Partida Rol por web

- Esa parte de la armadura que me regaló me ha venido muy bien. Aunque no he vuelto a encontrar más piezas.

Parece ser que el viejo no va a decir nada de nuestro primer encuentro. Eso se agradece, ya que no fue para nada amistoso. Y yo, por mi parte, tengo que comportarme bien, de forma afectuosa y agradable. Ya que él tiene la solución para apagar el fuego del Monte Apyr, y si lo consigo, el Rey Muy me dará otra pieza de la armadura del Grifo. 

- ¡Pues claro! ¡Esa parte de la armadura me la regaló Ma-Ma!

De repente, caigo en la tercera persona que va en la comitiva. 

- ¿Mmm? - Levanto las cejas sorprendido al verlo. - Oye, ese chico que va contigo... ha crecido un poco, ¿no? Cuando lo vi la otra vez era así de pequeño. - Señalo con mi mano levantada la estatura más o menos que recuerdo que tenía, una cabeza por debajo de Cirem. - Era más... como diría yo... salvaje. 

Me sobresalto al ver que aquel viejo me conoce de algo. Pero... ¿es posible que me conociera cuando yo era más joven? Seguro que es cuando vivía en la casa del padre de Mlu. Pero entonces... este viejo... no es de fiar. Nadie que haya tenido contacto con la familia de Mlu es buena gente. 

Miro hacia Mlu, confundido.

-Cirem, ¿de qué conoces a este hombre? Podrías habérmelo dicho...-Poco a poco me estoy dando cuenta de que Cirem no es como yo le conocía, que tiene muchos secretos, cosas que yo no sé y que me escaman, ¿por qué no me quiere contar nada? Mi mente piensa muy deprisa, pero sé que ese no es el momento de habar de ello, pero anoto mentalmente que Cirem me debe una explicación.

-Bueno, sea lo que sea, viejo, es el Rey Muy lo que nos ha traído aquí...¿Puede ayudarnos con nuestra misión?

Sabía que no tardaría en acordarse de Rongar. Eso quiere decir que se despidió de él al poco de yo abandonarlos. 

- Que no, maestro. - Señalo a Cirem sorprendida por la confusión. - ¡Este es el novio de Uriel! Se llama Ciram., ¿Verdad? - Le pregunto a Cirem, mientras en mi cara se dibuja una sonrisa maliciosa. - Eso creo...

- ¿Como? ¿El novio de Uriel? ¡Vaya, vaya!

Me giro hacia Uriel, que me estaba preguntado de nuevo por el Rey Muy y su problema con un fuego eterno. 

- Aja... - Miro hacia le cielo y coloco mis manos sobre mi espalda, sujetando aún el palo que antes sostenía mi viejo y pesado cuerpo - Con que el Rey Muy no sabe con que apagar el fuego de su montaña. - Comento pensativo.

Y me alejo del grupo de los tres chicos, dando mi espalda y caminando hacia mi cabaña. 

Pues si, le falta inteligencia al Rey Muy.

Le pego un codazo a Mlu por el comentario. No estoy ofendido, aunque si pretendo estarlo. Pero lo que quiero es llamar su atención. Me tapo la boca con mi mano izquierda y le hablo bajito para que el viejo no nos oiga. 

- Oye, ¿este abuelo es de verdad el maestro Troll Liebre? - Mlu asiente con la cabeza. 

No me fío de Mlu, quizás es que nos esté engañando y nos ha traído a ver a un loco para ganar tiempo. Lo que no se es el motivo de traernos hasta aquí. Pero ni el viejo contesta adecuadamente a Uriel, ni me parece que este ermitaño sea el maestro del Rey Muy.

- Voy a comprobarlo. 

Saco mi espada de mi cinto.

- Si es él, podrá defenderse, a pesar de su edad.

El comentario de Mlu hacia mi persona me deja atónito, tan confuso que no se me ocurre nada mordaz para responderle. Cuando veo que Cirem saca su espada, dudo entre ponerme en medio o no, yo sí creo que ese hombre sea el viejo Troll Liebre es posible que sí sea un hombre poderoso, por lo que al final decido intervenir. 

-Cirem, no hagas ninguna tontería. Si atacas a este hombre nos meteremos en problemas, lo mejor es que le sigamos y que tratemos de convencerle para que nos ayude. Y tú, Mlu, ni se te ocurra volver a decir que este cenutrio y yo somos pareja...antes besaría a cien ranas -regaño a la chica y corro para alcanzar al viejo Troll Liebre.

- ¿Eh?

Fue lo único que fui capaz de decir a Cirem antes de que empuñara el arma. Menos mal que Uriel lo paró y la volvió a enfundar. Respiré hondo aliviada. Aquel chico había estado apunto de estropear todo por una insensatez. Mi mirada de reproche así lo hacía constar. 

- ¡¡Yaaa!!

Grito desesperado. Y guardo el arma en su funda aún sin estar de acuerdo con la situación.

- ¡No es el Maestro Troll Liebre!

Me paro. He intentado hacer oídos sordos a la conversación que estaban teniendo, pero me es imposible permanecer cayado ante tanta tontería.

- ¿Viene alguien?

Pregunto sin mirar atrás. 

- ¡YA!

Grito de forma autoritaria. Y sin moverme de mi sitio, el último comentario de Cirem me saca de mis casillas. Aprieto los puños con rabia. Estaba perdiendo el tiempo con estos niños. 

- ¡Ah... Ah... Ah...! - Tenía que relajarme, cuando me alteraba, sangraba por la nariz. Mi vejez estaba haciendo mella en mi estado físico. - ... Pero... Pero... Pero... - Debo relajarme, ya noto la sangre brotar de mi nariz.

Me pongo mi mano izquierda en ella para taponar y que no siga saliendo, mientras que con la derecha, me sigo dejando caer en mi bastón. 

Miro a Cirem y dejo los ojos en blanco, después comienzo a caminar hacia el viejo.

-Disculpe a mi compañero, a veces parece que tiene una patata en vez de cerebro.

Miro asombrado al Maestro. Y recuerdo también que la otra vez también sangró. Mi cara se encoge de pánico. Aquel viejo podía morir en cualquier momento, o al menos esa es la sensación que estaba dando.

- Hala...

Observo como Uriel pide disculpas por Cirem. Observo callada, pero ya la impaciencia me estaba devorando por dentro. Uriel ya había pedido dos veces el favor del viejo, pero este no hacía más que dar vueltas al asunto. Quizás tendría que pedírselo alguien en quien confíe. Quizás sea yo la encargada de hacerlo.

- ¡Ah! Me olvidaba... - Comencé a decir para suavizar el ambiente. - ¿Verdad que puede apagar el fuego del Monte Apyr?

Me giro y me acerco a Cirem. Cuando estoy a su altura, lo miro a su cara y comienzo a gritarle.

- ¡Tonto! Ni siquiera yo puedo defender que sea yo mismo!

Respiro varias veces. Y la voz de Uriel me tranquiliza. Quizás sea un niñato nada más este Cirem.

- Podéis confiar en mi si queréis. Yo no os he llamado, habéis venido vosotros. 

Que aquel viejo me gritara en mi cara, no me gustó nada. Mi temperamento saltó, y aunque no tanta prepotencia como él me había gritado a mi, y eso que lo intenté, le reproché.

- ¡Pues dame una prueba de que realmente es Troll Liebre!

Las últimas palabras del viejo me tranquilizaron. Tenía razón, habíamos venido siguiendo a Mlu, y no tendría que pagar mi ira con él, sino con ella. Doy un paso hacia atrás.

- Anda... - Me quedo pensativo. - ...Entonces debo disculparme. Lo siento muchísimo.

Cansado de aquel tira y afloja, me quedo mirando la escena a la espera de que el viejo se decida a respondernos.

- ¡Ugh! - Me sale como un suspiro resignado.

- Este chico no me gusta. - Afirmo a Mlu. - Por cierto... Habéis venido para ver si puedo apagar el fuego del Monte Apyr. Para ello, podría daros el Abanico Mágico. 

Por fin una buena noticia.

- Se lo devolveremos en cuanto apaguemos el fuego. Déjenoslo... 

Bien, por un momento había olvidado el motivo que nos había traído aquí. 

- Préstenoslo. Lo usaremos para apagar el incendio del Monte Apyr

Mis palabras se cruzaron con las de Mlu casi a la vez, haciendo casi imposible escuchar bien las dos frases, por lo que añado una vez más.

- Por favor. Préstenoslo, por favor. Se lo agradeceremos eternamente.

Al final decido dejar de hablar, parece que Mlu tiene la situación controlada y el viejo parece dispuesto a ayudarnos.