Apenas sabía ya lo que estaba haciendo. Allí había demasiada gente para mi gusto y estar precisamente en el medio de toda ella no es que ayudara mucho a que me sintiera más agusto y menos, cuando estaban intentando acabar con nosotras.
No pude prestar mucha atención a nada que no fuera el hombre que tenía delante y que se había " emperrado " en acabar conmigo, pero por el rabillo del ojo, pude ver como habían herido a Fiora y eso era peor que tener que luchar para salvarme a mí misma.
Por suerte, Neira apareció en el momento justo y hubiera sonreído de no ser porque mi cuerpo estaba tan tenso que en aquella situación me resultaba ya imposible.
Dejando al hombre de delante mío a su suerte y viendo como con los caballos podíamos salir de allí me encaminé a él casi corriendo, tratando de evitar que el marcharme de al lado del guardia supusiera una fea herida para mí.
- Cuánto me alegra veros!
Debido a la sangre que cubre mi mano se me hace más dificil manejar mi estilete y finalmente se resbala de mi mano, eso me deja en una situación muy delicada frente al talavera hasta que llega Neira para sacarnos de ahi, me acerco al caballo sin darle la espalda al talavera y me subo al mismo tratando de apoyarme en el brazo que no tengo herido.
Larguemonos de aqui Digo queriendo olvidar cuanto antes lo que paso aqui aagarrandome con un solo brazo al jinete no queriendo mover el otro brazo ya que me duele como mil demonios.
Neira se hace cargo de Fiora mientras que Rodriguez toma el otro caballo y ayuda a subir a Gabriela para poder salñir rapidamente de ahí. Así, ya todos montados, con los caballos atropellan a los talaveras que intentan cortarles el paso y salen raudos de ahí.
Hasta ese momento, ninguna de ustedes se ha preocupado de que ha poasado con el resto del grupo, pero pronto los ven, pues les alcanza una diligencia que viene con sus caballos a todo galope y dirigida por Guzmán. En la parte superior vienen Rosendo y Jisé diparándole a los talaveras montados que los siguen - unos ocho - liderados por el mismo San Bruno en persona. Desde su posición, Jose se da la vuelta, se baja los pantalones y le muestra el culo a los castellanos.
En tanto ustedes sienten como las balas pasan silbando por el lado de ustedes. Aún había peligro así que no podían cantar victoria.
En estos casos, como suele ser habitual, lo difícil era saber qué hacer o qué decir, pero yo, viendo que nos estaban sacando de allí todo lo rápido que se podía, agaché la cabeza y confié en que ninguna bala encontrara mi cuerpo en su trayectoria, pues no me gustaría morir tan lejos de " mi hogar " aunque en aquellos momentos que lo pensaba, tampoco tenía ningún lugar al que poder llamar así.
- Quizás algún día pueda regresar a Castilla..
Ni mis propios pensamientos sonaban demasiado convincentes, pero en aquel momento tan sólo intentaba pensar en algo que nof uera que me iban a volar la cabeza.
Las balas silban a nuestro alrededor se me pasa por la mente recargar mi pistola para devolverselas pero no me atrevo a soltarme con mi brazo herido no se cuan fuerte podre agarrarme si me desestabilizo al cargar el arma así que espero que no nos alcancen por ahora si las cosas se ponen más feas y se acercan más de lo conveniente tendré que arriesgarme a cargar el arma.
Mientras seguimos a la carrera echo varios vistazo por encima del hombro controlando la distancia.
Los disparos de los castellanos seguían silbando a su lado cuando los hombres de la diligencia toman cartas en el asunto y desde adentro Juan deja caer un pequeño tonel de que humea. Al rato hay una tremenda explosión detrás de ustedes, la que seguramente alcanzó a sus perseguidores. No obstante, siguen cabalgando a todo lo que pueden dar los caballos.
Al final, llegan a los bosques y se adentran por caminos sinuosos que pronton hacen que los talaveras no puedan seguirles el rastro. Entonces por fin pueden parar cerca de un río y dejan que los caballos se refresquen. Entonces Neira Ayuda a bajar del caballo a Fiora y la mira preocupado por sus heridas. El montonero rasga la parte de abajo de su vestido y con los jirones hace un bendaje de emergencia, mientras dice:
- Esto va evitar que pierda más sangre, señorita. Cuando lleguemo al campamento la va a poder curar mejor.
En tanto, desde dentro de la diligencia escuchan un quejido del que no se habían percatado. De dentro sale Nicanor y les dice:
- Parece que por acá tenemo otro heri'o. Miren que este ahueonao del José, por andar mostrando el culo le dieron un balaso.
En cuanto bajamos del caballo me acerqué a Fiora y la agarré de la mano mientras la vendaban, como queriendo darla fuerzas, aunque era más fuerte de lo que todos creían y seguro que no tardaba en estar bien y recuperada.
- Siento no haber podido evitar que te hirieran.. - Dije con tono apesadumbrado, pues mi intención había sido la de protegerla en todo momento y paecía que no lo había hecho demasiado bien. Parecía que era mi hermana pequeña incluso.
Levanté la vista cuando dijeron aquello del balazo y me imaginé la bronca inicial que le iba a echar su mujer.
- Pues seguro que le encanta no poder salir de casa en una buena temporada..
Miro a Neira de mala manera pero trato de calmarme antes de contestar ya que se que no lo hizo con mala intención y que mi aspecto actual no ayuda a ser respetada, el vestido de fulana con alguna rasgadura y lleno de sangre y por encima aun no me habia quitado el collar por la falta de tiempo en la escapada. Esperaba que pronto pudiera recuperar mis ropas para poder vestir como es debido.
Gracias... pero deberías preguntar antes de romper todavía más el vestido de una señorita. Supongo que nadie sabra coser lo suficientemente bien como para que no me quede una cicatriz... Digo revisando la herida. Me quito el collar y lo recojo más o menos antes de dejarlo caer en el carromato, no quería tenerla puesta más de lo necesario. No estoy de demasiado buen humor.
Gabriela se acerca a pedirme disculpas pero yo niego.
No fue culpa tuya, debería haber tenido más cuidado, al menos conseguimos lo que queríamos aunque el plan no fue exactamente como lo pensaramos. El plan había salido totalmente al reves, normalmente yo solía evitar tener que disparar cuando hacía mis "trabajos" por lo que raramente salía herida.
La proxima vez se pensara dos veces andar con el culo al aire... Es el único comentario que hago sobre el herido, durante la escapada no había entendido del todo ese gesto innecesario y al parecer le había salido caro.
Cuando Fiora le dice a Neira eso de su vestido, el montonero se pone rojo como un tomate y trata de disculparse:
- Perdone, señorita. Yo no queria faltarle el respeto... y solo no quiero que pierda má sangre... perdone.
La verdad es que Neira, para ser un hombre duro, parecía demasiado compungido.
En tanto, adentro del carro, Jose se seguía lamentando de su herida en el culo y preguntaba:
- Díganme la verda ¿Me voy a morir?.
Y Rosendo, ladino como toda la gente de ese lugar, le contesta:
- No, huaso bruto, pero ahora vay a quedar con dos hoyitos pa cagar.
Los hombres se rien, pero José se digue lamentando.
En tanto, Manuel se acerca a Fiora y le dice:
- No te preocupes. En el campamento hay un hombre que sabe curar heridas y te dejara como nueva.
Desde luego Fiora era capaz de hacer que se la pidieran disculpas incluso cuando estaban haciendo las cosas por su bien, pero eso hizo que no me preocupara tanto, pues eso quería decir que no estaba tan mal, es más, si no hubiera dicho algo al respectod e su vestido sí que me hubiera preocupado de verdad.
José era todo un espectáculo, sobretodo con eso de morirse, y era normal que por aquella pregunta todos se echaran a reir, incluso yo lo hice después de escuchar el soez comentario de respuesta que se había ganado.
- Creo que será mejor que nos movamos antes de que se desangre...
Era mejor que volviéramos cuanto antes, después de todo, las heridas se infectaban fácilmente y no queríamos que nadie sufriera más daño del que ya habíamos tenido.
Se que no lo hacías por mal y por eso no reciviste una buena patada... pero tenlo en cuenta la proxima vez. Lo preferible con esa jente es que no se cogiera demasiada confianzas que nunca se sabía.
Creo que lo maximo que te va a pasar es una buena temporada sin poder sentarte. Digo entre el cachondeo general por el propio herido.
Asiento a lo que dicen del medico.
Pues a que estamos esperando, hacerle un vendaje rápido y de camino al médico.
Un poco más repuestos - excepto por José - salen en dirección a el cmpamento en las montañas, al cual llegan después de más o menos una hora de cabalgata. Si bien al principio algunos guardias trataron de detenerlos debido a los los uniformes que llevaban, al final todos se sentían felices de verlos de vuelta.
Cuando llegan ya al campamento en sí, lo primero que hacen es auxiliar a José. De inmediato apareció su mujer que, contrario a lo que podía esperarse, se veñia bastante preocupada.
Entonces todos piden a voces que traigan al "Tetera"; un sobrenombre bastante peculiar. Quien respondía a este nombre era un hombre bajito y delgado, de mirada nerviosa y tez algo pálida. Con mucho cuidado, llegó al lado de José, sacó de un maletín que llevaba utensilios médicos y procedió a aplicar alcohol en la herida. Después, obviando los reclamos de José, sacó la bala y se dispuso a coser la herida advirtiéndole antes:
- A... a... ahora q... q...uedate quieto. Si... si... si no p... pue... puede q... que mm... mmm... me equivo... vo... vo... que de hoyo.
Y a pesar de estar herido, José seguía teniendo la lengua afilada.
- Claro, hueon. Pa ti es fácil decirlo.
El hombresito sintio el golpe e hizo su trabajo en silencio.
Después se acercó a Fiora, lavando meticulosamente sus manos antes de examinar sus heridas. Despues las limpia con alcohol y comienza a cocerlas. Cuando termina le entrega una cajita pequeña llena de un ungüento de olor agradable y le dice:
- P... pa... pa la ci... cic...cicatriz.
En tanto, Manuel les trae sus ropas normales y les dice:
- Se las guardamos, aunque si desean quedarse con la que llevan puesta no creo que nadie se enoje.
Me quedé junto a Fiora observando cómo curaban a José, quien por suerte, no era pudoroso porque todo el mundo le estaba viendo el trasero...
- Al menos parece que ya ha sacado unas cuantas balas...
Mis palabras trataban de calmar a Fiora para que dejara que aquel " medicucho " o lo que fuera la pusiera las manos encima, no se fuera a ocecar y luego se pusiera enferma.
Me senté cuando fue el turno de mi compañera, en silencio y descansando para ponerme en pie cuando nos trajeron la ropa.
- Gracias, pero yo casi que prefiero quitarme esto y vestirme con mi ropa, estoy más cómoda cuando no me veo el ombligo.
Cogiendo la ropa volví a preguntar.
- ¿ Un barreno con agua caliente? Huelo a cerdo..
Asiento a lo que dice Fiora antes de dejarme atender por el medico, parece bastante competente y no tengo mucho donde elegir así que no me quejo.
Muchas gracias. Digo cuando me tiende el ungüento, es un médico más profesional de lo que esperaba.
Le dedico una mala mirada a Manuel por sus palabras y casi le arranco mi ropa de sus manos.
Si un barreño de agua iría bien tendre que lavarme las heridas y cambiarme el vendaje ademas de aplicar el ungüento del médico...
Manuel se ríe a pesar del mal humor de Fiora, pues a pesar de todo habían logrado conseguir el botín y podían seguir con su revuelta. Así que les dice que no hay problema, les llevarán agua caliente y jabón para que puedan hacerse aseo.
No obstante, en ese momento más gente llegaba al campamento y se trataba de doña Paula acompañada del padre Alberto. Por lo visto, la mujer y el cura proveían de alimentos a la gente de ese campamento, pero en esta ocasión habían mas razones para la visita. La primera en hablar fue doña paula, quien les informa:
- La gente que tenemos en palacio investigó qué había ocurrido con Rayen. Me informaron que ella y el eiseno fueron llevado a una acienda en las afueras de la ciudad, pero que han desaparecido. Los talaveras los están buscando por todos lados y no sé exactamente si ellos escaparon juntos o el eiseno se llevó a Rayen.
En tanto el padre Alberto, que parecía siempre estar de buen humor, le entrega una carta a Manuel y le informa:
- Llegó por la tarde. Se trata de un mensaje para ti desde el otro lado de la Cordillera.
Manuel lo abre y lee con detenimiento. Luego sonríe y les dice:
- Esto dice que hace tres días el ejército del general Santa María ha salido de la ciudad de Cuyo y cruzará la cordillera por tres pasos. Por la cantidad de gente, creo que se demoraran unos veinte diás en llegar, pero de todas maneras pronto acabaremos con la tiranía de Marcó del Pont ¡Viva la Patria!.
Y los que estaban alrededor responden al grito con entusiasmo.
Siendo el eiseno seguro que la secuestro para pedir un rescate... comento pero no deja de ser una relativamente buena noticia ya que será más facil liberarla al ser un solo hombre si los encontramos antes que ellos.
Las noticias sobre la rebelión aunque me alegran no me importan tanto como las de Rayen.
Me voy a cambiar de ropa y el vendaje para poder ir en busca de ese desgraciado cuanto antes. Digo antes de marcharme en busca del agua que nos habían ofrecido.
No estaba segura de que aquello fuera así, y aunque tuviera ganas de matar a aquel hombre y enterrarlo lo más abajo que pudiera, creía que por algún motivo estaban haciendo el paripé, aunque seguro que con un plan que escapaba a mi comprensión.
- Cuando nos los encontramos en la casa de San Bruno y nos íbamos a escapar, juraría que nos ayudço a hacerlo tratando de que no se notara. Quizás, se la haya llevado para ponerla a salvo, aunque no doy por él ni una moneda de cobre..
Aquello sólo era una suposición, pero como no estaba del todo segura tampoco no quise decir nada más. Quedaban demasiadas cosas que aclarar que no se podrían saber sin mantener una charla con aquel hombre.
Manuel escucha lo que ustedes dicen y, antes de que se retiren, les dice:
- Entiendo que se preocupen por la princesa india, pero creanme que si escapó no corre ningún peligro, pues conoce estas tierras y sus peligros mejor que cualquiera. De todas maneras, enviaré mensajes a todas las bandas de montoneros para que esten atentos a ellos. En cuanto a ustedes, no deberían salir del campamento. Pronto va a anochecer y ustedes si correran peligro ahí afuera. Por lo que me contaron ustedes ya se enfrentaron a algo cuando llegaron, y creanme, hay cosas peores. Quédense, y mañana, si lo desean, yo mismo las acompaño.
Y detrás de Manuel aparece Nicanor con una sonrisa amable en los labios que les dice:
- Ademá, hay que celebrar que el ejército viene en camino. Ustede han ayudao mucho y queremo mostrarle nuestro agradecimiento.
Lo más gracioso era que nos decían que no nos fuéramos y que al día siguiente nos acompañaban, pero tras mi cara de circunstancia me dio un ataque de risa, pues tenía que formular una enorme pregunta.
- ¿ Y se puede saber a dónde quereis acompañarnos? No tenemos ningún lugar al que ir, al menos, que no me digais que teneis un barco que nos puede devolver a nuestra tierra...
Ahora estábamos sin nada, bueno, eso como siempre, pero encima es que éramos extrañas en una tierra de la que no podíamos salir, lo que sin duda no resultaba un plato de gusto, pero había que tomárselo con humor, como todo.
Lo que decían los montoneros tenía logica y las palabras de Gabriela no se alejan demasiado de la verdad pero aun así logran fruncirme el entrecejo.
No lo digas así chica que parecemos pordioseras. Digo fastidiada, podría ser cualquier cosa pero nunca sería una pordiosera cualquiera. Esperaremos a mañana, aunque no tenga demasiada ganas de fiesta... Y menos a lo que gente como ellos llamaría fiesta, cuanto echaba de menos las fiestas "civilizadas" de la alta sociedad.