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Kingmaker

Parte Cinco: La Guerra de los Reyes de los Ríos

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10/03/2016, 20:11
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La Invitación del Sur

Saludos de su Suprema e Inimitable Magnificencia, Castruccio Irovetti, por la gracia de los dioses el legítimo Rey de Pitax, Prodigio de Numeria, Señor de Mormouth y Príncipe-Regente de Sellen. Es con gran placer y delicia que os saludo, mis estimados Reyes de los Ríos. Estaría honrado si vosotros aceptaseis mi invitación de participar en el sexto Torneo anual de Tintineante. Les creo gobernantes sabios y confío en que no se atreverán a perder un evento tan extravagante, porque planeo que sea el más fino Tintineante hasta el momento. Y para hacerlo más atractivo, he asegurado un poderoso objeto mágico, una vara del poder señorial en oro y gemas, que deseo otorgar a aquel Reino que se pruebe en los campos como el verdadero Campeón Tintineante. ¿Será este campeón uno de los vuestros?

Por favor, confirme vuestra asistencia mediante el heraldo de esta carta. ¡Aguardo por su aceptación!

-Rey Castruccio Irovetti de Pitax

 El rey de Pitax, de maquinaciones perversas tenía el atrevimiento de invitarme con total insensatez y liviandad a este evento. Sin embargo, el Torneo Tintineante era reconocido, y esta invitación era un claro reconocimiento de Agnis como uno más de los Reinos de los Ríos.

Esto me daba legitimidad y me posicionaba como igual de los otros monarcas. No presentarme en el torneo podría interpretarse como debilidad, rudeza o incluso un camuflado acto de agresión. Como fuere, debía pensar en Agnis como en una nación inserta en el mundo de naciones, no como un feudo más y debía de estar a la altura. Y no solo yo, sino mi equipo de oficiales también, especialmente mi Embajadora que ya había tenido sus pruebas de fuego durante las negociaciones con Nueva Stetven por la independencia del reino.

En la actualidad, creía que mi reino era rico y próspero, pero tenía desconfianza, especialmente del sur. Conocer a mis vecinos, especialmente aquellos que no me daban ninguna seguridad, suponía un elemento clave.

Aceptar la invitación era prudente, ganar el torneo y demostrar la fortaleza de Agnis era necesario.

-Traigan al heraldo -ordené, y el mensajero llegó instantes más tarde a la sala del trono.

-Su Alteza -saludó.

-Dile a tu señor que estaré encantado de arribar a Tintineante y de participar en el Torneo -dije-. Agradécele por la invitación y comunícale que no veo la hora de que nos conozcamos en persona.

El heraldo asintió y marchó hacia Pitax.

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11/03/2016, 16:55
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El Torneo Titilante

Se había dispuesto una amplia zona a orillas del Río Titilante, del cual el torneo tomaba su nombre, y que a su vez, el primero lo hacía del Lago Titilante, que se encontraba a una legua de distancia al norte. En este sitio las carpas se alzaban a diestra y siniestra, siguiendo los trazos de los populosos senderos abarrotados de gente de todos los rincones de los Reinos de los Ríos.

Empezaba a hacerme a la idea de que Agnis estaba inserta en una comunidad de reinos, efectiva y geográficamente parte de los Reinos de los Ríos. Estas naciones eran cambiantes y con el paso de los años sus fronteras divergían, sus relaciones diplomáticas se modificaban con velocidad y sus soberanos mantenían una estabilidad relativa de preocupante inestabilidad. Aún así, siempre parecía quedarse con la corona aquel capaz de llevarla.

El propio Rey Irovetti era un ejemplo de ello. Este año el Torneo Titilante contaba con su sexta edición, número que coincidía con la cantidad de tiempo que el monarca llevaba sentado en el trono de Pitax. Esto indicaba que no tenía mucha más experiencia que yo en el arte de gobernar, pero si la ventaja de haberse apropiado de un reino ya formado y que contaba con tres siglos de historia.

Agnis era el sexto y evidentemente el último reino en adherirse a esta comunidad, y personalmente estaba muy interesado en sacar el mayor provecho político del torneo. Los otros cinco estados eran: Daggermark, Gralton, Mivon, Pitax y Tymon.

Daggermark era el reino más próspero y por ende su participación era más por honor que por otra cosa. Sus campeones están más interesado en el entretenimiento que en el premio. He convencido a Lady Quintessa para que acerque ambas naciones aprovechando la ocasión.

Gralton es un reino golpeado que ha batallado duramente para poder sobrevivir. Su motivación para participar del torneo es la misma que en todos los años: obtener el premio puede ayudarles mucho con renombre y riquezas.

Mivon mantiene una relación frágil con Pitax, con comunes escaramuzas a lo largo de la frontera. Aún así, actualmente se encuentran en una suerte de paz. Este reino también comparte frontera con nosotros, aunque todavía no está definida del todo, tengo interés en contactar especialmente con ellos durante el torneo.

Pitax es el anfitrión y a pesar de ello sus campeones no se incomodan al competir.

Tymon es famoso por sus propias competiciones y batallas de gladiadores, su Rey Ungin envía delegaciones a todos los torneos realizados en los Reinos de los Ríos.

Agnis sobresalía a todas luces. Cada reino (estos reinos mayores y los feudos de menor peso) poseía producciones propias, bienes de exportación e importación, necesidades y especializaciones. Fue extraño percatarme de la riqueza (evidente) de mi reino y la enorme brecha que existía con el resto. Largo y tendido estuve conversando con Zalika, mi embajadora, sobre cada reino y sus comitivas y autoridades.

Nuestro reino se hizo famoso hacía al menos un año, llamándolo "Tierra de Ciudades". Nuestros asentamientos, todos y cada uno, estaban en los labios y oídos del resto de la gente en los Reinos del Río. Además, las migraciones fueron tales que en muchos lugares nos odiaron o amaron (dependiendo de la situación) por "llevarnos" su gente. Agnis tenía varios puntos fuertes y otros débiles. La producción de metales, el casi total dominio del bosque Narl, la abultada población urbana (producción industrial), así como nuestra fluida conexión comercial con Brevoy y nuestra posición política con ellos nos hizo fuertes. Entre nuestras debilidades contamos nuestra novedad, inexperiencia y ausencia de tropas entrenadas y oficiales veteranos y nuestra reciente incorporación en los Reinos del Río que nos deja en un vacío en cuanto a relaciones. Todavía no hemos generados amigos o enemigos, aunque dejamos claro que tampoco nos andamos con pequeñeces, como bien ha sabido Daggermark, a través de los informes de Quintessa.

El Torneo Titilante se dividía en tres grandes espacios: el lugar de entretenimiento (donde se levantaban mercados y tiendas para los visitantes, comerciantes y competidores), el Azul Real (pabellones de seda a orillas de un pequeño lago para las delegaciones reales) y el Coliseo (que además se encontraba el Pabellón Real de Lord Irovetti y el Pabellón de Campeones).

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11/03/2016, 22:25
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Conociendo a Lord Irovetti

Un heraldo nos recibió a mi a mis acompañantes y nos guió a través de los cientos de personas hasta el Real Azul. Allí nos presentó nuestro pabellón, una enorme carpa de seda con todas las comodidades que cualquier soberano podría necesitar o demandar siquiera.

El carismático sujeto nos invitó a visitar al rey para una presentación personal. Mi comitiva se componía de Liliz, Darvan, Zalika y Quintessa. Además de un puñado de ocho soldados cuya única misión sería vigilar la gran carpa durante todo el día. Tras acomodarnos en el lugar partimos hacia el Pabellón Real, sobre al colina donde se erigía el Coliseo.

La estructura de la tienda de Irovetti era enorme. Un pequeño palacio de seda y finas vigas de resistente madera. Dentro estaba decorado con deliciosas telas, alfombras y cortinas, objetos de arte, cuadros y pilares con esculturas. Lord Irovetti nos aguardaba sentado majestuosamente y con cierta arrogancia sobre su trono. Era un hombre varonil, alto y fornido, de sendos cabellos oscuros, vestido con telas rojas y una corona que le calzaba perfectamente. En sus manos tenía dos artefactos complicados y mágicos, de fuertes auras arcanas. Numerios, si mis ojos no me fallaban. La magia del norte solía venir unida a engranajes y mecanismos, por lo que era bastante extraña en el sur. Eso si, Lord Irovetti era originario de aquellos lares, por lo que aquello no parecía ser tan extraño.

-¡Mi más ilustre invitado! -anunció con euforia al verme, a sus pies tenía dos hermosas mujeres que le servían- Estoy eternamente feliz de verte llegar a salvo. Vengan, mis preciosas -le dijo a las mujeres-, traigan comida y bebida a los cansados viajeros. Ya sea por magia o a pie, viajar siempre da sed. Bebed conmigo para nuestro continuo éxito y que los lazos de hermandad y amistad crezcan entre nosotros.

Asentí y acepté el vino. Dí un sorbo y el líquido fresco descendió por mi garganta con dulzor embriagante.

-Exquisito -comenté-. Lord Irovetti, os agradezco profundamente por vuestra invitación, por vuestro recibimiento y por vuestra abrumadora hospitalidad. Concuerdo con vos en mi sincera esperanza de que nuestros pueblos y nuestras honradas majestades estrechen lazos de amistad y alianza.

La conversación no se extendió mucho más, pero debido al torneo. Y que sería probable que los momentos con Irovetti serían escasos, decidí traer a colación un tema central.

-En cuanto al Barón Drelev... -llegué a decir, pero el Rey de Pitax se adelantó, negando con la cabeza.

-Lord Drelev era, digamos, un poco demasiado ansioso para su propio bien. Recibió lo que se merecía, y solo estoy agradecido de que pudiste acabar con él antes de que nos causara a ambos reinos más daño. Confío en que su ataque a tu pueblo Tazlford no dejó mayores problemas.

Luego la conversación se fue a temas más triviales, pero era evidente que algo ocultaba. Finalmente, la reunión terminó y regresamos al pabellón de Agnis.

Desde allí, dí tres ordenes:

1. Que Quintessa contactara y estableciera una reunión con la delegación de Daggermark.

2. Que Zalika contactara y consiguiera una reunión con la delegación de Mivon.

El Torneo estaría dispuesto de la siguiente manera:

Día Uno - Dedicado al entretenimiento, el descanso y la celebración. A medianoche se disfrutaría de fuegos artificiales.

Día Dos, Tres y Cuatro - Se suceden las competencias en el Coliseo.

Día Cinco - Descanso y celebración.

Día Seis - Noche de Celebración en honor a Pitax y la Justa de Medianoche, donde el último ganador del Torneo es anunciado.

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11/03/2016, 22:58
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Contacto con Daggermark

La amistad con Lady Quintessa dio buenos frutos cuando apareció en el pabellón acompañada de otra mujer. Delgada, de rostro afilado, mirada penetrante y negra y vestida con las vestiduras tradicionales de su hogar, plumas negras como el azabache y un encantador vientre desnudo.

-Rey Saeral Dracaris -introdujo Quintessa-, os presento a Lady Janna Smilos, Supremo Vínculo del Gremio de Asesinos de Daggermark.

Me encontraba sentado en un cómodo sillón, bebiendo vino. Me puse de pie e hice una pequeña reverencia como saludo. Daggermark era una ciudad próspera y populosa, incluso mayor a Altalanza (al menos actualmente) y había sido fundada hacía trescientos años. Se trataba de la ciudad de asesinos y envenenadores, cuyas ejecuciones dentro de la ciudad estaban a la orden del día. Por eso, se consideraba que el orden interno de la ciudad era ciertamente anárquico, a pesar de que las élites de gobierno (generalmente temporales) intentaban establecer algún tipo de orden en al sociedad.

Si quería realmente generar una amistad en Daggermark, debía hablar con los gremios propiamente dichos de asesinos y envenenadores, cuyas autoridades eran más proclives a sobrevivir más que una temporada.

-Bienvenida -saludé-, Lady Janna. Es un placer recibirla. Por favor.

Indiqué que tomara asiento e hice un gesto, un sirviente invisible le alcanzó vino y carne. Tomó la copa y la olfateó y bebió un sorbo. Mantuvo silencio.

-Podríamos decir que nuestras dos naciones han comenzado algún tipo de relación desde el momento en que Lady Quintessa culminó abruptamente su misión en Fuerte Drelev cuando ajusticié al Barón Hannis, colgándolo de la muralla de su bastión -pregoné-. Creo que sería conveniente y que reportaría gratos beneficios, generar lazos de amistad y alianza entre nuestras naciones. Estoy muy interesado, no solo en contratar servicios del Gremio de Asesinos de Daggermark en el futuro, sino también de firmar un pacto de cooperación entre nuestras naciones.

-No puedo hablar en nombre de la Ciudad de Daggermark -respondió Lady Janna-, pero si en nombre del Gremio de Asesinos. Nuestras actividades no suelen limitarse a las fronteras de nuestro país, no obstante nuestros trabajos en el exterior son costosos y bastante raros, diría yo. Si bien no puedo asegurar amistad entre Agnis y Daggermark si puedo hacerlo entre tu y el Gremio de Asesinos. Lady Quintessa es una espía que trabaja para el actual Señor de la Ciudad, no se encuentra bajo mi mando directo, pero si es un vínculo fuerte entre nuestros pueblos. Si le permite permanecer en Altalanza, podría funcionar como mensajera y representante de los intereses de Daggermark en Agnis.

-Lady Quintessa ha sido mi invitada durante más de cinco meses en la Fortaleza Roja -dije-. La considero una dama de confianza y seguramente es un activo muy valioso para Daggermark, estaré encantado de que se torne una embajadora de hecho en mi capital. Lo que si no toleraré será el espionaje sobre asuntos de Estado en Agnis, en ese punto marcaré un fuerte límite. Lo mismo para asesinatos privados dentro de fronteras que no cuenten con mi aprobación. Debo insistir en que nuestra amistad traerá mucho oro a tu gremio y poder e influencia política; incluso más, quizá, que la ganada por amenazas de muerte.

-Aguardo impaciente el momento en que podamos comenzar a trabajar conjuntamente, Lady Quintessa tomará el rol de representante de los intereses de Daggermark y portavoz del Gremio de Asesinos si llega el caso -culminó, asintiendo y poniéndose de pie.

-Nuestra conversación y vuestra presencia fueron muy gratas, espero que volvamos a encontrarnos en el futuro -saludé.

-Adiós -se despidió la asesina con una reverencia.

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11/03/2016, 22:58
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La Comitiva de Mivon

El mismo día, una hora después que Lady Janna partió nuevamente a su pabellón llegó la Delegación de Mivon, la nación sureña que tenía frontera con mi reino. Venían acompañados de mi capaz Embajadora, quién les hizo pasar y realizó las presentaciones correspondientes.

Tomaron asiento cordialmente en la mesa del almuerzo, donde se sirvió un verdadero banquete preparado por sirvientes invisibles. La delegación estaba conformada por el Alcalde Raston Selline, su segundo al mando Gaspar Tellick, y Lady Andara Gisvet, portavoz de las Casas en el Exilio. 

Mivon era una sociedad compleja, marcada por su historia y cultura. Descendientes de las gentes de Rostland, el arte de la espada y el duelo lo llevan en la sangre y lo plasman en su gobierno meritocrático. Mensualmente se publica un documento denominado la Lista de Apropiados. Una clasificación de duelistas que permite a quién se encuentre en primer lugar llevar el título de Alcalde. Es así como Selline se mantiene desde hace tiempo como autoridad máxima, enseñando a su adjunto Tellick las artes del gobierno y la manipulación. Se dice que Tellick prontamente intentará derrotar a su maestro, pero no creo que llegue a eso... Quizá conquistar Mivon podría ser mucho más sencillo de lo que alguna vez pensé.

-¡Bienvenidos! -exclamé- Tengo que decir que es un verdadero placer recibirlos en estos humildes aposentos. Espero sinceramente que el vino y la comida sea de su agrado. Lamento mucho que esta reunión se haya postergado tanto, pero ciertamente he estado demasiado ocupado recorriendo las Tierras Robadas de un lado a otro.

-Estoy al tanto de tu actividad, Lord Dracaris -dijo Selline-. No hay nadie en los Reinos del Río, especialmente en Mivon que no esté hablando de la derrota de Vodakai. ¿Es cierto que la batalla tomó lugar sobre los riscos de las montañas?

-¡Oh, no! ¡Qué exageración! -reí- La batalla tomó lugar dentro de la milenaria tumba de Vordakai, donde habitó latente durante más de diez mil años. La General Liliz y Sir Darvan estaban allí, fueron mis valientes acompañantes, fue un combate intenso pero el antiguo liche estaba muy debilitado por el paso de los siglos.

-Una tarea mítica que quedará en los labios del pueblo llano durante años, sin duda -opinó el adjunto.

-Ciertamente, aunque también recibiste ayuda de los centauros -dijo Selline-. Finalmente pudiste cerrar las grietas entre ellos y los bípedos. ¿No es así? Me han llegado comentarios al respecto.

-La tribu Nomen -dije-, una rama de los antiguos centauros que recorrían las estepas orientales, son considerados por mi como aliados y amigos. Si, pudimos solucionar las diferencias que tenían sobre los bípedos, todos ellos por igual. Durante generaciones estuvieron en constantes conflictos con Restov y últimamente con Varn y los suyos. Esto hizo que un ligero cambio en la política fuera suficiente para conseguir la paz. Los Prados Pardos son de su natural propiedad.

-Una medida brillante, aliados en el este y en el oeste también -respondió Selline-. Porque también has quedado en buenas relaciones con los Señores Tigres. Si, como veras, estoy bien informado.

-Y ya lo creo -dije-. Pero no, no tengo una alianza con los bárbaros. Fueron, de hecho, invitados a retirarse de mis tierras. Emprendieron un viaje hacia el norte y el oeste, lejos de mis tierras y las de Brevoy, introduciéndose en territorio numerio lo más probable. No deseaba una alianza amistosa con ellos, tenerlos a las puertas de mis tierras no era garantía de nada salvo caos e inestabilidad. Creo que tomé la mejor decisión. Pero aquí lo importante es la relación de Agnis con Mivon, ambas naciones vecinas. Tengo entendido que el comercio entre nuestros países se ha tornado realmente dinámico.

-Así es -respondió-, Agnis, especialmente tu capital, se ha convertido en uno de nuestros principales clientes de pescado y alimentos. La gran población está demandando comida que los campos de por si no dan o los ríos tampoco, es apenas natural que la demanda de comida se haya multiplicado de esa manera. Los barcos de pesca suben y bajan por el Sellen en grandes números. El comercio entre nuestros países fructifica. 

-Me alegro mucho -dije-, y que continúe así que seguro lo hará. Nada parece indicar que las tendencias de crecimiento cambien, seguiremos teniendo ciudades tan populosas y aún más y precisarán de los alimentos que Mivon pueda proporcionarnos. Ahora bien, quisiera hablar de política militar y defensiva. Tengo entendido que han habido algunos incidentes con Pitax a lo largo de la frontera, aunque no se espera que se desate una guerra en toda regla. Aún así, tengo mis reservas con respecto a Irovetti. Sometió a Lord Drelev el año pasado, sujeto que ordenó un ataque armado contra Tazlford. Todavía tengo dudas si el ataque fue pura iniciativa de Drelev o si el Rey de Pitax tuvo algo que ver, porque si este último caso fuera el correcto, me temo que tendríamos un peligroso enemigo común capaz de desestabilizar la región. Una alianza común entre nosotros podría ponerle un freno a las pretensiones expansionistas y agresivas de Lord Irovetti.

-A las Grandes Casas de Mivon -intervino Lady Andara- les agradaría una propuesta así. Las milicias no se encuentran en condiciones de soportar un combate prolongado sin asistencia contra las fuerzas de Pitax. Si Agnis y Mivon firmaran una alianza defensiva esto podría suponer un efectivo y pasivo método de seguridad.

-Estoy seguro que sí -dijo Selline-. Quisiera meditarlo antes de poder dar una respuesta definitiva que comprometa a mi nación. Consultarlo también con el Alto Consejo de la ciudad y luego traerte una respuesta contundente. 

Asentí y la conversación se desvió a temas más triviales. El tablero estaba preparado. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que Pitax callera? ¿Y Mivon? Mis aspiraciones eran grandes.

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12/03/2016, 22:37
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Nunzio Arpaia

Para el final del día me visitó el Maestro de Ceremonias del Torneo, introductor y comentarista de los juegos, Nunzio Arpaia. El cortés caballero se apersonó en el pabellón con el fin de darme una última bienvenida y explicarme cada una de las competencias y sus reglas.

Durante los tres días de competencia se darían tres juegos, uno cada día, una hora antes del mediodía. Primero sería una competencia de arquería con arcos largos, en segundo lugar una prueba de fuerza con hachas de mano o grandes hachas y finalmente una competencia de alarde.

Su sorpresa fue grande cuando indiqué que sería yo el campeón de Agnia para todas las pruebas. Intentó refutar pero apenas alcanzó a hacer un sonido gutural cuando asintió con determinación y amabilidad.

La última competencia, que tendría lugar el sexto día durante la medianoche, sería una justa. 

Tras mi decisión de participar en todas las competencias, se marchó, haciendo pomposos saludos y protocolares rituales de despido.

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12/03/2016, 22:45
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Primer Evento: Apuntando a la Diana

El segundo día fue refrescante, poco antes del inicio de la competencia me dirigí al Pabellón de los Campeones para aguardar a ser llamado a las arenas del Coliseo. Se habían tres dianas de diferentes colores. La diana azul se encontraba a 10 metros, la verde a unos 75 metros y la roja a unos 185 metros. Cada una tenía valores distintos y cada participante solo seis flechas que debía lanzar en menos de un minuto.

Al otro lado del pabellón los espectadores del Coliseo vitoreaban ansiosos por que salieran los Campeones a la arena y porque comenzara la competencia. Pronto fue así.

Nunzio apareció y nos dijo que lo siguiéramos, me coloqué último en la fila que abandonó la carpa en dirección a la arena. La gente nos recibió con emoción y alegría, la energía se percibía en el aire. En ese momento lancé sobre mí los conjuros de Agilidad de Gato y luego Transformación, mis músculos se infundieron de poderosa magia convirtiéndome en un guerrero alimentado por energía arcana.

Fueron presentados uno por uno cada campeón, diciendo bien fuerte previamente a que reino representaban. Fue raro contemplar en medio del bullicio como el campeón de Daggermark, aprovechando que la atención recaía en otro sitio, intercambiaba las flechas que se encontraban delante suyo por otras que traía él...

Aún así, la competencia comenzó y las flechas volaron, algunos disparaban lentos, tomándose su tiempo para hacerlo y otros disparaban con gran velocidad para intentar ganar puntos extra por disparar todas las flechas en menos de diez segundos. En fin, para cuando terminamos, ninguno había acertado tantas flechas en el centro de la diana roja como yo.

Fui declarado ganador del primer puesto, y el arquero de Daggermark el segundo.

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12/03/2016, 23:06
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Segundo Evento: La Prueba del Hacha

El tercer día fue similar, solo que la prueba de fuerza implicaba seis troncos alineados para cada participante. A elección de cada uno teníamos un gran hacha o dos hachas de mano. Esta última opción fue la mía. Recibíamos 5 puntos por partir un tronco y 2 por solo herirlo, todo esto en un minuto.

Lancé sobre mi multitud de conjuros inmediatamente luego de la campana de comienzo. No dejé un solo tronco con vida y los puntos superaron en demasía al del segundo lugar.

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12/03/2016, 23:13
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Tercer Evento: Alardeando

¡Ganado! ¡Yaay!

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12/03/2016, 23:21
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Evento Final: La Justa de Medianoche

Todos los competidores justamos hasta desmontar a todos. El último, yo, luché contra el Campeón del año pasado, un luchador impresionante pero pereció ante mí con algo de esfuerzo.

Luego de la victoria el Rey Irovetti descendió de su estrado, rejuntó a todos los participantes y me entregó el gran premio: la Vara del Poder Señorial.

Los festejos continuaron ese día y el siguiente.

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13/03/2016, 08:53
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La Declaración de Guerra

Para cuando salió el sol ya me encontraba despierto. Los pájaros cantaban llenando el silencio del alba con una dulce melodía. Los festejos habían llegado a un descanso luego de largas horas de bebidas y risas. Entonces un mensaje sonó en mi cabeza.

"Atacaron Fuerte Drelev. Ejército enemigo de Pitax, regresa de inmediato"

Se trataba de un recado enviado directamente por Elga, mi Magistrada. Quedé helado en el momento y me tomé un segundo para procesar la noticia. ¿Cómo había sido tan idiota? Ahora estaban claras las intenciones del querido Lord Irovetti. La ira me invadió. Matarlo ahora en su propia carpa podría ser una buena venganza, pero quería que él viese como su querido reino se doblegaba ante mis pies.

Inmediatamente ordené a la comitiva prepararse para el retiro, haría los teletransportes necesarios. Iríamos a Fuerte Drelev, todos salvo Liliz, quién iría a la capital para ordenar la organización de la Guardia Real (utilizando a los guardias de la ciudad) y luego yendo al este, para levantar a nuestros aliados centauros.

En Fuerte Drelev me encontré con un panorama esperanzador. Uno de los sectores de la muralla exterior estaba dañado, aunque no se trataba de nada grave. Rocas habían sido lanzadas como proyectiles. Dentro de la ciudad, los edificios afectados eran mínimos. Cerca de la puerta sur de la ciudad se juntaban una veintena de cuerpos debajo de sábanas blancas, preparados para ser cremados (eran aquellos irreconocibles por sus familias).

-¿Qué ha sucedido, Lord Numesti? -pregunté al alcalde al entrar en el bastión.

-Mi Señor -dijo con una reverencia-, fuimos atacados al caer la noche de ayer. Eran fuerzas poderosas. Dos mil soldados de Pitax, un centenar de trolls y un centenar de jinetes en wyverns. Fue terrible pero la ciudad fue inexpugnable. Durante cuatro horas nos asediaron, usando toda la fuerza de sus gigantes y finalmente se rindieron. No sin antes desplegar a sus bestias voladoras para sembrar el miedo entre la gente.

-Buen trabajo, Lord Alcalde -dije, sin poder dejar la cólera de lado-. ¿Pero cómo es posible que nos hayan golpeado sin aviso? ¿Acaso no hay patrullas por los campos?

-Señor, han venido del sur, ocultando sus pasos en los cenagales -respondió-. Para cuando recibimos la alerta ya era tarde, los teníamos a las puertas.

-¡Maldición! -solté- ¡Pero la puta madre que lo parió! ¡Ese hijo de puta, Irovetti de mierda! Ya ordené levantar los ejércitos, y personalmente supervisaré a las tropas, he llamado a nuestros aliados centauros para que nos asistan ahora. El Rey de Pitax ya se metió una vez con la gente de Fuerte Drelev y ahora se está metiendo con toda Agnis, lo pagará con su sangre.

Así partimos a la capital, donde los oficiales corrían de un sitio a otro haciendo los preparativos y los pedidos. Mandé armar a las tropas con las mejores armas y armaduras de Altalanza, y mandé reclutar una tropa de considerable poder. Los números serían similares, y ellos tendrían la ventaja en el aire y por los enormes trolls, pero los míos tendían todo lo que necesitaran, incluso pociones de vitalidad.

Los exploradores ubicaban la fuerza enemiga principal (el regimiento y los trolls) en el camino entre Fuerte Drelev y Tazlford, a pocas leguas de la primera ciudad. Los jinetes de wyverns todavía no habían sido encontrados.

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13/03/2016, 09:36
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Los Ejércitos de Agnis

Reclutar las tropas necesarias y armarlas como deseaba no llevó poco tiempo. Los centauros de Aecora llegaron en poco menos de una semana. Se trataba de una espectacular horda de quinientos centauros venidos desde las praderas pardas del este, estaban bajo mis ordenes.

Mi objetivo era levantar una Guardia Real compuesta de infantería de élite, de unos dos mil efectivos, y una fuerza de caballería de élite de otros quinientos. En total, tres mil tropas para enfrentarse al regimiento de Pitax y a sus trolls.

Durante este tiempo, el ejército invasor pululó entre Fuerte Drelev y Tazlford, haciendo algunos ataques a una ciudad y a otra, pero siendo siempre rechazados por sus gruesos muros. Era extraño que no se internaran en los campos, donde podrían hacer mayor daño atacando las granjas, pero era evidente que preferían tener la vía de escape del pantano siempre a tiro de piedra.

Para finales del mes, las tropas estaban listas para avanzar. Organizadas, entrenadas (aunque muy livianamente) y armadas hasta los dientes, pero sobre todo extremadamente motivadas en defender el reino de los infames invasores, estábamos listos para marchar.

Personalmente comandaría la Guardia Real aunque era probable que en batalla delegara el mando a la General Liliz y saliera personalmente a combatir, arreciando muerte sobre las tropas enemigas.

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13/03/2016, 17:18
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La Batalla de la Ciénaga

Mis tropas marcharon bajo mi mando, iba montando un corcel fantasmal para acompañarlos en tierra. En vanguardia iba la caballería, luego la guarida y por último los centauros. No tenía ni idea cómo funcionaría el combate, nunca había comandado un ejército y esta sería mi primera batalla, y la primera batalla de mis hombres. Aún así, estaba confiado en su obediencia, entrenamiento y armamento superior.

Según Fuerte Drelev, durante todo el mes habían recibido ataques constantes y acosos de los jinetes de wyverns. Esto nos daba incluso más ventaja de la que ya teníamos en números, pero no quería subestimar la experiencia de los invasores que superaba a la nuestra.

Marchamos durante cinco días, cruzando los campos y luego la ruta del bosque, utilizando la de Verdún y finalmente encabezando el cruce por el pantano. El camino nos daba velocidad y nos permitía avanzar sin problemas. Entonces mis exploradoras centauras llegaron.

-¡Su Majestad! -dijo una- Las tropas enemigas se encuentran a una legua o menos, hacia el oeste. 

-¿Qué tropas soldado? -pregunté.

-Un regimiento enemigo y trolls -respondió.

-Excelente -dije-. Alerten a las tropas, nos preparamos para avanzar. Quiero tener una formación extendida, con la Guardia al centro, la Caballería sobre el flanco izquierdo y los Centauros sobre el flanco derecho.

El campo de batalla resultó ser un espacio de pantano, entre riachuelos, lodazales y la calzada haciendo curvas entre ellos. En primera línea se encontraban los Incursores Trolls, una partida de cien bestias formidables, detrás de ellos el regimiento de Pitax de unos dos mil hombres.

El combate fue en realidad una masacre, una masacre de las tropas enemigas. Las flechas volaron y detrás de ellas caí con forma de un enorme dragón escupiendo fuego sobre el regimiento de Pitax. Seguidamente la caballería y los centauros cargaron con toda potencia, diezmando estrepitosamente a los escasos trolls que poco pudieron hacer frente a tantas lanzas, diez por cada uno de ellos. 

A continuación, mis tropas y el regimiento chocaron en metal y sangre. El caos se formó pero la brutalidad del ejército enemigo no fue rival para nuestra organización, armamento y mi fuego cayendo sobre ellos. Además, prontamente la caballería hizo huir a los trolls, que corrieron por los campos, dispersándose, pero mis jinetes de dieron caza, acabando con los remanentes. Los centauros, ahora libres, rodearon y golpearon al mermado regimiento enemigo, que pronto se vio rodeado, superado en número y en armas, desmoralizadas las tropas rompieron filas y corrieron, a pesar de la persecución, un numero considerable logró escapar.

Era probable que el general de las tropas, un enorme ogro mago, lograra reorganizarlos en la retaguardia, pero mi prioridad era eliminar a los Jinetes de Wyverns cuanto antes y luego acabar con lo último de la fuerza invasora. La derrota enemiga fue decisiva y enviaría un mensaje claro a Irovetti. Había cometido un grave error.

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13/03/2016, 20:58
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La Batalla de Drelevia

Descansamos durante todo el día siguiente a la Batalla de la Ciénaga, para recuperar las fuerzas del ejército y luego marchamos hacia Fuerte Drelev (que luego del combate renombré como Drelevia) para expulsar de una vez a los Jinetes de Wyverns.

Otra masacre que traerá desgracia a Pitax y a Irovetti. El centenar de jinetes revoloteaban cerca de la ciudad. Los centauros se colocaron en posición y dispararon sus flechas, causando gran daño entre las bestias que caían como moscas. Luego una segunda oleada de proyectiles fue disparada desde los arcos de la Guardia Real.

El ahora pequeño enjambre de alados reptiles se lanzaba con dificultad intentando evitar los letales virotes, pero el Dragón Rojo de Agnis cubrió lo que restaba de sus fuerzas con letales ascuas. Para cuando las llamas se disiparon solo dos jinetes habían logrado escapar gracias a una temprana cobardía, el resto regaban un campo de cadáveres y moribundos soldados y sus monturas.

Por nuestra parte, no habíamos perdido un solo soldado. La verguenza caía sobre Lord Irovetti como una densa lluvia de realidad. Ese mismo día partimos al sur, donde Avinash Jurrg, el general ogro enemigo, reorganizaba a sus agotadas tropas.

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13/03/2016, 21:15
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La Derrota de Avinash Jurrg

Al día siguiente ambas fuerzas se encontraron, solamente que la desigualdad era evidente. Yo comandaba un verdadero ejército, con dos mil hombres de infantería pesada de élite, quinientos caballeros de élite y otros quinientos cazadores centauros imparables, mientras que Jurrg apenas lograba recomponer su regimiento con apenas unos mil hombres agotados y desmoralizados.

El martillo golpeó al mediodía. Los centauros avanzaron a todo galope he hicieron llover flechas sobre las tropas enemigas, diezmándolas. La respuesta no se hizo esperar y los proyectiles enemigos interceptaron la marcha de nuestros cazadores en pleno galope. La cantidad de bajas fue sustancial. No obstante, las tropas enemigas estaban al borde del colapso y lo demostraron cuando fueron destrozadas por las andanadas de virotes disparados por la Guardia Real. Muy pocos sobrevivientes. Su general se había marchado incluso antes de que ordenara avanzar sobre los heridos y que enviara a la caballería a perseguir al resto.

La victoria fue absoluta. Habíamos destruído completamente al ejército invasor. Pronto descubriría que Lord Irovetti tenía otras fuerzas aguardando en la frontera. El ejército de ataque que nos había invadido había sido una punta de lanza, de resultar exitoso otros tantos penetrarían en el territorio, pero ahora había ordenado una estrategia defensiva frente a los últimos sucesos. 

Los Jinetes de Wyverns me dieron una idea fantástica, por lo que mandé llamar a domesticadores de criaturas exóticas de diferentes lugares con el objetivo de lograr reclutar y entrenar una fuerza considerable de grifos. Quizá en el futuro (tarde o temprano) lograra tener una fuerza de Jinetes de Grifos preparados para lanzar poderosos ataques sobre las fuerzas del enemigo.

Ordené a los centauros a volver a los Prados Pardos, habían luchado bien, se habían sacrificado y sufrido considerables pérdidas. Demostraron su lealtad y amistad con honor y me habían ayudado a expulsar al enemigo. La guerra que ahora se presentaba frente a nosotros era una de agresión, invasión y conquista, que estaba dispuesto a llevar hasta las últimas consecuencias.

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13/03/2016, 21:52
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La Horda de Pitax

Luego de la muerte de Armag en mis propias manos y de negociar la paz con los Señores Tigre, se marcharon para volver como aliados de Lord Irovetti. Ahora, se conocía como la "Horda de Pitax" a las siete tríbus bárbaras unificadas bajo el nuevo líder Villamor Koth que habían sido convencidas por el rey de Pitax para que lucharan en su nombre.

Les había ordenado esperar por sus ordenes de atacar, ordenes que nunca llegaron ni llegarían, porque la una vez frontera provisoria para la invasión era ahora la primera línea de defensa ante mi ejército.

Un millar de bárbaros esperaban acampando en sus tiendas de cuero, afilando sus hachas y luchando a puñetazos entre sí para pasar el tiempo. Cuando divisaron las brillantes armaduras de mis tropas marchando al unísono en el horizonte nos encararon, pero poco tenían que ofrecer.

Las flechas de la Guardia y de la Caballería se intercalaron en el aire con los proyectiles de los bárbaros, y entre las flechas cruzaron mis alas, al tiempo que caía en picada barriendo con una columna de fuego. Utilicé mi cuerpo para aplastarlos, devorándolos con mis fauces, cortando, golpeando y lanzando con el resto de mis extremidades. 

Entre el caos sonó un cuerno y mil voces se alzaron, la Guardia Real cargó impactando con los brillantes escudos de acero mientras la caballería rodeaba con épica maniobra rompiendo las filas del flanco izquierdo enemigo. No tenían nada más que hacer, la Guardia sufrió evidentes bajas por plantarle cara a los fieros bárbaros, pero segundos más tarde la tropa parecía flaquear.

Koth alzó su voz entre todos, entre el caos y los gritos y los bárbaros se quedaron, arengados por su líder. Con el heroísmo de leyendas los bárbaros lucharon hasta sus últimos alientos, pero se encontraban tan debilitados que lo que siguió fue poco más que una masacre en todo sentido.

Villamor Koth fue capturado y ordené que fuera ejecutado por fuego de dragón junto con el resto de los prisioneros. Doce guerreros y su líder murieron carbonizados mientras chillaban de dolor, cuando las llamas devoraron sus carnes y huesos.

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13/03/2016, 23:35
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El Contraataque de los Jinetes Tusker

Tenía en mente que Lord Irovetti, a pesar de sus derrotas, no se quedaría quieto y estaba en lo cierto. Si fuera él entendería que un ataque sería la mejor defensa, especialmente luego de que el enemigo arrasara dos de mi mayores ejércitos.

Así fue como dos días después de la batalla contra la Horda llegó a mi tienda un explorador trayendo noticias. Una banda de cincuenta gigantes de las colinas montados en mastodontes cruzaban las praderas a toda velocidad en nuestra dirección. Inmediatamente di la voz de alarma y la Guardia se preparó para el combate.

Los gigantes detuvieron su cabalgata a una buena distancia, rápidamente ordené a los arqueros soltar las flechas, entonces las rocas llovieron sobre nosotros. Enormes peñascos que arrancaban del suelo para aplastarnos con ellos. Lo bueno fue que eran tan lentos y esporádicos que los hombres podían evitarlos si se organizaban. Solo tuvimos que lamentar un muerto.

Detenerse para lanzar rocas fue la peor decisión que pudieron haber tomado, lamentablemente para ellos se dieron cuenta de esto cuando una nube negra de flechas les acribilló a ellos y a sus enormes monturas por igual. Montaron los que pudieron, algunos parecían puercoespínes, otros sangrando y otros ilesos.

Cargaron con lentitud, metiendo el miedo en el cuerpo de los soldados de la guardia, el suelo temblaba bajo nuestros pies. Sabía que el impacto sería devastador, desplegué mis alas y bombardeé a los gigantes y sus monturas con bolas de fuego. Ninguno llegó a la línea de la Guardia.

Ordené avanzar para rematar a los heridos y tampoco perdoné a nadie. Todas aquellas tríbus bárbaras y de monstruos habían sido compradas por Irovetti, pero en realidad eran los originales dueños de las tierras, tierras que ahora le pertenecían de hecho y por derecho a Agnis. Todavía no había expandido las fronteras, pero lo haría desde el momento en que Pitax se rindiera.

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14/03/2016, 00:08
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De Exploradores y Estrategias

Durante tres días permanecimos en el campamento que se encontraba a cuatro leguas al norte del Lago Titilante. No deseaba movilizar más tropas hasta no conocer la posición de las tropas restantes de Lord Irovetti o hasta no descartar del todo un contraataque directo al corazón del reino.

Así fue como ordené a mi Mariscal desplegar patrullas de exploradores por todo Glenebon, por la ciénaga Lenguancho y por el sur hasta Pitax. Esa tarde me llegaron los informes preliminares.

Al oeste, donde el río Pitax se unía al río Susurro, existía un pequeño poblado, ahora hecho ruinas. Los causantes de la destrucción fueron unos cien Wyverns, probablemente del mismo enjambre que atacó Drelevia la semana anterior. Si esto es así, Irovetti cuenta con esta reserva de bestias para atacarnos. Lo interesante es que los exploradores presenciaron cómo los Wyverns abandonaron el pueblo y se dirigieron todos ellos al sureste, en dirección a Pitax.

Al sur, por otro lado, existía un campamento lo bastante armado como para considerarse permanente. Quinientos soldados, mercenarios numerios (por las armaduras) se encontraban en este sitio, se hacen llamar los Garragato. Curiosamente fueron visto cuando se marchaban, en dirección a Pitax, el día anterior.

Era altamente probable que Lord Irovetti estuviera comprendiendo su delicada situación y estuviera llamando a todas sus tropas de nuevo a su capital, con el objetivo de realizar una última defensa.

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14/03/2016, 14:42
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El Asedio de Pitax

(7 años y 9 meses)

Con el camino despejado hacia la ciudad de Lord Irovetti ordené que comenzara la marcha. Establecimos un asedio a la ciudad con el objetivo de quebrar la voluntad de los defensores. Me preguntaba que se estaba cruzando por la mente de Catruccio. ¿Acaso se habría imaginado que llegaría a este punto? ¿Que la derrota fuese tan desagradable y tan pronta?

El asedio duró seis meses, y para sostenerlo durante tanto tiempo tuve que desviar cuantiosos recursos, pero sería una mejor alternativa a un ataque frontal a la ciudad. Dejé a Liliz al mando de las tropas y yo recorrí mi reino, administrando los recursos para asegurar su llegada, explorando las tierras del norte y enviando tropas para reclamar los campos.

Pitax, un reino de trecientos años, se uniría a la lista de coronas fallidas, luego de una guerra de dos semanas. Irovetti pasaría a la historia como el más dañino soberano de los Reinos del Río. Los sucesos acaecidos durante los seis meses de asedio hasta la rendición de las tropas defensivas de la ciudad se relatarán en los siguientes capítulos.

El último mes fue especialmente glorioso, ya que tras la larga espera un pensamiento asaltó mi mente: ¿y si viendo cerca la derrota el Rey Irovetti considerara escapar de la verguenza? Era una posibilidad tanto válida como realizable. Por ello y haciendo uso de mis habilidades decidí incursionar dentro de su palacio sigilosamente, con el único objetivo de capturarlo o ajusticiarlo en un caso extremo; preferiría ejecutarlo públicamente frente a la Fortaleza Roja.

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14/03/2016, 22:28
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Explorando el Glenebon

La exploración del norte me llevó a algunos lugares interesantes. Tras el gran pico de Monte Branthlend encontré un cementerio de Mammots, pero no continué más allá, Pitax jamás había llegado hasta allí y no era necesario profundizar en la confusa zona de fronteras borrosas.

En el corazón de las praderas encontré un sitio de aguas calientes, vapores y violentas columnas de agua disparadas al aire.

Más al oeste, sobrevolé concienzudamente el Mil Voces. Encontré indicios, en una zona pantanosa, de lo que parecía ser la guarida de un gigantesco dragón negro. Resultaba un sitio centenario, probablemente utilizado durante largos años por la criatura pero de reciente abandono. Me extrañó, pero nada indicaba que el dragón fuera a volver.

Minognos-Ushad

Al sur, sobre el linde del denso bosque de las Mil Voces sobrevolé otra guarida similar, hogar de una gigantesca wyvern. Era probable incluso que fuera la madre de todos los wyverns de Irovetti. 

Regresé tras averiguar el nombre legendario que los bárbaros locales le habían puesto: Minognos-Ushad, "Devoradora de Reyes". Cada intento de matar al enorme lagarto había culminado en una masacre absoluta de los atacantes, y su nombre no era en vano, incontables jefes tribales fueron a parar a su insaciable estómago.

Ataqué su guarida inmediatamente, no quería una bestia de tanto poder vagando libremente por los campos que estaba conquistando y donde trabajadores y granjeros pasearían en poco tiempo.

El combate fue intenso, la wyvern era implacable, violenta y brutal; incluso luego de una herida grave que le infringí con un relámpago que decidió retirarse, volando rápido hacia la cima del Monte Brantheld. La seguí muy a su pesar y terminé con ella en el clímax glorioso de un combate épico.

Envié su enorme cuerpo a mi palacio, no quería olvidar un día semejante.

Ilora Nuski

Una mañana, sobrevolando el límite del Mil Voces contemplé algo extraño en la maleza. Dibujé dos círculos en el cielo intentando determinar de que se trataba hasta que supe que era un escondite. La posibilidad de bandidos, ladrones o bárbaros era demasiado alta como para dejarlo pasar.

Era un campamento muy pequeño, de solo dos tiendas y un solo individuo. Se trataba de Ilora Nuski, su belleza guerrera oculta detrás de la suciedad, el lenguaje agresivo, las cicatrices y el pelo cortado con cuchillo, me llamó la atención lo suficiente como para presentarme y mantener una conversación.

Tenía preparado el conjuro para encantarla en cuanto resultara inminente un combate, pero no fue necesario. La fiera chica me reconoció como el monarca del reino del este. 

Resulta que Ilora no era una amante de la ley y el orden pero odiaba a Irovetti con mayores fuerzas. Hasta que el numerio ascendió al trono Pitax era el refugio de ladrones y bandidos, luego, todo comenzó a girar en torno al Gremio de Ladrones y la abrumadora presencia de guardias. Ella anhelaba la caída de Irovetti incluso más que yo.

Me pareció muy extraño que me solicitara unirse a nuestras filas y fui poderosamente atento en resaltar que el caos no estaba permitido en mi reino, ni en su más mínima expresión. Tampoco confié en ella, podría tratarse de una artimaña, pero esto parecía poco probable, especialmente luego de darme información sobre tropas pixianas marchando al norte.

Al parecer las había seguido hasta descubrir al líder, un tal Gaetane, el asesino más peligroso de Lord Irovetti. Esto me llamó la atención, aseveró que se dirigían a la Abadía (ahora abandonada) de Rosablanca.

Hicimos entonces un trato con Ilora, ella me acompañaría a la Abadía y me ayudaría a averiguar (y detener) lo que fuera que estuvieran haciendo los hombres de Irovetti, a cambio ella tendría un lugar entre los míos.