Partida Rol por web

Ambos combatientes se adentraron raudos en el bosque. Eira, llena de energía, avanzaba entre los árboles sin dificultad, como una liebre. Ubbe tampoco se quedaba atrás. 

Veíais como algunos animalillos huían al oíros. Y como otros os observaban desde lo alto de los árboles con cierta curiosidad. En pocos minutos, vuestros pasos os llevaron hasta un claro. En el cual había un par de huargos devorando lo que parecía ser un venado. 

Los dos notaron vuestra presencia, poniéndose en guardia al mismo tiempo. 

Gruñían amenazantes, enseñando los dientes. 

Avanzaron por el bosque sin mayor dificultad. Eira veía complacida cómo Ubbe seguía su ritmo sin aparente dificultad. A ese paso no tardarían en cruzar el bosque y llegar a las antiguas ruinas.

Al llegar a un claro se toparon con una pareja de lobos demasiado grandes para ser comunes. "Huargos", comprendió mientras les enseñaban los colmillos, amenazantes. Preparó su espada, preparada para atacar con una mano y protegerse de los ataques con el escudo.

-Parece que después de todo si puedes seguirme el ritmo. Bien- Comentó alagando al ver como eras capaz de moverte sin quedarte atrás. Tal vez la princesita de buena cuna si fuera capaz de lograrlo y entrar en Kypteia. No tardía mucho en descubrirlo. 

Llegaron al claro, donde se toparon con dos enormes huargos. Ubbe sonrió al verlos. -Siii. Un poco de emoción al fin-

El guerreros sacó inmediatamente una de sus dos hachas y ataco al huargo que tenía mas cerca. Dándole un par de potentes tajos.

El combate comenzó. 

Eira fue la primera en atacar a su oponente, uno de los huargos, el que tenía mas cerca. La paladín dio un potente golpe al lobo, pero no lo suficiente como para matarlo. La criatura gruño de dolor y contraatacó, pero Eira se defendió a tiempo con el escudo. 

Luego fue Ubbe el que atacó sorprendiendo tanto a Eira como al otro huargo con un par de fortísimos y rápidos golpes. El primero cercenó una de las patas de la criatura. El segundo, su cabeza, que voló unos metros. 

Apartó al lobo con un empujón del escudo. Eso le dio el tiempo suficiente como para ver cómo su compañero despachaba con insultante facilidad al otro huargo. Sin duda demostraba que los bárbaros, además de apestar y ser unos hoscos, también eran temibles en batalla.

Eira lanzó otro tajo diagonal hacia su objetivo, el único que quedaba en pie, sin bajar la defensa.

Como era de esperar, el huargo no pudo aguantar la carga de Ubbe, quien lo destrozó en un instante con un par de golpes. 

Volvió su atención entonces a la bestia que encaraba a Eira, para ayudar a la paladín a encargarse de ella. 

Eira volvió a atacar al mimo huargo con tajo oblicuo, acertando de lleno en la cabeza. No lo mató, pero si le dejó tuerto. El cánido retrocedió y volvió a atacar, en esta ocasión a Ubbe. Pero el joven qamur lo esquivó sin problemas, quedando en una posición privilegiada para acabar la pelea.

Y así fue. Con un fuerte golpe, el guerrero clavó su hacha en la cabeza de la bestia, que cayó inerte al instante. 

Sacó de un tiró su arma incrustada del cráneo de huargo. Seguidamente la limpie en su pelaje y la colgó en su cinto. 

-Buen trabajo- Dijo a su compañera. -No tanto como el mio, pero lo importante es que hemos salido indemnes. ¿Seguimos?

Entrecerró los ojos, encajando las palabras de Ubbe con escozor. Sí, había estado impresionante y probablemente habría podido él solo con los dos huargos. Pero no le gustaba las comparativas, sobre todo cuando era ella quien quedaba en un nivel inferior.

-Sí, bien hecho- dijo sin mucho entusiasmo. -Sigamos- respondió afirmativamente a su pregunta, retomando el camino a través del bosque.

Tras el combate, Eira y Ubbe continuaron avanzando por el espeso bosque. 

Tras una hora vagando, llegaron a lo que parecía ser la linde. Pero para salir del bosque, sino a otro claro, mucho mayor que el de antes, con unas enormes ruinas en el centro.

Había un sendero que llevaba a ese mismo lugar, pero tal y como había anticipado el qamur, estaba custodiado por una docena de muertos vivientes. Por otro lado, la entrada a las ruinas solo contaba con dos guardias humanos, ataviados con túnicas reforzadas y máscaras, y armados con hachas de mano. 

Levanto el puño, gesto para indicar a su compañera que se detuviese. Con cuidado de no hacer ruido, se acercó a ella. 

-Cargase a los muertos es sólo una perdida de tiempo. Si nos cargamos a los cultistas, el conjuro que los mantiene se deshará. Vamos directamente a por ellos- Señaló con la cabeza a los dos que hacían guardia en la entrada de la estructura. 

-Si nos acercamos en silencio, podremos eliminarlos sin que den la alerta. Yo me ocupo del de la izquierda. ¿Puedes con el de la derecha?-

Tras avanzar un poco más, llegaron a un amplio claro en el que se alzaban las ruinas. Se detuvo antes incluso de que Ubbe le diese la señal.

-De acuerdo- asintió conforme a la explicación y plan del bárbaro. Aunque pareciera un bruto sin cuidado, parecía tener buenas dotes de líder en batalla. -Podré- respondió con convicción, fijando la mirada en su objetivo. -Y si no,- le miró con una media sonrisa cómplice, -te dejaré que le remates.

Podía tratarse del inicio de un comportamiento menos frío con el muchacho. O simplemente un momento fortuito incitado por la adrenalina y la imperiosa necesidad de entrar en la academia.

Una vez más, esperó la señal de Ubbe para iniciar el acecho a sus respectivos objetivos.

Ubbe rió al oír las palabras de Eira. Le había satisfecho, tanto su respuesta como por lo bien que se estaba desenvolviendo la paladín.

Asintió.

-Bien. En marcha entonces-

Y ambos se separaron temporalmente

Cada uno por su lado, Ubbe y Eira lograron acercarse sin ser descubiertos hasta los cultistas que montaban guardia a la entrada de las ruinas.

Estaban en posición, solo faltaba que el qamur diera la orden.

Y la orden llegó. Mirando a Eira, hizo un gesto con la cabeza.

Con un potente y repentino salto, Ubbe de lanzó contra el cultista con el hacha por delante, apuntando, por supuesto a la cabeza. 

Tras la señal de Ubbe, Eira esperó el tiempo preciso como para que su objetivo centrase su atención en el ataque del bárbaro para atacarle por la espalda. Le propinó una fuerte patada a la altura de los riñones y descargó un tajo con su espada, empuñándola con ambas manos, cuando se dio la vuelta para descubrir quién le había atacado.

Ubbe hundió la cabeza de su hacha bien profunda en el cráneo del cultista. Iba a desplomarse, pero el qamur lo sujetó para amortiguar la caída. 

Aprovechando el desconcierto del segundo, Eira le atacó. Con una patada en los riñones le hizo caer sobre las rodillas. Giró la cabeza a tiempo para ver como una espada caía sobre él, cortando su cabeza verticalmente por la mitad.

Inmediatamente empezaron a oír el sonido de varios cuerpos desplomándose. Tal y cómo había dicho Ubbe, el conjuro se había deshecho. 

Colocó un pie sobre el cuerpo del cultista para poder tirar mejor de su hacha, que salió de un tirón, acabando de romperle el cráneo. Como con los huargos, limpió la sangre en el cuerpo inerte.

Miró como los cuerpos iban perdiendo la "vida" que les había otorgado, medio sonriendo por haber tenido razón. 

Imitando a Ubbe, Eira limpió la hoja de su espada con los ropajes de su víctima.

El bárbaro parecía disfrutar mientras veía cómo los los muertos vivientes se desplomaban, orgulloso de llevar razón. La chica puso los ojos en blanco y se posicionó junto a la entrada, ocultándose en las sombras mientras trataba de observar que les esperaba si cruzaban el umbral.

Al no ser capaz de ver gran cosa desde su posición, decidió avanzar con cautela. No quería toparse de golpe con el nigromante del Círculo.