Partida Rol por web

Asiento a la sugerencia del guardia.

- Sí, será lo mejor - le digo pensando durante un momento. - Si consigo aumentar la receptividad de la antena, tal vez podamos mejorar esa señal. - Miro a mi alrededor, buscando algún objeto metálico, y sonrío cuando veo las lámparas de escritorio de la biblioteca. - Debería ser fácil, sencillamente añadiendo un conductor alrededor...

Arranco un cable y me vuelvo hacia Yu-ri. - ¿Me dejas uno de los bisturíes que cogimos en la enfermería? - le pregunto. Están mucho más afilados de lo que necesito para pelar un cable, pero dado que no hemos pasado por ninguna ferretería, sencillamente tendré que tener un poco de cuidado para no cortarme.

Saco el cable de cobre y hago un pequeño corte en la antena del walkie, hasta que dejo el metal al aire. Pongo el cobre en contacto, atándolo para que se mantenga ahí, y le doy vueltas alrededor de la antena. - Necesitamos que sea omnidireccional, así que esto servirá de bobina y dará más superficie efectiva a la antena. Tal vez así nos libremos de alguna interferencia.

Cruzando los dedos, vuelvo a conectar el aparato, buscando la frecuencia de emisión que había apuntado. Si no encuentro nada, trataré de hacer otro barrido para encontrar el mensaje del S.S. Tritón.

Haciendo uso de sus conocimientos Duncan logra fabricar una antena a partir de una lampara, no parece que la mejora sea útil hasta que resintoniza la frecuencia del mensaje y vuelve a sonar en el walkie talkie.

- ...Aquí U.S.S Tritón, a quién pueda escuch...  tramos a cuatro millas de Anchorage...  remos al amanecer... enviaremos una lancha... reúnanse en el puerto...

El ruido de la estática entrecorta la voz y el volumen sube y baja aleatoriamente, pero no parece que haya mas mensaje. Parece tratarse de una grabación, el tono es idéntico a la última vez, y cuando termina no vuelve a repetirse hasta pasados unos minutos.
No parecen estar escuchando, solo emiten y puede que abarquen varias frecuencias para llegar a la mayor cantidad de gente posible.

Espero con bastante expectación que Duncan vuelva a tratar de comunicarse con el barco mercante. No le quito ojo a todo lo que hace y le escucho aunque solo me limito a asentir con la cabeza. Es comprensible lo que me está diciendo pero tampoco se mucho sobre ello así que me cayo y lo veo hacer. Me fijo que toma algunos materiales de aquí y allá, entrecierro los ojos y sonrío.

— ¿Quien eres? ¿MacGyver? — suelto un bufido y me río, porque el tipo este es un genio de la ingeniería y las telecomunicaciones. Ha sido una suerte que me haya topado con él.

Cuando logra sintonizar en condiciones con el barco mercante, conseguimos escuchar el mensaje casi a la perfección, pues logramos identificar todo de lo que informa. Ya nos queda claro qué quiere decirnos y la oportunidad que nos ofrece no la podemos desperdiciar. — Vayamos. Vamos a prepararnos para el viaje hacia el puerto y salimos. No podemos pasar esta oportunidad. Si recogen supervivientes será porque tienen algún plan, cualquiera que posiblemente sea mejor que el nuestro porque aunque ahora mismo nos sintamos seguros, nos terminaremos quedando sin suministros.  

Sonrío ante el comentario de Duncan. Él no puede saberlo, claro, pero McGyver es una de las razones por las que hace años me interesé en la ingeniería. Rápidamente, empiezo a recoger todo el material, metiéndolo nuevamente en la mochila.

- Totalmente de acuerdo - le digo al guardia. - Ahora mismo cualquier opción de irnos de esta ciudad puede ser buena. Además - añado mirando a Yu-ri - cualquiera que haya escuchado esto irá al puerto para largarse de aquí, incluido tu hermano. Y, si están emitiendo esto, tal vez puedan contactar con el resto del mundo desde ese barco.

Por primera vez desde que pasamos la noche escondidos en el centro comercial veo una salida a todo esto. Hasta ahora estábamos buscando medios para sobrevivir, pero ese mensaje supone un cambio, pues nos permite luchar por algo más que la mera supervivencia. Mientras me cargo la mochila al hombro, no puedo evitar soñar con mi regreso a casa.

Recogéis todo para abandonar la prisión y encaminaros hacia el puerto, vuestra única opción de salir de Anchorage parece ser el U.S.S Tritón y por lo que dice la transmisión llegará al amanecer. Eso os da una noche entera para atravesar la ciudad, algo que realmente se puede hacer en un par de horas desde donde os encontráis.

Yu-ri asiente a las palabras de Ducan, si bien parece haber perdido toda esperanza también es posible que su estado se deba al cansancio acumulado tras un día tan intenso.

Al llegar a la puerta del centro penitenciario os topáis de nuevo con la oscura noche de Anchorage. El frío es soportable, aunque por experiencia sabéis que solo puede empeorar a medida que pasa el tiempo.
El cielo está despejado, el silencio es sepulcral por la salvedad de algún ruido ocasionado por el fuego y los pocos presos rezagados deben estar lejos o muy bien escondidos.

Un coche ardiendo en el aparcamiento exterior os permite ver como se han llevado el resto de vehículos, son criminales al fin y al cabo y no les debe haber costado mucho entrar y robar los demás coches.
El garaje de la prisión, no muy lejos de donde os encontráis, puede contener vehículos de transporte. A no ser que solo tuviesen el que sigue atrapado en la doble valla perimetral.
El viaje a píe sigue siendo una opción, mas lenta e insegura, pero la única que no requiere una búsqueda.

Le dirijo la mirada a Yuri para buscar en su mirada algún resquicio de duda de ir con nosotros. Si no quería ir, si quería aferrarse en encontrar en su hermano en la casa de sus padres le pediría educadamente que nos dieran las medicinas, al menos una gran parte de las mismas.

— Sí. En cualquier momento otro grupo mejor equipado quiera refugiarse aquí y matarnos si quieren. Tal vez me consideres muy catastrófico, pero habiendo estado rodeado de criminales todos estos doce años de servicio... me espero cualquier cosa. Además, una vez en el barco tal vez podamos ir a algún otro lugar que no esté... “infectado” de esta cosa. Me niego a creer que todo el planeta está en esta situación. — Comento mientras nos vamos dirigiendo a la salida.

— Por cierto, espero que no te hayas creído nada acerca de los alielígenas porque te creo más inteligente que ingenuo. — Iba a hacer un comentario acerca del gobierno pero me lo callé, no me fuese a tomar por loco por tener estos pensamientos conspiratorios. 

Cuando salimos al exterior, no lo dudo, me dirijo hacia el garaje por si hallamos algún vehículo que podamos utilizar. Al menos hay que intentarlo.  

Levanto una ceja cuando vuelve a hablar de los alienígenas. Ya había olvidado ese estúpido mensaje de la radio.

- Conozco suficientemente bien el espacio como para saber que cualquier posible extraterrestre vive lo suficientemente alejado de nuestro planeta como para preocuparse en venir aquí... - contesto. - Justo antes de que esto ocurriese hubo una amenaza de una tormenta solar de gran potencia, mayor incluso que la que dejó al país sin telégrafo en los años 20... Seguramente todo lo que está pasando sea algún efecto de la radiación solar, aunque la biología no es precisamente una de mis áreas de conocimiento.

Veo cómo se dirige hacia el garaje y me quedo quieto.

- ¿Estás seguro? Si alguien se ha quedado por aquí es bastante probable que vaya a buscar algún vehículo, si no se los han llevado todos. Yu-ri y yo vinimos andando de la ciudad, no deberíamos tardar demasiado - y tampoco nos interesa llegar al puerto mucho antes de la hora indicada.

Sin embargo, dejo que se acerque a buscar algún vehículo, aunque le hago un gesto a Yu-ri para que se quede un poco más atrás conmigo.

El garaje de la prisión está completamente saqueado. Ya no solo carece de vehículos, si no que todas las herramientas y útiles para el mantenimiento de los coches y autocares ha desaparecido. Sin duda el grupo que ha arrasado el lugar se ha marchado armado con todo lo que falta en el pequeño garaje.

Ha pasado casi una hora desde la fuga masiva de presos y no parece haber nadie, a excepción de vosotros, en la prisión. Viendo la dirección tomada por los prófugos es evidente que todos se han dirigido a la ciudad, si bien han atravesado el bosque su único destino factible es Anchorage.

Yu-ri se cruza de brazos, la noches es fría y la enfermera parece menos resistente al clima.

- Podemos volver a la tienda de mis padres, Anne está allí y no sabe nada sobre ese barco. Nos vendría bien dormir un poco antes de ir al puerto...

Sus últimas palabras se pierden cuando regresa a sus pensamientos, seguramente centrados en el destino de su familia.

Chasqueo la lengua al comprobar que se lo han llevado todo. ¡Todo!. ¿Ni una puta llave inglesa para defendernos? ¿Nada?. Estoy un poco rabioso y trato de ocultarlo apretando con fuerza mis puños sin embargo siento que al rabia me colorea la cara de rojo lanzando finalmente una patada a una de las putas cajas de herramientas vacías, una de las pocas cosas que han quedado allí. — ¡Puta mierda!.

Espero que pasen unos largos segundos que apacigüen mi rabia. Tener un vehículo me hubiera venido muy bien… bueno, NOS hubiera venido bien… — Muy bien, pues nos vamos andando… no queda más remedio. Yo dudo que duerma, me sentiré más tranquilo para ello una vez montados en el barco y zarpemos.  ¿Esa tal Anne es de fiar? ¿La conocéis de mucho?

Me encojo de hombros sin saber realmente qué contestar.

- Poco más que a ti - le digo a Steve. - Pasamos la primera noche juntos antes de dirigirnos a la tienda de los padres de Yu-ri - explico antes de sonrojarme debajo de la barba pensando que la primera frase es fácilmente malinterpretable. - De todas formas, tienes razón, no podemos dejarla allí sin más... - No estoy muy seguro si la tienda nos pilla de camino al muelle, ni si tendremos tiempo para pasar por allí si alguien nos desvía de nuestro camino, pero es tan buen punto intermedio como cualquier otro, y sabemos que es un lugar seguro... o lo era hace unas horas.

- En fin, no perdamos más tiempo - digo colocándome el abrigo para cubrirme mejor el cuello. - Nos queda una caminata para llegar hasta allí.

El camino de regreso a Anchorage es largo, oscuro y frío. Seguís la carretera que conecta el centro penitenciario con la zona industrial, caminando por el asfalto entre un bosque que rodea la zona.
Constantemente os sentís observados, sin embargo no escucháis ningún sonido que no provoquéis vosotros.
Alcanzáis la pequeña zona de industria ligera que hay al sur de la ciudad sin encontrar evidencia alguna de vida. Las farolas aportan ahora algo de luz, por suerte están automatizadas y no necesitan de nadie que las active manualmente.

Tras una hora llegáis a la zona comercial, al igual que en los lugares anteriores parece que sois los únicos que se mueven por las calles de Anchorage. Algunas tiendas mantienen sus rótulos, escaparates y luces interiores encendidas.
A simple vista sería una madrugada normal en la ciudad, salvo por las tiendas "abiertas" tan tarde y algunos restos de lo que tuvo que ser una matanza similar a la ocurrida en la cárcel pero en un lugar mucho mas extenso y abierto.
No hay cadáveres, no hay sangre, pero sí coches abollados, cristales rotos y determinadas prendas y complementos tirados por el suelo.

Pese al cansancio, al hambre y al frío, Yu-ri encabeza una marcha cada vez más apresurada. Solo ralentiza el paso cuando llega a la calle donde se encuentra la tienda de sus padres, se trata del típico establecimiento asiático que vende prácticamente todo tipo de alimentos. Pese a que los propietarios son surcoreanos el nombre del establecimiento, Hong Kong Market, es mas bien genérico con respecto a Asia y trata de diferenciarse de los comercios locales o grandes superficies.
El lugar está cerrado, no se puede ver el interior y aunque la puerta está cerrada no parece bloqueada.
No parece haber nadie en el interior, para decepción de Yu-ri quien seguramente esperaba encontrar a algún familiar o, al menos, a Anne.

Soy bastante desconfiado con los desconocidos, soy de los que siempre piensan mal de la gente por tanto mis primeras impresiones rara vez son buenas. No tengo mucha culpa, al fin y al cabo mi puesto de trabajo me ha generado esta clase de pensamientos, pero de momento me he podido relajar con Duncan y Yu-ri. Parecen de fiar. Espero que esa tal Anne también lo sea.

Resisto el frío bastante bien. Debe ser porque mi atención está enfocada en todo lo que nos rodea. No hay nada que deje de mirar con gran curiosidad por cómo ha quedado todo después de esta extraña devastación, pero también con la sensación de haber pasado demasiados años en la prisión. Lo que no me hace ni una pizca de gracia es sentirme tan observado como me siento. Miro a mis compañeros de reojo, de manera significativa como si quisiera preguntarles si también se están sintiendo observados, sin embargo no hago nada en especial, sigo adelante como si “nada”.

Mi estómago comienza a rugir pero le ignoro, al igual que ya llevo ignorando las bajas temperaturas desde que salimos de la prisión. Por fin llegamos a la calle donde se sitúa la tienda de los padres de Yu-ri, y sonrío, sonrío porque podremos descansar un poco antes de volver a marchar hacia el puerto pero nos lo encontramos cerrado… — No jodas… Vamos… — musito acercándome al cierre de la tienda para inspeccionar su interior y ver que, a simple vista no hay nadie en su interior. Me entraron ganas de decirle que por lo que parece, nadie la ha esperado a su regreso pero me reprimo si no quiero que se ponga a llorar. Estoy enfadado. Cansado. Hambriento… muchas cosas…

— Genial. ¿Alguna idea? Porque tendremos que descansar y coger algunos víveres si queremos llegar en condiciones al puerto ¿no creéis? Podríamos intentar entrar aquí dentro y coger algo para llenarnos las barrigas. 

Del mismo lugar donde las encontré antes (¿o fue ayer? Ya casi he perdido la noción del tiempo), cojo un par de barras para poder utilizarlas como arma si fuera necesario. Le doy una a Steve, que seguramente sepa utilizarla con mucha más soltura que yo, y sujeto la otra torpemente en mis manos.

- Yu-ri, sigues teniendo las llaves, ¿no? - le pregunto a la chica. Después de todo, es la tienda de sus padres. - Si no, podemos probar por la puerta trasera - le explico a Steve, que no conoce el lugar por el que nos fuimos hacia la prisión.

Miro a mi compañera esperando a que abra la puerta. - ¿Crees que Anne seguirá aquí? Por si acaso deberíamos avisarla, no vaya a ser que le dé por disparar a cualquiera que entre - añado recordando el revolver de la mujer.
 

Yu-ri asiente a la pregunta de Duncan y se apresura a abrir la puerta. De repente se detiene y golpea tímidamente el cristal.

- Anne, hemos vuelto, vamos a entrar.

Espera unos segundos pero no hay respuesta, de modo que lentamente gira la llave y abre la puerta sin moverse del lugar.

- ¿Anne? ¿Estás aquí?

El silencio total vuelve a ser la única respuesta. Con sumo cuidado entráis para comprobar que el lugar está tal y como lo dejasteis. Steve, que nunca había estado en la tienda, descubre un local rectangular con pasillos formados por estantes de metro y medio de altura repletos de productos de todo tipo. Junto a la puerta se encuentra la caja y al fondo hay dos puertas, una parece llevar al almacén y la otra en simplemente un aseo.

Revistas, comida, bebidas, droguería y productos de limpieza. Cada pasillo contiene multitud de productos variados, muchos de ellos importados de diversas zonas de Asia. Por suerte todavía abunda la comida y bebida, no ha pasado el tiempo necesario para que los productos frescos comiencen a echarse a perder.

No hay ni rastro de Anne, sencillamente no está. Lo que sigue es el rastro de sangre desde la entrada hasta el almacén, un pequeño goteo rojo que traza una linea de puntos entre ambas puertas.

Miro a mis compañeros, ligeramente preocupado. Aunque pronto trato de racionalizar la situación.

- Bueno, todo parece tal y como lo dejamos, así que parece probable que ella haya tenido que irse - le digo a Yu-ri. - Dejémosle una nota por si vuelve, diciéndole dónde vamos a ir - sugiero.

Pero esas palabras me dan una nueva idea.

- Steve, recoge lo que creas que vamos a necesitar. Voy a intentar preparar un repetidor para emitir nosotros también la información del barco - explico sacando uno de los walkies. No tienen mucha potencia y probablemente las pilas se agoten en un par de horas, pero es tiempo suficiente para que cualquiera que esté intentando recibir una señal de radio pueda escucharla con tiempo para llegar al puerto. - De hecho, ahora que estamos más cerca intentaré volver a recibir el mensaje del Tritón.

La sensación que me recorre el cuerpo tras salir de la prisión es indescriptible, y ya cuando logramos entrar en la tienda donde hay gran cantidad de víveres, siento que estoy en éxtasis. Sin embargo, parte de ese bienestar se nubla un poco cuando veo el recorrido se sangre.

- ¿Qué pasó aquí?- pregunto con preocupación mientras busco una mochila o si no la hubiese, una de las bolsas de la tienda para ir llenándola de comida. Más bien aquella que dure en el tiempo como latas de conserva y agua embotellada. No se me olvida coger abridores para abrir las latas y también tomar alimentos con gran contenido de calorias como patatas fritas y dulces. Tomo tambien pilas que seguramente nos seran necesarias, cuando veo que ya es suficiente me acerco a Duncan.

- Bien, yo ya estoy listo.Tal vez vuestra amiga también se haya enterado de que recogerán supervivientes en el puerto. - digo tratando de tranquilizarlos.

Utilizando uno de los walkie talkies Duncan logra replicar la señal recibida desde el USS Tritón. Al recibir de nuevo la señal se oye ligeramente mejor, seguramente debido a que cada vez está mas cerca, aunque el mensaje no cambia en absoluto.
Evidentemente se trata de una grabación que se repite constantemente, algo que antes no se apreciaba con tanta claridad debido a las constantes interferencias y al ruido.

Yu-ri también se hace con algunos productos. Al principio parece preocuparle robar a sus propios padres pero no tarda en recordar que tiene problemas mucho mayores que las posibles perdidas del negocio familiar.
Responde a Steve explicando lo ocurrido en la tienda.

- Había un motorista herido oculto en el almacén. Bueno, cuando llegamos ya había muerto...

La imagen parece volver a la mente de la enfermera y continúa recogiendo cosas en silencio.
Duncan termina de modificar el walkie usando el equipo de música de la tienda para fabricar el repetidor, sus dos compañeros ya han cargado comida y útiles suficientes para esperar la llegada del Tritón.

Miro el walkie. Casi me da pena dejarlo allí, pero al menos teníamos uno de sobra.

- Bueno, esto ya está... ¿Habéis cogido todo lo que hacía falta? - le pregunto a Yu-ri y Duncan, cargando la mochila de pilas. - Cuando vuelvan a funcionar los datáfonos pasaré a pagarles esto a tus padres - le digo a mi compañera mostrando mi optimismo con una sonrisa.

- ¡Bueno! Hora de irse, ¿no? - le pregunto al guardia de la prisión, esperando que sea él quien lidere la marcha. Si no hay ningún artefacto tecnológico de por medio (incluyendo consolas o cualquier tipo de videojuegos), prefiero que sean otros quienes tomen la iniciativa.

No reacciono de ninguna manera cuando me hablan sobre el motorista que acabó muriendo, al fin y al cabo estoy acostumbrado a esos temas.

— Yo ya he agarrado todo tipo de comida y también agua, aunque no he mirado en un lugar. — me acerco al mostrador y busco bajo el mismo para ver si veo algún arma que haya dejado el asiático como precaución. No me sorprendería que tuviera alguno para defenderse de los atracadores, aunque dudo que haya después de todo lo ocurrido.
— Nos vamos. — Ato bien las asas de las bolsas fortaleciéndolas con otras tantas y voy saliendo de la tienda para marchar en dirección al puerto. 

Os hacéis con todo lo útil que encontráis en la tienda antes de salir. Steve busca tras el mostrador algún arma, cuando Yu-ri deduce lo que está haciendo le ahorra tiempo.

- Mi padre tenía solo un bate, y afortunadamente nunca tuvo que usarlo...

Sin más abandonáis la tienda y comenzáis a avanzar hacia el norte, hacia el puerto de Anchorage.
Apenas habéis recorrido un par de manzanas cuando comenzáis a escuchar un ruido, al principio solo es su eco hasta que se intensifica y lo reconocéis como una moto. El ruido característico de una moto de poca cilindrada resuena en la ciudad a falta de cualquier otro ruido que lo tape.
Cuando os queréis dar cuenta aparece por una esquina un hombre en moto, aunque viste una chaqueta de cuero bajo ella lleva el traje de la prisión.
Reduce su velocidad al llegar a un cruce y pasa lentamente mirando en todas direcciones, parece buscar algo, algo fácil de localizar por el poco tiempo que dedica a la tarea.
Después gira y acelera, esquivando algunos coches abandonados y alejándose de vosotros para perderse de vista en un nuevo giro.
No pasa ni un minuto cuando vuelve a escucharse otra vez el sonido, sin embargo está vez es a vuestra espalda. Es imposible que haya llegado hasta allí, de modo que se debe tratar de otra moto y por tanto otra persona.

El camino hasta el puerto solo es posible a través de las calles, no hay metro ni alcantarillado que lleve hasta allí.
Por suerte las manzanas son grandes y las puertas de la mayoría de tiendas siguen abiertas, lo cual facilita para bien o para mal los lugares donde ocultarse.