Partida Rol por web

- Tu opinión no me importa. ¿Era lo que querías oír? - Keyla miró a Lucas inquisitiva, sin temor en sus ojos y con cierto aire de suficiencia. No le estaba chuleando, pero estaba siendo muy clara y sincera. O aquél tipo se creía que había venido a jugar una yinkana con amigos o estaba muy alejado de la realidad. - Sigue adelante. Esto no es un juego por equipo, es un juego individual, cualquiera te usará para beneficiarse, aprende a estar con ello aquí 

Ariadna se sentía satisfecha con su acción pero no parecía que sus compañeros compartieran eso. Tal vez no lo entendían. Tal vez eran cortos de visión.

Escucha a Keyla pelear y aunque concuerda con ella un poco, sus formas le inquietan - Lo siento, pero fui yo quien descifró eso y si esperaba a que tomaran una decisión, tal vez el castigo caería sobre nosotros - se acerca a Robin y le dice - Puede que haya niños pero es un error subestimar a tu enemigo. Sí. Aquí somos enemigos. Si no los matan los lobos, los matarán aquellos que han venido a acabar con nosotros. Seguramente, habrá un grupo que nos envíe los lobos y esa será una prueba. Prueba como muchas de las que habrá aquí. Podemos aliarnos para ser más fuertes - mira a todos, incluido a Owen.

- Si es así, nos protegeremos pero si no, cualquiera de nosotros podría salir asesinado - mira al chico seriamente pero sin rudeza. Quería dar énfasis a sus palabras y hacerles entender. - Ese desafío medirá su fuerza. Seguramente, podrán librarse de ello. A todos nos han seleccionado por una razón. Si desean que les consulte la próxima vez que logre algo, debemos hacer una alianza formal. Así, esteremos a salvo - dice mirando el monitor. - Sólo los más fuertes saldrán de aquí -.

Contemplo como una de las mujeres acciona el botón, y me mantengo impasivo. Luego vuelvo a contemplar la acalorada discusión que mantienen mis compañeros de habitación. Inferiores. Se dejan guiar por sus emociones todavía. Yo tengo claro lo que he venido a hacer aquí y no se me interpondrá nada ni nadie.

Las mujeres llevan la razón.- Rompo mi silencio con mi característica voz robótica.- Aquí hemos venido a sobrevivir y si podemos evitarnos riesgos antes de tiempo mejor. Seguro que el maldito Atlas nos tiene algo preparado para ponernos a prueba. Así que no os preocupéis, o bien otra sala hará lo mismo que nosotros, o bien lo hará el mismo Atlas, pero tarde o temprano aquí aparecerán lobos u otras cosas peores.

Tras decir esto pongo una oreja en la puerta que comunica con 4 a ver si oigo algo.

Las alarmas que simbolizan que podéis cambiar de estancia comienzan a sonar pero ninguno de vosotros parece dispuesto a moverse todavía. Las puertas se abren y cierran con lentitud mientras las observáis.

Grar trata de escuchar o ver lo que pueda ocurrir en la sala contigua pero parece que el laboratorio está preparado para ello y no se escucha nada mientras que un sistema doble de puertas impide ver lo que oculta la otra estancia.

Las rejas de uno de los conductos se abren y por él caen siete pequeños paquetes que caen al suelo. Nuevamente las rejas vuelven a cerrarse y el botón del segundo conducto se desactiva, colocándose de forma que puede ser pulsado.

cojo una de las siete bolsas y digo:

-yo me voy de esta sala prefiero que si alguien manda algo yo ya no este aquí-tras decir esto paso por una de las puertas.

Robin coge una de las raciones y sale por la puerta de la estancia 4 justo antes de que esta se cierre.

Wilfredo ve como Robin se marcha.

Curioso crío - murmura, mientras coge su ración de comida.

Me siento como un animal enjaulado. Me porto bien y me dan de comer... Que cosas - añade junto con una risotada.

En fin, algo habrá que hacer. ¿Los que le dais mas al coco tenéis alguna idea?

Will no paraba de moverse de una lado a otro, necesitaba acción. Pero no creía que fuese a tardar mucho en encontrarla.

El muy cabrón del crío se ha llevado el libro al final -comento cabreado ante las acciones del criajo para, a continuación, coger una de las raciones -bueno, cuando os referís a gente que usa el coco imagino que os referiréis a mi. Tal vez podríamos colocar esos jodidos cables en su sitio o pulsar ese interfono.

Keyla se acercó al plano y lo guardó.

- Si nadie lo quiere lo guardo yo, visto que parece que a ninguno nos interesa. - miró a Wilfredo y luego a Owen - Dejémonos de quizás y pongámonos a ello - dijo en un tono más amable que otra cosa. Era sincera, pero eso no quitaba que lo dijese con educación y buen rollo, por ahora.  Se agachó y cogió su ración correspondiente.

Una voz resuena por toda la sala, una voz que ya conocéis de sobra, esta vez sin ningún tipo de distorsión robótica. Distinguís claramente que quien os habla es una mujer.

Espero que las pocas horas que lleváis en este laboratorio sean de vuestro agrado. Podéis creerme cuando os digo que vosotros estáis aportando más por la ciencia que cualquiera de esos burócratas o engañabobos que reinan en las ciudades. Gracias a vosotros lograré desvelar numerosos enigmas, ascenderé un nuevo escalón en la comprensión de la ciencia. Y la ciencia, como es obvio, lo es todo. Es el cosmos y el vacío, la tierra y el cielo, es lo que explica vuestra necesidad de comer, vuestra agresividad o vuestro impulso para amar. Y también es la causa de que seáis como sois, de que penséis como pensáis, de que actuéis como actuáis. La ciencia es la llave que abre todas las puertas y gracias a vuestra aportación aquí estaré más cerca de completar su construcción.

La voz se detiene, dejando un silencio triunfal para que reflexionéis unos segundos. Dicen que la noche altera las acciones de la gente, que hace que vuestras emociones tiendan a los extremos. Veremos si esto es verdad.

Ariadna observa cómo el pequeño se va por una de las habitaciones y sonríe. Vaya sorpresas las que le esperan...

Se acerca con delicadeza y toma una de las raciones de comida. Ella sabía bien que era necesario que todos se unieran de alguna manera pero la actitud de Owen le parecía de lo más molesta.

- Dime, ¿En qué te basas para decir que eres quien usa la cabeza? No dudo de tu inteligencia, claro que no. Pero es insultante que dudes de la de otros - guarda la ración y se cruza de manos.

- Si logras descifrar ese mapa sería maravilloso, pero deberías dejar de darte ínfulas. No es bueno tener a alguien en un equipo que guste de eclipsar la atención -.

Lucas ha permanecido en silencio desde la respuesta de Keyla, ruda y falta de compasión justo como había esperado. Sentado en el suelo, en un rincón desde el que puede observar los movimientos del hombre de las cicatrices, al que teme, reflexiona sobre el aparente hermetismo de algunos de sus compañeros y el empecinamiento de estos en seguir la ley de la selva al pie de la letra.
No le sorprende la desesperanzada marcha del muchacho, y en silencio le desea buena suerte. Lucas, a pesar de todo, prefiere quedarse. "Aquí, más que en ningún lao, más vale malo conocío...", se dice.
Como si hubiera tomado una decisión ampliamente meditada, y con una repentina y absurda sonrisa, se levanta resoplando y camina hacia las raciones de comida, procurando mantener las distancias con el hombre que, hace sólo un rato, estaba dispuesto a linchar a un crío.

-Este pa'l chache -dice con media amarga sonrisa mientras se pone de cuclillas para recoger una ración y guardársela, gruñendo luego al levantarse.

Entonces se acerca hasta el interfono y pulsa el botón pequeño:

-¡Hay una mojca en mi sopa! -dice con la cara pegada al aparato, y luego se vuelve a sus compañeros con una gran sonrisa, como si creyera que le reirán la infantil gracieta. Luego mira de nuevo al artilugio, esperando algún tipo de respuesta.

Me muevo con paso lento hacia una ración y la recojo. Algo que todavía no he conseguido retirar de mi antiguo organismo. Sin decir una sola palabra y con el mismo paso lento me voy hacia una esquina y de espaldas a la gente me retiro el respirador para introducir poco a poco por lo que queda de mi maltrecha boca la comida, volviendo a colocar el respirador cada vez que termino de meterme la comida.  

Tras dejar de comer me vuelvo a colocar el respirador bien y me vuelvo a dar la vuelta. 

Menos mal que se fue, su tono de voz me resultaba molesto en mis implantes auditivos.- Digo con mi tono neutro refiriéndome a la marcha del niño.

Maldita sea Atlas y todo lo que tenga que ver con ello.

Lucas pulsa el botón del interfono y puede escuchar a la perfección -Si pulsáis este botón el destino de muchos cambiaréis. Junto a este se encuentra un botón de mayor tamaño y color rojo.

¡Venga, de perdidos al río! No vamos a quedarnos aquí quietos sin hacer nada ¿No?

Dijo Will, pulsando el botón rojo con su enorme manaza.

¿Qué? - dijo mirando al techo - ¿Cuando comienza la acción?

Justo después de que Wilfredo pulse el botón una trampilla se abre bajo los pies de Grar y este, incapaz de hacer nada, cae por el agujero.