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Invasión a Gea.

Capítulo 16. El Trono.

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04/01/2018, 19:56
Director

Chcath se llenó de ira cuando vio devastada la tercera parte de su flota. No hubiera esperado nunca que el poder que albergaba en su interior fuera tan poderoso y a la vez destructivo como había demostrado ser. Los eones que pasara orbitando a Seyran le habían cargado de un potencial destructivo sin precedentes. Un poder del que no tenía ni idea de poseer. No obstante, pronto se hubiera relamido con el resultado obtenido de haber tenido lengua y pronto pensó que el precio pagado por los beneficios que obtuvo fue realmente insignificante. 

Gran parte de la arbola había sido arrasado. Sus enemigos, los seres del bosque y los orgullosos elfos aniquilados. Incluso la bella a la vez que terrible princesa élfica de los bosques Ieacuril Enorohir, reina del principado de Givarduil, había sido pasto de la violenta explosión de las llamas.

Nada había sobrevivido a la ira del constructo. Nada quedaba en pie salvo las ruinas del que otrora fuera uno de los reinos más bellos de toda Gea. Givarduil, había sido totalmente arrasado junto con todos sus habitantes. Nada quedaba en aquella parte del bosque salvo cenizas y restos orgánicos carbonizados. Una gran mancha oscura en lo que antaño fuera un magnífico y frondoso bosque.

Una zona que con el paso de los siglos acabó por adoptar el nombre del ser que lo arrasó. Una zona que muchos años después de que el origen de su nombre fuera olvidado y de que el propio Chcath abandonara Gea, siguió llamándose igual. Una zona que paso del negro de las cenizas a un nuevo y renovado color verde, cuando casi tres siglos después de aquel holocausto, los primeros brotes verdes comenzaran de nuevo a brotar dando paso de nuevo a la vida.

La Marca de Chcath nunca más albergó habitantes de raza élfica. Pues aunque con el paso de los milenios, ningún miembro de aquella raza vivió para recordar el horror que se vivió en aquel lugar. Para cuando hasta el último de los nuevos nacidos olvidó lo que había sucedido, quedando únicamente en el recuerdo de los hechos en antiguos manuscritos perdido en el fondo de vetustas bibliotecas, aquella zona seguía considerándose maldita y prohibida para todo elfo viviente, pese a no saber o recordar el porqué.

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04/01/2018, 20:18
Director

Chcath regresó a bordo de su nave Puño de Acero, hasta la nueva capital de Gea. Nueva Cathonia empezaba a tomar forma. Aquella ciudad se había levantado de nuevo de sus ruinas para florecer como una nueva y hermosa ciudad con aires nuevos y un toque de modernidad que con el paso de los años, sería la envidia de toda Gea.

Pronto los habitantes de aquella ciudad, los pocos que habían sobrevivido, pudieron regresar a lo que con el paso de los meses, empezaron a considerar como su nuevo hogar. Chcath no era un ser generoso por naturaleza, sin embargo sabía que era más fácil cazar moscas con miel que a cañonazos.

Pese a la desolación causada con su llegada, ofreció nuevas viviendas a todos aquellos que la solicitaron, un trabajo digno y recursos suficientes como para sobrevivir hasta que pudieran volver a hacerlo por sí mismos y la economía de aquella enorme ciudad estuviera normalizada. Chcath no deseaba tener esclavos, sino súbditos fieles que sirvieran a su causa como él deseaba.

Cierto fue que no hizo amigos con su llegada, muchos fueron los que se organizaron en su contra. Problemas menores teniendo en cuenta que con el poder que había desplegado primero en Catán y luego en los Principados Élficos, había conseguido que a través del miedo, fueran muchos los que se rindieran a la evidencia y le reconocieran como el nuevo Emperador de Gea.

La figura del aguerrido Ediberto Dolfini pronto fue olvidada. Si bien durante los primeros días y semanas, fueron muchos los que reclamaron su liberación, pronto su existencia pasó a ser una mera anécdota. No eran muchos los que le guardaban rencor. De hecho, la mayor parte de la población estaba de acuerdo en que su rey hizo lo correcto en el momento y en la situación en la que se encontraba.

Recordaban a Ediberto Dolfini como un mandatario muy humano. Con sus defectos y sus virtudes. Un ser que accedió al trono por méritos propios y no por herencia, como lo habían hecho la mayor parte de dirigentes de Catán y Gea. Recordaban a Dolfini como un buen rey que logró abolir la esclavitud en Catán pese a los muchos detractores que tuvo y pese a haber sido un conocido esclavista hasta poco antes de ascender al trono.

No obstante, Dolfini era el pasado y por delante tenían un nuevo futuro patrocinado por un ser al que la gran mayoría de la población odiaba, pero al que adoraban casi como a un dios. Un ser que les había destruido para hacerles renacer de sus cenizas y que había logrado construir una nueva ciudad donde todos vivían en armonía y cierta paz. Una ciudad en la que se habían abolido las clases sociales y en la que no existía un solo sin techo. Nadie tenía más que nadie en Nueva Cathonia, pues todos sin excepción eran herramientas necesarias para su mandatario supremo y éste les trataba a todos con una justicia casi divina.

Paradójicamente, pese a la sociedad utópica de bienestar propiciada por Chcath, eran mayoría los que añoraban los tiempos de Ediberto, en los que los bienes de cada ciudadano eran más escasos y quizás estaban peor repartidos, pero en el que reinaba el libre albedrio y en el que todo ser viviente y consciente de sí mismo era libre de soñar con un futuro mejor para él y los suyos.

En cambio y pese a todo lo que Chcath les había proporcionado, a él le odiaban mayoritariamente. Le odiaban en silencio, pues de hacer público lo que pensaban de su Majestad Imperial, ésta hubiera hecho justicia divina, pues sí, Chcath se consideraba a sí mismo casi como a un dios viviente. Su sociedad perfecta e igualitaria, era quizás la más justa de las que se habían erigido en todo el universo que Ella creó y sin embargo, sus habitantes acabaron por estar faltos de iniciativa y faltos de ilusión, alimentando un rencor eterno al ser que les dio la paz y les arrebató el caos.

Al fin y al cabo Ella era caos y los seres que nacieron de su divino ser eran seres caóticos a los que nunca complacería el orden impuesto por el ser que fue creado por los Primeros moradores de Nabudum con el claro objetivo de defenderles de la caprichosa diosa que gobernaba el universo y para convertirse como bien lo había hecho, en su perfecto antagonista.

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04/01/2018, 20:40
Director

Tras la destrucción de Givarduil muchos fueron los estados que se rindieron a la evidencia de que no estaban preparados para asumir una guerra contra un enemigo tan poderoso. Reinos tan importantes como Rintor, Messià o el Imperio de Nazcan pronto se unieron a los otros reinos que ya habían hincado la rodilla ante su nievo líder.

Chcath fue ganado adeptos sentado en su trono de roca erigido sobre las ruinas del palacio real de la antigua Alejandría. Nada más tuvo que hacer salvo esperar sentado a que una a una las naciones de Harvaka le adoptaran como su nuevo Emperador. Pronto, muy pronto aquel continente pasó a ser su nuevo feudo y posó su mirada de fuego sobre Avidrain y Arthanis, las últimas dos fronteras antes de poder ser llamado con todas las letras, Emperador de Gea.

No obstante, todo lo que llega como caído del cielo, puede tornarse en contra de uno con gran facilidad. Puede que esa norma no rigiera igual en Patark que sobre Gea, pero lo cierto sería que lo que a priori parecía una fácil conquista, acabaría volviéndose en contra de Chcath casi tan rápido como el irrumpió sobre aquel planeta haciéndose con su control.

No obstante, esa es otra historia que si bien es hermana de que se ha contado aquí, deberá esperar a un nuevo día para ser contada.

Fin.

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04/01/2018, 20:44
Director

Notas de juego

No se si cabe algún epílogo... creo que la historia de Chcath no está acabada para nada, aunque sí esta primera parte.

No obstante si se te ocurre algo y quieres posearlo, ya sabes... aquí.