Partida Rol por web

Como a una niña pequeña, tu madre te abrazó y te consoló, negando cada vez que te disculpabas por lo del ojo.

-Shh... Estas bien, y eso es lo que importa -dijo con un tono cálido y amable, siendo que luego de un largo abrazó te separó para poder limpiar tus lágrimas delicadamente, terminando por acariciar una de tus mejillas con sus delgadas y suaves manos. -. Solo tu te podrías ver tan bien con un único ojo...

Para ayudarte a calmar, tu madre te serviría un vaso de agua y seguiría consolándote hasta que pudieses al menos respirar correctamente. Había sido una noche terrible para todos, pero ella se esforzaba en mostrarse lo más tranquila posible ante ti.

-Por cierto, parece que alguien envió algo luego de... Todo el alboroto. Era una caja grande: la llevé atrás para que pudieses revisarla con más calma. Aún me sorprende que formes parte de los caballeros reales... Estoy orgullosa de ti, y tu padre seguramente también lo estaría...

Me quedé pegada a mi madre todo el tiempo que podía, mientras ella decía que no importaba que había perdido el ojo, que lo que importaba es que estaba bien... ¡pero es que tampoco estaba bien! Había sufrido una pelea increíblemente dura con cada segundo pasándolo preocupada por ella. Entonces, me secó las lágrimas... y me dijo que me veía bien... Eso me hizo sonreír levemente entre lágrimas -Gracias mama...- le dije, acurrucándome en su pecho, sintiéndome protegida por ella.

Ya cuando al menos dejé de llorar, mi madre me trajo un vaso de agua... sin duda me vendría bien, después de todo lo que había llorado. Ella sabía mantener muy bien las formas... solo la había visto perder ese temple cuando papa nos dejó... y en esa época fue la única en la que yo era su consuelo y no el contrario... Era una madre increíble -Debemos... debemos priorizar conseguir algo de variedad en el tema de ojos de cristal... o parches como mínimo...- le comenté a mi madre, riendo muy levemente después de ya calmarme, sin despegarme de su lado.

Entonces, comentó que me habían enviado algo a la tienda... ¿que sería? ¿Estos momentos eran los mejores para enviar paquetes? -Vamos a revisarla entonces mama...- le dije con respecto a la caja... no pudiendo evitar sonrojarme cuando empezó a decir lo orgullosa que estaba de que fuera caballera real -Gracias mama... eso es lo que siempre espero- dije rascándome la mejilla con un poco de corte... me daba cosita recibir cumplidos de mi madre, además de que que esperaba que fuera verdad que mi padre estuviera orgulloso de mi. En fin... vamos a ver como era esa caja y a abrirla.

La princesa escucho detenidamente tus palabras, cruzando los brazos cuando comentaste tus sospechas sobre un traidor en el castillo. Por un momento te miró de manera juzgadora, pero pronto soltó un pesado suspiro y aligeró la postura.

-Ciertamente, no eres el único que piensa que hay ratas en el castillo... Los poderes de las hadas son peligrosos, pero hasta donde se ellas no tienen magia para causar lo sucedido hoy... De igual forma, no creo que Cytla sea maga... Siento un mal presentimiento: El reino depende de su fuerza y voluntad... Si los caballeros no pueden confiar en si mismos, ¿entonces que sucederá con la confianza del pueblo? No podemos permitir que nos destruyamos desde dentro nosotros mismos, pero tampoco podemos ignorar algo tan obvio...

Artanis avanzó hacia ti hasta quedar a escasos pasos frente a frente, mirándote fijamente con seriedad.

-Baeric, te tengo una petición...

La princesa empezó a explicarte la idea de que tu, y otros caballeros que serian anónimos para ti, tal como tú lo serías para ellos, vigilasen discretamente los movimientos no solo de los demás caballeros, si no de los trabajadores del castillo, he incluso a la propia familia real...

-No conocemos como funciona el control mental que el enemigo esta usando... Tal vez se trate de un traidor, o de alguien bajo la influencia de aquella magia en contra de su voluntad, haciéndose pasar por alguien normal... No es una misión de captura ni de asesinato: Es simplemente para conectar piezas e intentar destapar a los responsables de que el enemigo pudiese superar nuestras defensas... Luego ya podremos decidir que hacer con la "rata".

El príncipe agradeció con un gesto de cabeza cuando le ayudaste a tomar asiento sobre el colchón. Entonces escuchó tus preocupaciones sobre posibles traidores en el castillo, siendo que su expresión compartió la preocupación del asunto.

-Entiendo... Si crees que aún no es seguro hablar, mejor guardemos el tema para después. Seria problemático si los farsantes se enteran de que sospechas... No me gustaría que fueses su siguiente objetivo. Digo: si te envían a matarme, ni de broma podría contigo -bromeó soltando una leve carcajada; algunas veces el príncipe podía tener un humor algo oscuro...

Finalmente, asintió a la petición de conseguir una reunión con la familia real, siendo que el príncipe te apoyaría para que pudieses conseguirla y tratar los temas que necesitases.

-Oh, bueno... Creí haber escuchado a alguien llamarme. Como los guardias no abrieron, pensé en acercarme un poco a la puerta para preguntar, pero... Parece que ni siquiera pude alejarme de la cama -soltó otra leve carcajada. -. No te preocupes, seguramente fue el cansancio jugandome una broma.

Entonces, Arthas miró hacia el balcón de la habitación, dejando su mirada perdida en el horizonte nocturno segundos antes de volver a poner su atención en ti.

-Nunca me ha gustado pensar negativamente, pero... Se que tarde o temprano tendré que tomar mi papel como heredero al trono... Tengo miedo de que ese día llegue antes de lo esperado... Pero se que a pesar de todo, contaré con tu apoyo para la decisión que tomé cuando llegue el día -añadió finalmente enseñándote una cálida sonrisa.

-Siempre estaré a tu lado, sin importar las circunstancias

Alanís sonrió levemente, respondiendo esto sin pensarlo siquiera. Era solo natural...aunque tras ntar la naturalidad con la que había dicho esto, procedió a continuar hablando.

-Mi linaje me permite ser muy resistente a intentos de corrupción y manipulación. Los más arrogantes de mis familiares dicen que nuestra sangre es más pura que la de los unicornios. Incluso siendo mitad humana comparto la resistencia. Esto es conocimiento común, así que dudo que quieran gastar recursos para tratar algo así, probablemente se desperdiciarían conmigo. Dependiendo en como vaya la reunión hoy pensaba quizá enviar un mensaje a mi hogar. Soy demasiado básica como para que se hayan molestado en enseñarme los secretos de nuestra sangre, pero quizá haya alguna forma por ese lado de ayudar a Zedron.

Alanís ojeó la estancia unos momentos tras decir esto, un tanto desconfiada. No había escuchado nada en el pasillo.

-¿Que clase de voz te llamaba? Y...¿desde donde?

Tal cual se iba desmoronando más y más mi hermanito lo abracé a más no poder para intentar consolarle y que dejara de sufir, aún a sabiendas de que no serviría solo eso... No sabía ni como poder hacer que no sufriera tanto, pues nunca habia tenido que lidiar con la muerte de un ser querido. - Fio... E-estoy aquí... Llora lo que necesites. Te apoyaré siempre y lo sabes... lamento mucho lo de Fenris, pero me tienes para lo que necesites - Y en parte, su tristeza se me pegó, pues yo sabía bien el como estaba de destrozado.

Miré al nigromante en ese estado hablando del tema - Es normal, solo la realeza de las hadas conoce el hechizo, no se puede transmitir a nadie externo, pero con un poco de suerte podriamos usarlo para el reino humano... - comenté aún triste y asentí a su pregunta - Es la única manera. Si atacan con tanto poder, necesitamos un poder igual o superior para protegernos. Mi poder solo, o el de Fio... no serviría... - Bajé la mirada resultando obvio el primer resultado - Ya lo has comprobado.

Tras aceptar comentarselo al rey y tras ayudar a mi hermanito, volví a abrazarlo con fuerza - Gracias Glaius... Intentaré hacer lo pueda - Era mi hermanito, no lo iba a abandonar, pero por suerte no fue el único que ayudó. También lo hizo Muramasa. Miré a ver la reacción de mi hermanito y tras irse se me ocurrió algo por lo cual le levanté.

-Si que hay algo más... pero no para ahora... Quiero mejorar mi poder, entenderlo y descubrir que puedo hacer con ello... Quiero revasar mi limite, para ayudar a todos, mi hermanito incluido, y todos los seres que conocemos y queremos... Con mi poder actual solo puedo a los que tengo a mi alrededor pero... Se que puedo llegar más allá. Y pensé que podrias ayudarme... Pero como he dicho, mejor luego. Ahora voy a hacer que mi hermanito tome el aire. Le sentará bien - Y una vez con ello dicho me dispuse a volar junto con mi hermanito para volar hacia lo más alto de la torre y que pudiera desahogarse si quisiera

Artanis compartió sus temores con el caballero halcón, explicando que no era el único que pensaba en que habían “ratas” en el castillo. No confiaba en las hadas, Cytla estabafuera de sospecha, pero a pesar de ello tenía un mal presentimiento y no tardó en decirle que los caballeros tenían que confiar entre ellos pero tampoco olvidar el asunto de que podía haber un traidor frente a ellos.

El caballero se mantenía rigido, de pie frente a ella. No tenía esa sonrisa despreocupada en el rostro, ni siquiera estaba con una pose calmada y relajada, no…estaba cansado, agobiado y desde luego le preocupaba el tema de traidores, era algo que no debía de dejarse pasar por nada del mundo.

Fue entonces cuando ella le pidió que vigilara los movimientos de los demás caballeros y personal del castillo, incluso de la familia real, explicando que también habrían otros que tuvieran el mismo trabajo que el, pero claro, que serían anónimos.

Baeric miró a la princesa y asintió lentamente.-Haré lo que esté en mi mano para cumplir con esa misión alteza.-Susurró con suavidad.-¿Pero y si encuentro al traidor?, ¿y si es alguien de los caballeros o con poder?, ¿Cuál sería el procedimiento?-Preguntó con seriedad.

Quería cerciorarse de su misión. El no era un espía ni un chivato, el era un caballero y hacía las cosas que le pedían sus majestades, por lo que necesitaba tener las cosas claras.

Todo estaba negro, sí, después de todo era mejor así... Dolía como los infiernos, ¿Cuantos años hacía que no sentía eso? Se obligó a no amar, a no tener más lazos que el de su hermana pero aquel lobo lo había atrapado. Solo las hadas tenían una vida tan longeva, 10 años de su raza equivalían a 1 de los humanos y ambas hadas vivían alejadas de su mundo, las únicas en el reino, solitarias, era realmente una vida triste, llena de despedidas dolorosas y eso... ¿Por qué esperaban los humanos que se comportasen con seriedad? ¿Que no se burlaran del tiempo? Imposible, bromas pesadas, burlas, incapacidad para seguir órdenes estrictas en momentos en los que ellas no creían que eran de gran importancia... ¿A caso no lo comprendían? No, nadie más podía entender el dolor que se escondía tras todo aquello, nadie podía saber lo que pesaban todas las despedidas desde que tenían 80.
El por su poder había tenido que suprimir ese sentimiento, jurándose que solo se dejaría llevar cuando fallase en proteger la vida de su hermana y su amada Faith simplemente se mantenía alejada de cualquier lazo para evitar ese dolor.

-Sí... Ya no... lo sentiré más, por fin se ha ido... Ahora de nuevo, somos solo Faith y yo, como siempre... No podemos crear lazos con nadie más, está prohibido, lo tengo prohibido.- 

Con esas palabras revoloteando su mente volvió en si, despertándose y sintiendo como fluía de nuevo por el su magia aunque más bien a cuentagotas. -Oh... Lo siento, no volverá a pasar... Todo... Ha vuelto a lo que debía ser. Solo su hermana sabía a qué se refería, Fío volvería a ser el mismo de antes de que Feris entrase en su vida, alguien que solo se relacionaría con su hermana y se evadiría de sus problemas gastando bromas  tal y como había sido siempre en el castillo. Sonrió a Muramasa, ya no tenía esa voz tímida que lo caracterizaba pues estaba causada por sus sentimientos para con el chico lobo, era algo que solo habían conocido los soldados que llevaban allí muchos más años que Feris. -Gracias. Guardó el guardapelo en un bolsillo y entonces miró a su hermana quien decía palabras de consuelo y de ayuda para el. 

-Sabes que está bien, jamás debí... Crear lazos con nadie más que tú, siento haberte hecho sufrir separándome de ti. Le tomó de la mano con calma y entonces respiró profundo. -La he vuelto a ver, a Caos... Quiero salvarla y tú eres quien puede hacerlo, también me salvas a mi. Quiero crear un nuevo hechizo, uno conjunto. Uno que envuelva a Caos con tu luz y sea de ayuda para los demás. Por fin creía entender algo. - Necesita saber... No, necesitamos saber, que no solo servimos para destruir. Miró fijamente a Glaius, con seriedad mientras sostenía la mano de su hermana. - Nos iremos, cuando seamos llamados a ver al rey acudiremos y luego... Glaius, te lo pido por favor busca un espacio donde nadie pueda sufrir daños por nuestro entrenamiento.  Una vez tuviera el beneplácito del Nigromante se levantaría e iría donde Faith quisiera. 

-Supongo que luego tendrás tiempo para encargarte de eso -comentó tu madre respecto a lo de priorizar en ojos artificiales y parches. -. Después de todo, tienes buen ojo para esas cosas -bromeó con una dulce sonrisa: por más negro que pudiese ser el chiste, te llenaba de tranquilidad saber que incluso luego de una situación así tu madre era capaz de sonreír e intentar hacer que lo hicieras también.

Luego de que ambas llegasen al almacén trasero de la tienda se encontrarían aquella caja que no reconocías de ninguna de tus mercancías. Ciertamente, era lo suficientemente grande como para que una persona necesitase de ambos brazos para llevarla, aunque por su forma plana y rectangular daba más el aspecto de un gran estuche. Al abrirlo...

Ambas fueron cegadas por la luz reflejada en aquella hoja, sin ningún daño visible a pesar de la acción que había recibido recientemente. Aquel arma que, se decía, podía cortar el cielo mismo, se encontraba en el estuche improvisado en perfecto estado. La Rompe Tormentas, arma única de Zedron, reposaba sin ninguna mancha de sangre o señal de combate.

-¡Es el arma del Gran Caballero Real! -exclamó tu madre sin poder ocultar la sorpresa. -. ¡¿Por qué está aquí?! -te preguntó atrapada en el asombro, esperando que tu tuvieses la respuesta a aquel echo.

Entonces, pudiste observar asomándose por debajo de la empuñadura una pequeña nota escrita a mano. En esta venía escrita una simple pero inquietante frase, más que todo por aquel que la había firmado.

Un regalo en tiempos difíciles: Consideralo un favor más que me debes...

-Jonathan S.                                  

Aquel nombre que habías deseado no escuchar nunca más, de pronto había aparecido nuevamente. Fugazmente pasaron por delante de tus ojos los recuerdos de tus inicios en la vida del "trabajo duro", y todo lo que tuviste que hacer para llegar a donde estabas hoy. Los recuerdos de aquel hombre quién te apoyo hasta el último momento para que lograses escapar de aquel infierno en el que él mismo te había metido...

No lo olvides, Cytla: Hoy por ti, y todos los demás días por mi...

Era una imagen que por más que te esforzaste no lograste olvidar, y es que el dolor de poder haber perdido a tu madre solo era comparable con la ira que sentías al pensar que la persona a la que le debías mucho de lo que habías conseguido era la misma persona que odiabas más que a nadie en el mundo...

-¿Q-Que piensas hacer con ella? ¡Debemos entregarla al castillo! -aseguró tu madre. Su expresión era todo un poema, como si se hubiese esperado que pudiese haber cualquier otra cosa, menos eso. Y es que, por más buitre que fueses, no podías vender esa espada... ¿Verdad...? -. Digo, podríamos estar en problemas si alguien la ve, pero... Tal vez den una jugosa recompensa por haberla recuperado... ¿Acaso alguien la habrá robado y la dejó aquí por error?

Aquellas palabras hicieron que el príncipe se ruborizase muy levemente, lo cual pasó a segundo plano cuando empezaste a hablar sobre tu linaje y las propiedades que poseías en tu sangre. Arthas se quedo pensativo durante unos segundos antes de volver a sonreír.

-Pues son buenas noticias saber que no podrán controlarte con magia. Tal vez tu familia tenga alguna solución para el problema que afrontamos con eso del control mental, aunque ya tendríamos que encargarnos nosotros de averiguar quienes son los afectados... -después de todo, no seria raro pensar que aún quedaban piezas escondidas por el castillo...

Nuevamente, el príncipe se quedo pensativo unos breves instantes antes de señalar a la puerta de la habitación.

-No estoy seguro, pero creo que vino desde el otro lado de la puerta, por eso quise levantarme a ver: obviamente, no me acercaría a la puerta, pero si se trataba de alguien que me quería ver me hubiera gustado recibirle sin estar tumbado en la cama -confesó. -. Era como la voz de un niño... No recuerdo haberla escuchado antes. No sabría decir si me llamó de forma dulce o bromista... ¿Tal vez mi propia mente se ríe de mi? En todo caso, me sorprende lo rápido que llegaste: vaya coincidencia que estuvieses cerca de mi habitación cuando me caí de la cama -añadió soltando una leve carcajada. -. Supongo que tengo un ángel guardián velando por mi.

Conociéndote, la princesa sabía que no dudarías en seguir sus ordenes si era por el bien del reino, pero también sabía que tendría que darte las ordenes de manera clara para que pudieses actuar en consecuencia.

-No busco que se lancen sospechas sobre tu persona o los demás caballeros que investigarán: si logran conseguir pruebas de que alguien es culpable, ordena y dirige su arresto para que sea juzgado correctamente. Pero si el culpable da muchos problemas, tienes mi permiso para ejecutarle inmediatamente... Yo me haré responsable de lo que suceda luego -declaró segura de sus palabras -. Debemos evitar a toda costa que los culpables tenga oportunidad de escapar o usar un método desesperado que pueda desatar el caos nuevamente...

Finalmente, la princesa se acercó a ti, y tras dirigirte la mirada unos segundos dejó caer su frente sobre tu pecho, cerrando los ojos de manera vaga.

-Solo tenemos que resistir por un tiempo... Todo saldrá a la luz y... Aztora seguirá en paz como siempre lo ha estado -dijo cansada física y emocionalmente, tal vez a causa de aún estar recuperándose de lo sucedido. -. Baeric, cuento contigo...

-Ciertamente, seria de utilidad el hechizo para proteger la ciudad... Pero por más aliados que seamos, dudo que la reina hada apruebe que usemos Venus en un lugar ajeno al bosque de las hadas... -el nigromante, tras pensar un poco, suspiró. -. Hablaré con sus majestades al respecto. En la situación en la que estamos ,hablar no nos quitará nada...

Entonces, Glaius alzó una ceja al verles tan interesados en aprender a manejar su magia, algo que a pesar ya habían comentado montones de veces, hoy más que nunca el enmascarado les veía convencidas de querer hacerlo.

-De hecho, tenía algo preparado para cuando ustedes muriesen y la magia de Caos y Orden pasasen a otros portadores, así tendrían un lugar donde entrenar desde pequeños... Supongo que puedo usarlo con ustedes. Lo tendré preparado luego de la reunión con el rey -declaró Glaius regresando entonces a su escritorio. -. No se esfuercen demasiado...

Tras esas últimas palabras del nigromante, ambas salieron de la enfermería y volaron lo más alto que pudieron, lo cual les llevó a uno de los tejados del castillo no muy lejos de donde ya estaban: vuestro estado no era el mejor ni siquiera para volar, y es que el viento fío helaba vuestro cuerpo obligando a que aterrizasen en el lugar más cercano. En todo caso, les servía al estar apartado de todos los demás.

La princesa fue clara, si tenía pruebas de que alguien era culpable, más le valía arrestarle…y si la situación se complicaba, tenía permiso para ejecutarle. Desde luego era una pena dura, pero no había vuelta de hoja…los traidores casi terminan con ellos, ¿Por qué habría que tener piedad?.

Fue entonces para sorpresa del caballero halcón, que la princesa se acercó a el y apoyó la frente contra su pecho. La princesa Artanis nunca mostraba debilidad, es por eso que Baeric no pudo evitar fruncir el ceño durante unos segundos mientras ella hablaba con voz cansada, diciendo que confiaba en el y que pronto todo seguiría en paz como hasta ahora.

El caballero asintió con suavidad -Majestad…tenéis que descansar, ha sido un día difícil y lleno de sobresaltos.-Comenzó.-Habéis de estar preparada para lo que pueda ocurrir. Mantener la mente despierta en todo momento es lo que ayudará al reino y…incluso una gran guerrera como vos debe descansar.-Sentenció para luego sonreír levemente.-Incluso un tullido como yo también tengo que descansar…por eso mismo si su alteza me lo permite…

 Y bueno…tuvo la pequeña osadía de poner sus brazos sobre la princesa. Con suavidad la cogió en brazos, como a una autentica damisela y la condujo a la cama, dejándola sobre ella con cuidado y mirándola con tranquilidad.-Perdón por eso alteza, pero es mi deber como caballero cuidarla y protegerla. Si lo ve propicio, haré guardia afuera para que no la molesten mientras descansa, luego me retiraré a descansar.-Sugirió

-Si le exponemos una buena razón a nuestra madre, seguro que atiende a razones... Es por el bien de la paz. Aunque sea un hechizo puramente hada, si eso hace que el mundo pueda seguir en paz, accederá - estaba muy esperanzada, pero bien sabía que era dificil ablandar una decisión tan rigida. No obstane no iba a ceder. Por una vez estaba siendo responsable, y eso lo iba a ver mi madre.

Tras oir las palabras de mi hermano no obstante iba a regañarle y decirle que no fuera así... No obstante, no parecía que sus palabras aguantaran mucho su decisión. Que solo me quisiera a mi y que al mismo tiempo se preocupara por otro más, el cual no conocía pero al mismo tiempo notaba como si estuviera allí presente desde mi niñez, me hizo poner mi frente contra la suya cerrando los ojos.

-Tonto - dije llorando, pensando que si tenía los ojos cerrados no me vería las lagrimas caer. - Está bien que crees lazos con los demás, no solo conmigo. Yo siempre estaré a tu lado para que no ocurra nada malo, pero necesitas que tu corazón bombardee por todos los que te importan - intenté hacerle ver que era bueno, que no por perder a Feris se acababa el mundo, exponiendome así a que no fuera su única persona en ser amada.

Asentí después ante lo del hechizo - Si, lo haremos. Tu creas también muchas cosas hermanito. Caos también puede hacerlo sin duda... - Me acerqué entonces de nuevo a su cara para susurrar, aunque audiblemente también para el nigromante - Ordinem y yo, os ayudaremos - haciendole ver que ya no eramos solo el y yo... Ahora eramos cuatro, más fuerte, más poderosos y con mayor voluntad.

Con la advertencia de Glaius sonreí asintiendo mientras me limpiaba las lagrimas del rostro y una vez fuera y en el tejado respiré un tanto más aliviada, posando mi mano sobre la de Fio - Lo haremos juntas, y no tendrás que temer a amar a nadie... Ni a Feris, ni a mi... Ni a nadie. Podrás amar todas las veces que quieras sin peligro. Y hasta Caos podrá amar a través de ti y crear cosas buenas. - intenté darle un poco de mi fuerza positiva, mientras me relajaba un poco mirando hacia la tierra

-Crees que... ¿Deberiamos de ir a ver a Alessandro? Es decir... Nadie mejor que tu podría entenderle. Los dos habeis perdido a Feris y... No le convendría estar solo. Tu me tienes a mi pero... ¿Y el? Podria tenernos a los dos - Había que hacer tiempo, tanto para calmar los animos, como para recuperarnos, como para esperar el llamado del Rey... Todas las ideas que pudieramos tener eran buenas, pero quizás esta podría ser la mejor que podiamos tomar.

Alanís miró al príncipe preocupada.

-Ten cuidado con seguir voces desconocidas teniendo en cuenta todo lo que está sucediendo. Además...no parecía que los guardias fuera hubiesen escuchado nada, ni tampoco yo. Estaba...cerca, chequeando que todo estuviera en orden.

Se cruzó de brazos unos momentos, pensativa.

-Es decir, que estuviera silencioso como para que tu descanso no fuese interrumpido y estuviese seguro en general. Después de todo, estuve ayudando con labores manuales afuera ya, pero aún puedo estar vigilante por cosas así. Podría decirse que me siento algo incómoda...todos lucharon con lo mejor que tenían, pero la mayoría de mis compañeros Diamante...resultaron muy maltrechos. Espero que no interpreten que me mantuve a seguro mientras ellos sufrían. Pero ya que estoy sana, debo seguir activa mientras se recuperan.

-Gracias... Sin decir más dejó que su hermana lo arrastrara, esforzándose en volar lo suficiente como para aterrizar en el tejado a pocos metros de la ventana de la que salieron. 

-Sabes que no está bien, no me lo puedo permitir... El hecho de que Glaius esté aquí ha sido lo que me ha permitido poder dejarme llevar. Miró hacia el frente, en dirección a la ciudad. - No puedo permitirme más que darte a ti todo mi corazón Faith, somos hadas, vivimos diez veces más que un ser humano, muchísimo más que un ser vivo cualquiera... Ya nos basta con sufrir pérdidas constantes a nuestro alrededor de personas importantes como... Para entregarle a alguien más nuestro corazón. 

No apartaba la vista de la ciudad, no podía... - Esta vez he tenido suerte, no solo estaba drenado si no que Glaius terminó de drenar todo mi maná restante pero... No siempre será así y lo sabes. La gente de esta ciudad no tiene la culpa de que sea una bomba de relojería andante Faith... Tras decir todo eso, ya más calmado sonrió levemente a su hermana. -Vamos... con Alessandro. 

Se levantó y con sumo esfuerzo volvió a entrar junto con su hermana por la ventana, tendrían que ir andando hasta donde estuviese el pobre hombre.

Las palabras de Fio parecían muy duras, tanto que incluso eran más heladas que un cubo de agua helada. No obstante, las analicé por lo que decía y... Tenía razón, pero... iba a pasar de igual modo. No podiamos controlarlo, igual que no podemos controlar a quien brindamos nuestro corazón. Por eso de una forma totalmente natural agarré la mano de Fio y le sonreí. Lo comprendí, lo que decía Ordinem, y todo gracias a mi hermano, a un simple hecho que remarcó mi querido y adorado hermanito.

-No podemos elegir a quien amamos hermanito, al igual que no podemos evitar que alguien muera... - Alcé su mano para que la viera, igual que la mía - Tenemos los poderes de la creación y de la destrucción, pero no podemos crear amor, ni querer destruir toda la posibilidad de que lo haya. - Dicho eso me giré poniendome enfrente suya, apoyada con su agarre de la mano - Te quiero, y me gusta que me quieras dar todo tu corazón solo a mi, pero no puedes evitar enamorarte o querer a más personas, y yo no puedo desear que solo me quieras a mi. - Y entonces fui acercandome poco a poco hacia su cara con una sonrisa de puro cariño y amor.

-Pero si puedo prometerte con todo mi amor, que te protegeré, tanto y más que Glaius. A fin de cuentas, mi corazón eres tu Fio. - y finalmente terminé de acercarme a su cara para darle un beso muy cerca a los labios, casi rozandolos, pero sin llegar a tocarlos. - Si quieres darme tu corazón solo a mi lo tomaré... Pero si quieres darselo a alguien más hazlo. Yo te ayudaré a protegerlo siempre, y así tu, Caos, Ordinem y yo construiremos un mejor futuro para nosotros. - Acomodé entonces su pelo para mirarle profundamente a los ojos sin soltarle de la mano. - Lo que decidas, decidelo tu mismo, pero porque de verdad lo sientas.

-Vamos a por Alessandro - Y dicho eso y con un pequeño bote empecé a volar poco a poco para ir con mi hermanito a buscarlo

No pude evitar reírme cuando mi madre hizo aquel comentario tan morboso y fuera de lugar sobre mi ojo... al fin y al cabo había heredado de ella el sentido del humor. La volví a abrazar con fuerza y cariño -Gracias mama...- le agradecí que simplemente estuviera conmigo en estos momentos. Ambas fuimos a ver aquel paquete que había llegado a nuestra tienda... sin duda bastante intrigada de que sería, sobretodo al ver su tamaño... ¿sería un nuevo cargamento de armas? ¿Un objeto raro?

Vaya... si que era un objeto raro... increíblemente raro y conocido, de haberme enfrentado a ella y ser la responsable de que perdiera el ojo... cosa que sin duda me hizo pegar un sobresalto que casi parecía de miedo de recordar la batalla -¡La Rompe Tormentas!- exclamé seguida de mi madre, igual de sorprendida -Pero... es imposible que esté aquí... ¡si hace un rato estaba en el castillo!- exclamé mientras la examinaba con mi ojo de tasadora... el que me quedaba vamos, y encontré la nota...

Cuando la leí, un enorme escalofrío me recorrió la espalda, bastante asustada en general por la situación... o no... ¿otra vez él? ¡¿No me podía dejar tranquila nunca?! Eso me hizo arrugar la nota en mi mano con enfado... Grrr... ¿que se proponía enviándome esta arma?

Mi madre obviamente estaba asustada y confundida... y con muchos motivos. Dijo que había que entregarla... pero... -Guardémosla en la caja fuerte- le terminé diciendo a mi madre, con seriedad absoluta -No creo que quien la haya traído se haya confundido... pero desde luego si la robaron... Y la verdad... creo que nuestra caja fuerte ahora es más seguro que el castillo en su estado- le fui comentando a mi madre. Y desde luego no mentía... si en algo invertí mucho dinero, fue en que mi caja fuerte fuera a prueba de ladrones... ni siquiera yo podría forzarla... lo que es un problema sería se atascara... pero nunca ha pasado -Eso si... debo de informar al Rey cuanto antes de que está en mi posesión y que él decida que hacer- terminé diciendo... algo triste, porque eso significaría tener que volver al castillo antes de lo que quería... y no quería dejar a mi madre aquí sola...

Sin poder depender más de vuestras alas, entraron por una de las ventanas del castillo para empezar a andar por los pasillos a pie; una tarea de otro mundo para las hadas, que si de por si vuestra raza ya era débil para esas cosas, en el estado en el que estaban era un milagro que pudiesen mantenerse de pie.

Aún así, llegaron a la habitación de Alessandro, encontrando la puerta medianamente abierta, por lo que no dudaron en entrar. He allí, tirado al otro lado de cama, el caballero diamante rojo apoyando la espalda en el marco mientras mantenía la cabeza agachada, siendo iluminado únicamente por la luz de la luna que entraba por la ventana que había delante de él, la cual llevaba al balcón.

-Estaba preparado para retirarme... -empezó a decir sabiendo que se trataba de ustedes. -. Estaba preparado para morir durante el servicio si era necesario... -poco a poco, empezaron a escuchar como las lágrimas goteaban a un pequeño charco que se había formado debajo de Alessandro. -. Pero no estaba preparado para esto... -sin poder aguantarlo más, se llevó una mano al rostro intentando contener las lágrimas, pero era inevitable: se podía ver por su estado que llevaba bastante rato llorando ya, y es que por más fuerte que fuesen los caballeros de su rango, algo como lo que le sucedió era algo que ningún padre podría soportar. -. Le falle a mi amigo... Le falle a mi esposa... Le falle a mis hijos... -entonces, apenas se acercasen a él, de un movimiento rápido los abrazaría a ambos con toda su fuerza, lo que en otro momento hubiera significado que los partiría a la mitad, pero en aquel estado... No tenía fuerzas ni siquiera para ser amenaza física hacia unas hadas. -. P-Por favor... No me dejen...

-Hmph... Tal vez fuese mi imaginación. Igualmente tendré más cuidado a partir de ahora.

El príncipe se te quedo viendo mientras escuchaba tu punto de vista sobre la diferencia de estados entre tu y el resto de tus compañeros. Con una sonrisa un tanto bromista, Arthas se acercó a ti y te abrazó con fuerza; ciertamente, la armadura no era algo cómodo de abrazar, y es que estaba hecha para que nada pudiese penetrarla, pero aún así, el cariño que desprendía el príncipe atravesaba todo el metal que conformaba tu equipamiento.

-Nadie pensará eso, Alanís. Debemos estar felices de que tu y otros no salieron heridos. No debemos alimentar al orgullo deseando más heridos solo para sentirnos parte de ellos... Todos nos vimos afectados en igual medida, todos hemos sido victimas del ataque a nuestro hogar... -entonces, el príncipe terminó por recostar un poco la cabeza sobre ti. -. Aunque, personalmente... Me alegra que te encuentres bien... -añadió.