Partida Rol por web

Insomnem Nox

III. Ad Cautelam

Cargando editor
10/11/2013, 18:48
Severo del Monte

Severo, hombre de gran fortaleza, duro como un roble, no puede más que desmoronarse sobre una silla, mirando ahora al carretero, ahora al monje, esperando en todo momento que le dijeran que era una broma pesada de muy mal gusto. Su padre había muerto. Su padre. Aquel a quien tanto amaba y por quien tanta devoción profesaba, había sido reclamado por el Señor. Severo no daba crédito, no podía entender porqué Jesús había reclamado tan pronto a su padre, pues a pesar de sus santos votos había asumido su pecado convirtiéndolo en amor, extendiéndolo hacia la persona de Severo.

-Padre... Julián...- Negando con la cabeza, con los ojos vidriosos y balbuceando, el enorme guerrero poco puede decir, más que una sola palabra.-¿...cómo...?-. Sin fuerzas, alzando levemente la vista y con las manos muertas sobre la mesa, miró incrédulo al monje que tenía delante.

Notas de juego

Uig... eso ha dolido :_(

Cargando editor
10/11/2013, 20:27
Roldán "el aragonés"

- ¡Mi buen Honesto, viejo amigo! Témome no tener el tiempo que vos merecéis, pues el deber nos llama, ya sabéis, ¡la guardia no descansa!. - Dije al tiempo que soltaba una risotada y me sentaba a la mesa del buen comerciante. - ¡Aunque compartiré con vos al menos algunas viandas! -

- Pues ya veis, desde aquella vez en que nos conocimos, mi vida ha cambiado en demasía. Ya non soy hombre de asaltar camino, ¡agora asalto sobre hombres colgados en las alturas de las catedrales! Un cambio para mejor ¿no? - Era evidente que aquella noche estaba feliz. Había sido un día redondo y ahora me reencontraba con un viejo amigo. ¿Qué más se podía pedir?.

- He notado que andabais preocupado por vuestra bella hija et sus amoríos. Si fay algo que pueda hacer aqueste servidor por vos non dudéis en decirlo querido Honesto. - Me giré en dirección al tuerto, quien nos ofrecía comida. - Jorge, traedme algo caliente buen hombre, más non traigáis vino pues quiero caer sereno en el camastro. -

Cargando editor
11/11/2013, 00:07
Tristán Peñaranda

Yo si que podría hacer algo para arreglar los amoríos de esa chiquilla...

Sonreí mirando al mercader mientras bajaba mi mente de las nubes.

-Yo tomaré unas buenas gachas, Jorge*. Y tampoco nada de vino para mí. El deber de la guardia nunca cesa, ¿sabe? Siempre hay algún sinvergüenza por ahí al que echar mano... -una sonrisilla, esta vez algo maliciosa, adornó mis labios. Me gustaba la nueva actitud del tabernero, que seguro que nos la volvía a meter doblada en cuanto pudiese, de modo que, ¿por qué no aprovechar mi breve posición de superioridad para pasar un buen rato a su costa?

Atendí a la conversación de Roldán con Honesto. Poco tenía yo que decir, mas quería estar cerca del aragonés para que el mercader me viese y, de paso, se llevase buena impresión de mí. Bueno, o al menos, que no se llevase una mala.
 

Notas de juego

*Supongo que no llegamos a cenar con Fernando.

Cargando editor
11/11/2013, 17:59
Monje

Lo siento... -alcanzó únicamente a decir el monje en primera instancia-. El abad, tu padre... -parecía costarle demasiado decir cómo había sido-, su cuerpo... no está muy claro cómo su cuerpo... quiero decir..., murió, pero... se ahorcó.

Aquello si que era una sorpresa. La explicación del clérigo no era muy clara o convincente. El carretero miraba la escena extrañado, al igual que lo hacia hacia Severo con cara de condescendencia y tristeza a la vez. ¿un monje hecho abad acabando tan trágicamente su vida? ¡Eso no era pecado, era un acto de infausta blasfemia!

Cargando editor
11/11/2013, 18:04
Honesto

Mi hija necesita un buen hombre que la sepa tratar, que conozca el negocio de las buenas telas, que es el que llevo -decía Honesto-. Por eso, en vez de dejarla con cualquiera de las sus tías de su difunta madre, la llevo en mis viajes, por si doy con buen varón para ella y la hago casar. Pero es tímida, y aún así sólo vemos en caminos asaltantes y... -se dio cuenta de que Roldán había sido una vez uno de esos, y se guardó la frase para sí-. En fin... No quiero que se vea ni con judío ni con moros... ¡ni con vagos! ¡Sean como sean!  Si al menos encontrase un buen hombre como vos, señor Roldán, estaría yo más que satis...¿¡eh...!?

Honesto se giró, torció su cabeza y paró su discurso. Severo, en la otra mesa, se había caído desplomado de tristeza, pesadumbre, agotamiento y casi llanto impregnado de aflicción (quizá sin el "casi") sobre una silla; estaba ahora medio tumbado sobre la mesa del carretero y el misterioso encapuchado..., y balbuceaba, y tiritaba... ¿¡Acaso era ese Severo!? ¡Si!, pero no lo parecía... ¿de qué diantres estarían hablando? ¡El alguacil había sido abatido de alguna forma!

El Tuerto pareció asentir solamente y se marchó a por lo pedido.

Notas de juego

*No, Fernando sólo tenía un vaso de vino en la mano, nada de cena.

Cargando editor
12/11/2013, 00:10
Tristán Peñaranda

Ignoré las palabras del mercader cuando seguí su mirada et encontré a Severo en lo que parecía ser un apuro. Rápidamente levantéme et acerquéme a ver qué suciedíale.

-¡Válgame Cristo! ¡Severo! ¡¿Qué te ocurre?!

Descarté por completo la idea de que se hubiese cocido tan rápido, pues no habíale visto probar una copa et imposible era que el alcohol le hubiese consumido tan deprisa. Era algo fuera de lo normal.

Notas de juego

No sé si marcar a Severo. Por si acaso le dejo fuera, edita los destinatarios si es necesario, máster.

Y una duda: ¿El encapuchado no estaba con Fernando, y Severo sólo con el carretero? ¿Se han cambiado de sitio?

Cargando editor
12/11/2013, 10:32
Director

Notas de juego

Hay dos encapuchados: uno con Fernando y otro con el carretero.

Roldán, no marques a Tristán: se ha marchado a la mesa de Severo.

Cargando editor
12/11/2013, 10:32
Director

Llegó entonces Tristán a la posición de Severo, encontrándole abatido y deseperado...

Notas de juego

Ahora marcáos Severo y Tristán.

Cargando editor
12/11/2013, 11:44
Roldán "el aragonés"
Sólo para el director

Me sorprendió lo que me decía Honesto. Aquella muchacha no levantaba más de dos palmos del suelo cuando la conocí por primera vez... - Buen Honesto, yo ya soy hombre viejo et desdentado. - Sonreí mostrándole de que hablaba. - Vuestra bella moza debiere gozar del amor de un buen zagal de su mesma edad, o al menos non tan viejuno como aqueste que vos fabla. - En ese momento se levantó de golpe Tristán, dirigiendose a la mesa de Severo, donde éste parecía encontrarse indispuesto, como si una mala noticia cual mazazo hubiérale aplastado.

- El joven Tristán, de antes mal vivir como yo mesmo, agora es buen joven et ha ganádose el respeto de muchos en poco tiempo. Se de buena tinta que goza de noble corazón et ha quedado prendado por la vuestra moza. Non entiende de paños et telas, pero es trabajador et de buena sesera. Si vos parece puedo fablar con el et con la vuestra moza. Credo que pudieren formar bella et prometedora pareja. -

Cargando editor
12/11/2013, 11:55
Honesto

¿Quién... el hombre? -se refería a Tristán-. Non tengo el gusto de conocerle tan como a vos -tampoco es que te conociera mucho, pero si lo suficiente como haber trabado amistad contigo-. Ya veremos. Como te dije hoy, mañana marcho al norte, de comercio en comercio... Quizá a la vuelta a Toledo podamos hablar, si es que os veo por aquí...

En esos momentos llegó el Tuerto con las gachas de Tristán, una sopa caliente para Roldán (que tuviera el guiso que tuviera, olía bien) y una empanada de verduras para Honesto, que decía además que comer carne en ese tiempo no era para él.

¿Todo va bien, mi buen Roldán? -dijo Honesto al comprobar cómo había tenido que ir a atender primero a Fernando y ahora se le salía de la mesa Tristán para preocuparse por Severo...-.

Cargando editor
12/11/2013, 16:58
Severo del Monte

El labio inferior de Severo empezó a temblar. Totalmente ajeno a la presencia de su amigo Tristán, miró fijamente al joven cura que le había hablado. Alargando rápidamente la mano, agarró al pobre joven de la pechera y arrastrándolo hacia sí con enorme facilidad, casi ahogándolo, Severo le espetó a pocos centímetro de la cara.-Repítelo....¡REPÍTELO!.- Gritó. -Mi padre NO se ha suicidado. Mi padre siempre ha sido un devoto hombre de Dios. Júrame por la Santa Cruz que no mientes... ¡JÚRAMELO!.-

El cuerpo entero de Severo temblaba de ira. Poco faltaba para que agarraba al pobre desgraciado que le había dado tan aciaga noticia y le aplastara el cráneo con las manos. Solo el hábito de monje del desdichado parecía contener la rabia de Severo.

Notas de juego

Pues eso, Tristán. Que parece ser que mi padre se ha colgado... :_(

Cargando editor
12/11/2013, 23:30
Tristán Peñaranda

Consternado por el dolor de mi compañero, me mantuve en silencio, sólo apoyando suavemente mi enguantada mano sobre su hombro en señal de apoyo. Quería abrazarle, mas era imposible mientras siguiese agarrando a aquel tipo. En vista de que se negaba a aceptarlo, apoyé mi mano libre en su otro hombro y, poco a poco, empecé a tirar de él hacia mí con el fin de que soltara a aquel desgraciado.

-Calma, Severo, aqueste omne no es culpable... déjale fablar al menos.

Cargando editor
14/11/2013, 10:23
Roldán "el aragonés"
Sólo para el director

- Fablaremos con gusto entonces cuando tornéis buen Honesto. - Mis tripas crujieron cuales tamboriles de procesión al oler las viandas que traía el tuerto tabernero. - Rico rico si señor!. -

- Si amigo, todo marcha bien, más un último asunto para hoy ha encomendádome mi superior allí presente. Por ello he ido a fablar brevemente antes de acompañarvos. Comamos pues! et celebremos nuestro reencuentro!. - Entre bocado y bocado, intercambiábamos vivencias el Honesto y yo, y en una de esas, aproveché para mencionarle al tal Leví. Quizá Honesto supiera del judío. Después de oír la conversación de los alguaciles, sentía bastante curiosidad por la vida aquel.

Cargando editor
17/11/2013, 20:41
Director

"¡¡REPÍTELO!! ¡¡JÚRAMELO!!" -mientras te disponías a comer con Honesto enfrente, una voz, la de tu compañero Severo, se alzaba sobre toda la taberna con grandes gritos. Instintivamente te giraste, al igual que hicieron muchos comensales, y Severo tenía agarrado por la pechera y a un tipo con aspecto de monje y bastante joven, y lo acercaba a su cara tirando de las ropas por las que lo tenía bien asido...

La bronca era tan monumental (el especie de monje no discutía, sino que no hacía nada, le había cogido por sorpresa la situación) que Fernando se levantó de su mesa y fue a poner órden. Tristán, al igual que Fernando (y el carretero, que allí estaba) intentaban separar a Severo de su presa...

Cargando editor
17/11/2013, 20:45
Monje

El carretero se levantó e intentó separar al monje aquel, que parecía un pelele de paja en manos del fuerte Severo. Llegó incluso Fernando, desde la otra mesa, preguntando eso de "¿qué pasa aquí?" y separando junto a Tristán a ambos tipos... Finalmente, Severo le soltó un poco y habló rápidamente.

Ocur...ocurrió todo en poco tiempo -el monje se atusaba las ropas-. El hermano Basile, uno de los monjes del monasterio y muy amigo de tu padre, me ordenó, aún siendo yo novicio, el buscarte tras su muerte. Decí que debías ir a verle en cuanto supieses la mala nueva... lo... lo siento, yo no... yo no tengo culpa, señor... -el monje estaba bastante nervioso, puesto que simplemente era emisario de una noticia-.

Cargando editor
17/11/2013, 20:49
Fernando Jiménez

Fernando vio la pálida cara de Severo, y aún más la más pálida del monje aquel que casi no lo cuenta...

¿Qué pasa Severo? -mirándole y a la vez mirando al otro- ¿todo bien? ¡Vaya gritos! Toda la taberna está mirando... ¡cálmate, hombre! Que si es menester detener a alguien, asi se hará.

Invitó a Severo a que sentase señalando la silla, y Fernando miró al carretero un poco extrañado, pues no sabían quien eran esos que habían impacientado a su nuevo guardia... ¿Puedes cumplir... el encargo que os he mandado, Severo? ¿Estás en condiciones?

Cargando editor
17/11/2013, 21:05
Roldán "el aragonés"

Me sobresaltaron los gritos de Severo. Parecía completamente descompuesto y descontrolado.

- Disculpadme un segundo buen Honesto. - Dije a mi amigo antes de levantarme del taburete.

Me dirigí hacía donde Severo tenía asido por la pechera a aquel. No tenía intención de intervenir, al menos de momento, pues numerosos eran los que ya allí andaban en el asunto, siendo mi intervención más un estorbo que otra cosa. Aún así me mantuve expectante y listo para intervenir si era necesario.

Cargando editor
17/11/2013, 23:18
Severo del Monte

Con lagrimones como puños asomando por el ojo bueno de Severo, agradeció en gran manera el contacto de la mano de su nuevo amigo, Tristán. La noticia le había cogido totalmente desprevenido, y más viniendo de un desconocido. Tocando torpemente el hábito del pobre monje, le colocó la sotana tan buenamente como pudo a modo de disculpa.-Yo... lo siento... lo siento mucho.... mi padre... este buen fraile acaba de darme nuevas funestas, pues al parecer mi padre...- No pudo acabar la frase, un nudo se lo impedía. Haciendo acopio de una enorme fuerza de voluntad, pronunció en voz alta las malas noticias.- Mi padre ha muerto. Según dice aquí el monje, se ha colgado.-

Girándose hacia Fernando, aún estando muy afectado, díjole.- Nada puedo hacer ahora, así pues, comprometí mi palabra con vos, maese Fernando, por tanto cumpliré con mi deber. Aún así, una vez finalizada la encomienda, os agradecería que me dispensarais permiso para ir unos días hasta San Pablo de los Montes, para dar reposo al alma de mi padre.- finalizó Severo, mirando brevemente a sus compañeros y amigos Tristán y Roldán, buscando apoyo y a la vez disculpándose por su comportamiento.

Cargando editor
17/11/2013, 23:32
Tristán Peñaranda

Me mantuve en silencio durante largo rato. Sentía que nada podía hacer por el pobre Severo: la muerte de un padre es una procesión que se lleva por dentro, una pedrada de la vida que todo hombre debe afrontar en solitario. Nada podía decir que hiciera sentir mejor a mi compañero: al igual que él yo había pasado por aquello (aunque quizá no de forma tan trágica), y bien lo sabía.

Tardé un poco en apartar mis manos colocadas sobre sus hombros, y esperé la respuesta de Fernando.

Cargando editor
19/11/2013, 14:17
Fernando Jiménez

Lo siento mucho, es un duro palo -dijo poniéndole una mano en el hombro mientras miraba al monje y al carretero-. ¿La encomienda?, ¿qué... encomienda? -dijo el Alguacil parafraseando a Severo justo antes de volver a su mesa en un intento de negar algo que le habían encomendado...-.