Partida Rol por web

Vuestro acto de graduación ha terminado, y vuestro futuro sensei os espera en el famoso Restaurante Yorokonde. El sol se ha alzado hace un par de horas, y sus rayos más cálidos bañan a los más madrugadores recompensándoles con ésa sensación de piel fría y cuerpo caliente. Resulta muy refrescante presenciar el ajetreo matutino de las calles.

El propietario de un restaurante recoje unas cajas que aguardan en el exterior de su tienda, con calma y sin prisa, deteniéndose a saludar y charlar con buenos amigos que cruzan la calle en alguna otra dirección. Un chico joven sale de su casa para acudir a la academia de gennin y dos mujeres de considerable edad hablan de la última trastada de Naruto en la villa, por lo que oís, lanzó bombas fétidas en una floristería.

Con vuestro caminar apresurado, impacientes por conocer quien será vuestro sensei llegais hasta la puerta del bar, acudiendo todos al mismo tiempo. Los tres siempre fueron a la misma clase, a pesar de conocerse ninguna ha intercambiado más de dos palabras unos con otros, y cuando ayer recibisteis la noticia de que iríais juntos aguardasteis a pensar las palabras adecuadas con las que saludaros.

Eh ¿ Sois vosotros el grupo tres?

Jo Jo Jo, vamos venga, tomad asiento, sentaos sentaos

Ñam Gronfl, no os corteis coged lo que gusteis, el desayuno es la comida más importante del día

Es un tipo muy alto y robusto, emmm Gordo aunque no es educado ni prudente usar tal palabra, curiosamente el chaleco distintivo de rango superior que lleva le queda demasiado pequeño y aún desabrochado parece estar a punto de estallar en cualquier momento. Os sentais a la mesa ¿Qué remedio?, pensando en romper el hielo, pero ninguno se atreve, y él se detiene aún sin haber perdido de vista la bandeja de carne caliente que humea sobre la mesa.

Me llamo Chôza Akimichi, soy el Jounin a vuestro cargo

Bien comencemos por presentarnos, es imposible que formemos un grupo si no nos conocemos.  Presentaos con vuestro nombre, edad, habladme de vuestras aficiones, decidme lo que más os gusta y más odiais

Vuestra tercera compañera se trata de una chica rubia, con dos coletas recogidas sobre su cabeza formando extraños moños, lleva su cinta de Konoha en la frente y está algo rellenita, aunque no es eso algo que podais apreciar con facilidad, ya que es imposible no desviar la mirada de la que en vuestra clase era la chica más "dotada" de toda la promoción, algo totalmente anormal entre los muchachos de vuestra edad llegando a superar las tallas de mujeres más maduras era capaz de hacer sonrojar a cualquier maestro sin jamás proponérselo, aún así, jamás intercambió palabras con ningún compañero, dejandose a la timidez manifestada por el sonrojo perpetuo de sus mejillas, y ahora, una vez más, espera que otro tome la palabra.

Había tardado en levantarme de la cama, en realidad no me apetecía mucho tener que salir y pensar en donde llevar la bandana de la hoja.
Si, ya sabía que el lugar lógico sería la cabeza, pero llamaría demasiado la atención y cualquiera con un simple vistazo averiguaría inmediatamente que soy un ninja y podría traerme problemas. ¡No en la villa evidentemente! Los problemas rara vez venían a buscarnos, el problema era al salir de ella.
Así que no me apetecía nada levantarme y empezar con lo que sería una vida bastante complicada y la que me iba a tener que enfrentar.
Pero por desgracia ya había decidido este camino y tenía una responsabilidad que cumplir, por lo tanto tocaba levantarse y enfrentarse al mundo.

- Buenos días nuevo mundo

Saludo como un idiota a nadie en especial. El sol entra por la ventana ayudándome a terminar de despertar y haciendo brillar la bandana que de momento descansa en la mesilla.

Quizás en el brazo...

Pienso mientras la recojo y la anudo a mi brazo derecho. Por lo menos ahí no destaca tanto como llevándola en la frente y la primera tarea del día es cumplida con éxito, por lo tanto la vuelvo a desatar para vestirme primero y volver a anudarla después ya un poco más despejado y sonriente.
Bajo las escaleras despacio intentando no molestar a nadie, pero el olor al desayuno preparado me revela que va a ser inutil intentar evadirme y encontrarme con mis compañeras y sensei sin parar antes y desayunar con mis padres.

- Buenos días Oidashi ¿hoy empezarás tu primera misión no?

Es la voz de mi padre, Mujina Uon, quien me pregunta. Parece que está a punto de irse a trabajar y está acabando ya su desayuno. Mi madre, Morishi, se encuentra tras él y se gira sonriente al escuchar a mi padre.

- Buenos días ¿has descansado bien?

Me pregunta sin darme tiempo a contestar a mi padre y provocando que me sonroje ligeramente.

- Si - contesto tímido a ambas preguntas y me acerco a la mesa - Aunque no se si nuestro sensei nos querrá probar antes o qué. En un principio hemos quedado con él en Yorokonde y hasta entonces no sabremos nada.

Agacho la cabeza mientras empiezo a golpear el suelo con la puntera del pie. Está claro que ando un poco nervioso.

- No te preocupes, seguro que es algo sencillo para empezar. - interviene mi madre quien se acerca con un cazo de leche caliente - Los geenin no suelen ocuparse de cosas complicadas.

Sus palabras me relajan bastante mientras echa la leche en un vaso con cuidado de no derramarla, pero los años de experiencia evitan ese pequeño desastre y me siento a la mesa dispuesto a tomarme la leche con algunas galletas hasta que interviene mi padre cuando aún voy por la mitad.

- Por cierto Karurosu-sama quería verte, dijo que te esperaría en el tocón junto al granero.

- ¿En serio? - pregunto sorprendido.

- A ha... - responde distraído mirando por la ventana como si esperara también a alguien - Aunque no me dijo el motivo.

Yo si lo puedo llegar a imaginar, pero no me lo puedo creer, por lo que acabo rapidamente con mi desayuno y tras despedirme de mis padres salgo en dirección al granero.
Karurosu-sama está sentado yal y como me dijo mi padre, su vieja figura descansa sus huesos en el tocón y parece contemplar el amanecer como si fuera el último que pudiera llegar a apreciar con su cansada vista. No hace ninguna señal que demuestre que conoce mi posición o siquiera que estoy allí, pero en mis pocos años he comprobado que mi viejo tío sabe mucho más de lo que aparenta y seguro que se entero en cuanto me acerqué al lugar.

- Buenos días.

Le saludo de pie junto a él y permanezco mirando el amanecer tal y como el hace. Así pasan varios segundos antes de que el anciano reaccione.

- ¿Así que grupo tres Oidashi?

- ¡Hai!

- Bien... ya hablé con tu nuevo sensei - habla sin inmutarse, con la vista perdida en algún lugar del horizonte - Todo un personaje, debo admitir. Él te avisará cuando estes preparado, pero eso no significa que no puedas venir a verme cuando tengas algún descanso ¿de acuerdo?

- ¡Hai!

Vuelvo a responder sonriente, lleno de vitalidad como la nueva mañana gracias a las pocas palabras de mi tio. Aún así, permanezco un poco más junto a él, mirando como asciende el Sol en el cielo. Luego marcho al restaurante donde me encontraré con mis compañeras y mi nuevo sensei.

Karurosu-sama tenía razón, Chôza Akimichi era todo un personaje a falta de una palabra mejor para calificarlo. No creía que nadie fuera capaz de comerse una parrillada para desayunar y algo me daba en la narid que no sería lo único que ya habría comido o que esperara comer para desayunar. Apenas consigo reaccionar cuando nos invita a sentarnos y tengo que tragar saliva para ayudar a mi cuerpo a moverse y tomar asiento.

- Estoo, es uun placer sensei. - me fuerzo a hablar pese a que es evidente que me cuesta horrores pronunciar cada silaba - Soy Mujina Oidashi, tengo doce años, me gustan los amaneceres... y, bueno, no me gusta ser el centro de atención... así que, creo que eso es todo.

¿Cómo puede ser tan dificil una presentación? Si sólo es pronunciar unas pocas palabras frente a unas personas y ya tengo la sensación de haber corrido una maratón a la pata coja y con las manos atadas a la espalda.

Los sudores de Oidashi confirman sus palabras, tanto las pronunciadas como las que no, y deja claro que realmente no le gusta ser el centro de todas las miradas.

El amanecer la sorprendió en el campo de entrenamiento, como tantas otras veces. Exhausta, dejó caer el último shúriken al suelo y se dirigió al riachuelo arrastrando los pies. Su mirada vagó inquieta mientras sumergía los brazos en las gélidas aguas, con la suave brisa de la mañana acariciándole la cara. Abrió los ojos con fuerza No puedo dormirme ahora Sumergió la cabeza con determinación hasta que sintió que le faltaba el aire Creo que ya es suficiente Jadeando, chapoteó de vuelta a la orilla mientras sacaba un kunai de la bolsa ¡Chack! Se fue a clavar justo a tiempo. Unos instantes más y habría tenido que perseguir aquella carta arrastrada por el viento por toda Konoha. Sonrió con cariño al recordar como la había dejado su madre sobre el tocón cuando creía que no miraba. Recuperó el cuchillo de un tirón y cogió la nota, abriéndola con dedos ágiles

Restaurante Yorokonde, hoy al despuntar el alba

Los trazos eran precisos e impersonales, contenía los datos justos para no ser de gran utilidad en caso de caer en manos de un extraño Como una verdadera kunoichi Pensó Junko con tristeza, al tiempo que rompía el papel y lo tiraba al río. Observó durante unos instantes como los pedazos eran arrastrados por la corriente y después se dio la vuelta, la ruta ya trazada en su mente. Nunca llegó a ver la anotación de pulso tembloroso en la parte de atrás

Tu padre que te quiere

Las breves palabras de ánimo y consuelo se perdieron en el olvido, ahogadas por un mundo en el que no eran más que una muestra de debilidad.

La madera crujió levemente bajo sus pies cuando entró con los otros dos gennins en el restaurante. Habían estado en la misma clase desde que eran pequeños, pero para ella eran auténticos desconocidos, así que los ignoró y se concentró en inspeccionar el local. No tardó en encontrar los característicos colores de un Jounnin Así que un Akimichi Ciertamente no era difícil reconocerlos y, aunque entre los demás ninjas solían ser motivo de burlas y desprecio mal disimulado, nadie se atrevía a insultarles cuando ellos se hallaban presente. La  joven se sentó en silencio delante de él cuando les llamó, decidida a aprender todo lo que su nuevo sensei pudiera enseñarle.

Esperó y esperó, pero aquel hombre parecía no tener fondo, así que se dedicó a observar a sus compañeros con ojo crítico, intentando averiguar más cosas sobre ellos por su modo de vestir. Sintió una leve punzada de envidia al fijarse en los enormes pechos de la chica rubia Desde luego, con esa delantera sus oponentes estarán demasiado distraidos para advertir las estrellas que les lance Pensó con sarcasmo, pero en seguida se arrepintió de su crueldad y apartó la vista, muy interesada de pronto en la decoración de las paredes.

La chica se ve evidentemente molesta, y dando por completo la espalda a Junko se dirige a su nuevo Sensei y a Oidashi para presentarse, estirando el codo por encima de la mesa con tal de obviar que Junko exista.

Me llamo Kin, soy descendiente única de la familia Souda, en mi familia tan solo somos mi madre y yo, mi padre murió hace once años cuando llegamos a Konoha, y en la historia familiar jamás ha habido un ninja, siendo yo, la primera que aportará gloria o ruina al nombre Souda.

Es una gran responsabilidad, por lo que espero me ayudeis y junto a vosotros convertirme en una buena ninja

No saqué buenas notas en las pruebas físicas pero sí saqué muy buenas notas en Ninjutsu

Y ya estoy deseando estar lista para presentarme al examen de Chunnin

Me gustan las bolitas de pulpo y odio a la gente que juzga a la gente sin conocerla

Realmente se le nota que le gustan las bolitas de pulpo, porque aunque no resulta notable, si posee unas caderas bastante anchas, todo su cuerpo se encuentra bastante desarrollado por lo que para Oidashi puede resultar mínimamente atrayente

Viste una túnica verde y larga y en su cintura lleva dos cinturones llenos de estrellas ninjas sin ningún otro objeto destacable que pueda revelar más de lo que cuenta acerca de sus habilidades, aunque ha sido bastante extensa y cree no haberse dejado nada en el tintero, vuelve a sentarse con normalidad abierta a lo que su Sensei vaya a decir a continuación.

Ja ja ja ja

El orondo y bonachón hombre rie ante vuestra riña llevandose un pincho de carne a la boca masticándolo con ganas entre carcajadas cerradas mientras asiente asertivamente y comenta distraído.

Me sé de uno que ha tenido mucha suerte

Ja ja ja ja vale vale bien, como ya sabreis, como ya os habrán dicho en la academia la villa de Konoha sirve al País del Fuego y a sus intereses, aunque nuestro Hokage está al mismo nivel político que el propio Señor del país del fuego. El pueblo de Konoha trabaja por encargos, y éstos se dividen en rangos según su pago, importancia, y dificultad. Las misiones más duras, las de Rango A, son hechas por los grupos de Jounin, las misiones de Rango B se reservan para grupos de Chuunins, las misiones de rango C pueden ser hechas por un grupo de Chuunins o un grupo de Gennins con su respectivo Jounin. Y finalmente están vuestras misiones, las de RangoD

Son tiempos tranquilos por lo que poco o nada nos toca hacer a nosotros, sin embargo y contra todo pronóstico os he conseguido una misión de rango C, las de rango D me resultan insultantes, aunque vosotros las hareis, no será conmigo, yo no hago esa clase de misiones, incluso me niego a supervisarlas.

Chôza saca un pergamino con un sello con la letra C, que os tiende sobre la mesa, y con calma y prudentes abrís para poder leerlo los tres

"Rango C.  Solicitante: Konoha Sandaime (Hokage)

Misión: Las fronteras del país del fuego están guardadas en determinados puntos o aldeas estratégicas por grupos de ninjas que conviven con la gente del lugar con tal de mantener la vigilancia y seguridad, es este el caso de Obake no-mura*, deseo acudais a este pueblo costero en el golfo norte del país del fuego para darles la correspondencia pertinente. Gracias ninjas de Konoha."

Así que toca estirar las piernas, será todo un día entero de viaje a paso ligero, por el camino tendremos tiempo de conocernos mejor, ni decir que os examinaré durante el viaje, así que teneis una hora escasa para coger lo que necesiteis y presentaros en la puerta sur, allí os estaré esperando, a no ser, que esteis listos para partir ahora mismo

En cualquier caso, es vuestra misión, no la mía - Dice colocando una mochila pequeña bastante abultada sobre la mesa - Aquí teneis la correspondencia, es totalmente confidencial y su contenido debe llegar en perfectas condiciones, teneis que llevarlo vosotros. ¿Estais listos muchachos?

¿Mucha suerte?

Me repetía a mi mismo incrédulo tras escuchar a mis compañeras y a mi sensei.
Quizás se refería a mala suerte, al menos según mi punto de vista, porque tenía la sensación de haberme metido en un peligroso fuego cruzado entre las dos chicas y si por un milagro aún no lo había hecho, dudaba que permaneciera demasiado tiempo sin que me terminaran involucrando.
También era mala suerte que nos asignaran una misión de "Rango C" para empezar. Hubiera preferido algo sencillo para empezar, aunque fuera limpiar el río o algo parecido, pero de buenas a primeras ir a un pueblo fantasma de cartero no entraba en la categoría de "algo sencillo".

¡Podíamos encontrarnos con fantasmas, esqueletos o quién sabe que cosas!

Pienso antes de recapacitar y evitar que nada salga por mi boca que me ponga en ridículo, aunque la idea me ha dejado bastante pálido y el montón de cartas que se supone debemos entregar no me ayuda a recuperar el color precisamente, más bien siento como empieza a agobiarme el imaginarme que tendré que ser yo quien cargue con ellas.

- Estoo...

Me quedo atascado sin saber muy bien que decir al respecto, así que para terminar de arrancar agarro la mochila y me la hecho a la espalda, ahorrándome decir nada más.

Seguro que era mala suerte.

Al principio la idea la asustó, pues nunca se había alejado a más un par de horas de camino de la aldea, pero enseguida la inundó la determinación No defraudaré a mis padres Contenta porque su maestro no la hubiese castigado, se levantó de la mesa

Perdonadme sensei, si hubiera sabido que saldríamos tan pronto me habría preparado mejor -se excusó- No lo tuve en cuenta y ahora me veo obligada a volver a pasar por casa, hay algo que tengo que recoger -hizo una ligera inclinación- ¡Estaré en la puerta a la hora indicada!

Se volvió hacia Kin- No tengo excusa para mi comportamiento, pero me gustaría que pudieramos olvidar mi error y empezásemos de nuevo otra vez -Souda le lanzó una mirada dolida Bueno, al menos ya no me ignora pensó No importa cuanto tarde, le demostraré que puede confiar en mi

Se disponía ya a marcharse, cuando vio por el rabillo del ojo como Mujina se colgaba el paquete de la correspondencia a la espalda. Divertida por aquel gesto caballeroso, se acercó a él lentamente- Espero que no seas de esa clase de hombres que creen que las mujeres no pueden valerse por si mismas y que necesitan que las protejan en todo momento -le dijo con una sonrisa peligrosa mientras agarraba con suavidad una de las correas de la mochila

- Estoo... si, bueno no, bueno...

Termino sonriendo, colorado y rascándome la cabeza como si de esa manera pudiéseme encontrar una respuesta que no me metiera en ningún lío.

- La verdad es que no quería que os pelearais por quién la lleva...

Confieso con un hilillo de voz y sin atreverme a mirar a ningún sitio que levantase más de unos pocos centímetros del suelo.

- Y bueno, sólo era por eso.

Adorable -la sonrisa de Junko se dulcificó- Gracias por llevar tu la mochila, yo ya estaré cargada con otra cosa y no habría podido hacerlo -deslizó ligeramente su mano hacia el pecho del chico- Si nos atacasen ninjas enemigos su primer objetivo sería el portador de la correspondencia, es bueno saber que eso no te preocupa y que serías capaz de sacrificarte por mantenerla a salvo -se apartó de él con rapidez- ¡Nos veremos en la puerta! -y se dispuso a salir del local, la mano levantada a modo de despedida

Junko corrió por las ajetreadas calles de Konoha, esquivando con agilidad puestos de brillantes colores y tenderos que pregonaban su mercancia a gritos. Desesperada por el inagotable torrente de personas de la avenida principal, se desvió por una callejuela y enseguida el clamor del gentío quedó atras. Tras unas cuantas vueltas por el barrio norte llegó al fin a su casa, jadeando por el esfuerzo. Sin perder un instante, se lanzó escaleras arriba aún con las sandalias puestas e irrumpió en su habitación como un tornado.

Allí estaba. Justo donde lo había dejado, encima de su cama. Con infinito cariño, cogió el enolme bulto cubierto de vendas y se lo colgó a la espalda. Después, y tras comprobar que estaba sola en casa, cogió una pequeña bandolera y empezó a llenarla con todo aquello que podía hacerle falta: shúrikens, vendas, unos cuantos cuchillos, un odre de agua... Estaba a punto de salir cuando vió unas bolas de arroz listas para llevar encima de la mesa. Sonriendo, las metió en su equipaje y salió de vuelta al exterior.

Veinte minutos y tres caidas después, llegó agitando el brazo a las grandes puertas de la zona sur- ¡Esperadme! -Se detuvo con las manos sobre las rodillas junto a su compañeros, intentando recuperar el aliento- He... tenido... que recoorreme... toda la villa -consiguió decir entrecortadamente, esperando que no estuvieran muy enfadados. Entonces se dió cuenta que ni siquiera se había fijado si todavía faltaba alguien...

¿Qué puede necesitar con tanta urgencia?

Me pregunto en cuanto veo partir a Junko. Sólo vamos a estar un par de días fueras, tres a lo sumo, por lo que no veo nada de lo que no se pueda separar durante ese tiempo.

Como no se dejara algo...

Termino por pensar mientras repaso mentalmente mis pertenencias. Los kunai en el bolsillo del pantalón, las dos bolas de humo de Sudane y Koki en la bolsa del cinturón...

"Para emergencias" y que espero no necesitar.

... y la mochila con el correo pesándome en la espalda. Por lo que parece que tengo todo lo indispensable para una misión de unos pocos días, salvo un pequeño detalle.

- Sensei, ¿debemos llevarnos comida?

Le pregunto para ir a por algo rapidamente a casa o ir directo a la puerta con ellos.

¿No habeis traído? - Kin niega con la cabeza, igual que vosotros- Os dije era un día entero de viaje

Haceis el amago de volver mirando por el rabillo del ojo a vuestro sensei en espera de su aprobación de retrasar unos minutos la salida por conseguir comida, pero él niega con la cabeza echando a andar mientras dice- Buscareis comida en el camino, espero estudiarais bien en la academia y no faltarais a las clases de supervivencia y subsistencia.

Al llevar una hora caminando ya empezais a estar cansados, pues los pasos de Chôza son largos y apresurados, como si llegara tarde a algun lado. El corpulento hombre se mantiene contento, tarareando durante el camino y haciendoos preguntas conceptuales de supervivencia, a las dos horas os duelen los pies y deseais hacer un alto, pero Chôza no parece tener esto entre sus planes, y aunque a veces os da la sensación de quedaros atrás recuperais fuerzas acelerando el paso. A las tres horas estais totalmente agotados.

Kin, que se mantenía prudentemente silenciosa, respira ahora agitadamente, su pecho sube y baja al llenarlo de aire con tanta necesidad ~Akimichi-sensei, una pausa por favor~ No es el primer ruego que emite, pero parece que tras tres horas casi al trote Chôza se detiene. Hace una hora dejasteis el camino, y unos veinte minutos dejasteis el bosque atrás y ahora caminais por unos campos interminables, prados tan verdes. Kin se derrumba en el suelo agotada, jadeando, sacando la lengua y tratando de volverse a levantar apretando los dientes

Chôza os señala el horizonte, un pueblecito, bastante grande, tal vez de quinientos habitantes se encuentra a quizá media legua a la carrera. Sentándose en medio de la hierba Chôza saca una bolsa de monedas de la que saca un puñado de monedas dandoos un poco a cada uno. - Id al pueblo, comprad algo de comer y beber para comer, os he dado dinero a los tres, porque quiero que vayais y volvais en el menor tiempo posible, es una prueba individual para ver hasta donde llega vuestro aliento y resistencia.

El último en volver.....- Chôza sonríe y os señala el pueblo con la palma de la mano - Venga, id, rápido

Me desplomo en el prado en cuanto nos detenemos, y aunque el viaje se haya transformado en una competición de nada servirá salir pitando hacia el pueblo sin realizar un pequeño descanso.
Me descalzo un momento para comprobar que de verdad mis pies siguen enteros y además poder refrescarlos al apoyarlos suavemente en la hierba y relajarlos al menos un poco.

Por suerte no tengo rozaduras.

Reconozco con alivio y sin importarme la peste que emiten por el sudor acumulado, pero por desgracia no veo nada de agua por el lugar, así que habrá que aguantarse y esperar a encontrar algún arroyo que coincida con uno de los escasos descansos que nos esperan.
De cualquier modo, aprovecho el descanso para mirar alrededor y esperar encontrar algún conejo que evite el tener que ir hasta el pueblo en busca de comida.
La zona parece ideal en verdad, y sólo hay que saber encontrar el lugar adecuado y esperar que haya suerte. Agarro un kunai para estar preparado y permanezco lo más quieto posible, intentando que la posible presa no se espante, pese a los ánimos de Akimichi para ser el primero en llegar al pueblo se esfuercen por impedir que aparezca ninguno.
El arma vuela rauda a su destino y se clava en el animal matándolo en el acto, así que me levanto y voy a por él regresando al poco con la pieza sonriente.

- ¿Puede ayudarme con el fuego sensei?

Le pregunto devolviendole con las monedas en una mano y el conejo cogido por las orejas en la otra.

Las piernas le flaquearon a Junko, que trastabilló y cayó al suelo entre quejidos. Tenía los pies llenos de ampollas por la dura marcha y la espalda le ardía después de acarrear con semejante peso durante tantas horas. Se descolgó el pesado bulto lleno de vendas y estiró los pies, disponiendose a disfrutar de su bien merecido descanso. La voz de Akimichi le llego amortiguada, confusa. Parecía que quería que compitiesen por ver quien era el primero en llegar al pueblo, pero eso no era posible; llevaban demasiado tiempo caminando para poder mantenerse en pie siquiera, no digamos ya para empezar a correr. Miró a su sensei. No tenía pinta de estar bromeando. Con un grito ahogado, Akari se levantó lentamente, tomando el dinero que le tendía Chôza.

No le defraudaré maestro -articuló con dificultad, y comenzó a andar con paso inseguro, casi arrastrándose, hacia el pueblo. Se repetía que no debía mirar atrás, que si veía como los otros le iban ganando terreno se desmoronaría, pero no pudo evitarlo. En parte suspiró aliviada al ver que Mujina había entendido la orden de "id a comprar comida" como "tumbaos en la hierba", pero la alegría se le congeló en el rostro al darse cuenta que no era la única en camino.

Kin se acercaba a ella cada vez más, con una mueca a medio camino entre la decisión y el sufrimiento No va a rendirse comprendió con pesar Y yo no puedo perder; sólo me deja una opción pensó mientras sacaba un kunai de la bolsa

Lo siento, Souda-san -dijo al tiempo que se lo lanzaba. La sorprendida muchacha intentó echarse a un lado, pero estaba demasiado cansada y sus reflejos eran lentos. La hoja pasó inofensiva, fallando por casi un metro, pero Kin ya había iniciado su esquiva y no fue capaz de recuperar el equilibrio. Junko se acercó con cautela hacia su enemiga caida, que boqueaba por el esfuerzo, y le rajó con un rápido movimiento la bolsa en la que está llevaba las monedas, dejando que se delizaran a su mano con suaves tintineos- Somos compañeras, pero el sensei ha dicho que ahora competimos entre nosotras, así que te trataré como a un ninja rival -mientras le clavaba las dos mangas al suelo con un par de cuchillos- Perdóname

Y volvió a ponerse en camino, luchando por borrar de su mente la expresión de Kin

Al parecer, Junko y Akari habían partido raudas al pueblo mientras yo aún andaba descansando, creyendo que así podrían ganar ésta competición y cualquiera que fuera el premio que nuestro sensei tuviera reservado aparte de acabar más agotadas por la nueva carrera.
Hablando de Akimichi-sama, desconocíamos mucho de él salvo que le gustaba comer como resultaba evidente, pero me extrañaba que hubiera propuesto ésta prueba justo en un descanso. Así que mientras despellejaba y limpiaba el conejo a su lado le dedicaba miradas fugaces intentando averiguar la trampa que se escondía en esta prueba.

¿Por qué el se dedicaba a descansar y nos manda al pueblo por comida?

Me preguntaba una y otra vez sin averiguar sus motivos, pero no parecía el tipo de sensei que se aprovecha de sus alumnos para darse a la buena vida, quizás esperaba que primero hablásemos entre nosotros para ver que hacer ante un nuevo giro de los acontecimientos y actuásemos como un equipo en consecuencia.

Quiero decir, que si nos da la posibilidad de ir a por comida y estamos todos cansados ¿por qué no descansar y luego ir a buscarla?

Me explicaba a mi mismo y acababa sorprendido por la lógica de la pregunta. Seguramente esperaba eso y que luego nos dedicáramos a buscar la comida entre todos.

Así haría las cosas un equipo...

Reconozco limpiando el kunai en la hierba. Por desgracia con las dos chicas ya corriendo por ser la primera proponerles la idea iba a resultar imposible y en cuanto volvieran tenía la sensación de que nos pondríamos inmediatamente en marcha, porque lo que si nos había demostrado Chôza es que resultaba bastante duro.
Mi expresión animada por la caza del conejo se entristeció ante mi teoría, lo cual resultó evidente para el jounin, pero ya era tarde para poder solucionar nada... o no.
Si la prueba acababa cuando el último hubiera regresado del pueblo, podía darles el descanso necesario a mis compañeras. Aunque con ello me ganaría yo el castigo de ser el perdedor, que seguramente fuera no disfrutar de un pequeño receso para comer y reponer fuerzas. Pero si comía mientras ellas iban y venían, todos podríamos estar frescos para continuar.
Así que dejo el animal desollado en una pequeña cama de hierbas enfrente mía y me arrodillo ante nuestro voluminoso sensei.

- Lo sentimos - me disculpo para empezar manteniendo la cabeza agachada - No hemos actuado como un equipo ¿podría aceptar el conejo como nuestra muestra de arrepentimiento?

Permanezco inclinado y arrodillado aguardando su respuesta a la vez que espero que su afición por la comida asada sirva para inclinar la balanza a nuestro favor y que nos permita descansar y comer cuando lleguen mis compañeras.

Souda Kin echa a correr, al trote, respirando trabajosamente y aprovechando sus propias y más profundas respiraciones para descansar. A medio camino trotando por la hierba, se encuentra panza arriba claveteada en el suelo, y una Junko que le empieza a sacar ventaja. En un pispás vuelve a estar corriendo y mira ya con un odio impresionante a Junko, como quien observa a un mal chucho que se ha colado en casa sin ser invitado.

Mira que eres cría, eres una inmadura, haber si empiezas a crecer como ninja que ya es hora.

Al llegar ambas a las primeras calles de tierra arenosa, las casas blancas de techos pajosos y la gente que a mediamañana recoge o comprueba el estado de las cosechas en los alrededores. Un par de viejos sentados en el poyete a las afueras de una casa observan divertidos la carrera de las dos muchachas y comentan por lo bajo.

Kin se apresura a acercarse a una mujer quien muy animada y sonriente de ver ninjas de Konoha en su aprendizaje le señala en una dirección por la que la muchacha echa a correr, ahora mucho más aprisa, mucho más confiada. Entra en dicha tienda recogiendo un buen bulto de comida comprado con las monedas de Chôza.

Deme algunas costillas de cerdo, un poco de carne seca, morros y pezuñas secos de gorrino, y por favor, no venda más comida a mis compañeros, estoy en una competición, ¿ne?

Kin saca la lengua a Junko quien ha quedado estupefacta a las puertas del pueblo, tal vez resoplando, tal vez pensando qué debía hacer, tal vez avergonzada por su infantil comportamiento, el caso es que Kin comienza a ganarle, pero al menos Oidashi parece estar en huelga de aprendizaje, qué problemático

Chôza rie al ver el conejo y recibir las monedas, y da unas palmadas en el hombro de Oidashi felicitandolo abiertamente

Enhorabuena, no esperaba que alguno de mis alumnos supiera cazar, menos aún con tanta facilidad.

El gigantón observa como clavas el kunai por el cuerpo del conejillo y agarrándolo con una mano - Permíteme - y estirando con la otra, lo despelleja por completo de un solo tirón, cediendote el pellejo por si quisieras entretenerte con él.

Vaya es un buen bicho, me pregunto si podremos comer los 4 de él....

El hombre te sonrie, mientras te hace pensar, si realmente pueden cuatro ninjas comer de un solo conejo, y hasta cuando pretendías que os durase su carne. Sujetando con ternura la palma de tu mano vuelve a poner las monedas en ella.

La prueba es individual para ver vuestras aptitudes físicas, aguante en el camino y velocidad. Apresúrate y procura comprar algo para cenar, no te recomiendo ser el último... - Cuando retrocedes unos pasos, dubitativo en si merece la pena o no salir a la carrera ya, ves como Chôza a apilado un montón de maderos en un montón de tierra, y con un sello de sus manos y un soplido hace brotar fuego de ellas, colocando el conejo con bastante brusquedad por encima. - Un, Dos

Estaba totalmente desconcertado, pero por lo menos el tiempo de ventaja que me llevaban había servido para descansar lo necesario para ir raudo al pueblo atravesando los pastizales como si fueran charcos en un día de lluvia y estubiera corriendo para evitar mojarme con el agua del suelo y la que caía del cielo.
Por fortuna, aún no me había cruzado con ninguna de ellas, lo cual significaba que como poco aún andaban en el pueblo buscando alguna tienda o que les había pasado algo, aunque la segunda opción resultaba bastante ilógica pensándolo bien.
De cualquiero modo, si ésto al final era una verdadera competición, no sólo se ponían a prueba las capacidades físicas de cada uno. En una prueba tan larga también se mide la inteligencia de cada participante, que puede dejar trampas al resto con la idea de ralentizarlos, desorientarlos o incluso dañarlos.
Pero es evidente que no voy a hacerles daño a mis compañera, aunque si podría engañarlas, así que mientras sigo corriendo formo los sellos y declaro mi técnica a las hierbas del camino.

- Hengen no Jutsu