Asiento escuchando al guardia, aunque frunzo el ceño al escuchar su comentario sobre el hermano de Yu-ri. Sin embargo, no digo nada al respecto; en vez de eso pongo la mano sobre el hombro de mi compañera para darle ánimos al tiempo que la acompaño hacia el interior.
- Por si acaso, tengamos cuidado aquí dentro - le digo. Sigo sin tener tan claro que no se haya quedado ningún preso rezagado, buscando algo de botín antes de escapar de la prisión.
- El cuchillo, todo para tí... A penas he aprendido a disparar un arma, y no me he peleado con nadie desde el colegio, así que yo tendría tantas posibilidades de cortarme a mí mismo como de utilizarlo contra alguien... - comento antes de quedarme callado, pensando en lo que acabo de decir. ¿De verdad estoy pensando en atacar a alguien con un cuchillo? Sería sólo en defensa propia, pero hace unos días ni siquiera se me habría pasado algo así por la cabeza. Claro, que hace unos días estaba en Fairbanks esperando ver el efecto de una tormenta solar en nuestro satélite y el mundo no se ha vuelto loco a mi alrededor.
- Vamos dentro - le digo finalmente a mi nuevo compañero cuando llega hasta la puerta. - Con suerte, no tardaremos en encontrar aquí dentro todo lo que necesitamos.
¿Nada en la radio? ¿Tampoco hay tiendas de caza/pesca recreativa? No busco armas de fuego.
Perdona, se me olvidó el tema de la radio. Nada, solo estática, ni siquiera emisiones de emergencia.
Hay alguna tienda de pesca, pero solo vende ropa, cañas y utensilios. No tienen arpones u otras cosas que puedan ser usados como armas eficaces.
Estoy de acuerdo contigo. Aquí pasa algo raro. Raro de verdad. Vivo solo en Anchorage... nadie me espera en casa. ¿Tú?
Danny se acerca al sistema de seguridad de la puerta y acciona el picaporte de manera despreocupada.
Igual durante la huída se dejaron la puerta abierta...
No puedo culpar al guardia por su pesimismo, por lo que trato de ignorar sus comentarios, después de todo ha aceptado ayudarnos. Me coloco junto a Duncan cuando este comienza a dirigirse hacia el interior, y mantengo los ojos bien abiertos mientras me digo una y otra vez que todo saldrá bien.
Entráis en la prisión a través del único acceso practicable: el autocar de transporte de prisioneros empotrado contra la valla.
No sin cierta dificultad entráis en el enorme patio desde el que podéis ver todos los bloques y la enorme torre de vigilancia que gobierna el recinto.
El fuego se está cebando con un par de módulos, las lejanas llamas son una pobre fuente de luz pero es lo único que hay.
Todas las puertas están abiertas, puede que debido al sistema de emergencia o a una apertura manual. Los primeros cadáveres se agolpan junto a una salida de emergencia, están destrozados y, a juzgar por sus ropas, pertenecen a presos.
El edificio principal alberga las oficinas y algunas instalaciones, al principio las puertas son igual de seguras que en el resto de la prisión pero una vez pasado el primero control parece un edificio de oficinas normal y corriente.
Aunque el lugar esta destrozado no encontráis cadáveres, parece que alguien se ha dedicado a saquearlo o simplemente a romper cada cosa que ha encontrado.
A través de las escaleras subís al primer piso, lugar donde se encuentra el despacho del alcaide. Al fondo veis su puerta y escucháis unos ruidos. Podéis ver la puerta tirada y dos presos destrozando la habitación.
Entre ellos y vosotros se extiende una planta de unos veinte metros con varias mesas y una colección de armarios de madera que seguramente contengan documentos archivados.
Una puerta da a la sala de descanso y los vestuarios para los guardias y el personal penitenciario. Es posible entrar allí sin pasar por delante del despacho del alcaide, la escasa luz facilita la ocultación.
Como era de esperar el pomo de la puerta apenas se mueve, seguramente esté diseñada para que sea imposible dejarla abierta sin sostenerla.
Regresáis sobre vuestros pasos hasta encontrar una pequeña tienda de bricolaje, tras revolver un poco os hacéis con dos palancas y volvéis para enfrentaros a la puerta.
Os resulta mucho mas costoso de lo esperado, la puerta se dobla mucho antes de ceder y tenéis que cambiar el punto de presión en varias ocasiones; pero tras casi diez minutos finalmente la hoja se abre lo suficiente como para poder pasar.
La puerta da a un pasillo con otras tres puertas mucho mas sencillas. Una lleva a la sala de vigilancia, llena de monitores con las imágenes de las múltiples cámaras del centro.
Otra puerta pertenece a los vestuarios y aseos del personal de seguridad. Hay como una treintena de taquillas, todas cerradas.
La tercera puerta es el almacén. Un pequeño banco sirve de antesala a la cancela tras la cual están las estanterías y armarios que guardan todo el material requisado, encontrado y el equipo de los vigilantes.
Lejos de encontrar escopetas y pistolas lo único que obtenéis son sprays de autodefensa y porras. También hay una gran colección de esposas y de walkie talkies, estos últimos de poca utilidad debido a la actividad electromagnética de la atmósfera. Lo mas parecido a un arma a distancia son varias pistolas paralizantes (Taser) con sus respectivas baterías.
En las cajas de objetos requisados, u objetos perdidos, se pueden encontrar principalmente sprays de pintura, algunas armas blancas como navajas y cuchillos, bastantes móviles y cámaras, y muchas carteras y bolsos totalmente vacíos.
Si queréis coger algo mas de la ferretería podéis hacerlo, es una tienda pequeña, sed comprensibles.
Modifico para añadir los Taser, que se me había olvidado.
El asunto se complica por momentos. Sin armas, incomunicados y sin idea de lo que está pasando en Anchorage. Al menos habían saciado su hambre... y su sed.
Danny se mete el transistor en un bolsillo, donde tiene un par de paquetes de pilas AAA que pueden serle muy útiles en un momento dado. Sólo encuentran algunos teaser: armas de corto alcance, lentas y de efectividad dudosa. Al menos son solienciosas...
Tras manipular los walkie talkies, Torrance habla más para sí que para Aaron:
Tampoco funcionan los walkies... Es como si estuviéramos bajo una tormenta solar... Una tormenta solar de dimensiones brutales. Si fuera un ataque terrorista cibernético, la radio, las ondas hertzianas, funcionarían. Pero el hecho de que no hayan ondas de radio es muy extraño. Aquí está pasando algo muy grave.
Levanta la mirada para dirigirse a Aaron:
Aquí está pasando algo grave de verdad. Vayamos al garaje a ver si conseguimos un vehículo. Los de carburación deberían haberse librado de este apagón de radiación no ionizante.
No soy de aquí, y hace tiempo que mi familia dejó de preocuparse por mi.
Respondió antes de enfrascarse en la tarea de abrir la puerta, cosa que consiguieron con más esfuerzo del previsto, pero tampoco tenían muchas mejores cosas que hacer.
Le interesa sobre todo las cámaras de seguridad, y es ahí donde centra toda su atención, aunque las palabras de Danny le hacen fruncir el ceño.
No tengo ni idea de lo que dices.
¿Ondas hertzianas? ¿Tormentas solares? Todo eso escapaba a la comprensión de Aaron, bastante ignorante en temas científicos, pero al parecer su compañero sabía de lo que estaba hablando, quizás fuera más útil de lo que aparentaba en principio. Es cierto que Aaron no era el más listo, nunca lo había sido, pero si lo suficiente como para escuchar a aquellos que lo eran.
¿Un coche? Creía que estábamos de acuerdo en que era más sensato quedarnos aquí hasta por la mañana sin luces, con un frío del carajo... ¿o tienes algún lugar en mente al que poder ir? aunque todo seguía condicionado por su desconocimiento de la situación.
Mientras hablaba, dedicaba parte de su atención a ver si podía encontrar algo de utilidad en la sala de vigilancia.
El golpe de la verdad no es agradable, pero igualmente lo suelto. Ahora no estoy precisamente en mi mejor momento como para tener tacto, porque la misma realidad se me ha estrellado en toda la cara y me he encontrado con todos muertos, con todos aquellos que me cruzaba día a día.
Duncan me facilita información de lo inútil que es usando armas, tanto las de fuego como las blancas y eso es algo que tendrá que solucionar si quiere sobrevivir en este nuevo mundo que por lo que me han contado se ha convertido en un infierno. No comento nada pero mi cara lo dice todo. He pasado de la ansiedad, al desconcierto, y de nuevo vuelvo a la ansiedad que me hace ser un hombre brusco y mal humorado. Siento los nervios a flor de piel y soy consciente que debo calmarme.
No aporto nada nuevo, vamos caminando para adentrarnos en el interior del edificio con algo de dificultad pero logramos acceder, aunque se me ha rasgado el costado de la camisa con un alambre de la valla. La imagen que vemos es espantosa. Nunca antes había visto la prisión así, me es casi desconocida y por ello me desoriento un poco.
Cuando subimos al primer piso, vislumbramos la habitación del alcaide pero parece ser que no somos los únicos que estamos allí, también hay dos presos por lo que rápidamente trato de esconderme para impedir que me vean e indico que los dos hagan lo mismo. Esos presos no se lo van a pensar dos veces antes de matarnos, aunque no sé si llevan armas encima.
— Es un error haber venido aquí — susurro — En cuanto me vean os aseguro que van a ir a por mi y después a por vosotros. — Es bien sabido las ganas que le tienen los presos a los guardias... — Si tan solo tuviese mi arma... — murmuro antes de atreverme a asomarme. Mis ojos captan un camino que nos llevaría al vestuario del personal penitenciario, así que voy hacia allá agazapado y confiando con que la oscuridad nos ayude a mantenernos ocultos. — Seguidme — Les digo a la par que marcho hacia la zona segura.
Hablo de localizar alguno que nos sea útil por si queremos movernos. Y más si por casualidad se nos plantea una huída rápida.
Aaron parecía tener algún tipo de formación militar... de estrategia. Se unió a él para intentar serle de ayuda.
¿Qué puedo hacer? - dice Danny mirando la consola de manejo y control de las cámaras de seguridad.
Asiento en silencio mientras sigo al guardia.
- Tal vez deberías cambiarte esa chaqueta - le sugiero. Si los presos le van a atacar por ser un guardia, probablemente eso nos haga ganar algo de tiempo. Si, por el contrario, se comportan igual que la gente de Anchorhead me temo que la ropa que llevemos va a dar bastante lo mismo, porque atacarán a cualquier cosa que se mueva.
Miro a mi alrededor. Estamos en una zona de despachos, así que no parece probable que aquí vayamos a encontrar una radio, que probablemente esté en la zona de seguridad. Sin embargo es probable que haya algo de material informático. Aunque sin internet... Maldita sea, si esto hubiera pasado en un par de años tendríamos una maldita constelación de satélites dando cobertura de internet global.
Una duda, los presos destrozando la habitación, ¿lo hacen por mero deporte o hay algo en ellos que recuerde el salvajismo de la gente de la ciudad?
Se me hiela la sangre en las venas ante la escena, y tengo que apretar mis puños con fuerza para no temblar de miedo. Muda y silenciosa sigo detrás de Duncan, tratando de no mirar hacia donde están aquellos presos, como si pudiese olvidar su presencia.
Nuevamente ignoro el comentario del guardia, que parece empeñado en restregarme una y otra vez lo terrible que ha sido venir con nosotros. Pero no puedo culparle por ello, al menos nos está guiando por este lugar.
Cuando me parece que hemos dejado atrás a los presos digo en un susurro.
- ¿Estamos muy lejos del bloque de mínima seguridad?
Esperando a ver si encontramos algo en las cámaras de seguridad.
Los diversos monitores muestran imágenes de todos los accesos al centro. Algunos alternan planos generales de los largos pasillos y las zonas mas abiertas. Os imagináis como debe ser controlar todo el lugar con cientos de personas allí y os parece casi imposible.
Lo que os muestran los monitores no es mas que lo que habéis visto hasta ahora: corredores vacíos, tiendas desiertas y puertas automáticas constantemente cerradas.
En un par de pantallas se pueden ver imágenes alternas del aparcamiento, en cada plano se observan multitud de coches bloqueados en los carriles formando un atasco imposible hacia la salida del centro comercial. La evidencia de una evacuación, ordenada o no, aquí parece ser mas evidente.
Aunque la calidad no es muy buena, y la movilidad es reducida, se aprecian algunos vehículos dañados. Por la ubicación de los impactos no parecen haber sido producidos por colisiones entre coches.
En la habitación de seguridad no hay mas que algunos efectos personales de los empleados. En un cajón hay una cartera, contiene algunos dolares y la documentación de uno de los vigilantes del centro.
Los dos presos, que no parecen mas alterados que el humano medio, continúan destrozando todo lo que ven. Parece que es su venganza hacia el alcaide, del cual no hay ni rastro.
Agazapados llegáis a la sala de descanso del personal. Un par de sofás, un televisor, una nevera y una cafetera llenan el lugar. Una puerta lleva al vestuario, que también alberga los aseos, donde se puede ver una fila de taquillas.
La ansiada libertad parece que ha dejado vacía la prisión, salvo esos dos hombres puede que el resto haya huido ante la inminente llegada de las fuerzas de la ley.
En una de las paredes hay un plano de la prisión. Indica los diversos módulos con sus respectivos horarios y turnos. Justo el que tenéis al lado es el de mínima seguridad, aunque para llegar hasta él debéis regresar sobre vuestros pasos.
Al otro lado del mismo edificio, las oficinas están justo en el centro, se encuentra la enfermería y el garaje para los vehículos del centro penitenciario.
No era la situación actual del lugar lo que buscaba Aaron en las cámaras de seguridad, aunque le había servido para hacerse una idea de lo que ya imaginaba, pero siempre existía la posibilidad de que hubiera alguien más atrapado en una situación como la suya.
Si queremos un coche tendrá que ser de los del exterior, pero si todas las carreteras están como esa...
Señaló el monitor que mostraba el bloqueo de la salida del parking.
¿Cómo cojones se ha evaporado la población de toda una puta ciudad en tan poco tiempo y sin hacer demasiado ruido?
No puede ser que seamos las dos únicas personas que queden en la ciudad, seguro que hay más que se consiguieron esconder de lo que estaba pasando.
Revisó las cintas de las cámaras de seguridad, sabía manejar estos trastos, era importante en su trabajo saber hacerlo. Quería ver lo que había sucedido cuando entró en el centro comercial, cuando todavía había gente.
Danny no puede mostrarse más de acuerdo con Aaron...
¿Cómo es posible que solo nosotros estemos vivos? ¿Qué estábamos haciendo en el momento en el que todo esto ocurrió que hace nosotros estemos vivos y el resto... ni se sabe?
También él tenía la esperanza de haber dado con algún superviviente más. Las escenas del atasco le habían inquietado... Algo gordo estaba pasando. Danny no añadió nada a las palabras de Aaron. Su compañero parecía saber exactamente lo que tenía que hacer. Así que le dejó hacer sin distraerle. Le ayudaría en el visionado.
Al fin y al cabo, cuatro ojos ven más que dos...
Tomáis como referencia las imágenes de la entrada al centro comercial, es un plano mas general y muestra un acceso transitado en condiciones normales.
Aaron retrocede hasta el anochecer del día anterior, cuando empezó todo el caos. Se puede ver una actividad normal hasta que varias personas entran corriendo en el centro. Unos segundos después lo hace otro grupo, parecen infectados por la extraña lluvia azul. La masacre es aterradora, las victimas intentan huir formando un tapón en las escaleras y las puertas, muchos caen y son pisoteados mientras los infectados acaban con los rezagados.
En apenas unos minutos no quedan supervivientes, el suelo es un enorme charco de sangre y los infectados se han marchado persiguiendo a los afortunados que han logrado sobrevivir al primer ataque.
No tardáis en observar que los infectados están totalmente alterados tanto física como psicológicamente. Su único afán es matar y parecen dotados de una fuerza y agilidad sobrehumana.
Continuáis viendo la grabación con la entrada repleta de cadáveres hasta que algo llama vuestra atención. La escasa calidad del vídeo no ayuda mucho pero parece que la sangre del suelo y de los cuerpos empieza a oscurecerse lentamente.
Pasados unos minutos es totalmente negra y comienza a moverse en busca de los cadáveres. Como si de un potente ácido corrosivo se tratase funde piel, huesos y objetos rápidamente y los añade a su volumen. Cuando todo resto humano ha sido procesado la marea negra se evapora pese a que la temperatura del lugar no lo permita.
En otras cámaras podéis ver lo mismo. Podéis revisar concienzudamente todas las grabaciones, os llevará tiempo y una tirada de advertir encontrar posibles supervivientes o detalles que amplíen la información sobre lo sucedido.