Partida Rol por web

Ya estaba tirando para la derecha, pero justo antes de entrar en la caverna freno en seco. No, no, ese camino no puede ser. Me lo dice ese cosquilleo en el dedo pulgar, en el callo que tengo ya hecho de darle al botón de la «X».

—¡Tíos, no! ¡Por la izquierda, por la izquierda! ¡Estoy seguro! —grito y cambio de dirección, directo al camino de los escalones. 

Espero que me hagan caso y me sigan, pero por si acaso miro por encima del hombro a ver si vienen. Que solo no me quiero ir.

Tropiezo, ¡Las chanclas!.¡Lo sabía!

A mi lado, Frances se la pega también, coordinados, como buenos mellizos que somos. Me incorporo a toda prisa, gateo veloz, vuelvo a agarrame de su mano y salimos pitando. 

Sin pensar, reducido a una huida más o menos instintiva, sin tiempo para discutir pero sí para fiarme de su tono de total seguridad, me desvío hacia donde Victor indica, sin soltar a Frances ¿Donde ostias está Kimy? 

—¡¡Victoooooor!!— le llamo mientras avanzo túnel arriba, tras él.  El muy cabronazo ha puesto la directa, al más puro estilo "solo tienes que ser más rápido que tus compañeros".  Un buen enfoque.  

¿Serán esos bichos los espíritus de la selva?

Cuando escuché a lo lejos gritos, empecé a recordar que en el universo de Jumanji también había personajes que nos podían ayudar, perjudicar, distraer y también advertir – ¿George? – Hacía tiempo que no lo veía, años. Pero sin duda era él, estaba igual que la última vez que lo había visto. El verlo igualito me hizo sospechar que quizás Cora si la encontrábamos pues que mantuviera una apariencia parecida a la niña que no pudo escapar del juego o que quizás había crecido, a su manera, en Jumanji.

George venía escapando de algo, a voz en grito. Como siempre. 

Mientras tanto Victor estaba descubriendo la naturaleza agreste de Jumanji, es decir, curioseando en aquel agua estancada. Los demás tratando de moverse en dirección a la que corría el Tarzán de aquella jungla o tratar de escapar de lo que fuera que estuviera persiguiendo a George.

Victor recogió el juego y yo traté de orientarme en aquel lugar – 2 cuevas, seguramente una nos lleve a un lugar más profundo y otro sea la salida – Jumanji nunca te dejaba en un punto muerto, era como un videojuego, por tanto, siempre había opciones. La cosa era dar con la opción correcta – ¡¡¿Qué son esos bichos, George?!! – el zumbido era como una especie de enjambre, podrían ser abejas asesinas como moscas caníbales, o cualquier otra especie de aquel mundo extraño y exótico. 

No me lo pensé mucho y salí corriendo detrás de los demás. Iba por detrás de los chicos, que corrían que se las pegaban. Vi tropezar a Frances, iba a ayudarla pero sí que esta vez estaba Jacob más resoluto y le echó una mano. Iba cerrando el grupo – ¡¡vamos, vamos!! – íbamos a ir por la derecha pero finalmente escogimos la izquierda – si esperabas despistarlas, ya te digo que no – estaban detrás, aunque había cierta distancia con ellas.

– George ¿Por qué te persiguen? ¿Qué les hiciste? – recordando cómo era, podía ser porque les hubiera quitado la miel para desayunar o cualquier razón absurda. Los Jumanjeros no eran muy racionales cuando se les ocurría hacer algo.

«Mierda, mierda... Ni con el vestido me caí de esta manera» protestó tras recibir la ayuda de su hermano, estaba empapada al completo y tener un jean ajustado era la peor pesadilla cuando estás en ese estado. Aún así, estoica como era ella, siguió haciéndole frente a lo que tenían delante, corriendo de la mano con su mellizo. 

Había que seguir la estela de Víctor, que bien corría el condenado. Sin más intentó apurar el paso, era lo único que le quedaba por hacer mientras se iba quitando los bichos estos de su cuerpo. ¡Que asco! 

—Gracias hermanito. 

Por la izquierda. A toda prisa, subiendo los tres o cuatro escalones hacia las profundidades de la cueva de la izquierda. Por la derecha se largó el intrépido George. 

-¡¡Saltamontes parásito!! ¡Y no les hice nadaaaaa!

Seguro…

Corriendo. Frances aprisionada por sus jeans mojados arrancándose de los pelos a sus nuevos amiguitos. Pero hay no que no quiere marcharse, ahí, mordisqueándole en el ombligo. Son muy muy pequeños, apenas dos centímetros, y  muy agresivos y pesados.

A través de una galeria en penumbras vais a parar a otra caverna. Detrás se escucha el siniestro zumbido, más flojito, sin duda os persiguen esos saltamontes, pero en menor número. Hay segundos entre vosotros y ellos.

En frente, una construcción de piedra grisácea, senejante a una torre, de como diez metros de altura y uno de diámetro. Con unos salientes provocadores a los lados, sobresalen medio metro por banda, a una distancia de uno a otro de algo más de lo que mide Jacob. En derredor, una apagada luz lo cubre todo de cierta luminiscencia. Piedras, rocas, más troncos podridos. Paredes húmedas.

El zumbido que se aproxima.

-Psss…Psss- una voz raspos os llama la atención a un lado.

La figura está situada sobre una columna partida, a una altura de un metro del suelo. Como si fuese una estatua, un busto.

-Chicos…Sacadme de aquí…-suplica con voz lastimosa.

—Qué coña que hemos tenido. Una suerte que resbalase y no me quedara otra que seguir el camino superior.  Tenía sentido, ahora que lo pensaba, los saltamontes parásitos seguían a George y nos hubiésemos puesto por medio.

Frances tiene problemas, ahora que me fijo un poco más.  Puto Jumanji y su puta fauna hiper agresiva.  

—¡Ahg! Frances. Tienes pececitos monstruosos encima.  Unos bichos feísimos que le quito de encima pegándoles con la parte metálica de mi "arma".  Luego los chafo en el suelo. O lo intento, que los muy cabroncetes no sueltan la carnecita de mi hermana.

—No podemos perder tiempo, los saltamontes pueden volver y... ¡Joder! ¡Un zombi!  O medio zombi, mejor dicho. Asqueroso y putrefacto.  Pero me sentía bastante comprensivo con sus rollos de no-muerto

Lo agarro de la parte de arriba de la cabeza y me lo llevo conmigo, como quien lleva una pack de botellas de agua mineral.

—Te vienes con nosotros. Ya nos cuentas tu historia cuando no estemos cerca de los parasitomontes.  Y cuando hayamos acabado con esos peces de ahí ¿Sabes alguna manera?

El tipo de verde te mira sin comprender qué le preguntas- Creo que antes era como como tú. No me acuerdo. Echo de menos el sol. Su calor, su luz. Su calor, su luz. 

Sus ojos ruedan. Se quedan en blanco -¿Los parasitomontes? -los ojos regresan a su posición más normal. Se le van cayendo trozos de hierba y raíces conforme Jacob lo mueve. -La playa. Recuerdo la playa. Las olas, la arena. 

Corriendo. Había olvidado que Jumanji era un juego en el que no parabas de correr. Siempre en tensión, siempre a la expectativa. Victor había hecho una tirada y ya estábamos huyendo de algo y lo divertido era que no iba detrás de nosotros, pero que al estar en medio pues debíamos de salir corriendo. Así era Jumanji, si no corrías por un motivo, lo hacías por otro.

A Victor lo había mordido algo en los dedos cuando había metido la mano en el agua. Y Frances parecía que al caerse en la cueva, algo se le había metido entre la ropa. Sin duda aquella fauna era agreste, respondía con hostilidad. No habíamos entrado con buen pie.

– Puede que el juego nos esté haciendo correr para simbolizar el avance de tantas casillas – la tirada de Víctor había sido muy buena, la ficha había superado 19 casillas y básicamente aquella carrera podría constituir la suma de aquellos dados.

Pasamos al lado de una caverna, mugrienta y con musgo y de repente, un ser mezcla de piedra y algo más, habló – ¡¡La hostia, qué susto!! – Jacob había dicho "zombi" pero no se parecía, además hablaba y se comunicaba en nuestro mismo idioma – ¡Hola! – Jacob había intentado cogerlo como si fuera una bolo pero aquel ser parecía que pesaba bastante y ocupaba también lo suficiente como para pretender llevarlo con una sola mano – espera que te ayudo – traté de desplazarlo de donde se encontraba – no tires de la cabeza, haber si se la partes. Con cuidado – aquel ser igual podía orientarnos, quizás fuera una ayuda del juego – puede tener relación con tu casilla, Victor – igual era uno de esos espíritus que necesitaba ser liberado.

El ser parecía que antes de convertirse en lo que actualmente era, antes había sido humano, con piernas y brazos – Yo soy Kim, pero puedes llamarme Kimy ¿Cuál es tu nombre, llevas mucho tiempo aquí?

-Kimy. Kim. ¿Cómo Kim de la selva? O algo así. -El zombie que no era puso cara de reflexión, intentando recordar. En silencio, mientras lo sacáis de la columna. 

-No me acuerdo de mi nombre. -se fija en el juego que lleva Víctor bajo el brazo.- De eso sí. La playa. La arena. Los tambores. -De pronto, parece que se va a poner a llorar. -Los tambores...-Mira hacia la torre de piedra. -Me dejaron aquí...

Pestañea repetidamente, recuerda. Se le cae más musgo, que es su cuerpo. -Esta es la cueva de los espíritus. Están allí arriba. Qué mal. ¿Kimy? Hola, Kimy.

No freno la carrera hasta que no llegamos a la nueva caverna con la torre esa rara. He corrido ahí dándolo todo, como cuando andaba en la carrera y perdía el bus y no tenía pasta para ir en taxi, que echaba a correr como si me persiguieran los parasitomontes estos de mierda. En fin, que no me paro, pero sí que voy algo más despacio para que los demás puedan alcanzarme mientras voy mirando alrededor. 

—Joder, tíos —digo, aún impresionado por todo—. Esto es una puta pasada. Tendríamos que haber montado un directo con esto, todos con go-pros en el pecho. Puf, nos habríamos forrado, os lo digo. Oye, estáis bien, ¿no? —pregunto, mirando hacia atrás—. ¿Y qué es esa cosa rara parlante? Da un mal rollo que lo flipas. Ey, cosa, ¿dónde dices que están los espíritus esos? Porque se supone que los tenemos que liberar, ¿no?

Estaba bien dentro de lo que se podía esperar, pero Frances ayudó a su hermano a quitarse esos bichos asquerosos del cuerpo. No solo le hacían doler sino que le daba repulsa y con ese tipo de sensación si que no podía. Además su mellizo—la versión bruta de ella—los destrozaba cuando se los quitó y la joven intentó no mirar por la impresión. Estaba complicada con eso. 

De todos modos sin despegarse de su hermano, escuchó la voz de ese busto y alzó una ceja, quizás sirva para algo y la idea de llevarlo no era mala. Solo que Kim se encargó de ello, aunque no le soltó la otra mano a Jacob. Ya había tenido un comienzo un tanto malo y estaba un poco perseguida con el entorno del juego está vez. 

—No sé cómo estoy, ni sé si quiero levantarme la camiseta—respondió a Víctor—. Oye, tú. ¿Sabes algo? Cuenta. 

La pregunta fue la mujer piedra/estatua/busto. 

—Arriba, entendido — ahí habría algo de sol, seguro.  Además de los espíritus que había que liberar.  Me viene bien la ayuda de Kimy, me dejo ayudar sin problemas, pensaba que el muerto sería más ligero pero todo el musgo y la humedad le hacían mucho más pesado.

—Habría estado genial grabarlo, puede 

Víctor.  Me sonrío al oírle. Solo me apetecería ver ese video de salir todo bien. No creo que (casi) nadie pagase por vernos cagarnos de miedo antes de palmar.  Veo también el juego en sus manos, tipo listo. No había pensado en eso, hay que ser gilipollas.

—Mira, tío... uh... tía —Me dirijo al zombi no tenía muy claro su género, aunque había asumido masculino. 

—Vamos arriba a tomar el sol y nos vas contando cosas.  Si quieres o puedes acordarte. ¿Cuando jugaste a Jumanji, colega? ¿Entraste con otros jugadores o tu sólo?  No olvido la presencia cercana de los gusiluces voladores.  No mola tener enemigos a la espalda, tan cerca.

Frances, con reparo y asquito, se levanta un pliegue de la camiseta. Ahí está el bichín ese, igual que una sabandija, chupando la sangre de la chica. Lo pillas de la cola y...y haces con él lo que quieras. Frances tiene varias pequeñas marcas de los mordisquitos en torno a su ombligo y en medio cuerpo. 

-En lo alto de esa torre. -dice el tipo de verde, se encoge de hombros, más musgo se derrama- No se que hay que hacer, y si lo sabía, ya no me acuerdo. ¿Me podéis salvar a mí? ¡Liberad a Willy! -grita de pronto, repentinamente alegre y sonriendo. Y luego regresa a su mutismo, del que sale cuando recibe las preguntas de Jacob. Su cara sigue siendo de perplejidad.

-No se. Éramos más. Creo que sí. !Mary! Había una Mary. Creo que soy un chico. ¿No? Miró hacia abajo, y al no ver su cuerpo, se desmayó del susto con un aggghhhhh agudo. Plof.

Y en eso, que una tropa de los saltamontes parásitos, o parasitomontes, aparece por el mismo pasadizo que momentos antes vosotros. Unos cuantos, revolotean, aquí, allá, como buscando. Todavía a varios metros de vosotros. 

—Joder, espera — me golpeo la frente —no hay salida de aquí.  Estamos en una casilla, la de la gruta. Hasta que no resolvamos la quest no podemos salir.

Lo cual hacia algo más difícil el juego. Como si no lo fuera suficiente de momento.

—Bueno, vamos a liberar a esos pavos.  Luego ayudaremos a este colega, si podemos.  Me estaban bajando los niveles de taurina en sangre y me iba a empezar a aplatanar de un momento a otro 

—Fijate bien en este medio zombi, victor.  Puede que si no nos pasamos el juego acabemos así, caducados.

Lo peor de no ser Lara era que las cosas dolían. La otra vez, los caníbales me hicieron cachitos y simplemente respawneé.  Ahora ser zombi sería una puta agonía, estaba seguro

—Vamos, a trepar.  Mmm.. vosotros primero, venga, la pared no se va a trepar sola.

¿Podré arrancarle la cabeza a mi colega zombi? Así pesaría muchísimo menos.  Tiro un poco a ver si cede,  me parece que se desmenuza con facilidad.  Luego de eso, subo.

Seguimos corriendo hasta otra estancia, más espaciosa, hay una especie de montículo que subre. Escuchando al hombre de musgo, parece que aquel ser era un antiguo jugador porque ha recordado a otra persona, una tal "Mary". También ha hablado de "subir a lo alto de la torre"

Trataba de relacionar todo los que nos había dicho con lo que habíamos visto y dónde estábamos. Cuando un zumbido nos descubrió la presencia, aún lejana pero acercándose, de los escarabajos que perseguían a George, que por cierto el Tarzán de Jumanji no se encontraba allí – ¿Adónde ha ido George? ¿Se fue por el otro camino? – impresionante, tratábamos de huir y a quién habíamos perdido de vista era a George y para colmo quienes lo perseguían nos habían seguido a nosotros.

– Una torre, liberar espíritus, está claro, no? Hay que escalar esa torre – entre esas iba pensando que igual los escarabajos eran más habilidosos para transitar en llano, saltando y saltando, avanzando fácilmente entre saltos pero que igual se ralentizaba su progreso cuando tuvieran que ascender aquella torre – Vamos, hay que subir – incluso Jumanji daba pistas, busqué en la base de aquel montículo algo que sirviera de escalón o que hubiera alguna escalera o cuerda. Pero tras dar varias vueltas no hallé nada que pudiera servirnos

Estaba muy asqueada con esos bichitos, más aún cuando sentía que en todo su cuerpo quedaron las marcas de su paso y recorrido por la piel. Vaya a saber si eso traía alguna consecuencia en el juego, le preocupó y al no ser un personaje, estaba claro que lo vivía ella. ¿Le quedarán las marcas? No lo sabía. 

Después cuando el busto habló, alzó una ceja y creyó que era un buen momento para hacer una pregunta. Había visto a una Mary, quizás se encontró con Cora o tal vez el personaje que ella tenía, uno que no recordaba su nombre. 

—Will. ¿Conoces a Cora?—preguntó ilusionada. 

Pero tampoco podía dar demasiado la lata, tenía que subir ahora mismo y eso fue lo que hizo Frances. Esta vez como si fuera spider-Gwen en cuestión de segundos, al menos una buena tras haberse dado de bruces contra el suelo. 

—Qué asco esos bichos —comento, viendo Jacob le ha quitado a mi amiga de la tripa—. A mí me mordió uno el dedo, son unos cabrones. 

Luego me fijo en la chica torbellino. 

—El fulano ese que gritaba se fue por la derecha, casi todos los bichos lo siguieron a él. Este es el camino bueno, lo dice el coso ese, Wally, que hay que liberar los espíritus y tal.

Me dio escalofríos lo que me dijo Jacob, acabar como esa cosa, no, no quería acabar así.

—Tío, es como los hinchados de The last of us, ¿qué vas a hacer con él? Como lo lleves a casa y lo pille Ñam Ñam, está listo. —Entonces me doy cuenta de algo—. ¿Y cómo se sale de aquí, eh? Si ya habéis estado y salisteis… ¿cómo se hace?

Me paro al llegar al pie de la torre y miro hacia arriba. No parece muy complicado. Así que me meto el juego en la sudadera y la cierro bien para que quede protegido. No pienso perder la caja esta ni de flus, la necesitamos seguro. Después me fijo en cómo lo hace Frances y empiezo a subir tras ella. Cómo trepa la tía, no sabía que se le daba tan bien. ¿Hará escalada? Nunca hemos hablado de eso. 

—Eh, Fran —digo, con una risa—. Vaya como trepas, Spiderwoman.

Miro a los que se están quedando rezagados. 

—Venga, tíos, subid, no nos separemos.

O a lo mejor es que se quieren quedar solos un momento para recordar viejos tiempos. Me parecería bien si no estuviéramos en un sitio tan raro, pero aquí me da mal rollo dejarlos muy atrás. 

Spiderfrances trepó con inusitada rapidez y habilidad, con las ideas muy claras. Lo mismo que Víctor, el guardián del juego, que le va a la zaga. Tal vez los sinuosos movimientos de los jeans de su amiga estimulen su afán de alcanzarla.

Total, Frances trepó y trepó y la cima de la torre alcanzó. Tras ella, su colega, resoplando, llegó. Ambos dos notáis frío, mucho frío, envuelto en una bailarina nube de niebla. 
Pero frío de verdad, de castañear los dientes y tiritar.

Abajo, la expareja se encuentra con problemas. Jacob el Salvaje le arranca la cabeza al chicomusgo, que la quiere para el llavero, vaya manera de tratar a un jugador de Jumanji atrapado en el maldito juego. Si es que lo era, un pobrecito gamer. ¡Y si alguien maltrataba así a Cora! Ni siquiera Vrajito es tan cruel. Menos mal que el zombi sigue inconsciente, por eso tampoco respondió a ninguna pregunta más. 

Por otra parte, los bautizados parasitomontes se entretienen con el torso de musgo y raíces en el suelo, investigando, comprobando su calidad.

Ni Kimy ni Jacob escalan con arte. Resbalan y se caen de culo. Un nuevo intento y nada. Y a  la puentingwoman no se le da bien encontrar pistas, huellas, resortes. Le faltan los stats de Indi. Por poco hasta se marea de tanto buscar y nada encontrar.

Lo malo es que los bichos dorados se han aburrido de tanto musgo y enfocan su interés en la parejita en tierra  Y a por vosotros que van. *

Arriba, en la cumbre de la torre de los espíritus, no solo hace un frío que hiela hasta los pensamientos, sino que el silencio es sepulcral. Y os dais cuenta de que por algún motivo desconocido, habéis perdido el sentido del oído. No podéis oír vuestras voces. Ni la propia.

Entre la niebla que se despeja, veis lo siguiente.**