Partida Rol por web

Raspit se acercó corriendo al ver a Lumbie degollado por aquel demonio.
- Noooooooo!! - se acercó chillando y sollozando. Apunto de llegar a la tienda tropezó torpemente por su desesperada carrera y cayó de rodillas. Se quedó en el suelo lastimosamente.

-- Fin del primer asalto --
Tras planear vuestro "robatorio", esperasteis a que hubiera entrado la noche para entrar a hurtadillas en el Museo de los Horrores y llevaros a Lumbie, el gordo kóbold que al parecer era el único de un linaje de hechiceros kóbolds que podían usar La Caja de los Diablos.
La cosa iba bien, Erdan y Ologeron se acercaron a la tienda mientras Quarion vigilaba tras unos arbustos, cerca de los dos kóbolds (Raspit y Shupo). Se oyeron unos ruidos dentro de la carpa y Erdan detectó como había unos diablillos una especie de demonio en versión pequeña, seguramente sería Zorith, el demonio del que os hablaron y al cual teníais que capturar usando aquella extraña caja mágica.
El combate estalló en medio de la noche, y la carpa acabó medio calcinada por conjuros de un bando y otro. Todo este ruido despertó a un confuso Horacio que dormía en su carreta, al cabo de unos instantes, cerca del propietario de la feria, pareció animarse mágicamente una cadena y lo empezó a estrangular, seguramente obra del demonio Zorith. Aún así la batalla parecía favorable, hasta que aquel taimado demonio encadenado os mostró a lo que había venido hacer en esa carpa, había asesinado brutalmente a Lumbie, decapitándole y dejando el cuerpo echo un amasijo de carne y sangre.

Le lanzo lanzo un proyectil plateado a Zortih y mantengo mi posición.Tras el conjuro,me acerco a Raspit y trato de ayudarlo.

¿qué podemos hacer ahora?,le pregunto.

Los diablillos se ven amenazados al ver como el aguerrido enano entra en la carpa, o lo que queda de ella. Su primera intención es huir despavoridos pero algo mayor que su miedo les hace quedar y combatir, el dominio de su amo.

El diablillo mas cercano intenta lanzar un mordisco a alguna parte desprotegida del enano, pero este lo esquiva interponiendo su hacha. El otro diablillo intenta escupir fuego pero por los pelos, pasa rozando el costado de Ologeron y acaba estrellándose contra una de las figuras del museo, que estalla en llamas.

Mientras sucedía todo esto, Shupo salió de su escondrijo y fue hacía donde estaba su compañero kóbold, para ayudarle a levantar. El fornido kóbold observaba la lucha desde una distancia prudencial y miraba de reojo a Horacio, que yacía ya en el suelo estrangulado.

Erdan, de nuevo, coloca un par de flechas en su arco y trata de eliminar de forma definitiva a, al menos, uno de aquellos demonios.

Dioses... ¡la caja! ¡Nos habíamos olvidado de la maldita caja! Los kóbolds decían que el demonio debía ser encerrado dentro de una caja... pero ¿dónde estaba aquel trasto?

Erdan no podía gritar todo aquello a los kóbolds; temía que si el demonio le oía, haría con la caja lo mismo que hizo con el kóbold regordete.

Bueno, lo primero es lo primero, reflexionó mientras soltaba la cuerda de su arco.

La primera flecha sale algo desviada y se clava en una estantería cerca del diablillo, el cual se gira mirando la flecha errada y se ríe maliciosamente, aunque acto seguido se calla de golpe al notar una segunda flecha que le atraviesa el corazón. El monstruo cae fulminado en el suelo con la grotesca cara de sonrisa en su rostro.

Zorith pateo cabreado al diablillo muerto, echó un vistazo a la situación y al verse en minoría decide girarse 180º y correr en dirección opuesta. A los dos pasos de su carrera, su cuerpo empieza a desvanecerse, seguramente a causa de algún conjuro.

Maldito, se nos está escapando.

Refunfuño enfadado al ver que el demonio de las cadenas se desvanece.

Tu no te escapas pequeño, grito con una furia asesina al diablillo que tengo ante mi.

El diablillo de repente parece asustado al ver como eliminan a su semejante y su amo huye dejándole a él solo. Así que decide salir volando, empezando a levitar torpemente para huir, pero Ologeron fue mas rápido pues llegó a toda prisa, con la carrera desde la otra punta y dio un pequeño salto y partió a aquel diablillo por la mitad, y como si se tratara de una piñata, la sangre y las vísceras de aquel monstruo caen encima del enano.

Una vez desaparece el peligroso demonio,me quedo aliviado,pero no del todo.

¿SIn vuestro querido Kobold,qué podemos hacer?,le pregunto a Rasput.Hemos herido a Zorith,pero no lo suficiente como para apresarlo y capturarlo.

Raspit yacía al suelo aún, lloriqueando y balbuceando en su lengua natal. Aunque Shupo se acercó a él e intentó levantarle, al parecer lo respetaba suficiente así que le dejo hacer, y se quedó a su lado.

- Ya no hay nada que hacer *snif snif* está todo perdido, estamos todos condenados - exclamaba el kóbold.

Cómo que estamos condenados.Todavía podemos encerrar a esa bestia en la Caja.¿POr qué no probamos y nos dirijimos hacia el mismo lugar por el que huyó?.EMpiezo a apresurarme hacia la misma dirección por la que tomó el demonio.

¡Vamos!

Estaba asqueado por la derrota, no es que me importaran mucho los kobolds, pero un demonio siempre es un demonio y ahora sentía que el peligro era mas grande que antes.

Os hemos fallado kobolds ¿cuales son las consecuencias de este fallo? Lo digo muy serio, el demonio había jurado destruir el poblado y no habíamos tenido tiempo de ver todo su poder.

Raspit suspiró y se incorporó.
- Ese demonio, en breves volverá a cobrar su tamaño y poder anterior, que es mucho. Juró vengarse de mi pueblo y lo mas seguro es que también arrase este, porque está en su camino. - dice aún sollozando y con las palabras entrecortadas.
- Necesitábamos a Lumbie porque es el único descendiente del poderoso chamán que creo "La Caja de los Diablos", y solo gente con su sangre puede hacer servir a este objeto para volver a capturar a la demonio.
Ahora señaló hacía el amasijo de sangre y carne que había en la carpa quemada y negó con la cabeza.

Me detengo.

Bueno,quizá podamos hacer algo si agarramos el cuerpo muerto de Lumbie.Lo podemos ubicar en mi Disco.Lo único claro que tengo es que tenemos que ir hacia vuestro poblado.

Raspit paró de lloriquear y se enjuago las lagrimas con los antebrazos. Levantó la mirada y escucho al mago eladrín, como si hubiera descubierto algo importante.
- S-si... por intentarlo, que no sea. - se fue animando poco a poco - Quizá funcione mago.. - concluyó el kóbold, visiblemente mas contento.
El kóbold no entendía a que se refería con el disco, aunque lo entendió rápidamente cuando se acercó levitando un disco hecho de energía y se quedaba flotando cerca de Quarion.
- Pues hay que poner a Lumbie... bueno a sus restos ahí encima..

A todo esto Shupo, que en ningún momento parecía preocupado por lo que pasaba, se fue hasta el carromato y empezó a buscar en el cuerpo de Horacio y dentro del carro objetos de valor que quedarse. Estaba claro que Shupo era un simple guardián y guardaespaldas, solo cumplía su papel de soldado y no le interesaba nada mas. Al fin y al cabo los kóbolds no se diferenciaban tanto de los demás.
Iba tarareando con su estridente voz una canción.
- Oro, oro, orooo, oroooo...

Pues adelante.

Con la ayuda de mis compañeros,trato de poner el cuerpo inerte y decapitado de Lumbie en el disco.Una vez compruebe que está estable,digo:

Bién será mejor ir hacia vuestro poblado.¡Guiadnos!.Les digo,un tanto alterado,a los kobolds.

Aquello podría funcionar: según lo que les habían contado, era necesario usar la sangre del descendiente del shamán para aprisionar al demonio... pero nadie dijo que el descendiente debía seguir vivo.

Pero... ¿alguien sabe cómo funciona esta caja? Además, ¿seguro que deberíamos irnos hacia el pueblo de los kóbolds? ¿No decíais, hace un momento, que este pueblo de humanos está en medio de su trayecto hacia vuestro pueblo? Entonces, quizás sería mejor quedarse aquí y tratar de buscarle, ¿no os parece?

Erdan no veía nada claro eso de abandonar este pueblo a su suerte y dejarlo desprotegido.

Raspit asintió al elfo. En ese momento había dejado el relevo y la suerte de Honra de Rosquilla y del poblado kóbold a manos de esos aventureros. Realmente no le importaba lo que pasaría en esta aldea pero sabía que su pueblo sufriría las mismas consecuencias.

- La caja pues... eh.. no lo sabemos - dijo nervioso - se supone que Lumbie tenía que manejarla, pero bueno ya veremos como lo hacemos. Primero hay que encontrar a Zorith.