Partida Rol por web

Frente a él, se estaba luchando encarnizadamente, pero él no veía nada. Se miró las piernas, ¿por qué son tan ortas? Pensó.

- No veo, no eo - comenzó a chillar mientras saltaba - no eo, no veo

A pesar de que no vio un hueco claro, se concentró y lanzó su descarga de fuego.

- Le iii... Le iiii!! - gritó después de que la llamarada golpeara su objetivo.

Aunque prácticamente no veía ni dónde estaba apuntando, Aloth probó suerte y se concentró para tener buena puntería. Furen vio pasar un rayo de fuego rozando sus barbas que impactó en el bandido que tenía enfrente.

Furen se limitó a atacar a los bandidos, los cuales no dejaron otra opción que no fuese la violencia.

Brobdingnag se cuela al interior de nuevo molesto con el combate en el interior.

—¡Recórcholis!

Se coloca en la esquina superior para convocar energías arcas para un conjuro cuya potencia supera sus expectativas

—¡Hostia puta!

Las prisas del gnomo le hacen bajar la guardia y, aunque revienta al bandido con su conjuro, pronto se da cuenta de que éste le había apuñalado al pasar por su lado.

Otro de los bandidos se ensaña con Furen del que parece haber encontrado un punto flaco.

Por último, Dain esquiva hábilmente las embestidas de su otro oponente.

Dain vuelve a realizar un torpe molinete con el mazo a dos manos, golpeando de nuevo al maltrecho sofá antes de atizar de nuevo al bandido herido.

-Si es que... ¿a quién se le ocurre meter este armatoste aquí en medio?

El segundo martillazo de Dain hace crujir algunas costillas de su oponente que se retuerce de dolor. Sin embargo, aunque muy malherido, sigue en pie.

El paladín, a pesar de la estrechez del lugar, se metió en la pelea en cuanto vio una oportunidad. Alzando su martillo y dirigiéndose hacia el bandido gritó —¡Ríndete y pide clemencia!— a continuación intentó asestar varios golpes con su arma para ver si así lo amedrentaba.

Los bandidos veían como sus fuerzas se mermaban ante la tromba de golpes que recibían por vuestra parte. Otro enano aguerrido había irrumpido en la cabaña.

Ansioso, el peculiar gnomo entró hablando para sí mismo...

- Ya pueo, ya... ejame asar... ejame... - Sin dejar de hablar, comenzó a preparar un simple conjuro y lo lanzó, sin comprobar si había acertado o no, se percató de un sofá... - ¿Que e eso? - Y brincó hacia él.

El maltrecho bandido acaba cayendo ante el certero y potente hechizo de Aloth

Furen soltó el martillo entre sus pies, alzó la mano y pronunció palabras atávicas en lengua enana. Utilizaría la magia esta vez contra el enemigo.

El herido último superviviente empieza a lanzar estocadas a la desesperada. En su segundo envite, logra asestar un golpe certero entre los pliegues de la armadura de Furen.

Bro se mueve por la sala pasando por debajo de los restos del sofá, salta sobre una silla desvencijada que se rompe tras de sí y ya desde el otro lado lanza un conjuro rápidamente. Tanto movimiento arruina su precisión y la energía arcana acaba estrellándose contra la pared, dejando una horrible quemadura.

—Oops.

Comenta el gnomo.

-¡Ríndete o te aplasto el cráneo!--amenaza el furioso luchador enano al último forajido que queda en pie para luego asestarle dos fuertes mazazos.