Partida Rol por web

Lo... lo había hecho... Al final, lo había hecho. Le he rebanado las piernas al caballero diamante más poderoso del reino... pero a que precio, no podía ver en toda su plenitud lo que había conseguido... ¡BÁSICAMENTE PORQUE ME FALTABA UN PUTO OJO! Aunque reconozco que... el enfado y la furia se me había aliviado bastante -Estamos... en paz- dije con tono frío y serio, mirando al caballero... antes de caer de rodillas, agotada de todo el esfuerzo físico que había realizado y la adrenalina que había gastado, mientras los demás le rodeaban y aún así intentaba incorporarse.

Entonces, escuchamos las palabras de Glaius, el cual había votado... por matarle. Todos los presentes, se quedaron callados incluido yo misma... pues no era una decisión que tomarse a la ligera en lo absoluto. Se sintió como si hubieran pasado semanas sin hablar pese a que nuestro silencio solo duró como mucho un par de minutos. Y como nadie parece que tenía huevos de pronunciar las primeras palabras... las diré yo -Frey tuvo derecho a vivir pese a cometer los mismos crímenes que Zedron... lo único que les diferencia, es el nivel de poder y haber conseguido tocar al rey- mi voz parece que era la única que se pronunciaba, así que continué -Despojadle de la armadura, de la espada, de cualquier cosa que pueda usar para exterminarnos otra vez... arrancadle la mano si es necesario para que suelte su arma, y luego curadle las heridas lo minimo para sobrevivir. Si muere de camino a la prisión, o prefiere suicidarse... que no sea como un caballero diamante sino como un don nadie que podamos olvidar... que ese sea su castigo en caso de no ayudarnos...- terminé sentenciando con una seriedad absoluta, mientras me levantaba apoyándome en mi hacha -Alanis, Baeric... yo me quedaré intentando tratar al rey. Uno que escolte a Zedron a la celda y a los soldados que le desequipen, y el otro que busque a la familia real...- terminé diciendo, mientras cojeando me fui acercando al rey, sacando mi botiquín a duras penas de mi bolsa para tratarle.

Se había tomado la explicación con bastante tranquilidad, llegando a pensar de que todo aquello resultaría más fácil de lo que esperaba... Pero nunca podía ser así: El sobresalto que dio ante tu repentino cambio de aptitud por poco le hace caer de la silla, aunque su expresión no cambió en lo más mínimo. Decidió que lo mejor era no interrumpirte, dejar que te desahogases; el discurso no salió tan bien como te gustaría, después de todo el lugar no cambió ante tus pensamientos, y durante la charla lo único que mostró tu portal era... Luz: no conectaba a nada. Aún así, habías sacado todo lo que tenías dentro...

Orden se quedó en silencio durante unos instantes, dejando el té sobre la mesa sin quitarte la vista de encima con cierta... seriedad. El silencio se hizo eterno en aquel vacío de luz infinito, siendo cortado únicamente por su suspiro antes de decir algo.

-He visto esto tantas veces que no me sorprende... Los portadores conocen la verdad, se niegan a aceptarla, deciden enfrentarla y... Bueno, digamos que ninguno tiene muertes dignas de lo que deseaban lograr... -al levantar una de sus manos y cerrar el puño, el portal que tu misma abriste hace poco se cerró. -. No mentiré, es la primera vez que veo un proceso tan temprano entre dos portadores para romper las leyes, pero están muy lejos de lograr cambiar la naturaleza de las cosas... -nuevamente se quedó en silencio, tomando un único sorbo de su té antes de hacer desaparecer su taza. Segundos después, te enseñó una amplia sonrisa. -. ¿Sabes qué? A mi me da igual todo esto. ¿Quieres intentarlo? Adelante. Yo estaré observando desde aquí. Después de todo, si pasa lo que siempre pasa, y va a pasar, simplemente la luz cambiará de portador, y yo ni siquiera me daré cuenta -el chico soltó una carcajada que se escuchó por la infinidad de aquel lugar. -. Ay... Todos son iguales... -donde antes estaba su taza de té, apareció una jarra repleta de cerveza espumosa. Te hizo un leve gesto a modo de brindis, y entonces empezó a tomarla a pecho; no la bajaría hasta beberla por completo, momento en el que se volvería a llenar por si sola. -. ¡¿Sabes qué?! ¡Me da igual! -eso ya lo había dicho hace nada, pero ahora bajo los efectos del alcohol... Te dabas cuenta de que el Orden no era precisamente resistente al alcohol... -. ¡Haz lo que quieras, anda!

Con un chasquido de dedos, toda su ropa desapareció, dejando únicamente su ropa interior, aunque desde tu perspectiva estaba totalmente desnudo...

-¡¿No quieres escuchar?! ¡Pues largo! ¡Anda, fuera, fuera! ¡Shh, shh! -dispuesto a echarte de aquel lugar, continuó bebiendo de la cerveza. Luego de acabarla, se volvería a llenar, y tu aún seguirías allí... Principalmente porque no sabías como salir. -. ¿Qué? ¿No sabes como irte a tu casa? A ver, mariposita... Luego de agotar tus energías, debes esperar al menos 5 horas antes de despertar. ¿Cual es el problema? Que en este mundo el tiempo va a su gana... No te miento cuando te digo que un portador estuvo aquí 100 años, y al despertar solo habían pasado 8 horas en el "mundo real". Entonces... -con una sonrisa de oreja a oreja, chasqueó los dedos para hacer desaparecer tu taza de té y remplazarla por otra de cerveza. -. ¿Vas a llorar lo que queda o...?

Tus palabras amables y tus dulces sonrisas no parecían causar reacción alguna en Caos, pero cuando empezaste a hablar sobre aceptar la muerte y la naturalidad de las cosas su expresión cambió a una más de confusión. No respondió a tu pregunta, un tanto en shock por aquella respuesta inesperada. Esta aptitud solo se mantuvo unos instantes, pues luego recobro esa expresión de superioridad.

-¡Ha! Claro, claro... ¡Tu serás capaz de hacer en una vida lo que cientas de generaciones no! -se zafó de tus manos para luego dejar salir una fuerte carcajada, tal vez algo forzada, pero que expresaba bien su sentimiento. -. Olvidalo... Tu mente aún es muy infantil. Se vale soñar, pero... ¡Tu lo exageras mucho!

Así, Caos dio un salto hacia atrás para alejarse de ti y dejarse tumbar boca abajo en el suelo, mirando en dirección opuesta a ti.

-Anda, ponte cómodo... A mi se me da que tardarás muuuucho en regresar.

Nada reaccionó, todo se mantuvo igual, y pese a que logre hacerle reaccionar se mostro tranquilo y pasivo, como si se esperara todo lo ocurrido... No, como si estuviera viendo todo lo que esperaba que no ocurriese. 

Tras hablar yo comence a escucharle viendo como trataba a mi propia magia como un juguete y sin querer siquiera intentar razonar conmigo. Un rostro de perdida de esperanza mezclado con mentiras para evitar romper su propio orgullo. Estaria llorando por dentro, o incluso deseando gritar. Solo que al contrario que yo, el parecia no tener algo que yo si, y no me di cuenta. 

No me hizo gracia que empezara a beber, y que empezar a hablar bajo los efectos del alcohol. Tanto fye asi que sus palabras mas duras me dejaron en blanco sin saber como actuar. 

Por un lado quería darle una guantada por volverse tan descuidado y sobre todo por llamarme mariposita... No obstante mi acción fue totalmente diferente siendo que cuando me atreví a actuar puse mi mano sobre su jarra parandole al mismo tiempo que lo volvía a transformar en aquella taza de te, mensaje claro de que parara.

-Soy una egoista... Tan solo pienso en Fio... Y no soy capaz de ver nada más, porque es mi principal preocupación... - Le mire a los ojos - Si viera más a los demás... quizás me daría cuenta de lo que me pierdo - acto seguido me levanté, rodeé la mesa y simplemente le abracé, dandome igual la falta de ropa.

-Estas solo ¿Verdad? - Solo lo había denotado por una de las cosas que había dicho, pero podía denotar soledad en sus palabras, tanto ebrias como sobrias, pero probablemente nunca lo reconocería. - L-lo siento... - No dije más, tan solo me mantuve ahí unos segundos, o lo que creia eran unos segundos antes de separarme.

-Fio es lo más importante para mi, y haría cualquier cosa por el... Hasta violar las leyes de la vida misma si pudiera... Pero supongo que eso ya lo sabes... Soy cabezona en eso y... no consigo ver más allá. Por ello quizás, me pierdo más de lo que estoy dispuesta a encontrar. - Agarré su mano por un momento. - Y no me doy cuenta de lo que ocurre teniendolo delante.

Respiré hondo una vez de forma tranquila y pausada - Estoy dispuesta a todo por cambiar el futuro del mundo que ya conocemos... Así que habla... Pero sobre todo, dime como volver aquí si lo necesitase - No pienso dejarte solo

-Se mencionó...que estaba controlado mentalmente. Concuerdo con la idea de encarcelarlo, pero tras esto debe ser tratado por los sanadores del castillo. Quizá el par de hadas pueda hacer algo por él....también puedo contactar con mi casa, nuestra sangre guarda defensas contra esta clase de eventos, pero yo misma no conozco los métodos exactos para ayudar a otros.

Alanís seguía un poco en shock luego de ver que Zedron perdía sus piernas. Y aún así, seguía dispuesto y atento, donde otros solo estarían gritando y rogando por clemencia. Incluso siendo enemigos, esto le produjo un personal y silencioso respeto. Deseaba que realmente este episodio se  tratara de un cambio forzado en su mente y no de una elección voluntaria, y en caso de ser así que pudieran restaurar sus piernas. Porque, aunque las cosas se habían calmado...bueno, el costo quizá había sido el lisiar permanentemente a uno de los mayores defensores del reino.

-Con permiso. Iré a comprobar el interior y a la familia real. -luego de este pensamiento, dijo esto con cierta premura. Inusualmente se le notaba expresiva y preocupada al pronunciar estas palabras, y se marchó con pasos rápidos que se conviertiéron en una carrera apenas dobló una curva y salió de vista de los presentes.

Al inicio se tomó aquel gesto como un desafío, un encaramiento amenazante en el que intentarías cambiar su aptitud despreocupada y reprocharle por ser así, pero entonces... Aquel cálido abrazo le dejo sin palabras. Su expresión de sorpresa fue obvia, paralizado en aquella posición donde tardó varios segundos en levantar los brazos para corresponder.

-¿Q-Qué...? -en un pequeño shock por aquellas palabras, dejó que soltases el abrazo para escuchar lo que tenías que decir. Su mirada expresaba verdadera sorpresa, mirándote fijamente sin perderse ni una de tus palabras. Luego de que acabases, tardaría unos segundos en procesar todo y responder. -. Y-Yo...

Entonces, de manera repentina, te sujetó firmemente para tumbarte boca arriba sobre la mesa y recostarse él sobre ti, quedando entre tus piernas en una posición comprometedora.

-¡¿Q-Qué cosas dices?! ¡No intentes jugar conmigo! ¡No te servirá! -sus palabras no contenían ira ni molestia, si no ansiedad y nerviosismo, siendo que sin pensarlo dos veces te encajó aquel mordisco que se había propuesto a darte cuando diste con aquel lugar, esto con sus cuerpos pegados a causa de la posición. Allí te darías cuenta de que esos colmillos no eran por nada, y es que encajaron perfectamente en tu cuello para dejar dos agujeros, como un ser chupa sangre...

En algún momento perdiste la noción del tiempo, y la recuperaste al despertar sentada en tu silla. Ordinem estaba vestido, sentado al otro lado de la mesa terminando su taza de té. Además, poseías los agujeros de los colmillo del chico en tu cuello.

-Lamento... Eso... -se disculpó. -. ¿Es verdad que... quieres escuchar mi opinión de como cambiar las cosas? -ya se le veía más tranquilo y sereno, aunque su rostro ahora mostraba cierta preocupación. -. Tal vez exista una forma... Un final donde tu y tu hermano puedan coexistir en el mismo futuro... Pero no es algo que te vaya a contar ahora. Necesito saber que confío en ti, que eres capaz de cambiar el destino y darlo todo por ello...

Espere a ver su reaccion, pues de ella dependia mi respuesta, y ahora veia que ese ser de Orden no era mi enemigo... O al menos eso queria creer cuando se echo sobre mi gritandome de aquella forma - N-no juego contigo. No quiero engañarte. T-tan solo quiero cambiar las cosas - asegure forcejeando contra Ordinem hasta que finalmente me clavó sus colmillos. Mi mirada empezó a emborronarse hasta que finalmente cai inerte.

Al despertarme, sorprendentemente, no me habia hecho nada, más allá del mordisco, y además pidió perdón. Palpe mi cuello en busca de aquellos orificios mostrando una mueca extraña.

Asenti a su pregunta - Siempre he tratado de proteger a mi hermano, y últimamente he visto que cada vez hay más que estan vigilandonos con lupa para ponernos en peligro, o al menos para inculparnos y encerrarnos. Todo lo he hecho sola y mi primera reacción al decir que podria morir ha sido defenderlo... No pensar que podrias ayudarme. - le mire entonces con una medio sonrisa, pues las razones eran agridulces.

Por un lado era bueno encontrar a alguien que te queria apoyar, que te queria ayudar. Un apoyo para ti y al mismo tiempo alguien que parecia estar pidiendo ayuda... Por otro lado, era demasiado duro reconocer que la princesa estaba esperando para apresarnos por cualquier pequeño error. 

-Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa por protegerle, y estoy segura de que el también lo hara... Pero no esperaba que alguien pudiera ayudarnos a nosotros. Por ello si, quiero escuchar todo lo que puedas aportar para ayudarnos, para cambiar las cosas, y yo quiero ayudarte a cambiar el mundi según tus maneras de verlo, no solo por Fio y por mi, sino tambien por todos... Incluido por ti. - intenté que mi tono fuera lo suficientemente convincente, o al menos que no sonara mi voz tan quebrada.

-Haré cualquier cosa para que confies en mi. Pero te pido tambien que me enseñes a entrar aquí. No se como acceder y... Si necesito de tu consejo en un momento dado, o quiero simplemente venir aqui contigo... Quiero poder hacerlo voluntariamente, no por accidente. - esperaba también que me entendiera en ese sentido

Finalmente Zedron terminó vencido, estaba preparado para ser encarcelado o asesinado…lo que fuera. Los caballeros comenzaron a debatir lo que se debería hacer con el, unos decían que se le debía investigar, otros ejecutarlo…y nuevamente Cytla habló más de la cuenta, provocando que Baeric suspirara mientras limpiaba su espada de sangre.

-Esto lo ha de decidir su majestad, nosotros no somos nadie para juzgar…si su alteza cree que es conveniente matarle, se le matará, no hay más que hablar. Somos siervos del rey y sus defensores. La pena por atacar a un miembro de la familia real es la muerte, pero aún así es un caso excepcional, por lo que su majestad debería de decidir que hacer al respecto.-Declaró con solemnidad antes de ponerse de pie junto a Zedron, esperando la orden del rey.

Si el lo veía conveniente, sería su verdugo, si no…lo llevaría al interior del castillo, a los calabozos, donde se le despojaría de su armadura y armas.

Estaba cansado, no tenía ánimos para discutir, solo deseaba terminar el día y descansar un poco, a fin de cuentas el costado le dolía a rabiar...una costilla rota no era ninguna broma.

Todos escucharon vuestras opiniones. Estaba claro que al menos la mayoría estaba de acuerdo en que la muerte de Zedron era una posibilidad a tomar, pero tampoco harían de verdugos contra él sin que alguien con un peso mayor tomase la decisión.

Fue mientras Alanís aceleraba el paso hacia el interior del castillo cuando el rey se puso de pie con sus pocas fuerzas restantes, ayudándose de Cytla para hacerlo...

-Retiren su espada y la armadura, pero dejen el casco... -ordenó, mirando hacia Zedron. -. El reino le debe mucho, y si ha de morir por alguna razón, lo hará ocultando su identidad como siempre ha querido... Es lo que querría si su consciencia estuviese estable.

Zedron no decía nada. Ya no peleaba, pero tampoco parecía cuerdo como para excusar sus acciones. Así, los caballeros batallaron para arrancar la espada de la mano de Zedron, teniendo que hacer igual esfuerzo para poder quitarle la armadura. Tras varios minutos, Zedron se encontraba encadenado, con su cabeza agachada mientras era cubierta únicamente por el casco. Sin su armadura se podía ver su cuerpo musculoso y muy bien entrenado, con montones de cicatrices que, aún con la armadura, no había logrado proteger: su cuerpo era el resultado de cientas de batallas ganadas. Todos guardaban silencio ante tal escena a modo de respeto, poco luego de que tocase llevar a Zedron a los calabozos.

Aquellos que quedasen afuera podrían apreciar ahora con más calma el destrozo causado a la ciudad. El daño causado por el avance del dragón solo era comparable con la destrucción hecha por el "Rompe Tormentas" de Zedron. Además, no solo lo material había caído en pedazos: muchas vidas se lograron salvar, pero muchas otras vieron su fin aquella noche. La ciudad, y el reino en general, no serian iguales a partir de ahora...

-¿A caso importa? Me gusta soñar y no es un pecado. Resopló molesto y entonces se sentó a esperar, sabía que le quedaba un largo tiempo allí así que al final... después de muchos minutos de silencio habló.

-Oye Caos... ¿Como es tu historia? ¿Que has vivido? Era la primera vez que lo preguntaba, ¿Sería también la primera vez que alguien se lo preguntaba? No lo sabía pero el, quería saber.

El chico escuchó atentamente lo que tenías para decir, aunque no te dirigió a mirada casi en ningún momento. Fue entonces cuando, tras un largo silencio, suspiró y te volvió a ver a los ojos.

-¿Puedo confiar en ti...? Entonces... Supongo que intentarlo una última vez no dañará a nadie... -confesó antes de abrir su mano hacia ti. Entonces, sentiste un leve cosquilleo surgir desde la mordida en tu cuello. -. No... No puedo decirte como venir aquí, no aún... La única forma es que agotes toda tu energía, pero no debes de abusar de ello... ¿Quieres cambiar y mejorar? Entonces hazlo, en el mundo real: aprende de lo que tienes, de lo que puedes tener, y de lo que puedes perder... Mientras tanto, yo te daré una pequeña ayuda que... Ya verás cuando llegué el momento.

Entonces, todo el lugar empezó a llenarse de una luz parpadeante, cada vez más poderosa.

-Ya es momento... Faith, espero que la próxima vez que nos veamos, pueda decir con seguridad que cambiarás las cosas -y tras mostrarte una cálida sonrisa, todo se lleno de luz...

Ella pasaba un poco de ti, casi como si ignorase completamente tu presencia. Mantuvo el silencio durante unos segundos luego de que preguntases sobre su pasado, suspirando antes de responder, aún sin darse la vuelta.

-¿Para que quieres saberlo? Ni yo recuerdo cual fue mi origen o como terminé siendo el Ojo de la Destrucción. Solo suceden cosas en este lugar cuando los portadores quedan agotados y caen aquí a rogar por sus vidas... Y muchos aprendieron a controlarse luego de su primera visita -comentó de manera un tanto desinteresada. -. ¿De verdad quieres ayudarme? Muy bien: Cuando regreses, aprende a no depender de mi. Los de tu raza son muy dependientes de la magia, y llegará el día donde yo no estaré interesada en detener la corrupción que reside en tu interior... Tienes potencial: debes desarrollarlo, y así, tal vez, algún día, tu...

Pero entonces, todo el lugar empezó a llenarse de una densa oscuridad, la cual iba consumiendo el vacío a vuestro alrededor.

-Hmm... Ya es hora... No vuelvas, ¿vale? Se está mejor cuando no estas cerca -dijo con un tono de seguridad, aunque... Desde tu posición, pudiste ver una muy leve sonrisa asomada, una sonrisa que esperaba a tu regreso...

Entonces, la oscuridad lo consumió todo.

Finalmente todo había acabado.

Luego de que la familia rea fuese rescatada y resguardada, los caballeros podrían tomarse su tiempo para recuperarse. Así pues, se encontraban los cinco reunidos en lo que quedaba de la enfermería del castillo, junto a otros caballeros que habían sucumbido en el combate: entre ellos Muramasa y Eldruin.

En una de las camas descansaban juntas las hadas, las cuales llevaban inconscientes desde hace varias horas, pero entonces empezaron a recuperar ese brillo tan característico suyo, siendo casi como una señal de que despertarían.

Por otro lado, el propio Glaius estaba asistiendo a la pronta recuperación de todos: Una costilla, una mano rota, alguna pierna con el hueso afuera... El nigromante demostró ser un excelente doctor, aunque eso no significaba que sus métodos eran indoloros, todo lo contrario: muchos se arrepentirían de dejarse tratar, y preferirían haberse quedado con las fracturas en sus cuerpos.

-Deja de moverte... -le ordenó ya algo molesto Glaius a Cytla, la pelirroja que ahora se encontraba siendo victima de la curiosidad el nigromante en su ojo. -. No es tan grave... Tendré algo preparado, en un tiempo...

Alanís, quién llevó a cabo un excelente trabajo rescatando al resto de la familia real de los escombros del castillo, también se encontraba allí. A diferencia del resto, ella no había salido muy afectada del combate, por no decir que era la que mejor estaba: aún así, el propio Glaius le había pedido que fuese a dejarse revisar. Alessandro, por otro lado, no iría a dar a la enfermería hasta que la asistencia a las personas de la ciudad estuviese completada:Siendo que dirigía a todos los caballeros que no se encontraban siendo tratados.

Muchos ya habían visitado esa enfermería alguna vez: la vista que daba una de sus ventanas era magnifica, solo arruinada ahora por la alta destrucción que mostraba. Era un milagro que aquella sala siguiese en pie luego del ataque que devastó casi medio castillo.

-El rey querrá hablar con los caballeros cuando termine de descansar... -les dijó Glaius, quién de reojo miraba a través de la mascara como las hadas iban cobrando vida nuevamente. -. Supongo que todos lo han hecho bien... Meceréis un descanso... -entonces, sin disimularlo de ninguna forma, clavó su mirada en Alanís. -. Incluso tu.

-Argh... -se quejó Muramasa desde su camilla. -. ¿Q-Que sucedió con Zedron finalmente...?

-Eso lo discutirán con el rey. De momento, esta encarcelado únicamente con su casco. Unos curanderos ya se encargaron de evitar que muera, más sigue en un estado que le impedirá pelear... Al menos, evitará que haga otro desastre como el anterior -se corrigió el nigromante. -. Supongo que sabrán que luego de descansar tendrán mucho trabajo por hacer. La ciudad no se reformará sola, y está claro que este no será el único ataque al que deberemos enfrentarnos... Pronto podrán hablar con el rey para hablar sobre todo lo que viene -Glaius continuó pasando de cama en cama para revisar a todos. Parecía el único allí con conocimiento sobre los desenlaces de los eventos de aquella noche, por lo que cualquier duda que tuviesen era buena idea mencionarla ahora que él estaba allí.

Mientras esperabas en la enfermería con el resto, no podías deja de pensar en la escena que se mostró ante ti hace pocas horas.

Corrías a toda prisa por el castillo para dirigirte a la sala del trono. No desaceleraste ni un instante, pues debías llegar cuanto antes: después de todo, él estaba allí...

Finalmente tiraste abajo las puertas, las cuales terminarían cayéndose solas si no lo hacías tu, mirando la situación en la que se encontraba el resto de la familia real.

La sala del trono estaba hecha un desastre: todo estaba destruido, y habían escombros de distintos tamaños por todas partes. Los escombros se encontraban cubiertos por grandes rocas, y solo el centro del salón se encontraba despejado de escombros grandes. Allí, lejos de cualquier piedra que pudiese haberles aplastado, yacían los cuerpos inconscientes de la reina, el mayordomo real y el príncipe. Más apartados de ellos se encontraba Perceval, sujetando un escombro para evitar que este aplastase el cuerpo inconsciente de la princesa. Era un alivio que ninguno tuviese más que algunos raspones, y parecía que el Jujin pronto sacaría a la princesa de peligro, siendo que ningún escombro peligroso cayó sobre ellos: pero no pudiste ir tan rápido a tomarlos por alguien más que había presente en la sala junto a los cuerpos, alguien a quién Perceval daba la espalda.

Tal vez fuese tu imaginación, tal vez de otro truco de los enemigos... Pero allí estaba.

Con su vestimenta formal que detonaba aquel aire de caballero, el cabello albino y el bigote bien cuidado, utilizando sobre uno de sus hombros una capa negra con el símbolo del reino. Sujetaba en una de sus manos su bastón tan característico, apoyándolo en el suelo para mantenerse de pie.

-Sshh... -te hizo un gesto para que te tranquilizases, aunque era difícil cuando el hombre de las estatuas que tan admiradas eran por todos estaba delante de ti. Sin darte tiempo a dirigir la palabra a él o siquiera acercarte, se desvaneció con una corriente de viento que recorrió la habitación, desapareciendo con el polvo sin dejar rastro...

Luego de eso pudiste tomar a la familia real y sacarla de allí para llevarla a un lugar seguro. Perceval no parecía haberse percatado de la presencia e aquel individuo, pero aquel encuentro no se borraría de tu memoria, ni siquiera estabas segura de si podrías dormir hoy. Tal vez nadie te creería si lo contabas, pero tu sabías lo que viste: El Rey Aztora protegió a la familia real actual, y luego se desvaneció en tu presencia...

Cuando escuché a Alanis, simplemente le asentí dandole el visto bueno a sus palabras... aunque no al respeto que parecía sentir ella por el guerrero, continuaba demasiado cabreada con él por haberme arrebatado mi ojo izquierdo. Y mi cabreo continuó a la hora de escuchar a Baeric, que decía que no podíamos hacer nada sin información del rey -Bearic... no me toques los cojones- le dije directamente al caballero con cara de muy pocos amigos -El rey esta inconsciente... aprende a tener iniciativa coño, y ahora no estoy con el humor de aguantar el palo que tienes clavado en el culo- le terminé diciendo, mientras intentaba curar al rey... el cual un poco después de trabajar en él se pudo levantar con mi ayuda... apoyando mi idea al final.

Zedron ya estaba encadenado, listo para meterse en una celda sucia sin las piernas... ojala no le crezcan, al menos una de ellas. Así de cabreada me largué a la enfermería, asistiendo al rey con la mayor delicadeza que me permitía mi estado anímico y mis ganas de arrancarle la cabeza a alguien.

En la enfermería, Glaius me trató bastante bien mi mano rota... con un montón de dolor, pero nada que no hubiera experimentado ya con el enfrentamiento contra Zedron, ni nada que pudiera superar mi umbral del dolor. Pero cuando me empezó a tratar el ojo... ya se me empezaron a cruzar los cables y perder la paciencia -Prueba a no moverte cuando te hurgan un hueco en la cabeza... sin ofender pero como sigas toqueteando te arranco el tuyo de un mordisco...- le dije al nigromante con molestia... aunque contenía con todas mis ganas de lanzarme contra su cuello para que soltase. No tiene la culpa de nada -Gracias Mascarilla, te agradezco que tengas algo en un tiempo... sera gratis, ¿no?- le agradecí la solución al hombre... asegurandome por si acaso de que no saldria de mi bolsillo el dinero.

Sinceramente me quería ir a la ciudad, a mi tienda. Quería ir a ver como estaba, como estaba mi madre también... como le hubiera pasado algo a una de ellas... Joder, el ojo no hubiera sido más doloroso que explotarme un grano. Pero escuché a Glaius decir que el rey quería vernos a todos... así que nada más oírlo me levanté de la cama a duras penas, algo mejor, pero algo mejor que antes desde luego -Pues no pienso perder el tiempo, vamos a verle ya. Quiero ir a ver a mi madre cuanto antes, mi tienda... porque ninguno sabe como estan ¿no?- les pregunté a los presentes. Si no me responden, lo siento por el rey pero me meteré toda la prisa posible... mi madre es más prioritaria.

-Si, puedes confiar en mi. Siempre hay que tener fe Ordinem... Esa es la base de la luz ¿No? - dije tratando de darle esperanzas. Entonces llevé mi mano al cuello al sentir aquello. ¿Que me estaba haciendo? Nunca lo podría saber. - ¿Aprender de lo que tengo? - pregunte siendo que solo pensaba en mis pocos poderes... pero viendo quizás más claramente a lo que se refería, pues no solo tenía lo propio en mi, sino también a mi alrededor.

-Vale, gracias Ordinem. Lo harás te lo prometo. Juntos cambiaremos las cosas. Espero poder verte de nuevo pronto... - Si el decía que era malo, era obvio que no sería la mejor forma, pero lo dije a buena manera, porque no quería que estuviera solo.

Me levanté de aquella camilla sujetandome la cabeza, mareada, cansada, dolorida, agotada... Apenas podía discernir siquiera si estaba de verdad en el mundo real o tenía cientos de personas encima mía, pues todo mi cuerpo me pesaba, hasta las alas estaban alicaidas.

Miré alrededor buscando donde estaba, y viendo así a Glaius curar a los demás, Alanis, Baeric y Cytla hablando entre ellos y mi hermano tumbado medio despertandose a mi lado.

Puse mi mano en su mejilla para acariciarlo mientras se intentaba levantar. Por suerte estaba vivo y bien - Hermanito... B-buenos días - pero solo el hecho de verle bien me hacía llorar. Estaba bien, le había salvado, a costa de todo... No hice quizás una buena elección. Cytla estaba con un ojo menos, y por lo que hablaban entre todos Zedron estaba encarcelado por algo gordo que había hecho

-¿Que ha pasado con Zedron? ¿Y con el castillo? ¿E-estan todos...? - no me atreví a hacer la pregunta que obviamente estaba fuera de lugar - Glaius... ¿Que ha pasado mientras estabamos inconscientes? - No obstante aquella conversación estaba un tanto dificil de ser hablada, pues había gente que estaba metiendose en medio queriendo terminar con sus obligaciones rápidamente para ir a por lo que realmente le importaba.

Miré a mis manos cerrandolas con duda antes de apretarlas y mirar a la pelirroja - Cytla, ve con tu madre. Cuando el rey requiera de nuestra presencia iré a buscarte para que no tardes. Es importante el mandato del rey, pero también tu familia. - al decir aquella frase una de mis manos buscó la mano de Fio - A fin de cuentas... tenemos que descansar y... si tu estás bien, nada te impide ir. Prometo cumplir mi palabra - mis palabras sonaban serias y solemnes, algo totalmente distinto a lo que quizás todo el mundo estaba acostumbrado hasta la fecha... Y era normal, aunque nadie supiera por qué

Sonrió a Caos y le dio un beso en la cabeza desde atrás cuando esta le dio que ya era la hora de volver. - Eres parte de mi, sabes que volveré... Pero tienes razón, me esforzaré por hacer algo más que no solo depender de ti.  Estaba sintiéndose cada vez más lejano, entonces, antes de desaparecer del todo una única frase resonó para caos.
-Gracias.

Abrió los ojos poco a poco, le dolía cada parte de su cuerpo pero logró incorporarse gracias a las caricias de su hermana así como pudo para ver que estaba en el hospital y además había muchos con ellos. - Her...mana?... Ugh... Se puso la mano en la cabeza, sus alas también estaban caídas. - Todos... El ejército... lo último que recuerdo... ugh... Incluso lo que vio antes de caer inconsciente estaba borroso, ¿Eliminó el ejército de verdad? Esperaba que así fuera. -Da igual... Apretó la mano de Faith con poca fuerza, estaba a 0 de maná y cuando se levantó sintió que se le caía el mundo encima, ni siquiera era capaz de volar. Arrastraba los pies y no se apartaba de Faith, estaba destrozado igual que ella al parecer. -Uh.. Cytla... Ve... con tu madre... la familia es... más importante, según Glaius... El Rey aún descansa... y... ya nos avisará cuando esté mejor... Tosió a causa del esfuerzo. 

-Ugh... ¿Donde... están los demás?... Buscaba con la mirada a Feris, Sutera, Yurrax, Frey, Elizabeth, Ameline... - ¿Que ha ocurrido?... Se sentó en una de las sillas para descansar, aún habiendo recuperado la conciencia estaba hecho polvo. 

-No puedo descansar aún. -devolvió la mirada, bajando los párpados levemente como prestándole inusual atención, tras desviarla de su otro punto de atención. Alanís se había quedado largos momentos observando en dirección a donde se habían...acomodado a los caídos, por la ventana. Había ayudado personalmente en esa labor. En general daba aire de león acosado, ya que por momentos sus grebas retumbaban con sus pasos, de aquí para allá cuando estaba desocupada. Por supuesto, estaba algo cansada, la lucha inicial con el dragón y el duelo con el "ángel", pero casi parecía que se sentía culpable de estar entre los que apenas tenían heridas.

Así estuvo un buen rato, en general haciendo de mula de carga, moviendo escombros y transportando los cuerpos para cubrirlos. Se aseguró de cerrar ojos, y de hacer esa labor que nadie quería hacer, que era lidiar con familiares buscando a los difuntos. Lo peor era cuando tenía que guiar a bultos mas pequeños bajo las mantas capas, y cualquier tela que pudiera prevenir de momento que pájaros e insectos se dieran un festín fácil.

-Si...me describes como es, puedo decirte...si es alguien que haya visto -respondió a la pelirroja. Sonaba algo afligida, pero se notaba que estaba haciendo lo mejor posible por continuar como siempre, como alguien a quien pudieran delegarsele tareas duras para dar un respiro al resto.