Partida Rol por web

Cuando examinas el péndulo te das cuenta de que se mueve a una velocidad considerable. Cruzarlo es difícil, pero no imposible.

- Diane, arriesguemonos y pasemos la tarjeta por la puerta, debemos darle a la diana..........

sugirio G'romm con cierta duda de lo que pudiera pasar si hacen eso.

Observa como se balancea el arma y donde se encuentran los filos -le contesta Ana a Omada mientras se quita la chaqueta, dejando ver su bello cuerpo - si el péndulo tiene filo solo en los lados y una cuerda encima podrías tratar de frenarlo así - en ese momento, sabiendo el lugar en el que se encuentra Omada al haber escuchado sus palabras, lanzo la chaqueta con la intención de que le rodee el cuello, manteniendo cogida una de las mangas de la camisa y cogiendo la otra con algo de dificultad cuando termina de rodear el cuello. En esta posición tiro de ambas mangas acercando a Omada hacia mi y le digo a continuación, con nuestros rostros casi tocándose -si consigues rodear la cuerda o lo que sea que mantiene al péndulo en el aire podrás tirar de las mangas de la camisa y lograr, poco a poco, que se detenga, dejándonos el pase libre.

Mierda, parece que todo esto se me está escapando de las manos.

Me acerco, paso a paso, muy lentamente para confundir a Omada a la trampa y la observo detenidamente, mirando de forma fija para seguir representando mi mentira. Busco algo para tratar de esquivar la trampa, alguna forma de detener el mecanismo o de esquivarlo de forma eficaz.

Me acerco muy lentamente a la trampa, paso a paso, de forma calmada intentando hacer el menor ruido posible y me paro a poca distancia de la cuchilla, fijando mi mirada en un punto, totalmente en silencio, tratando de comprender algo mejor la máquina, familiarizándome con su mecanismo.

 Omada sujeta por los hombros a Ana a quien hace dar media vuelta. Le da un beso sin aviso, lo suficientemente corto para no ser demasiado irrespetuoso. 

- No  iba a irme sin eso. Intentaré cruzar. Dejo el arma de este lado. Si no llegara a pasar te la quedas, por lo menos podrás intimidar a alguien. Si  paso la podrás patear hacia mi. Hasta nunca Ana.-

Omada miró hacia el cielo que hoy tenía un hermoso color metalico.

- Y a ti, maldito loco. que te hagan coger por un carnaval de Dragones-

 Omada deja la pistola junto a Ana y se dispone a cruzar la cuchilla, tratando de memorizar el ritmo de tambaleo para pasar justo en el momento oportuno. Cuando cree que ha llegado el momento, mantiene la respiración y se lanza hacia la cuchilla, rodando por el suelo en el momento propicio y cruzando hacia el otro lado de un modo impecable. Ni él mismo se acaba de creer aún la suerte que ha tenido, pero ha pasado esa difícil prueba.

Ahora que estás en el pasillo puedes ver que éste acaba en una lejana puerta, pero por lo demás el pasillo no presenta ningún otro tipo de novedad.

Te acercas a la cuchilla y la observas disimuladamente aunque con esmero. No parece haber ningún modo de detener el mecanismo ni esquivar la cuchilla de manera eficaz, sin embargo si se presta atención al movimiento de la cuchilla y se memoriza, cruzarla no resulta tan difícil... y dado que Omada no sabe que en realidad no eres ciega, puedes observar ese movimiento detenidamente, y al final acabas por memorizarlo parcialmente al menos.

¿Omada?¿Estas bien? -espero pacientemente a que me responda, pero supongo que se encuentra perfectamente ya que no se ha oido nada raro -Omada, necesito que avances por el pasillo un poco, buscando algún mecanismo para parar el péndulo de la muerte, si no lo encuentras pasaré, pero prefiero salir entera de aqui y que me puedas abrazar sin que te salpique sangre -le digo sonriendo aunque mi cara refleja un gran temor.

Antes de que puedas hacer o decir nada más, escuchas el sonido de una de las puertas de la sala y observas que por la puerta de la izquierda de la habitación (por la misma por la que decidisteis no pasar para intentar cruzar la cuchilla) aparecen tres personas vestidas con trajes grises ligeramente diferentes a los vuestros, dos de ellas con heridas graves y sangrando. Durante unos instantes los observas detenidamente, aunque dado el número de columnas que hay en la sala tampoco alcanzas a verlos con mucho lujo de detalles, aunque es innegable que ellos también os han visto a vosotros. No sabes hasta qué punto Ana sabe que esas personas están en la sala...

Antes de que puedas hacer o decir nada más, escuchas el sonido de una de las puertas de la sala y observas que por la puerta de la izquierda de la habitación (por la misma por la que decidisteis no pasar para intentar cruzar la cuchilla) aparecen tres personas vestidas con trajes grises ligeramente diferentes a los vuestros, dos de ellas con heridas graves y sangrando. Dado que interpretas tu rol de ciega, en un principio intentas fingir ante Omada que no les has visto... pero recuerda que tienes la pistola que tu compañero dejó justo al lado tuya...

Ok, imagino que le has dicho lo mismo a Omada. Técnicamente los puedo oir, pero no se si liarme a tiros o morir lanzándome al péndulo. Obviamente la pistola la cojo si no la tenía ya. Y en cuanto conteste Omada te digo si me lanzo o no, dependiendo de lo que haga él.

En cuanto los nuevos individuos os ven, uno de ellos agarra de los hombros a los otros y vuelven por donde han venido, escondiéndose al otro lado de la puerta.

 -¿Quién demonios está ahí? ¡No se acerquen!-grita uno de ellos.

Omada le susurro a Ana.

- Son ellos, ve hacia la otra puerta, abrela y dispara hacia delante todo lo que puedas. yo intentaré cruzar la cuchilla otra vez.-

Omada respiro profundamente, otra vez estaba contra la espada y la pared. No podía dejar a Ana sola. Odiaba admitirlo, pero estos nuevos sentimientos no le eran prácticos y lo tenían desconcertado.