Partida Rol por web

-Narieth, es una gran historia y fue una buena aventura, ya tendremos tiempo de contarla pero dime que hace una Elfa por estas tierras, apuesto a que tambien tienes grandes aventuras.

Heruwyn de forma delicada comenzo a comer de los alimentos entre ellos el Jabali que era de sus favoritos aunque preferia cazarlos ella, y bebia vino mientras platicaba con la Elfa, bromeando ocasionalmente con sus compañeros haciendo referencias a la aventura pasada.

Escucho las presentaciones de mis compañeros todavía abrumado por lo que veo a mi alrededor, no hago ningún ruido como si de esta forma pudiese pasar desapercibido pero mi corazón late violentamente, noto como la sangre corre por mis venas a toda velocidad y mis nervios están en tensión, aún no nos hemos sentado a la mesa y ya estoy deseando que acabe esta recepción, me encuentro como un animal salvaje atrapado en una jaula de metal.

Miro al resto de personas que hay en la sala, me llaman especialmente la atención el rey, por su noble porte, y la elfa, que parece que irradia un halo de misterio. En ese momento aparece una sirvienta invitandonos a seguirla, parece que va a empezar la comida.

Comparto mesa con mis compañeros, el guardia real que nos trajo la invitación al evento y la elfa aunque diría que se conocen y no se llevan bien. En la mesa hay numerosas viandas al cual más apetitosa pero me obligo a mi mismo a comer y beber con mesura ya que estoy en presencia del rey no en una taberna barata como las que suelo visitar.

La elfa comienza a hablar, sus palabras suenan ultraterrenas en mis oidos, nunca había visto a nadie de su raza y me parece enigmatica y atemporal, dudo si contestar pero veo que Heruwyn con gran desparpajo se me adelanta y espero impaciente la contestación de la desconocida.

La sinceridad frontal de la guerrera rohir me deja en silencio unos segundos. Espero a ver si alguno de los demás presentes responde a mi pregunta, pero veo que todos coinciden con su compañera, y comen mientras me miran interrogativamente.

Parece que, como me temía, una elfa en la corte del Rey de Rohan supera a cualquier otra historia...

- Bien, entiendo que una elfa quizás es una presencia más extraña que la de un troll en estas tierras -empiezo con cierta ironía-. Heruwyn (corrígeme si he entendido mal tu nombre), he venido a Edoras como muestra de amistad de los elfos. Habito... habitaba el que llamáis el Bosque Dorado, denominado Lothlórien por los míos. Pero mis Señores se preocupan por los asuntos de aquellos reinos que prefieren la luz a la sombra, y han tenido a bien enviarme como muestra de buena de voluntad y ayuda, al servicio del Rey Thengel y la Reina Morwen. Por ahora he tenido el honor de servir de maestra en lenguas a las hijas de de ambos. Han querido perpetuar el conocimiento del sindarin entre los suyos. Así que podría decirse que soy una profesora más que una diplomática...

Dejo caer esta última frase con cierta melancolía, mientras tomo una copa de vino tallada en vidrio. Mirando a su interior, como si mirara el fluir del Nimrodel, añado en un tono más bajo:

- ...pero mi corazón empieza a añorar recorrer los campos abiertos y sentirme útil, tal y como hacía en mi hogar antes de convertirme en una figura solitaria en un país extraño...

Sunnifa, había quedado encandilado con ella. Desde hacía un tiempo durante mis presentaciones, comenzaba a darle más participación a las canciones sobre mujeres que a las que contaban grandes gestas o paisajes lejanos. Ya no era el niño entuiasmado por las historias de héroes y monstruos, ya estaba teniendo otros "intereses". Pero volví a mi naturaleza de niño cuando me senté en la mesa con la elfa. Si bien cualquier hombre se interesaría más por la belleza élfica que poseía, en mi pudo más el afán de conocer las historias y canciones que el pueblo de las estrellas se contaban en las fiestas que celebren. El "niño Dengal volvía y dejaba de lado al "adulto Dengal".

-Mi estimada Narieth, ser extraño en otra tierra no siempre es tan terrible como nos cuenta, piense en los relatos que puede escuchar y las historias que puede narrar. Una estadía fuera de casa es un gran intercambio de anécdotas, y la música siempre ayuda a no ser invadida por la melancolía. El destino quiso que justamente se encuentre con el mejor juglar de estas tierras, jeje- dije visiblemente interesado en conocer sobre la cultura de Lorien.

Cuando la elfa contesta a Heruwyn siento cierta empatía hacia ella, a veces yo también noto el pesar de la distancia de mi tierra, del trato con mi gente, mis amigos, mi familia... esto hace que me decida a romper mi mutismo y participar en la conversación.

Me dirijo a Narieth con voz tranquila -Como bien dice Dengal, ser extranjero en otra tierra no siempre es malo. En mi caso vengo de las lejanas tierras de los beornidas pero aquí me he sentido acogido, el pueblo de Rohan es honorable y leal y una vez que te ganas su amistad sientes que siempre podrás contar con ellos. Tomo un pequeño sorbo de mi copa y miro a la elfa a los ojos. -Cuando estás acostumbrado a vivir en una región de bosques se hace extraño vivir en la Marca, pero sus praderas infinitas y sus suaves colinas tienen un encanto especial y poder galopar por ellas con el viento en la cara no tiene precio. Cuando termino de hablar desvio mi mirada hacia mi plato y continuo comiendo con parsimonia.

Me complace recibir comprensión y simpatía por parte de estas gentes. Parece que ellos mismos eran extraños hasta no hace mucho, pero que poco a poco han ido encontrando su lugar en estas tierras. Incluso aquellos que han nacido en Rohan son, en verdad, jóvenes que han de labrarse su propio nombre. También ellos tienen dudas sobre su papel en la historia de este reino.

- Gracias por vuestras palabras de apoyo - les digo con sinceridad-. Espero realmente vivir historias dignas de ser contadas entre estas gentes -añado mientras abarco toda la sala con un gesto de la mano-. ¡Quizás sea usted mismo, maese Dengal, quien las recite en este gran salón cuando yo ya no esté! 

Río con un timbre claro y cantarín. Aunque algo se remueve en mí al mencionar ese futuro en que pueda volver a Lórien. Pero por ahora tengo un encargo que cumplir, y una larga tarea por delante. 

- Las gentes de Rohan tienen un carácter distinto al de mi raza, pero como bien dices Barald, son gente noble. No me siento a disgusto, sólo quizás... -necesito unos instantes para buscar una palabra adecuada en Oestron, algo referido al paso del tiempo sin cambios- ...¿aburrida?

- Pero por favor, basta de hablar de mí. No me negarán que ustedes forman un extraño grupo. ¿No me contarán algo sobre su amistad antes que acabe el ágape?

-Lo que yo te puedo decir es que tal vez nuestro grupo no sea tan convencional, pero si tengo que enfrentar la oscuridad, sin duda no desearía a nadie más que a estos mis hermanos de combate.

-sobre sentirte útil, deberías venir a entrenar con nosotros alguna vez, seguro aprenderás algo y puedes enseñarnos también, además podemos hacer una competencia de lanzamiento de algún arma como puede ser una lanza, y así conmemorar aquel golpe portal que recibió el Troll.     

El almuerzo transcurre con total tranquilidad y mientras que la mayoría de vosotros habláis con Narieth e intercambiáis historias, sobre todo de vuestra cacería del troll, Eothred se dedica a hablar con su tío Owan sobre asuntos familiares. Una vez que todos habéis terminado de comer, el Rey Thengel se aclara la voz y habla en un tono alto para que todos escuchen.

-Raras veces tenemos el honor de que en nuestra mesa haya una reunión de guerreros unidos por el mismo espíritu aventurero y que provengan de lugares tan diversos -os dice el Rey mirándoos para luego girarse hacia el príncipe- Théoden, hijo mío ¿Hay alguna pregunta que quisieras hacerle a nuestros invitados?

El joven heredero de la Marca adopta una postura pensativa y se queda un instante en silencio hasta que finalmente habla.

-Si, hay algo -comienza a decir Théoden- Quisiera hablar sobre las cualidades que debe poseer un hombre… o mujer -corrige al ver a Heruwyn y a Narieth- de valía ¿Cuál virtud debería ser la principal?

Al escuchar las palabras de su hijo, la Reina Morwen interviene.

-Théoden, no creo que esa pregunta sea apropiada -le recrimina amablemente a su hijo- Nuestros invitados pueden temer a dar su opinión, y no les faltaría razón, sobre todo si se trata de instruir al Rey y al heredero de Rohan sobre las virtudes.

-Nada de eso -interviene el Thengel- Nadie es tan sabio como para no poder aprender algo nuevo, da igual que sea niño o rey -agrega el Señor de la Marca para luego centrar su mirada en vosotros- Hablad libremente, amigos míos ¿Cuál pensáis que es la mayor virtud de un hombre? ¿Es la valentía tal vez, o la sabiduría? ¿La generosidad o la honestidad?

Tras haceros la pregunta, el Rey os mira atentamente esperando vuestra respuesta y vuestros argumentos.

Heruwyn se levantó de su lugar para contestar al joven príncipe

-Mi rey y mi príncipe, una de las virtudes más importantes es la sabiduría, conocer y aprender de todas la experiencias que vivimos asi como también de las experiencias que han vivido nuestros compañeros, aprender que todo conocimiento es útil solo hay que saberlo aprovechar, también es saber cuándo no contamos con el conocimiento o habilidades y pedir ayuda a nuestros compañeros, sobre todo saber tomar los consejos de otros y entender que nunca terminaremos de aprender, si mi rey me lo permite ya alguien me acompaña con guitarras o percusiones me gustaría cantarles un viejo poema.

Doy sabiduría y confianza al sencillo. La boca sabia del justo emite justicia y su lengua verdades. Sus pies  jamás resbalan. Su corazón se expresara con sabiduría y la ejerce con inteligencia. Su lucidez es brillante, jamás palidece. Al amar la verdad en lo íntimo, aprendo tu sabiduría en secreto. El conocimiento y buen juicio que me das con tus mandatos, me da confianza y seguridad ante mis enemigos a quienes enfrento con seguridad y temple.

Mi propósito y mi tema es adquirir sabiduría y disciplina para poder discernir palabras de inteligencia. Clamar en las calles tu sabiduría y en lugares públicos levantar su voz. Brotan de sus labios la sabiduría, conocimiento y ciencia, cuida el sendero de los justos, reserva su ayuda para la gente integra y protege a los de conducta intachable. Solo con eso se comprende la justicia, el derecho y la equidad.

La sabiduría que te doy vendrá a tu corazón y el conocimiento te endulzara la vida. La discreción te cuidara, la inteligencia te protegerá. Ella te librara del camino de los malvados y de los que profieren palabras perversas, de los que se apartan del camino recto.

Dichoso el que haya mi sabiduría, el que adquiere inteligencia, porque ella es de más provecho que la plata y rinde más ganancias que el oro, vale más que las piedras preciosas, ni lo más deseable se le puede comparar.

Con la mano derecha ofrece larga vida, con la izquierda honor y riqueza, sus caminos son placenteros y en sus senderos hay paz. Ella es árbol de vida, dichosos los que la abrazan, dichosos los que la retienen.

Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia, no olvides mis palabras ni te apartes de ellas, no abandones nunca a la sabiduría  y ella te protegerá, ámala y ella te cuidara.

Adquiere sabiduría pues es lo primero y sobre todas las cosas, adquiere discernimiento. Estima a la sabiduría, y ella te exaltara, abrázala y ella te honrara, te pondrá en la cabeza una hermosa diadema, te obsequiara una hermosa corona. Cuando camines no encontraras obstáculos, cuando corras no tropezaras, aférrate a la instrucción, no la dejes escapar. Tú vida será más larga y tu senda la correcta. Cuídala bien, que ella es tu vida.

Terminando de Cantar y antes de sentarse en su lugar nuevamente, Heruwyn agrega.

-Claro que siempre le viene bien la valentía a tu corazón para que junto a la sabiduría siempre saques partida en cualquier situación.

Todavía asombrado por la intervención de mi compañera, me levanto timidamente y le hago una leve reverencia al Rey. -Con su permiso Majestad, antes no he tenido la posibilidad de presentarme, mi nombre es Barald Viento de Lanza, provengo del pueblo de los Beornidas y en el tiempo que llevo viviendo en la Marca he aprendido a apreciarla igual que aprecio mi tierra. En Rohan he descubierto sabiduría y he encontrado un gran tesoro que son estos amigos con los que comparto mesa. Respiro profundamente para recuperar el aire y continuo -Quería aprovechar para agradecerle su invitación, es un gran honor para mí poder estar hoy aquí. Una vez que termino de decir esto le vuelvo a hacer otra leve reverencia y le presto mi atención al infante.

-Mi principe, hay muchas virtudes que hacen a un hombre alguién de provecho, cada persona tiene una que considera más valida que las demás, para mi es la perseverancia. La perseverancia te hace levantarte cuando caes, te hace seguir cuando crees que no puedes más, evita que te rindas frente a un problema al que no ves solución, te permite ayudar a la gente que quieres cuando ven su futuro oscuro. hago una pequeña parada para escrutar el semblante del niño. -Pero para ser una persona de valía tienes que tener un poco de muchas características, hay que ser valiente en la guerra pero reflexivo en la paz, hay que hacer cumplir la ley pero a veces hay que ser magnanimo, aprender de cada persona con la que te cruzas en el camino, intentar cada día ser un poco más sabio que el día anterior. Guardo silencio dudando por un momento si es conveniente dejar aquí la conversación o continuar con ella a riesgo de meter la pata. -Mi principe, os contaré algo de mi tierra, el hombre que nos guía se llama Beorn, no es un rey pero lo seguimos porque es justo con todos sus subditos, no solo con los ricos o poderosos y es inasequible al desaliento, cuando más grande es un problema más se esfuerza por superarlo y nunca deja nadie atrás. Le hago una leve reverencia al infante y me dirijo de nuevo al rey. -Majestad, si en algún momento me he excedido o he dicho algo inapropiado ruego de corazón que me disculpeis, soy un humilde hombre que está acostumbrado a dormir sobre la hierba y pasear por los bosques, no soy una persona culta ni instruida. En ese momento dejo de hablar y  me vuelvo a sentar con un poco de verguenza al haber sido el centro de atención de toda la sala y con la duda si habré ofendido al rey.

Me levanto tras Barald, y me acerco al estrado donde se sientan los reyes. Miro al príncipe Théoden, y no puedo dejar de pensar en sus hermanas. Me cuesta entender cómo debe pensar y cómo debe sentirse: su papel en la corte es otro del de las hijas, y yo sólo he tratado en la intimidad con ellas.

- Mi príncipe, no hay una cualidad que haga mejor a alguien. Es la persona quien hace buena la cualidad. ¿Es el valor deseable? Depende de si se usa para superar una injusticia, o para abocar a alguien a una derrota ineludible. ¿Es la sabiduría necesaria? Si la prudencia y la necesidad de conocimiento llevan a alguien a la inacción, entonces toda la sabiduría del mundo puede ser una característica inútil, pero que la ignorancia. El buen uso de vuestras cualidades las hará valiosas, no al revés.

Me siento con la sensación que no he respondido a la pregunta del chico, y que la tendencia de los elfos a dejar a cada cual escoger su respuesta no es entendida entre los mortales de la misma manera. 

"Un elfo que habla en puzles. Me sorprende que me sorprenda"

Asiento a todas las palabras de todos mis compañeros y a los de la elfa. Pero me pongo en pie para hablar, serio y ceñudo.

- Mis compañeros hablan con inteligencia. La sabiduría y la tenacidad son deseables; así como tener todas las virtudes posibles, mas raro es eso de cultivar en los hombres, cuyo destino es la muerte. Tal vez los reyes del lejano Númenor, o los antiguos reyes de Gondor y Arnor tuvieran tiempo de ser al tiempo sabios, valientes, prudentes y más. Pero si hay una cualidad decisiva para un hombre, yo, Galadan, Guardián de la Torre Blanca, lo tengo claro: la honestidad. Pues el mentiroso acaba con la más básica de las fundaciones de la civilización, que no es otra que la confianza en sus semejantes. Para un mentiroso, la sabiduría es útil en beneficio propio; la perseverancia, algo deseable en sus estafas; y guardáos de aquel que es al tiempo bravo, astuto y falso, pues es un peligro para los demás. Sin embargo, el que es inhábil con las armas, al menos valdrá algo si solo dice la verdad; el que no sea muy brillante tendrá el respeto de los suyos si no envenena su lengua con falsedades. La honestidad, príncipe Theoden, es en la opinión de este gondoriano la única y auténtica virtud que un hombre ha de tener.

Ya había acompañado a Heruwyn con mi mandolina cuando ella habló, así que luego de que Galadan dio su parecer, di un paso adelante y continuando tocando mi instrumento, comencé mi recitado:

-Con permiso su majestad,
quiero ser el siguiente en hablar,
ya que en esto no tengo par,
mi elección es la lealtad.
Todo esto lo digo con humildad.
Leal, no sólo para con los demás,
sino con uno mismo es lo principal.

Lo primero es la lealtad
con ella se puede ir
hasta el punto de morir
en bien de la humanidad.
Lo prueba la realidad
la historia lo ha demostrado.
Aunque sea muy preparado
el hombre y capaz de todo
la cuestión se vuelve lodo
si su lealtad le ha faltado.

Buena es la disciplina,
la sabiduría, la honestidad;
también la tenacidad,
la constancia y la doctrina.
Pero si no se camina
con firmeza en lo pactado
el asunto ya acordado
se volverá falsedad;
cuando falta la lealtad,
entonces todo ha faltado.

De aquel compañero leal
se puede hacer un campeón
en la dura represión
o en la batalla real.
Esto es lo fundamental
lo que el éxito asegura.
Y no hay mayor hermosura
en el triunfo o la derrota,
que ver la lealtad que brota
en medio de la bravura.

La lealtad es lo primero.
sin ello no hay solución;
cualquiera organización
es llevada al matadero.
Al sujeto traicionero
hay que saber aplastar,
a tiempo, sin esperar
a que el daño se propague,
para que el pueblo no pague
lo que no debe pagar.

Mientras la mayoría de vosotros dais vuestras opiniones, Aldor se mantiene en silencio, en parte porque no se siente cómodo hablando en la corte y en parte porque se da cuenta que el Rey no busca una respuesta en concreto sino que simplemente os está evaluando.

Tras escuchar vuestros argumentos, el Rey se gira hacia Théoden.

-Y tú, hijo mío ¿Cuál crees que es la mayor virtud?