Partida Rol por web

Un gran Atril se levantaba justo en la sala de actos frente a todos vosotros, erais quince de una promoción de cincuenta y seis los que verdaderamente os habíais podido graduar hoy día.

Justo al lado del atril estaba el capitán de los jueces, Fargo. Era un hombre anciano, con múltiples medallas y de aspecto ciertamente duro, pero se veían que eran sus últimos años y que esta era una de las últimas promociones que se graduaba en la academia de la ley y, que a su vez el vería.

A su derecha había tres jueces, los más conocidos y a la vez temidos de toda Mega Ciudad Uno.

Empezando por el juez Dredd, un hombre imponente y que infundía respeto y temor a la vez, tal y como el mismo decía, era la ley, y la ley es lo más sagrado hoy día. Llevaba el casco puesto, sin retirarlo, vestido con sus mejores ropas de gala y ni una sonrisa se podía ver en su rostro, solo una expresión de seriedad y un gesto de aprobación por cada uno que llegaba por la puerta.

Entre Dredd y el otro juez se encontraba la próxima sustituta de Fargo, la siguiente al mando, la juez Hershey. Llevaba su uniforme de gala, sin casco. Era una mujer de ojos marrones y cabello no demasiado largo, negro. Era la encargada del cuartel general y a su vez manejaba el control de mando, el cual era encargado de no solo mandar misiones a los jueces sino además darles toda la información necesaria para el cumplimiento de esta.

Y, por último pero no menos importante, a la derecha de Hershey se encontraba la más novata del trio pero a su vez había demostrado ser una gran adquisición para los jueces. La juez Anderson, la cual llevaba su uniforme normal al igual que Dredd pero sin casco, al igual que Hershey. Una mujer rubia, de ojos azules la cual se sabía que había entrado en la academia de la ley debido a que se descubrieron sus poderes psíquicos debido a la radiación de las zonas más exteriores a la mega ciudad uno. Fargo y Hershey se miraron con cierta complicidad, a lo cual esta se levantó y se acercó al atril con tranquilidad, dispuesta a empezar el discurso una vez todos habían entrado.

Me acerqué al atril, con las notas en mano y dejando estas en el atril antes de empezar el discurso con el asentimiento de Fargo. 

-Bienvenidos sean todos, jóvenes reclutas, enhorabuena por vuestra satisfactoria graduación. Sois los jueces, jurados y ejecutores del mañana encargados de mantener la ley en la Mega Ciudad Uno siendo una de las mejores promociones de todos los tiempos ya que con una promoción de cincuenta y seis reclutas nunca habíamos tenido una media tan buena con respecto a las estadísticas.-

Con respecto iba empezando el discurso gesticulaba con mis manos y preparaba una presentación holográfica en la cual se veían ciertas imágenes.

-Esta es nuestra ciudad, la mega ciudad uno, donde seréis mañana destinados bajo la tutela de un juez veterano el cual os evaluará prácticamente y de forma muy minuciosa. Se os mirará con lupa, empezando con el uniforme y terminando por vuestra forma de actuar, ya que sois jueces, sois la ley y por lo tanto debéis ser PERFECTOS e infundir respeto a aquellos que cumplan la ley al igual que miedo a los que la incumplan. Se os entregará la totalidad del uniforme y se configurarán unas legisladoras para que podáis emplearlas. Vuestros jueces encargados podrán bloquear vuestro arma para evitar que la uséis en caso de insubordinación, rebelión o que os quiten vuestro arma. En caso de que se cumpla uno de estos tres casos seréis suspendidos y se os retirará el derecho a continuar la evaluación, suspendiendo esta directamente y perdiendo su derecho a ser juez.-

-Y ante todos he de deciros que posiblemente muchos de vosotros no salgan vivos de este adiestramiento, pues no todos están preparados para la lucha contra el crimen como jueces, ya sea por principios o por la propia muerte durante el adiestramiento debido a lo duro que es. Eso es todo. Ahora cedo la palabra a la juez Anderson.-

Una vez Hershey se sentó Anderson tomó su lugar en el Atril para empezar ella misma su propia parte del discurso.

-Gracias a la juez Hershey por cederme la palabra en primer lugar, ciertamente es agradable ver caras nuevas fuera de los jueces que se han unido a la academia de la ley pues, como yo, al contrario que muchos, no era alguien excepcional que yo creyese, muchos de vosotros sois sangre de jueces y pocos no lo son, pero sin embargo he podido ver el potencial en vosotros. Todos hemos sido novatos una vez y he de deciros que no es para tomárselo a la ligera, pues hasta yo estuve a punto de suspender mi evaluación y, como veis, salí airosa frente a la adversidad, siendo incluso esta parte de la evaluación hecha por el propio Dredd hacia mi. ESO es lo que debéis hacer, pues como la ley, sois cambiantes, pero nunca, NUNCA debéis ceder ante la presión, ya sea privada o popular, debéis ir contra la sociedad en más de una ocasión pero nunca por encima de la ley pues todos trabajamos para esta. Muchas gracias.-

Una vez Anderson había terminado su discurso sabía que había llegado su turno de palabra. Levantándose entonces de forma algo brusca y andando hacia el atril, agarrándose a este.

Su cara era de desagrado y su cabeza giraba lentamente de izquierda a derecha, oteando a todos los graduados, siempre con ese semblante serio que se mostraba en su rostro antes de empezar a hablar.

-Todos sabemos porque estamos aquí... TODOS sabemos por que fuimos elegidos para ser jueces. NO SOMOS hombres y mujeres normales, somos seres excepcionales, somos fuertes, infranqueables, inalterables, somos fuertes, duros y ante todo ¡SOMOS LA LEY! ¡Debéis ser el martillo que golpee la sentencia de los criminales! ¡Ya sea para poner a los criminales en los iso-cubos o para imponer la pena capital pues nadie se saltará la ley mientras un solo juez con voluntad quede en toda la mega ciudad uno!

Escucho orgulloso los discursos que me identifican como un juez de pleno derecho.

Las pruebas venideras son un mero trámite: Si he llegado hasta aquí nada podrá detenerme.

Comprendo que la juez Anderson haya estado a punto de fallar, pocas son las mujeres con el arrojo y la valía necesarias para ser juez, para eso son mujeres y por eso el mérito de las dos jueces que tenemos frente a nosotros es grande, aunque claro, contaban con ayuda psíquica, pero yo soy un hombre y nada tengo que temer a las pruebas que nos esperan.

Miro de soslayo a las dos reclutas. Creen que ya han pasado lo peor, pero se equivocan. Ni la marimacho ni la china tienen madera, pero al menos la china está buena.

No digo nada cuando la graduación termina. Me mantengo en posición de firmes hasta que nos dejen descansar.

  Al fin, el tan esperado día había llegado, el día de la graduación. Había trabajado mucho a lo largo de todo mi vida para estar aquí, en este justo momento y al final todo ese duro esfuerzo se vería recompensando. Aunque estaba segura de que lo que había quedado atrás no sería comparable por lo que ahora estaba por pasar. Pues seguramente muchos de los que se encontraban junto a mí acabarían muertos aplastados por la criminalidad de Mega Ciudad, incluso puede que ese también fuera mi destino. 

  Tragué saliva mientras me mantenía firme frente a los afamados jueces que hablaban ante nosotros, provocando que la piel de mi cuerpo bajo el uniforme se llenara de ligeros bultos al erizarse por la emoción del momento. Era una sensación indescriptible, así pues con una débil sonrisa en los labios fui escuchando con total atención sus palabras tratando de coger todos y cada uno de los consejos que pudieran darnos para el futuro desempeño de nuestras obligaciones como jueces.

  Durante una breve pausa llevé la cabeza a un lado y a otro, observando los rostros de aquellos que se encontraban junto a mí. La mayoría de ellos eran hombres fuertes, maduros (aunque había algún viejo), pero me consolaba de alguna forma saber que no era la única mujer que había conseguido llegar tan lejos. Aunque viendo a las dos juezas que se encontraban ante nosotros, el furtivo miedo a un posible fracaso se desvanecía por completo. Daría lo mejor de mí, como siempre había hecho y triunfaría costase lo que costase.

Escucho atentamente los respectivos discursos de tales leyendas entre los jueces, sin poder apartar la vista de aquellas imponentes figuras, representación absoluta de la ley y único bastión que impide al caos apoderarse de Megacity-1. Orgulloso de poderme contar entre los pocos elegidos, dignos de escuchar aquellas palabras, pienso detenidamente acerca del último paso, el sprint final. Quizás aquella fuera la primera y última misión para muchos, tanto por no poder aguantar la presión y fallar miserablemente, suspendiendo al fin con deshonra y vergüenza; o bien muriendo, lo cual demostraría de similar forma la falta de entereza y "estómago" para aquella loable tarea. Pero aquel no iba a ser el caso, iba a mostrar las cualidades necesarias para ser Juez, siguiendo los pasos de padre. *Puede que todos los demás caigan, pero no yo, yo he nacido para esto. Demostraré ser merecedor de la placa y de llamarme a mí mismo "Juez".

Ser Juez. Casi parecía un sueño, el objetivo de toda una vida. Miro lentamente a cada uno de los compañeros que, al igual que yo mismo, habían superado las duras pruebas. Dos mujeres, el resto varones, de más o menos edad, más o menos nerviosos... Mejor o peor preparados. La voluntad de cada uno decidiría finalmente si tenían lo que había que tener, pero no importaba, este es mi momento.

Termina la ceremonia de graduación y, sin apartar la mirada de aquellos jueces legendarios, repaso mentalmente la inmensa tarea que quedaba por delante. La evaluación final.

Después de escuchar la intervención del Juez Dredd, aprovechando que este no le estaba mirando:

- ¿Eres tú John Wayne? ¿O soy yo?

Sentado, la espalda recta, el oido atento y la mirada fija al Podium; inundandose mi ser lentamente con sentimiento de alegría, exitación y ansiedad, exlcamo en mi interior:

- Por fin, el momento con el que tanto soñé... y ahora... Heme aquí, frente a estas enormes y respetables personas, signo y ejemplo de la ley... apenas puedo creerlo... reconozco que el esfuerzo padecido para llegar hasta aquí, bien lo ha valido, pues seguro estoy, que la prueba real, así como la demanda al servicio apenas comienza...

Sumergido en estos pensamientos, sin previo aviso, fuertes y claras palabras emanadas de labios de la Juez Anderson, resuenan en mis oídos:

...NUNCA debéis ceder ante la presión, ya sea privada o popular,debéis ir contra la sociedad en más de una ocasión pero nunca por encima de la ley pues todos trabajamos para esta.

 y así, consejo tras consejo por parte de los Jueces, encontraba un rincón en mi memoria y celo po cumplir la ley, que iban imprimiéndose, una a una en mi ser...

Respiro profundamente recagando mis hombros sobre el respaldo, cuando de pronto escucho a James, preguntaba algo... no se que cosa... pero logró atraer mi atención, provocando en mí un tanto de enojo por la falta de respeto hacia los jueces que se dirijian honorablemente hacia nosotros...me reclino un poco y dirijo una mirada penetrante negativa a su persona...niego con la cabeza en silencio y vuelvo a reposa sobre mi asiento...

Desde mi posición observo y escucho atentamente a los jueces veteranos del frente. Cada uno de ellos, la representación de un principio, de una virtud. Cada uno de ellos, una cara distinta de la misma ley, una leyenda, y un ejemplo. Así como ellos, el deber es la vida, la vida es un deber. No somos ciudadanos comunes. Somos jueces. Orgulloso, permanezco impávido.

James sonríe en todo momento, esta entusiasmado con la idea de entrar en el cuerpo, asiente a cada palabra de los oradores e incluso estuvo a punto de levantarse en mas de una ocasión.

Esto es la jodida hostia, si señor.

Estaba confiado y mi sonrisa lo demostraba, ser uno de los quince que habían conseguido llegar ha graduarse, no podría estar mas orgulloso de mi mismo, solo si mi padre pudiera verme, le daría en la cara con la justicia en mi mano. Aunque realmente el único que me gustaría que me viera fuera mi hermano, este era otro sueño imposible. Pero esos tristes pensamientos no quitarían la sonrisa de mi rostro, no señor, al menos había 4 caritas bien definidas y guapas a las que mirar y eso me daba aun mas confianza, algo que termino con la presencia de Juez Dreed al subir al atril.

-Tio, no veas como impone.-Susurre a quien estaba a mi derecha, inclinándome ligeramente para que su oreja escuchara bien, mientras el Juez terminaba su speech. Al terminar el mi cara se torno seria y mis manos se quedaban firma en mi espalda, sin decir una palabra.

Y que lo digas, parece Goliath, colega.. Shalom, por cierto, soy Scotty. -Le respondió, inclinandose un poco hacia el- 

Scotty tienes razón, ese tio impone mucho...,le dije entre susurros,quiero usar ya ese arma, es una obra de arte.

No seáis chiquillos impacientes e irrespetuosos - les amonesto con seriedad.

¿Vuestra Mamá no os enseñó a comportaros delante de adultos?

Observo o mejor dicho, escucho el incesante cuchicheo de varios de los nuevos jueces, supuestos compañeros en la gran tarea de luchar por la justicia y la ley. Sin apartar la mirada del atril, ni abandonar la posición de firmes, niego con desagrado para mis adentros. *Menuda disciplina, menudo compromiso con la ley... ¿Y estos son Jueces? No van a durar nada. No les daría un arma en la vida. Ignoro como puedo aquella falta de respeto y me centro en lo presente, estar a la altura de las expectativas de tan grandes figuras.

Esta vez era el superior de Hershey, Fargo, el que subía al atril un hombre de aspecto frágil y anciano, pero no por ello menos imponente, agarrado como podía al Atril debido a su avanzada edad.

Una leve tos se podía escuchar con tranquilidad de su aliento mientras comenzaba el discurso al aclararse la garganta.

-Jóvenes reclutas, esta puede que sea la última promoción que vea con mis propios ojos..Cosa que me entristece enormemente.. Sois en vuestra mayoría las futuras fuerzas del orden y la ley y debéis hacer que se respete, aseguraos de que seáis respetados tanto como lo que idolatramos, ese es vuestro deber. Ahora descansad y disfrutad..Esta será la última noche que tengáis de descanso real-

Orgulloso, me mantengo encuadrado, mientras el Superior Hershey habla. Su última promoción. En mi mente se agolpan las palabras. El es una leyenda viviente, un gran ejemplo de lo que ser un juez significa. Sus palabras me llegan, y permanezco aún encuadrado al momento en que se retira. Rompo filas, y casi con lagrimas me retiro con los demás.

Aguante estoicamente mientras escuchaba las conversaciones que había desatado con un simple comentario e hice esfuerzos para no mostrar una sonrisa mas amplia para evitar que los superiores se echaran contra mi, con mirada asesinas. Pero tras el discurso de uno de los últimos y mas respetados jueces termino y dio permiso para relajarse, todo mi cuerpo se agito como un acordeón, como si necesitara mover cada musculo de mi cuerpo.

-Uff... Encantado Scotty, Elias al habla.-Comente apoyado en su hombro y ofreciéndole la mano.

Entusiasmado con lo aquí presenciado y con el deseo de compartir un excelente momento con mis compañeros, me dispongo al festejo con singular alegria...entre pensamientos exclamo:

-wow, que momentos, que momentos, y ahora, antes de los nuevos tormentos mejor me alegro festejando en nuestro evento, jeje... dirigiéndome a todos mis compañeros...

-Un placer mi estimados neojueces, soy Esteven Hall, de Oklahoma... haciendo un ligero movimiento de cabeza y esbozando una sonriza en mis labios, al tiempo que me integro a uno de los grupos de charla que se formaban en el lugar...