Partida Rol por web

Que hay más gente ahí fuera, es indudable. Un compañero mío debe estar todavía por ahí y no pierdo la esperanza de encontrarle.

El recuerdo de Aaron es extraño. Le creía un compañero fiel y del que fiarse. Pero le había dejado en la estacada sin explicarse. Se resistía a pensar que no hubiera un motivo de fondo.

El refugio es un salvavidas, desde luego. Y no hay palabras de agradecimiento para lo que nos ofrece Henry. Pero coincido con Howard en que no debemos quedarnos ad eternum en un refugio aislado del exterior, con el espacio limitado y la comida justa para sobrevivir unas semanas. Debemos movernos y buscar soluciones.

Mira al viejo.

Con permiso de Henry, podemos establecer esto como una base. Salir a explorar y regresar cada cierto tiempo. Puede quedarse alguien siempre aquí, al pie de la radio, que desde luego es el instrumento de comunicación básico que tenemos.

Tras un breve silencio, Danny sentencia mirando a Howard:

Voy contigo.

Howard os mira a todos y después agacha la cabeza y niega en un claro gesto de lamento.

- Estáis locos, vais a hacer que os maten. Pero no os puedo retener en este lugar si lo que queréis es salir, sería una convivencia horrible.

- Yo... yo tambien voy con vosotros. - dice timidamente Sarah sabedora de que abandonáis al viejo.

- Casi lo daba por hecho. - responde Howard - Me encargaré de la radio y de abrir la puerta si regresáis. Aunque más os vale dejar claro que sois vosotros y no cualquier criatura extraña de ahí fuera. Coged armas y comida, por si acaso no podéis volver.

Os hacéis con un par de escopetas, el arsenal de Howard parece más orientado a la caza que a la autodefensa. Henry lleva su pistola pero aún así os lleváis un par de cuchillos grandes esperando no necesitarlos para nada violento.

Salís de nuevo a la tranquila urbanización, el Sol aún no ha salido y el camión sigue ahí. En el cielo ves una serie de lineas dibujadas, son perfectamente rectas y parece nacer en el horizonte. Se está formando la que sería la quinta linea, parecen similares a las auroras boreales, incluso tienen su propía luz, pero está claro que no es algo natural y no es nada que pueda crear el hombre.
Ninguno de tus compañeros sabe lo qué es, lo único que tenéis claro es que una vez más no es algo que haya ocurrido en la historia.

- Muy bien, aquí estamos - dice Henry poniendo los brazos en jarra y mirando a vuestro alrededor - ¿Y ahora donde vamos? En la base puede que queden soldados, hay una comisaría por aquí y apuesto a que el puerto es una vía de escape ¿Por donde empezamos?

La actitud de Howard es conciliadora. Daniel no esperaba de él mucho más de lo que les ofrecía. Les daba armas y comida, seguiría al pie de la radio y les abriría la puerta. Con todo, tenían un sitio al que volver, y eso era mucho dadas las circunstancias en las que se encontraban.

Una vez fuera, en mitad de la oscuridad de la madrugada, cuando la noche se torna más negra, Daniel sintió el peso del temor. Solos ante lo desconocido, él, Sarah y el charlatán de Henry.

- En la comisaría ya he estado. Allí no hay nada. En la base militar también he estado, y tampoco hay nada.

Había hecho un gran recorrido en poco tiempo. El puerto había sido un destino valorado por Aaron desde el principio.

Mirando con desconfianza al cielo, añade:

- El puerto puede ser una buena opción. Pero no tengo claro si debemos ir en el camión o a pie. Cuanto más discretos seamos mejor. No debemos llamar la atención.

Henry lleva su arma en la mano, preparado para usarla en cualquier momento pese a que en principio no veis ni oís nada que seáis vosotros mismos.

- ¿A píe? El puerto debe estar a más de dos kilómetros, es demasiado arriesgado caminar en la oscuridad. Si aparece cualquier cosa estaremos jodidos. Se que es ponernos una diana en la espalda, pero el camión hará que lleguemos antes y nos mantendrá más seguros.

Sarah interviene, por su constante movimiento y sus gestos es evidente que tiene frío.

- Mis padres tienen un híbrido, es más pequeño y hace muy poco ruido. Es menos discreto que caminar pero no tan llamativo como ese enorme camión.

Os muestra las llaves del vehículo y señala lo que parece ser un monovolumen en mitad de la oscuridad.

- Me parece buena idea. ¿Danny? - Henry te pide tu aprobación ante la idea de Sarah.

Ir en camión era una mala idea. Solo con pensar en el estruendo que haría arrancar el motor diesel le ponía los pelos de punta. La ciudad estaba en calma. Y a oscuras. Y de algún modo, el escritor se sentía a salvo entre las sombras... y el silencio. Al fin y al cabo, dos kilómetros no eran nada. Estaba a punto de argumentar en contra de Henry cuando Sarah dio una alternativa más que aceptable. Un coche híbrido. De esos que si no estabas atento te atropellaban de lo silenciosos que eran...

- Me parece una estupenda idea. ¿Conduces tú, Sarah?

Alcanzáis sin problemas el coche de los padres de Sarah. Durante el breve camino puedes comprobar que la oscuridad no ayuda a caminar con calma y, aunque puedes ver donde pisas, las sombras son demasiado numerosas como para ver llegar a cualquier amenaza.

Sarah abre el maletero para ponerse un abrigo, por la talla seguramente de su padre. Subís al vehículo y en unos segundos estáis en marcha. La conducción de la chica parece algo torpe, aunque lo achacas a la cantidad de coches abandonados en la carretera.

Pese a la corta distancia tardáis casi quince minutos en llegar, si bien los semáforos y señales de stop no representan un problema sí que os retrasan los caminos bloqueados o las veces que tenéis que invadir la acera para poder continuar.
El puerto es un lugar enorme, alrededor de los muelles hay multitud de naves, silos y depósitos donde se guardan todo tipo de materiales y combustibles. Por el momento no ves a nadie y el único ruido que se escucha, además del viento, es el leve zumbido del motor que con toda seguridad nadie más puede percibir.
Hay un par de barcos amarrados, son de transporte de mercancías y ninguno tiene el nombre, ni el aspecto, del mencionado en el mensaje de radio.

Permanecéis en el coche por pura seguridad, Sarah ha apagado las luces en cuanto os habéis detenido para no llamar la atención de cualquier cosa que haya ahí fuera.
De repente Henry parece alterarse y señala en dirección a la costa.

- ¿Qué demonios es eso? ¿Es una persona?

Miras y ves una silueta a unos cien metros, el haz de lo que parece ser una linterna se mueve de aquí para allá durante unos instantes hasta que repentinamente se apaga.
Por lo poco que te ha dado tiempo a ver jurarías que se trataba de un hombre, estaba quieto y parecía buscar algo.
La linterna no se vuelve a encender, aunque memorizas la posición en la que se encuentra.

- Puede que sean esos presos fugados, seguro que buscan una embarcación para huir. No he visto mucha más gente en la ciudad. - dice Henry.

- Creo que no nos han visto - comenta Sarah - si nos quedamos aquí no sabrán que estamos.

Danny recuerda por un momento esas películas de terror de muertos vivientes donde al final, los verdaderamente peligrosos no son los propios zombies sino la vileza y el egoísmo inherentes al ser humano. Ese tipo de situaciones siempre le parecieron demasiado forzadas. Por historia humana, era sabido que ante circunstancias adversas, la gente tendía a unirse. A ser gregarios. A buscar manadas y moverse en grupo. Era más seguro. Cualquier otro ser humano podría ser importante para sobrevivir.

- Yo creo que sí nos ha visto. Ha apagado la luz de la linterna. ¿Por qué razón podría hacer eso? Nosotros somos tres y vamos armados...

Danny se interrumpe pensando un plan.

- A ver qué os parece esta idea. Henry, tú sales del coche y nos das cobertura. Intentaremos atraer al extraño de alguna manera, pero si la cosa se pone fea, tú serás nuestra salvación como factor sorpresa. Usaremos los indicadores de emergencia como señal para atraer al extraño hasta nosotros.

Pausa...

- Dentro del coche podemos permanecer Sarah y yo. O solo tú. O solo yo. Lo que prefieras y te haga sentir más segura - dice mirando a Sarah.

Danniel se calla y espera una opinión. No tienen mucho tiempo.

El plan finalmente ubica a Henry oculto tras un panel de información a escasos metros del vehículo, Sarah opta por quedarse contigo dentro del coche.

- Prefiero estar dentro, no quiero correr a oscuras si pasa algo. - alega la joven.

Una vez todos estáis preparados enciendes las luces de emergencia, en mitad de una noche tan oscura las bombillas parpadean con regularidad y son visibles a bastantes metros de distancia.

En un principio parece que no hay reacción a vuestra señal, sin embargo la luz de la linterna reaparece. Parece que en realidad no había sido apagada sino que sencillamente había contenedores que interrumpían la línea de visión.
El foco apunta hacia vosotros y después hacia el suelo, marcando el camino desde su ubicación original hasta unos veinte metros por delante del monovolumen de los padres de Sarah.

Ahora, más cerca, puedes identificar a un hombre de unos cuarenta años, su aspecto parece descuidado a propósito y bajo un sucio abrigo de plumas puedes ver una camiseta de algún grupo de heavy metal que desconoces.
Cuando él mismo lleva la luz de la linterna a su pecho puedes ver su cara, no tardas mucho en reconocerlo. Se trata de uno de esos locutores de radio famoso por sus programas sobre fantasmas, alienigenas y misterios del pasado. Aunque todo el mundo niega tomarlo en serio tuvo su fama hace unos años, parece que ahora se dedica a algo más local.
En tu caso te es más familiar por la serie de libros que ha publicado a lo largo de los últimos años. Sus ventas, mejores que la calidad de los libros, son una clara evidencia de que la fama vende mucho más que la calidad.

Os hace un gesto con la mano, al principio es un saludo y después simplemente se convierte en una invitación a acercaros.
Mira hacia su izquierda, hacia el lugar de donde ha venido y hace otro gesto con la mano, algo que interpretas como una señal de calma o relajación. Sea como sea no está solo, aunque no ves nadie más.

Danny descubre, para su sorpresa, que todos dan por bueno su plan. El devenir de los acontecimientos inmediatos le depara una gran sorpresa. Cuando el hombre de la luz se ilumina el rostro, Torrance le reconoce de inmediato.

- ¡Ostras! - exclama dentro del coche. - ¡Pero si es John Edward!
Mira sorprendido y excitado a Sarah, emocionado por haber encontrado a alguien conocido, aunque fuera de la tele.
- ¿Sabes quién es? El parapsicólogo de La Hora Paranormal. Tiene varios libros sobre ovnis, vida en el más allá y ánimas errantes...

Danny pica las luces del coche dando a entender que le ha visto y que hay comunicación.

- ¿Te quedas aquí o me acompañas?

Sarah parece ser demasiado joven para conocer a John Edwards, seguramente sus intereses no estén cerca de ese tipo de literatura o de esos programas de misterio. Te mira con indiferencia y se encoge de hombros ante tu pregunta.

- No se quién es ese hombre, pero no pienso bajarme del coche. Está ahí como si no pasara nada...

Henry por su parte delata su escondite ante el encuentro con John, se asegura de mostrar la pistola no sabes si a modo de disuasión o por pura precaución.
Parece que hay alguien más, aunque al igual que ocurre con vosotros nadie ha dado el primero paso y se ha mostrado.