Partida Rol por web

Petrus dejó que su mirada paseara por toda la estancia. No podía sino imaginar lo que aquel edificio hubiera sido en sus mejores tiempos, lleno de gente y de vida. Ahora, la suciedad se acumulaba encima de los muebles y aparatos destrozados, y miles de trozos de cristal roto decoraban el suelo. Una especie de melancolía le pegó un pinchazo en el pecho.

- Es cierto que hay que buscar una forma de transmitir, pero a mi me pagan si ella consigue la muestra, así que esa será mi prioridad. Por mi parte vamos a los laboratorios - Casi se le había olvidado que su helicóptero se había estrellado contra el mar y que, de momento, no tenían manera de volver, pero su prioridad era clara - Igual tenemos suerte y ahí encontramos algún medio de transmisión con central -

Amanda tuvo que reconocer que aquel lugar era impresionante. No dudaba de que en su época de mayor esplendor, cuando la gente llenaba aquel espacio, esa enorme estancia tenía que haberse visto formidable pues, a pesar de que el polvo, las plantas, el abandono y el olvido habían hecho mella en ella, aún mostraba signos de esa majestuosidad que había lucido en el pasado.

Pero no podían perder el tiempo recreándose en algo que había sido pero ya no existía. La mujer miró a su alrededor buscando en los carteles indicadores que aún quedaban intactos la manera de llegar al lugar que le interesaba. Necesitaba coger las muestras y, una vez conseguidas, buscar la manera de salir de aquella maldita isla que, a pesar de toda su belleza y esplendor, no dejaba de ser una trampa mortal.

—Estoy de acuerdo con usted Petrus —confirmó Amanda la idea inicial del militar—. Iremos a los laboratorios.

—Sólo nos pagarán si les llevamos las muestras —recordó Nico, sopesando las opciones mientras observaba lo que tenía ante él y arrugaba la nariz—. Pero desde luego no creo que en las cocinas vayamos a encontrar nada para nuestros propósitos, así que estoy de acuerdo con vosotros.

Los laboratorios debían ser, como poco, uno de las alas más importantes del centro de visitantes. Seguramente tendrían mejores comunicaciones, y deberían estar más cerca de las zonas que controlaban el parque.

O que lo habían controlado.

—Y como poco, ahí descubriremos qué clases de criaturas podemos encontrar aquí.

Petrus se sentía perdido entre tanta tecnología. Estaba contendo de observar que finalmente se hacían progresos y confiaba plenamente en las habilidades de su compañera científica para encontrar la dichosa muestra y salir de allí pitando. Ahora mismo él tenía los objetivos claros: escoltarla para que encontrase aquello por lo que habían venido y buscar algún sistema de comunicación que les de la oportunidad de contactar de nuevo con central... pero al final no todo fue tan fácil.

Alzó el brazo indicando al grupo que se detuviera cuando sorprendido observó que un dinosaurio asomaba el hocico. Se le heló la sangre, enfrentarse a un dinosaurio era inifinitamente más imprevisible que luchar contra otro solado. Se llevó el dedo índice a la boca para ordenar ahora que se guarde silencio e inmediatamente se agachó, como si estuviese en mitad de una trinchera.

Señaló a la zona donde querían ir, con mirada seria, su interpretación era clara: había que moverse en sigilo.

Él rompió el hielo y comenzó a avanzar, lo ideal sería que su compañero Nico guardase la retaguardia y avanzase en último lugar.

Última vez que acepto una misión de este tipo

Su destino estaba cada vez más cerca. Amanda se dio cuenta que estaban por el buen camino al observar todo el instrumental para pruebas genéticas que había en el laboratorio. Solo unos pasos más los separaban de la sala donde todas esas muestras que la mujer buscaba se debían encontrar.

Aquel era su verdadero destino. Todo parecía ir a su favor y las muestras tenían que estar allí esperando a que Amanda las cogiera. Sin nada que la detuviera, la mujer se dispuso a ir a por ellas cuando la cabeza del dinosaurio apareció. Quedó tan helada, tan petrificada en el sitio por el miedo que incluso por unos instantes se olvidó de respirar.

Fue el gesto de Petrus lo que consiguió hacerla reaccionar y, todo lo rápido que pudo, se agachó detrás de una de las mesas del laboratorio. Creía que el animal no los había visto pero no podía estar segura. No podían esperar a que el dinosaurio abandonara el lugar, así que tendrían que arriesgarse a ir a la otra sala con el máximo cuidado posible.

Siguiendo las silenciosas indicaciones de Petrus, Amanda intentó no hacer ningún ruido y, sobre todo, procuraba que moverse de tal forma que fuera difícil que su olor llegara al animal. Pero sabía que aquellos dinosaurios no eran tontos y al menor descuido los atraparía, acabando con ellos sin compasión alguna.

En la cabeza de Nico había una preocupación más que encontrar las muestras. Seguía preguntándose cómo podían salir de aquel lugar con el helicóptero que iba a hacer la extracción destruido. Se lo habían advertido, esa era su única salida. Y él sólo tenía en su mente buscar una alternativa.

Una que no iba a ir de la mano de sus patrocinadores.

Las muestras le daban igual, en su mente la misión para aquellos que los habían contratado estaba fracasada. De conseguirlas bien podrían entregarlas al mejor postor, y le daba igual que InGen se enterase si eran los que los sacaban de allí.

Pero sus compañeros no parecían pensar igual.

La emoción que pudo invadirlos a ellos al llegar a los laboratorios solo fue decepción para Nico. No había nada que pudiera ayudarles a escapar. Buscó con la mirada algún medio de comunicación, tendrían que haber ido directos al centro de comunicaciones o al aeródromo. Ahí tenía que haber alguno.

Solo cuando vio la cabeza de aquel reptil esos pensamientos volaron de su mente. Sí, intentar pasar desapercibidos era lo mejor. Pero en su mente la mejor opción habría sido dar las muestras por perdidas, como el mismo helicóptero.

Pero no iba a dejarlos tirados, así que avanzó de la forma más silenciosa que pudo.

Sin saber cómo era aquello posible, el dinosaurio había sido capaz de utilizar el entorno a su favor para aparecer por sorpresa por uno de los flancos de Petrus, usando los inmensos sistemas de ventilación del laboratorio.

Se abalanzó contra el militar con gran fuerza clavando sus garras en su cuerpo. El dolor era punzante, agudo, bastante desagradable y sobre todo lo suficientemente paralizante como para evitar cualquier defensa.

Como en un abrir y cerrar de ojos, el dinosaurio se llevó a su presa a un lugar más tranquilo lejos de los laboratorios mientras un rastro de sangre mostraba el camino que había que seguir si se quisiera saber donde estarían los restos del compañero.

Un silencio incómodo se generó en aquella estancia. Ahora tan solo quedaban en aquella misión la científica y uno de los militares. Sin una salida a la vista y aún sin tener las muestras. ¿Estaba todo apuntando al fracaso? ¿o en algún momento les sonreiría la suerte?

Si en algún momento Amanda esperaba conseguir eludir la atención del dinosaurio y que los tres pudieran llegar a su destino a salvo, esa esperanza se desvaneció de golpe al ver a la bestia clavar de manera salvaje sus garras en Petrus. El grito de asombro y pánico que a punto estuvo de soltar la científica quedó congelado en su garganta ante aquella dantesca visión.

Ver el cuerpo ensangrentado del militar siendo arrastrado por el dinosaurio quedó grabado en la retina de Amanda y seguiría escuchando aquellos gritos de dolor el resto de su vida. Si es que salían con vida de allí, algo que la mujer empezaba a ver cada vez más difícil.

El silencio cayó como una losa sobre los dos supervivientes y, en especial, sobre Amanda que incapaz de reaccionar temblaba como una hoja. Era difícil encontrar calma después de lo ocurrido pero la científica, después de respirar hondo e intentar tranquilizar los latidos de su corazón, era consciente que no podían quedarse allí. La muerte de Petrus les daba una oportunidad que no podían dejar pasar.

—Te-tenemos que seguir... —balbuceó la mujer a su ahora único compañero mientras señalaba la puerta a la que se dirigían.

Solo quedaban dos y sin un medio con el cual salir de aquella isla Amanda daba casi por perdida la misión. Pero aún así debían intentarlo.

Nico asintió a las palabras de Amanda. La visión de su compañero siendo arrastrado por un depredador prehistórico, con el que todos soñaban cuando eran niños, se había quedado grabada en su retina.

El militar había contado con el hecho de que un depredador caza a unas prendas determinadas. Pero, ¿cuáles eran las presas de un dinosaurio? En su ausencia tal vez probara todo aquello que tuviera a su alcance, hasta encontrar la presa adecuada. O la más fácil.

Dos muertos, dos muertos y ni una forma de salir.

Esas muestras genéticas podrían causar el caos, no se podía jugar así. Animales fuera de su entorno atacando a todo lo que encontraban a su paso.

No. El dinosaurio no era el culpable, solo era un depredador desorientado. El asesino de Petrus era InGen. Una empresa que no era mejor que la que los había contratado. O querían ganar dinero o la fama que esto podía otorgarles; pero les daba igual las muertes que pudiera causar.

Y Nico se preguntaba ¿era como ellos? ¿Acaso era capaz de dar la llave de la creación de una criatura que debería estar extinta por unos cuantos millones a esa gente?

Recordó su niñez. Lo feliz que hubiera sido de ver a un tiranosaurio rex, a un diplodocus, un triceratops... A un velocirraptor. Todos los niños sabían sus nombres, todos soñaban con verlos. Pero ahora había visto a una de esas criaturas llevarse a su compañero ¿InGen iba a exponer a niños a eso? ¿Lo iba a hacer la empresa para la que trabajaba?

—Salgamos de aquí antes de que vengan más —dijo Nico—. Pero olvidemos las muestras. No pienso sacar a estas criaturas de esta isla. Estamos solos. Así que buscamos una salida y nos vamos.

Tras la perdida del compañero y dejando de lado la misión para optar por sobrevivir, tanto Nico como Amanda dejaron pasar el ala del laboratorio que podría contener las muestras para centrarse en encontrar una forma de salir de allí.

Con un poco de exploración pudisteis ver que había un equipo comunicación que os podría permitir tener contacto con la base. Por echar un vistazo no se perdía nada.

Tan solo necesitaríais unos cinco minutos en configurar aquel trasto y buscar la frecuencia de enlace que daría contacto directo con la base. Ahora tocaba rezar para que abrieran la comunicación y no pensasen que erais una amenaza.

La muerte de su compañero había dejado traumatizada a Amanda que empezaba a preguntarse hasta qué punto aquellas muestras merecerían tanto la pena como para arriesgar todas esas vidas. Siempre había creído que su propósito estaba más que justificado. Aquellas muestras podían ayudar a mucha gente si se usaban bien, pero lo que había visto en la isla y, sobre todo, lo que había visto hacer a esos dinosaurios habían sembrado las dudas en la mujer.

Creía que quienes la habían contratado no tenían pensado usar los genes para recrear de nuevo a los dinosaurios para exhibirlos como meros monos de feria. Esa nunca había sido la idea, o por lo menos hasta donde Amanda creía saber. Pero las palabras de Nico la hicieron recapacitar lo suficiente para darse cuenta que quizás poco diferenciaba a unos de otros. Todo eran grandes empresas dispuestas a conseguir beneficios, aunque creyeran estar haciendo una gran labor. Y ya se sabía lo peligrosa que podía ser la codicia humana.

Por ese motivo se decidió por seguir al soldado. Lo mejor era que el mundo olvidara esa isla y los peligros que allí había. Era una dura decisión pero creyó estar haciendo lo correcto.

Con sumo cuidado pues lo sucedido con Petrus había dejado una honda huella en Amanda, recorrió junto al militar que aún quedaba en pie los recovecos de aquel lugar. Tenía que haber alguna sala, algún cuarto por pequeño que fuera donde se puediera contactar con el exterior y, cuando por fin dieron con lo que buscaban, la esperanza volvió a renacer en la mujer.

—Espero que esto siga funcionando —comentó Amanda mientras pasaba un dedo por encima de los polvorientos aparatos de comunicación.

La científico comenzó a pulsar botones y accionar pequeñas palancas intentando averiguar si aquello funcionaba aún. Un ligero chisporroteo, que se alargó más de lo que esperaba, le dio a entender que quizás pudieran tener comunicación con el exterior. Siguió intentándolo una y otra vez.