Partida Rol por web

Mario atendió a las instrucciones de Francesco y comenzó a buscar dentro de aquella chabola algo que pudiera darles pistas sobre el propietario de aquel lugar. Sabía que los Tzimisce habían regentado la biblioteca, que tenían poder e influencia sobre la zona así que buscó alguna especie de libro o papel, o pergamino o escrito. Tal vez una pintada o una muesca en las paredes. Algo, una pista que le pudiera indicar dónde estaba el vampiro que había provocado esas deformidades a los cerdos. 

- Los Tzimisce eran los que gestionaban la biblioteca, habrá más de uno por aquí, no creo que los cruzados los hayan matado... saben defenderse y esconderse. No son tontos. Debemos andar con cuidado. 

El padre Francesco salió del chamizo para tratar de tranquilizar a la gente como había Cristoff. Pero los gritos continuaban en aumento hasta comenzar los gritos y escucharse el desenvainar de aceros.

Dentro del chamizo los “cerdos lobos” seguían devorando a su congénere del cual apenas quedaba ya carne, y comenzaron a levantar sus hocicos llenos de dientes hacia los recién llegados.

El aire silbaba entorno a Enzo, que continuaba buscando algún indicio entra las ruinas sin ninguna fortuna. De fondo, escuchaba como los gritos de los aldeanos iban en aumento. Seguramente si nadie hacia algo, la discusión terminaría en disturbio pensaba en su soledad en nosferatu. Entonces comenzo a escucharse el desenvainar de aceros y los gritos del tumulto.

No, mi buen amigo. Esas fueron las únicas palabras que pudo pronunciar el caballero antes de que se desatara el caos.

 Una piedra lanzada por una mujer impacto en la cabeza de uno de los caballeros cruzados. El hombre, que había estado discutiendo a gritos con uno de los guardias y otros campesinos que le tildaban de “violador”, “saqueador” y de mas improperios. Desenvaino la espada y ataco a uno de los campesinos. Tras esta pequeña chispa, el incendio na tardo en propagarse. Mas aceros salieron a relucir y los aldeanos recurrieron a las piedras y apeos de labranza. El caballero cruzado avanzo rápidamente para poner orden entre sus hombres, lo mismo trato de hacer el alto y fornido jefe de la guardia, pero el tumulto ya era imposible de controlar.

Entonces te volviste a fijar en la mujer, en realidad una adolescente, que había lanzado la piedra. Esta comenzaba a alejarse del tumulto con una profunda sonrisa de satisfacción en sus labios. También observaste que su piel era prácticamente blanca como el mármol y sus ojos mostraban ciertos tonos rojizos. ¿un vampiro? No se alejaba corriendo, caminaba lentamente para no llamar la atención.

El Nosferatu chasqueó la lengua, intuyendo que algo se le escapaba entre las ruinas. La cantidad de recursos sobrenaturales con los que contaban los de su especie para pasar inadvertidos era considerable, como él mismo, maestro de las sombras, podía atestiguar.

El viento arrastró el canto de los aceros, silbando al salir de sus vainas. Un presagio de sangre que confirmaron los gritos de los aldeanos. Sonrió bajo la máscara y acudió al lugar donde había encontrado el rastro del Demonio, donde había comenzado el alboroto. 

Observaría con cautela y discreción. Ya tendría tiempo luego de extraer sus propias conclusiones sobre la situación en aquella ciudad devastada por la guerra y el fuego.

- Vayámonos de aquí, no creo que haya mucho que ver y Francesco puede necesitarnos. 

Mario salió disimuladamente por la puerta y observó la escena que había alrededor preparado para ayudar a Franceso si es que lasespadas desenvainadas eran para él.

La mirada de aquellas bestias deformes y la salida de Mario de la choza dio a Rinaldo el motivo perfecto para salir de allí. No iba a averiguar mucho más por su cuenta y parecía que fuera necesitaban toda la ayuda posible para que no se derramase sangre, ese valioso manjar no podía malgastarse por una trifulca trivial.

En el exterior permanece quieto Francesco, entonces de la cabaña salen Mario, Rinaldo y Cristoff, por el camino se acerca Enzo, aunque este último se queda a distancia del tumulto.

El tumulto parecía a punto de estallar, entonces una piedra lanzada por una mujer impacto en la cabeza de uno de los caballeros cruzados. El hombre, que había estado discutiendo a gritos con uno de los guardias y otros campesinos que le tildaban de “violador”, “saqueador” y de más improperios. Desenvaino la espada y ataco a uno de los campesinos. Tras esta pequeña chispa, el incendio na tardo en propagarse. Mas aceros salieron a relucir y los aldeanos recurrieron a las piedras y apeos de labranza. El caballero cruzado avanzo rápidamente para poner orden entre sus hombres, lo mismo trato de hacer el alto y fornido jefe de la guardia, pero el tumulto ya era imposible de controlar.

Cristof salió de la choza con la percepción de que había visto una obra divina, por lo que el mundo terrenal no tenía gran interés para el, miró a campesinos y cruzados sabiendo de antemano que iba a ocurrir, igual que en la choza el ganado se quería matar antes de tiempo. 

-que desperdició-dijo entre susurros Cristoff mientras se tapaba la nariz para evitar excitarse con el olor de la sangre.

Te volviste a fijar en la mujer, en realidad una adolescente, que había lanzado la piedra. Esta comenzaba a alejarse del tumulto con una profunda sonrisa de satisfacción en sus labios. No se alejaba corriendo, caminaba lentamente para no llamar la atención.

Francesco intentó calmar los ánimos, incluso parecía que lo había conseguido pero aquella chusma tan solo necesitaba una excusa para iniciar un altercado y aquella mujer a la que Francesco vió les dió lo que querian.

No os involucreis el la trifulca carece de interés, aquella joven que se aleja es la que nos interesa, es una de los nuestros... cogerla con discrepción

Esas fueron las palabras de Francesco cuando sus acompañantes se unieron al salir de la choza, la joven comenzaba a alejarse pero no quería llamar la atención por lo que lo hacía despacio.

Fuera ya había comenzado el altercado. Rinaldo hacia todo lo posible para mantenerse alejado de las piedras que volaban por los aires. Los ánimos estaban ya tan encendidos que ni se le paso por la cabeza usar su presencia para apaciguar las aguas. Aquello ya no podía pararse.

Las palabras de Francesco hicieron al noble fijarse en esa mujer de la que hablaba. He igual que él, intento seguirla entre la turba.

Todos os fijasteis en la mujer, en realidad una adolescente, que había señalado el padre Francesco, la cual había lanzado la piedra. Esta comenzaba a alejarse del tumulto con una profunda sonrisa de satisfacción en sus labios. No se alejaba corriendo, caminaba lentamente para no llamar la atención.

En pocos segundos dejo atrás el tumulto, donde los cruzados ya habían desenvainado sus espadas y trataban de sobrevivir a los ataques de los campesinos que los hostigaban con piedras y apeos de labranza. La chica atravesó sin contratiempo las puertas de la ciudad y comenzó a caminar por las calles destrozadas calles de Zara.

El avance a través del tumulto estaba resultando más complicado de lo que parecía y la chica que había provocado todo ese alboroto se marchaba satisfecha. Rinaldo sintió rabia de que aquella mujer se saliera con la suya, no podía seguirla con facilidad de modo que decidió poner todo su empeño en detener la lucha que se avecinaba a su alrededor.

Había duda antes, pero ahora si quería detener aquello debía poner todo su empeño. Se entre los

-¡Deteneos! La ciudad aún no ha dejado de arder, los cadáveres todavía necesitan ser recogidos. Aún queréis derramar más sangre de cristianos. ¿Qué puede hacer una piedra contra una espada? marchar en paz cruzados. Dejar a estas gentes recoger sus muertos. Sus palabras trasmitían verdad y apelaban a la piedad que sobre todo el líder de los cruzados pudiera albergar, pues hacia él miro Rinaldo mientras hablaba.

Mario decidió seguir a la muchacha que había lanzado la primera piedra. Se mimetizó entre la gente y aligeró el paso para no perderla.

Echó la vista atrás un momento para cruzarla con alguno de sus compañeros y que se dieran cuenta de lo que estaba haciendo. Ya se volverían a encontrar, estaba convencido.

Cristof miró la turba pensativo mientras distraidamente tocaba el pomo de la espada en su cinto, había crecido como monje y se había entrenado durante sus 3 ultimas décadas como un guerrero, por lo que solo un idiota buscaría pelea con alguien tan feo como el.

Miró a los cruzados, a la turba y a la joven, su primer pensamiento fue ir detrás de ella y cercenarle los pies a la altura de los tobillos, el siguiente fue clavarla en alguna pared con su espada, pero viendo que Mario fue detrás de ella se centró en la trifulca.

¿como podría parar a estos borregos y hacerme con estos peones?

cuando de pronto escuchó las palabras de  Reinaldo...hablaba tan bien...era como si todo lo demás careciera de importancia en aquella escena, decía tonterias pero la forma en la que las decía era tan..."singular".

Cristof sintiendose en conflicto recitó el código por el que se regio toda su vida,

<<fui huerfano, monje, guerrero y ahora soy un lasombra, solo sirvo a mi sire.>>

con un movimiento acercó su frente a la guarda de su espada y pronunció esas palabras.

aveces hay que sacrificar alguna oveja para salvar al rebaño, solo sigo el camino que Dios ha creado para mi, debe ser una señal divina.

dicho esto se dió media vuelta y entró en el cobertizo donde trató de sacar fuera a los cerdos, confiaba en que la turba una vez que los viese se asustara y así podría llevarse a los templarios, aunque para el solo eran una especie porcina desconocida.

Tanto cruzados como campesinos se quedaron atónitos ante las palabras de Rinaldo. Los cruzados apolaron en el suelo sus espadas manchadas de sangre y los campesinos dejaron caer sus piedras. Alguno de los campesinos se agacho para ayudar a los heridos, en su mayoría campesinos como ellos. La turba realmente no podría haber hecho nada contra un ejército entrenado y fogueado en la batalla.

Entonces, cuando todo estaba volviendo a la calma, la piara de cerdos malditos salió corriendo del establo espoleados por las patadas y golpes con la parte plana de la espada de Cristoff. Los cerdos corrieron hacia el exterior ahuyentando a los campesinos. El caballero cruzado vio en esta distracción su oportunidad de escapar sin sufrir excesivas bajas.

Mario comenzó a seguir a la chica sin dificultas, el resto del grupo simplemente se dedicó a seguir a este a mayor distancia. La chica no parecía seguir un itinerario fijo, tampoco se preocupó en ningún momento de si estaba siendo perseguida. Al llegar a una plazoleta vacía donde había un pozo se detuvo y saco de debajo de sus ropajes un frasco de vidrio cuyo contenido pretendía volcar en el pozo.

Cristof, sonrió satisfecho cuando vió a los templarios irse en paz y  envaino sus armas mientras acompañaba al restó en su persecución a la muchacha, cuando se paró frente al pozo frunció el ceño extrañado ¿se ira a lavar el vestido? su sorpresa fue mayuscula cuando vió sacar el frasco. no le interesaba meterse en sus asuntos pero tampoco podía dejar seguir con lo que se disponía a hacer.

endureció su corazón y desenvainó su espada antes de avalanzarse hacia su victima.