Partida Rol por web

Asentí a las palabras de Michael y le miré con cariño, después también a las de Eddie: Debió ser el destino, tu destino... susurré, no creía demasiado en ello, pero a veces le daba vueltas hasta que me cansaba de no tenerlo claro.

Después reí con los demás con la broma y escuché atentamente lo que Eddie contaba. Esperé a ver si alguien más se animaba a contar algo sobre sí mismo.

Ben se animó a ser el siguiente en contar algo más de su vida.

- Fue el primer año de universidad, a principios del curso, el entrenados no me aceptó en el equipo de fútbol por motivos evidentes, pero además se burló de mi en las pruebas… No se porqué, pero le reté, le dije que antes de terminar el curso podría ganar a cualquiera de sus elegidos y comencé a correr, todos los días, a todas horas, en vez de ir en autobús me calzaba las zapatillas y me hacía los ocho kilómetros corriendo, y luego otros ocho de vuelta, en tres meses perdí quince kilos y a final de curso gané en carreras a cada uno de los jugadores.

- El entrenador se enfadó tanto que me golpeó, y por ello lo expulsaron, en el curso siguiente formé parte del equipo… - Aunque Ben no era de los que se pavoneaban se notaba que estaba orgulloso de si mismo por aquello que logró

Algunos más relataron historias hasta que Michael intervino – Pronto amanecerá, tengo que recoger unas cosas

Ben sacó su móvil – Y yo tengo que cargar un poco esto antes de quedarme sin batería.

- Ey, no es bueno que nos separemos, voy contigo Michael – Le dice Eddie, pero Ben ya se había marchado corriendo escaleras arriba

Escuché mucho más emocionada e interesada la historia de Ben de lo que podría imaginarme o admitir. Después vinieron otras muchas más, que me hicieron animarme, reír y hasta emocionarme.

Después era hora de ponerse serios y hacer algo. Yo me sentía más y más fuerte cada momento y unida a mis amigos, sobretodo a Ben. Así que estaba dispuesta a luchar.

Observé como Michael y Ben, se marchaban para hacer algo, pero a pesar de saber que algo podía ocurrirles, estaba convencida de que todo iría bien.

Os separáis por un momento pero con la condición de volver rápido aquí y menos de tres minutos, los chicos se marchan, Eddie también se iba a marchar, pero por no dejarte sola se esperó a ver que Ben bajaba por las escaleras entonces se fue al cuarto de aseo.

Apenas habías estado a solas con él, en toda la noche, hablando si, pero siempre con más gente alrededor, se acercó y te abrazó – Cuanto tiempo Beverly, te he echado mucho de menos – Buscaba tu roce, pero se mostraba algo cauto - ¿Te acuerdas de aquel poema que te escribí? ¿Cómo era? Tus cabellos son como… como…  el fuego, el fuego de enero… ummm

Estuve charlando con los demás chicos mientras unos iban y venían, hasta que solo quedó Eddie, que también se marchó al volver Ben.

Agradecí a todos que no me dejaran sola, lo cierto es que no era un buen momento para estar a solas, aunque a veces era algo que todos lo agradecemos, pero no hoy, no allí, no en aquellas circunstancias.

Sonreí al ver a Ben acercarse, que apenas Eddie hubo desaparecido de nuestro ángulo de visión, me abrazó con fuerza. Apreté mi cuerpo contra el suyo y suspiré: Yo también te he echado de menos, pero no me había dado cuenta de cuánto hasta ahora.

Deshicimos el abrazo para poder mirarnos y charlar, nos sentamos en el sofá, pero me resistí a soltar su mano, notaba su calor y eso me reconfortaba.

- ... mi corazón arde también... terminé sus palabras sonriente y algo sonrojada. Hacía mucho que no lo escuchaba y aún así... nunca podré olvidarlo. le sonreí, aunque algo más tímidamente. Gracias, creo que nunca antes me habían escrito un poema, y después... creo que nadie lo ha vuelto a hacer tampoco... dije sacando la lengua pícaramente.

Por alguna extraña razón, nos quedamos mirándonos sin decir nada durante unos largos segundos en los que perdí en la profundidad de sus ojos y la calidez de sus manos, que ahora envolvían a las mías.

Parecía que no te sentías muy cómoda en las distancias cortas y optaste por deshacer el abrazo, aunque la magia del momento no se interrumpió cuando proseguiste con el poema.

Ben se acercó, parecía que quería… Besarte, pero viste algo en sus ojos que te echó para atrás, al verse sorprendido, de pronto en un parpadeo, el rostro de Ben se transformó en la del payaso - ¡Yo también te he echado de menos! JAJAJAJA – Dijo con voz burlona, y trató de atraparte los brazos, se escuchó un sonido del piso de arriba, como si algo se rompiera – Vaya, vaya, creo que tu amigo Michael tiene problemas… Hay otro “amigo” que también os echaba de menos JAJAJA Iros, iros todos o moriréis...

Y sin que supieras muy bien porqué tan pronto como el payaso llegó se fue, al que escuchaste fue a Ben, al auténtico Ben desde arriba - ¡Rápido, algo pasa con Michael, está encerrado en una habitación que no puedo abrir!

¡Maldito bastardo! grité empujándole hacia adelante para alejarlo de mí, instantes después desapareció. Esta vez realmente me sacó de mis casillas y le grité furiosa: ¡MALNACIDO HIJO DE PUTA! ¡TE VAS A ENTERAR COMO TE PILLE! ¡VAS A DESEAR NO HABERTE TROPEZADO NUNCA CONMIGO! ¡SE QUE PUEDES OIRME! ¡VOY A ACABAR CONTIGO DE UNA VEZ!

- ¡AHHHHHHHHHHH! terminé gritando frustrada, para terminar escuchando a Ben pidiendo ayuda.

Por un momento dudé de él, pero seguidamente supuse que si fuera "Eso" no pediría ayuda así, o tal vez sí... ya no sabía qué pensar, pero acudí corriendo en su ayuda.

Mientras subía corriendo por las escaleras le dije a Ben: ¡Ese cabronazo ha tomado tu aspecto y casi me... no quise o pude continuar hablando...

Entonces, con el mismo ímpetu que llevaba corriendo por las escaleras, me tiré literalmente sobre la puerta que me señalaba Ben, dándome un fuerte golpe contra ella. Pero la rabia que sentía no era ni mínimamente mitigada por aquel fuerte golpe en el hombro.

Estabas completamente acelerada, la frustración se había convertido en rabia, en energía, en que nada parecía detenerte, a Ben que estaba al otro al lado de la puerta que decía apenas le dio tiempo a verte venir, irrumpiste contra la puerta con tal fuerza que esta se abrió de golpe.

Los otros chicos llegaron casi a la vez por detrás de ti y viste… viste a Michael en el suelo, tenía a alguien encima, alguien muy mayor, no… alguien prácticamente de vuestra edad pero son el pelo completamente blanco, por ello tenía que ser… sólo podía ser… ¡Henry!

- Te matareee – Exclamaba, estaban enzarzados en una pelea, Henry esgrimía un cuchillo de cocina largo, y Henry parecía malherido.

-¡NOOOOOOOOOOO! grité horrorizada, miré a Ben, no podía luchar contra un hombre con un cuchillo, seguramente el instinto de cualquier mujer al ver la situación es pedir ayuda. ¡AYUDARLE! ¡VAMOS!

Sin embargo, no era una mujer corriente, tampoco era una situación cualquiera, así que busqué en la habitación cualquier cosa que me proporcionarla un buen golpe... y no dudé en atizar al Henry de pelo blanco que trataba de hacer daño a mi amigo Michael.

Ben no tardó en reaccionar, junto con Richie, ambos tiraron de los hombros de Henry, el cuchillo iba peligrosamente de un lado a otro entre el cuerpo de vuestro amigo y del agresor, finalmente el cuchillo se hundió profundamente en el corazón de Henry, perdió sus fuerzas y sólo le dio tiempo de decir una última cosa – Belch – Tras pronunciar el nombre de su amigo desaparecido aquella noche que os enfrentasteis a “Eso” Henry fallece.

Pero un momento… Michael está sangrando por la espalda, debió de clavarle el cuchillo al menos una vez allí – Rápido, hay que llevarlo al hospital… - Dice Ben, la noche ha tomado un rumbo distinto al esperado.

Lo que esperaba ser una agradable velada de amigos, se había convertido en un lucha por sobrevivir y una oda a los caidos, así que al ver la sangre de Michael en su espalda, sentí que todo daba vueltas y se volvía muy negro.

Mi cuerpo no soportó más presión, más cansancio, más lucha y más tensión, me derrumbé sin saber cómo ni dónde y mi cuerpo quedó sumido en la paz de la oscuridad de un extraño sueño.

Recuperaste la consciencia, notaste que estabas tumbada, en un sofá con los pies en el reposabrazos, abriste los ojos para ver que te abanicaba mientras no perdía detalle de ti Ben.

Sonrió al ver como abrías los ojos – Bienvenida al mundo de los conscientes, suerte que te pude alcanzar a tiempo y no te golpeaste la cabeza ¿Estás mejor?

Notabas como la sangre había vuelto a su lugar, al menos a la cabeza y ahora lo que te hormigueaba un poco eran los pies, eso si, que te abanicara con aquella revista para darte un poco de aire te venía muy bien.

Estabas en el salón de la casa de Michael, pero por allí no se veía a ninguno más de los chicos.

- ¿Dónde está Michael? pregunté tratando de incorporarme, aunque algo mareada ya me sentía mucho mejor. Agradecí el aire que me hacía con la revista, y el que fuera él quién estuviera junto a mí al despertar.

Habían sido unas horas muy duras, desde la llamada de Michael, apenas había podido descansar en condiciones y la tensión y los nervios hacían mella, aunque era fuerte, necesitaba un poco de relax.

Esperé a que Ben contestara para preguntar por lo demás, imaginaba que estarían con Michael, pero no sabía dónde, casi no sabía ni dónde estaba yo.

Puso la palma de la mano indicándote calma, que no había prisa, pero no impidió que te incorporaras, así que quedaste semisentada.

- Se lo han llevado al hospital, no había que demorar el momento de llevarlo y como te desmayaste pues me quedé cuidando de ti.

Ben se sentí a tu lado aún abanicándote pero a un ritmo más lento - ¿Estás mejor? Al menos se te ve mejor cara – Insistió ya que no le habías contestado – Demasiadas cosas impactantes supongo – Su sonrisa se volvió tierna – Aisss Bebiiii – y te abrazó ligeramente, se alegraba de que estuvieses mejor, era así de expresivo Ben e hizo que con facilidad te pudieras sentir reconfortada.

Suspiré cuando escuché que habían llevado a Michael al hospital, era obvio, pero aun así me alivió.

- Estoy bien, dije cuando volvió a preguntarme. Le sonreí tímidamente. Aunque bajé la cabeza ante su siguiente comentario. Sí, demasiadas. Iba a añadir algo más cuando me abrazó ligeramente, a lo que respondí apretándole con fuerza. Pero soy fuerte, no te preocupes. añadí sinceramente, y era verdad, no había superado a un padre maltratador y borracho, para dejar que un payaso asesino me tumbara.

Tras unos segundos más abrazada a él, me aparté un poco, gracias por quedarte conmigo. Le sonreí mucho más natural y con mucho mejor aspecto. Mi rostro iba cogiendo color y mi cabeza dejó ya de dar vueltas.

- Me alegro de esa fortaleza, pero si necesitas un apoyo aquí me tienes – Te respondió cuando os volvisteis a separar – Que menos, no es molestia quedarme contigo, ya sabes… - Te guiñó un ojo, te diste cuenta que Ben había perdido gran parte de su timidez aunque estaba claro que no toda y seguía siendo principalmente introvertido.

- ¿Sabes? Jamás conseguí enamorarme de nadie, no desde que te conocí… - Desvió su rostro para no mirarte a los ojos, sin duda fue la época más feliz de mi vida, pese a que me va bien en el trabajo

Era extraño sentir a Ben tan directo y seguro de sí mismo, y a la vez, que recordara a aquel niño tímido y gordito que bebía los vientos por mí. Sonreí recordando cuando le daba la mano y no sabía qué más hacer, pero sentía que me unía a él mucho más que solo por el contacto de la piel.

- Gracias, cuento contigo. dije exagerando un gesto con la mano que quedó algo divertido. Mi mano golpeó su pecho en señal de camadería.

Entonces de repente me saltó con esas palabras, me ruboricé sin poder evitarlo y me quedé embobada mirándole, el corazón me latía fuerte y en todo el cuerpo sentí un calor que me envolvía.

Muchas cosas pasaron por mi cabeza: ¿Me había enamorado yo alguna vez? Lo dudaba, pero no era capaz ahora de afirmarlo... ¿amaba a Ben? yo amaba al niño que fue Ben, pero ahora era un adulto completamente diferente... aún así... estaba claro que algo sentía por él...

No fui capaz de decir nada... solo continué con la cara de embobada y la media sonrisa... tratando de no marearme de nuevo o de no gritar y abrazarle fuertemente.

Te sonrió cuando le dijiste que contaba contigo – Cuando quieras, para lo que quieras... – Y ahora la que se había quedado un poco, o un mucho cortada fuiste tú, se creó un momento de silencio, aunque tampoco se podía decir que incómodo del todo, pues Ben te volvió a mirar a los ojos perdiéndose en los tuyos cuando por fin lo volviste a mirar.

Ya paró de abanicarte y por fin rompió el silencio – Pues... Si ya estás mejor si quieres vamos al hospital, para ver como han quedado los chicos con Michael

Me recompuse como pude y sonreí. A pesar de que me hubiera gustado abrazarle y estar más con él, no eran las circunstancias apropiadas, cielos ni siquiera era mi casa...

Sí, vayamos a ver cómo está Michael. Además, necesito tomar algo, ya no recuerdo cuándo fue la última vez que comí... dije tocándome el estómago. No sabía qué hora era, pero daba igual, un buen trozo de tarta y un café siempre se agradecía. ¿Te apetece un trozo de tarta de chocolate? dije casi sin pensar.