Partida Rol por web

Después de una hora manejando por las calles de Boston, finalmente llegan a la dirección indicada.

El vecindario, que se encuentra cerca del centro de la ciudad, parece estar repleto de edificios de oficinas y comercios varios, siendo la casa "encantada" la única residencia privada de toda la manzana. Parece ser que la única persona que se encuentra afuera a estas horas, a excepción de ustedes, es un viejo vendedor ambulante de periódicos y puros que actualmente se encuentra disfrutando de una tranquila siesta bajo la sombra de un árbol.

(imagen de referencia)

En cuanto a la casa en cuestión... El chalé de ladrillo queda ensombrecido por los nuevos y más altos edificios de oficinas que tiene a ambos lados. La casa da directamente a la calle, y la parte de atrás está cubierta de malas hierbas y árboles medio caídos. A ambos lados de la residencia hay entradas que dan a la parte de atrás.
Es impresionante la manera en la que la casa parece esconderse tras las sombras que proyectan los edificios que la flanquean...

El galeno había sabido llevar una plática amena con el escritor, compararon dos puntos de vista esenciales: La amplitud de las cosas "naturales" contrastadas bajo la mirada cínica de un Dr. con experiencia; pues en cuanto a la vida, esta no se podía permitir oscilar demasiado entre valores muy estrechos, y cuando lo hacía, el resultado más común era la muerte. Pero la conversación terminó al llegar frente a la casa. Se hizo evidente que la fachada de esta podría empezar a mover la imaginación de las mentes más vagas, y llevarles a pensar en imaginaciones de visiones nocturnas.

-Hemos llegado- No había duda - Ya veo porqué los rumores del lugar... -Saca una pequeña libreta para apuntar notas y apaga su cigarrillo. - Fecha de hoy- Dice para si, anotando la fecha del día, y hace un breve resumen de los acontecimientos hasta ahora, nombres, lugares, hora del día, etc. Se recarga en el automóvil esperando a que los demás salgan. - No hay nadie habitando la casa?, Da esa impresión. - Sentencia. Se adelanta solo un poco, después de todo el escritor tiene las llaves.

Guarda su pequeña libreta de notas y se da cuenta que él es el que trae las llaves; no quería aceptarlo, pero la casa tenía algo que hacía que se le pusieran los pelos de punta, lo mejor sería esperar a sus compañeros.

Gillian bajó del auto con una sonrisa de oreja a oreja, se notaba que disfrutaba de la experiencia. Miró a los demas con entusiasmo y decidió seguir a John.

El ambiente no le generaba miedo en lo absoluto. El estaba preparado, o al menos creía estarlo, para presenciar lo que sea que este pasando dentro de la casa -¿Qué crees que haya sido capaz de volver locos a los anteriores dueños?- inquirió al médico con cierto tono de ansiedad.

Frederick estacionó el vehículo justo a lo que indudablemente era la casa misteriosa. El aspecto del edificio no solo indicaba un profundo abandono sino que emanaba un ominoso espectáculo, agravado por el deterioro de la construcción. John y Gilliam se adelantaron, y él bajo del auto tras Eduardo. Observó el edificio en silencio y los comercios alrededor, el contraste era significativo, pero el escritor admitía hacia sus adentros que William había hecho una excelente elección.

Se caminó lentamente hacia el resto de sus compañeros - Dudo que esté habitada aunque tal vez alguno de los empleados del Señor Rockerford esté trabajando hoy- no contestó la pregunta del historiador, entendió que no iba dirigida a él, sin embargo intervino antes de que sea respondida - Señores, el hombre que está descansando probablemente sea el vendedor de diarios que fue atacado por los Macario y sin duda esta al tanto de lo que ocurrió, o al menos de lo que se dice que ocurrió, les propongo entrevistarlo antes de entrar, creo que obtendremos mas información del diálogo con los testigo que de entrar a una casa vacía- dice con convicción, dando por sentado que era una idea irrefutable. 

A John no le gustaba hacer conjeturas sin tener todos los datos necesarios, y ese era el principal problema que veía en su trabajo, uno nunca tiene todos los datos, -No lo sé, quizá... - Comenzó a responder al caballero a su lado, pero fue interrumpido por algo todavía más importante, quizá le hablaría sobre como no les constaba todavía que aquel matrimonio se había vuelto loco realmente, hoy en día se sabe que hay muchos estados mentales y enfermedades que podrían ser confundidos con locura, por otra parte pudiera ser algún elemento en el ambiente, gases toxicos, algún veneno o planta extraña... -¿El vendedor fue atacado? - El doctor se molestó un poco al no recordar ese dato, -Supongo que es buena idea hablar con él- La pregunta anterior, se perdería en el olvido por siempre, para nunca más ser contestada. -¿Quién de ustedes es bueno entablando conversaciones con todo tipo de gente?- Preguntó para conocer un poco más a sus compañeros, intentando evitar ser él, el entrevistador.

Fascinante me resultaba el paisaje que tenía a mis ojos. No resultaría muy agradable lugar para vivir, pero sí daría lugar a excelentes escenas dignas de un gran teatro. Ah, pero... no estamos aquí para ello.

Me reúno con mis compañeros en la entrada, que ya planifican las próximas acciones. Me encantan estos personajes, ¡siempre pensando en su próxima movida!

-¡Yooooo voy!- contesto a John, ante el ofrecimiento de conversar con un completo, y posiblemente traumado, desconocido. Sin esperar aprobación o respuesta, me dirijo dando saltitos hacia el vendedor de periódicos.

-¡Señor! ¡Bongiorno!* ¿Le molesta si lo interrumpo unos instantes de su siesta?- le digo al señor, mirándolo muy de cerca. **

 El hombre lentamente se sube su sombrero que estaba tapando sus ojos, se sienta en una posición mas recta, agarra su pipa, la enciende y se la pone en la boca y, finalmente, despues de todo este arduo proceso te mira y dice en una vos rasposa -Los puros son 1$ cada uno y los periodicos son la mitad-

-Nonononononononononononononono- replico al vendedor, sacudiendo las manos en acompañamiento de la negación. -No tengo dinero, para comprar nada. Estamos aquí, por...- dejo una pequeña pausa, y extiendo mis brazos hacia nuestro destino -... la casa.- -Sería genial que sonara algún trueno- resuena en mi cabeza. -Nos gustaría saber, si podría contarnos, algo sobre sus anteriores habitantes. ¿Ronda esta zona a menudo? ¿Y qué me dice de hace unos... 3 meses?-

 La expresión del viejo hombre cambia completamente en cuanto mencionas la casa -¿La casa Corbitt?- Te dice con un tono cuidadoso -Si... Escuche lo que les paso a esa pobre familia, una desgracia pero debieron de haber escuchado mejor mis advertencias. "No compren esa casa" les dije "Solo trae mala suerte" les repetí, ¿pero me escucharon? No- El hombre se acerca un poco más hacia ti -Escucha, cualquiera que sea tu asunto con la casa Corbitt, te recomiendo que no te involucres... Nada bueno sale de involucrarse con cultos y brujería-

Eduardo había tomado la delantera, y Frederick se sintió agradecido hacia sus adentros, el vendedor de diarios tenía aspecto de mendigo y ciertamente era el tipo de personas con el que el alemán evitaba tratar. De todos modos se mantuvo relativamente cerca como para escuchar la conversación, y se encontró sorprendido por la eficacia de la comunicación que el actor proponía, era del todo disonante, azarosa y con cierto tinte demencial, aún así había logrado que aquél hombre colaborase. 

Separó una moneda de 50c , estaba pensando que el diario del día no era una mala idea después de todo, y el dinero solía ser un buen motivador para conseguir colaboración cuando hacía falta. Sin embargo no interrumpió la conversación y se detuvo al escuchar hablar de cultos y brujería. Una sonrisa se dibujó en el rostro del escritor y sus lentes se desencajaron levemente.

John vió la sonrisa del escritor y se dibujó una propia también; las cosas se estaban poniendo interesantes, terminó de acercarse al vendedor una vez vio que era seguro, acto seguido, le ofreció 5 dólares, preguntando:

-Cuentenos más, especialmente sobre eso último, ¿Cultos y brujería? - Dijo con genuino interés, normalmente era escéptico, pero la casa por si misma era bastante tenebrosa, daba la impresión de que no formaba parte de este mundo, como si estuviera y a la vez no, no sabría como explicarlo, pero entendería que ese solo hecho podría llevar a otra persona a hacer cosas... ocultas.
 

El viejo hombre, ahora un poco más calmado, agarra el billete y se lo guarda en el bosillo -No queda mucha gente por aquí como para recordar... Pero yo recuerdo, y recuerdo muy bien. Hace unos cuantos años había una capilla por aquí, la Capilla de la Contemplación se llamaban... Bueno, resulta que en esta capilla pasaban cosas raras y extrañas, rumores de niños desaparecidos y mascotas muertas. No se exactamente los detalles, pero resulta que unos miembros de la capilla estaban conectados con la casa...- La mirada intensa que tenia en sus ojos se suavizo un poco -Por suerte todo termino cuando la policía los arresto a todos... Ahora la capilla no es nada mas que un edificio abandonado- Y dicho esto, escupe hacia el este.

Frederick permanecía distante aún, pero lo que escuchaba lo seducía hasta extremos irresistibles, se acercó con la moneda en la mano y señaló hacia el periódico, el estilo de John era práctico, pero él no compartía esos modos, así que solo terminó lo que tenía en mente realizar segundos atrás y se sumó a la conversación - Es una suerte que esos cultos malditos queden en el olvido, nada bueno puede salir de ellos... por cierto, recuerda dónde está esa capilla?- dice mirando hacia el este, con inquietud. 

- La casa parece abandonada, es así? o tiene dueño? sabe si viene gente a menudo? - pregunta mientras toma el diario y mira de reojo los titulares.

El hombre entrecierra un poco los ojos y le dice a Frederick -La capilla queda a dos manzanas de distancia, solo sigan recto por esta dirección- Señala hacia el este -Y giren a la izquierda cuando pasen la oficina de correos-

-En cuanto a la casa... Bueno, hubo unos cuantos trabajadores, lo digo por las herramientas y camiones pues nunca hable con ellos, que intentaron entrar en la casa... No se quedaron por mucho tiempo-

El hombre parece ligeramente incomodo, cansado y con hambre. Pero estas bastante seguro de que te está contando la verdad.

Observo con atención y con los ojos bien abiertos al viejo mientras nos va explicando las cosas. No me queda mucho que agregar, y pienso que podríamos revisar la casa y luego ir a la capilla. Pero me queda una sola duda.

-¿Y usted fue atacado?- escupo rápidamente, sin pensarlo mucho. Pero rápidamente me doy cuenta, -Oh no, fui muy brusco-. -Digo, porque... nos dijeron que, los Macario habían... "atacado"- ahorcándome unos segundos para acompañar la palabra -a un vendedor, de periódicos... y quizás ese fue usted.- -Uff, problema resuelto-

John espera a ver como reacciona el hombre a la pregunta de Eduardo, si sigue coperando, le preguntará sobre lo que pasaba en la casa antes de que el matrimonio la adquiriera, de ser posible, un órden cronológico de los sucesos, los cuales irá apuntando en su libreta a manera de boceto. Mientras, acepta el hecho de que la casa ahora mismo está sola, solo de pensar en que terminando la conversación con el vendedor, entrará en ella, un escalofrío recorre su espina, le da la sensación de que las llaves que trae en el bolsillo se hacen pesadas y frías...

Y esto le hace recordar a su recién fallecido padre, sobre las historias que le contaba, historias de sensaciones extrañas en lugares de muerte, de frios congeladores imprevistos y siluetas en el rabillo del ojo que miraban escondidas en la oscuridad de un rincón o a la sombra de un arbol de formas torcidas...

traga saliva sólo de pensar en esas cosas...
 

-¿Atacado?- El hombre se rasca la barba -¡Oh! El rumor ese... No, al menos yo no fui atacado. Se supone que fue un niño, un repartidor de periódicos de esos muy jóvenes. Pero es solo un rumor, algunos dicen que fue la gota que rebalsó el vaso y que pro eso los encerraron, otros dicen que no fue más que una mentira inventada para deshacerse de vecinos molestos... Nadie esta seguro- Se encoje de hombros -¿Algo más?-

Volteo mi cabeza para mirar a mis compañeros, expectante y abriendo los ojos de par en par, a ver con qué otra pregunta nos podrán deleitar.