Partida Rol por web

Ya recuperada Ashena no tenia mucho humor para hablar, dejo que sus compañeros abrieran el camino.

La nueva sala en la que entráis es un almacén. Todo está polvoriento (mesas, lámparas, armarios antiguos)... hay un baúl de importantes dimensiones y, justo en un lateral, una puerta rota.

Murgen se dirige a la puerta y con su alabarda acaba de destrozar lo poco que queda de ella. Al asomarse ve que hay unas escaleras de caracol que descienden hasta más allá del primer piso. ¡Parece un pasadizo secreto!

Decidís bajar por las escaleras poco a poco, intentando no tocar nada. Descendiendo veis un par de bonitas antorchas de hierro, aunque están apagadas. ¿Queréis cogerlas o seguís bajando?

Murgen cogió una de las antorchas y sacó de su bolsa yesca y pedernal oara encender una de las antorchas y ofrecerla a sus compañeros. No podría manejar la alabarda a la par que la antorcha

Conor decidido recurrir de nuevo a la magia, no se fiaba de las antorchas. Volvió a lanzar el conjuro sobre un colgante de bisutería que coloco sobre el escudo.

Hay que andar con mucho cuidado. Este suele ser el sitio donde la gente coloca trampas.

- Bien dejaré a Borg primero por si hay algo, estad atentos no quiero llevarme otro golpe.

Cuando Murgen coge la antorcha, unas diminutas ranuras se activan a vuestro lado, saliendo de ellas varios virotes.

El sonido alertó al soldado, que se pegó al suelo de un salto, evitando los virotes de la trampa.

Bueno, trampa desactivada. Dijo con hastío luego me dais las gracias. 

Y avanzó tras de Borg por las escaleras. 

Los virotes pasan cerca de la nigromante, pero es Borg el que se luce, parece un borrón esquivando los proyectiles.

El bardo esquivo por los pelos el virote, y eso que el había dicho que cuidado con las trampas. 

Habiendo esquivado las flechas, seguís bajando hasta llegar a una enorme caverna.

-Mierda, que la casa solo era el principio... -dijo un desanimado Murgen.