Partida Rol por web

El anciano asintió honrado hacia Ikateria:

- De seguro, una Onna-Bugeisha tan talentosa como tu, marcará la diferencia, Ikateria-San. Me alegra contar con tu apoyo. - Dijo de manera alegre y convencida, antes de girar su atención hacia Wataru para responder a sus preguntas.

Wataru: ¿sería posible que tan abyectas acciones hayan sido perpetradas por un culto impuro, capaz de controlar las mentes, y que sus infames tentáculos hayan podido llegar a corromper incluso a personas de naturaleza noble, repartidas por todos los rincones el Imperio?

- No sería inaudito que los Ningyotsukai usasen brujos para sus fines, ya que del mal cualquier cosa se puede esperar, pero hasta ahora han demostrado no tender lazos con los practicantes de cultos sangrientos. Sus métodos se acercan más a las viejas leyendas de los hombres-sombra y al control de influencias, unido a la ciencia gaijin. Pero sin duda, sus tentáculos llegan a todos los rincones del Imperio, desde los elegantes palacios hasta las villas ocultas en la espesura. Y si los bandidos que encontrásteis por el camino cargaban este cofre tan cerca de Maemikake, ni siquiera esta villa es ya segura. - Contempló los grabados del pequeño estuche que tenía frente a sí mismo por un instante.- Una lástima, había comenzado a apreciar el clima septentrional.

Wataru: Ruego tanto vuestro permiso como el de los honorables líderes de nuestra comitiva para que se me permita retrasar nuestra partida un tiempo prudencial a fin de poder estudiar la amenaza en mayor detalle y buscar posibles maneras de contrarrestarla.

- El favor que tengo que pediros requiere que el grupo parta al amanecer a más tardar, pero en ese tiempo mi biblioteca está a vuestra entera disposición, así como mis sabios. Yo mismo haré vigilia durante la noche para responder a cuantas preguntas sean necesarias antes de que partais en pos de esta misión.

Wataru: El enemigo que describís es a todas luces extremadamente poderoso, pero el equilibrio celestial impone que toda fortaleza esconda en su misma esencia una debilidad; solo debemos hacerla flotar hacia la luz.

- Si tienen una gran debilidad, me avergüenza reconocer que no la he encontrado hasta ahora. No obstante, su punto débil más evidente es que pese a la extensión de sus influencias, el grueso de su poder se basa en eso, influencias. Necesitan engañar, sobornar, amedrentar o asesinar para lograr sus fines, por lo que si logramos romper esas influencias y evitar que lleven a cabo su voluntad, se verán obligados a retroceder a las sombras.

Wataru: Tal vez, por ejemplo, el ignominioso mecanismo que habéis planteado pueda utilizarse en perjuicio de sus creadores. Si, como decís, pronunciar el verdadero nombre de la secta podría desatar la locura de sus integrantes, voluntariamente o no, ¿no sería conveniente hacerlo ahora -sugirió- que os encontráis rodeado de samuráis que darían la vida por protegeros y que tal vez podrían, sin llegar a tal extremo, reducir a vuestros enemigos? ¿No sería más astuto, en cualquier caso, que permitirles que maniobren a sus anchas hasta encontrar el modo de atacaros sin que tengáis oportunidad alguna de defensa?

- Asumo, como es natural, que no conoceréis los detalles de la caída del Daimyo Chosukabe Denshichiro, en el año 1077. - Dio un sorbo a su taza.- La mayoría de los que están al tanto del suceso conocen la versión histórica al fin y al cabo. Denshichiro era el señor de una familia banderiza del León, y enfatizaba los valores que hacen famoso al Clan al completo. Honorable, recto, entregado al arte de la guerra, y un gobernante justo de un feudo modesto pero eficiente, que sabía que la mayor victoria es aquella que se logra sin desenvainar la espada, sometiendo al enemigo con táctica. Yo era un joven a las órdenes de mi predecesor, Kasuga Okita, y prestaba servicio junto a los Miya durante un corto período de tiempo a fin de aprender mejor los caminos del Imperio. Una noche de invierno del año 1077, mientras asistía a Okita-Sama, la Dama Amaterasu atesore su alma, un mensajero llegó a desuello, presa del pánico sin reparar en la vergüenza que traería sobre sí mismo. Venía del feudo Chosukabe, a donde debia entregar una misiva de Okita-Sama. El humilde castillo de Denshichiro había sido objeto de una atroz carnicería, una que no se podía achacar a bestia del Jigoku alguna... Una realizada por el acero de las espadas. Desde el más bajo de los sirvientes hasta el más alto de los samuráis de Denshichiro había sido mutilado, desde la entrada más externa del castillo hasta la misma sala de audiencias. Parecía como si se hubiesen enfrentado unos a otros en un estallido de locura, pero lo peor... Lo peor esperaba en la sala de audiencias. Como si de un gran banquete o un discurso triunfal se tratase, los cuerpos allí dispuestos habían sido mutilados y luego minuciosamente colocados como si tomasen parte de una ceremonia. En el atrio de la sala, el cuerpo de Denshichiro aún aferraba la espada ensangrentada con la que se había degollado, mientras la otra mano aún seguía tocando la pared donde sus dedos teñidos de sangre habían trazado un símbolo tan desconocido como impío, al que miraban sus fríos ojos muertos. - El anciano hizo un silencio, como si la idea le afligiese especialmente.- De los Shugenja y Tsukai-sagasu enviados por Okita-Sama, sacamos en claro que ningún poder sobrenatural había obrado esa maldad. Fuese lo que fuese, no lo inspiró el Jigoku. El mensajero no recuperó su cordura, y días más tarde, lo encontraron muerto en su habitación, habiendo realizado un sepukku solitario y dejando tras de sí un extraño haiku de despedida. Resultó que el mensajero había sido el último samurai con vida al servicio de Denshichiro, y la locura de la escena lo arrastró al suicidio antes que deshonrarse siendo incapaz de contener el horror. A eso nos enfrentamos, cuando nos atrevemos a decir el nombre de los ningyotsukai en voz alta, Wataru-san.

Arata intentó analizar las palabras del anciano con sumo cuidado usando sus conocimientos diversos. Intentó encontrar referencias a las actividades de esos Ningyotsukai, pero sin duda el nombre era un apodo acuñado por el propio Kasuga y su grupo de leales, no un nombre oficial o autoproclamado, lo que hacía casi imposible determinar su identidad. Sin embargo, las actividades de otros grupos infiltrados en las estructuras de poder con el propósito de pervertir al Imperio hacia sus designios perduraban en los tomos de historia que cubrían ciertos rincones oscuros de la historia imperial. El Gozoku, sin ir más lejos, había sido un pacto de los Grandes Señores de varios Clanes mayores para elegir a un regente débil e influenciable, y habían empleado métodos que iban desde el chantaje y el soborno, al asesinato y el terror de masas. Sin embargo, lo que acababa de describir el anciano referente a la caída de la familia Chosukabe, cosa que recordaba haber leído como un intento de sublevación que llevó a la locura al propio Daimyo Chosukabe, y que cuya versión real conocía ahora de boca del Kasuga, era algo que no había encontrado de manera directa en ningún tomo de historia... No si lo miraba desde el método convencional en que uno estudiaría un suceso histórico, claro estaba. Si tuviese acceso a varios libros de historia, podría quizás leer más entre líneas. Fuesen un nuevo Gozoku o algo más siniestro, Arata deseó no estar cerca si se daba una tragedia como la de los Chosukabe.

Himeshima era una pequeña villa apenas conocida por quienes tropezaban con ella establecida hacía menos de cien años en las llamadas Tierras No Alineadas o Tierras Fronterizas. Contando a Kiyomori, sólo tres gobernadores habían dirigido la villa. Si al parecer custodiaba un pergamino valioso y peligroso, no era extraño suponer que sus dos predecesores también. Ésto, llevaba al Suzume a suponer que alguien, un grupo poderoso de lealistas a la Burocracia Imperial entre los que presuponía al Kasuga, se había propuesto crear una villa para enterrar un secreto que ahora unos brujos querían arrebatarles con oscuras intenciones.

Wataru no podía quitarse de la cabeza la posible identidad de los atacantes de la villa de Himeshima. Repasó mentalmente todo lo que había leído sobre los infames brujos o hechiceros de sangre, pero en su mayoría era un conocimiento superficial aunque funcional. Sin embargo, algunos conocimientos de historia, mezclados con algunos conocimientos de las artes oscuras, en el contexto de sus amplios conocimientos de hechicería, arrojaban un nombre que no debía ser pronunciado en voz alta: Iuchiban y sus Heraldos de la Sangre. Iuchiban había sido en vida un Shugenja corrupto que se lanzó a los brazos del maho e hizo de un arte oscuro amateur y semiolvidado una disciplina de terror y poderío. Desde nigromancia hasta extender zonas enteras de corrupción, su poder no había conocido límites, y su talento atraía seguidores como polillas a una llama. A su muerte, durante la batalla del Río Durmiente, Isawa Ayame, ancestro de Wataru, junto a otros Shugenja leales al Magisterio de Jade y al Imperio, sellaron la amenaza que representaba el hechicero en el año 750. Aunque eso no impidió a Iuchiban alzarse de entre los muertos una vez más con el paso de los siglos, Ayame en su sacrificio marcó la pauta para contener la amenaza en su diario, el cual desapareció del tesoro familiar en extrañas circunstancias. Wataru se había propuesto encontrarlo como forma de honrar a su ancestro.

Lo que había ocurrido en Himeshima, por lo tanto, podía responder a una célula de los Heraldos de Sangre. Y si ese era el caso, y habían robado algo lo bastante valioso para construir una villa a su alrededor, posiblemente estuviesen tramando algo que representaba una calamidad para el Imperio. Una luz se encendió en la mente del joven Fénix, ¿Acaso la fecha en que se perdió el diario de Isawa Ayame no era relativamente cercana década o dos anterior, a la creación de Himeshima? Un escalofrío recorrió la espalda del Shugenja.

-¡Muchísimas gracias, honorable señor!

En esta ocasión, Wataru aplastó su cara contra el suelo. El valor de aquél hombre era admirable, y por lo que podía intuir el enemigo al que se enfrentaba era temible.

-Mi antepasada Isawa Ayame entregó su vida en el ritual que tuvo lugar tras la batalla del Río Durmiente -continuó, sin levantar la cabeza-. Mi familia ha tratado de recuperar su diario, pero todos nuestros intentos hasta la fecha han sido infructuosos.

-¿Es ese el enemigo al que, una vez más, se enfrenta el Imperio? -preguntó directamente, ahora sí levantando la cabeza para mirar fijamente al anciano a los ojos- Mi deber como samurai es servir a mis señores y cumplir con la tarea que me ha sido encomendada, pero emplearé todos y cada uno de los esfuerzos que me sea posible a asistiros en vuestra noble causa.

Wataru imploró con la mirada a sus superiores. No podía decirle algo así al joven Yoshiharu, pero su boda carecía de la más mínima importancia en comparación con la remota posibilidad de un nuevo retorno de Iuchiban. Y a juzgar por las señales que había referido el anciano, dicha posibilidad no parecía tan remota. Si insistían en denegarle ayuda al Kasuga debería obedecer, pero estarían cometiendo un error que pondría en juego miles de vidas inocentes. No había mucho que él, un jovenzuelo apenas iniciado en el estudio, pudiera contribuir a semejante batalla, pero desde luego no podía darle la espalda. ¿Qué haría si su grupo decidía ignorar la petición de Abusame-sama?

Yoshiharu había mantenido una pose digna de una Grulla esculpida en mármol mientras el anciano exponía sus temores y el resto expresaban sus opiniones. Si semejantes calamidades se estaban dando y sólo un grupo reducido de leales al Imperio estaba al tanto del peligro, de seguro su padre se contaría entre ellos... De lo contrario el anciano no sería uno de los invitados estrella a su enlace. Pero eso podía suponer que algunos de los otros invitados podían pertenecer al sombrío grupo de ningyotsukai o incluso, los Kami lo impidiesen, a los tsukai. Eso explicaría el sombrío semblante de su padre durante su última reunión cuando le adviritió de mantener los ojos bien abiertos. Nunca le había visto así de preocupado, y ahora que reconocía la misma mirada en el anciano Kasuga, comprendió que era la mirada de un hombre que vivía con tiempo prestado, lo que le ocasionó una punzada de preocupación por su ya anciano padre. Su compromiso era algo inapelable, debía acudir en el plazo convenido al enlace en Shiro Miya, pero su deber para con el Imperio le impelía a actuar. Había preferido que el Magistrado Taiki, o quizás la Dama Rin como Kuge, hubiesen tomado la delantera al ofrecer al grupo como ayudantes leales al Imperio, pero el pesado manto de tomar esa decisión sobre las vidas de la guardia de honor había caído sobre sus hombros. Con semblante sereno, rompió el silencio:

- Tengo un deber que cumplir con mi prometida y mi Clan, pero también tengo un deber para con el Imperio. Kasuga Abusame-Sama - Dijo haciendo una reverencia respetuosa hacia el anciano ilustre.- Dentro del plazo concertado deberé acudir a Shiro Miya, como bien sabéis, ya que estáis entre los invitados al enlace, pero también dentro de ese plazo mi espada está a vuestro servicio. A fin de cuentas... - Dijo con una sonrisa.- Siempre podría haberme perdido un poco por el camino en lugar de seguir la ruta más corta. Mi guardia de honor son hombres de la justicia imperial, no dudo de que coinciden en mis intenciones.

Arata se encontraba tremendamente contrariado en esos momentos, sentía un gran respeto por el anciano tortuga, pero sus palabras no tenían sentido. No dudaba de que dijese la verdad, ni de que lo ocurrido fuese como él decía, pero desde luego algo no cuadraba en todo eso.  El Kasuga describió a ese tal Ningyotsukai como una conspiración al estilo del Gozoku y por lo que decía no habían encontrado lazos con el Jigoku o con algo sobrenatural. Un mar de dudas surcaba su cabeza en ese momento. «¿Cómo podían hacer que un castillo entero enloqueciera si no era usando magia oscura? ¿Algún veneno o droga muy potente? No sabía mucho de las tecnologías gaijin, pero dudaba que fuesen capaces de algo así, pero ¿y algún tipo de magia extranjera, serían capaces de detectarla nuestros shugenja?»

El joven Gorrión permanecía con la cabeza agachada inmerso en sus propios pensamientos hasta que recordó lo que había dicho el Kasuga sobre usar su biblioteca, alzo la cabeza y en sus ojos podía verse un ansia difícil de disimular. —Honorable Kasuga Abusame-Sama, como he dicho estoy a vuestro servicio para lo que estiméis oportuno e iré donde creáis que puedo ser útil, y estaría enormemente  honrado de poder usar su biblioteca—. Tras una pequeña pausa añadió. —Para intentar buscar cualquier información relacionada con el problema que nos atañe, por supuesto.

Taiki mantuvo su expresión como la de un dibujo sobre el papel de arroz.

-Entiendo vuestras sospechas y las haré llegar a la Magistratura Esmeralda. Una conspiración de este tipo y el peligro que entraña no puede ser ignorada. Pero ¿se distinguían por algún simbolo? o ¿hay alguien que conozcais que pertenece a este grupo? ¿Algo, en definitiva, contra lo que podamos actuar? ¿O solo podemos esperar?

El anciano fijó su mirada en el Shugenja, lo que causó cierta impresión en este:

- Me temo que pueda ser quien está tras lo ocurrido en Himeshima, o algún maldito seguidor de sus podridas ideas. - Una sonrisa críptica cruzó el rostro del Kasuga.- Es curioso como el destino dispone las cosas. El diario había permanecido a salvo por una buena razón durante generaciones, pero ahora está en manos de quien estuviese tras la masacre. Me alegra que un descendiente de Ayame-Sama se una a esta lucha. Lástima de no disponer de más tiempo, pero éste apremia.

Tras asentir con respeto hacia las palabras del joven Yoshiharu, el Kasuga respondió al Suzume y al Magistrado:

- En efecto, Arata-San, puede consultar en mi biblioteca cuanto necesite. Todo el conocimiento que he acumulado en esa sala está a vuestra disposición. - Dijo refiriéndose a todo el grupo allí reunido. Luego, dirigió su mirada a Taiki.- Magistrado, acepte mi humilde consejo, no todos los que juraron luchar por la Magistratura lo hicieron de buena fe, algunos han sido corrompidos por el enemigo. Juzgue con buen ojo en quien deposita su confianza para revelar lo que aquí se ha hablado, pues en cada ocasión, será una apuesta con su vida como pago. Es mi firme creencia que Hojo-Sama cometió el error de confiar en quienes no debía en el peor de los momentos. - La sombra de un lamento asomaba a su rostro.- No querría ver a más buenos samurais muertos a manos de estos enemigos del Imperio. - Hizo un breve silencio.- Su símbolo es el anonimato, la daga que actúa en la noche, el veneno que se administra de manos de quien lo desconoce, los actos que se pueden encubrir como enajenación aislada. Sólo el escrutinio atento de las consecuencias de sus actos, las conexiones entre víctimas, y la constante alerta, arrojan algo de luz a semejante oscuridad, Taiki-San. - Asintió para si mismo un segundo.- Al principio, os he hablado de que necesitaba de un último favor de parte de quienes, entre los aquí presentes, tuviesen a bien de ayudarme. El favor no es otro que entregar una misiva en persona al Daimyo Usagi Nobue, en Shiro Usagi. Dado que tenéis que acudir todos a Shiro Miya, no os será desvio alguno, y me he tomado la libertad de disponer un transporte acuático de mi propiedad para ir por el río hacia el Norte con mayor celeridad. Mi viejo amigo Nobue-san está en esta lucha desde hace tiempo, y recientemente ha considerado oportuno avisarme de un complot para incitar una serie de respuestas armadas a pequeña escala a lo largo del Imperio. La respuesta a su misiva la llevaréis directa a sus manos, las de nadie más. Si la carta hubiese de caer en manos ajenas, destruidla de inmediato. El peligro que supone que esa carta caiga en manos enemigas es demasiado elevado, y costaría la vida de buenos samuráis que sirven a su Imperio con lealtad. Por el momento, esperad lo inesperado, aprended a reconocer las señales, y pase lo que pase, rabiad, rabiad contra la muerte de la luz. - Permaneció un par de segundos en tenso silencio como si calculase algo.- Al amanecer, antes de vuestra partida, os daré algunos nombres sellados en varias misivas marcadas por localizaciones, si estáis en ellas y la oscuridad os persigue, podréis confiar en el nombre que contenga cada sobre. Pero recordad, si fuesen a caer en malas manos, quemadlas de inmediato.

El pecho de Saito se hinchó de orgullo por las palabras de Daidoji Yoshiharu, asintiendo levemente a su deliberación, pero escuchando las palabras de los demás presentes antes de tomar la palabra. Poniendo en orden sus pensamientos y conocimientos esperó a que el Magistrado hablase para agradecer en primer lugar las palabras de su Protegido y después centrarse en el tema propiamente dicho.

El Tsukai-sagasu se volvió hacia Yoshiharu y con una reverencia muy pronunciada con la que su frente rozó el suelo comentó. –“Es un honor para mi, poder formar parte de la escolta de alguien tan virtuoso como vos Daidoji Yoshiharu-sama, así como agradezco vuestra gentileza al permitirnos enfatizar en la lucha contra este enemigo que amenaza todo cuanto hemos jurado proteger, domo arigato gozaimasu”.

Saito recuperó su postura hacia el anfitrión y realizando una reverencia igualmente pral anciano Kasuga. –“Como supongo que sabréis Kasuga-sama, formo parte de los cazadores de brujos, por lo que si una criatura del Jingoku se ha atrevido a profanar nuestro Imperio debo como mínimo investigarlo dados mis votos y el permiso que nos ha otorgado Daidoji-sama. ¿Sería mucho pedir disponer de acceso a los informes de lo sucedido en el pueblo o si fuera posible poder entrevistarme con alguno de los supervivientes?” El Monje calló un instante antes de proseguir. –“Creo que este suceso no es un caso aislado y todo está conectado de alguna manera que de momento no logro entender. Pero sí sé que si ese grupo que pretende destruir el Imperio desea distraer la atención hacia otro lugar, utilizar el poder de nuestro enemigo Ancestral es un buen método. Desgraciadamente, no poseo información que corrobore la existencia de un grupo de brujos organizados entorno a un objetivo común, solamente se me ocurre uno que seguía los designios de su líder, el cual no será nombrado, pero que todos conocemos de sus pasadas fechorías”. 

El Cangrejo tomó aire un instante posando su mirada en la taza de té que le acompañaba. –“Meditaré sobre ello y buscaré posibles similitudes. Por otro lado, aceptaré de buena gana la oferta de uso de vuestra biblioteca Kasuga-sama, aunque agradecería poder escuchar vuestras impresiones y conclusiones. Pues aunque lograse encontrar algo en algún documento, creo que lo que pueda transmitir la sabiduría de un héroe del Imperio Esmeralda siempre será más conciso y relevante que lo escrito en un papel”. Las palabras de Saito se extinguieron antes de realizar de nuevo una reverencia al Anciano Tortuga.

Es cómo una maldición para ella, una maldición que parecia nunca acabar, bajo su hermoso rostro se estaba produciendo una jaqueca que ni los kamis podrían arreglar, el hecho de ser perseguidos por la oscuridad y el mal existentes le hacía replantearse si había elegido el camino correcto en la vida.

Esto no podría ser peor, por que no mejoré con la espada en vez de cultivar la investigación e indagación... Por que no elegí ser una samurai-ko...

Pensó con pesar la dragón al escuchar toda la historia, las preguntas y respuestas, sabiendo bien que aún que indagara más, el anciano no les diría mas de lo que sabe o puede ver, y eso es bastante para la tortuga.

No obstante, entre sus cabilaciones escucha lo que el cangrejo dice, casi cómo una flama que va creciendo en su corazón, una oportunidad de arrojar luz sobre esa oscuridad.

Si esto no me da respuestas, regresaré a casa para replantearme lo aprendido, y tal vez valla a tierras de las leonas para aprender a combatir cómo solo una leona sabe hacerlo.

La mujer se planteaba aprender de las Matsu en el arte de la lucha, y abandonar para siempre la vida de magistrado.

Hacer indagaciones sería una forma fehaciente de obtener información de lo ocurrido, compartiendo petición con Hiruma-san, existe algún superviviente del cual podamos saber algo más?

La dragón pregunta de forma directa, siendo una Kuge podía darse cierta libertad al tratar con el anciano, esperando una respuesta directa y sin michos rodeos.

La imaginación de Arata se había echado a volar pensando en lo que podría encontrar en la biblioteca de alguien tan sabio y anciano como Kasuga Abusame, permaneció con la cabeza agacha ensimismado hasta que se percató de que la gente empezaba a saludar y levantarse. Entonces el mismo hizo una reverencia y al levantarse vio de enfrente a Wataru, respirando profundamente se dijo a sí mismo «Céntrate, lo que tenéis que buscar es demasiado importante, deja tu curiosidad para otro momento.»

Al día siguiente deberían partir y el cansancio del viaje hasta allí también pesaban sobre el Joven Gorrión, pero solo tenían esa noche para buscar toda la información que pudieran y en una biblioteca como aquella Arata se sentía como un niño durante el festival de año nuevo, la excitación le haría devorar pergamino tras pergamino mientras le dejasen.

Algo no le cuadraba a Shinjo, mientras el sabio tortuga hablaba se llevó la mano a su mentón pensativo. Esperó al momento para hablar y preguntó.

-"Disculpe Kasuga-sama ¿Por qué nos ha elegido a nosotros?. No es que no quiera participar, todo lo contrario, pero no alcanzo a comprender qué criterio a tomado para decidir que nosotros somos de fiar." Puede que sí haya una forma de discernir a aliados de enemigos, aunque también es posible que no nos lo diga para mantener tal carta del triunfo a salvo.

...

Al acabar la reunión, Muu salió incómodo. Lanzó una mirada a la dama Rin e internamente agradeció a los kamis de tener en el grupo a una confiable investigadora. Cayó en cuenta de su compañera escorpión, también una experimentada cortesana. Muu seguía preocupado, pero le confortó mucho la presencia de sus compañeros.

Cuando al fin estuvo libre, meditó las palabras de Kasuga-sama. Había pensado en investigar un poco el lugar, pero se dió cuenta de que eso es lo que haría un espía. Si alguno de sus compañeros estuviera la mitad de paranóico de lo que él mismo se estaba poniendo, entonces podría causar problemas de confianza. Por otro lado si se quedaba quieto sin hacer nada, dejaría a cualquier enemigo mover ficha. Tras un tiempo comiendose la cabeza y conseguir una jaqueca moderada, decidió que no iba a llegar a ningún lado con esos pensamientos y que necesitaba despejar su mente. Fué al dojo para ver si había alguien con quien entrenar.

Muu avanzaba por los pasillos con una expresión de molestia "Odio a los enemigos que no se pueden ver ni golpear".

El peligro del que hablaba el anciano Kasuga era algo difícil de abarcar, en opinión del joven Grulla estaría bien que dividieran sus fuerzas para hacer frente a algo como esto. Si el Tortuga había confiado en ellos como para confesarles esos temores, deberían hacer algo al respecto y cualquier samurai que se precie debería poner la salvaguarda del Imperio por encima de lo demás. 

Le gustaría poder llevar la carta a Shiro Usagi, a fin de cuentas si historia de servicio al Imperio merecía ser salvada. Por desgracia no le correspondía a él tomar esas decisiones, su labor era proteger y servir y así lo tenía asumido. Mantuvo su pose en todo momento, respetuoso y respetando el decoro. Una vez la reunión terminó con aquellas noticias tan reveladoras, procedió a ocupar sus habitaciones donde debía descansar. 

Los sucesos recientes precisaban de algo más que simple reposo para tranquilizar el alma del Kakita. Había localizado un patio en el que podría entrenar tranquilamente, el frescor de la noche sería adecuado para aportar serenidad a su mente junto con el ejercicio. Llevaba un pantalón hakama de entrenamiento dispuesto a realizar movimientos de entrenamiento destinados a mantener el cuerpo en forma, no revelaría nada practicando sus kata en un lugar tan a la vista, pero necesitaba ese momento de paz. Una vez terminados los ejercicios tomó una postura de meditación dejando que su espíritu alcanzará el estado del no-ser o al menos algo cercano, distaba mucho de estar a la altura de los grandes maestros del arte del iai de la Grulla. Una vez en esa postura y cercano a ese estado de meditación, comenzó a realizar al menos en su estado de semi-consciencia las kata propias de su clan. 

La meditación fue un rotundo éxito, consiguió apartar de su espíritu todos los problemas del camino para hallar ese punto de paz que albergaba el alma de todo samurai. Terminó con una sonrisa de satisfacción y procedió a refrescarse antes de acudir a sus aposentos, donde guardaría con cuidado el pantalón hakama dedicando los precisos minutos a doblarla correctamente. Siete eran los dobleces uno por cada principio del bushido, y según doblaba cada uno de ellos repasaba los principios que había aprendido desde pequeño. Gi, Yu, Jin, Rei, Meyo, Makoto, Chugo. Cinco dobleces estaban en la parte delantera, representando los 5 anillos que daban forma al mundo y los dos de atrás representaban la dualidad de la vida, el yin y el yan, la vida y la muerte... 

Después de un ejercicio satisfactorio, procedió a descansar tranquilamente durante la noche. 

Tras el intercambio de asentimientos entre Saito y Yoshiharu, el anciano Kasuga se dispuso a responder a los allí reunidos en sus preguntas:

Saito: ¿Sería mucho pedir disponer de acceso a los informes de lo sucedido en el pueblo o si fuera posible poder entrevistarme con alguno de los supervivientes?

 - Contamos con los relatos de algunos campesinos de villas cercanas, podría daros la localización si así lo deseáis, pero si no, puedo daros una carta de requerimiento de información, ya que sus testimonios fueron tomados por escrito por un Bugyo¹ de mi total confianza, así como del Bugyo-Taisa² Kituski Tokumichi. Si entregáis esta carta a Tokumichi-dono, él os confiará el testomonio escrito. Si no me falla la memoria, le veréis en Shiro Miya para la ceremonia de boda junto a los invitados de honor. - Dijo el anciano, haciendo un asentimiento sonriente hacia Yoshiharu, a cuya boda referenciaba. Cuando volvió la vista a Saito, su rostro se ensombreció.- El culto al que os referís es famoso por resurgir del oscuro rincón al que se le envía en cada ocasión. Temo que algunos malvados imitadores hayan decidido seguir los pasos del que no debe ser nombrado, probablemente para intentar propiciar su retorno. Pero son solo las conjeturas de un anciano. Os invito a revisar mi biblioteca y acudir de nuevo a mi con cualquier pregunta durante la noche. Esta noche me mantendré de vigilia, meditando mientras nadie necesite consultar algo.

Rin: Hacer indagaciones sería una forma fehaciente de obtener información de lo ocurrido, compartiendo petición con Hiruma-san, ¿Existe algún superviviente del cual podamos saber algo más?

- Dentro de la villa de Himeshima no quedó ninguno, pero comenté antes, hay testigos oculares entre campesinos y plebeyos de otras villas cercanas, que huyeron despavoridos al ver semejante horror. Ciertamente, estoy complacido de ver que una investigadora Kitsuki se encuentra entre nosotros. A fin de cuentas, varios Kitsuki han servido fielmente y de manera eficaz a nuestro grupo de leales protectores, detectando el mal y la corrupción que se ocultaba bajo formas engañosas. Os ruego, joven Dama Rin, que continuéis esa imprescindible labor con vuestros métodos poco ortodoxos pero genuinamente útiles. - Por un momento, sus ojos se desplazaron al wakizashi que portaba Rin, y el anciano sonrió de manera enigmática.- Veo que portáis la Sonrisa de Amaterasu³ que perteneció a la Dama Shizue⁴. Tenedla cerca, comprended su verdadero valor, y os cuidará como la cuidó a ella a través de las sendas más oscuras de Rokugan. Verla me aporta recuerdos gratos, que ahora se me antojan como un sueño de juventud.

Muu: -"Disculpe Kasuga-sama ¿Por qué nos ha elegido a nosotros?. No es que no quiera participar, todo lo contrario, pero no alcanzo a comprender qué criterio a tomado para decidir que nosotros somos de fiar."

- Yo no os elegí, vosotros os habéis elegido, con vuestras acciones os habéis puesto en el camino del Destino que de manera certera, os ha llevado a mi puerta. Confío en vosotros porque Tokumichi-dono confió en vosotros la custodia del primogénito de su mejor amigo, ¿Quién soy yo, para desconfiar de la elección de uno de mis mejores aliados y amigos? He de admitir que una vez llegásteis a mi puerta traídos por el Destino de manera inesperada, necesité escucharos, veros con mis propios ojos, pero habéis convencido a este anciano. - Hizo una pausa, como si meditase bien qué aconsejar.- La mejor manera de conocer a un adversario es luchar con él, la mejor manera de conocer a un aliado es estando indefenso. Las palabras y las acciones pueden mentir, pero los ojos y los deseos de un humano no. Aprended a ver ésto, preparáos para lo inesperado, y nada podrá deteneros. Eso solía decir mi anciano maestro Okita-dono.

El Daidoji pide papel y tinta a un sirviente heimin. Cuando esta llega traza un pequeño mapa con las paradas teniendo en cuenta el desvio planteado por el Kasuga. Al finalizar deja caer un poco de arena para que la tinta se seque lo mas rápido posible, dobla el papel y lo tiende hacia su anfitrión

-Kasuga-sama, vos que conoceis estas tierras mejor que nosotros me gustaría que me confirmarais que la ruta que pretendemos tomar es segura o, si es posible, nos dierais consejo sobre alternativas o advertencias sobre los señores o poblaciones que nos encontremos en el trayecto.

Las palabras del tortuga aportan consuelo a la jovencita, más en su corazón estaba la inconformidad de no haber seguido el camino del guerrero, el mal estar de no poder luchar cómo ella quería, razón por la que solo debía aportar desde su posición, una posición de altura, para prevenir a la comitiva del azote de la oscuridad, si debía ver por todos, cómo aquél dragón que vuela majestuoso en el cielo.

Se reservó un suspiro cansado para ella misma.

Gracias Kasuga-sama, buscaré en los testigos oculares para comprender que es lo que ocurrió en Himeshima

Solo espero que los heimin conserven su cordura o de nada me servirá... Que las fortunas me guíen

Atendía el Kakita con suma atención a toda la información que les otorgaba el Kasuga, parecía que las fortunas habían puesto en las manos de ellos algo de suma importancia para el Imperio, no sería el Grulla quien desoiría su llamada. 

Pensó con calma en cada uno de sus aliados y sus actitudes en el pasado, estaba claro que había un arduo camino por delante, incluido él mismo, pero si las fortunas habían decidido que este fuera su camino, no lo rechazaría, salvaría al Imperio aunque le costase la vida, como buen samurai. Por suerte a Shiro Miya había que ir igualmente...

Estaba preparado. 

La mirada del anciano surcó la ruta del mapa con la mirada de quien ha viajado por todas las rutas habidas y olvidadas. Frunció el ceño en no menos de dos ocasiones, y asintió en algunas otras complacido. Tras un par de minutos de silencioso escrutinio, llegó su respuesta:

- La ruta que os he asegurado en Kobune os llevará hasta Shiro Usagi sin demora, el lugar donde el lago comunica con el río que cruza el Imperio. Una vez entreguéis mi misiva al Daimyo Usagi, el transporte os llevará río arriba cruzando las tierras del Escorpión, en especial una serie de puertos relevantes, respectivamente el Shiro Shosuro, Ryoko Owari Toshi, y finalmente Shiro Soshi. Elijáis la parada que elijáis, una vez alcancéis el territorio no alineado que cubre el norte del Shinomen Mori y los pies de las Montañas del Espinazo del Mundo, estaréis casi en las tierras de los Miya. Con vientos favorables y algo de tiempo extra por si sucediesen contratiempos, en unas diez jornadas, quizá doce, podríais estar tomando té en Shiro Miya. - El anciano se pasó la mano por la barba, deliverando.- Me pidió una recomendación, Taiki-san, y por ello de daré dos consejos y una pequeña ayuda. Primer consejo, confíen en su instinto durante el viaje, a pesar de cualquier cosa que puedan recomendarles otros, esto me ha llevado de la juventud a la vejez de una pieza. Segundo consejo, si han de elegir un puerto Escorpión, que sea Shiro Soshi, ya que es el punto más cercano a las Montañas Espinazo. Si quisiesen apearse antes, hay un puerto de río antes de Ryoko Owari, donde las barcazas cambian de sentido. Si desembarcan en la orilla que da al Shinomen, y por lo tanto tierras no alineadas, podrán recorrer ciertas vías poco transitadas que dan cada poco a alguna villa, o incluso a pequeños feudos ronin que pagan impuestos, por lo que darán cobijo a autoridades imperiales. Mi pequeña ayuda es un pequeño número de localizaciones donde tengo total confianza en que os darán cobijo, asistencia y sincera amabilidad. El primer lugar de estas características es Omü, una villa ronin cerca del puerto de cambio de sentido del río, en la orilla Shinomen, la lidera un Oyabun* llamado Daitö, y pese a las reservas que os pueda causar su estatus, es un hombre justo, de mi total confianza, y leal al Imperio. Les daré más información si es de su interés. El segundo lugar es el pequeño feudo de Toranaga Nobutada, un Daimyo ronin que rinde vasallaje a los Miya, se encuentran a los pies de las Montañas Espinazo, es sencillo llegar desde el puerto de Shiro Soshi. Matsumae es un feudo humilde, pero no reparan en medios para ayudar a los que sirven al Imperio, y Toranaga Nobutada es hijo de un amigo de mi juventud, por lo que tratará como familia a mis amigos. El tercer lugar sólo os lo recomiendo si tuvieseis algún problema y os vieseis en Ryoko Owari Toshi. En ella, id al distrito del placer y el juego, encontraréis una casa de geishas llamada "El bosque de bambú", la regenta Okasan Meiko, pero pertenece a Ryojin, un mercader famoso en la ciudad, que tiene una buena amistad con los miembros de nuestra causa. Si vais en mi nombre, y la situación se volviese tan grave como para necesitar su ayuda, él os proporcionará todo lo necesario. Sin embargo, os ruego que si accedéis a su ayuda, todo lo que veáis quede en privado. Ryojin es un fiel servidor del Imperio, aunque sus métodos no sean... Los más honorables. En el tipo de guerra que luchamos, en ocasiones necesitamos de métodos que aborrecemos, pero sin los cuales peligra el legado de los Hantei.

Y con esto, entregó de nuevo el mapa junto a las anotaciones debidas a su ayudante, que las tendió a Taiki. Las fichas estaban sobre el tablero, y toda la ayuda disponible había sido despachada. El resto, quedaba en manos del destino.

El rollo de pergamino contenía la traducción que el anciano había podido extraer usando todos sus conocimientos. Rezaba así:

"La línea celestial se acerca al ocaso, pero parte de su sangre se diluyó por azar, sirviendo a la causa sin saberlo [...] El mal ya ha marcado la hora, y el lugar, mientras elige su campeón [...] La sombra, escapando de todo control, amenaza con engullir a quienes dormían bajo su auspicio [...] La sangre que fue negada volverá para vengarse, y correrá desde las montañas donde anida el fénix ermitaño hasta donde moran sus enemigos. Absteneos de su contacto, o quedaréis malditos. [...] Las llamas asarán a nuestro enemigo en su caparazón, si las cuchillas no logran alcanzarlo. Sus herederos deben perecer. [...] La orgullosa Liebre se sorprende envenenada, y el timador Escorpión resulta timado en su lugar. La sangre de los enemigos refuerza la causa. [..] Los objetivos deben desaparecer antes de que se produzca la reunión, para que los designios del Vigilante no puedan cumplirse. Una reunión bastará para acabar con todos nuestros problemas."