Partida Rol por web

Aún en la puerta de la tienda miro a Steve.

- ¿Por las emociones? ¿Y lo dice alguien que deja que sus prejuicios dictaminen su curso de acción? - Pregunto negando con la cabeza. - La biología no es mi fuerte, pero el ser humano siempre ha sobrevivido en manada. El homo homini lupus sólo se desarrolló una vez estaba establecido en el entorno seguro de sus ciudades... - Miro a mi alrededor, preguntándole en silencio si realmente este lugar le parece un lugar seguro.

Escucho las últimas palabras de los prisioneros fugados y sé que tienen razón. Pese a todo, espero que se den cuenta de que la navaja que les he dejado no es para que la utilicen como arma, sino para que puedan cortar sus ataduras en a penas unos minutos.

- Tal y como están las cosas, inutilizar las motos parece una pérdida de recursos. Además, incluso nos paramos es probable que le encuentre algún uso a esos motores. - Sin más respuesta* espero a que Yu-ri suba conmigo y dejo que sea Steve quien abra el camino.

En cuanto llegamos al puerto, paramos los motores para evitar hacer más ruido. Pero pronto empezamos a escuchar algunos gritos. Evidentemente no estamos solos y la advertencia de los presos sobre esas cosas voladoras acude a mi memoria, sin estar seguro aún de si darle algún tipo de crédito.

- Deberíamos buscar algún lugar donde podamos quedarnos a cubierto - digo a mis acompañantes en un susurro mientras aprieto con fuerza la escopeta. - Alguno de esos contenedores, o algo así - sugiero pensando en un sitio completamente resguardado con una sola entrada que podamos cerrar con facilidad.

El último comentario del preso no hizo otra cosa que hacer que esbozara una ligera sonrisa. Arder en el infierno decía…. Bueno, de momento no tenía intención de morirme ni tampoco era creyente como para creer en esa pantomima, así que su comentario me sonó más a chiste que a otra cosa.

— El ser humano siempre ha sobrevivido en manada. Te doy toda la razón. Pero eso era antes, cuando no les quedaban más remedio. Ahora con armas en las manos y con escasos suministros las tornas cambian. Piensa que también somos egoístas por naturaleza, Duncan. Pero no importa. No hace falta que estemos de acuerdo en nuestra forma de pensar al respecto, lo que importa es salir de esta locura.

Me hacía especial gracia Duncan. Siempre tan correcto, y tan teórico… No sé cuánto tiempo permaneceremos juntos pero dudo mucho que demasiado. Mis pensamientos y mis acciones colisionan con los suyos y en algún momento él dejará de dar su brazo a torcer. Entonces  cuando llegara ese momento tendré que pensar bien cómo seguir adelante en solitario.

Montamos en las motocicletas para llegar al puerto, pudiendo ver que nuestro barco aún no había atracado. Un grito rompió el silencio lo que me hace esconderme junto al resto detrás de algún gran contenedor, encima es de una mujer. Tal vez estuviese sufriendo el ataque de algún preso… porque lo del pez volador todavía no me lo creía, en cambio sé que algo antinatural debió pasar para ver a tanta gente muerta y agolpada  en el suelo.

— Estoy de acuerdo contigo. Y si podemos encontrar uno cerca del muelle para ver la llegada del barco mucho mejor. Vamos. — empecé a movilizarme para encontrar el contenedor ideal para escondernos. Lo que me extrañaba es que no hubiese sugerido ir en búsqueda de aquella persona que gritó.

Rápidamente encontráis un lugar en el que ocultaros de lo que sea que emite esos extraños gritos. Los contenedores del puerto están cerrados o demasiado lejos pero lográis encontrar un camión que seguramente estaba descargando su contenido cuando llegó el caos.
Subís al remolque y comprobáis que dentro no hay nadie, tan solo algunas cajas que parecen transportar pieles.
Os ocultáis tras un palet al fondo del remolque para que la oscuridad os proteja mientras observáis el exterior.

En el puerto los gritos se repiten, no llevan ningún orden y poco a poco algunos se acercan mientras otros hace todo lo contrario.
Tras unos minutos finalmente veis fugazmente una figura pasar por detrás del camión. La primera impresión era que se trataba de un ser humano, sin embargo no parecía llevar ropa o, de llevarla, era un mono ajustado de un color grisáceo.
Apenas un par de minutos después escucháis un golpe sobre el remolque, después unos pasos en el techo y finalmente otra figura saltar desde el techo hasta el suelo. Cuando cae emite un grito que lo asocia con todos los escuchados hasta ahora.
Al darse la vuelta veis un humanoide, su complexión es como la de una persona adulta pero no lográis ver ningún órgano sexual que lo identifique. Su piel y pelo están cubiertos de algo parecido a lodo gris, al ver sus ojos comprendéis que si en algún momento fue humano ahora casi no se puede catalogar como tal. Sus pupilas han desaparecido y su ojo es completamente uniforme, nada de iris, solo una esfera blanquecina que sin embargo parece funcionar a la perfección.

La criatura vuelve a gritar antes de girarse definitivamente hacia vosotros, acompaña el grito con golpes en la puerta del camión y no tardará en llamar la atención del resto de seres que pueblan ahora el puerto.

Haber encontrado aquel camión fue un golpe de suerte, nos permitía observar con mayor facilidad los muelles para así correr hacia él en cuanto viésemos el barco atracar. Ignoro los gritos, no pienso salir de ahí hasta que tengamos un acceso seguro. Observo a mis compañeros  antes de hablarles.

Estad atentos, pero sobretodo estad preparados para cualquier cosa. Si nos atacan a nosotros también no dudéis en defenderos, es la única manera de salir vivos o al menos sin recibir ninguna herida de gravedad.

Escondido en el palet me coloco justo en la esquina para abrirme paso primero. Desenfundo la katana, sujetando su mango con fuerza, y admito que me siento algo nervioso… Se nota que estoy oxidado.

— ¿Qué coño ha sido eso? ¿Lo habéis visto? — susurro al ver una mancha grisácea cruzar  la apertura del camión. Si mis ojos no me engañaban parecía una persona pero su cuerpo parecía estar teñido de gris.

El golpe en el camión hace que me prepare para lo que pudiera pasar. Y pasa. Desde el techo cae ese borrón gris que ahora se hace más nítido. Parece… parece una puta estatua animada. El corazón empieza a latirme a extrema velocidad y es acompañada por una jadeante respiración. Joder, ¿qué mierda es esta? ¿De verdad van a tener razón los presos?Vamos… Sangre fría. ¡Sangre fría!

Cuando lo veo correr hacia nosotros, yo soy el primero que sale levantando la katana lo suficiente para sujetar el mango con ambas manos y tratar de clavárselo y hacerle callar. Parecen peligrosos y no nos convendría que más de “estas cosas” viniesen porque entonces estaríamos perdidos. 

Aguanto la respiración cuando veo pasar a una figura, incapaz de contestar a la pregunta de Steve, pero agradeciéndola en el fondo de mi consciencia, porque demuestra que no me estoy volviendo loco viendo cosas que no son posibles.

Cuando al cabo de un par de minutos escucho un golpe en el camión y poco después en el techo agarro la escopeta con fuerza, sabiendo que no tengo habilidad para dispararla salvo en caso de desesperación y que, aún entonces, sería muy mala idea hacerlo, pues el ruido llamaría la atención de cualquier otra criatura en el puerto.

Aguanto la respiración cuando esa... criatura aparece. No tengo tiempo para plantearme qué es o qué demonios puede haber transformado a una persona en algo así antes de que el guardia lance un tajo con su katana. Sabiendo que disparar no es una opción, miro a mi alrededor buscando algo que pueda hacer o una posible ruta de escape. Mi mirada recae en el panel de mandos del camión.

- Yu-ri, dispara sólo si llegan más - le digo a la chica dejándole la escopeta mientras paso a la cabina del camión.

Antes de nada compruebo que las llaves no estén puestas o en el parasol del conductor y, si no las veo, cojo la navaja para abrir el panel de mandos. Tardo un momento en comprobar la electrónica del vehículo para preparar un puente. No quiero poner el marcha aún el camión, pero si los gritos de esa criatura atraen a otras parecidas, necesitaremos salir de aquí lo más deprisa posible.

Yu-ri sostiene la escopeta con manos temblorosas mientras Steve se acerca a la criatura. Con un rápido movimiento adelanta la hoja hasta atravesar el grisáceo cuerpo del humanoide. La katana atraviesa la piel y los huesos sin encontrar resistencia, incluso al retirar la espada se secciona parte del torso.

El enemigo cae muerto, o al menos deja de moverse. Ni una sola gota de sangre mana de su herida, aun así se puede apreciar a través del corte órganos, músculos y huesos; todos de color gris oscuro, como si estuvieran podridos o cubiertos de algo que los modifica enormemente.

Con el peligro detenido, al menos momentáneamente, Duncan se mueve hasta la cabina y consigue preparar el camión para arrancar. Escucháis algunos gritos hasta que estos quedan silenciados por un nuevo ruido, el de un motor. Debido a los contenedores no podéis verlo, pero alguien está entrando en el puerto con una moto.
Las criaturas que quedaban cerca comienzan a gritar con más fuerza y a moverse rápidamente hacia la entrada del recinto en busca de la nueva visita.

El repentino flujo de adrenalina por mi sistema me ha ayudado para casi cortar completamente el cuerpo grisáceo de la criatura que termina tumbada a mis pies. Bajo la mirada para percatarme que el gris no solo se sigue extendiendo por todos sus órganos internos sino que se ven oscurecidos. ¿Qué mierda es esta? ¿Qué coño son? ¿Alienígenas? ¿En serio estamos hablando de alienígenas? Vuelvo el rostro hacia donde se debía encontrar Duncan pero no está, pero antes de llamarlo por su nombre el motor del vehículo ya me informa de su posición.

Cierro una de las puertas del remolque y una vez me subo al camión de nuevo trato de cerrar la otra para evitar que puedan entrar más, aparte de que vamos a empezarnos a mover en breve para acercarnos más al muelle.

— No estamos solos… — mi voz no sabe expresar muy bien si son buenas noticias o no, ni yo mismo lo sé, porque su sonido va a empezar atraer más criaturas hacia el puerto y por consiguiente al muelle. — Mejor que estemos preparados para eliminar a más de… esas cosas, sean lo que sean… Creo que voy a ir dejando el escepticismo…

Las escasas criaturas que podéis ver no tardan en salir corriendo atraídas por el ruido de la moto recorriendo el puerto.
Los tres estáis en la cabina del camión, no es muy grande pero al menos os mantendrá fuera de la vista y de las manos de los extraños humanoides que parecen tener algo contra vosotros.

Estáis a punto de arrancar para buscar una posición más próxima al muelle cuando el origen del ruido aparece por vuestra izquierda. A gran velocidad una moto de campo pilotada por un hombre cruza por delante de vosotros sin siquiera percatarse de vuestra presencia. El hombre viste ropa normal, nada de uniformes de presidiario, y no parece un criminal salvo por la escopeta que lleva a la espalda.

A menor velocidad lo persiguen tres criaturas, corriendo de una forma algo torpe intentan alcanzarlo para quién sabe qué. El hombre llega hasta el final de uno de los muelles y hace un giro de 180 grados para encarar a los enemigos, aún tardarán en llegar puesto que apenas están pasando junto al camión en el que os encontráis.

Observo un momento al hombre. En una moto, cargar contra tres personas, o tres de esas cosas, tanto da, es la forma más segura de acabar en el suelo. No va vestido con ropa de la cárcel, pero aunque lo fuera no podría dejarle solo contra esas criaturas.

- Me vas a odiar - le digo a Steve, - pero... - Cuando los tres humanoides se han alejado unos cinco o diez metros del camión, hago contacto con los cables para poner el motor en marcha. - Preparaos para rematarles si se intentan subir... - Digo mientras meto primera y aprieto el acelerador. Después de todo, la moto no tardará en atraer más de esas cosas hasta aquí y, si acaban con el hombre no tardarán en encontrarnos también a nosotros.

Mientras acelero, pienso lo que un cuerpo puede hacerle a un coche en un impacto, destrozando la chapa e impidiendo su avance. Por suerte, el camión tiene mucho más peso y una estructura mucho más rígida, así que, salvo que esas criaturas sean muy diferentes a un ser humano normal, si las paso por encima no debería dañar demasiado el vehículo y podremos salir de aquí.

Suelto el embrague, con cuidado para no calar el camión (estoy demasiado acostumbrado a los coches automáticos) y acelero con fuerza hacia los tres cuerpos, sin encender las luces para no llamar aún más la atención, aunque seguramente el motorista sea capaz de ver a nuestro furgón acercándose a él.

La tensión se había personado y controlado todo mi cuerpo, bien podía verse en cómo sujetaba la katana con ambas manos después de haber matado a aquel ser grisáceo. La adrenalina también era responsable de mis actos incrementando de esa manera mi fuerza y habilidad con un arma extraña pero similar a las ya usadas.

Desvié la mirada hacia Duncan cuando escuchó lo primero que me dijo, entrecerré los ojos tratando de adivinar por qué razón iba a odiarlo, solo se me ocurría que saliese corriendo de allí dejándonos tirados, entonces… sí, salió corriendo, pero junto a nosotros al haber arrancado el coche realizando un puente obligándome a sujetar el arma con una mano para buscar algo donde agarrarme.

—¿Odiarte? Si vas hacer lo que creo que vas hacer vas a ganar muchos puntos conmigo, amigo. — Dije ojeando por la carretera viendo como teníamos a tres de esos seres que seguía al motero delante del enorme camión. Estaba claro que tendríamos que eliminarlos y no precisamente como una acción desinteresada para ayudar a ese hombre, sino porque nos haría falta despejar el muelle para cuando aparezca el dichoso barco. —¡¡Listo!! ¡¡Arróllalos!! — alcé la voz para que él pudiera oírme pues el sonido del motor y los rugidos de esas criaturas podían amortiguarla. Me quedé ahí, preparado por si algún cabrón gris se subía al camión.

Definitivamente el puerto de Anchorage está viviendo una de las situaciones más extrañas de su historia. Entre los contenedores y los enormes depósitos tres criaturas de procedencia desconocida persiguen a un motorista. Aunque el hombre logra alejarse de esos seres con facilidad, e incluso abrir fuego sobre ellos, no parece que esté dando resultado su estrategia.

Parece que está haciendo un último intento cuando pasa por delante de un camión, casi al momento el motor de este se enciende y el vehículo empieza a moverse. Gira y acelera rápidamente hasta encararse con las tres criaturas, las cuales siguen corriendo ajenas al nuevo invitado.
En apenas cien metros el camión aumenta su velocidad y embiste a los tres humanoides haciéndolos literalmente trozos.
Lo que en otras condiciones sería un baño de sangre y vísceras se queda en una mancha grisácea en el morro del camión y varias partes de cuerpos repartidas por el suelo del puerto.

Dos de ellos han salido peor parados, sus trozos inertes se distribuyen por decenas de metros. Sin embargo uno parece haber logrado sobrevivir, con la mitad derecha del cuerpo arrancada se arrastra usando la única mano y pierna que le queda. No hay hemorragia, el interior de su cuerpo parece sellado y relleno con una masa gris que mantiene todo compacto.

A través del retrovisor del camión el motorista puede ver a tres personas dentro de la cabina del camión, del mismo modo los tres ocupantes pueden ver al hombre aún en su moto detenido detrás del enorme vehículo.

El nuevo ruido captó la inmediata atención de Aaron, justo a tiempo de descubrir una manera de acabar con aquellas criaturas. No era en absoluto sutil, pero si efectiva, y eso era lo que contaba.

Tres personas...

Esas eran las que veía, una puta multitud dadas las circunstancias. Podían intentar haberlo embestido a él también, pero parecía evidente que lo habían ayudado, o se ayudaban a si mismos, poco importaba. Avanzó despacio, por el lado del conductor, sin detenerse a la altura de la cabina, más bien todo lo contrario, pues dio un acelerón cuyo objetivo fue pasar por encima de la cabeza del último de los seres que todavía se arrastraba.

Más valía prevenir.

Dio media vuelta y se encaró con el pesado vehículo.

Gracias por la ayuda Lo tenía controlado, pero si te ahorraban el trabajo... soy Aaron... seguía manteniendo la pistola en su mano derecha, y por encima de sus hombros sobresalía el cañón de una escopeta. La moto tenía pinta de ser militar, pero el conductor vestía como un civil.

Decidme que sabéis que coño son esas cosas... señaló los esparcidos trozos y que también habéis visto una especie de medusas voladoras que congelan a la gente tenía que soltarlo, tenían que decirle que estaba como una puta cabra y que dejara las drogas que se hubiera estado tomando. 

Aplasto a la última criatura y freno el camión, con el motor aún en marcha. Observo cómo el motorista se acerca a la cabina por mi lado y bajo la ventanilla. Miro con desconfianza la pistola del hombre y asiento cuando agradece la ayuda.

- Yo soy Duncan - contesto cuando se presenta. - Y estos Steve y Yu-ri - añado haciendo un gesto a mis compañeros, sin dejar de mirar al motorista.

Escucho su pregunta y me tenso cuando habla de las medusas voladoras. Sólo en ese momento dejo de mirar a Aaron y me giro hacia Steve, con un cierto gesto de reproche en la mirada. - No tengo ni idea de qué son esas criaturas, pero evidentemente son hostiles. Sobre las medusas... hemos oído hablar de ellas, aunque no hemos visto ninguna aún. - Y, por lo que nos han dicho, no tengo las más mínmas ganas de encontrarme con ellas.

Miro a los restos de las criaturas. Jamás había imaginado que acabaría atropellando a nada con un vehículo y, por muy extrañas que parezcan, siguen teniendo una forma humanoide. Pensar que he podido matar a tres personas hace que un escalofrío recorra mi espalda y que se me revuelva el estómago. Aprieto fuerte el volante, tratando de convencerme a mí mismo de que, sean lo que sean esos seres, no son humanos.

Y, por lo que sé, tampoco están solos.

Miro por el retrovisor y las ventanillas, comprobando si alguna otra criatura se acerca a nosotros. - Aún quedan varias horas para el amanecer - le digo a mis compañeros sin especificar mucho más - y éste no parece un lugar muy seguro. ¿Conoces algún sitio donde podamos refugiarnos, Aaron? - pregunto. No tengo muy claro que podamos salir del puerto con el camión, pero en el peor de los casos podemos llegar hasta nuestras motos con él y alejarnos de aquí. - No demasiado lejano, que se puedan ver los muelles, si es posible... - le comento. No creo que a Steve le haga mucha gracia que se nos una otra persona más, pero ahora mismo parece que nuestras posibilidades de supervivencia aumentarán cuantos más seamos. Especialmente si Aaron sabe manejar esas armas... y no tiene intención de usarlas en nuestra contra.

Cuando arrollamos a esas masas grises de carne no despego la mirada de la del rubio, tenso mis músculos por si tuviera que reaccionar porque, aunque le hayamos salvado el pellejo, puede que sea hostil y nos ataque. Con estos pensamientos tan nefastos y poco esperanzadores solo busco el saber prepararme para lo peor, porque cuando un desastre azota una ciudad, la gente por regla general pierde la cabeza y solo busca su propia supervivencia.

Pero no es el caso con esta persona que se presenta y nos agradece la ayuda. De igual modo, aunque me relajo un poco no lo hago en su totalidad. No me siento tranquilo. No soy capaz de confiar. No es mi culpa ¿no? Me he visto rodeado siempre de lo peor de lo peor durante demasiados años, es complicado cambiar el chip de la noche a la mañana y menos aún en tales circunstancias.

Me quedo callado dejando que sea Duncan que responda. Me silencio porque la mención que hace el rubio sobre esas “medusas volantes” la siento como un sopapo en la boca pues es similar a lo que dijeron aquellos dos presos… En ese momento Duncan me echa una mirada cargada de reproche, está claro que me está pasando factura haber sido tan escéptico. Yo simplemente desvío la mirada, incómodo y preocupado.

— Joder… — estoy empezando a asimilar y aceptar que de verdad se tratan de alienígenas. ¿Qué si no son estas masas grises con aspecto humano? ¿Y esos peces o medusas voladoras? — Esto es una puta locura. — me echo los cabellos hacia atrás en señal de ansiedad, suspiro e intento dar opinión de adónde ir. — Yo sugiero que nos quedemos dentro del camión en algún lugar apartado pero donde podamos ver el muelle, porque si se nos acerca alguna amenaza podremos desplazarnos para huir. 

Un asentimiento con la cabeza fue toda la respuesta que Aaron dio después de que el llamado Duncan presentara al resto del trío.

Las putas medusas también son hostiles.

Confirmó la obviedad.

¿Por qué el muelle? Lo he registrado de arriba a abajo y no hay ni rastro de un jodido barco... la interrupción de Steve hizo que frunciera el ceño, pero no molesto, sino atento, para terminar negando con la cabeza las medusas son capaces de romper cristales, y te congelan con sólo rozarte, si os encuentran no tendréis donde correr, las he visto matar a dos polis en la comisaría contra los seres del suelo el camión era perfecto, pero había más amenazas.

Y si, es un puta locura, pero es la que nos ha tocado, y cuanto antes lo asumamos, mejor adaptarse, era algo clave en su profesión he intentado salir de la ciudad por carretera, pero dos motoristas que lo intentaron antes que yo acabaron hechos pedazos en el suelo no se le ocurría otra forma más suave de decirlo y luego he estado también en la base militar, pero allí no hay nadie tampoco, iba con otro tipo, se quedó allí y yo vine al muelle porque escuché un mensaje sobre un punto de encuentro, pero no he encontrado nada en absoluto abarcó el muelle con movimiento de su mano armada.

Sé que hay unos presos fugados en una armería, y he visto cintas de seguridad de lo sucedido ayer, me pilló en el centro comercial.

Estaba siendo bastante explícito, algo poco habitual en él, pero estaba claro que las circunstancias así lo exigían. 

Asiento en respuesta a Aaron cuando habla del punto de encuentro.

- Ese es el mensaje que nos ha traído aquí - explico. - Si podemos darle crédito, al amanecer llegará un barco de rescate... - No termino la frase. Si lo que nos dijeron los presos fugados de la cárcel y ha confirmado el propio Aaron es cierto, el mismo barco puede ser fácilmente objetivo de esas medusas. - Nosotros nos encontramos ocultándonos en una tienda de la multitud afectada por ese polvo azul ayer - digo señalando a Yu-ri. - Y más tarde nos encontramos con Duncan.

Niego con la cabeza cuando habla de salir de la ciudad. - Las carreteras deben de estar colapsadas y para salir de la ciudad habría que pensar muy seriamente en aprovisionarse. Aunque tampoco tengo muy claro dónde ir... Por lo que dijeron en las noticias, varios meteoritos habían caído en algunas ciudades. - Con todo lo que hemos visto desde entonces, la perspectiva de que no fueran meteoritos es cada vez más real. JSpOC habría avisado con semanas de antelación sobre cualquier NEO* con riesgo de colisión con la Tierra, aunque es posible que algo tan pequeño como para producir daños a nivel local hubiera escapado de nuestros métodos de observación. Pese a todo, la posibilidad de un ataque extraterrestre cada vez parece menos remota, por paradójico que resulte.

- Dices que en la base militar tampoco había nadie - comento muy serio. De alguna forma seguía esperando la aparición de la Guardia Nacional. - Tal vez deberíamos probar suerte con la radio - digo mirando hacia Steve. - Antes a penas tuve tiempo como para preparar un receptor, pero creo que ahora tenemos todo lo necesario para poder emitir - digo señalando la mochila y pensando en la propia batería del coche. - Si hay algún sitio por aquí que disponga de una antena, incluso una de televisión puede valer, en unas horas puedo conseguir darle suficiente potencia como para que podamos enviar alguna señal. - Lo ideal sería tener dos, una para emitir y otra de receptor... empiezo a pensar mientras calculo la duración de la batería de mi portátil para hacer un programa sencillo que realice un barrido de frecuencias, retrasando la recepción unos segundos con respecto a la emisión para poder recibir alguna respuesta. - Pero necesitaríamos un lugar seguro para eso... Y no muy lejos, por si finalmente aparece el barco - añado buscando con la mirada alguna posibilidad en los edificios más próximos al muelle.

Estaba dándole vueltas a la cabeza para buscar una manera de que estuviésemos a salvo de esas medusas y criaturas grises hasta que viésemos al barco atracar, sin embargo seguí quebrándomela al darme cuenta que aun así tendríamos que protegernos de ellas en el barco porque si volaban era evidente que tampoco estaríamos a salvo de ellas en su interior…

Duncan respondía acertadamente todas las preguntas que Aaron se hacía, mientras yo escuchaba y miraba a los alrededores en busca de ese cobijo ideal que esperábamos encontrar en el muelle aunque por mi me quedaría en el cambión, pues bajo mi parecer no había lugar más seguro que ese; bajo “techo” y móvil.

— Joder, ¿también se adentran en los edificios esas putas medusas? — se fue a la mierda esa teoría de que estaríamos seguros ahí, de hecho no lo estaríamos en ninguna parte si esas cosas nos localizaban. Empezaba a desesperar. — ¿Se pueden matar? Digo yo que habrás llegado a pegarles un tiro ¿no? — señalo con un gesto de mentón al arma que llevaba a la espalda.

— Yo estaba trabajando cuando todo ocurrió… — hago un rápido movimiento mostrando su vestimenta que fácilmente se puede deducir que formaba parte de la guardia de seguridad del recinto penitenciario de la ciudad. — Todos los presos se escaparon de la prisión… Todo fue muy raro. Había caído desmayado y cuando desperté todas las puertas estaban abiertas, como si el sistema hubiese fallado y había una gran cantidad de muertos reunidos en el comedor  y algún que otro por ahí… Imagino que fueron víctimas de esas medusas que dices. — suspiré — En fin, vamos a echar un cable a este cerebrito, se le da bien hacer de manitas. De momento ayudémosle a buscar algo que le sirva de antena, en el faro mismamente, si esto es un puto muelle, debería haber también un puto faro por aquí cerca.

 Espera, espera, ¿una lluvia de meteoritos? Aaron estaba muy lejos de ser un experto en cualquier cosa relacionada con el espacio, pero aquel tipo si que parecía saber cosas eso explicaría porque no funciona prácticamente nada... era mucho mejor tener una explicación, aunque fuera una de mierda y que no le gustara.

En las carreteras no hay nadie, una vez pasas el primer atasco se puede salir sin problemas, es simplemente... que es como si alguien estuviera montando una especie de guardia y se carga a todos los que llegan a un punto determinado claro que no había probado a través de los bosques, pero con este frío no era seguro intentarlo, y menos sin luz y si, se puede matar a esas medusas, pero no con armas, lo único que he visto que les afecte es el fuego, y tampoco las mata demasiado rápido, y las medusas te congelan si te tocan no le apetecía revivir aquel encuentro.

En la base había todo tipo de radios militares, y dejé allí a otro superviviente, tal vez desde la torre de control del aeropuerto militar puedas transmitir.

Deberían tener tiempo de ir y volver antes del amanecer, aunque, sinceramente, no esperaba que apareciera ningún barco.

¿Esa no habla?

Señaló a la silenciosa mujer con la cabeza. No tenía intención de bajarse de la moto, pero estaba dispuesto a colaborar para encontrar una salida a toda esta mierda. 

Yu-ri escucha la conversación entre los tres desde el más completo silencio. Su estado no es precisamente el mejor y toda la información que recibe no hace más que perturbarla aún más. Alterna la mirada entre vosotros cada vez que habláis de medusas y como parecen ser casi indestructibles. Cuando escucha que congelan al contacto se lleva las manos a la cara, en principio parece que para ocultar sus lagrimas pero al oír a Aaron hablar de ella aparta las manos y puede verse su ceño fruncido pero sus ojos secos.

- "Esa" ya ha pasado por demasiado como para que todo sean malas noticias. Solo se que casi todos los que nos hemos encontrado son criminales y mi familia está desaparecida. Mi única esperanza es que ese barco o lo que sea llegue en unas horas, nos saquen de este infierno y sobretodo nos den respuestas.

Respira hondo y se cruza de brazos, no sabéis si por su estado de animo o por el frío que comienza a notarse.

- Soy enfermera, si estás herido puedo echarte un vistazo. El otro superviviente, el de la torre de control, ¿está bien? ¿Por qué lo dejaste allí?

Dentro del puerto no veis ningún faro, aunque si son numerosos en las islas y cabos de los alrededores de la ciudad. El lugar más elevado del puerto es la estructura, y la cabina, de las grúas fijas que mueven los contenedores. Hay un par de ellas y en ambos casos una escalera fijada a la estructura lleva hasta la cabina de mando.

Fuera del puerto, y casi de la ciudad, hay algunos faros. Se alejaron de la base aérea y del aeropuerto por motivos obvios.

Niego con la cabeza ante el comentario de Aaron.

- No, desgraciadamente, una lluvia de meteoritos no explicaría nada - comento, algo distraido. - Y, mucho menos, por qué han sido alcanzados casi al mismo tiempo el Pentágono, la Casa Blanca y el distrito financiero de Chicago.

Los últimos días en Fairbanks no había visto nada raro desde la estación, pero ahora que tenía tiempo a pensar en todo esto, cada vez da más la impresión de ser algo premeditado. Cuando demasiados sucesos improbables se dan de forma aparentemente aleatoria al mismo tiempo, hay que pensar que tal vez no sean sucesos inconexos. Después de todo, la probabilidad combinada de que dos meteoritos caigan en lugares estratégicos para la nación es varios órdenes de magnitud menor que la probabilidad condicionada de ambos como resultado de un ataque terrorista o algo similar. Al principio había aplicado directamente la navaja de Ockham, imaginando que esos impactos podían ser misiles enemigos, pero cada vez estoy más convencido de que no había planteado el problema completo. La tormenta solar inicialmente parecía un suceso inconexo, pero después de esa lluvia azul y la aparición de extrañas criaturas, cada vez pienso más que todo pueda estar relacionado. Claro que la única forma que se me ocurre de hacerlo sea a través de historias que parecen sacadas de uno de mis libros de ciencia ficción.

Pero ahora no tenemos tiempo de empezar a buscar motivos. Y, sin datos reales como los que podría haber conseguido de seguir en la estación de Fairbanks, tampoco tengo muy claro que cualquier cosa que podamos postular sobre qué está ocurriendo tenga la menor utilidad.

- ¿A qué distancia está el aeropuerto militar? - pregunto, tratando de calcular el tiempo que necesitaría para establecer una señal con un equipo decente y volver a tiempo para que nos recoja el barco, si es que no conseguimos contactar antes con él.

Además, tal y como comenta Yu-ri, el compañero de Aaron sigue en esa torre, aunque aún no nos ha dicho por qué se quedó atrás ni si tiene intención de volver a por él.