Partida Rol por web

Miro a Gálmód con la mirada que normalmente usaba para contemplar la otra ribera del Anduin, cuando estaba de vigilancia en Lothlórien: veo calma y tranquilidad, un lugar amigable y acogedor, vital en su esplendor reluciente. Pero también veo el paisaje por el que, en cualquier momento, puede venir el más terrible de los enemigos, una planicie por la que poder pasear descalza y sentir la hierba en los pies... pero también por la que pueden avanzar a gran velocidad las botas de hierro de mis adversarios.

El jinete nos ofrece su ayuda, y estoy segura que es sincera. Pero también veo a un hombre cuyo poder reside en algo más insidioso que la de la espada, y espero que su alta visión de lo que la Marca necesita no se retuerza en el futuro.

- Guerreros y viajeros decís, maese Galmod. Y no os falta razón. No, no somos hombres de Corte ni consejeros de afilada mente. Pero quizás por eso precisamente nos han escogido el Rey y la Reina, quizás precisamente por eso nuestra palabra es de fiar. Porque cuando las fuerzas de los Mariscales choquen y viertan sangre de Rohan, nosotros no estaremos ociosos, discutiendo sobre un mapa las opciones que tomar. Nosotros ensillaremos nuestras monturas, y cabalgaremos hacia la refriega, y arriesgaremos nuestras vidas para detener a los insensatos. La sangre derramada de los orgullosos no hará crecer a Rohan. Sólo aquellos que pongan el honor de la Marca por delante de su voluntad individual, harán grande vuestro reino. En estos momentos se decide si los jinetes quieren convertirse en un grupo de tribus peleando entre sí, o en un gran reino de hermanos de armas que puedan confiar en los suyos como una familia.

.-Soy guerrero. Llevo toda la vida combatiendo y eso sólo lo puedo explicar con mis manos y mi hacha. Pero todo guerrero se vale de un código de honor para hacer aquello que debe hacer.-empiezo a decir sin importar si convenzo o no a Galmod:-Y como bien dice la dama Narieth, cuando las fuerzas de ambos Foldes converjan, el código de honor nos dicta partir a la batalla y detenerla.-termino diciendo mientras me quedo observando el crepitar de las brasas. 

- Exacto. Narieth del Bosque tiene razón. Cuando mi tierra era fuerte, mi tierra estaba unida. Ahora somos las cenizas de una gran hoguera que iluminaba el mundo. ¿Acaso Rohan merece algo similar?

Cuando todas las cartas están sobre la mesa el Mariscal se retira dejandonos en compañía de su consejero Galmod que se ve que es un hombre perspicaz cuya ayuda podría ser muy necesaria para llevar a buen fin esta empresa.

Nos pide argumentos para darnos su apoyo, en mi cabeza se forman cientos pero me cuesta traducirlos a palabras, las negociaciones políticas no es un campo en el que me sienta especialmeste comodo. Mientras sigo dandole vueltas a mis pensamientos escucho perplejo el gran discurso de Narieth, es conciso, incisivo y con unos argumentos apabullantes creo que ha covencido al consejero no pudiendo evitar que me aflore una leve sonrisa en la cara y continuaré en silencio para evitar estropear los avances conseguidos por mis compañeros.

Aunque varios de vosotros intervenís, la mirada de Gálmód está centrada en Narieth ya que claramente es la que mejor ha expuesto sus argumentos y también quien ha llamado la atención del consejero.

-Parece que me he equivocado parcialmente con mis conclusiones, sin lugar a duda el Rey Thengel y también la Señora del Bosque de Oro saben elegir bien a sus enviados -os dice el hijo adoptivo de Cenric mientras esboza una ligera media sonrisa- De cualquier manera, un trato es un trato y por lo tanto os ayudaré, tanto dentro de las negociaciones como cuando el Mariscal se retire a estudiar vuestra propuesta. Además os daré un consejo: si queréis convencer a Cenric con palabras astutas, más os vale ser más inteligentes que él ya que el Mariscal tiene poca paciencia con los que se pasan de listos.

Luego de pasar un buen tiempo más en compañía de Gálmód y en el cual finalmente la lluvia para y os permite comenzar a secaros un poco gracias al calor que irradia la fogata que hay frente a vosotros, uno de los guerreros de Cenric se acerca hacia vosotros.

-El Mariscal ya está preparado para recibiros como la tradición manda, acompañadme -os dice solemnemente el rohirrim para luego girarse hacia el consejero- Gálmód, creo que está de más decirlo, pero tú también debes estar presente.

Después de que el hijo adoptivo de Cenric se limita a responder con un silencioso asentimiento, todos os ponéis de pie y seguís al guerrero, quien os guía hasta la tienda del Mariscal y que tras haceros un gesto con la mano para que entréis, ocupa su puesto como centinela junto a la entrada.

Al ingresar, lo primero que os dais cuenta es que el pabellón está hecho de una tela resistente pero lujosa, que es tan espacioso que permite que unas treinta o cuarenta personas estén cómodamente de pie y que el suelo está compuesto por anchos pero ligeros tablones de madera bien colocados que impiden que el barro se cuele entre ellos, además de contar con gruesas pieles y alfombras aunque solo en la parte donde se encuentran los dormitorios de Cenric y sus consejeros. Frente a vosotros y de forma perpendicular, se encuentra una amplia mesa rectangular con tres sillas del lado opuesto a vosotros, cinco de vuestro lado y dos más en las cabeceras aunque debido a la disposición se podría decir que más que cabeceras son laterales. De las tres sillas del lado opuesto, la central se encuentra ocupada por Cenric, la de la derecha por Esmund y la de la izquierda no tarda en ser reclamada por Gálmód, sin embargo debido a vuestro conocimiento intuís que esa disposición se debe más a la formalidad que a la realidad ya que el consejero de mayor confianza del Mariscal es su hijo adoptivo y no su primo, el cual ocupa el lugar de la derecha más por linaje y tradición que por lealtad.

Al veros, Cenric os hace un gesto para que os sentéis y tras dejar vuestras armas y escudos ya sea en los arcones disponibles o colgándolos en los respaldos de vuestras sillas, todos os acomodáis frente a la mesa. Inmediatamente los sirvientes del Mariscal comienzan a colocar frente a vosotros unas bandejas de jabalí y de ternera asada, una olla de un delicioso estofado de carne, varias hogazas de pan y una amplia fuente con hortalizas asadas y hervidas. Además, para beber hay jarras de vino gondoriano, cerveza del Folde y agua de los cristalinos arroyos de la región.

Tras recibir la autorización del Mariscal, todos comenzáis a cenar y luego de dar los primeros bocados y tragos, el Señor del Folde Este os habla.

-No tengo ningún inconveniente en que uno de los miembros de mi familia se case pero que lo haga con alguien de la casa de Éogar supone un problema ya que antes de dar mi consentimiento, ese miserable debe pagarme todo lo que me debe -os dice Cenric mientras mordisquea una pierna de ternera- Debido a eso ¿por qué debería aceptar si hasta el día de hoy ese malnacido de Éogar nunca ha tenido la buena voluntad de llegar a un acuerdo?

La tienda es ciertamente impresionante. Amplia y rica, nunca he estado en una así. Pero la ocasión merece palabras certeras, y eso intento.

- Es una hermosa tienda, señor.- Digo.- Y montada en no demasiado tiempo. ¿Cuántos hombres han hecho falta para ponerla en alto? ¿Una docena, media, dos? Cuando varias manos colaboran en una empresa, no hay nada que se resista. Preguntadle a los grandes reyes del Argonath, si no. He observado que sois sabio y generoso; que no os falta ingenio ni buen juicio con la gente. Es por eso que no os diré que tenéis que hacer, señor de la marca. Solo que recordad: si Rohan es una tienda de campaña, y los tiempos que se acercan son tormentas, van a hacer falta varias manos para mantenerla en su sitio y repararla cuando llegue el momento. ¿Vais a permitir que viejas rencillas dejen que la lona vuele? Porque si ese es el caso, tanta culpa será del viento y la lluvia como de las manos que no la sujetaron.

Al sentarme, me decido por la jarra de agua de río para acallar mi sed. Prefiero no iniciar las negociaciones con la cabeza turbia por los vinos o la cerveza. La claridad de los arroyos que descienden de nevadas montañas limpian mi mente, y las palabras de Galadan inspiran mi corazón. La gran verdad que logra explicar a partir de una situación presente y común brilla por su sencillez irrefutable. No dudo en apoyar su argumento con la cristalina voz que confiere el agua del Nevado. 

Rompo a cantar una improvisada versión de un fragmento del Lamento de Nimrodel. En ella, el río Entaguas que separa los dos Foldes carga con la sangre de las afrentas entre los jinetes de ambos lados, llevándola hacia el Mar. Una vez allí esa sangre se mezcla en una sola, y cabalga las olas que intentan volver a tierra, tiñendo de rojo las crestas espumosas. El recuerdo del hogar al que nunca volverán es más fuerte que cualquier afrenta pasada, y ya no desean compensación, sino vivir sin que llegue más sangre de Jinetes al Mar.

Por fin vamos a negociar con el señor de estas tierras, en una opulenta tienda nos espera el mariscal de la Marca rodeado de sus hombres de confianza.

Noto como mi corazón se acelerera, no importa el tiempo que pase que nunca me acostumbraré a las negociaciones políticas, prefiero poder mirar a los ojos a mi enemigo al menos se que puedo esperar.

Después de que hable Galadan y termine su canción Narieth tomo la palabra y con una leve inclinación de cabeza hacia Cenric tomo la palabra.

-Mi Señor, yo procedo de tierras lejanas más exactamente de los bosques de los beornidas, mi gente siempre ha vivido en pequeños poblados temerosos de los orcos, temeros de los bandidos, temerosos de las alimañas oscuras que pueblan la floresta pero desde que nos hemos unido bajo la enseña de Beorn ya no tenemos miedo. Por primera vez en siglos somos un solo pueblo cuando afrontamos la adversidad y eso nos ha hecho crecer...

Hago una pequeña parada para tomar un trago de agua e hidratar mi garganta reseca, me pongo en pie y subo un poco el volumen de mi voz.

-Rohan es un pueblo grande y poderoso, ¿se imagina hasta dónde podría llegar si además estuviera unido? Este es el momento de dejar atras el pasado y que la Marca construya una futuro unida, es el momento para que los señores de los caballos formen la mayor nación de la Tierra Media y nosotros pondremos todo de nuestra parte para ayudar en su construcción.

Una vez termino de decir estas palabras me vuelvo a sentar en mi asiento y guardo silencio.

Tras terminar de intercambiar palabras con Gálmod, la lluviacesa y podemos empezar a secarnos con el calor del fuego. Al poco aparece uno de los guardias del Mariscal, diciendo que el mismo ya estaba preparado para recibirnos. Le seguimos hasta una gran tienda bien decorada con grandes pieles y alfombras, buena madera para que el barro no se filtrara al interio y una mesa con unos comensales esperándonos, éstos eran Cenric y Ésmund y a continuación de ambos se sentó Gálmod.

Realicé una reverencia, como marcaba el protocolo y esperé a que Cenric nos dejara sentarnos. Cuando lo hizo me acerqué a una de las sillas y descolgué el escudo y la lanza de mi espalda y las apoyé en el respaldo. Retiré el hacha del cinto y la dejé colgando de uno de los reposabrazos. Cuando estuvimos todos, un grupo de sirvientes empezó a traer la cena y la bebida: vino , cerveza y agua de los ríos. Tuve que hacer un esfuerzo tremendo para resistir la tentación y esperó a que Cenric nos diera permiso. Empezaría a beber agua para hacer bajar la comida y más adelante pasaría a la cerveza y tendría que hacer un esfuerzo aún mayor para controlarme y no emborracharme. 

Mientras comía una buena pata de jabalí, escuché a Galadan hablar, inspirando a todos los que había allí reunidos. Narieth aprovechó y nos deleitó con una cantata, enalteciendo lo que acababa de mencionar Galadan. A continuación intervino Barald, explicando la situación del pueblo de Beorn y extrapolandola a la situación de Rohan. Yo era de los que menos hablaba pero cuando lo hacía siempre hablaba con honestidad.

.-Mi señor Cenric, soy guerrero y Rohirrim, y como bien es sabido la carga de los rohirrim se realiza como una sola e imprenetable unidad, en esa carga no hay distinciones entre hombres, ni política ni nada que interrumpa la armonía de cabalgar hacia el enemigo. Si la carga se hace con divisiones entre los hombres, no sirve de naday cuando choquen contra las lanzas del enemigo morirán.-expliqué des del punto de vista de un guerrero:-Esta unidad debe ser fuerte por que los hombres que la forman confían los unos en los otros y realmente son amigos.-seguí explicando.

.-Así es como debería ser el pueblo de Rohan, unido bajo un mismo sentimiento, hermandad. Si realmente logramos convencerle a vos, el Mariscal del Folde Este, podremos ir a ver a Éogar con una prueba de su buena fe del cese de las hostilidades. Si no lo logramos los enemigos de Rohan habrán vencido incluso antes de haberse planteado una guerra contra Rohan.-terminé de explicar utilizando la lógica de un guerrero y esperando que cuando terminaran todas las intervenciones, Cenric tomara la decisión correcta.

Al momento que Narieth comenzó a cantar, tomo mi mandolina y la sigo con una melodía suave y acorde a su timbre de voz. Al no escucharla antes ni la canción ni a la elfa, se me dificulta el principio de la pieza musical pero su habilidad en el canto me inspira y logro seguirla casi instintivamente, como si hubiesemos ensayado durante semanas.

Vuestras palabras parecen surtir cierto efecto en Cenric, el cual deja de comer y beber y adopta una postura pensativa. Luego de un instante de silencio que se os hace eterno, es Gálmód quien lo rompe.

-Razones no les faltan -interviene apoyando vuestros argumentos y mirando al Mariscal- ¿A cuántos buenos guerreros hemos perdido por todo este asunto? Guerreros que podríamos haber usado para limpiar el margen oriental del Anduin de bandidos y orcos, asegurando así nuestras fronteras por varios años. Si continuamos de esta manera, nuestras filas seguirán mermando con el paso del tiempo y cuando sea necesario presentar batalla, solo lo haremos con una fracción de nuestro poder.

A pesar de tener algunas diferencias con el consejero, hasta Esmund apoya sus palabras con un silencioso asentimiento.

Después de otro período de silencio aunque más corto que el anterior, Cenric os habla.

-Puede que tengáis razón pero una decisión así no debe tomarse a la ligera, necesito tiempo para pensarlo y para debatirlo con mis hombres de confianza -responde seriamente el Mariscal- Por eso, es mejor que ahora dejemos de lado la política y disfrutemos de la cena.

Tras decir esto último, el Señor del Folde Este se bebe de un trago el vino que quedaba en su copa.

-Así que vosotros sois quienes le han dado caza al troll de las Montañas Blancas. Decidme ¿es verdad que el Grimgelad está maldito? Cuando era joven pero también impulsivo y engreído -aunque Cenric no se da cuenta, vosotros veis como Esmund hace una mueca al oír sus palabras, como si creyera que todavía sigue siéndolo- uno de mis sueños era explorar las montañas y descubrir sus secretos, incluso ser el primero en saber que fue de Baldor, el nieto del Rey Eorl el Joven y nuestro pariente ya que nosotros descendemos de su hermano Eofor, después de que este decidiera internarse en los Senderos de los Muertos.

Parece que ha salido todo bien. Al menos el Segundo Mariscal no se ha cerrado a nuestra propuesta, y las reacciones de sus hombres de confianza confirman que ellos también la ven con buenos ojos. No sabemos si Cenric pondrá condiciones a su aceptación, pero la situación va por buen camino.

Tras beber unos sorbos de vino, reflexiono sobre algunas de las palabras que han dicho los jinetes. Gálmód ha mencionado a bandidos y orcos en sus fronteras, seguramente las del Anduin. Al oeste se encuentra el otro Folde, y al sureste se extiende Rohan. Yo sé que del norte, de Lórien, no viene ningún peligro. Así que me temo alguna incursión tan al sur como Rohan con origen, quizás, en Dol Guldur.

- Disculpad que traiga a la mesa temas poco alegres, pero he oído mencionar a bandidos y orcos en las fronteras. ¿Cuáles son los problemas con ellos? ¿Y a qué frontera del Folde Este os referís? En nuestro bosque de Lothlórien los arcos no paran de frenar a criaturas oscuras que tratan de cruzar el Anduin desde el Este.

Aunque las palabras se formaban muy claras en mi mente a la hora de expresarlas mi lengua ha sido más torpe que mi cabeza, doy gracias a que mis compañeros han sido más convincentes que yo y la primera toma de contacto parece que ha ido bastante bien.

Tomo una copa de vino y la bebo rapidamente, parece que este zumo de uvas fermentadas es de buena calidad y hace que me vaya relajando un poco, las conversaciones giran hacia otros temas hasta que el Mariscal pregunta por el troll. En ese momento dejo la copa vacia sobre la mesa y le miro a los ojos. -Mi señor, no sabría decirle si Grimgelad está maldito o no pero se en ese lugar se ha derramado mucho sangre de hombres buenos y ojalá no tenga que regresar. Comento en voz baja y tras hacer un leve parentesis continuo hablando con voz más alta. -Todavía me quedan muchos bonitos lugares de la Marca por conocer. le comento al Mariscal con una sonrisa mientras extiendo mi mano para rellenar de nuevo mi copa.

En el momento que escucho las palabras de Narieth no puedo evitar unirme a la conversación. -Si por favor, contadnos esos problemas que os afligen ¿hay alguna forma en la qué podamos colaborar para su solución?

Luego de que Cenric responde con un silencioso asentimiento a las palabras de Barald, un asentimiento que va acompañado con una astuta mirada que parece intuir que hay detalles que no mencionáis, es Esmund quien interviene.

-Se trata de la frontera este, la que limita con el Anduin -responde el capitán con su habitual y serio tono de voz- Desde la *guerra en el norte y la **aparición de oscuras nubes en Mordor, pequeñas bandas de orcos han intentado entrar en la Marca, sin embargo como los Codos del Anduin son la única zona por la que se puede vadear el río siempre las hemos aniquilado antes de que puedan causar algún daño. También están los forajidos del ***Muro Oriental aunque estos son más una molestia que una amenaza y las patrullas no tienen problemas en hacerlos huir en desbandada.

Antes de que Esmund pueda continuar, Gálmód toma la palabra.

-Como veis, no es nada que nuestro capitán y sus hábiles jinetes no puedan encargarse -interviene el consejero con su diplomático y agradable tono de voz- Sin embargo, si en algún momento necesitamos la ayuda de tales ilustres guerreros, podéis estar seguros que os llamaremos.

Aunque no hay nada que señale lo contrario, todos tenéis la sensación de que tanto las palabras de Gálmód como el silencio de Cenric os dicen que lo mejor es que no continuéis con el tema.

Eothred come su cena en silencio y escucha la conversación. Pero ante la ultima intervención del capitan le hace pensar que en los ultimos meses en los Codos del Anduin la cosa ha estado bastante tranquila. Levanta la ceja, apura la jarra, se limpia la barba y susurra a sus compañeros.

-No creo que ultimamente hayan tenido demasiados problemas en los Codos, pues durante meses he cabalgado por alli sin encontrar nada de lo que informar.

Tras escuchar que Cenric consultaría con sus hombres de confianza la petición del Rey Thengel pudimos relajarnos y disfrutar de la cena más amena. Empezó a preguntar por nuestras hazañas sobre el troll de las montañas, Esmund nos explicó la situación de la Marca con respecto a bandidos y bandas de orcos. Sin dudarlo nos ofrecimos a ayudar a los guerreros del Estenmet a enfrentar al enemigo, aunque no la necesitaran.

Me dio la impresión de que la misión iba bien, podríamos descansar y que nuestros caballos descansaran y esperar a que Cenric nos diera una respuesta.