Partida Rol por web

« Señor director, creo que vuestras siguientes palabras, sinceras deben ser, implorando sin duda mi perdón, ya que adormilado os encontrabais cuando vine a tocar tan quedamente a la puerta de tu casa que apenas pudisteis creer que me oíais. Así fue, como tuve que entrar sin ser invitado, con la molestia que eso supone para una persona con mis modales victorianos.

Breve pausa para tomar una respiración profunda y taimada.

¡Y yo te pregunto Profeta, augur de otras edades
que arrojaron las negras tempestades
aquí para mi mal,
huésped de esta morada de tristura.
Díme, fosco engendro de la noche oscura,
si un bálsamo habrá al fin a mi amargura!»

El director Dumbledore se levanta de su sitio serio como nunca lo habíais visto, el momento de las risas se había desvanecido menos para aquel enmascarado que entraba por la puerta, por supuesto ya nadie lanzaba pasteles, todos tenían el semblante serio y pocos eran los que seguían de pié y menos aún eran los que no temblaban.

¿Qué quieres Mortífago? Bien sabes que no eres recibido aquí, así que tus palabras vienen a decir menos que nada.

Pausa breve

Pronto vendrán los aurores y se encargarán, hasta entonces, te sugiero que no intentes nada, este año estamos preparados para vuestros ataques, cuando lleguen te recomiendo que vayas con ellos sin oponer resistencia, sino, no tendremos más remedio que usar la fuerza para defender a los estudiantes de este colegio de los seguidores de un loco extremista.

Solamente vengo... A dialogar con el GRAN Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.

Para prevenirle de la destrucción de este colegio.

Para advertirle de la muerte de varios estudiantes y de la destrucción inminente del ministerio de magia...

Sin duda alguna, creo que deberíais escucharme.

Los aurores no han sido avisados, de eso fue de lo primero que me encargué al venir y no se preocupe por mi salud, la patética barrera mágica fue inutilizada... Así pues... cuando quiera irme lo haré.

Al ver al mortífago tan cerca, una mezcla de emociones me invadieron, una mezcla de rabia, odio, pero spbre todo frustración y miedo.

Por puro acto reflejo tomé nuevamente la mano de Alenia e intento conducirla hacia detrás de una columna cercana.

¡Ven! ¡No debemos estar al medio de esto! - exclamo en voz baja intentando en vano ocultar mis nervios y miedo.

Todavía con los ojos llenos de tarta y otros postres que no pude identificar debido a que no veía ni jota, escucho abrirse la puerta del gran comedor, luego el silencio absoluto durante un segundo, a continuación todos los pensamientos de miedo, ira y los deseos de veganza, se amontonan en mi cabeza, no puedo soportar aquello, era demasiado intenso. Comienzo a temblar y caigo inconsciente.

La llegada e intrusión al gran comedor de aquel mortífago enmascarado cercenó por completo cualquier atisbo de diversión y risas. Lo que hasta ese instante había sido una batalla campal de tartazos de los cuales pocos habían logrado salir ilesos, ahora se había convertido en un silencio sepulcral, donde prácticamente nadie era capaz de reaccionar niemitir ningún sonido. A duras penas ni respirar.

Ray había lanzado una tarta que había impactado de lodo en la cara de Esther, de lo cual se había enorgullecido de inmediato y realizado una mueca burlona. No obstante, Marnie le había propinado un tartazo a él mismo aunque no había sido aparentemente su intención. Aquella afrenta no iba a quedar impune y Ray no tardó en tomar una nueva gargantas lanzársela, pero había sido entonces cuando el mortíafago había hecho aparición y la tarta había caído sobre la mesa por la desagradable sorpresa.

Instintivamente su primera reacción fue tomar a su hermana y ayudarla a esconderse debajo de la mesa como tantos otros alumnos ya estaban haciendo, pero algo sucedió tras el intercambio verbal entre el director Dumbledore y aquel malévolo ser, que hizo actuar, quizá de forma irresponsable a Ray. Su amigo Thad había sido presa de un terror descomunal al hacer frente a múltiples pensamientos de ira, odio y deseo de venganza, quedando inconsciente y cayendo al suelo, y temieendo por su integridad física, el joven de cabello plateado había abandonado la seguridad que le confería la mesa en donde estaba situado para desplazarse hasta su compañero caído y tratar de resguardarle. ¿No habría hecho lo mismo Thad si la situación hubiese sido al contrario? 

Maldita sea Thad, compañero. Espero que salgamos vivos de ésta...

Me gusta ese compañerismo de los jóvenes magos. Digo mientras miro al joven de gryffindor cubriendo a su compañero inconsciente. Me encantaba esta escuela en su día, pero ya no, está llena de muggles y de sangre sucia. 

A través de la máscara no se veían facciones pero aquellos que observáis la escena atentamente podéis llegar a intuir una leve sonrisa detrás de la máscara, como si la máscara se adaptase al contorno de la cara de una forma retorcida.

Di lo que tengas que decir y vete, no envenenes el ambiente del gran salón de Hogwarts con tu presencia, mortífago. Creo que ya has estado tiempo de más aquí. Me acerco hasta ponerme a unos metros delante del mortífago.

Pongo día de posteo para que si pasa el día de posteo puedan postear los demás. Si todos los de un día postean, los del día siguiente pueden empezar a postear.

El orden de los nombres no significan un orden concreto, cualquiera del lunes puede postear el primero. Henry puede postear antes que Ginevra. Aseguraos de que sea coherente.

Si se os pasa el día podéis seguir posteando, pero tendréis que leer los anteriores mensajes para adaptar lo escrito a ellos, como siempre.

Morgan estaba limpiando medio enfadado el tartazo que había recibido en la espalda antes de que todas las risas desaparecieran. No sabía que le molestaba más, si que hubieran manchado su túnica cara o sentir la dulce pringosidad en su nuca y el pelo ¡Puagh! Esto ahora se endurecerá y será más difícil de quitar. Ahora tendré que ir a las duchas y lavarme bien ¡Con lo poco que me gusta ducharme por la noche!

Cuando el Mortífago apareció, Morgan se olvidó completamente del tartazo y se juntó a sus compañeros ¿Cómo se atreve a enfrentarse él solo a Dumbledore? ¿Será que se cree mejor que el? Debe de ser un necio, ¡Dumbledore es el mago más poderoso que existe! Pese a que se sentía seguro al lado del Director, Morgan notó como un escalofrío recorrió su espalda cuando el Mortífago dijo que los Aurores no acudirían y que varios estudiantes morirían.

Estúpidamente, Morgan desenvainó su varita aunque al momento de hacerlo sabía que no podría hacer nada contra un mago tenebroso. Solo la presencia de Dumbledore consiguió que Morgan no se acobardara y mantuviera la varita en la mano por si el Director necesitara ayuda de alguna forma.

No podía durar mucho la alegría en la casa del pobre. Mientras nos tirábamos tartazos y demás azos de otros alimentos hizo aparición en escena la figura de un mortífago, no contentos con su puesta en escena del año anterior este año volvieron a hacer acto de presencia. Claro que este año solo venía uno y no nos dedicó un bonito truco de magia con marcas y amenazas, solo se limitó a soltar amenazas.

Me senté en el banco de nuevo y atendí a las palabras, quizá con algo de miedo, solo por saber de lo que eran capaces, recordando la cena del año anterior, y un tanto asqueada, ya que parecían siempre enarbolar la chuminada de los muggles y sangre sucia.

En tensión me mantuve en silencio vigilante ante cualquier indicio de más mortífagos.

Me oculto bajo la mesa lo más rápido que puedo. No pienso pasar por lo mismo del año pasado.

Todos en esta escuela son unos idiotas o que les pasaba, su seguridad dejaba bastante que desear, pero no conforme a ello uno de los afamados mortífagos del señor tenebroso se hacía presente, quizás si no odiará tanto sus métodos podría considerarlo inspirador, el hecho de hacer de menos a los sangre sucia, pero aún recordaba que su compinche me había condenado a una vida oculta, lejos de la sociedad, así que su discurso de pureza y limpieza me daban igual.

-Hablas de pureza, cuando estas en el bando incorrecto- dije mientras salía debajo de la mesa, a diferencia de lo que los demás pudieran pensar me dispuse a caminar firme  para cubrir a Ray  - Y te advierto no dejaré que toques a mí amigo- sabía que intentar intimidar al sujeto era algo imposible aún así y por extraño que pareciera me sentía con la necesidad de al menos servirle de escudo.

Realmente tenía miedo de lo que pudiera hacer el sujeto, sabía que los mortífagos no se andaban con rodeos en cuanto a maldiciones se trata, algunos según el profeta habían usado el maleficio asesino para deshacerse de los que iban en contra suya, pero a pesar de ello si podía hacer que Ray ganará algo de tiempo.

-No tienes nada que hacer aquí vamos lárgate- mencione firme en mi lugar cubriendo a Ray y Thad , la verdad es que tenía mas miedo de lo que había tenido en mi vida pero no dejaría que les tocará ni un solo cabello.

Me acercaba a la puerta, cuando este individuo irrumpió en la estancia con sus amenazas y discursos vacíos. Pero ciertas cosas que dijo encendieron la mecha de viejos recuerdos.

Solté las bandejas que usaba de escudo y saque mi varita, me prepare en una pose un poco amenazante, pero provocaba mas risa en comparación a la suya. Aunque en mis ojos se veía la intención de atacar.

Si ese desgraciado hace algo, pienso convertirle en cenizas.

Marnie y yo nos pegamos la una a la otra en cuanto vimos aparecer a aquella figura, que no solo era misteriosa, sino que sobre todo resultaba completamente aterrorizadora.

Vale, era un mortífago, pero quizás no era por eso por lo que daba miedo, sino por aquella máscara tenebrosa y sobre todo, porque no parecía tener miedo de entrar allí a dar su mensaje, algo que por otra parte, tampoco me parecía tan interesante, porras.

A mi lado, Oliver se envalentonó. Mientras que muchos se habían ocultado debajo de la mesa, él, que en un principio también lo había hecho, había salido para dar la cara.

-Hablas de pureza, cuando estas en el bando incorrecto. Y te advierto no dejaré que toques a mí amigo.

Yo pensé en Marnie, que estaba tan asustada como yo, claro, y sobre todo, pensé en que era mi obligación conseguir que se sintiese protegida, así que emulando a Oliver, decidí dar la cara, solo que incluso ir un poco más allá.

-Agáchate -le susurré a Marnie, empujándola bajo la mesa. Después me subí a la silla.

-Eres una desgracia para todos los magos -le dije en voz alta -. Me da igual quién seas y a quién representes, porque solo un cobarde se ocultaría detrás de una máscara. Vuelve a lamerle los zapatos a tu señor y dejanos a los magos de verdad tranquilos.

Tragué saliva. Si me hacía algo, esperaba que alguien me ayudara, porque estaba completamente expuesta, pero no era la única. Oliver también estaba protegiendo a sus amigos, delante de todos. Ambos estábamos dando la cara por aquellos que verdaderamente nos importaban.

La semiveela se había divertido con sus compañeros o mejor dicho, a costa de sus compañeros, pues no participó abiertamente en la pelea a pasteles, de hecho, los esquivaba y reía al ver a sus amigos siendo bañados en comida y ella sorbetaba su limonada, ocultándose al final bajo la mesa riendo y guardando en sus recuerdos las escenas que sus amigos creaban, lástima que todos esos lindos recuerdos desaparecerían completamente.

La irrupción del mortifago extinguió cualquier rastro de felicidad, su manto de oscuridad y crueldad cubrió cada recoveco del gran salón, espantando a la luz y a cualquier esperanza y aunque su hermano la tomó de la mano, Gin ya no podía sacar sus grandes ojos violeta de aquella máscara. Ray intentó protegerla pero se puso en un mayor peligro, su melliza había salido de su escondite al ya no escuchar más risas, por eso estaba de pie cuando todo se desató y ahora, permanecía quieta, como una estatua, con el rostro lleno de terror.

— her-hermano...— fue un breve suspiro, casi imperceptible, la voz se rehusaba a salir de su garganta y pasó lo que debía pasar, su cerebro se fue a negro, era casi una forma de protegerse, los ojos de la semiveela perdieron cualquier brillo y se desplomó pesadamente al suelo, ya incapaz de escapar, de defenderse, era tal su terror que no podía siquiera buscar la forma de salvarse.

Mientras estoy en mi escondrijo, me apresto a sacar mi varita, pero cuando veo a Gin desplomarse en el suelo, mi corazón da un brinco y sin detenerme a pensarlo, decido ir en su auxilio.

Tras cruzar unas palabras con Alenia salgo de mi escondrijo y me dirijo hacia Gin a toda velocidad, listo para lanzarme al suelo si el mortífago me tomaba como blanco, lo importante era sacar a Gin de allí y ponerla a salvo.

Una vez llegué al lado de la semiveela, opté por ponerla en el refugio más seguro a mi alcance, al menos de momento, debajo de la mesa.

Marnie ayúdame. - clamo con cierta mezcla de temor y apremio al ver a mi amiga al lado de Thad, Esther y Ray.

Mantenté a salvo, si sobrevivo, hablamos mañana a la hora de almuerzo, lo prometo. - digo mientras me apresto a correr hacia Ginevra sin mirar atrás.

La batalla de comida había sido fantástica y a Marnie le dolia el estómago de tanto reír, se encontraba encarada a su hermana cuando el mortifago entró y todos callaron, por un momento solo se escuchó la risa de la chica que con el rostro lleno de pastel no se percató de lo que sucedía hasta que dejó de escuchar a sus compañeros. Marnie se limpió la cara con la manga de su túnica y observó horrorizada la situación. En ese momento junto a ella Thad se desploma inconsciente y ella inmediatamente se agacha junto a él, mira la cara de su compañero crispada en una mueca de ¿dolor? Y entonces se le ocurre una idea, rápidamente alarga su brazo y coge los auriculares de debajo de la mesa.

- Ayúdame – le dice a Ray que llega junto a ellos, - seguro que esto servirá. – Marnie sujeta la cabeza de Thad y le tiende a Ray los auriculares para que le ayude a ponérselos.

Mientras tanto algunos alumnos se escondían y otros mostraban su valentía desafiando estúpidamente al mortifago. Marnie se levantó y se colocó junto a su hermana, pero esta la empujó bajo la mesa y ella la miró cabreada, estaba cansada de que la tratase como a una inútil, ya había pasado el primer año así, y no iba a permitirlo más, podía valerse por sí misma e iba a demostrárselo. La gryffindor inspiró profundo y se dispuso a salir de debajo de la mesa cuando su hermana acabó su discurso de valentía pero escuchó como Artemis la llamaba, Gin también se había desmayado, miró a la pareja y después a su hermana que se alzaba sobre ella en el taburete, totalmente expuesta… y tomó una decisión.

- Protégela Artie – esperaba que su amigo lo entendiera, colocándose junto a su melliza y mirándola de reojo con cierto enfado por hacerla llegar a aquello – eres imbécil – le susurró metiendo su mano en el bolsillo y agarrando su varita, sabía que no tenía nada que hacer contra aquel individuo, pero no iba a dejar a su hermana sola, por más que ella se empeñara en tratarla como a una cría de 3 años. Tenía miedo, mucho miedo, pero Esther era mucho más importante.