Partida Rol por web

La Casa del Polvo y la Ceniza

Primera Parte: El Maestro de la Cámara XIII

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17/08/2015, 23:54
Director

Habéis tenido apenas un minuto para leer las cartas que contienen vuestros sobres cuando unas grandes puertas ocultas tras una estantería empotrada se abren lentamente con un sonoro crujido y aparece una figura encorvada en un palanquín oscuro cargado por dos servidores, acompañados por una mujer joven y demacrada con un pesado vestido rígido con un manto transparente.

El palanquín desciende ante vosotros, y los servidores se separan para permanecer de pie, impasibles, contra la pared. La figura sentada es la de un anciano de pelo marchito y lacio y una cara estrecha, afilada. Está enterrado en varias capas de ropas raídas y sucias, y un chal de piel apolillada cubre sus hombros. Sucumbe a un ataque de tos y la sangre en su boca es limpiada por la joven demacrada. En silencio, él os examina con unos vívidos e intensos ojos color ámbar que parecen brillar con una luz febril antes de hablar con una voz amarga y áspera.

- Yo soy Silas Marr -, dice, señalando las cartas en vuestras manos, - y parece que vosotros… sois míos. -

Notas de juego

Empieza lo bueno. Vuestro turno ;)

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18/08/2015, 14:20
Heinrich Von Tod

El estoico guardia mantiene la posicion, su cinica media sonrisa se pronuncia recordando cuando su viejo sargento chusquero, durante la instruccion pronuncio las mismas palabras que habia dicho ahora su nuevo y decrepito patron.

El no se va a autoerigir en portavoz del grupo y mucho menos habiendo gente con mas veterania, como Hieronymus o, el Emperador sabia la edad que tenia, Arcturus.

Por lo que mantiene su postura, impasible, mirando, como dirian en jerga militar, al estupido infinito.

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18/08/2015, 18:21
Gianna Anzerani

Cuando nos acercamos y nos piden que entreguemos las armas se las dejo sin poner pegas, esta claro que ahi dentro no las vamos a necesitar. Mientras caminamos miro con curiosidad a los individuos que nos rodean sin perder detalle, tienen un aspecto bastante pintoresco y despiertan mi curiosidad, sin duda es alguna especie de culto imperial. Continuo andando hasta que otro individuo igual de pintoresco nos trae unas cartas. Abro mi sobre y leo su contenido con toda atencion.  

No leo demasiado rapido (mi educacion fue interrumpida por la guerra y en ese entonces habia habilidades mas necesarias que aprender a leer), asi que me tengo que tomar mi tiempo. No conozco a nuestro inquisidor, pero de lo que leo, extraigo una impresion positiva sobre el. Le importa que se hagan las cosas, como es logico, pero tambien parece tener interes en no exponer innecesariamente a sus hombres. Esa es una combinacion que me gusta y que rara vez veo, no en gente con un poder casi absoluto sobre la vida y la muerte de otras personas. Tambien recuerdo a Dekanta avisandonos que ante todo volviesemos con vida. Esta carta, junto con la advertencia de Dekanta... Aqui hay algo que huele mal, hasta yo me doy cuenta. Por supuesto, no presto atencion a la informacion de qeu no es una mision de combate. Aun ignorando a Dekana, hay demasiadas advertencias y sugerencias veladas en esta carta como para que no se me dispare el instinto.
Me pregunto si nuestro inquisidor de ahora ha leido el contenido. Estan selladas por supuesto, pero el vapor de agua hace maravillas con esta clase de documentos.

Decido dejar todo esto para mas adelante, ya que por fin vamos a ver al misterioso inquisidor. Cuando entramos el espectaculo no me impresiona demasiado. Como de costumbre, hago lo posible por disimular mi repugnancia a los servidores asi que me centro en el resto. El inquisidor esta en las ultimas, eso esta claro. La mujer que le acompaña es realmente rara. No se si es su amiguita, una acolita, una enfermera... O un poco de todo a la vez. En verdad, no estoy segura de querer saberlo, lo que atrae mi atencion son sus palabras. 

¿Suya? Creo que no. Viendole y teniendo en cuenbta todas las advertencias que hemos recibido... Sospecho que es de esos que se dan aires y se creen realmente importantes. Supongo que en este caso es cierto, es un inquisidor y si un inquisidor no es importante... Pero aun asi, no me gusta nada lo que dice ni como lo dice.
Yo no soy de nadie. Ni de Severus, ni de la guardia, ni de nadie.

Yo lucho por mis creencias y por lo que creo que es justo, entre en la guardia como un medio para alcanzar ese fin y soy leal a ella porque creo realmente que sirve a ese fin, defender a la humanidad de los enemigos que le rodean. No por nadie que afirme representar al imperio pero en realidad persigua sus propios objetivos, o por un oficial que se cree que por tener unas marcas en su uniforme es mejor que nosotros y decide usar a sus hombres como un medio facilmente sustituible para lograr mas medallas y menciones en los informes. Este sujeto me trae muchos recuerdos desagradables, me recuerda demasiado a los apilacadaveres que aparecen a veces entre la oficialidad. A veces, siempre aparece un sujeto de esos a los que se les hincha el pecho cuando hablan de si mismos, de los que se tiran mas tiempo del conveniente mirandose en el espejo y se quieren mucho a si mismos, de esos que creen que los demas estan para conseguir sus objetivos, que por supuesto son de lo mas importantes.

A veces, nos endosaban elementos asi en la compañia. Nos suelen llevar a sitios jodidos de verdad y las bajas son numerosas, asi que a veces hacen falta sustitutos rapidamente y no siempre pueden ser muy selectivos con la gente a la que meten dentro. Esa es mi teoria al menos, en cualquier caso, a veces una seccion sale de patrulla con uno de esos payasos, y a veces resulta que la seccion vuelve de la mision sin su oficial, la guerra es dura y en ella muere gente constantemente. Una autentica tragedia.

Los buenos oficiales en cambio, los que dirigen con el ejemplo tienen cualidades y saben lo que es realmente liderar, los que aun siendo conscientes de que estan al mando son camaradas de armas... Esos son respetados. Se cuida de ellos como si fuesen una madre, y en verdad nos va la vida en ello.

Hace tiempo que aprendi a tratar con esta clase de sujetos por supuesto, lo mejor es fingir docilidad y decir que si a todo. Pelear o discutir con ellos es buscarse problemas innecesariamente. De todos modos, este tio esta en las ultimas. Lo unico que tenemos que hacer es asegurarnos de cumplir esta mision y sobrevivir a ella. Dudo que volvamos a saber nada de el despues de esto, mas si tenemos en cuenta que Severus no parecia muy complacido con el arreglo, fuese el que fuese, que incluia cedernos temporalmente.

Asi que por una vez, decido comportarme con lo que se espera de mi y representar el papel de guardia sumiso y descerebrado. Me pongo en posicion firme y con la boca cerrada espero instrucciones. Seguro que le agrada a un hombre rodeado de automatas.

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18/08/2015, 19:18
Taikel

Me dolía un poco la cabeza de la discusión y bronca anteriores en el transporte. Había permanecido callado, tratando de pasar muy desapercibido. Cuando en el aire sonaban palabras como hereje o falta de fe, siempre se miraba y mataba al psíquico más cercano, solo por si acaso. Por suerte había pasado desapercibido, o tal vez creían que era lo bastante valioso o inofensivo como para no gastar una bala conmigo. 

Al llegar por fin, nos hicieron dejar las armas, y dejé mis armas de fuego y el cuchillo de combate, pero no mi Puñal de la Muerte Piadosa. Antes de que pusieran objeciones les mostré mi marca de autorización, revelándome como psíquico al servicio del imperio y uno de ellos palideció y me dejó conservar mi puñal. Jamás me separaría de él, pues si por alguna razón algo salía mal, la única manera de detener a los horrores innombrables de la disformidad era usarlo y acabar con mi vida. Aunque el agente de la FDP que palideció lo que probablemente pensó era que no importaba que conservara un cuchillito de nada si era un psíquico autorizado, un monstruo capaz de causar tormentas de fuego sobre los enemigos del imperio con un mero pensamiento. 

Aquellos "hombres" pálidos e iguales me recordaban a algunos hermanos allá en las naves negras, después de haber visto algo demasiado horrible como para describirlo con más detalles que "un montón de carne con tentáculos, púas y colmillos por todas partes". No llevaron a una cámara polvorienta y nos entregaron un pergamino escrito y firmado por el inquisidor Severus. Debía de ser importante para que nos dedicara la atención de escribirnos una carta. En ella nos decía algo parecido a lo que nos dijo Lorelii. 

Unos instantes después de haberlo leído apareció el nuevo inquisidor. Lorelii y este hombre tenían algo en común. Les gustaban las puertas secretas. 

Se presentó y dijo que éramos suyos. Según la carta lo seriamos durante esta misión. Y saltándome todos los protocolos habidos y por haber no pude resistirme a responderle. 

- Eso parece, Señor... - Titubeé unos instantes antes de recordar que ese viejo enfermo era un inquisidor. - Inquisidor Marr. 

Una vez pronunciadas esas palabras me di cuenta de que probablemente me llevaría una bronca más tarde cortesía del aribtes, acerca de los protocolos, la cadena de mando y esas cosas. Si me dieran un trono por cada vez que había hecho eso sin darme cuenta, a estas alturas tendría mi propia nave-hogar. 

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19/08/2015, 10:54
Hieronymus Homron

El arbites miraba con disgusto la salas que iban atravesando, oscuridad, secretos... aquellos individuos rapados, togados e iguales, bien podían ser tomados por sectarios. Hieronymus odiaba a los sectarios. Los odiaba casi tanto como la ausencia de una cadena de mando, los servidores o la insubordinación y allí parecía haber de todo aquello y en abundancia. Quizás sólo había una cosa que el arbites odiara más, las emboscadas.

No tenían porqué temer nada allí dentro, pensaría cualquiera. Pero el viejo agente no dejaba de escrudriñar cada rincón, cada cara que se cruzaban y cada sombra. La aparición del decrépito Inquisidor no tranquilizó al arbites que se dió cuenta de que algunos de los miembros del equipo se estremecían un instante ante la escena de enfermedad y podredumbre.

Probablemente no tardaría en llegarle información sobre la disputa ocurrida en el deslizador, pero hasta entonces lo mejor sería ofrecer una muestra de profesionalidad. Parecía que los soldados, tanto Gianna como Heinrich también lo habían entendido así, el arbites dió gracias al Emperador por volver a estar todos de acuerdo o al menos, poder aparentarlo.

- Yo soy Silas Marr y parece que vosotros… sois míos - dijo el anciano enfermo y cubierto de andrajos, asistido por una joven de no mejor aspecto.

El arbites vió con malos ojos tal falta de pulcritud en quien debía ser uno de los más altos referentes entre los siervos del Imperio, pero se guardó mucho de decir nada al respecto. Se limitó a dar un paso al frente, se cuadró e hizo el saludo del Aquila, cruzando los brazos sobre el pecho - Señor - dijo con una breve inclinación de cabeza.

Hecho lo cual adoptó una posición formal de descanso, a la espera de lo que aquel tuviera que decirles, mientras con los ojos no dejaba de estudiar a los servidores, al anciano, a la joven e incluso la habitación e incluso el palanquín.

- Tiradas (1)
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19/08/2015, 17:34
Hermana Isolda

Isolda frunció los labios y dejó una a una las armas que portaba sin apartar la vista del miembro de la FDP que estaba junto a al caja en la que las estaba dejando. No le gustaba separarse de las armas, y menos aún del sagrado bolter que tenía encima; pero cuando se había que hacer algo, se hacía y punto.

Leyó la carta que le dieron y no cambió su expresión. Ya tenían un objetivo, y quizás necesitarían rostros nuevos porque los de los sirvientes de dicho Inquisidor eran ya reconocidos, y así podrían pasar desapercibidos.

Cuando vio salir al individuo no hizo ningún gesto, aunque mentalmente le parecía un tipo bastante débil físicamente, por lo que un ligero temor recorrió el cuerpo de la sororita al pensar en cuales serían sus otras cualidades para poder mantenerse como Inquisidor en activo. 

Cuando se presentó el Inquisidor, Isolda puso una rodilla en el suelo e inclinó la cabeza, pendiente de lo que fuera a decir ese individuo. Esperó a que hablara, pues Isolda ahora estaba en modo "sororita 100%" y no hablaría si no la preguntaban.

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20/08/2015, 02:33
Director

Resulta difícil encontrar un gesto o algún motivo oculto en sus movimientos y actitud. Es evidente que sufre de algún tipo de enfermedad, o bien tan solo su propia y avanzada edad; lo cierto es que incluso parece un poco indefenso, aunque su tono de voz no deja entrever ni una pizca de debilidad, solo autoridad y la absoluta certeza de que esta autoridad será respondida con obediencia.

- Tiradas (1)

Notas de juego

PD: Creo que no has trasladado tu hoja de personaje actualizada al apartado de umbría. Si pudieras hacerlo te lo agradecería.

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20/08/2015, 05:21
Orionus Boulder

Orionus entro con sus compañeros a la Corte de la cancillería. Le puso el seguro a su rifle automático mientras caminaban ya que no tendrían que pasar ningún peligro en un edificio público con personal de seguridad.

Estuvieron caminando por los salones de la cancillería y a la vez Orionus intentaba despejar las ideas de la terrible discusión que tuvieron los tres compañeros e intentaba formar la personalidad de cada uno de sus compañeros según los comentarios que transmitían al grupo.

Gianna parecía una superviviente que había pasado por malas experiencias en combate pero eso no quería decir que no tuvieran la cualidad de ser una buena compañera ya que en la anterior misión le ayudo a destruir el grupo de servocraneos y lo saco del apuro cuando se encontraba en un fuego cruzado mientras los servocraneos iban aproximando se a la posición tan precaria que le iba quedando a Orionus.

Heinrich también habría pasado tan malos momentos como Giana siendo los dos guardias imperiales pero su concepto de las diferencias que había entre los soldados y los oficiales eran muy evidentes. Orionus no le daba la razón ni a uno ni a otro porque no había experimentado tantas guerras como habían pasado ellos ni tampoco podía opinar como era la convivencia en batalla con los soldados y los oficiales. Él casi siempre trabaja solo.

Hieronymus se mantenía en la misma postura que en el momento que lo conocieron. No sabían si su edad le hacia comportarse como un líder porque en su trabajo debía organizar grupos o al no ver un líder claro ni oficial se veía con el deber de ser el líder para encauzar los objetivos de la misión. Había que admitir que su genio algunas veces era molesto o incomodo para el grupo por las caras que expresaban sus compañeros al no estar de acuerdo con sus comentarios o decisiones. Orionus no entendía como Hieronymus podía opinar de las experiencias en combate de sus compañeros a menos que antes de ser un arbites hubiera ocupado varios cargos o puestos de trabajo tanto en el Imperio como en la Inquisión.

Después de caminar y caminar. De ver gente y pasillos llegaron a la cámara XIII. Les entregaron unas cartas, al poco de terminar de leer la. Se abrieron unas puertas negras y entraron: un palanquín con un anciano con aspecto muy austero, una mujer llamativa por su aspecto demacrado, brillantes ojos y dos servidores que empujaban el palanquín.

El anciano se presento pero Orionus mientras veía como se acercaban no podía evitar mirar a la señorita aunque no fuera una mujer tan resultante como podía ser Lorelii tanto en físico como en apariencia. Cuando se detuvo el cuarteto centro la mirada al anciano al comenzar a hablar.

Orionus se puso firmes pero no tan forzosamente como si estuviera delante de un oficial del ejercito pero quería mostrar su respeto a la personaje que tenían delante. Al terminar de hablar el anciano, Orionus no esperaba escuchar esas palabras pero no quería prejuzgar al anciano ya que podía ser su forma de expresión poco protocolaría o su posición superior en la organización le autorizaba para poder hablarles así. Orionus asintió con la cabeza en señal de afirmación. 

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22/08/2015, 03:43
Urtzi Chrom

Urtzi se había mantenido en un tenso silencio durante todo el trayecto hasta llegar a su destino en las Cortes de la Cancillería. Primero las duras aunque contenidas palabras del arbites lo habían dejado un poco nervioso, permitiéndole nada más que responderle con un breve asentimiento con la cabeza. Pero tras la discusión, breve pero acalorada, que hubo entre Gianna, Heinrich e Isolda y luego mismo señor Homron; el adepto ya no sabía donde meterse. 

Tras saber que el motivo de su cambio de destino era algo ajeno a su misión anterior, algo en su interior comenzó a sentir cierta ansiedad. Se había equivocado en sus conclusiones, creyendo que de verdad la Inquisición contaba con ellos para terminar por completo un trabajo cuando solo estaban actuando como refuerzo, casi como un objeto prestado. En todo el camino hasta los Salones Urtzi podría haberles hablado del uso común de los edificios administrativos parecidos a las Cortes. Podría haberles dicho que se trata del centro neurálgico de la burocracia de una ciudad donde se realizaban infinitas tareas de registro y control en diferentes trámites. Todo, desde una partida de nacimiento hasta el informe del último diezmo, pasaba por el interior de aquella inmensa construcción. También podría haberles dicho que un lugar como aquel era idóneo para celebrar una reunión con la mayor tranquilidad sin levantar la más mínima sospecha. Con la cantidad exagerada de trabajo que se acumulaba bajo el mismo techo, no resultaba complicado retocar un simple horario para disponer de una sala para lo que uno creyese oportuno. Había que conocer el sistema, eso sí. Pero siendo siendo la Inquisición, aquello era algo que se daba por descontado. 

Muchas cosas podría haber compartido Urtzi de no ser por la tensión que se había generado. No en vano era un adepto del Administratum. Pero entre su ya precavido carácter y lo inquietante y misteriosa de la misión, no podía si no mantenerse callado y a la espera de obtener algo de información con la que poder trabajar y distraerse. Pero la atmósfera del lugar donde tendrían la reunión no ayudaba al pobre adepto a normalizarse y, definitivamente, tampoco lo hizo la expresión con la que el Inquisidor Marr los recibió... "¿Suyos?" Preguntó una voz en su cabeza con una mezcla de temor e incredulidad. En aquel momento recordó la prioridad que les marcó la señorita Dekanta y, sin saber muy bien por qué, de repente le pareció un objetivo que sería muy complicado llevar a cabo... Urtzí tragó saliva -Bendito Omnissiah...- Susurró de manera casi inaudible, esperando a que el propio Inquisidor levantara ese desalentador halo de misterio que lo cubría todo en esa habitación.

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23/08/2015, 18:39
Arcturus

Las Cortes de la Cancillería... Arcturus entregó imperturbable sus armas cuando se los indicaron, aunque ninguno de los FDP se atrevió a tocarle. El grupo penetró cada vez más profundamente en el enorme edificio. Arcturus miraba de vez en cuando a Urtzi Chrom. El adepto debía de estar en su salsa en medio de tanta borocracia, tanta estantería y tanta ventanilla de despacho. Sin embargo, el encorvado sabio parecía deprimido, o algo preocupado. Todos los miembros de la unidad, notó Arcturus con cierta sorpresa, iban viéndose cada vez más agobiados por lo extraño de la recepción, que cobraba tintes casi dramáticos, con aquellos hombres grises, aquella puerta número trece y, sobre todo, la entrada en escena del Inquisidor Marr.

El Inquisidor no podía dejar de afectar el ánimo de los presentes. Su aspecto desmentía la imagen habitual de un Inquisidor, es decir, de la imagen que ellos podrían tener en su cabeza: hombres poderosos, tanto en el porte como en la evaluación y gestión de recursos. Delante tenían a una anciano de aspecto decrépito, de ropas raídas y aire enfermizo. La compañía (Arcturus clavó la mirada en la extraña mujer que lo escoltaba) no era menos llamativa.

-Vosotros… sois míos

Arcturus asintió, satisfecho. Mientras la mayoría de sus compañeros parecían angustiarse por momentos, excepto Isolda tal vez (y los soldados, aunque seguramente por otras razones), el tecnosacerdote encontró aquella metáfora de la propiedad muy reconfortante. La propiedad y la posesión, la libertad y la independencia... curiosos términos usados casi siempre con ligereza, términos que chocaban contra su verdadero sentido en lo material, en lo concreto. Arcturus se divertía a veces comprobando los usos de las palabras, a veces diversos, a veces contradictorias. Las personas, como los objetos, las máquinas, se poseen, se toman y se abandonan, se crean y se destruyen; pensar lo contrario, además de vano, es... inquietante.

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25/08/2015, 00:27
Silas Marr

El inquisidor alzó una temblorosa mano solicitando silencio, que no permaneció en alto más de un segundo. Se aclaró sonoramente la garganta y comenzó a hablar, con una voz rasgada, pero potente.

- He solicitado su asistencia porque ha surgido un asunto inesperado, que su maestro les habrá mencionado. Mis propios Acólitos en quienes podría confiar están comprometidos con tareas de las que no puedo retirarlos fácilmente, y su llegada a la zona ha sido fortuita cuanto menos. La subasta se llevará a cabo en un lugar llamado la Casa del Polvo y la Ceniza, un gran crematorio y complejo funerario situado en una isla a unos 900 kilómetros de distancia desde el extremo sur de la colmena, sobre el Mar Balemire. La isla está exenta de muchas leyes por antiguo derecho, y de las miradas indiscretas por su aislamiento, y por lo tanto es un lugar perfecto para que se reúnan renegados.

Requiero que realicen esta tarea para mí. Ustedes serán mis agentes en la subasta, reunirán información sobre quienes asisten a ella, sus deseos y verdadera naturaleza. Descubran qué ratas se sienten atraídas por el hedor de la carroña de Haarlock. A menos descubran un hereje cuya destrucción requiera desvelar su identidad o una amenaza demasiado grave para ser ignorada, no necesitan hacer nada más que ser mis ojos y mis oídos. -

Antes de continuar hizo una pequeña pausa, mirándoos individualmente

- No les voy a engañar, les estoy enviando a una jungla infestada de depredadores, y puede haber asistentes que intenten herirles, simplemente por verles como rivales. De hecho, estas personas podrían matarlos si conocieran su verdadera identidad. Así que confío en su habilidad y juicio. No han fallado a su maestro en el pasado, y confío en que me sera igual de útiles... Hagan esto para mí y verán en mí a un maestro agradecido, aunque sea temporal, y este tipo de deudas no se olvidan...  -

A un gesto suyo, uno de los servidores se adelantó y sacó a la vista un pequeño maletín, que abrió ante vosotros. Estaba lleno de una pequeña maraña de documentos e identificaciones.

- He pasado suficiente tiempo en este planeta para crearme una reputación como comerciante independiente. Evidentemente, ustedes acudirán como representantes de ese individuo. Les aconsejo que uno de ustedes actúe en actitud de "líder comercial" mientras el resto interpretan su papel como consejeros y guardaespaldas. -

Al asomaros ante los documentos veis que tiene identificaciones para todos vosotros, en las que no se especifica nada más que estáis bajo el mando de un comerciante independiente de nombre "Ezequiél Sunder". Además, hay unas llamativas tarjetas doradas (una para cada uno) con la marca "al portador", y una diminuta caja negra que apenas cabría en un puño cerrado.

- Por supuesto, no pretendo que participen en la subasta con sus propios honorarios. Esto... - señaló la caja negra - es un crédito del banco de la cancillería, con contraseña personal, y solo intercambiable en lugares o eventos muy específicos del planeta. Dispondrán con él de 1.000.000 de tronos para usar en la subasta como mejor consideren dadas sus circunstancias.

Y esto - señaló a su vez las tarjetas doradas - son avales de la mano dorada^, cualquier comercio civilizado se los intercambiará por un valor de 1.000 tronos*. Espero que eso cubra sus gastos personales -

- Ya hay una nave lista para su partida - Dijo esta vez sin dar pie a ninguna pausa - así como la de otros asistentes, estoy seguro. Mis criados les guiarán a salas donde podrán encontrar ropas más adecuadas a su tarea. Si desean adquirir algo en la ciudad encárguenselo a ellos y acudirán a comprarlo en su lugar. Disponen de una hora. -

Notas de juego

*Si, mil tronos por cabeza. Servocraneos no incluidos.

^La Mano Dorada. Organización comercial con mucha influencia y poder en el sector.

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26/08/2015, 11:38
Heinrich Von Tod

Heinrich escucha atento las instrucciones del inquisidor. A gente como el, Gianna, Taikel y Arcturus, les seria facil distinguirse como escoltas de Urtzi. Los guardias imperiales solian ser reclutados como mercenarios cuando se licenciaban, quiza porque no supieran hacer otra cosa, o quiza porque hubieran generado una adiccion a la adrenalina. Un tecnoadepto, siempre podria ser contratado para comprobar el funcionamiento de los artefactos comprados, o su autenticidad y los psiquicocs no eran raros entre herejes, afines a los poderes oscuros de la disformidad...Pero dado el fanatismo, tanto de Hieronymus, como de Isolda, Heinrich dudaba que estos estuvieran de acuerdo en tratar con criminales, herejes y demas ralea e, incluso, financiar a los mismos al pujar por los objetos del maldito Haarlock. Ese dinero quiza un dia se volviera contra el Imperio. Heinrich entendia que si el inquisidor asumia el riesgo y elegia el "mal menor" tendria sus motivos y confiaba en ello. Tras la conversacion/discusion con Isolda en el transporte, temia que la Sororita pudiera plantear alguna objecion, puesto que se iban a mover en ese peligroso espacio gris de amoralidad aparente. Por la parte de su viejo amigo, temia que su rectitud y su experiencia como arbite, luchando incesantemente contra el tipo de gente con el que tendrian que tratar, le hiciera reticente a abandonar esas sanas costumbres.

Cuando el inquisidor les pide que sean sus ojos, la sonrisa cinica de Heinrich se marca un poco mas. 

A pesar de sus preocupaciones, el veterano Guardia Imperial se cuadra ante las instrucciones del inquisidor.

-A sus ordenes.

Heinrich asiente con gratitud cuando el inquisidor les da el credito. Se acerca a uno de los asistentes que le ha indicado el inquisidor y da instrucciones sobre el equipamiento que precisa para la mision. Dado lo que se encontro en la anterior mision, con los servidores de combate, estimaba que no les vendria mal mas potencia de fuego. Cuando el asistente le mira, tras hacer unos rapidos calculos de cuanto supondria el pedido de Heinrich, este se saca unos tronos de su cartera.

-Por lo que falta.

 

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26/08/2015, 19:24
Gianna Anzerani

Tras darle instrucciones a los funcionarios (prefiero verles asi, no me agrada su aspecto) sobre lo que deseo obtener con los mil tronos (¡mil tronos!), me acerco a Urtzi y le palpo el torso, examinando la proteccion que lleva. No tengo ni idea de que clase de blindaje lleva, pero sospecho que no es nada muy elaborado. Las extremidades y la cabeza las lleva cubiertas por lo que me parece una tunica antifragmentacion, dudo que lleve nada mejor. -Sabes que en esta mision eres nuestro hombre ¿Verdad? Te va a tocar ser el jefe- Sonrio con la idea, seguro que al pobre hombre se le viene el mundo encima con todo esto. No tardo en palpar una tunica antifragmentacion y retiro la mano.- Sera mejor que lleves algo mejor que eso. - Me quito la tunica con la que cubro mi armadura reglamentaria, y tras desanudarme la parte que cubre el torso se la ofrezco.- Si todo va bien, yo conseguire algo mejor que esto. Ten, cogelo, te sera util. No es la armadura de un Astarte ni la de una Sororita, pero te protegera mejor que lo que llevas ahora. Si me admites un consejo, hazte con el resto ahora que puedes. -Me acerco a el con gesto de hacer una confidencia y hablo en voz baja- recuerda que la pobre Isolda llevaba una armadura cuando perdio el brazo, y tu solo llevas una tunica antifragmentacion. Ir mal protegido es ir desnudo, y cuando vas desnudo por ahi te expones a que te follen de mala manera. Protegete lo mejor que puedas ahora que estas a tiempo.

Mientras espero uan respuesta de Urtzi me paro a pensar. Mil tronos... Es una cifra que no puedo quitarme de la cabeza. No he visto jamas tal cantidad junta de dinero en la vida. Pero lo que me hiela la sangre es lo del millon. Cuando oigo la cifra casi se me caen las bragas al suelo del susto.

La cantidad de cosas que se pueden hacer con ese dinero. Puede que trabajando sin descanso durante varias vidas consiguiese reunir una cantidad cercana a mil tronos ¿Pero un millon? Esas cifras me marean. No se que pretende que hagamos con eso ¿Todo un millon de tronos para mantener una tapadera y permitirnos espiar? No quiero ni saber las cantidades que puede manejar este hombre en total.

Me intriga tanto, que no puedo evitar preguntar, pese a que no se como se tomara la pregunta. 
Oiga... ¿Ese dinero es solo para mantener la tapadera? ¿Hay algo en particular que desee que le traigamos de la subasta? ¿Y que tenemos que hacer con lo que obtengamos de ella? ¿Como se nos extraera de la zona? - Supongo que si desease algo en particular, nos lo pediria directamente o enviaria a alguien a por ello sin necesidad de andar con jueguecitos de espionaje. Sin embargo, hay varios puntos que prefiero tener claros, la parte en la que se nos saca de ese nido de ratas tras terminar la mision no me parece la menor de ellas.- ¿Como se nos extraera de la zona?- A fin de cuentas, no es imposible que todo termine en un baño de sangre. En ese caso, no creo que sea tan facil como salir de ahi caminando.

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26/08/2015, 19:53
Hieronymus Homron

El arbites iba abrir la boca e impartir órdenes, estaba dispuesto a llevarse aun aparte al sabio y explicarle la vital importancia de la misión para el Imperio y para mantener la cara delante del Inquisidor Marr y aún más después del desastre del transporte, pero no tuvo ocasión. Se dió cuenta de que todos miraban a Urtzi, primero de reojo y luego abiertamente, todos habían entendido al instante que tendría que ser él el que representaría el papel principal en aquella función.

Gianna, como siempre, la más tosca o quizás la más directa fue directamente hacia el sabio, evaluó sus protecciones y ni corta ni perezosa se quitó su placa frontal y se la entregó al anonadado adepto que la cogió en las manos boquiabierto. El arbites decidió que estaba aún a tiempo de hacerle más llevadero el trago. Le puso una pesada mano en el hombro y le habló con voz serena.

- Sois nuestro hombre señor Chrom. Sereís el representante comercial, el hombre en el que Ezequiel Sander deposita toda su confianza y su dinero - dijo mirando de soslayo al propio inquisidor - Tranquilo, lo hareís bien. No creo que a ninguno de nosotros se le den tan bien los números como a usted.

- Yo seré vuestro asesor de seguridad. Maese Arcturus vuestro asesor técnico. Él se ocupará de verificar la calidad de todo aquello que "compreís" y el señor Taikel será vuestro asesor psíquico, si es que desvelar eso fuera preciso. Los demás - hizo un gesto con la mano abarcando a los soldados y a Orionus - serán vuestros abnegados protectores.

- Lo hareís bien. Tranquilo - el arbites realmente confiaba en aquel hombre. Si en algún momento parecía asustado él estaría allí para apoyarlo y además, no desentonaría que un contable pareciera asustado si la situación parecía amenazar violencia - La seguridad es mi trabajo - En realidad así lo era y siempre lo había sido.

Dicho esto se acercó desenfundó un par de pistolas láser y varios cargadores y los depositó sobre una mesa, si ninguno de los agentes las quería, una de ellas no funcionaba y necesitaría extensas reparaciones, las entregaría a los siervos del Inquisidor.

Se acercó al tecnoadepto y murmuró en su metálico oído de forma casi inaudible.

- Maese Arcturus, quiero que cuando nos vayamos comprobeís cada elemento que nos traigan los siervos del Inquisidor Marr, son nuestros intermediarios y no los conocemos suficiente. Quiero que comprobeís que todo funciona como debe, no quiero sorpresas si algo nos hace falta - en realidad el arbites, que jamás se fiaba de nada ni de nadie pensaba también en dispositivos de seguimiento y de escucha. No sabía cuanto esta dispuesto a fiarse de ellos su nuevo patrón y aún más tras entregarles en mano tan alta suma. Si iban a ser espiados, al menos iba a saberlo.

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27/08/2015, 02:34
Urtzi Chrom

Al principio, Urtzi hacía lo posible por ocultar su nerviosismo y prestar atención a lo que el Inquisidor Marr. Su impactante aspecto y las advertencias de Lady Dekanta habían puesto al adepto a la defensiva pero, a medida que su nuevo superior hablaba, el nerviosismo fue desapareciendo para dejar lugar a una curiosidad que despertaba ansiosa al escuchar el motivo real de su misión. No había pasado por alto el peligro explícito que corrían por poner un pie en la Casa de la Ceniza, pero Urtzi era una persona que sabía no llamar la atención y que iba particularmente bien acompañada si las cosas llegaban a ponerse realmente serias. Definitivamente valía la pena arriesgarse un poco para poder desentrañar, por poco que fuese, la historia que la humanidad se perdía en los rincones más oscuros de la galaxia. 

Después de escuchar sus objetivos, los ánimos de Urtzi por fin se habían calmado y casi hasta parecía ansioso. Pero todo el ímpetu adquirido se desvaneció por completo al escuchar las crudas, aunque bienintencionadas, palabras de Gianna. -¿Qué...?- Consiguió decir mientras la soldado continuaba explicando. El adepto no escuchaba conscientemente aunque sí entendía lo que su compañera quería decirle. Miró con cierto estupor la coraza que le prestaba mientras pensaba para sí en el pesimismo implícito en la necesidad de buscarse una mejor armadura. El ataque con el ácido del tecnohereje había sido una cuestión de mala fortuna pues Urtzi estaba resguardado en la retaguardia. Además, ¿cuantas armas bioquímicas podrían hacer en todo el sistema como para que fueran a cruzarse nuevamente con otra? Algo en su cabeza le decía que las suficientes... Finalmente se resignó y decidió que no valía la pena obsesionarse por un peligro potencial. Al fin y al cabo, trabajaba para la Inquisición y después de la última misión pudo ver que podía confiar en sus compañeros. Así se lo demostró el señor Homron, quién le había mostrado su dura faceta de arbites pero también le había brindado su confianza como compañero. Una débil sonrisa se dibujó en el rostro del adepto. -Te lo agradezco, Gianna, de verdad que sí. Pero no puedo aceptar tu regalo, al menos no para el fin que me propones.- Le dijo a la vez que señalaba la forma del peto en su parte frontal. Aquella coraza estaba adaptada para un cuerpo femenino y, aunque el adepto no era precisamente corpulento, quizás encontrase problemas para ajustar la armadura prestada. -Pero ten por seguro que haré caso de tu consejo.- Añadió a la vez que acentuaba su sonrisa dandole un matiz más amigable y le devolvía el objeto. Con los fondos que acababa de obtener sin duda podría procurarse mejores protecciones y quizás alguna que otra cosa más. No se olvidó del apoyo del veterano arbites y le dedicó un sincero asentimiento a modo de agradecimiento. Entonces fue cuando decidió hacerlo oficial y dirigirse al inquietante Inquisidor. -Señor...- Urtzi hizo un esfuerzo descomunal por evitar que la voz le temblase. -...quisiera pedirle que comparta su sabiduría antes de comenzar la misión. Quizás mi experiencia como adepto pueda servir para desempeñar el papel que parece que voy a interpretar, pero me gustaría escuchar cualquier consejo que nos pueda brindar para actuar en la subasta.- No se atrevió a pedir más. Si Silas Marr tenía una tapadera como comerciante independiente, ello quería decir que estaba, como mínimo, al tanto del funcionamiento de un lugar como la Casa de la Ceniza. En aquel momento, toda ayuda sería poca.

Notas de juego

Pues mis adquisiciones serían una armadura ligera de caparazón, una capa o abrigo para poner por encima, tres dosis de antitoxina y un inyector. 

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27/08/2015, 03:35
Orionus Boulder

Orionus se quito la máscara ya que les adelantaban que tenían que adaptarse a un perfil de guardaespaldas de un jefe adinerado en su nueva misión, una mascara podía incomodar al personal del lugar y a los opulentos compradores de la subasta.

Cuando Silas Marr explico la misión estuvo unos minutos analizando que no iba a poder actuar como un asesino imperial de combate como en la misión anterior. Por eso repaso mentalmente todas las armas de las que disponía para saber cuales serian autorizadas para el personal de seguridad en una casa de subastas a menos que también les obligaran a dejar hasta las armas ligeras como los cuchillos y pistolas.

Muchos compañeros aprobaban que Urtzi fuera el que aparentara el papel de coleccionista al que debían escoltar con el resto de compañeros por eso le guiño un ojo en señal que él también estaba de acuerdo con la decisión grupal y tenia toda la confianza de que él podía infiltrarse sin problemas como un coleccionista.

Luego se le fue un poco la mirada a llamativa mujer que estaba al lado de Silas Marr.

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27/08/2015, 10:24
Hermana Isolda

-Los servidores de combate son rivales duros -dijo Isolda simplemente a la mención de que ella llevaba una armadura buena cuando perdió el brazo- y hasta los todopoderosos astartes pierden extremidades con sus poderosas servoarmaduras. Nunca se sabe cuando te llegará la hora.

Escuchaba lo que comentaban todos, no tenía nada que añadir pues ese no era su punto fuerte, solo el combate era donde más o menos destacaba esa mujer.

Notas de juego

Siento el cutrepost, estoy de post-fisio y tengo la espalda hecha un jamón T^T

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29/08/2015, 18:19
Taikel

Como siempre, me mantuve en un segundo plano mientras el inquisidor nos explicaba la mision. No parecia tener demasiada complicacion, aunque harian falta buenas dotes de comunicacion, y ese no era mi caso. Hyeronimus habria repartido ya los papeles. Asesor Psiquico, menuda sorpresa, era el papel que mas me pegaba. Además me permitiria estar cerca del adepto y protegerlo, sin tener que decir gran cosa, cosa que evitaria que echase la mision a pique.  

El inquisidor nos daba Mil tronos a cada uno. Y un millon para la subasta. Menudo desembolso. Mil tronos... No habia demasiadas cosas materiales que desease. Aunque adoptaria el consejo de Gianna y me conseguiria una buena proteccion. 

Lo que deseaba no se podia conseguir con dinero...

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31/08/2015, 01:14
Silas Marr

Gianna: Oiga... ¿Ese dinero es solo para mantener la tapadera? ¿Hay algo en particular que desee que le traigamos de la subasta? ¿Y que tenemos que hacer con lo que obtengamos de ella? - 

- Los subastadores no han dado a conocer al público los objetos, seguramente quieran mantener el misterio hasta que la subasta comience. Sin embardo, cuento con un contacto de confianza que actualmente está en posición de manipular y asegurar la veracidad de casi cualquier objeto de los que allí se encuentran.

No obstante, no tengo datos muy específicos sobre ellos. La mayoría han sido descritos como "objetos maravillosos y reliquias de estrellas más allá de la luz del Emperador", y por los informes que he recibido son aparentemente objetos de gran valor, y varios de ellos prohibidos.

No me interesa en realidad adquirir ninguno de esos objetos; si bien espero recibir a su vuelta una lista con los nombres y descripción de los asistentes, y los objetos que estos adquirieron. Sin embargo les recomiendo no pasar por alto cualquier posible documento u objeto que pudiera contener información oculta. El conocimiento es un arma poderosa, y los Haarlock no serían los primeros ni los últimos comerciantes independientes en ocultar información de gran valor en textos aparentemente inofensivos.

Cualquier otro objeto me resulta indiferente, adquieran lo que consideren peligroso en manos ajenas a la Inquisición y tráiganlo. No quiero excusas respecto a esto, cualquier objeto que adquieran en la subasta deberán entregármelo en su estado original. -

Gianna: ¿Como se nos extraerá de la zona?

- Los subastadores han contratado un puñado de naves por el planeta que transportarán a los asistentes a la subasta, su identificación falsa servirá para emplear esos transportes. -

Urtzi: Señor... me gustaría escuchar cualquier consejo que nos pueda brindar para actuar en la subasta.

- No sabría como ser de ayuda en esto solo mediante consejos, acólito. Utilicen la cabeza, intenten no destacar; en resumen, no hagan nada estúpido y les irá bien. Únicamente deben controlar a los asistentes y los objetos que adquieran; confío en su juicio para ello, solo recuerden que cada acción tendrá consecuencias. -


El inquisidor respondió con la diligencia de quien encuentra razonables las preguntas recibidas, aunque el discurso debió de afectar a su garganta, ya que volvió a emitir una horrible tos seca durante unos segundos. Al menos aquella vez no hubo sangre.

- Si eso es todo, sigan a mis criados, les proporcionarán sus "disfraces" - e hizo un gesto con el brazo hacia la pared opuesta, donde uno de los hombres grises esperaba sujetando la puerta, como un caballero atendiendo a una dama; un caballero indiferente, impasible y turbador.

Notas de juego

Falláis un par de pedir equipo: Orionus y Arcturus (Creo recordar que Isolda ahorraba su dinero para un brazo nuevo). Tenéis esta semana para solicitarlo o indicar como lo usáis si deseáis usarlo, pero no más.

Posiblemente la mayoría esteis decepcionados con las armaduras (creo que nadie ha podido encontrar finalmente una), pero ese es precisamente el artículo por excelencia más complicado de conseguir, y no voy a concedéroslo tan facilmente.

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31/08/2015, 08:41
Hieronymus Homron

El arbites entregó a uno de los siniestros siervos del inquisidor una de las placas de datos con las especificaciones de todo aquello que quería, todo aquello que podían necesitar si las cosas acababan siendo tan duras como les habían dicho que serían. Armamento, munición, blindaje. Toda una serie de instrucciones nada concisas y muy específicas. Modelos y estado de conservación. El arbites, hombre nada paciente esperó con los brazos cruzados como sus compañeros terminaban sus preparativos, mientras el inquisidor respondía a sus últimas preguntas.

Los siervos del Inquisidor, como él mismo los había denominado, acudieron de vuelta tras algo menos de la hora de tiempo especificada. Traían una serie de cajas sorprendemente pequeña. Uno de ellos depositó una a los pies del arbites y se retiró. Éste abrió la caja y chasqueó la lengua con desagrado. Apenas había nada allí dentro - ¡Maldita sea! Estaba claro que aquello no era el arbites, cuya disponibilidad de equipo y su mantenimiento eran dignos de elogio. Pero... aquello era la Inquisición, debía hacer sombra a cualquier... - El viejo se mordió la lengua y no dijo nada en voz alta. Mil créditos. Mil condenados créditos y apenas podían comprar equipo por valor de un par de cientos.

Por lo menos aquellos hombes cenicientos habían conseguido la pistola compacta. Una Hecuter-KS semiautomática silenciada. El arbites tiró un par de veces del martillo y comprobó el gatillo. Quizás aquella fuera la primera cosa buena desde que se despertaran en la nave...