Partida Rol por web

Luego de aquel disparo que recibí en la trinchera, tuve que ser usar todas mis fuerzas para salir de allí, tratando de cubrir la retirada de nuestra trinchera, aunque no podía sujetar bien el rifle por el dolor que sentía. Esas imágenes de los SS agarrándose los cachos de carne caídos y sangrando como una maldita fuente, pero aún sonriendo como los sádicos descerebrados que son, era simplemente incómodo a un nivel que nunca antes había sentido.

Estaba sangrando de parte de mi hombro y una herida en el brazo, donde trataba de cubrir la herida del hombro mientras me recostaba contra uno de los árboles, sentado en el suelo y con el rifle en mi regazo, frunciendo el ceño con una mueca de dolor, pero sin quejarme en voz alta. -Q-Qué mierda está pasando? ¿Como?...- Musité debajo de mi aliento, mirando confundido hacia los árboles antes de llevar mi atención a Billy, el que tenía más cerca a mi y al parecer se movía. -¡Ah!... Buenos días solecito.- Sonreí de manera algo burlona, riendo por lo bajo antes de escuchar su broma, cosa que me hizo reír más alto. -Pues sí, hace falta una botella...-

Entonces finalmente mi atención fue al resto del grupo, donde algunos empezaban a formar un grupo de vigilancia por si algún Nazi se acercaba a nuestra posición, y por otro lado estaba Walter viendo a quien curar. -¿Paris?... A este punto aceptaría cualquier lado donde no haga tanto puto frío.-

Steve corrió tan sigilosamente como pudo, todavía tenía ramas y hojas amarradas a su uniforme que dificultaban descubrirle.  Atrás el ruido del combate comenzó a desaparecer, los alemanes habían conseguido tomar la posición, lo raro no era aquello sino que lo hubieran hecho con tan pocas bajas.

El propio Steve pudo ver como aquel sargento continuó avanzando a pesar de haberle volado media cabeza, a lo lejos podía ver como el grupo de compañeros se ponía a salvo, al parecer había algún herido y su avance no era tan rápido como quisieran.  No había manera de saber si los alemanes continuarían avanzando, quizá algunos exploradores para dar caza a los que se batían en retirada.

Cuando estuvo lo suficientemente lejos, Steve se paró tras un árbol con visibilidad hacía sus compañeros, miró hacía atrás observando con su mirilla para comprobar si alguien seguía su rastro.

Mike tardó en recuperar el aliento cuando llegó con Sanderson y los demás, notaba como la garganta le ardía al tomar aire, Mark le había salvado la vida.

Se interesó por el estado de Boris pero al ver que lo estaban curando no quiso molestar, por suerte seguía vivo y eso ya era más de lo que podían decir muchos de los compañeros que habían caído. Pero algunos soldados alemanes parecían inmortales ¿qué estaba ocurriendo?.

-¡Dios! Habéis visto a aquellos alemanes, era imposible que algunos siguieran en pie. Y el que me atacó, ¡mierda! mató a Jeremíah como si fuera un pajarito.- Se ponía más nervioso a medida que hablaba, instintivamente fue recargando sus armas, preparándolas para el siguiente asalto. Primero las balas de la pistola que, por lo que pudo comprobar bien podrían haber sido de mantequilla, después el fusil.

-Le disparé a quemarropa… y no fui capaz de tumbarlo.- En cuanto tuvo sus armas listas se ofreció a ayudar, aún no estaba seguro de cuales eran las órdenes. -Branagh, si quieres te ayudo con ese perímetro.-

El claro con cobertura se antoja cercano por momentos, aunque el enemigo no se haya percatado de la presencia del reducido grupo que ahora se oculta en él. Nadie busca por Walter ni los demás cuando hay otras cosas que necesitan resolución pronta.

El calvero permite que el grupo comience a tomar distancia sin ser vistos, gracias a la cobertura de los arbustos y su posición medianamente elevada. También al hallarse en el extremo del bosque es posible bordear la línea de arboles en dirección norte, donde la división 60 se asentaba par reagruparse. Esto puede hacerse siempre y cuando los alemanes no los descubran…

-¡Que no estoy herido! Deberías examinarte la sesera – responde Randall a Brannagh, mientras intenta reparar sus gafas. En realidad solo algún raspón y magullón poco grave tenía el antiguo profesor. Nada serio.

¿Ahora soy de intendencia? – responde Vincent a Walter, luego de la orden de llevar el conteo de equipo. –Bueno señores, comiencen a detallar sus porquerías. Incluso las fotos eróticas de las señoritas de aquel club de Paris – comenta al resto de sus compañeros.

Posteriormente Brannagh comienza a ladrar órdenes, bajo el peligro de ser escuchado por las tropas nazis. Y aunque nadie le hace caso, los pocos cien metros que separan el claro del extremo norte de las trincheras son suficientes para que los alemanes puedan escucharlos.

-Tenemos que irnos…huir… - murmura Aaron, al no poder apartar la vista de los nazis y de los prisioneros.

Luego el tiempo continuó avanzando inexorablemente. El doctor hizo su trabajo en los heridos y los demás pudieron recuperar el aliento y reorganizarse brevemente, porque otro sobresalto golpearía sus psiques.

Allí abajo, entre los prisioneros y los germanos de la SS, se lleva una conversación algo incomoda para los prisioneros. El capitán Richards cruza palabras con un alto oficial de las Leibstandarten.

Luego de eso el oficial señala a los prisioneros y dice algo a su asistente. Entonces el horror se desata cuando los prisioneros son inmediatamente asesinados a sangre fría, sin ningún tipo de miramientos.

Y mientras los soldados rematan a los prisioneros malheridos que claman piedad, el alto mando ordena algo más a su asistente y a los soldados cercanos a él.

Con la distracción del fusilamiento de los prisioneros americanos una parte de las tropas SS también masacran a la otra mitad de los soldados germanos, quedando la compañía SS reducida a poco más de cien integrantes. Los cuales son aquellos que en su mayoría habían sido heridos de muerte y que ahora no tienen heridas a la vista. Como si nunca hubieran sido heridos.

En este momento, luego de la matanza, los únicos soldados aliados son el pequeño grupo oculto en el calvero y Ocon, que es visto por Walter y los demás ocultarse detrás de unos arbustos a mitad de camino de las trincheras y el claro.

El soldado les hace señas en dirección norte antes de esconderse brevemente al buscar algo allí.

...y Ocon, que es visto por Walter y los demás ocultarse detrás de unos arbustos a mitad de camino de las trincheras y el claro.

El soldado les hace señas en dirección norte antes de esconderse brevemente al buscar algo allí.

 -Shhh…- susurra Mark a Steve, luego que llegara sin que nadie lo notara hasta la posición del francotirador.

-Si quieres volver a ver a tu hijo deberías pensar con cuidado lo que intentas hacer ahora. Ven conmigo. Ayudemos a sobrevivir a quienes tienen oportunidad – comenta a Sanders sin que nadie los escuche.

Luego el soldado comienza a retroceder por donde llego para así ir con Walter y los demás. Aunque aguarda un momento por el gélido francotirador y su respuesta.

Steve se tomo un respiró cuando llegó a una posición de cierta seguridad, se quedó al menos durante un minuto examinando la retaguardia antes de que Mark apareciera.

Fijo con su rifle al alto oficial alemán que hablaba con Richard, pudo casi leerle los labios a través de su mirilla mientras meditaba si apretar el gatillo o no.  Sabía que si lo hacía desvelaría su posición y les perseguirían pero los galones en aquel uniforme sin duda mostraba un objetivo valioso.

Mark tenéis que ganar el claro y llegar al pueblo cuanto antes, hay heridos en el grupo no perdáis tiempo os alcanzaré.

Franklyn no daba crédito a lo que veía. Un ejército como aquel sería tan imprevisible como invencible. Daba igual lo que hicieran. Enfrentarse a aquello suponía tener la batalla perdida antes de empezar. Todo lo más que podían hacer era ponerse a salvo. No tenía ninguna frase ingeniosa ni greciosa para dulcificar aquello. La situación era tan dramática como imposible. 

A faltaa de una orden en contra, avanzó siguiendo las instrucciones del soldado en avanzada intentando agacharse para no ser visto por los frankfurts. Un poco de suerte no vendría mal. 

.-Me quedan, cinco granadas de fragmentación, cinco de humo, cinco kilos de explosivo plástico y nueve cargadores de la thompson.-expliqué el armamento que me quedaba aún por utilizar. 

.-Cabo me parece que ahora estás al mando.-dije señalando el horror que acabábamos de presenciar:-Acaban de fusilar a todo el grupo de prisioneros.-añadí a continuación. 

Walter está terminando de remendar las heridas de Billy (*) y de distribuir el poco ánimo que le queda:

-William, me temo que este arañazo no justifica un permiso en París. Vas a tener que hacer otra heroicidad...

Cuando los estampidos de los disparos llaman su atención (**). Palmea a Billy en el brazo y acerca hasta Brannagh justo para ver la acción de los Übermensch ¿Acaso Hitler había logrado que lo tanto prometía, su propia raza de superhombres?

-Brannagh -le dice en voz baja para que nadie les oiga-. Dije controlar el perímetro, no fortificarnos. Si vienen hacia nosotros, no podremos mantener la posición ni unos minutos. Levantamos el campo y nos dirigimos en sigilo al norte. Nada de gritos.

Así que sin alzar la voz da la orden de levantarse en silencio y proseguir hacia el norte, a reunirnos con lo que queda de la 60 (***). Mientras la gente se prepara Walter trata de comprobar la ruta, asegurarse de que los Übermensch no puedan cortarles la retirada (****).

-Cabo me parece que ahora estás al mando.-dije señalando el horror que acabábamos de presenciar:-Acaban de fusilar a todo el grupo de prisioneros.-añadí a continuación. 

-Lo he visto. Por eso nos vamos a reagrupar con la 60.

Buenos días caballeros – saluda el Coronel a los prisioneros.

Soy el coronel Zephon. Tengo una misión, capitán. La mía continua, y la suya, me temo, va a acabar – añade.

Una sonrisa comenzaba a dibujarse en el rostro del coronel.

A las palabras del coronel, el capitán avanza un paso y con valor responde.

-Coronel. Según la convención de Ginebra estamos… - pero es interrumpido por Zephon.

Alzando la mano y señalando a los americanos, el corone continua.

-Me temo que mi propósito y misión desbanca todos los tratados humanos. Porque mientras ustedes se matan en estúpidas guerras yo y mi gente continuando caminado sobre esta tierra, como hace miles de años. –

Pronto, matadlos a todos – ordena al teniente a su lado.

Entonces se produce el asesinato a sangre fría de los prisioneros.

Los americanos han sido muy amables al morir en un cementerio. Usen los agujeros para enterrarlos junto a los muertos de la gran guerra. – añade a su ayudante.

Se acerca la liberación Nisroch. Purifica nuestras filas. Ya no necesitamos a esos humanos – finaliza con la orden que acaba con un tercio de los soldados alemanes.

Si disparas ahora el resto no podrá escapar a tiempo, y será en vano. “Ellos” son inmunes a nuestras armas. No nos iremos sin ti. ¿Ok? – susurra Ocon.

Luego el hombre sigilosamente regresa con el grupo.

Cuando soltó al compañero que había estado transportando, y lo revisó de lado. Se había desmayado estando disparando, y eso seguro que no era por haberse tomado un zumito: - ¿Estas seguro que estás bien? Este le protestó, pero, bueno, si dice que está bien. No tardó en protestarle por lo bajo: - A mi me dices que haga y yo hago. Si me das todos los datos, pues podré obrar mejor. Al escuchar la reprimenda. Miró al cabo con ojos de medio cabreado. - Entiendo Cabo. Comentó cuando lo que quería era replegarse hasta estar bajo la tutela del control divisionario. -Y lo dices ahora. Coñe, dilo antes. Al menos se había dignado a desvelar sus ideas.

Sonreí ante la ocurrencia de Walter, ese cabrón estirado al que todos adorábamos, pues pocas manos había mejores en toda la jodida división, era una suerte que estuviera asignado a nuestra compañía. Joder, era como... era como hacer de trapecista con una mullida red abajo.

Si, doc... lo que usted diga, ya estaba yo preparando la maleta, se de una mademoiselle en París que no veas, te deja seco, jajaja...

Chequeé el equipo, extraje el percutor de la carabina y le di una pequeña limpia (el clásico soplido) volviendo a ajustarlo. El cargador completo bien puesto y comprobado. El de repuesto, con solo 3 balas. Tomé nota mental, encontrar balas y rellenarlo, que si los proyectiles hacían escaso daño a los SS mutantes, las palabrotas buff.

Luego me chequeé a mi mismo, volviendo a comprobar que no tenía nada roto, solo un poco de chapa y pintura y al lío, a seguir dándole matarile a la wehrmach.

Oído, doc, al norte y en sigilo, ok. Boris, ¿por qué no dejas alguna carga preparada aquí? Si vienen detrás nuestra, no estaría de más tener un seguro, ¿sabes? - si, era usar el mismo truco que antes, pero los explosivos demostraron ser más efectivos que las balas.

-Será mejor ir allanando el camino mientras sus señorías se toman un descanso. Esos nazis no tienen pinta de darse por vencidos muy fácilmente. 

Franklyn se adelantó en dirección norte, intentando buscar una vía segura por la que retirarse sin sorpresas desagradables. Lo último que necesitaban ahora era caer en una emboscada o encontrarse con una patrulla alemana.

Buenos días caballeros – saluda el Coronel a los prisioneros.

Soy el coronel Zephon. Tengo una misión, capitán. La mía continua, y la suya, me temo, va a acabar – añade.

Una sonrisa comenzaba a dibujarse en el rostro del coronel.

A las palabras del coronel, el capitán avanza un paso y con valor responde.

-Coronel. Según la convención de Ginebra estamos… - pero es interrumpido por Zephon.

Alzando la mano y señalando a los americanos, el corone continua.

-Me temo que mi propósito y misión desbanca todos los tratados humanos. Porque mientras ustedes se matan en estúpidas guerras yo y mi gente continuando caminado sobre esta tierra, como hace miles de años. –

Pronto, matadlos a todos – ordena al teniente a su lado.

Entonces se produce el asesinato a sangre fría de los prisioneros.

Los americanos han sido muy amables al morir en un cementerio. Usen los agujeros para enterrarlos junto a los muertos de la gran guerra. – añade a su ayudante.

Se acerca la liberación Nisroch. Purifica nuestras filas. Ya no necesitamos a esos humanos – finaliza con la orden que acaba con un tercio de los soldados alemanes.