Partida Rol por web

Tras caminar durante varias semanas, nos aproximamos a la ciudad costera más cercana de donde vive Troll Liebre. Desde ahí, tendremos que coger un barco para llegar a su hogar, al otro lado de la costa. Se podría ir por tierra, pero se tardaría mucho tiempo.

- Nos estamos aproximando.

Comento. Estaremos a un par de días de la Ciudad.

Le había contado Magim lo del barco. No había navegado nunca y no le hacía la más mínima gracia. No sabía como tenía que afrontar aquello, pero de todas maneras, a pesar de su osadía, era receloso. - ¿Y como va eso del barco?

- ¡Te noto asustado! No te preocupes, lo verás cuando lleguemos al puerto de la ciudad. Por cierto, hace tiempo que quería preguntarte una cosa... cuando reúnas las piezas de la armadura, ¿qué harás con ella?

Lo miró sorprendido. 

Con total sinceridad le contestó: - Ponérmelas.

Había pensado en destruirlo, para que nadie más hiciera esas cosas, pero igual eso bastaba con eliminar una de las partes. conque solo una pieza deje de existir, ya no se puede completar la misión, así que se dejarán de hacer esas cosas. De emprender búsquedas insensatas que destruye vida y formas de vivir.

- Y supongo que todos los que buscan esas piezas pensarán lo mismo. ¿Y arriesgan su vida para simplemente ponerse una armadura?

Una chica me confesó que se podían conseguir grandes méritos con esa armadura y te nombraban rey. Sacudió la cabeza y refunfuñó: - Chorradas de mujeres.

- Nos está costando mucho reunirlas. Me gustaría pensar que es para algo más interesante de lo que te dijo esa mujer. 

- Seguro que con tantos enemigos que ganas al conseguirlas, más que un reino, lo que ganas es una pesadilla.

- ¡Ay que daño! Uuuy.. ¿Que ha pasado?

Cuando miro a mi alrededor, veo que Rongar está en el suelo, sus pertenencias están a varios metros de él. y como se la nada, veo correr a un Kobold hacia ellas. Lleva en su mano una honda, seguramente con la cuál ha lanzado lo que ha explotado a mis pies. Y en el cinto una daga.

- ¡¡Aaay!! ¿Quien es ese?

El miedo y el dolor me deja paralizado.

Llego corriendo hacia donde están las pertenencias del viajero y las agarro con fuerza. La pócima explosiva que ha comprado Falip ha sido de gran utilidad.

- ¡Aquí están! - grito cuando tengo las pertenencias. Y aprovechando que aún están aturdidos los antiguos dueños, corro para alejarme mientras grito. - ¡Perdón! Pero me llevo las piezas de la armadura. ¡Adiós!

Se había despistado, y un bicho se había acercado lo suficiente como para sorprenderles. Sin percatarse, el "zurrón" donde albergaban sus escasas viandas, se había escurrido con ayuda, de su lado.

Miró hacia los lados, hasta que el kobold ya corría a cierta distancia. Entonces se hizo eco de lo sucedido. - Nos acaban de robar. Estaba molesto por ello, pero la sorpresa era tan grande que le costó reaccionar. Se puso en pie y corrió a montar sobre Magim, con la espada y cuchillo al cinto y el palo en la mano. Entonces ordenó: - Vamos por él.

No sonó poderoso. No sonó con ira ni con apremio. Estaba ... muy sorprendido.

Corremos detrás del Kobold tan rápido como mis patas me lo permiten. Es evidente que la criatura es muy rápida y usa lo abrupto del terreno para sacarnos ventaja. Incluso desaparece y aparece nuevamente debido a los giros que tiene el camino.

- No me extraña que alguien como él nos quiera robar... no es la primera vez que nos pasa. Tenemos que cogerlo.

Dejó que Magim se encargase de aquello. De la persecución ... de no perderlo de vista.

El sabía una cosa: "El momento más delicado para un cazador ... es cuando está cazando". Y eso le preocupó. Levantó la cabeza lo que pudo, y temía que algo les cayera en cima. Una emboscada, otra agradable sorpresa. Se puso alerta y vigilante. Pero con ello, animó al animalito.

- Vamos Magim, tú puedes.

Sigo corriendo, a pesar de que hace unos minutos que he dejado de ver al Kobold. A pesar de ello, confío en que no ha salido del camino, no son criaturas tan inteligentes. 

- Que no sueñe que nos va a dejar en la estacada. ¡Ah! - Aprieto más mi carrera. - ¿Lo ves? ¿Ves aunque sea algún indicio de que haya seguido o salido del camino?

A pesar de mi pregunta, no paro de correr. Estoy seguro de que no ha abandonado el camino. Mi instinto me lo dice.

Alarmado comentó: - Amanina, amanina.

Ahora, sin poder verlo, lo tenía más claro aún. - Regresemos, rápido. Le jodía reconocer que le habían robado la comida, pero más le fastidiaba la manta, que podía servir para más cosas, no solo como saco improvisado. Temía una emboscada. Y sabiendo los quiebros que hacía, lo más probable es que o se hubiera escondido y rebasado, o que estuvieran a puntito de caer en la zona mortal de la trampa.

- Tendremos que cazar algo.

Bajo el ritmo de mi carrera hasta llegar casi al trote.

- Entonces, ¿Regresamos? 

Me paro en seco. La orden de Rongar era clara, aunque volví a preguntarlo por si acaso se había confundido.

- ¡Aaaah! ¿No tenemos nada que hacer? ¡Seguro que ese Kobold se come nuestra comida! ¡Y con lo que nos ha robado tendrá abrigo también! ¡Ah!

Estaba indignado.

Si, le contestó al pobre conejito, que parecía hasta estar enfadado, pero si seguimos avanzando, podemos caer en una emboscada, y con los quiebro que hacía, igual se escondió y nos hemos despistado. Lo hemos superado. O lo que era lo mismo: "Nos había tomado el pelo...el cabrón". - Sea como fuere, cualquiera de las dos nos recomienda regresar con ojo y tiento, y no seguir avanzando.

- Ya cazaremos algo.

- Tienes razón. Al menos no nos han quitado las piezas de la armadura. Jejeje. - Río por la decisión sabia de Rongar de ponerse las piezas de la armadura. Así evitaría estas circunstancias. Luego, señalo con mi hocico el camino. - Con mi olfato podemos saber donde está el ladrón. Además... ¿los Kobold son comestibles?

No había pensado en el olfato de su amigo, pero ... no tenía claro querer perseguirle. Si quería recuperar la comida y la manta, pero ... tras tocarla semejante repulsivo ser ... no lo tenía tan claro. Por lo menos por la comida. - Seguro se ha echado a perder. Acababa de sentenciar toda esa raza. No el miembro, sino la raza entera.

El comentario de comerse al "bicho" hizo que se mostrase un asco extremo en su rostro, que arrugó no solo la nariz, sino asta su alma. Le había dado tanto asco el imaginarse comiendo kobold, que casi vomita lo que su estomago vacío no contenía. - Deja, deja. Busquemos algo que no nos envenene, mejor.

Miro sin expresar desilusión ninguna por la decisión de no perseguir al ladrón. Rongar tenía razón y lo sabía, pero debía de poner interés en mis cualidades. Ya había sentido que servía para algo más que para llevarlo a cuestas. Cierto es que en el combate era un cobarde, pero tenía otras cualidades, y eso me estaba haciendo más fuerte.

- Está bien. Está bien. ¡Cazaremos algo para comer!