Partida Rol por web

En compañía del grupo, al menos para la doctora, el viaje pasó más rápido de lo que creía. Al fin y al cabo estaba disfrutando del mar, de las conversaciones con todos y en especial de su marido, con las vacaciones y, sobre todo, de la paz que se respiraba. Aunque una parte fuera por estudios, no olvidaba que aquella aventura también era el viaje de bodas de ambos y que sus respectivas familias les habían hecho prometer que no se enfrascarían demasiado, sino que disfrutarían. Y eso hacía.

Al llegar a tierra, ayudando a su marido a cargar con las maletas, arribó con cuidado del barco antes de saludar a Woodstock con un afectuoso apretón de manos. Sentía cierta empatía con el hombre, y verle tras tanto tiempo y por la oportunidad que les habían dado a ambos no podía estarle más que agradecida.

Sí, un viaje estupendo. Gracias por la invitación.- Sonrió al causante de todo aquello, aunque al mencionar que podrían dormir en una cama que no se meciera con el oleaje fue un punto de interés para Luise, siguiéndolos por las calles de la ciudad admirando el paisaje.

Otro barco, otro viaje y otro puerto. Los recuerdos se me confunden y vagamente recuerdo aquel lugar llamado Manaos. Todo me parecía igual y lo único en lo que estaba pensando por aquel momento era en empezar la exploración y la aventura que estaba por venir. Un poco impaciente por mi parte, pero al fin y al cabo, beber y jugar a las cartas lo podía hacer en París.

Desde mi último encuentro con Woodstock había pasado ya mucho tiempo. Viajar era algo tedioso y requería de mucho tiempo, sin embargo, los ánimos incombustibles de mi jefe animaban a cualquiera. Seguía siendo aquel hombre afable con el que me emborraché y me dio el trabajo. 

- Señor Woodstock - Saludé con pocas palabras pero un tono animado mientras le estrechaba la mano esta vez con menos fuerza que a su ayudante. No tenía ya que demostrarle mi fuerza.

Cuando los saludos acabaron, todos nos dirigimos al hotel. Lo segundo que más deseaba aparte de una buena aventura, era un buen baño con acompañamiento.

Era la primera vez que Drake visitaba Manaos y le resultó de lo más curioso cómo la ciudad parecía tener un aspecto de lo más decadente, como si se tratase únicamente de los últimos vestigios de una ciudad antes próspera. Sin duda, una ciudad muy diferente de Belem.

-Buenos días, profesor Woodstock -dijo el hombre, tendiéndole la mano al profesor para que se la estrechara-. En efecto, ha sido un estupendo viaje.

Mientras caminaban por las calles de la ciudad, Drake pensó en el individuo de elevada estatura y vestido con un traje blanco a quien habían visto sentado cuando estaban cenando en Belem. Puede que tan sólo se tratase de una casualidad y no de alguien que podía estar al tanto de la expedición organizada por Woodstock, por lo que Drake decidió no decir nada al respecto mientras se encaminaban hacia el hotel.

El hotel Amazonas no era más que un edificio nuevo, más bien tardío, donde la estructura del mismo no guardaba demasiada relación con otros existentes en la ciudad (sino que estaba diseñado con una estructura de dos plantas muy extensas, lejos de los edificios urbanitas que comenzaban a resurgir en todo el mundo). La limpieza del sitio tampoco era digna de comparar con el hotel Mayaquil Continental de Belem: un recibor solitario y con apenas un mostrador y un par de sillas de espera eran el lugar de trabajo de una mujer que os miraba extrañada, como si se sorprendiera de ver extranjeros en la ciudad. El profesor Theodore hizo las gestiones para entregaros a cada uno una llave de habitación (al matrimonio le ofreció una habitación doble). El caso es que, cuando os hubísteis instalado en la primera planta (cada habitación contaba con una cama, un par de sillas y un escueto armario), Woodstock os mandó llamar a su habitación (todas estaban unas junto a las otras).

Él disponía de un escritorio donde ahora tenía apoyados varios cuadernos de viaje, algunos mapas enrrollados y su mochila de viaje. Una maleta pequeña descansaba junto al armario. Parecía haber estado escribiendo con pluma y tinta.

Bueno amigos, como os habrá dicho Henry, ahora no estoy seguro -añadió, mañana partimos al amanaecer-. Un barco nos llevará remontando el Amazones hasta el afluente Urubi. Esa será la puerta de entrada, siguiendo también su cauce, hasta nuestro destino final: una antigua ciudad de una civilización desconocida, que muchas crónicas de viajeros y exploradores de siglos atrás la denominan como Aj-wakahu.

Mientras hablaba, el profesor reordenaba sus apuntes.

Si algo había aprendido es que hasta los lugares más recónditos o las piedras más sucias tenían su encanto. Había que mirar más allá de las capas de polvo, de la antigüedad o de la mugre para centrarse en la belleza que destilaba, además de que una buena experiencia nunca iba garantizado de un vale de oro.

El hotel era perfecto para la pareja, agradeciendo simplemente el hecho de tener un techo sobre el que cobijarse mientras cogía la llave de su habitación y dejaba las maletas en el suelo, al lado de la cama.

Como la anterior vez no vio necesario sacar las prendas del equipaje puesto que desconocía cuanto tiempo estarían alojados. Únicamente un pañuelo con el que mojó con agua para secarse algunas gotas de sudor con pequeños toques y arreglarse un poco el cabello, peinándolo al haberse enredado con la humedad.

Cuando estuvo lista esperó a Leonard para acudir juntos a la llamada de Woodstock, saludando de nuevo al resto de compañeros por mera educación aunque acabara de verlos hace cinco minutos.

¿Aj-wakahu? – Preguntó curiosa, mirando sobre todo a aquellos que eran exploradores. La arqueología, historia o geografía no era su punto fuerte, por lo que desconocía por completo sobre el tema.- Nunca he oído hablar de ese lugar. Perdonen mi ignorancia pero, ¿qué tiene de especial?

Drake se sintió bastante sorprendido de la información que les proporcionó el profesor Woodstock cuando les hizo llamar a su habitación. No por el hecho de que fuesen a acudir a explorar una ciudad perdida en el Amazonas, aparentemente de una civilización desconocida hasta la fecha, sino por el hecho de que al igual que la señora Hayes, él no conocía lo más mínimo el nombre de la ciudad que mencionaba Woodstock.

-Disculpe si lo menciono, profesor Woodstock, pero al igual que la señora Hayes, es la primera vez que oigo hablar sobre Aj-wakahu. De hecho, a priori diría que no relaciono ese vocablo con ninguna lengua indígena que conozca -indicó Drake, transmitiendo a sus compañeros los motivos por los que estaba sorprendido-. ¿Qué sabe acerca de Aj-wakahu?

Entré en aquella habitación con una extraña postura y mi puro encendido, miré a mis compañeros y a mi alrededor analizando el lugar, el señor Woodstock se encotraba en su escritorio preparado para partirr practicamente. Tras escuchar lo que el hombre tenía que decirnos y a mis compañeros para sacarme el puro de la boca dejar escapar una bocanada de humo y contestar

- ¿Aj-wakahu? No he oido hablar de ello en mi vida, y es curioso que el señor Drake tampoco, es una ciudad desconocida o el mito de la misma? - dejé caer con un poco de incredulidad mientras sacaba mi cuaderno y me disponia a escribir.

Quizás fueran los nuevos aires que respiraba o pudiera ser tal vez el verse alejado por completo de la civilización a la que estaba acostumbrado, pero fuera lo que fuera Leonard empezaba a sentirse cómodo en aquella nueva situación. La reticencia, el temor a no ser un gran aventurero como los otros, fueron sustituidos poco a poco por la curiosidad y el ansia de aprender por fin de primera mano y no a través de libros.

Un tanto más animado, y después de pasar por la habitación del hotel en la cual apenas reparó, se dirigió junto a su esposa al cuarto de su anfitrión para saber de primera mano los futuros planes en el viaje. Después de saludar a los presentes, y una vez Luise hubiera tomado asiento, él hizo lo mismo en el borde de la cama del señor Woodstock, algo que pudiera calificarse de mala educación pero que, ansioso como estaba por conocer los detalles de su aventura, el bueno de Leonard ni siquera reparó en ello.

Pero se levantó de un salto al escuchar el nombre de la ciudad perdida que estaban buscando. Comenzó a pasear por la habitación intentando recordar en dónde había leído el nombre de Aj-wakahu, porque lo conocía, maldición... claro que lo había oído nombrar pero por más que se esforzó en recordar nada acudió a su mente. Necesitaba descansar, de eso estaba seguro.

Aún así se colocó espectante junto al señor Woodstock esperando respuestas a todas las preguntas que se estaban formulando.

Con la amabilidad económica que nos daba nuestro jefe, pude tener una amplia habitación en comparación con el angosto camarote que había tenido viajando hacia allí. Era agradable poder echarse en la cama y separar las piernas aunque sea un instante, pues lo correcto era asearse a fondo. Una media hora después de un baño relajante a la par que higiénico me presenté en el despacho de Woodstock.

Llegaba tarde y así lo hice saber a mis compañeros esperando que sus vestimentas y su peinado y afeitado demostraran mi buena educación. El sucio jugador de apuestas con una barba dejada ahora era un explorador con su biblioteca particular llevada en una mano. Casi parecía el personaje de una de las novelas pulp que solía leer por esa época.Puse la biblioteca pesada en la mesa intentando no pisar los apuntes del jefe. 

- Creo que algo puedo averiguar... - Comenté mientras abría uno de los libros de la biblioteca. 

Esas cosas son fáciles para mi, respecto a descifrar misterios... eso se me ha escapado toda la vida. Prefiero el conocimiento binario, lo sabes o no. Ni sacar hipótesis, ni divagar sobre que podría ser quien sea que nos estuviera siguiendo. Por eso decidí solo centrarme a la tarea principal por la que me habían contratado.

Aj-wahaku es una de las más importantes ciudades de de los Awás, un pueblo indígena de cazadores-recolectores y horticultores itinerantes, que habitan en varias zonas de Brasil -explicó el profesor-; no sé, señor Leonard, tal vez los conozcas -le dijo al antropólogo experto en culturas exóticas-. El caso es que se aislaron desde el siglo XIX para evadir las incursiones de los colonos. Y aún persisten. Lo mejor es que esa ciudad... -entonces el profesor Woodstock se detuvo, al ver a Daniel recíen aseado, con su pila de libros colocándolos sobre su escritorio-, lo mejor es... y seguro que Daniel puede saberlo, es que Aj-Wahaku es parte de la cosmogonía de los Awás, pero mis últimos estudios me han llevado hasta su ubicación. Podremos financiar los proyectos que tengáis en mente, amigos; sean los que sean -se refería Theodore a que el descubrimiento de esa ciudad os reportaría muchos beneficios-.

Entonces os enseñó uno de sus cuadernos. En él había anotaciones y un dibujo de un poblado, como un esbozo. Parecía que el profesor tenía muy claro qué estábais buscando.

Entre tus libros leíste algo sobre las tribus indígenas de brasil, y lo cierto es que mencionaban, de pura casualidad, a los Awás:

(...) Los Awá son un pueblo indígena en peligro secuestro de vive en la parte este de la selva tropical de Brasil. Originariamente un pueblo indígena sedentario, los awá adoptaron un estilo de vida nómada alrededor de 1800 para escapar a las incursiones de los europeos. Durante el siglo XX aumentaron mucho los ataques de los colonos de la región, que talaron la mayoría de la selva de su tierra.

A partir de mediados de los años 80 los awá se trasladaron a asentamientos establecidos por el Gobierno, pero han sido capaces de mantener su forma de vida en muchos aspectos, viviendo completamente de la selva, en grupos nómadas de unas docenas de personas, con poco o ningún contacto con el mundo exterior. Lo cierto es que se creen que son muy hostiles con sus vecinos nativos y con cualesquiera que trate de mantener contacto con ellos.

Mientras Theodore hablaba, notábais cierto balbuceo en algunas palabras, mientras colocaba aquí y allá su mapa y buscaba apuntes mientras hablaba. El caso es que parecía, sólo parecía, que se guardaba algo para sí en toda esa charla sobre la tribu nativa.

Drake conocía a los Awás y sabía que Woodstock no mentía. En efecto, eran un pueblo índigena itinerante, si bien él nunca había oído hablar sobre la ciudad de Aj-wahaku. No obstante, el explorador consideraba a Woodstock un experto y sabía que podía fiarse de su criterio.

-Sin duda, el descubrimiento de esa ciudad nos reportará grandes ganancias y prestigio -aseguró Drake, observando a sus compañeros. Aquellas palabras iban dirigidas a intentar convencer a sus compañeros, dado que a él nunca le habían llegado a importar los beneficios económicos de las expediciones, sino mayormente la experiencia que suponía cada aventura.

No obstante, a Drake no le pasó desapercibido el balbuceo de Woodstock en algunas palabras mientras hablaba. Era como si les estuviese ocultando algo o supiese más de lo que les decía. Ni Daniel ni el joven matrimonio parecían haberse percatado de lo más mínimo, pero Drake se percató de que Spaulding parecía más perspicaz. Le dirigió una rápida mirada, como si tratase de confirmar por su expresión de que él también se había percatado de aquellos detalles en el comportamiento de Woodstock.

Si era sincera, aquella explicación sobre la ciudad de los Awás le resultó igual de confusa que la propia palabra. Claramente no era su campo y, aunque no dudaba que podría ser emocionante el descubrir una nueva civilización con toda la cultura que eso conllevaba, sus motivaciones eran bien distintas. Tal vez tengan un ecosistema distinto y eso oculte nuevas especies.- Miró a su marido, quien imaginaba que sí estaría realmente interesado en la ciudad por la rama en la que trabajaba.

Tal vez sirva para tus estudios, Leonard.- Se acercó al cuaderno que les mostraba por curiosidad, pasando las páginas de alguno de ellos para leer por encima.

—Por supuesto, por supuesto —repetía al conocer el nombre de la tribu que supuestamente habitaban en la ciudad que Woodstock comentaba. Claro que había oído hablar de ellos e incluso había escrito un pequeño ensayo donde los incluía, pero el nombre de la ciudad seguía siendo desconocido para él.

Escuchó con atención, sin perder ni un solo detalle, todo lo que su benefactor les estaba diciendo y, ante el comentario del señor Drake sobre conseguir grandes ganancias simplemente movió la cabeza negativamente pues a él, como buen estudioso que era, le motivaba más el hecho de tener la posibilidad de estudiar una de las grandes tribus de las que tanto había leído en sus libros en vivo y en directo.

—Seguro que sí querida —respondió, observando las hojas del cuaderno con sumo interés a medida que su esposa las iba pasando—. Estoy ansioso por poder ver a esos indígenas en su propio hábitat.

Me quedé observando lo que contaba el Sr Woodstock acerca de la ciudad de Aj-wahaku en completo silencio con mi puro en la boca y exhalando humo, en ese momento noté la mirada del Sr Drake, no era el único que lo pensaba, así pues quitandome el puro de la boca comencé a hablar - No digo que nos mienta señor Woodstock, pero intuyo que la tribu de los Awás oculta algo más de lo que deja entre ver, por favor Theodore, ruego que no nos mantenga en ascuas y nos cuente todo lo que sepa, somos miembros de la expedición, y de hecho el Sr Drake y yo somos los exploradores, necesitamos la información - el tono era algo más serio al que acostumbraba a hablar - Podría ser de vital importancia, sin esa información tal vez no podamos realizar nuestro trabajo correctamente...

Verá...ehm..., a ver, bueno -comenzó a decir Woodstock ante la incisiva y obvia preocupación de Spaulding-. Yo os agradezco que hayáis venido desde distintas partes del mundo hasta aquí. Y estoy seguro de que haremos historia. He de confesaros, en realidad, que los Awás... son una comunidad peligrosa. Sí. Ha habido una expedición antes que nosotros, bueno, un intento: tres exploradores. Una arqueóloga, un historiador y un guía marcharon por la zona donde habita esta comunidad, y... no se ha tuvo jamás noticia de ellos. No sé sabe si sufrieron un accidente, pero las autoridades brasileñas, después de buscar en la selva, no logró obtener respuestas. Eso fue hace dos años. Tal vez los Awás... -ahí se detuvo, sentándose en una silla y secándose la frente con un pañuelo-.

Bueno, señor Woodstock, no se preocupe -añadió Henry, entonces-. Estos señores y doña Luise son expertos en el terreno, somos más y además, vamos mejor preparados. No hay que ser osados, pero... tampoco deberíamos detenernos por eso, ¿no creen? -os preguntó el secretario, intentando arrancaros alguna opinión que tranquilizara al profesor-.