Partida Rol por web

Y ni corta ni perezosa la barda mira hacia aquel engendro y se prepara para dispararle y así 

          Tras haber conseguido matar a aquella garrapata monstruosa se había, prácticamente, desplomado en el sitio. Perdida la tensión del combate y con la muerte alejándose de él, sus músculos habían registrado al fin el dolor latente causado por las heridas infligidas por aquél bicho al que había terminado por ensartar; en esos instantes, se sentía débil, sin fuerzas, e incapaz casi de levantar la espada. Casi. Los sonidos provenientes de la caverna le obligaron a hacerlo y caminar con pasos lentos, arrastrando los pies, hacia el origen de los ruidos. Al menos esa era su intención, porque lo cierto es que se quedó apenas retrasado unos segundos al interesarse por la estatua y los documentos escritos en infernal, y cuando se quiso dar cuenta sus compañeros ya retrocedían, alarmados, ante un nuevo enemigo.

          No fue una araña de aspecto tan horrible que hasta él se podía considerar guapo frente al espejo. No. Fue otro gusano como los anteriores pero más grande, más rojo, y con más mala leche, babeando más veneno que ninguno de los otros y mirándoles con no sabía si más atención, pero sí más mala leche. Aunque podía haber intentado sacar alguna idea en claro de que narices era, no lo hizo, en parte porque Shallana – recién levantada del descansito – había sido más rápida, y en parte porque lo daba lo mismo. Si su carne podía cortarse como la de los anteriores ciempiés, no había que preocuparse más que de golpear lo suficientemente fuerte y lo suficientemente bien. 

          Eso era el problema, por supuesto. No se veía con la energía necesaria para hacer que su espada atravesará totalmente al bichejo. En su cabeza lanzarse a la carga era tan buen plan como sería acabar rodeado de una boa constrictor gigante, cabreada, y con hambre..., pero multiplicado por dos; es decir, una mala idea. La cosa es que salir corriendo por túneles por los que apenas podían andar ellos mismos, siendo perseguidos por una criatura que pensándolo bien podría haberlos incluso excavado, era una peor. Así que mientras otros iban retrocediendo y sacando arcos de..., ¿dónde narices llevaban eso guardado?, él se preparó para lo inevitable. 

-¡Oh vamos!-exclamó la semielfa al ver aparecer de pronto a aquel gigantesco insecto de las profundidades. Ni siquiera se había parado a pensar en como habían llegado aquellos kobolds allí antes que ellos pero si no se ocupaban de la criatura rápido no saldrían de allí para contarlo.

La enorme criatura empezó a avanzar arrastrándose por las pequeñas cavernas y antes de que Mal´ak pudiera retroceder a una posición segura, la parte delantera del ciempiés salio disparada como un resorte, y atacó al tiefling. Sin embargo, el tamaño de las cuevas estaba suponiendo una enorme desventaja para la criatura, la cual se atasco con unas raíces, permitiendo a un herido Mal´ak apartarse de la trayectoria del ataque...

     Tal vez había tenido suerte, tal vez había sido cosa del destino, pero lo único que importaba, lo único que podía pensar mientras se apartaba de la cola de aquél gusano, es que había sobrevivido. Y no por escasos centímetros, lo que habría hecho que la posibilidad de morir atenazara sus músculos, sino con un amplio margen. Había esquivado con soltura, y ahora una sonrisa llena de afilados dientes afloraba a su rostro en respuesta a semejante proeza. Estaba vivo, tal vez solo unos segundos más, pero vivo. Y haría lo posible para seguir así; porque no es que tuviera nada contra los muertos, simplemente que no disfrutaba de su compañía como con la de las tres mujeres que tenía por compañeras, y que le hacían sentirse uno más. 

     Así que, sin perder tiempo, retrasó un pié, dando un paso para mantener una cierta distancia, y se colocó frente al ciempiés dispuesto a seguir controlando el camino, sin dejarle pasar, mientras sus compañeros convertían su blando y carnoso cuerpo en un colador.

Desde donde estaba, veo como el gusano se abalanza hacia Malak. A pesar del tamaño y de lo estrecho del pasillo, se acerca peligrosamente.

Con rapidez, meto una flecha en el arco y la disparo hacia el cuerpo gigantesco de la criatura, pero los nervios y el miedo a darle a Malak hacen que falle estrepitosamente. Miro con cara de fastidio el maldito arco, pensando para mí que por algo nunca me había gustado usarlo.

Con un restallido el ciempiés ataca con los flagelos de su cola, aprovechando la leve distracción de Shallana´ha al disparar su arco contra él, sin embargo la aasimar es mas rápida y evita con facilidad el ataque.

Mara dispara contra su enemigo aprovechando el último que tiene de inspirar coraje, tensando la cuerda mientras nota como su voz se va cansando. 

Rennnor tensa el arco apuntando con cuidado al insecto que cruza sin problemas la grieta, dejó actuar a los demás buscando el momento apropiado y cuando éste llegó soltó la flecha dando un paso atrás.

Aprovechando que la bestia estaba distraída intentando atacar a Shallana´ha, Khastal echo a correr hacia el insecto y haciendo un ágil giro se posiciono en el lateral del ciempiés y le hizo un profundo tajo en el costado.

El ciempiés giro su cabeza hacia Khastal siseando furioso y en un ataque relámpago las pinzas del insecto avanzaron con rapidez contra la semi-elfa, la cual sin ningún tipo de problema esquivo el ataque de la bestia.

Por otro lado la batalla entre Kobolds y canijos parecía estar llegando a su fin con una victoria aplastante de los primeros, entre ellos visteis a Nakpik que tras haber acabado con su contendiente, estaba liberando a su compañero cautivo, mientras miraba nervioso a la terrible monstruosidad que debía suponer ese enorme ciempiés para los pequeños kobold.

Viendo que todos estábamos juntos, pero a la vez no podíamos movernos con libertad, miro al resto esperando a ver por dónde iban a tirar los demás

Una vez que lo viese, decidiría si seguir con la mierda del arco o avanzar y luchar con la espada, aunque si me enganchaban esas tenazas, sería lo último que vería en esta vida.

   Al notar – más que ver – la indecisión de Shallana tras él, sus pensamientos se perdieron en una vorágine de ideas en las que el sabor de la victoria se entremezclaba con otras sensaciones de pérdida y dolor, de rabia y odio. Quería acabar con ese monstruo, y quería hacerlo antes de que su compañera, o tal vez cualquier otra – hasta Rennor –, cayeran ante el látigo del ciempiés. Se dio cuenta, de repente, de que durante un momento había incluso pensado en que fuera la celestial quien se lanzara a por el gusano para que él aprovechara el momento y atacar – tal como había hecho Khastal con acierto –, pero en cuanto esa idea tomó fuerza en su mente, en cuanto eso ocurrió, supo que no podía hacerlo. Ella estaba tan débil como él, puede que incluso más, y no había motivo alguno más que el egoísmo y el miedo para que fuera ella y no él quien diera ese paso. Esos eran los sentimientos contra los que su maestro le había prevenido, sobre los que le había avisado con sabias palabras que había estado a punto de olvidar. Ahora no podía recordarlas del todo, pero era claro su sentido: no podía caer en la oscuridad. Eso le terminaría convirtiendo por dentro en el monstruo que todos pensaban que era, en la bestia que mostraba por fuera.

   Prefería morir...

La situación era bastante complicada y las tenezas de ese enorme gusano bastante peligrosas, pero tampoco podíamos escapar. Solo quedaba luchar y, si así estaba escrito, morir.

Mis heridas eran muy graves, y cualquier ataque suyo podría suponer mi final, pero era cierto que Golum me protegía, y era algo que tenía que hacer.

Decidida, avanzo medio agachada, con la espada por delante, intentando protegerme de su más que posible ataque. Al pasar por delante de Malak, le asiento sin detenerme Acabad con él de una vez

La criatura gira con rapidez la cabeza al ver acercarse a Shallana´ha y la ataca con una furia siseante, pero la aasimar estaba preparada y esperando el ataque, y cuando el ciempiés ataco, esta giro el cuerpo en el ultimo segundo haciendo que el insecto gigante solo rozara su armadura.

Mara sigue con la mirada a su compañera y cierta preocupación en los ojos hasta que contempla como esta esquiva el ataque y suspira con cierto alivio, en ese momento se aclara la garganta y vuelve a cantar con mas fuerza, inspirando a sus compañeros para que estos acaben con la bestia. 

   _^<< – ¡NO! – gritó en su interior, al verla. De repente, se sintió mal, le dolía el estómago, y sus ojos brillaban rojos de ira. Se había traicionado a sí mismo, perdido en pensamientos inútiles que no debían pasar por su cabeza en medio de un combate. Su mente había bloqueado su cuerpo, haciéndole perder un tiempo valioso que Shallana había aprovechado para hacer justo lo que se estaba diciendo a sí mismo que no podía pasar _^>>.

   La assimar pasó junto a él y el ciempiés la miró. Él gruñó y se movió, pero ya era tarde. El gusano atacó haciendo restallar su largo cuerpo mientras siseaba furioso. Aquél sonido ocultó su propio bufido, cargado con el mismo odio, no hacía la criatura, sino a su cobardía. No iba a perdonarse el haberse quedado quieto mientras era otro – otra en este caso –, quien atraía la atención. Lo que había hecho la celestial tenía que haberlo hecho él, pues ninguna vida valía menos que la suya. _^<< El miedo lleva al... >>; acalló la voz de su maestro: en aquél momento sólo existía aquella criatura y su espada. Con esa única idea en mente imbuyó su arma de más energía arcana, salida de su interior, y golpeó con un tajo descendente contra la blanda carne del monstruo, dispuesto a acabar con él antes de que pudiera volver a moverse.