Partida Rol por web

Me permití una ligera sonrisa al ver como mis compañeros se lanzaban al ataque, era la hora de la verdad, ahora descubriríamos si eramos realmente un equipo.
Invoqué la fuerza oscura, como siempre esta dormitaba en mi interior, tuve que tomarme unos segundos, pero enseguida la desperté, furiosa. A veces el mejor ataque no era uno directo, así que intenté retener a una de aquellas máquinas con un anillo de fuerza oscura que redujera sus movimientos.

Dentro de la casa, escucháis estrépito, y las voces de vuestros compañeros. Deben estar encargandose del otro robot, que Daeong Tiger ha tirado al interior de la cocina

- Vengadores... ¿reuníos?- dice Comandante Negro

-Anda. Así que al final he logrado entrar en los Vengadores, me pregunto qué opinará mi padre de ello.
Bueno, veamos qué sabe hacer este aspirante a centinela. Me pido primer.- Contesta Webwalker, en veloz retahíla cómica. Parece que no se calla jamás.

- ¡Nunca me han gustado las cosas tan modernas!- Gruñe Lynx al otro lado.

Bueno, vale, consigo dar un buen golpe que ya es mucho pedir en una pelea contra una máquina andante con palos y piedras. El segundo robot intenta la misma acción, aunque esta vez no parece que vaya a disparar nada, sólo agarrarme. Trato de hacer un salto acrobático hacia atrás para esquivar su brazo mecánico. Cuando mis pies aterrizan en el suelo, oigo la voz de Cara-Lata intentando definir la palabra robot como si yo fuera alguna especie de orangután salido de la selva y no supiera que son... En fin.
-¿No me digas? Y yo que pensaba que eran latas de Coca-Cola bailonas gigantes como las que hay en el metro...- respondo en tono bajo, burlón.

Comandante Negro crea alrededor de la cintura del droide una fuerza en forma de anillo, reduciendo sus movimientos. Lynx le golpea con el dorso de la mano, lanzándolo contra la encimera de la cocina, y este golpea haciendo un estropicio. Unas redes color carmesí (¿o quizá púrpura? Parecen cambiar ante vuestros ojos) atrapan al robot, reduciéndole aún más sus posibilidades de escapar. Sin embargo, el robot se levanta, aparentemente intacto (a pesar del golpe que le ha propinado la mutante), y entre la montaña de escombros, mira hacia Lynx y, abriendo lo que parece su boca, ¡lanza una llamarada en su dirección!

El brazo del robot se desplaza con lentitud, y Daeong Tiger no tiene problemas para esquivarlo de un ágil salto. Iron Skeleton, tras el robot, lanza un rayo desde su mano, que este no tiene tiempo a esquivar y le golpea en la espalda. Cae al suelo boca abajo, pero se levanta a toda velocidad y, apuntando con ambos brazos a Iron Skeleton, empieza a dispara una ráfaga de balas, dirigidas hacia el joven científico.

Mi golpe no pareció hacerle daño alguno, pero mis otros dos compañeros sí que lograron inmovilizarlo bastante bien. ¿Por qué demonios mi contrincante tenía que ser un robot? Tampoco es tan malo, imagina que es Stephen. Y eso hizo que me cabreara más, pese a que me había dicho a mí misma que no entraría al trapo. Aquella máquina lanzó fuego contra mí y yo traté de dar una voltereta para esquivarla yéndome hacia un lado, aunque aquello acabó chamuscándome ligeramente. ¡Joder! Voy a despedazarla-  no me preocupaba demasiado porque tenía facilidad para recuperarme, pero igualmente a nadie le gustaba eso. 

Tras aquel incidente volví a tirarme por el robot con la intención de darle una patada que lo hundiera más entre el montón de escombros en el que se encontraba. 

Se ve que mi intento por facilitarle las cosas al chico del pijama ha hecho que el protocolo que tienen integrados estos robots me tomen por la mayor amenaza, con el consecuente intento de eliminarme. Una pena que no todos lleguen a entender los intrincados misterios que ofrece la robótica, sino descubrirían que no todo es cuestión de fuerza. Pero volviendo al tema que nos interesa, allí estaba aquella entidad artificial mordiendo el polvo tras ser alcanzada por uno de mis rayos. Se había preparado para devolverme la amabilidad, pero yo tenía bastante confianza en mi coraza como para dejar que unos simples disparos me pusieran nervioso, así que dejé que se maravillaran con el potencial de mi equipo.

-¿Has visto eso? ¡Está como nueva! -respondo tras haber recibido los balazos sin nada que lamentar-. A ver que tal te sienta esto.

Si conseguía alcanzar con un rayo su fuente de energía podría sobrecargarlo y que se volviera loco -o funcionara de manera incorrecta- aunque fuera de manera temporal, eso debería darnos cierta ventaja para acabar con él. Vuelvo a apuntarle con la palma de mi mano, moviéndola entre la cabeza y lo que debería ser el pecho. Intentando decidirme dónde podría estar, pero finalmente me decanto por el pecho.

Estoy teniendo demasiada suerte para ser un simple mono saltarín, sin escudos ni armas efectivas contra cacharros de metal. Demasiada. Aunque la suerte y el karma siempre danzan juntos, la buena suerte de uno es siempre la mala suerte de otro, en este caso, la del nerd con traje de hojalata. Aprovechando la distracción del robot que parece estar más interesado en volarle la cabeza a mi compañero improvisado, trato de golpear con fuerza, haciendo uso del bastón del abuelo, el brazo mecánico del robot que está disparando proyectiles. Rezo por conseguir partir el brazo y que deje de disparar. Hay que eliminarle antes de que una bala perdida alcance a algún vecino inocente (e imprudente)...

Lynx seguía machacando sus puños contra el robot, pero no parecia hacer demasiado efecto. Por lo que Webwalker decidió aunar fuerzas contra el robot.

Hey, ¿es un baile privado o podemos entrar los demás a marcar unos pasitos? Dicen que mi juego de piernas es muy bueno.

Mientras hablaba aprovechó para subirsele encima y pagarle unas cuantas patadas a la cabeza.

Fijo que esto es como los juguetes que tenía de pequeño, se desmontaban del todo. Empezando por el cabezón este.