Partida Rol por web

Conducís sin contratiempos hasta la base Elmendorf de la fuera aérea de Estados Unidos. Un lugar bastante activo gracias a la gran cantidad de operaciones que se realizan en el Océano Pacifico y las constantes maniobras por toda la zona costera.

La entrada de la base presenta un aspecto poco tranquilizador, en el carril de entrada hay un coche detenido junto a la garita. La barrera está bajada y el vehículo acribillado desde la parte delantera, esto es, desde el interior de la base.
En sentido contrario la barrera también está bajada, aunque no será un impedimento para un vehículo como el vuestro.

No se observa actividad alguna dentro de la base, desde la entrada no veis movimiento ni nada que indique que, para bien o para mal, haya algo vivo dentro de las instalaciones.
Podéis ver tres hangares enormes, una torre de control y un par de edificios con aspecto de oficinas y residencias.
Hay muchos coches aparcados, lo cual indica que seguramente sus propietarios estaban en la base cuando todo empezó.

La base aérea parecía una base fantasma... Entre los aviones abandonados, los hangares desiertos y los coches acribillados, el decorado paracía el de una película post-apocalíptica. Pero esto era real. Casi deseó que un disparo les recibiera desde el otro lado, al menos eso indicaría que había vida humana en el interior del recinto. ¿Cuánta gente podría trabajar aquí a diario? Seguro que un par de cientos. Y no había nadie que les diera siquiera un recibimiento hostil. El silencio de la pareja de aventureros era roto solo por el sonido del motor de carburación del vehículo.

¿Nos dirigimos hacia las residencias en busca de supervivientes? ¿O buscamos un punto de vigilancia y comunicación como la torre de control?

Danny miraba a Aaron esperando una decisión de hacia dónde dirigir el siguiente movimiento.

No esperaba un recibimiento de trompetas y tambores, pero había tenido la esperanza de que en este lugar alguien había conseguido sobrevivir... joder, si nosotros lo conseguimos en un puto centro comercial lo que me invitaba a pensar que había sido un ataque bien organizado, y en ese caso, los militares habrían sido de los primeros objetivos.

Detuvo el camión antes de entrar.

Quiero echar un vistazo a ese coche.

Le llamaba la atención que lo hubieran acribillado desde el interior de la base, obviamente alguien no quería que entrara, pero, ¿por qué?

También voy a ver que hay en la garita de control, puede que nos de una pista de lo que nos podemos encontrar dentro, seguro que hay un equipo de comunicación interno.

Y si había alguien oculto en la base, no quería que los tomara por hostiles.

Quédate si quieres dentro, preparado por si tenemos que salir rápido.

Sinceramente no sabía que esperar, pero ya cualquier cosa le parecería hasta normal. Hizo lo que había dicho, bajando del camión con la escopeta que se había agenciado en la comisaría en la mano. 

Aaron se acerca al vehículo acribillado para buscar algo que explique su situación. Pese a la gran cantidad de agujeros de bala no hay ni rastro de sangre, sin embargo hay un detalle que llama su atención. Todas las lunas están hechas añicos y los asientos están agujereados a excepción del asiento del conductor, que parece intacto pese al estado general del coche.
Las puertas están cerradas y el motor apagado, aunque por la posición de la llave en el contacto debería estar encendido. Posiblemente las balas hayan dañado el motor, o algún componente clave, y por eso esté apagado.

En la garita hay numerosos casquillos en el suelo, por el tamaño se aprecia a simple vista que se trata de munición para un rifle.
Además de los controles para las barreras hay un teléfono, a su lado hay una lista con las extensiones de cada uno de los barracones e instalaciones de la base. Un par de monitores aún muestran las imágenes de las cámaras que enfocan hacia ambos lados de la valla exterior, no muy lejos un botón grande y rojo protegido por una tapa activa algún tipo de alarma.
Ni rastro de armas ni personas vivas o muertas.
La entrada vuelve a ser un desierto como casi toda la ciudad.

Torrance observa Caldwell explora el perímetro más cercano. Al parecer, no tiene demasiado éxito en sus pesquisas, a tenor de sus movimientos. La espera en el camión le provoca cierta ansiedad. El joven aspirante a escritor alterna la vigilancia sobre su compañero con la exploración ocular de la base.

Alguien en las ventanas. Alguien en los hangares. Alguien, aunque sea un puto cuerpo putrefacto, en las inmediaciones.

El conductor murió aquí y luego se evaporó, joder.

Palpó el asiento desde fuera mientras negaba con la cabeza, volviendo a pensar en las extrañas medusas que habían matado a los polis, esas cosas no le habían parecido especialmente inteligentes, así que dudaba que fueran poco más que un arma, una especie de vigilantes, o tal vez carroñeros, tenía que cambiar su perspectiva de la situación, pero eso iba a llevarle tiempo, olvidar todo lo que había conocido y ampliar sus miras.

 Comprobó el teléfono sin mucha convicción antes de salir de nuevo y dirigirse al camión, aunque no subió en él.

Conduce este trasto hasta la torre de control, es el mejor punto de vigilancia y fácilmente defendible, lleva contigo las provisiones seguramente el escritor se opondría a sus ideas, pero pensaba mostrarse tajante al respecto es necesario averiguar más cosas si queremos salir de esta ciudad, yo sé moverme sin llamar la atención, sé disparar... pero es evidente que tú no, y además necesitamos algún punto fijo, una especie de base segura a la que regresar, sino tenemos los cojones de salir sin más, tendremos que tomarnos esto como una especie de sitio de un enemigo desconocido señaló la mochila con las provisiones llévatelo, seguro que en la torre hay un micro para emergencias, y voy a buscar también alguna radio para poder comunicarnos entre nosotros algo potente, tenía que haber en la base, de eso no tenía duda.

Yo iré a la zona de mando de la base.

Parecía seguro de lo que decía.

Saldremos de esta, joder, pero tenemos que ser listos y cuidadosos.

Estaba empezando a cambiar su forma de ver las cosas. 

Aaron regresa al camión con el gesto serio que le caracteriza. Ese ceño fruncido y esa mirada de concentración. Por un momento, el escritor venido a menos se plantea la pregunta de qué hubiera sido de sí mismo de no haberse topado con Aaron. No sabía a qué se dedicaba: bombero, militar, policía, espía o vaya usted a saber qué.

Desde luego, no pensaba llevarle la contraria. Le parecía buena idea subir a la torre a echar un vistazo. Y mejor idea le parecía estar comunicados por walkie talkie.

¿No habrá alguno en el camión?- pregunta más para sí mismo que para su compañero.

Busca en la guantera y en el asiento de atrás del camión. También bajo el asiento y entre los asientos.

De acuerdo. Consigamos comunicación y hagamos lo que dices.

Torrance arranca el vehículo y lo dirije a la torre de control.

Saldremos de ésta. En el peor de los casos, ya tengo argumento para mi próximo libro.

Ves como Danny busca sin éxito un walkie talkie en el camión de recogida de basura antes de dirigirse a la torre de control.
Mientras se aleja te encaminas hacia el edificio principal. Al llegar compruebas que la puerta está abierta, deduces que el soldado encargado de vigilar el acceso no está y eso te otorga libre acceso a las instalaciones.
Encuentras lo básico de cualquier base militar: comedor, enfermería, despachos de los diversos mandos y una zona de recreo para el personal. Todo bien separado y estructurado.
Supones que los edificios exteriores son el arsenal y los talleres y equipo para los vehículos se encuentra en los hangares.

Descubres algunas puertas cerradas allí donde se guardan objetos personales. En cuanto llegas al comedor encuentras los restos de una batalla en la enorme sala. Mesas volcadas y algunos agujeros de bala en las paredes, todo indica que algo entró o se generó dentro y los pocos hombres armados se defendieron como pudieron.
Como siempre no hay cadáveres ni rastro de ellos, solo aquellos destrozos que pudieron dejar y que son prácticamente invisibles desde el exterior.

Nuevamente no hay ni rastro de personal, y de haberlo no está precisamente a la vista.

No esperaba un recibimiento triunfal, pero había tenido la esperanza de que los malditos gilipollas de los militares hubieran encontrado alguna manera de hacer frente a lo que fuera que estaba sucediendo, todavía no estaba descartado por parte de Aaron que ellos fueran responsables, pero el caso es que estaban igual de desaparecidos que el resto, aunque parecía que por lo menos habían plantado algo de cara.

Comenzaba a dolerle la cabeza, así que aprovechó su estancia en la enfermería para hacerse con un bote de analgésicos tras tomarse un par de ellos en un intento de encontrarse mejor. Las armas convencionales no eran suficientes, esa conclusión parecía obvio visto lo visto, así que habría que buscar alternativas, aunque la huída siempre estaba como primera opción.

Fue a uno de los despachos del alto mando, en busca de algún tipo de micrófono, tenían que tener uno para dar avisos, tal vez hubiera algún centro de comunicaciones interno, una especie de sala de seguridad o algo. Ese sería el primer paso, si lo encontraba, haría saber que estaba vivo y en la base y que buscaba supervivientes, era arriesgado, pero creía que el riesgo podía merecer la pena. También rebuscó en esos despacho, en los archivos, algún tipo de plan de emergencia para una situación como esta, eso le podía dar una idea de donde habían ido los supervivientes, en caso de que los hubiera.

El arsenal iría después.  

Un par de patadas y la puerta del despacho del General de la base cede con facilidad. Una vez más la ausencia de cuerpos de seguridad evidencia la fragilidad de determinados lugares considerados importantes.

En el despacho hay multitud de libros sobre aviación, diplomas, medallas de todo tipo y una colección de replicas a escala de aviones de la segunda guerra mundial.
El ordenador del General está bloqueado tras una clave de seguridad, al menos la informática sigue siendo segura pese a la ausencia de personas.

En una mesa, junto a la ventana, observas un viejo equipo de radio. Para tu sorpresa funciona aunque no eres precisamente un experto a la hora de usarlo. Aún así logras buscar por varios canales, que presupones usa frecuencias militares, para recibir solo estática. No es hasta que pulsas el penúltimo botón que oyes lo que parece ser un mensaje pregrabado.

- ...Aquí U.S.S Tritón, a quién pueda escuch...  tramos a cuatro millas de Anchorage...  remos al amanecer... enviaremos una lancha... reúnanse en el puerto...

Sabiendo el estado de las comunicaciones supones que se trata de un mensaje de onda corta enviando por algún emisor potente, aún así te cuesta varios intentos llegar a comprender todo lo que dicen.
Antes de decidir como continuar rebuscas en los cajones del oficial. Encuentras varias plumas bastante caras, si tuvieses a quien vendérselas, y una botella de whisky que bien podría costar un tercio de tu último sueldo.

Ves por el retrovisor como Aaron se encamina hacia el edificio principal de la base aérea. Te desvías hacia la izquierda para aparcar junto a la puerta de la torre de control.
La puerta, otrora custodiada por al menos dos hombres armados, está abierta y sin vigilancia alguna. En la base del pequeño edificio encuentras un montón de servidores en funcionamiento, parece que el suministro eléctrico sobrevive a la ausencia de control.

Subes las escaleras hasta llegar a la parte mas alta, allí encuentras múltiples monitores y consolas desde las que controlar el trafico militar de la zona. Como era de esperar no hay nadie en la sala de control, la mayoría de ordenadores están apagados y el resto están en reposo y solicitan usuario y clave en cuanto se activan.
Las pantallas de radar no muestran nada, aunque no estás seguro de interpretarlas sabes perfectamente que tras el barrido cualquier punto o rastro indica un objeto volador. No hay nada, todas las anotaciones de los controladores terminan la noche del día anterior y muchas indican perdida de comunicaciones o incluso de contacto con diversas aeronaves.

La torre de control se ha convertido en un privilegiado mirador desde el que controlar gran parte del norte de la ciudad, el espacio aéreo y sobretodo el puerto y el mar que lo rodea.

Odiaba a los militares, siempre con sus gilipolleces, con sus putos galones y sus jodidas medallitas, había que ser realmente capullo para presumir de toda esa mierda. Pero el hijo de perra tenía buen whisky, y eso era algo que cualquier hombre en su sano juicio, era capaz de apreciar.

El mensaje...

El puerto.

Dijo en voz alta mientras se sentaba en la silla del capitán, general, coronel o lo que fuera el dueño de aquel despacho y se servía un generoso vaso de la botella que había encontrado en uno de los vasos que el tipo guardaba junto a la bebida. No lo apuró de un sorbo, sino que se recreo un poco en beberlo, posiblemente fuera su última copa, así que no iba a precipitarse. Tenía miedo, tenerlo era bueno, te ayudaba a mantenerte alerta, y además había que estar como una cabra para no tenerlo, aunque de momento era capaz de controlarlo, y tenía que seguir así o todo se iría todavía más a la mierda.

El amanecer ya había pasado, pero quizás aún quedara gente por allí.

Sopesó la posibilidad de recoger a Danny, pero no se le ocurría un lugar más seguro para el escritor que la torre de control, y si se trataba de una falsa alarma, solo contribuiría a que tuviera una decepción más, y no sabía cuantas podía soportar el hombre, no es que le importara, pero no quería tratar con alguien que podía perder la chaveta, ya lo había salvado un par de veces en la comisaría jugándose el cuello y no le apetecía hacerlo más.

Buscaría una moto, lo más rápido dadas las circunstancias de la ciudad, e iría al punto de encuentro que se indicaba en el mensaje de radio. Apuró su vaso y estuvo tentado de servirse otro, pero finalmente cerró la botella y la dejó sobre la mesa, despidiéndose de ella silenciosamente. Buscó en el despacho algún tipo de tarjeta de seguridad o algún código, no quería irse sin pasar por el arsenal y tal vez este estuviera cerrado. 

En las películas de Hollywood las escenas iban siempre acompañadas de música de acuerdo a la intensidad y signiicado de las mismas. Esa extraña idea pasó por la mente de Danny al subir a la solitaria torre de control y encontrarse su propia escena: solitaria, devastadora, realista, sin esperanza...

¿Qué música habría escrito Elfman o Williams para una situación como esta?

La realidad se imponía. Estaban solos. Por alguna extraña razón habían sobrevivido a lo que quiera que había pasado la noche anterior. Nada en el radar. Nada en las anotaciones. Nada en ninguna parte. Se daban una y otra vez contra una pared invisible... Invisible. Invisible como el elemento protector que había descabezado a los presidiarios.

Danny respiró profundamente. Había que limitarse a sobrevivir. Las explicaciones irían llegando. Afortunadamente, no estaba solo. Miró alrededor, al puerto, a la ciudad. Y especialmente a las acciones de Aaron.

Tu odio por los militares aumenta cuando no consigues encontrar nada que te permita acceder al arsenal. A través de la ventana ves el pequeño bunker donde guardan las armas, está más protegido que los barracones y seguramente la puerta blindada no se abra con una llave o simplemente con un código. Y de ser así pocos tendrán acceso a él, y seguramente estén muertos o desaparecidos.

Abandonas la idea de las armas y vas hasta los talleres en busca de un vehículo. En un enorme hangar encuentras varios vehículos en reparación o simplemente en mantenimiento. Para tu sorpresa descubres que aquí también hubo un ataque, aunque parece que fue breve a tenor de los pocos disparos efectuados.
Te extraña menos la ausencia de cadáveres, igual ocurre con los supervivientes.
Ves un par de coches que seguramente pertenezcan a oficiales o se usen para su transporte, un humvee sin ruedas que no sabes muy bien que hace en una base de las fuerzas aéreas y finalmente una moto de campo cuyo único desperfecto es un guardabarros roto.
Mientras sales del hangar con ella observas algo en el suelo, para tu sorpresa hay un pistola en el suelo. Compruebas que el cargador está casi lleno, apenas han disparado un par de balas a quien sabe qué.

Sin más te marchas de allí en dirección al puerto, el viaje no es muy largo y transcurre sin contratiempos. Vigilas los retrovisores y lanzas miradas al cielo temiendo la aparición de mas medusas. Sin embargo llegas al puerto sin encontrar absolutamente nada.
El puerto de Anchorage es un lugar enorme, con muchos contenedores, silos y depósitos de gas. A medida que te adentras en él comienzas a escuchar ruidos, algo parecido a gritos agudos emitidos por un animal o incluso por una persona.
Provienen de varios lugares y parece que se van acercando.

De repente ves en el retrovisor como algo pasa por detrás de ti. Cruzando la calle formada por contenedores una figura gris ha corrido por tu retaguardia.
No te ha dado tiempo a verlo, pero parecía una persona. A tu alrededor oyes pasos, no parecen muy pesados pero si acelerados. Llegas a contar tres focos distintos, incluido eso que ha pasado varios metros por detrás de ti.

Aprovechando la vista privilegiada que te ofrece la torre de control observas la ciudad y los alrededores en busca de algo que pueda significar una solución a vuestra situación.
La imagen de la ciudad parece una fotografía, absolutamente nada se mueve, ni siquiera se ve el humo de las chimeneas o las calderas de los edificios.
El trafico aéreo es inexistente y en el mar solo se mueven las olas. Y sin embargo sabes que hay cosas vivas en Anchorage, esas medusas y otros posibles supervivientes como mínimo.

Ves como Aaron sale corriendo del edifico principal, no parece que le persigan si no que acelera el paso para ahorrar tiempo. Se dirige hacia los hangares y lo pierdes de vista cuando entra en el más próximo.
Encuentras unos prismáticos colgados de un perchero de pared y los usas para descubrir que todo sigue igual. De repente escuchas un ruido dentro de la base, parece un motor aunque poco potente.
Cuando miras logras ver a Aaron abandonar el lugar en una moto, lo sigues con la mirada hasta la salida y ves como toma dirección oeste.

Miras en esa dirección buscando algo que él haya visto y tú no, pero todo sigue igual, la imagen estática de Anchorage no ha cambiado.

Había recogido la pistola, unida a su escopeta adquirida en la comisaría le daba un arsenal bastante decente. No tenía sentido lamentarse por la seguridad del arsenal, estaba claro que no iba a poder entrar.

Lo idea era buscar un barco militar, alguna especie de portaviones o algo por el estilo. Pero nunca había estado en esta maldita ciudad y no había imaginado la magnitud del puerto. Cuando detuvo la moto lo hizo lleno de frustración, ¿por qué demonios no le acompañaba un poco la suerte? Vale que nunca había sido una buena persona, pero joder, se había propuesto intentarlo, y va se ve metido en una puta ciudad fantasma llena de cosas inexplicables.

No pudo ver bien lo que pasó a su espalda, pero si hizo que se centrara en lo que sucedía a su alrededor en lugar de lamentarse, se activó la alarma de supervivencia.

Aceleró con fuerza y dirigió la moto hacia la dirección en la que no se oían los pasos. No tenía ganas de averiguar que era eso que había visto, por lo menos no sin contar con alguna ventaja. Toda esta mierda de contenedores daba lugar a demasiado espacio para ocultarse.  Dirigió la moto hacia un lugar abierto, donde tuviera la suficiente visibilidad para que nadie se acercara a él sin ser detectado, quizás un muelle vacío fuera la mejor opción, aunque tenía que ser lo suficientemente ancho como para no quedar atrapado, claro que un puerto de este tamaño, debería haber bastantes con las características que buscaba Aaron.

Nadie amistoso se acerca por la espalda, y menos aún corriendo. No esperas a ver de qué se trata, simplemente aceleras y dejas atrás el peligro.
En cuanto avanzas unos metros puedes ver por los retrovisores tres figuras persiguiéndote, si bien lo hacen corriendo no son ni de cerca tan rápidos como la moto. Te fijas en su aspecto y no logras definir correctamente de qué se tratan. Parecen personas cubiertas por fango o algún tipo de barro grisáceo, pese a ir desnudas su sexo no está definido y sus ojos parecen estar cubiertos de una extraña membrana.

Lo único que tienes claro es que te persiguen y no será precisamente para conversar sobre lo que está ocurriendo.
Giras cuando ves el agua y sigues en paralelo a la costa hasta llegar a un muelle bastante ancho donde das la vuelta para comprobar qué te persigue. Puedes ver como las tres criaturas siguen corriendo, tardarán aproximadamente un minuto en llegar hasta ti, la escapatoria es tan sencilla como dar otra vuelta y volver a dejarlos atrás, aunque eso no resolverá el problema a largo plazo.

Sobre el agua no hay ni rastro de barcos, ni siquiera pequeñas embarcaciones. Puede que alguien se haya adelantado para llevarse las pocas que hubiese o sencillamente todas estaban fuera del puerto.

¿Qué cojones son?

Era estúpido siquiera intentar entenderlo,  no era, ni de cerca, lo más raro que había visto a lo largo del día de hoy. Lo que más le preocupó fue la ausencia de barcos, eso descartaba que se pudiera escapar por mar, así que tenía que pensar en alternativas, aunque lo primero era decidir si enfrentarse a esas cosas o huir de ellas.

Optó por ambas cosas, sacó la pistola que había encontrado en la base militar y apuntó a una de esas cosas con ella. Tenía el tiempo suficiente como para efectuar un par de disparos y luego salir huyendo, siempre podía repetir la misma estrategia si las balas los dañaban, y además comprobaría la inteligencia de esas criaturas.

Disparos y huida, evitando el más mínimo riesgo de ser alcanzado.

Afrontaría los problemas de uno en uno, primero estas cosas y luego elegir un nuevo camino.

Levantó la pistola y se concentró en el disparo, siempre había tenido buena puntería, y esperaba acertar a la primera para poder conseguir los dos objetivos.

No era posible. Aaron no era de ese tipo de tíos. ¿O sí? ¿Estaba huyendo realmente? ¿Estaba dejándole en la estacada? Lo que era claro era que abandonaba las instalaciones, al menos por el momento. Por más que se esforzaba, no conseguía distinguir nada especial a través de los prismáticos. Ningún movimiento. Ningún símbolo de vida. Pero Aaron había cogido una moto y se largaba...

Tenían unos walkie...

Aaron. Aaron... ¿Me oyes? ¿Todo bien?

Miró al artilugio como si le faltara algo.

Cambio...

Aprovechando la mayor velocidad que te otorga la moto y la distancia que te permite la pistola usas una estrategia de ataque y huida.
Tras el primer disparo sabes que esas cosas no son inmunes a las balas, aunque tampoco parecen especialmente vulnerables a ellas. El proyectil penetra en el pecho de una de ellas hundiendo parte del torso y dejando un agujero considerable pero sin sangre ni daños visibles.

Al repetir la operación con el mismo resultado la criatura cae al suelo, mientras cambias de ubicación ves como se levanta con torpeza pero sigue sin parece herida.
Por un momento imaginas una bala de paja recibiendo flechazos, si no tienen nada por dentro que sea vital o sus órganos están consumidos llenarlos de plomo será la forma más lenta de acabar con ellos.
Si tuvieses un calibre grande al menos podrías destrozarlos, pero una pistola apenas los retrasa.