Partida Rol por web

Avanzas lenta por los pasillos del enorme complejo. No es que tuvieses miedo ni que estuvieras intimidada. Únicamente era que se trataba de la primera vez que pisabas aquel edificio y querías estar segura de no perderte.

Te habías levantado a la hora adecuada para no llegar tarde pero no habías contado con la enormidad de aquellos pasillos vacíos ni con la imprecisión del compañero del puesto de control, cuando le pediste indicaciones sobre cómo llegar al despacho del Director Adjunto.

Era pronto y había poca gente. Estabas citada para las 8:30 y parecía que pocos compañeros habían entrado ya a trabajar, seguramente la inmensa mayoría lo haría a las 9.

Mientras avanzabas intentando encontrar la sala que te habían indicado, no hacías más que pensar en porqué te habían citado. Sólo hacia dos dias estabas en Valencia, con tu equipo, en tu mesa, cuando aquella llamada del Comisario te había sacado de tu silla

-El Director Adjunto quiere verte. Se habrá enterado que eres la mejor policía que tiene el cuerpo y querrá promocionarte- te había comentado contento y orgulloso. Era un buen jefe, que te apreciaba por tu buen hacer pero no era el más brillante del mundo. ¿Tenía sentido que alguien como el Director Adjunto, un tipo que sólo tenía por encima al Ministro, te llamase a ti que sólo eras una Inspectora?. Pero ahí estaba, la orden para que te presentaras en Madrid, antes de dos días, para una entrevista. No había más información.

Sacándote de tus ensoñaciones, una mujer asomó por una puerta para llamarte

-¿Casandra Ramos? Hola, soy Esther, la secretaria del Director Adjunto. Yo contacté con tu superior para concertar la cita y organicé tu viaje. Lamento la premura del mismo pero tenía instrucciones claras para que hoy estuviese aquí- te comenta con voz amable, extendiendo la mano -Me ha parecido verte pasar desde mi sitio y que no te parabas y he pensado salir a buscarte. Este sitio es bastante grande y todos los pasillos son iguales. Se pierde uno con facilidad. A mí me costó casi un mes hacerme con él-

Te pide que la sigas y te conduce tres puertas más atrás. No hay nada en la puerta que llame la atención, ni siquiera una placa. Al abrirla aparece un pequeño despacho con una mesa, un sofa y otra puerta al fondo. Este debe ser el lugar de trabajo de Esther. Ella no se para en la mesa si no que sigue adelante, hasta la puerta del fondo. Llama con los nudillos y una voz, desde dentro, da permiso para que entren. Ella abre, te sonríe pero se echa a un lado para que entres tú sola.

Dos días llevaba con la tensión, los nervios, la ansiedad embargando todo su ser. Por más vueltas que le diera, no encontraba ninguna explicación satisfactoria al hecho de que el Director Adjunto la había citado. Creía ser buena policía, por lo menos casi todo el mundo se lo decía, pero no pensaba que fuera lo suficiente para llamar la atención del Director Adjunto. No, por mucho que su jefe quisiera animarla diciéndole que le propondrían un ascenso, Casandra no creía que fuera ese el motivo de la llamada. Por otra parte, no había cometido ninguna falta, ni había quebrantado el código para ser reprendida por un mandamás. Pero entonces… ¿Por qué la habían citado con tantas prisas?

Esos dos días fueron una tortura, aumentada durante las horas que duró el viaje hasta Madrid y, en esos momentos mientras recorría los enormes pasillos de aquel edificio desconocido para ella, Casandra sintió las molestias propias de los nervios en la boca del estómago. Había intentado ocultar, tras un velo de suave maquillaje apenas visible, las ojeras que se habían marcado por culpa de las horas de desvelo ante la inminente cita.

Durante el recorrido hasta el despacho del Director, apenas se encontró con alguien dada la hora temprana a la que había sido citada. No le importó, al contrario, prefería no tener que aguantar las miradas curiosas sobre ella, aunque en el fondo sabía que en aquel lugar pocos serían los que se fijaran en una simple inspectora de fuera. Le llevó su tiempo encontrar el pasillo donde creía que estaba el despacho que buscaba en lo que, para ella, parecía ser un auténtico laberinto.

No podía evitarlo, seguía dándole vueltas al asunto, con el temor de que los nervios abandonaran su estómago para instalarse en todo su cuerpo y, de esa forma, se notaran en su cara, en sus manos o en su voz cuando le tocara hablar ya que, mientras estuvieran encerrados donde estaban en ese instante, podría disimularlos con la expresión seria que tanto la caracterizaba.

Fue la agradable voz de una mujer la que la que cortó de raíz el hilo de sus pensamientos y consiguió que se centrara en lo importante, que no era otra cosa que la inminente cita programada.

—Encantada. —Contestó mientras estrechaba la mano tendida obligándose a lucir una sonrisa—. La verdad es que esto es enorme.

No se le daba muy bien entablar conversaciones así que optó por decir lo más obvio mientras seguía a la mujer, Esther, hacia un despacho que, para su sorpresa, no tenía ninguna placa que identificara quién era su ocupante. Esperó impaciente los pocos segundos de intervalo que hubo entre la llamada de Esther y la contestación que se escuchó al otro lado.

—Gracias. —Le susurró a Esther antes de pasar ante ella para enfrentarse al Director Adjunto y descubrir, por fin, el motivo de aquella urgente y misteriosa cita. No sabía qué o a quién se encontraría al otro lado pero, con un gran esfuerzo, intentó calmar sus nervios antes de enfrentarse cara a cara con lo que fuera que le estaba esperando.

Entras a un despacho que tiene una decoración discreta, poco ostentosa. Dentro hay un hombre no muy mayor. Le reconoces por las fotos del nombramiento, del que no hace tanto tiempo. Salió en bastantes periódicos porque es la persona más joven que ha ocupado ese cargo.

Con gesto agradable, el Director Adjunto te señala la silla enfrente suyo para que te sientes. No le conocías en persona. Apenas si tendrá 10 años más que tú. No se le ve en tan buena forma fisica como a un oficial pero tampoco presenta una de esas barrigas que se les ponen a algunos en cuanto les dan un despacho. Tiene el pelo negro y ves algunas canas. Unas profundas ojeras enmarcan unos ojos que parecen brillar con cierta inteligencia.

-Hola. Bienvenida. Estoy encantado de tenerla aquí. Lo primero que quiero es agradecerle su disponibilidad. Ya sé que si se recibe una llamada de este despacho todo el mundo se cuadra y viene, pero eso no impide que yo tenga que agradecerlo ¿no?- te comenta con una leve sonrisa. 

-Bueno... No sabes porqué estas aquí, así que lo primero es despejar esa duda- te dice revolviendo algunos papeles. Al final encuentra un expediente en una carpeta marrón, cruzada en la tapa por dos rayas hechas con boli rojo. Te la pasa. -Ábrala - Al abrirla encuentras dos hojas. Una es un papel, como de un cuadernillo, escrito a mano, donde pone:

1973 Gustavo Medina

1998 Eugenio Sosa - Casado con Idaira Medina

2017 Frederick Hoshman - Casado con Aday Sosa

La otra hoja es la impresión de un artículo de prensa con fecha de hace 3 días.

DJ muere haciendo balconing en Tenerife

El famoso DJ alemán Frederick Hoshman, más conocido como Hosh, ha muerto ayer mientras hacia balconing.

El resto del artículo es una descripción de la práctica conocida como balconing y las estadísticas del último año. 

Cuando levantas la vista, el Director Adjunto te está observando 

-¿Y bien? Usted es una de las policías más brillantes del Cuerpo. Dígame que también lo ve...-

Nada más entrar, los ojos de Casandra echaron un rápido vistazo al interior del despacho para intentar averiguar cómo podría ser el hombre que la había citado. Y lo que vio no le disgustó. La sobriedad de la decoración le dio a entender que su ocupante, aparte de tener un gusto bastante afín con el de ella, demostraba ser una persona seria, que no se andaba con florituras innecesarias, centrado en su trabajo.

Pero no sólo fue el entorno lo que le llamó la atención a Casandra, también se la llamó el hombre que la esperaba. Le conocía de la prensa, pero reconocía que al natural ganaba bastante. Atento, sin caer en la lisonja vana, con el toque de distinción y madurez que ofrecen unas pocas canas en un pelo negro, con las ojeras típicas que da la preocupación y el cansancio del que está inmerso en su trabajo.

Sí, sin lugar a dudas el nuevo Director Adjunto era de su agrado.

¿Estará casado? Ese fugaz pensamiento recorrió su mente consiguiendo hacerla sonrojar ligeramente igual que una quinceañera. Se reprendió a sí misma, mientras tomaba asiento en la silla que le indicaba, por desviar su atención en ese tipo de trivialidades en lugar de centrarse en lo importante.

—Y yo encantada de estar aquí. —Una mentira como otra cualquiera ya que no había tenido demasiadas opciones para rechazar la invitación—. No le voy a negar que siento curiosidad por los motivos que me han traído aquí. —Le devolvió una sonrisa tan exigua como había sido la de él.

Las palabras de Casandra sólo habían confirmado lo que le había dicho el Director Adjunto. Desde luego que quería saber el porqué se encontraba en esos momentos allí y a qué se había debido tanta precipitación en el viaje.

Cogió la carpeta que el hombre le tendió y le echó un vistazo a su contenido. Sólo dos hojas que leyó con rapidez. Enarcó una ceja con una mezcla de sorpresa y escepticismo al escuchar el comentario del Director. Quizás fuera la precipitación por el viaje y el cansancio que le había originado porque no entendía qué era lo que tenía que ver, salvo…

—Lo único que soy capaz de ver es la relación de parentesco entre las personas que figuran en este documento. —Movió la primera hoja de papel que había leído—. Pero aparte de eso no veo nada más. Quizás lo llamativo que resulte que una persona que ya ha dejado la veintena atrás hace ya un tiempo se dedique a hacer balconing, por muy DJ que sea. ¿Acaso estaba drogado?

El Director Adjunto se frota las manos con satisfacción -¡Eso es! ¿lo ve? Eso es lo que hace un buen policía, encuentra un pequeño detalle y tira de ahí- 

Mientras se frota las manos te fijas en sus dedos. No luce anillo de casado pero también es verdad que hay mucha gente que estando casada no lleva el anillo habitualmente.

-¿Sabe que más tienen en común esos nombres? El nombre que aparece al lado de la fecha murió en esa fecha. Este último...- te indica señalando con el dedo -...es al que se refiere el artículo y para su información le diré, sin necesidad de que se lea el artículo entero que, al contrario de lo que usted piensa, se trataba de un chico joven, de unos 23 años.- Luego señala el que está justo encima -Éste que está en el medio, es el padre del marido del DJ. Y este que aparece arriba del todo, es el padre de la madre del marido del DJ- 

Te mira con una sonrisa sabiendo que suena a trabalenguas -¿Complicado? En realidad no tanto. Básicamente la historia es que, uno tras otro, las parejas de los miembros de esta familia, van falleciendo y no de muerte natural. Sí ya sé que 3 no es un número muy elevado ¿A lo mejor deberíamos esperar a ver si se convierten en 5 o en 7? No. Soy un hombre previsor y cuando encuentro un hilo, tiró de él.- 

Se apoya contra el respaldo de su silla y te observa unos segundos antes de continuar.

-Verá, el tema es el siguiente, tenemos un DJ alemán que está empezando a ser famoso... como quien dice. Yo, la verdad, no sé mucho de este tipo de música, pero si hacemos caso de la prensa vendía bastantes discos. El DJ está casado con un chico español, de Canarias concretamente. Estando en un hotel de Canarias, este músico, de repente fallece haciendo una práctica absurda que, además, en Canarias no es muy frecuente puesto que abunda más en la Baleares, por ejemplo. El caso es que me pica la mosca y he pedido que hagan un análisis detallado del cuerpo. Necesito tener claro si de verdad se tiró, si de verdad pudo ser un accidente. En principio esto sería un caso que yo dejaría en manos de la policía local pero entonces es cuando voy y escarbo un poco, me encuentro con esto- te comenta señalando los nombres y fechas anotados en la hoja.

-Y empiezan los hilos sueltos. Así que reviso un poco más ¿y qué me encuentro en el informe preliminar, en una de las declaraciones recogidas a los huéspedes del hotel? Pues que uno de los testigos, uno de los clientes del hotel que decía estar fumando en la terraza de su habitación, la habitación encima de la del fallecido, asegura haber escuchado como una voz de mujer decía la culpa es de la Amarca, mientras escuchaba los gritos del muchacho al caer. Un testigo... de 50. Los otros 49 no escucharon nada. Quizás no estaban atentos, quizás este testigo escucho mal... Pero eso es otro hilo más.-

Según lo dice, deja delante tuyo otra carpeta, esta rellena con más hojas, todas ellas las declaraciones recogidas a los 50 empleados y clientes que, en ese momento, estaban en el hotel.

-Necesito que usted vaya allí. ¿Y si hay algo? ¿Y si a la policía de allí se le ha pasado comprobar algo en todos esos nombres de antes? Siempre he creído que cualquier pista merece la pena ser investigada ¿Sabe quién es la Amarca? Porque yo no lo sabía pero he hecho una pequeña tarea de investigación para averiguarlo. Amarca es una figura mitológica de las Islas Canarias, una mujer de gran belleza que desdeñaba a los hombres y estos, al sentirse despreciados se tiraban al mar desde un acantilado.-

Se ríe un poco, más para sí mismo que porque haya hecho ningún chiste -Usted pensará que yo estoy loco por querer investigar algo así. Pero el turista en cuestión, el de la declaración, se llama Igor Navorski y es ruso, un ruso que lleva un día y medio en Tenerife. ¿Cómo y porqué se iba a inventar una historia basándose en un personaje que casi no conocen ni los propios tinerfeños? Necesito que vaya a Tenerife, que investigue esto con todo el detalle. Antiguamente la gente usaba leyendas para explicar cosas que sucedían y que para ellos no tenían explicación. Y, si un personaje mítico aparece en la declaración de un ruso en un caso de asesinato, quiero asegurarme que una de las mejores inspectores que tenemos está investigando por qué. ¿Alguna pregunta? Si no, mi secretaria creo que le ha preparado todo lo que necesita...-

Mientras el director le hablaba, los ojos de Casandra no podían dejar de mirar los dedos que se deslizaban sobre las palabras del documento que el hombre sujetaba entre sus manos, sorprendiéndose al descubrir que había estado buscando, de manera inconsciente, un anillo en ellos.

Con un gesto un tanto brusco de cabeza, alejó ese pensamiento para centrarse en lo importante. Siguió con atención la explicación de las ideas que el director había tenido. No podía negar que era un hombre concienzudo, al que le gustaba explorar todas las posibilidades por muy excéntricas o inusuales parecieran.

Era cierto lo que decía sobre esa nueva moda que se había impuesto entre los jóvenes, sobre todo los ingleses que viajaban a emborracharse a España por cuatro duros, de tirarse a la piscina del hotel desde los balcones de sus habitaciones, de que era más común en Baleares que en Canarias. Una práctica peligrosa y estúpida que ya se había cobrado varias víctimas.

Pero lo más sorprendente de todo, no sólo porque a Casandra le sonaba a la declaración de un testigo que seguramente estuviera fumado sino porque veía que el director parecía considerarlo muy fiable, fue escuchar la historia de esa tal Amarca. Le miró mientras pensaba si no se habría equivocado con su apreciación inicial sobre la eficacia del director.

—Quizás simplemente escuchó la historia en algún lado… Discúlpeme señor director que sea un tanto escéptica en este sentido pero, basar una investigación en las palabras de un hombre que, con toda seguridad, estuviera drogado o bebido y que habla de un ser fantástico como causante de la muerte de ese joven… Desde luego es para dudar. —Se removió un tanto inquieta en su silla pues no sabía hasta qué punto llevarle la contraria al director sería buena idea—. Me creo que haya escuchado la voz de una mujer, y ese será un buen hilo del que tirar, pero dudo mucho que me tomen en consideración si me presento preguntando por un ser mitológico que, con bien dice usted, apenas es conocido.

Casandra sabía que, si quería medrar en su carrera, no era buena idea llevarle la contraria al director adjunto. Por unos instantes, como si de un rayo se trataras, cruzó por su cabeza la idea de lo bien que se llevaría ese hombre con su madre, sobre todo si se ponían a hablar de chorradas sobre seres féericos, mística y todas las tonterías que tanto le gustaban a su progenitora.

Con un suspiro resignado que no disimuló en ningún momento, Casandra asintió al ofrecimiento del director sobre investigar aquel caso, aunque desde luego no tenía pensado enfocarlo como un tema sobrenatural si quería ser tomada en consideración por sus compañeros.

—De acuerdo, iré a Tenerife a investigar, pero será mejor que espere la detención de un ser de carne y hueso.

No quería burlarse de él, pero desde luego tampoco quería que la tomase por una tonta que se creía cualquier cosa que le dijeran. Ella era una profesional que investigaba casos reales, nada de perseguir hadas ni duendes.

—Por el momento no tengo más preguntas. De hecho casi prefiero empezar la investigación desde el principio y desde mi punto de vista… Si eso no es molestia por supuesto.

Cuando hablas exponiendo tus dudas sobre el testigo, el Director Adjunto sonríe

-¡Perfecto! No esperaba menos de usted. Hace bien en dudar. Por favor, dude de todo, es lo único que le pido. No dé nada por sentado. Y sí, estoy de acuerdo con usted en que si va por ahí preguntando por personajes de leyende, la van a tomar muy poco en serio. Lo único que digo es que, a veces, las leyendas tapan una explicación real. Pero no le diré cómo hacer su trabajo. Confío en su criterio. Hágalo como crea que deba hacerse.-

Se levantó y te acompañó hasta la puerta de su despacho para despedirse estrechándote mientras te comentaba

-No hay problema. Empiece su investigación por donde considere que será más eficiente. Por favor, pídale a Esther que le dé todo lo que tiene preparado para su viaje-

Y con eso, se despidió y tú saliste del despacho.

Esther está en la mesa sentada, esperando. Cuando te acercas,  sonríe y saca un sobre de uno de los cajones. Te lo acerca para que lo cojas.

-Dentro llevas la reserva de los vuelos. También la pre-reserva de un coche para recoger en el aeropuerto, pero no es obligatorio que la utilices. Si deseas ir en taxi, con que traigas bien justificados los pagos, es suficiente. También llevas una tarjeta de crédito del Departamento. Además me he encargado de incluirte un mapa de la isla y la confirmación de una reserva de una habitación en el hotel que me ha dicho el jefe, por lo visto, donde sucedieron los hechos. Todo el dinero que necesites puedes pagarlo con la tarjeta pero te recuerdo que tendrás que entregarme los justificantes para poder liquidarlo correctamente ¿vale? ¿Hay algo más en lo que te pueda ayudar o tienes alguna pregunta?- te comenta, solicita, la secretaria.

Muchas eran las preguntas que empezaban a bullir en la cabeza de Casandra. Las ideas se sucedían una tras otra mientras escuchaba al director y se despedía de él. ¿Habrían descartado completamente el suicidio? ¿Por qué el director se “fiaba” tanto de la opinión de un testigo cuando el resto no había escuchado nada? ¿Y un accidente, podía descartar definitivamente que no hubiera sido un fatal accidente?

Lo mismo que a el director le gustaba seguir todos los hilos, por muy endebles que éstos fueran, a ella también le gustaba descartar todas las posibilidades pero después de una exhaustiva investigación. ¿Maniática? Sí, podría decirse que sí.

—Gracias Esther. —Le devolvió la sonrisa a la mujer mientras cogía el sobre que le tendía—. Tranquila que guardaré todos los recibos y no te preocupes, no me considero ninguna manirrota.

Sabía que había compañeros que se aprovechaban de esas tarjetas para gastar todo lo que podían a costa de la policía, algo que para ella era del todo impensable, así que cuanto menos uso hiciera de dicha tarjeta sería mejor, menos explicaciones y menos problemas en un futuro. Tal y como estaba la situación del país no era cuestión de malgastar unos fondos que tendrían que estar destinados a necesidades mucho más urgentes dentro del cuerpo.

—Creo que aceptaré el coche, eso me dará más libertad que estar pendiente de taxis. —Se quedó unos segundos pensativa por si había algo que se le estuviera olvidando, pero por el momento la mujer le había dejado las cosas bien claras—. Por ahora no necesito nada más y, si tuviera alguna duda, me anoto tu teléfono en el móvil.

Dicho y hecho. Tecleó con agilidad el número en el listín de sus contactos antes de despedirse de Esther.

Tenía que preparar todo para ponerse en camino cuanto antes.

Cuando ya te ibas a marchar, Esther se acuerda de algo más -Una última cosa. Hablé con el equipo forense porque estaba claro que no ibas a llegar a tiempo para presenciar la autopsia. Me dijeron que me enviarían el informe tan pronto como lo tuviesen. En cuanto yo lo reciba, te lo enviaré al correo electrónico-

Eran las 10:45 cuando saliste del despacho del Director Adjunto.  La reserva de vuelos decía que tenías el billete para las 15:00 pero tenías que estar en el aeropuerto 2 horas antes. 

Tienes todo recogido ya que, al no ser de Madrid, has venido con la maleta ya hecha. Por lo que vas muy sobrada de tiempo.

La espera en Barajas es tediosa. La gente va y viene, como un hormiguero gigante, en el que entra y sale gente todo el rato. Familias, hombres de negocios, parejas... la variedad es enorme.

Tu vuelo transcurre sin incidentes. Aterrizais en el aeropuerto de Los Rodeos, en la parte norte de la isla. El aeropuerto de Tenerife tiene casi tanto movimiento como el de Barajas. Recogiste el coche de alquiler en la terminal.

El paisaje que te esperaba fuera era verde y montañoso

—Genial. Gracias de nuevo Esther, a ver si son rápidos con los resultados y aparece alguna buena pista de la que tirar.

Ya no había más que comentar, así que Casandra se despidió una vez más, y ésta fue la definitiva, y se dirigió a su hotel para recoger la pequeña maleta con sus cosas. No tenía que demorarse demasiado en aquella tarea ya que ni se había molestado en deshacerla a su llegada, solamente había sacado su neceser y la camiseta con la que había dormido que arrugó y metió de cualquier manera en el primer hueco que encontró.

Las esperas eran lo peor de todo, de los pocos momentos en los que echaba de menos un cigarro entre sus manos y aspirar el humo engañosamente relajante. Ya hacía poco más de un par de años que había dejado el vicio pero aún había días en los que la ansiedad la tentaba poniendo a prueba su fuerza de voluntad. Días como ese en el que la espera para coger el vuelo se le estaba haciendo eterna.

Mirar a la gente ir y venir no era una gran ayuda para calmar su impaciencia, al contrario, sólo estaba consiguiendo estresarla más. Tenía ganas de llegar a su destino y ponerse manos a la obra cuanto antes y la presencia de turistas parlanchines, parejas mostrando su felicidad sin pudor alguno, niños maleducados correteando sin control de los padres, hombres entrajetados protegiendo con gesto serio y displicente sus maletines como si les fuera la vida en ello, ninguno de ellos ayudaba a calmar sus ansias ante el nuevo reto que tenía por delante.

Por lo menos, el vuelo no resultó tan pesado como había creído en un primer momento, las casi tres horas que duró las pasó leyendo o dormitando y, cuando se quiso dar cuenta, ya estaban anunciando por el altavoz el aterrizaje en el aeropuerto de destino.

Su pequeña maleta evitaba tener que guardar las colas de facturación, algo que agradeció visto el trasiego de pasajeros que tenía también el aeropuerto de Los Rodeos y que tanto le molestaba agriándole un tanto el humor y, con paso rápido y gesto cansado, fue en busca del coche de alquiler. Nada más en su interior se sintió mucho mejor, con los ánimos renovados para comenzar su trabajo cuanto antes, de hecho decidió que iría directamente a presentarse a las instalaciones de la policía incluso antes de dejar sus cosas en el hotel, ya tendría tiempo para ello.

Se permitió conducir con tranquilidad, en parte porque no conocía la carretera ni sabía exactamente las desviaciones que tendría que tomar y en parte porque se sorprendió admirando un paisaje que no creía que iba a encontrar en un lugar como las islas. Nunca antes había estado en Canarias y su mente había dibujado un panorama de roca volcánica, arena y apenas vegetación, en cambio se encontraba rodeada de verdor y montañas que impedían atisbar el horizonte. Le agradó lo que vio y, mucho más animada, poco a poco se fue acercando a su destino. Sólo esperaba congeniar con la gente con la que tendría que colaborar ya que, de eso era consciente Casandra, últimamente se irritaba y crispaba con demasiada facilidad.

Aparcastes en la entrada del hotel y comentaste al hombre de la puerta que estabas ahí hospedada. Él asintió confirmando que podías dejar el coche temporalmente
-Luego ya, cuando haya hecho el check-in y le hayan asignado una plasa de garaje, puede aparcarlo bajando por esa rampa -

Su acento era ligeramente cantarín y marcaba los sonidos "ce" con fuerza, pronunciando como una "s".

Entraste a la recepción. El lugar era casi tan bullicioso como el aeropuerto. Un montón de personas iban y venían por la recepción, muchos de ellos con aspecto de extranjeros. En el mostrador de recepción atendía una chica joven. En cuanto le entregaste el DNI que te solicitaba y supo que eras de la policía, te pidió que esperases un momento mientras avisaba a su responsable.

No tardó en salir de una puerta cercana un hombre joven vestido formalmente. Se presentó como el director del hotel y te comentó que prefería atenderte él, si no te importaba. Te guió hasta unos sillones que estaban algo alejados de la recepción y te invitó a sentarte. Tanto la chica de recepción como el director presentaban el mismo acento que el hombre de la puerta, por lo que supusiste que sería el acento típico de allí.

-No sabe cuánto les agradesemos la discreción con que, hasta ahora, han llevado este tema. Incluso habiendo tenido que entrevistar a muchos huespedes, no han organizado un revuelo que pareciese una redada. Por favor dígame qué necesita y se lo proporcionaremos inmediatamente. El hecho de que el señor Hoshman haya fallesido aquí es para nosotros muy doloroso. Su marido, no sé si lo sabe, es tinerfeño y, para nosotros esto es casi como una muerte de un compatriota- El hombre parece sinceramente afectado mientras te lo cuenta -El señor Sosa, el viudo, ya no está en el hotel, ha ido al pueblo de su abuela, a Masca. Lo comento por si tenía previsto hablar con él-

La joven de la recepción se acercó y os dejó la llave de la habitación y la contraseña de la wifi. Luego se retiró de nuevo.

-Dígame qué desea haser y, si está en manos del hotel, la ayudaremos-

Disfrutó del viaje desde el aeropuerto hasta el hotel, sabiendo que con toda seguridad esos serían los pocos momentos de tranquilidad de los que podría disponer antes de ponerse manos a la obra con la investigación. Mentalmente fue repasando los pocos datos que tenía y cuáles serían los primeros pasos a dar. Desde luego lo primero de todo sería dejar la maleta en el hotel y, después de darse una ducha bien merecida tras el viaje que había realizado, lo mejor que podía hacer sería presentarse en la comisaria para hablar con los policías que habían comenzado la investigación.

El trasiego en el hotel era enorme ya que los turistas abarrotaban la recepción cargados con sus enseres de playa y vestidos con bermudas y chanclas que contrastaban bastante con la ropa que Casandra llevaba. No es que vistiera de manera formal, pero los colores oscuros no parecían los más apropiados para ese clima y los pantalones vaqueros que llevaba se le estaban pegando a la piel. Estaba acostumbrada al calor de Valencia, pero después de tres horas en un avión repleto de turistas de lo más variado, niños incluidos, se sentía sudorosa y sucia.

Dejó el coche momentaneamente donde el portero le había indicado y, arrastrando tras de sí la maleta, se dirigió a la recepción para que le dieran la llave de su habitación. Como era normal, estaban al tanto de su llegada y no le sorprendió saber que el director quería hablar con ella. Una muerte como la que había sucedido podía dar mala imagen al hotel y Casandra se imaginó que el director le pediría discreción en el tema.

—No se preocupe, seguiré manteniendo la misma discreción que ya han guardado mis colegas.

No le gustó saber que el marido de la víctima se había ido ya que era una de las primeras personas con las que quería entrevistarse. Tendría que pedir ayuda a alguien en la comisaría que le indicara cómo llegar al tal pueblo de Masca.

—Es usted muy amable, pero por el momento no necesito nada. Mi intención es acercarme a la comisaría donde seguramente me pondrán en antecedentes sobre las entrevistas a los huéspedes. —No podía evitar que le hiciera gracia el acento de los lugareños, tan meloso y cantarín—. Si me puede indicar cómo llegar a comisaría se lo agradecería. Como ya le he dicho, tengo pensado pasarme por allí nada más que deje mi maleta y me dé una ducha.

Ya tenía la llave de su habitación en la mano ya que una de las chicas de recepción se la había llevado, interrumpiendo la conversación con el director, con el cual dio por terminada la charla.

Se puso en pie dispuesta a dirigirse a su habitación una vez recibiera las indicaciones oportunas para llegar a la comisaría.

Te dirigiste a tu habitación después de que el hombre asintiera, complacido con tus respuestas. La habitación que te habían asignado no era una suite pero, al tratarse de un hotel de 5 estrellas, si era lujosa y comoda, además de amplia. Contaba con un balcon con vistas al mar pero también a la piscina del hotel que aparecia debajo. Seguramente era una habitación muy similar, si no igual, que la del fallecido.

Desde luego, la piscina quedaba demasiado alejada de los balcones como para que nadie pensara que tirándose desde ahí iba a acabar en el agua.

La ducha estaba, al igual que el resto de la habitación, disponible para ti. Comprobaste cuál era la comisaría más cercana y resultó ser la de la calle Ramon Perez de Ayala número 6. La distancia a la que estaba apenas si te suponía 10 minutos andando.

Desde luego Casandra no se esperaba una habitación tan lujosa, acostumbrada como estaba a dormir en cualquier sitio las escasas veces que que se había tenido que desplazar por asuntos laborales, aquel hotel le resultaba un tanto excesivo, pero lo que no tenía pensado hacer era protestar. Ella no pagaba, así que… qué narices le importaba. La pena era que no podría disfrutar de tanto lujo.

Dejó la maleta, como siempre sin deshacer, en el primer hueco que encontró y se fue directa al balcón para observar el exterior que se imaginaba igual de impresionante que el interior. Miró arriba y abajo, comprobando que la mayor parte de las habitaciones de ese lado tendrían que ser iguales o muy parecidas y, cuando se fijó en la piscina se dio cuenta inmediatamente que era imposible que alguien se tirara desde el balcón al agua. Tendría que ser un loco, un estúpido o estar muy colocado para que alguien creyera que iba a tener la más mínima posibilidad de salir airosa de semejante acción.

Negando con la cabeza, bastante convencida de que se podía descartar una locura como la estúpida moda del balconing, se quedó durante unos instantes contemplando la belleza del paisaje, el azul del mar fundiéndose con el del cielo, un auténtico paraíso sino fuera por la voces de los turistas que ascendían hasta ella desde todas partes. Voces que la hicieron volver a la realidad para centrarse en lo que de verdad importaba… resolver un más que probable caso de asesinato.

Se dio una ducha rápida con agua fría y se cambió la ropa sudada del viaje por otra más fresca, quizás no todo lo formal que debiera pero desde luego mucho más cómoda, un pantalón de lino oscuro y una blusa blanca. Se secó el pelo y, antes de salir se dedicó a indagar dónde se encontraba la comisaría más cercana que, después de mirar el plano en su teléfono móvil, pudo comprobar que no necesitaría desplazarse con el coche, algo que en esos momentos agradecía bastante ya que le daba la oportunidad de dar un paseo, aunque fuera tan corto como aquel, para pensar en los siguientes pasos que debería dar en aquella extraña muerte.

Llegó enseguida a la comisaría y, acercándose al mostrador de la entrada, preguntó por el responsable de la investigación antes de identificarse.

—Buenos días, soy Casandra Ramos, Inspectora de la Brigada de Investigación Criminal. Necesitaría hablar con el responsable que lleva el caso de la muerte del señor Hoshman.

La comisaría estaba concurrida. Varias personas esperaban en sillas y otras dos eran atendidas en los puestos de la entrada por dos agentes. Casi la mitad de las personas en la comisaría parecían extranjeros.
Te acercaste hasta una de las mesas en la que una chica de uniforme, inclinada, consultaba en un ordenador. Mostraste tu placa y le adelantaste que venías por un caso en el que habían estado trabajando. Después de un par de preguntas de la agente, ésta te pidió que la acompañases.
Te guió por un pasillo corto y llamo a una puerta en la que ponía "Comisario".
Un hombre alto, de unos 40 años, rubio y con el mismo acento que ya estabas escuchando a todos, te recibió.
-Buenos días. Siéntese, por favor- te pidió después de estrecharte la mano -Mi nombre es Marcos Valverde. Me habían comentado que vendría alguien enviado por la Dirección Adjunta- te das cuenta que te observa con curiosidad. No hay molestia en esa mirada, no parece ofendido ni dolido porque alguien haya mandado a otro a revisar su trabajo. Sólo te observa con verdadera y genuina curiosidad -Así que usted me dirá qué nesesita... Pregunte y, si es algo muy concreto que yo no sepa, haremos venir al agente que gestionó ese punto en concreto. Tenga en cuenta que han sido unos cuantos los que fueron nesesarios para recoger todas las pruebas y entrevistar a todos los testigos. Había que tomarse muy en serio esta investigasión porque, aunque yo ya no esté en edad de ir a discotecas, el fallesido era bastante famoso en toda Europa, por lo visto.-

Casandra siguió a la joven que la atendió hasta el despacho del Comisario, observando con atención a su ocupante, sorprendiéndose con el aspecto del hombre que, por su altura y el rubio de su cabello, más parecía un nórdico que un isleño, o por la imagen que ella tenía en mente de cómo debía ser un isleño, más moreno y de estatura más baja. Una tontería sin lugar a dudas.

—Casandra Ramos, Inspectora de la Brigada Criminal de Valencia. —Se presentó mientras estrechaba con firmeza la mano tendida antes de tomar asiento.

Pasó por alto el escrutinio que le estaba haciendo el Comisario, dando a entender que no le importaba lo más mínimo que la observara. Era algo lógico teniendo en cuenta que ella era una extraña enviada por la Dirección Adjunta, alguien que, muchas veces, se solía tomar como una intrusión innecesaria en una investigación. Alguien que había llegado a su terreno para robarles un caso importante. Por suerte, Marcos no parecía mostrar molestia alguna con su presencia, algo que era de agradecer ya que así facilitaría la comunicación entre los distintos miembros de la Comisaría.

—Sí, eso me han dicho. Yo tengo que reconocer que tampoco soy muy aficionada a las discotecas y me considero una auténtica ignorante en ese tipo de música. —Sonrió levemente para romper la posible tensión que pudiera haber, aunque ésta sólo estuviera en su imaginación—. Acabo de llegar y en la Dirección apenas me han dado algo de información. Me gustaría poder leer las declaraciones del resto de huéspedes del hotel así como el informe de la autopsia si es que ya obra en su poder.

Casandra esperaba, al echar un vistazo a las declaraciones, poder descubrir cualquier detalle, por mínimo que fuera, que le diera una pista de la cual partir. No es que desconfirara del trabajo de sus compañeros, simplemente era que, en muchas ocasiones, una visión ajena podía detectar algo nuevo que hubiera podido pasar desapercibido.

—¿Tienen información sobre la familia del fallecido? Me imagino que ya habéis hablado con ellos, ¿saben si alguien le guardaba el suficiente rencor como para matarlo?

-Por supuesto. Tiene aquí una copia en papel con las declaraciones...- te comenta señalando unas carpetas marrones sobre su mesa. Y luego te muestra, específicamente, la de arriba -... Y este es una copia del informe de la autopsia. También las tenemos en pendrive, si prefiere revisarla en el ordenador. Por otra parte, hemos despejado una mesa donde los chicos, por si quiere tener un espacio propio donde trabajar- te ofrece solícito. 

Su rostro cambia un momento y refleja algo de preocupación -Perdone, no piense que queremos quitarnos el problema de encima pero, si hay algo más que quieran investigar, a parte de lo que ya hemos hecho, no estoy seguro de disponer de recursos. Entiendame, tenemos un problema grave de inmigración ilegal en las islas, un ratio de turistas superior al de habitantes lo que multiplica el número de robos e intentos de timo y, además, somos punto de escala en el tráfico de drogas y de tabaco. Un par de manos, es útil aunque esté usted sola y no traiga una brigada- El hombre intenta ser amable y añade una sonrisa a su explicación.

-¿La familia? ¡Ah sí! Tiene usted sus declaraciones junto con las de los otros testigos- busca entre las carpetas y rescata una en concreto -Aquí. Veamos... Se le preguntó al marido lo típico, que si el fallecido tenía algún enemigo, pero insistió en que no, que sólo se rodeaban de buena gente.- Cierra la carpeta y la deja en el montón -La verdad, si no fuera porque hay testigos que vieron al marido fuera del hotel en el momento del fallecimiento, hubiese jurado que había sido una discusión de pareja y lo había matado él ¿Ha estado en la habitación? Es imposible que el fallecido pretendiera saltar a la piscina-

Casandra se llevó una buena impresión de la eficiencia que demostraba el hombre pues ya tenía preparadas todas las carpetas con la información que quería. Quizás el hecho de estar acostumbrada al pasotismo que demostraban algunos de sus compañeros en el trabajo, la mayoría ya a punto de jubilarse, le hizo valorar agradablemente ese gesto por parte de su compañero canario. No sólo había preparado la información, sino que incluso le había preocupado por hacerle un hueco en la comisaría. Detalle que Casandra agradeció con un leve movimiento de cabeza e, incluso, se permitió dirigirle una sonrisa al hombre sentado ante ella.

—Muchas gracias, veo que lo tienen todo muy bien organizado. —Una leve alabanza al trabajo de un compañero, sin pasarse demasiado en los elogios, podía hacer mucho a la hora de buscar ayuda—. Y no se preocupe, intentaré molestarles lo menos posible. Comprendo perfectamente que se vean desbordados y si encima añadimos la falta de personal y los constantes recortes que sufrimos… —Dejó la frase en el aire, ya que todos sabían los problemas a los que se enfrentaba continuamente la policía, así como la falta de recursos ya que cada vez se invertía menos tanto en personal como en equipación, eso sin contar con que la calidad había bajado en los últimos años de manera escandalosa.

Observó las carpetas en silencio durante unos segundos, pero sin hacer aún ademán de cogerlas, pensando en las palabras que, sobre la familia, le estaba dirigiendo el comisario hasta que, enarcando una ceja en un claro gesto de incredulidad, volvió a centrar su mirada en los ojos del hombre.

—En el ambiente en el que se movía la víctima, muchas fiestas la mayoría nocturnas, discotecas donde se sabe que el consumo de drogas es algo más que habitual,... Dudo mucho que no haya tenido problemas con alguien en algún momento. Todos somos buenos hasta que demostramos lo contrario. —La última frase iba dirigida más hacia ella misma que hacia el comisario—. No he estado aún en la habitación del suceso, pero la que me han dado a mí en el hotel parece tener la misma vista que la del fallecido y sí, tiene usted toda la razón, sería una auténtica locura pensar que alguien pudiera alcanzar la piscina desde el balcón. La única explicación sería el suicidio, que alguien le empujara o un fatal accidente. ¿Se sabe si la víctima era bebedor o consumidor de drogas? —Incluso ella misma se imaginaba que la respuesta sería negativa y que todos esos datos figurarían en el informe de la autopsia.

Casandra hizo ademán de levantarse, quería leer cuanto antes la documentación que el comisario tenía preparada para ella en las carpetas.

—No quisiera entretenerle durante más tiempo. Si es tan amable de indicarme la mesa que han preparado para mí, me pondría cuanto antes a leer los informes. —Colocó una mano sobre las carpetas mientras le dedicaba una leve, y cansada, sonrisa al comisario, incluso se sonrojó levemente al escuchar el sonido de sus propias tripas solicitando una buena dosis de alimento o, como hacía en tantas ocasiones que se veía inmersa en una investigación, de café.

El comisario Valverde se levanta y, amable, te acompaña hasta la mesa que esta libre. Deja allí los expedientes y, después de ofrecerse de nuevo para lo que necesites, te deja para que trabajes a tu gusto.

Abres el primero de los expedientes, el de la autopsia.

Informe numero 4.515, realizado el 15 de abril de 2017. Hora 17:15-

Introducción: Se realiza el informe a petición del juzgado por tratarse de una muerte por causas no naturales.-

Examen Externo.

El cadáver se encuentra vestido con una camiseta de algodón, color rojo, talla L, que presenta multiples manchas de sangre, en forma irregular, en la región anterior, con aspecto dispar.

También lleva un pantalón vaquero azul talla 32 que también presenta manchas irregulares. En los pies calza unas chanclas talla 42 de color negro. Además tiene en la muñeca un Fitbit. Toda la vestimenta presenta manchas de sangre. Se recogen muestras para documentar, aunque el origen más probable son las heridas de la propia víctima producidas por el impacto.

El cuerpo es de un varón, caucásico, de complexión delgada, 1,90 de altura y 80 kilos de peso.

La hora de la muerte se ha establecido entre las 17 horas del día 14 de abril y las 19 horas del dia 14 de marzo en función de la lividez, rigidez y temperatura corporal que presenta el cuerpo.

El cuerpo presenta multiples hematomas y lo que, a simple vista, parecen múltiples fracturas. El rostro presenta deformidades con un posible origen en múltiples fracturas de los huesos maxilares, nasales y cigomáticos. Continuando en sentido descendiente, se aprecian disposiciones anómalas de las extremidades superiores e inferiores lo que sugiere también rotura de los huesos de las mismas. 

No se aprecian, a simple vista, otro tipo de signos tales como pigmentaciones, putrefacción o momificación, lo que concuerda con el momento y el lugar estimados para el fallecimiento.

Examen interno

El cráneo presenta abundantes fisuras y el cerebro es una masa informe.

Las vertebras cervicales estan rotas. Salvo dos, todas las costillas se encuentran rotas y cinco han perforado ambos pulmones. Existe una fuerte hemorragia en la proximidad del estómago.

Las fracturas  no son en vida, aunque fueron casi simultáneas a la muerte ya que se presentan ligeras hemorragias e infiltrados en los extremos fracturados.

Los órganos internos presentan múltiples contusiones, roturas de fibras y hemorragias.

El rostro presenta las muestras correspondientes al impacto. Por lo que se centra la búsqueda en otros aspectos. No se parecia nada singular en la cavidad bucal. El tabique nasal presenta fractura. No se aprecia nada singular en las orejas, excepto dos perforaciones en los lobulos, ambas con pendientes. Los ojos no presentan singularidad alguna. El cuello presenta una marca contusa con un ligero hematoma y la marca de un pinchazo en el centro.

No se aprecian lesiones en la zona genital ni anal

Conclusiones

Se trata de una muerte violenta. La causa inmediata de la muerte es traumatismo craneoencefálico, la causa fundamental de la muerte es impacto con múltiples lesiones. Es casi seguro que el primero se originó a consecuencia de la caída. A su vez, las lesiones se corresponden casi con seguridad con el impacto, desde elevada altura, contra el suelo. Por otra parte, el análisis de sangre presenta elevados índices de morfina, lo que dificultaría la movilidad de la víctima y no es consistente con un origen intencionado de la caída.

Nada más llegar a la mesa que le habían asignado y después de agradecer la amabilidad del comisario, Casandra se enfrascó de lleno en la lectura, sobre todo del informe forense. A medida que las palabras pasaban ante sus ojos, no vio ningún indicio que indicara que las lesiones sufridas por el fallecido no fueran causadas por el impacto, sembrando la duda de si había sido un fatal accidente o alguien la habría empujado, algo por otra parte que hubiera sido difícil de realizar dada la altura y envergadura de la víctima.

Empezaba a formarse la idea de que aquel caso quedaría como un probable accidente hasta que su mirada se centró en un par de detalles de los que nadie le había hablado y que, para ella, eran sumamente reveladores.

Detalles que le extrañaba que nadie se hubiera fijado antes como eran la marca de una contusión en el cuello y de un pinchazo, así como saber los altos índices de morfina que presentaba su sangre.

Pinchazo… Morfina… Esa tenía que ser la clave, el hilo del cual tirar para deshacer la madeja de aquel caso.

Aunque el hombre fuera consumidor de estupefacientes, el cuello no era el lugar más adecuado para realizar los pinchazos, lo que a Casandra le indicaba que alguien tenía que haberle inyectado la morfina en su cuerpo. ¿Cómo lo habían conseguido? Eso sería un punto a descubrir. Pero quizás antes lo mejor que pudiera hacer sería hablar con el marido de la víctima para asegurarse si era o no consumidor habitual o, dado que la morfina no era una droga que se empleara habitualmente en el ambiente en el que se movía el dj, si sufría alguna enfermedad dolorosa que le obligara a ingerir dicha sustancia.

Sí, empezar con una entrevista al marido del fallecido le parecía una buena opción. Miró en el resto de papeles buscando la dirección que necesitaba y, una vez la encontró, se dirigió a un compañero de mesa al cual le preguntó la mejor manera de llegar.

No sabía muy bien si tendría que dar parte al comisario de sus movimientos, pero después de pensarlo cinco segundos, prefirió no molestarlo así que, con decisión, salió de nuevo al calor del exterior dispuesta a entrevistarse con el que ya era viudo de la víctima.