Partida Rol por web

Mientras calibra y tensa la cuerda de su arco, Alden casi murmura unas palabras dirigidas al enano: - No sé oyen tus insultos desde aquí arriba ENANO.- Gira la cabeza hacia Grimgam y continúa-. Adelante, corre hacia esas pestilentes bestias sin mirar por dónde pisas. ¿Un par de Gnolls y un sucio goblin? ¿Qué más da? Esos bichos no saben montar trampas entre la maleza, ni usan venenos que te paralizan los músculos, no... ¡Qué va...!.

Tras su discurso baja el arco a la altura de la pantorrilla mientras escudriña al resto del grupo unos instantes.

- Si al ENANO se le han bajado los humos, me adelantaré un poco intentando detectar posibles trampas.- Y sin esperar una respuesta comienza a avanzar entre la maleza.

Tras haber regañado al irascible enano, el pícaro se interna cuidadosamente en la maleza y peina con ojo experto el terreno que os separa de las criaturas. Al de poco rato os hace una señal rápida desde su posición: todo está despejado.

"Que te partan chaval. Si quieres ir, pues ve y no lo comentes. No me importa en lo más mínimo. Por el contrario...si mueres, más enemigos para mi"

Responde asqueado al comentario del pícaro, una clase según el entender de Gringam, de la más cobardes que pudiera existir. Tenía ganas de terminar con esta "misión". No para cobrar el dinero, sino para perderse de aquellos individuos.

"Hacer lo que quieran, pero hacerlo ya. De lo contrario, daré inicio a las "negociaciones". Y no me importa si ustedes están en medio"

"Cúbrenos las espaldas guardando un poco las distancias, Krangus. ¿A ti también te pica el sexto sentido, verdad?", se comunica telepáticamente con su familiar el mago antes de avanzar hacia la posición de Alden con toda la destreza que un hombre de su categoría era capaz.

Cuando está junto al cabecilla del grupo, le dedica unas palabras entre susurros:

- Quizá no hayas reparado en ello, mi astuto Vientoférreo, pero... a juzgar por el estado de los árboles destrozados que os describí, no me sorprendería que esa panda de alimañanas estuviera confabulada con algo más "grande". No es raro que los trasgoides se asocien con los troles. Además, ¿"Un par de gnolls y un sucio goblin" dando tantos problemas a los viajeros? ¿No te falta alguna pieza? ¿Alguna mente maestra o al menos algún puño duro? ¿Eh? ¿Colega? Jejeje...

Asintió ante las palabras del mago.

Quizás tú tengas ganas de abalanzarte al combate, pero aquí Rufus tiene razón- intervino finalmente- el estado de esos árboles tampoco me gustan a mi. Pudiera ser que no haya nada confabulado con esas alimañas, mas es mejor prevenir que no lamentar- calla durante unos segundos- lo mejor será que avancemos con sigilo y nos ocultemos en el bosque. Lanzar un ataque desprevenido: el pícaro puede disparar con su arma y el mago realizar algún conjuro que nos venga bien. En el caso de que no caigan. Y si hay algo mas presente y aparece, al menos no nos pillará en campo abierto. 

"Demasiado fácil" - Pensaba antes mientras se adelantaba cautelosamente.

- Mago, ¿Tienes otro truco que nos sea de utilidad? yo intentaré disparar a uno de los gnolls cuando lo tenga a tiro. - Susurra el calishita sin dejar de escudriñar su entorno y visiblemente preocupado por otras posibles amenazas ocultas.

- Podría convocar un "amiguito" para que les haga una visita -comenta Rufus-. ¿Un par de víboras infernales enormes o quizá un grifo celestial? Sinceramente, cual criatura que convoque estoy seguro de que podría destrozar cien veces a esos tres; además... y si mis sospechas son ciertas... eso podría hacer aparecer al auténtico brazo fuerte del grupo y cogerle desprevenido. ¿Qué opináis? -pregunta rascándose las barbas con una mano.

Cerca del grupo, uno diez metros por detrás, Krangus se encuentra agazapado olisqueando el ambiente.

Mientras Rufus plantea estrategias, Alden, que ya está decidido a pasar a la acción, se adelanta.

Estáis justo al borde del claro. El pícaro se asoma y la escena que ve es similar a la descrita por el mago minutos atrás: los dos gnolls se han repartido el conejo que estaban asando y, sentados junto a la pequeña hoguera, se dan un festín. El trasgo, sentado entre ellos y muy disminuido, está chupando una de las patas.

Alden apunta y... ¡Dispara! La primera flecha se clava limpiamente en el cuello de uno de los gnolls, que cae muerto sin haber tenido la oportunidad de saber qué está pasando. La segunda flecha se pierde entre la maleza.

El segundo gnoll, obviamente muy sorprendido, pega tal salto que tira la comida, patea la hoguera y casi se cae al suelo. Pero se repone con rapidez, y enseguida echa mano del hacha y el escudo que lleva colgados en el arnés de la espalda mientras gruñe en vuestra dirección. El trasgo, por su parte, desenvaina una espada corta y se queda mirando a su compañero de mayor tamaño.

Gringam, sin medir posibles peligros se lanza en una frenética carga, eligiendo como objetivo la criatura más grande "disponible". De un increíble sprint acorta distancia entre el gnoll y él, bamboleando el hacha sobre su cabeza, con evidente vehemencia.

"Para placer mío vas a caer bajo mi hacha"

Proclama, seguro de si mismo. El arma desciende con brutal potencia, alcanzando a la sorprendida víctima. Sin dar oportunidad al gnoll y sin saber si el ataque le había matado, el enano propina un segundo golpe, barriendo con el filo de su hacha todo su frontal e impactando en el flanco del gnoll.

Se relame la sangre que salpicó cerca de sus labios y con unos ojos coléricos, dedica una mirada al trasgoide, como queriéndole hacerle saber que será el próximo. 

"Tu sangre también será mía, canijo rastrero"

Con el arco tensado y apuntando hacia el sorprendido goblin, Alden mira hacia sus compañeros y aguarda un segundo más sin lanzar la flecha.

"un buen arquero sabe racionar sus proyectiles" - piensa.

El enano carga enloquecido contra el otro gnoll y en un abrir y cerrar de ojos su hacha hace todo el trabajo: el torso de la criatura, que al igual que su compañero muere sin haber tenido tiempo de entender cómo, queda cortado limpiamente de lado a lado. Al instante un hedor repugnante se extiende por toda la zona. El bárbaro le lanza al trasgo una mirada que no augura nada bueno...

Uno de los goblin y el gnoll caen ante el ataque de sus compañeros. El asalto sorpresa estaba siendo efectivo, pero para el clérigo toda aquella situación se le antojaba demasiado fácil. Aún así y todo debía actuar, así que con su maza preparado, fue a por el goblin que aún quedaba en píe. Cargó contra aquella criatura, logrando darle un buen golpe en su costado izquierdo.