Partida Rol por web

El tipo saltó fuera de la furgoneta con el arma en la mano. -¡Bajad del coche ahora mismo!- Imperó.

Su acompañante se quedo en el asiento. Aquellas no eran formas de hacer las cosas. Tanta pasión y sangre caliente... ¿Que ganaban con aquello? Él ya habría matado a los tres y estaría deshaciéndose de los cuerpos. Nunca había entendido esos númeritos de hacer a la gente suplicar o cavar su tumba o cualquier otra historia fetichista que "el imbécil" tuviese en mente.

Jesse salió poco a poco del vehículo y con las manos en alto. Estaba nervioso, muy nervioso y asustado. Nunca antes había estado en una situación similar y lo cierto era que si no se había cagado en los pantalones ya, era porque hacía poco que había ido al baño. Suponía que lo mejor era colaborar con aquellos tipos. Al fin y al cabo ellos no habían hecho nada malo. Tan solo habían recogido a aquella chica, de la cual no sabían nada o prácticamente nada. Si se la entregaban igual les dejaban marchar.

- Tran-tran-quilo. - Dijo tartamudeando. - No... - Tragó saliva. - No-nosotros no... - Resopló. - No que-queremos na-nada.

Jesse estaba listo para saltar hacia el desnivel de la carretera y caer rodando colina abajo. Todo con tal de salir de ahí con vida. Las cosas se habían puesto feas muy rápido y lo último que deseaba era enfrentarse a aquellos tipos. Podían ser del gobierno, de una sociedad secreta o simples raptores, y no sabía cual de las opciones le parecía más peligrosa. Huir era lo único que veía factible para salvar el culo y era lo que pensaba hacer en cuanto tuviera la más mínima oprtunidad.

La salida del airbag simplemente golpeó mi rostro, haciendo que perdiera el control pero por suerte no fui yo el que terminó volcándose. Con la vista obstruida escuché el sonido de un disparo seguido con la vidrio del parabrisas siendo atravesado, rápidamente me alarmé apenas escuchaba a Démeter gritar.

La sangre me hervía y mis instintos de supervivencia eran más intensos, mi misión era clara, acelerar todo lo posible y llevarme a ese hijo de puta por el medio, pero Jesse tenía otros planes. Entre gruñidos trataba de aplastar la bolsa, dándole un par de golpes mientras esta se desinflaba hasta que finalmente podía ver algo. Escuché parpadear al lado a Jesse, para así ver como se había bajado sin pensarlo y con los brazos en alto. -¡J-Jesse no!- Gruñí mientras lo miraba a través de la ventana, pero mi atención volvió a la chica. -Mierda... Esto se complicó mucho más.- 

Despacio salí del auto, para luego ir a la parte de atrás y abrir la puerta a Démeter. -Hey, ya no podemos hacer nada... Ven, déjame ayudarte.- Y con cuidado ayudé a la joven a salir, sin siquiera preocuparme por saber donde le dispararon, después de todo, íbamos a morir ahora. Una vez salió me aseguré de que se apoyara contra el auto, para luego alzar los brazos y  colocarme a un lado de la puerta del conductor, dejando abierta esta. -Un poco más y ya te llevaba por el medio, bastardo.- No sabía que era lo que me pasaba, pero la situación no me asustaba, un poco, pero la ira que sentía por como todo resultó se sobreponía. Jesse era mi amigo, claro, pero no éramos tan cercanos, y simplemente decidí ayudarlo, para terminar así, lo ayudé para sacar a la chica y terminar con una bala en la frente, sin siquiera poder despedirme de mi madre. -Jesse... Si acaso salimos de esta, la ostia que te iba a dar por si hablabas de esa forma sobre mi madre de nuevo te la cobraré por esto.- Advertí en voz alta para que escuchase, pero con la mirada fija en aquel matón corpulento que nos amenazó.

Al ayudar a Démeter Arthur pudo ver un segundo agujero de bala en la luna trasera. El proyectil había entrado en el coche pero también había salido. La chica sangraba a través de una línea roja en el brazo izquierdo, la bala no le había impactado, solo arañado tangencialmente en su camino.

-Lo siento. Yo solo quería ayudaros- se disculpó.

La chica caminó hasta ponerse delante de los dos estudiantes, si era a ella a quien querían quizá los otros dos tuviesen una oportunidad. -El mundo que esperan crear tus amos, es un mundo en el que tú no tienes cabida. Deberías replantearte...

Mientras la chica le decía al mercenario que estaba trabajando para el bando equivocado y que iba a lograr que se forjara un mundo en el que él no podría sobrevivir y este le respondía cosas muy feas que más o menos significaban que no le tocase las pelotas y que sabia quien era el bando ganador los dos chicos se percataron de algunas cosas que estaban sucediendo alrededor.

Arthur se percato de que el sendero de tierra había una linea verde. En concreto salia del coche y llegaba a los pies de la chica.  Allí conde la sangre de la muchacha había tocado el suelo, pequeños brotes emergían con suficiente velocidad como para verlos crecer a simple vista. A sus pies, donde al estar quieta caía más cantidad de sangre, pudo ver como en cuestión de segundos emergían pequeñas plantas que llegaban a florecer.

Jesse, volcado en la naturaleza por pasión se sorprendió al ver dos ejemplares de cierta ave poco común en una rama cercana. No era frecuente ver una y dos juntas era algo que emocionaría a cualquier ornitólogo. En la rama de al lado había cuatro cárabos, un poco más allá varios  arrendajos canadienses se posaron sobre un arbusto. Parecía que había un encuentro de aves y todas miraban con atención la escena.

-Sube al coche y le perdono la vida a esos dos maricas.- Le mintió el tipo, pensando que le pagarían mejor si la llevaba viva pero al que no le apetecía correr tras ella por el bosque.

Cuando señaló con el arma la furgoneta, vieron que el acompañante del tipo se estaba escurriendo por el asiento con la cara blanca de pavor. Como ocultándose pero de manera muy lenta. El segundo hombre se acababa de percatar de que la puerta de la furgoneta estaba abierta y que la criatura ya no estaba en el espacio de carga.

La criatura cayó sobre el tipo que les apuntaba con un gran salto, derrumbandolo. Hubo un disparo perdido que por suerte no dio a nadie. La lucha estaba perdida desde el momento que no vio al ser venir.

Aquella entidad era una acumulación de algas putrefactas, trozos de plástico, petroleo crudo y elementos variados. Tanto inorgánicos (latas, chapas, envoltorios varios e incluso trozos de chancletas) como orgánicos (algas, trozos de pez, dientes de tiburón, aletas, muchas espinas...)

No conocían palabras para definirlo. quiza "golen de contaminación marina" fuese un buen termino inicial. Aunque cualquiera que supiese sobre magia les diría que aquello no era técnicamente un golem.  Pero no era un momento para una conferencia sobre artes arcanas. Era el momento de correr.

El mercenario grito con autentico dolor cuando los colmillos se clavaron en su carne y los tentáculos de medusa que cubrían aquella criatura a modo de vello corporal azotaron su piel.

Aquella podía ser su oportunidad de huir. Todo aquello era realmente extraño, más que extraño, sobrenatural. Y eso le asustaba, le agarraba el alma con una garra que pretendía arrancársela. Jesse pensaba que iba a morir. Desde que les sacaron de la carretera y le dispararon, sabía que sus posibilidades de vivir hasta el amanecer eran muy escasas, pero aquella cosa...

Aquella cosa era algo muy diferente a cualquier otra cosa que hubiera visto, imaginado o soñado en una pesadilla antes. Era como un elemental de basura, un constructo a base de restos de estercolero. Era una visión terrible, casi o más que los zarcillos espaciales que vieron la noche anterior. Pero esa masa informe de desechos les daba una opción de vivir.

- ¡Corre Arthur! - Le gritó a su buen amigo. 

Sin pensárselo mucho se dio media vuelta y salió corriendo a toda prisa, aprovechando que aquella masa se había abalanzado sobre sus perseguidores. Sabía que su colega le haría caso y si la chica, la extraña chica también seguía sus órdenes, mejor.

La chica era extraña no sólo por su comportamiento, forma de hablar y las extrañas cosas de las que hablaba. Podía ser que la vista le hubiera fallado, pero estaba casi seguro de lo que había visto. Parecía como si aquella chica fuera una driade o algo por el estilo. Otra cosa que no existía o no debía existir.

Era curioso como todo lo que daba por cierto, en menos de venticuaro horas había dado un vuelco tan evidente. No se lo podía creer, pero lo estaba viendo y experimentando. Necesitaba ir a algún sitio tranquilo y seguro donde pararse un momento para asimilar todo aquello y tratar de digerirlo.

-No pasa nada, tranquila...- Respondí con calma y suavidad, negando con la cabeza para que supiera que no estaba molesto con ella ni nada parecido.

Luego, con algo de confusión vi como Démeter caminaba hacia el frente, pero me llenó de sorpresa el ver como había un sendero verde que salía del coche hasta donde estaba ella, era... Su sangre. De ella empezaba a florecer vida, brotes de hierbas salían a una velocidad sorprendente, como si se tratara de magia, y debajo de ella plantas comenzaban a salir, era algo impresionante.

Pero nuevamente mi vista fue hacia nuestros perseguidores, el maldito pelado que nos apuntaba me acababa de llamar marica, y no solo a mi, si no a Jesse. -Te vas a arrepentir hijo de...- Pero me guardé silencio al notar como su compañero se ocultaba, muerto de miedo, y de pronto en la confusión algo salió de la nada aquella grotesca criatura, una amalgama de algas y partes de criaturas marinas, combinado con petroleo y plástico, una representación gráfica de las aberraciones de los humanos en tierra. Pero Jesse ya sabía que hacer

"¡Corre Arthur!" Dijo, y aunque el pánico también me había entrado, por suerte no tanto como mi compañero. -¡Jesse, tenemos un coche! ¡Maldita sea!- Grité viendo como se alejaba, pero rápidamente tomé a Deméter e hice que entrara al auto. Cerré su puerta y entré al asiento del conductor, y sin ponerme cinturón ni nada empecé a ir en retroceso, con mi brazo sobre el respaldo de mi asiento mientras miraba hacia atrás. -¡Mierda mierda mierda mierda mierda! ¡Dime que no nos va a comer Deméter, dime que puedes hacer algo para que no nos coma!- Gritaba a la chica antes de detenerme, y después maniobrar hasta dar media vuelta con el coche y pisar el acelerador para ir hasta Jesse y conducir a la misma velocidad que corría en el coche. -¡Jesse, detente y sube de una vez!- De no estar huyendo por nuestras vidas, de seguro esto resultaría algo gracioso, pero en este momento no lo era. Después de gritarle y notar como se detenía volví a frenar, abriendole la puerta del copiloto. -¡Vamos, vamos, vamos, vamos!-

Aquel tipo de ojos desorbitados, mirada inestable llena de odio y una boca de la que no había salido una palabra amable desde hacia años era un perturbado que les había dado la impresión de que les iba a matar, o algo peor independientemente de si colaboraban o no. Aún así, su trágico final fue demasiado horrible para alegrarse.

La criatura se cebó con él dando a quien mirase una clase magistral aunque no muy ordenada de anatomía y evisceración Los gritos del hombre dieron paso al sonido de huesos astillarse y tejidos desgarrarse.

De quien no había rastro era del otro matón. Sabían que se había replegado al suelo desapareciendo, pero por ningún momento asomo la cabeza. Aquella situación era una mierda. Tenia que haberse bajado del carro cuando vio la primera mierda sobrenatural. Al contrario que su compañero de fechorías aquel rollito macabro no le había despertado ninguna curiosidad ni sentimiento de afiliación con los jefes. Al contrario, le parecía que todo aquello iba a salir mal en algún momento. Y ese momento era aquí y ahora. "Que le den a la niña de las estrellas" pensó dando por zanjada su jornada laboral.

Nuestros protagonistas volvieron a montar en el vehículo de la señora Whitaker y arrancaron de allí. Mientras Arthur pasaba de la marcha atrás a marcha alante, pudo ver como el ser miraba en todas direcciones erguido sobre el cadaver, o montaña de tripas, del mercenario. No pareció verlos aunque la cabeza estuviese en su dirección, sino que olisqueo el suelo, concretamente en la linea de flores que surgían en medio de la pista de tierra.

En un golpe de karma, haber hecho sangrar a Démeter había sido el detonante de la muerte del pistolero. La mala noticia era que ahora la sangre que buscaba estaba a bordo del coche. 

-No nos va a comer. Puedo hacer algo para que no nos coma. Pero arranca, tengo que llegar a la cima para arreglar este despropósito... ¡¡Ahora!!

La ultima palabra que la muchacha (si es que era humana) había dado no solo era una orden a Arthur para arrancar. En cuanto pronunció aquella palabra una bandada de pajaros de diferentes especies y tamaños se abalanzaron sobre el monstruo, que ya caminaba hacia ellos siguiendo el olor de su sangre. Aquello le daba al conductor una ventana de tiempo para actuar.

No sabía muy buen como volvía a estar en el interior del coche de la madre de Arthur. Su madre le iba a matar cuando viera como había quedado. La había visto pocas veces enfadada, pero recordaba que cuando lo estaba, se ponía todavía más sexy. Esperaba entonces, no tener que presenciar la bronca, porque no quería volver a fallarle a su amigo. Fuera como fuera, no era en momento de pensar con la cabeza de abajo. Estaban todavía en un serio aprieto.

Fue cuando arrancaron, cuando se percató de que uno de los matones que pretendían mandarlos al otro barrio, se había convertido ahora en una masa informe de piel, interioridades y sangre. Se le secó la boca de inmediato y comenzó a sudar frío sin poder retirar la vista de aquella atrocidad. Por suerte no dependían de él para alejarse, porque se había quedado del todo petrificado ante aquella visión terrorífica.

Entonces la chica, por llamar a aquella cosa de alguna forma, comenzó a hablar. De nuevo decía menos de lo que sabía, pero en sus palabras había un ápice de esperanza. Creía poder detener a aquella cosa si llegaban a lo alto de la colina, pero no dio como. Aunque lo cierto era que podía ser cierto, pues aquella chica/cosa, parecía poder dominar la naturaleza y le envío una bandada de pájaros al monstruo informe de basura, para ralentizar su avance.

- ¡Vamos donde digas, pero joder...! - Dijo histérico. - ¡...dinos de una jodida vez que coño está pasando y que pretendes hacer en la cima!

En ese momento lleno de adrenalina pude ver como el Monstruo nos miraba, pero parecía no vernos, pero si seguía algo... Al parecer la sangre de Démeter. Sabía que no era normal, pero eso no me importaba ahora, si no ser desmembrado hasta convertirme en pulpa por esa criatura de las profundidades.

Mientras Démeter hablaba y en lo que Jesse se acomodaba en el asiento escuché sus ordenes, además de ver aquella gran cantidad de aves ahora lanzándose sobre la criatura. Primero la miré incrédula a los ojos mediante el retrovisor, pero sin dudarlo di media vuelta para así volver a encarar el coche hacia la subida de la colina, donde se encontraba la bestia siendo molestada por las aves.

-¡Me debes una muy grande Démeter, y espero que tengas pasta para las reparaciones!- Y sin más aceleré a fondo, esperando alcanzar una suficiente velocidad para pasar con rapidez al lado del monstruo sin que este nos lastimara al pasar por un lado, o que siquiera le diera tiempo para actuar. 

-Lo que me faltaba por oír hoy.- bufó. -Sí empezamos a sacar la lista de quién debe qué a quien... Ellos... -dijo señalando a Jesse -... ni tan mal, hacen lo que pueden. Aunque la están cagando y van a extinguirse ahogados en el veneno de sus fábricas.

Puso una mano sobre el ecologista y le habló ignorando a Arthur por un segundo con un tono de voz más dulce: -Hablo en general, no te lo tomes a mal. Ya sé que tu estás intentando salvar la naturaleza. Lo veo en tu alma tan claro como el agua.

Tras aquel inciso se centró de nuevo en Arthur y volvió a su tono anterior, que era el de enfado. Aunque un enfado más sorprendido que realmente enfadado. Un enfado que incitaba más a la risa que a asustarse.   -Pero tú... TÚ... bueno no me hagas hablar. Y eso que yo no estaba allí cuando pasó lo que pasó. Pero contento tenéis a Padre. Y no digo más porque me está prohibido y la isla está bajo el dominio de la Llave.

La chica se recostó hacia atrás sin importarle ser arrojada de un lado a otro con las curvas. -Los pájaros muriendo para franquearme el paso y él preocupado por un trozo de metal. Luego que pasa lo que pasa. ¿Qué va a pasar si no?- Murmuró para si misma rebuscándose en los bolsillos. -Toma anda- dijo dándole algo a Jesse. En cuanto lo tuvo en la mano pudo ver lo que parecían un par de monedas de oro carcomidas por la humedad y tres perlas de generoso tamaño.

-¿Con eso alcanza? No he reparado nunca un coche.- Se encogió de hombros. -Y si no alcanza, da igual porque no tengo nada máaaaaas.

El coche llegó, o mejor dicho irrumpió en la explanada como alma que lleva el diablo.

La pequeña meseta se abría libre de arboles, salvo por uno muy especial. Era un prado reclamada por hierbas altas y algún arbusto salpicado aquí y allá. Estaba cerca de la granja de los Wright aunque no pertenecía a la hacienda. Esto no impedía que, algunas veces, sacasen a las cabras a pastar por allí. Independientemente de si una parejita estaba haciendo un picnic o alguien enseñaba a su hermanito pequeño a volar una cometa.

En el centro del prado se erguía el famoso "Árbol seco". La planta estaba muerta desde que todos tenían memoria. Era un árbol oscuro que se erigía solitario en medio del prado.  Todos habían oído, o incluso inventado, alguna leyenda urbana sobre la gente ahorcada de sus ramas y similares. Muchas de las cuales incluían al huraño Louis Wright, patriarca de la familia y hombre conocido por sus escasas habilidades sociales, al menos con los seres humanos.

Para la ocasión de las ramas secas del árbol habían colgado unos ingeniosos farolillos hechos con linternas led y papel transparente de diferentes colores.  En la cercanía del árbol ardía un pequeño fuego en torno el que se habían extendido algunas mantas para poder sentarse y disfrutar la noche. Algunos habían traído su telescopio, aunque la mayoría consideró que un eclipse lunar en luna llena era algo que podía contemplarse a simple vista. Las neveras portátiles de hielo tenían alguna cerveza o incluso alguna botella de algo más fuerte, aunque abundaban los refrescos sin alcohol y no parecía que nadie tuviese intención de acabar borracho perdido o drogado como en la versión playera de la fiesta. Apenas habría una veintena de jóvenes y no más de cinco coches aparcados justo donde la pista de tierra alcanzaba el prado.

-...máaaas.- terminó su discurso la joven agarrándose a los asientos de delante para no salir despedida cuando el coche tuvo que frenar al terminar la pista y empezar el prado cuyas hierbas que crecían hasta la rodilla,  superficie irregular y pedruscos escondidos por la vegetación lo imposibilitaban para la conducción. Arthur tendría que dejar el coche aparcado con el de los otros estudiantes.

-Oh gracias, gracias, gracias chicos. ¡Hemos llegado! Mil gracias.- Antes de que aparcasen o pudiesen responder nada la chica había saltado fuera.

Paul no se apartó ni un segundo del fuego. A pesar de que habían cortado todas las hiervas cercanas y lo habían protegido con un circulo de piedras, solo hacia falta una desafortunada chispa para empezar un drama. Solo alzó la cabeza para mirar el coche que irrumpió inapropiadamente rápido en el lugar.

La promotora del evento, que actuaba por primera vez en su vida como "reina de la fiesta" o al menos "organizadora" si que se encaminó hacia los recién llegados. Pensando en como podría mandarlos a la playa si venían drogados o le daban mala espina. Alzó una ceja al ver a una chica que no conocía de nada, bajarse -o casi mejor dicho saltar afuera- del coche.

- ¡Irina! - Gritó Jesse saliendo del coche a toda velocidad, tanta que casi trastabilló con el cinturón y acabó rodando por el suelo. - ¡Joder tía, es importante! - Le dijo. - ¡Nos persiguen unos tíos, casi nos sacan de la carretera y...! - Detuvo su exposición. ¿Quién iba a creerle si contaba más detalles. - ¡Hay que sacar a la gente de aquí, joder! - Se llevó las manos a la cabeza y entonces miró a Démeter.

Por todo lo que contaba, era evidente que la loca era ella. Hablaba de un "Padre", de una "Llave" bajo no recordaba que y de muchas otras cosas sin sentido para él. De haberse encontrado con ella la semana pasada, la habría tomado por loca, aunque habiendo sido testigo de lo sucedido en la tarde del día anterior y lo que acababa de ver en el ascenso a la colina, estaba convencido de que lo que decía aquella chica tenía mucho más sentido del que alcanzaba a entender él.

- Démeter, ella es Irina... - Presentó a ambas chicas, aunque no supo muy bien porqué ni para qué. - ¿Y ahora que Démeter? - Le preguntó. - Ya estamos donde querías. ¿Qué hay que hacer? - Insistió.

Al llegar rápidamente pude ver los problemas acercarse, primero por Paul el cual de momento no hizo nada, y luego Irina que de seguro tendría muchas cosas por decir. Estaba por tomar del hombro a Jesse para hacer que se calmara un poco y me dejara hablar con Irina, pero nuevamente se me escapó, a lo cual gruñí en alto antes de dar un par de ostias al volante. -¿¡Porqué siempre hace eso!?- Me pregunté a mi mismo por como Jesse se lanzaba tan rápido antes de siquiera poder hacer que se detenga y se calme, o al menos no hacer otra locura como cuando empezó a correr del monstruo.

Al cerrar la puerta y quitar la llave me coloqué frente a este, observando el impacto de la bala y la parte dañada con la que le di a la camioneta de los que nos perseguían, pero luego caminé hacia Jesse que estaba con Irina, a la cual me dirigí tratando de ignorar un poco a Démeter y Jesse. -Escucha Irina, se que es tu fiesta y todo lo demás, pero al subir aquí hubo problemas, no quiero entrar en detalles pero tienes que calmarte... Démeter tiene que hacer algo, todo terminará y así seguiremos con todo esto como si nada hubiera pasado, ¿Bien?-

Irina se quedó quieta, si pestañeo fue solo porque los ojos lo hacían de manera automática. Cualquier otro movimiento que requiriese de su cerebro se interrumpió ya que el susodicho órgano estaba en modo "What the fuck?".

"¿Están drogadisimos o me están vacilando?" alcanzó a pensar mirando a uno y a otro. ¿O tenían problemas de esquizofrenia? Había rumores sobre ambos por separado, quizá al ir juntos se habían retroalimentado en alguna clase de paranoia. Por ultimo estaba aquella tipa que no conocia de nada y que parecía haberse hecho una herida hacia poco.