo sobre el hombro, de manera afectiva-. Pero... creo que estás hecha un lío. -Intentó que su tono sonara suave-. Me quieres a tu lado, pero a la vez es como si tener una relación no te gustase porque es lo que la gente esperaría de nosotros, ¿no? No debería importarte lo que piense la gente. Lo que importa es lo que quieras tú...

Danny se detiene. 

No me importa lo que piensen los demás. Llevo haciendo lo que se espera de mi toda la vida. Lo que mis padres esperan de mi. Lo típico, lo que debería hacer. Es normal que tenga dudas. ¿Y tú? ¿No importa lo que sientes tú? ¿Estás 100% seguro de lo que sientes? Le pregunta algo ofendida. No era tan superficial ni falta de confianza como para dejar que lo que los demás pensasen le afectase.

Plissken se detiene al escuchar a Danny.

-Eh, tranquila -le dice, colocando una mano sobre su hombro izquierdo, intentando calmarla-. Sé lo que siento y no me importa lo que piensen los demás. Nunca me ha importado. Pero creo que a ti sí te importa o, como mínimo, te afecta. No quieres hacer lo que los demás esperan que hagas, incluso si es lo que quisieras hacer. -Esbozó una sonrisa, mientras acariciaba con suavidad la mejilla de la chica-. Y es normal que tengas dudas. Te entiendo. Lo que has dicho antes, eso que sólo te pasa conmigo... ha sido muy bonito.