Partida Rol por web

Orionus escucho y presto una leve atención a Hieronymus al anunciarles que se iba a inspeccionar la nave y solicitaba la compañia de Isolda.

Estaba claro que Hieronymus e isiolda iban a inspeccionar los aposentos libres de trampas u objetos peligrosos y sospechosos que podían cancelar la misión de la Inquisición.

El asesino se entero muy poco de las instrucciones ya que estaba más atento buscando lugares desde su posición donde podían ocultarse asesinos como él y a la vez donde podía él encontrar buenas posiciones para controlar la mayor parte de la nave en un par de puntos concretos de Mártir Cygnan.

Orionus le susurro a Urtzi "Lord, por el momento zona despejada".

Mientras observas a Lanus Cisten, te das cuenta de que bajo sus ropas lleva un reluciente pectoral plateado, con toda seguridad una perfectamente justificada armadura de algún tipo. También reparas en un anillo dorado que lleva en indice de la mano derecha, con un símbolo que no llegas a identificar.
    Su acompañante es a todas luces un miembro del administratum, no tienes motivos para pensar lo contrario. Incluso cuando distingues una funda de pistola en su sobaquera sonríes al identificar un modelo bastante popular entre los poco violentos adeptos, normalmente obsequiado cuando deben acudir a un lugar menos tranquilo fuera de su propio cubiculo de trabajo; sabes que a ese arma le llaman "Sigma 9" en relación con algún código de papeleo, aunque no conoces su nombre real.

Aunque Octavia Nile aparenta ser muy despreocupada y abandonarse a la seguridad que únicamente le puedan proporcionar sus guardaespaldas, al fijarte detenidamente en su cuerpo (de un modo que podrían acusar de indecoroso) te das cuenta de que lleva una ajustada malla bajo su elegante vestido, ligeramente similar a la que el propio Orionus llevaba bajo su armadura principal.
    Sus guardaespaldas iban bien armados y protegidos, y el acompañante de la máscara llegaste a creer que tal vez fuese otro miembro del administratum. Al no llevar una montaña de papeles encima no podías estar seguro, pero su ropa que era una mezcla de túnica ajustada y una capa podía adjudicarse a algún tipo fuera de lo común, aunque eso no explicaba la espada que llevaba semioculta bajo su capa, salvo tal vez su protección personal.

De los dos individuos de aspecto salvaje, así como del Abad y su compañía, no descubriste mucho solo con observarles. Parecían ser exactamente lo que aparentaban ser.

Observas a tu alrededor, pero no encuentras ningún lugar desde donde alguien pudiera observar o esconderse sin ser visto. Esto es en gran parte a causa de la tripulación siempre en movimiento de la nave, que parece mantener al menos a un hombre en cada posición necesaria.

Tras atravesar el largo pasillo que conformaba la cubierta accedisteis a la zona de camarotes en el piso inferior. En esta ocasión se trataba de un pasillo mucho más estrecho, por el que apenas podía pasar una persona a la vez, y con gran cantidad de puertas a cada lado dispuestas de modo que ninguna puerta quedaba directamente frente a otra. Accedisteis a vuestra puerta mediante una de las llaves que os habían dado.

A vosotros os correspondían 2 camarotes contiguos contectados por su propia puerta mediante un retrete compartido. Las habitaciones, aunque con suficiente espacio, no destacaban por su equipación; las camas inferiores parecían sacos de arpillera rellenos, mientras que las superiores parecían hamacas de red con telas a modo de colchón y manta. No eran especialmente cómodas, pero tampoco lo contrario.

Aparte de las camas, de un ojo de buey y una mesa y silla de madera clavadas al suelo, la habitación estaba aparentemente vacía.

Observasteis a Hieronymus, Arcturus e Isolda abandonar la cubierta inferior por la puerta que daba hacia los camarotes. Mientras esperabais el momento idoneo para actuar, una ya no tan somnoienta Octavia Nile salió hacia los balcones seguida por sus guardaespaldas y su asistente con el aire juguetón de una niña pequeña. Allí hizo un gesto de saludo a Vymer y Quill, que se encontraban apoyados en la baranda y simplemente la miraron como preguntandose que hacía allí.

Por lo que visteis, Octavia parecia querer iniciar una conversación con ellos, aunque sin muchos resultados. Tras aproximadamente un minuto, se dio por vencida y volvió a entrar en la cubierta con aire de encontrarse aburrida, solo para dirigirse esta vez hacia la cubierta superior tras uno de los tripulanes de la nave por las escaleras, por donde hacia un rato que Lanus Cisten había subido.

El Abad Tamas fingía o intentaba contemplar el mar Balemire, pero su mirada temerosa y nerviosa se desviaba a cada individuo, ya fuera invitado o tripulante que pasaba cerca de él o los clérigos que le acompañaban. A su vez su compañía se mantenía cerca suyo, algunos arrodillados, otros de pie, pero todos cabizbajos y silenciosos.

Veo como el viejo se va y empieza a intercambiar miraditas con Heinrich. Ya me veia venir esto. Ese rollo suyo empieza a cansarme, han llegado y se han apropiado del mando de todo el grupo porque si. Voy a tener mas adelante una conversacion muy seria con el viejo sobre el tema, le guste o no. Una cosa es que haga caso de lo que dice el porque es viejo y entiendo que alguna virtud ha de tener para haber alcanzado la edad que tiene, y otra que tenga que hacer caso de lo que dice o sea quien para darme ordenes o decidir quien puede darmelas. Es un arbitrador, no el comandante de mi regimiento, no es quien para pretender que Heinrich (que ni siquiera pertenece a mi regimiento) me de ordenes solo porque son amiguitos y menos para esperar que yo las obedezca. El hecho de que me caiga mal no ayuda desde luego.

Asi que cuando Heinrich se acerca a decirme lo que tengo que hacer, me muerdo la lengua. Me tienta decirle que si cree que alguien tiene que estar al lado de Urtzi vaya el mismo. Pero no es ni el momento ni el lugar, a fin de cuentas yo tambien quiero cumplir con esta mision y ponerme a discutir ahora o mandarle a la mierda llamaria la atencion. El hecho de que me lo haya pedido por favor y que Urtzi si me caiga bien tambien ayuda.
Asi que tras dedicarle una mirada divertida, me encojo de hombros y me situo al lado de Urtzi.
Decididamente, mas adelante voy a tener una charla con el viejo.

Estoy ocupada con estos pensamientos cuando Urtzi me devuelve a la barcaza.

-Esta vez no se trata de ninguna noble familia, ¿eh, Gianna?-

¿Mmm?- Tardo unos segundos en pillar la referencia, ensimismada como estaba con otras cuestiones. No puedo evitar ladear la cabeza en su direccion y sonreirle con calidez. Puede que otros le consideren un cobarde, pero yo le he visto temblar de miedo ante la idea de hacer algo, y sobreponerse a ese miedo para hacerlo. Vencer el miedo propio no es de cobardes, todo lo contrario. A fin de cuentas, el miedo no es mas que una cuestion de costumbre. Yo tambien temblaba de miedo las primeras veces, pero la voluntad es algo que se puede entrenar. Ademas, tiene un caracter bastante agradable. Si, decididamente me gusta. -Si, cierto. Por dificil que parezca, esta vez puede que sean algo aun peor.- Mi voz es tambien un susurro apenas audible. Con un suspiro, me pregunto que sera de Atrella. Si la estaran tratando bien o habra hecho alguna amistad que le permita no sentirse tan sola. Se que nunca volvere a verla, pero me pregunto si en la inquisicion podre pedir noticias suyas.
Lo cierto, es que todo ese asunto me afecto mas de lo que me gustaria.

Para distraerme, hecho una ojeada a la ¿Niña? y sus dos guardaespaldas. Por muy niña que parezca, si esta aqui dudo que sea del todo trigo limpio. Nosotros somos de los buenos, y vaya si tampoco lo somos. Pero sobre todo me fijo en los guardaespaldas. Si tenemos que darle apiolar a alguien, son los matones los que van a darnos problemas de verdad. Sin duda, nadie que este aqui es una persona indefensa, pero mi experiencia en el frente no me sirve de nada a la hora de echar un vistazo a los invitados. Con sus guardaespaldas, que son los que van abiertamente armados, es diferente. Puede que echando una ojeada a su equipo (insignias, marca de las armas... Cualquier cosa), al menos pueda saber de donde vienen.
Tambien hecho una ojeada al resto, no creo que descubra nada, pero nunca se sabe.

Lo primero que te llama la atención es el modo en que da ordenes el sobrecargo y la efectividad y rapidez para cumplirlas de los tripulantes. No se parecen a los de una pandilla de incompetentes; de hecho, con un poco más de refinamiento podrían imitar la disciplina de un regimiento de la guardia imperial.

En segundo lugar te fijas en que el hombre que el hombre enmascarado que acompaña a Octavia lleva semioculta por su capa una vaina de espada. Tal vez sean solo paranoias tuyas, pero te preguntas como se supone que un tipo que parece que vaya a derrumbarse en cualquier momento pueda manejar un arma de combate cuerpo a cuerpo.

Lo último en tu lista de preocupaciones son las armas visibles de los demás. A Lanus y su acompañante ya no les tienes a la vista, pero crees recordar que no llevaban ningún arma evidente. Las armas que portan los guardaespaldas de Octavia son armas láser, fáciles de encontrar y con munición de sobra sea cual sea su modelo, y armaduras antifragmentación completas.
    Vymer y Quill son tan solo algo más preocupantes que los 2 guardaespaldas de Octavia, llevan unas armaduras similares, aunque reparadas en varias ocasiones (alguna pieza suelta parece nueva en comparación a las demás). Uno de ellos lleva un cañón de mano (una pistola inmensa de un calibre preocupante) mientras que el otro lleva algún tipo de escopeta.
    Del Abad poco tienes que decir, ves asomar una pistola bajo uno de los pliegues de grasa de sus ropas, pero por su aspecto, sería poco menos que un milagro que supiera usarla como es debido. Su séquito de clérigos parece desarmado e indefenso.

Inés... eso era algo raro, no se acostumbraba y durante un rato no se dio por enterada. Como si "despertara" se dio cuenta de que se refería a ella y, con un ligero cabeceo, se siguió al arbitres sin ningún problema.

Siguió al arbitres y al tecnosacerdote para investigar todos los lugares- Deberíamos buscar algún tipo de aparatos de escucha o cámaras -dijo la sororita a sus acompañantes- ¿Quizás podamos sacar partido a ese servocráneo? -susurró al tecnosacerdote mientras se acercaba a comprobar una de las habitaciones, empezando por las paredes.

El arbites asintió cuando Isolda propuso buscar dispositivos de escucha. Él mismo ya había empezado a buscarlos por todas partes. Seguramente el tecnoadepto pudiera ayudarles con tal tarea y sabría como emplear el servocráneo para complementar la falta de otros dispositivos.

Levantó colchones, se agachó bajo las mesas e incluso revisó a conciencia el retrete común. Se había planteado la idea de ordenar mantener tales puertas siempre abiertas por seguridad, pero antes de proponer siquiera la idea una mirada reporvatoria de la sororitas le hizo tragarse tal idea.

Revisada la habitación otros otro importante asunto quedaba pendiente.

- La seguridad es nuestra primera preocupación. Amén de ser las órdenes de la dama - dijo el arbites dirigiéndose a sus dos acompañantes y evitando mencionar en voz alta el nombre de Lorelii Dekanta.

- No obstante nuestro trabajo aqui es observar y para ello debemos poder hacerlo. No descarto la idea de entrar a echar un vistazo pero debemos ser en extremo prudentes para evitar atraer la atención sobre nosotros antes de lo previsto - el arbites mostró la multillave que llevaba en su cinturón y con la que no tendría dificultades en abrir alguno de los demás compartimentos.

- Y también poder escuchar - Se llevó la mano al oído donde lleva el microcomunicador. Aquel pequeñísimo dispositivo podría ser ocultado en otra estancia y fijado en modo emisor. Así podrían monitorizar una habitación con cualquiera de los otros microcomunicadores del equipo. Él podría, si le cubrían de marineros y pasajeros, abrir, dejar la escucha oculta y cerrar nuevamente al salir. O al menos esperaba poder hacerlo.

No obstante aquello limitaría la vigilancia a sólo un pequeño número de estancias y corrían el riesgo de ser descubiertos o de no poder recuperar los microcomunicadores una vez colocados, lo cual no era más que un problema menor en comparación. Otra posibilidad que el arbites también explicó discretamente consistía en practicar mínimos orificios en las paredes extremas de sus dos camarotes, con lo que accederían a poder observar lo ocurrido en los dos camarotes adyacentes. No obstante aquello resultaba más burdo y posiblemente les exponía más a ser descubiertos. Finalmente el arbites terminó su explicación y, por una vez, esperó a escuchar la opinión de sus acompañantes.

Despues de echar un vistazo a mi alrededor, confirmo lo que ya suponia. Aqui no hay nadie indefenso, ni desde luego estamos tratando con macarras de poca monta. Son gente dura y peligrosa, supongo que es por eso por lo que nos han traido a nosotros. Discretamente, al tiempo que poso una mano sobre el hombro de Urtzi y ejerzo una ligera presion para llamar su atencion y con un tono de voz apenas audible (lo justo para que me oiga el y nadie mas), me pongo frente a el y de espaldas a los demas y le comunico los resultados de mi examen visual de lo que nos rodea. Me pongo delante de el quizas por exceso de paranoia, pero se que existe gente capaz de leer los labios, y si se supiese quienes somos estariamos perdidos. Toda precaucion es poca.

He echado un vistazo a esta gente, creo que tienes que saber lo que he visto.
¿Ves a la tripulacion? Se comportan como una maquina engrasada y muy experimentada. Yo he estado en naves de transporte de la armada, la tripulacion de esta nave encaja perfectamente con el nivel de disciplina y exigencia que he visto en esos transportes. -En la armada son unos estupidos pomposos que nos miran a nosotros, tristes soldaditos de mierda que se dedican a tragar barro, por encima del hombro. Sin embargo, las cosas como son, su nivel de exigencia es alto.
 

¿El hombre enmascarado que acompaña a la niña mona? Es de lo mas sospechoso. No hace mas que toser y camina encorvado, como si no pudiese con su propio peso. Sin embargo lleva una espada de energia semioculta entre los pliegues de su ropa. Extraño que alguien asi porte un arma cuerpo a cuerpo tan poderosa ¿No? Mira a los otros dos gorilas. Armadura antifragmentacion completa y armas laser. No digo que ese equipo haya salido de la guardia, hay millones de planetas y me es imposible saberlo. Y en cualquier caso no es dificil conseguir fuera de la guardia esos cacharros sin haber pasado por ella. Pero no me extrañaria que hubiesen pasado por ella y fuesen veteranos.

Bien mirado, no entiendo a que viene eso de ocultar el rostro. Uno solo oculta sus rasgos para evitar que se vea una mutacion... O evitar que lo reconozcan ¿Y quien aqui iba a reconocerle? No se... es un poco raro, hay una sensacion de alerta en mi cerebro que no puedo ignorar. Una sensacion que ha salvado mi vida mas de una vez. El problema es que como todo en esta vida, tampoco es una sensacion infalible... Esa tos violenta, hombres silenciosos e imponentes con todo el cuerpo cubierto que no dicen una palabra y se comportan como automatas, una chica hermosa y de buen ver... Juraria que todo eso ya lo he visto antes, pero lo unico que se me ocurre es tan estupido que no puede ser.

Decido dejarlo para mas adelante. Puede que cuando tenga mi pequeña conversacion con el viejo comparta mis inquietudes al respecto, ahora no es el momento. Ahora estoy poniendo al dia a Urtzi.

Mira ahora a los piojosos esos -Digo refiriendome a los salvajes- Ambos llevan armaduras parecidas a los gorilas, pero mas viejas y gastadas y con aspecto de tener varias reparaciones detras.- Sin duda es gente que ha visto accion y por lo tanto saben manejarse en una lucha- Uno de ellos lleva un puto cañon de mano, suficiente para hacerte el mejor peinado a raya que te hayan hecho en la vida si te dan con eso. El otro lleva una especie de escopeta.

Los otros que han salido no he podido mirarlos bien, pero no recuerdo haberles visto arma alguna. Tanto peor si realmente no han venido a un sitio como este armados, posiblemente sean tan peligrosos que no necesiten armas.

El mas raro es el curilla. Lleva una pistola de juguete y sus acompañantes parecen desarmados, pero desconfia. Esos esconden algo, o yo meo de pie y os lo he escondido muy bien hasta ahora. -Sonrio, se que le estoy metiendo presion. Por eso trato de hacer una broma para relajar el ambiente.

Lo que te trato de decir con esto, no es solo informacion para que la archives. Esta gente no son macarrillas de medio pelo, ni pandilleros medio retrasados: Parecen peligrosos de verdad. Estoy segura de que no lo ibas a hacer, pero por si acaso te lo digo directamente: No te alejes NUNCA de nosotros a no ser que sea un asunto de vida o muerte. Por lo demas, no te preocupes. No somos corderitos en un recinto lleno de lobos, somos depredadores. Incluso el imbecil de Heinrich, o nuestra querida hermanita manca, saben defenderse perfectamente.- Sonrio con maldad- Piensa que lo que estoy haciendo yo lo estan haciendo ellos tambien. Sin duda, estan tomando nota de que somos un grupo numeroso y bien armado. Aqui hay blancos mucho mas accesibles que nosotros.

Me vuelvo a poner a su lado y vuelvo a poner una mano en su hombro, esta vez con firmeza, tratando de transmitir seguridad.- No te preocupes, pase lo que pase estoy contigo, todos lo estamos. -Me cae bastante bien y me gusta su forma de ser. Creo que le protegeria aunque no tuviese ordenes de nuestros superiores en ese sentido. Me parece una persona decente y honesta, que ademas da todo lo que puede por proteger al imperio y a los que viven en el, porque como yo, cree que es lo correcto. Proteger a una persona asi a la que no se le da bien la violencia, de gente violenta, siento que es lo correcto. Me hace sentir virtuosa, pero no de palabra (hablar es tan facil...) si no de obra. Me parece una sensacion extraña, pero agradable, de la que una no puede disfrutar muy a menudo en el frente, donde lo unico que hay es una voragine de muerte y desolacion. -Con que no te confies y tomes las debidas precauciones, seguro que todo sale bien.- Ladeo la cara hacia el, y con gesto confidencial tapo mi boca con una mano mientras sonrio- ¿Recuerdas Arbolada? Saliste vivo y de una pieza de ahi ¿No? Esto no es tan diferente.

con el viejo rondando por las habitaciones como si fueran suyas no hay mucho espacio para buscar, ni hablar ya con Arcturus de por medio, que es algo más voluminoso que un hombre normal.

Finalmente limitas tu búsqueda a la zona cercana a la puerta, cuando te das cuenta de que lo que parece el tornillo de una de las bisagras (si, son puertas normales con bisagras, que se abren hacia dentro) sobresale apenas unos milímetros. Al tocarlo te das cuenta de que es una esfera metálica diminuta, no más ancha que una bala, encajada en el agujero de la bisagra, pero que consigues extraer fácilmente con la mano.

No logras determinar su utilidad, pero al acercarlo al oído, un levisimo zumbido como el aletear de una mosca te indica que es mecánico y está en funcionamiento.

Buscas y buscas tras todos los muebles, esquinas y tablas sueltas que se te ocurren, pero no encuentras nada. Satisfecho, asumes que no hay nada oculto en las habitaciones.

Hacer de guardaespaldas o de consejero era aburrido. No habia nada que hacer aparte de vigilar, y esperar que su " señor" hiciese algo. Y tampoco podia hacer nada psiquico para investigar, Me detectarian al instante si habia otros abordo, y no era buena idea mostrarse tan pronto. Me acerqué a Urtzi para hablar con él. 

- Mi señor, - Le dije con un susurro apenas audible para los que estaba cerca. - deberia intentar establecer contactos comerciales con los otros pasajeros. Nunca se sabe cuando puede usted obtener un buen negocio. - Le comenté a modo de consejero. Traté de disimular por si habia alguien o algo escuchando. 

El extraño trío avanzó por las entrañas de la Mártir Cygnan sin intercambiar palabra, atentos a cualquier elemento llamativo, intentando ubicarse en un entorno completamente nuevo. Arcturus podía "sentir" la actitud militar de sus dos acompañantes a lo largo del trayecto, y también dentro de las habitaciones que les habían asignado. El tecnoadepto, por su parte, dedicó unos minutos a examinar a fondo las estancias en busca de cualquier dispositivo mecánico o electrónico de comunicación, vigilancia, y demás artilugios asimilables. También, nunca se sabe, en busca de elementos más refinados destinados al control y/o la supresión de los ocupantes de las habitaciones: a saber, cuerpos de ventilación modificados, vitrales holomodificados, RCS (Retretes Con Sorpresa) y un largo etcétera de cachivaches (Arcturus casi se sonrojó al utilizar, aunque fuera en su fuero interno, aquella palabra sacrílega) de los que había oído hablar en numerosas Tecnohomilías de Formación Estratégica.

Al mismo tiempo, envió a su viejo "amigo" el servocráneo a pulular por las habitaciones escaneándolas a fondo, mientras le musitaba tiernos códigos binarios.

Siguiendo los pasos del anciano Hieronymus revisas los pocos huecos de los que te percatas que este deja sin remover, consciente de que ese procedimiento es de los más eficientes en la búsqueda de objetos ocultos. El proceso no os lleva mucho tiempo, pero requiere suficiente concentración para suponer un esfuerzo.

Tras remover de arriba a abajo camastros, muebles y esquinas, quedas satisfecho al no encontrar ningún dispositivo.

Bastante confusa, Isolda cogió algo de una de las bisagras de las puertas y se giridió hacia el tecnosacerdote- Creo que tenemos algo de su especialidad -dijo mientras le mostraba lo que había encontrado.

es una esfera metálica diminuta, no más ancha que una bala, encajada en el agujero de la bisagra, pero que consigues extraer fácilmente con la mano.

No logras determinar su utilidad, pero al acercarlo al oído, un levisimo zumbido como el aletear de una mosca te indica que es mecánico y está en funcionamiento.

Urtzi escuchó con seriedad la información que Gianna le estaba proporcionando. Si bien el adepto había hecho su propio análisis, no podía desdeñar el punto de vista militar que la soldado le aportaba; sobre todo en un lugar con personas fuertemente armadas. Aquello era una situación nueva y el sentido común le pedía a gritos que actuase con precaución. Hasta donde tenía conocimiento, todos estaban allí para pugnar por una serie de bienes por el que estaban particularmente interesados. Y el hecho de que cada participante llevase su pequeño grupo de guardaespaldas resultaba ciertamente preocupante. 

Asentía levemente a cada apunte que Gianna aportaba y más de una vez se sorprendió de lo que ella le decía. De alguna manera, el peligro potencial de los allí presentes se hacía más tangible cuando su compañera lo ponía en evidencia. Es decir, no es que Urtzi no supiese ver que alguien podía matarlo si se lo propusiera. Simplemente resultaba más duro de encajar que alguien estuviese especialmente entrenado para hacerlo. El adepto tragó saliva con cierta dificultad cuando la soldado terminó el análisis y, finalmente, no pudo evitar sonreír con los ánimos de quien podía considerar casi una amiga. -Gracias Gianna. De verdad que sí.- Respondió con sinceridad a la vez que acentuaba involuntariamente su sonrisa. Pero no podía relajarse así que pronto regresó a una expresión más seria pero no menos afable. -Realmente no sabía que podríamos encontrarnos aquí, pero puedo decir que alguno ha superado mis expectativas.- Había algo en los salvajes que lo inquietaba al no poder ver nada familiar en ellos. Pero también mostraba cierta inquietud por el séquito de la mujer que iba a bordo. -La dama que mencionaste, la de lo dos guardaespaldas; tampoco parece estar indefensa. Parece muy despreocupada y lleva una vestimenta similar a la de Orionus... No digo que sea miembro del Asesinorum, pero quizás pretenda parecer menos peligrosa de lo que realmente es.- Compartió su punto de vista. -Con respecto al hombre de la máscara, de no ser por esa espada hubiese pensado que se trataba de otro adepto. Pero si se trata de una hoja tan peculiar no puedo asegurar nada...- Por un momento adoptó un aire reflexivo, como si en algún rincón de su mente se estuviese realizando un gran esfuerzo por completar un puzzle sumamente complicado. -Creo que lo mejor será tener los ojos bien abiertos e intentar recabar información de la manera más discreta posible. Tan solo espero no ser una carga.- Sonrió ligeramente con un aire dubitativo. Pero, le gustase o no, debían mantener la tapadera y para ello el adepto debía mostrar cierta iniciativa. Debía mostrar que, aunque no era un guerrero, se puede luchar por la Humanidad de muchas maneras.

Era hora de hacer su movimiento pero, a pesar de las fuerzas que le pudiese dar el saberse acompañado por hábiles soldados, no se sentía plenamente convencido para dar el primer paso en un terreno completamente desconocido para el adepto. De modo que, fingiendo dar indicaciones a su supuesto séquito, Urtzi se dirigió a sus compañeros con un tono tranquilo y en voz baja. -Sin duda, Taikel*- Respondió con una leve sonrisa a la actuación del psíquico. De alguna manera, que los otros lo tratasen manteniendo el pequeño teatrillo le daba cierta confianza para meterse en el papel que debía interpretar. Después de todo, perfectamente podía ser él mismo. Tan solo debía mostrar un poco más de determinación a la hora de tomar sus decisiones. -Señor Hotel*, avise a su superior de que nos desplazaremos a la cubierta superior.- Aunque hablaba con un tono cortés y educado, parecía que iba ganando cierta confianza en sí mismo. Había algo en todo aquello de mantener una fachada y de hablar entre líneas que resultaba en cierto modo excitante. -Si queremos obtener lo mejor para nuestro Lord, debemos conocer bien el lugar al que nos dirigimos. Así que tenemos que poner todos nuestros sentidos en la tarea que nos ha sido encomendada.- Su vista se paró primero en Taikel, esperando que entendiese la alusión a sus habilidades sobrenaturales, y luego en los dos soldados y en Orionus. Cualquiera de ellos estaba mucho mejor cualificado para detectar cualquier peligro en ciernes o simplemente reparar en un detalle en el que el mismo Urtzi no hubiese caído. Tenían que funcionar en conjunto para luego componer el mosaico de información que cada uno haya recabado. 

El arbites se volvió hacia la hermana y hacia lo que ésta sostenía en las manos. Inmediatamente olvidó la idea de las escuchas. Aquello era mucho más interesante y mucho más peligroso.

Hieronymus creía haber visto antes uno de aquellos dispositivos ¿pero dónde? se preguntaba devanándose los sesos y hurgando en sus recuerdos ¿qué era aquella cosa? Se llevó un dedo a los labios pidiendo a sus compañeros prudencia al hablar.

Miró en silencio al tecnosacerdote esperando una respuesta por su parte. Confiaba en que su respuesta no les comprometiera.